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40 IDEAS + PALABRAS
La búsqueda de la verdad en la escena ya no es una prioridad. Hasta hace poco se creía que, en lugar de centrarse en encontrar la verdad, el teatro debería ofrecer una vía de escape de la realidad que nos atormenta y, aún más, cuando consideramos la naturaleza efímera, líquida, de la vida. Esa liquidez, al decir de Zygmunt Bauman, que se basa en la incertidumbre y el cambio constante en un mundo que se tambalea entre la evolución y el retroceso de los procesos sociales, económicos y culturales, nos impide cuestionar nuestra identidad, encontrar nuevas formas de significado y propósito, y representar adecuadamente en la escena lo que necesitamos pensar. Saber decirlo, en general, con otros lenguajes, con otros modos, sin apelar a –o tener como fin– la verdad en escena. En una sociedad líquida donde la identidad y la realidad son objeto de constante confrontación, la búsqueda de la verdad en la escena puede ser un factor limitante. Fluyen entonces, y nosotros, ateniéndonos a observar la gesta, algunos nos cuestionamos sobre la búsqueda de la verdad inmutable. La pregunta es ¿para qué? La posmodernidad, cuajada de contradicciones y negaciones, a menudo recurre a huidas para negar la realidad social. Por ejemplo, se limita a jugar con elementos imaginarios para crear un mundo fantástico, irreal y surreal, lo que le permite escapar de la dura realidad y crear una nueva forma de ver y comprender el mundo.
Sin embargo, esta huida no resuelve las tensiones y contradicciones que surgen. En cambio, la praxis teatral no circunscrita del todo a ella puede utilizar estas tensiones y contradicciones como oportunidades para explorar y cuestionar la realidad o para crear una nueva forma de comprenderla.
Metateatro
Este preludio viene a cuento de “Flex”, una obra que, más