3 minute read
De aquellas noches tan lindas…
En Venezuela, los concursos de belleza han existido siempre. Por mi parte, los recuerdo desde que tengo uso de razón. He sido jurado en algunas ocasiones. He visto la evolución de estos eventos. El primero en organizarlos fue Reinaldo Espinoza, un conocido poeta, periodista, hombre de radio con un programa semanal llamado Fantasías dominicales que batía récord de audiencia. Fundó, en 1954, el concurso “Miss Venezuela” que organizó durante siete años.
Yo era una adolescente cuando Susana Duijm, en 1955, quedó de finalista en el Miss Universo y se ganó la corona de Miss Mundo. Por siempre, será nuestra Reina de Belleza, no sólo por su belleza natural, sino por su condición humana. Fue sin duda la Reina de las Reinas. Aquel 11 de agosto de 1955 fue inolvidable para ella y para todos los venezolanos.
Advertisement
Los Acosta Rubio e Ignacio Font adquirieron los derechos de la franquicia Miss Venezuela. Tenían una agencia de publicidad llamada OPPA. Se le cambió un poco la cara al concurso, con la incorporación de un patrocinante, Helene Curtis, y la elección comenzó a transmitirse por TV. En 1972, OPPA llegó a un acuerdo con Venevisión para terminar con la alternancia de televisoras.
Gilberto Correa y Liana Cortijo formaron la primera pareja estable de animadores. En este periodo entró a OPPA, Osmel Sousa, quien más tarde, cuando la franquicia la adquirió totalmente Venevisión, alcanzó el mote de El Zar de la belleza. Y hay que reconocer que Osmel fabricaba las figuras con el tipo exacto que gusta en esos concursos Escándalos en el concurso de Miss Venezuela y Miss Universo los ha habido siempre, los acomodos, favoritismo y lo que se considera fraude, desde hace 70 años. Imposible olvidar la protesta por parte de la primera finalista, María Fernanda Ramírez (Distrito Federal) indignada cuando elegimos a Maritza Sayalero como Miss
Venezuela y sus hermanos agredieron a algunos miembros del jurado. Fue una buena decisión porque nuestro primer galardón de Miss Universo lo ganó Maritza el 19 de julio de 1979, iniciando nuestra racha de triunfos. Hay detalles en todas las elecciones que vienen acompañados del escándalo y en algunos casos del fraude. Se supone que no hay interés político, pero también los hay, aunque a veces resultan más sutiles. En los concursos de hace 70 años, las candidatas no desfilaban en traje de baño, porque era inmoral, las inmoralidades ahora son muchas.
Uno de los más sonados escándalos que recuerdo fue cuando elegimos a Elluz Peraza y al día siguiente la recién elegida reina de belleza contrajo matrimonio, mientras salió a comerse un helado. Fue terrible. La sustituyeron por Judith Castillo, que logró hacer un buen papel y quedó entre las finalistas del Miss Universo. Hay que decir que, a partir del triunfo de Maritza Sayalero, prácticamente se destapó la olla y se reconoció cuál era el perfil que teníamos que seguir para triunfar, de tal manera que el país quedaba entre las finalistas o ganaba. Con el objetivo claro, se les permitió a las candidatas que se hicieran cirugías para tener la estética necesaria, todas con melena e impecables maquillajes. Como quien dice: el prototipo.
Otra que honró el titulo fue Irene Sáez. Que no sólo fue alcalde, gobernadora —sin pena, ni gloria, del Estado Nueva Esparta— y hasta candidata a la presidencia de la república. O Bárbara Palacios, que sigue como un icono de la belleza. Alicia Machado que tiene por norma producir noticias que vengan acompañadas de algo muy negativo, pero que dan de qué hablar; cuando ganó el Miss Universo, engordó 7 kilos y Trump, dueño de los derechos del concurso, la mandó a adelgazar, lo que tal vez no fue una exigencia con palabras ni hechos bonitos, pero con todo y eso no le quitaron el título. Obviamente, no terminaron en buenos términos, porque la Machado se enfrentó a él, en la campaña presidencial, apoyando a los demócratas como ciudadana norteamericana.
Aunque se trata de una columna retro, tengo que hablar de esta última edición del Miss Universo 2022, donde nuestra candidata llegó como la primera finalista. Amanda Dudamel — como decimos en criollo— se la comió y ganó todas las etapas. La polémica y los reclamos no se hicieron esperar. A la vista, nuestra representante en todos los aspectos era la ganadora, pero no. En este momento Venezuela no es un país que represente nada para el mundo. La llevaron hasta primera finalista, porque no se puede tapar el sol con un dedo, pero recorrer el mundo con el título de la más bella, representando un país, que solo muestra conflictos, no parece rentable para los negocios. Punto. A conformarse con el virreinato, que es mucho.