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El arte de la aguja El amigurumi (編み包み) es una técnica japonesa que tiene como fin realiza r pequeños muñecos mediante el uso del ganchillo y la imaginación
Alejandro López Cadeneta, punto bajo, cadeneta, punto bajo y así una y otra vez hasta formar la figura. Ovejas, muñecos con rasgo orientales, donuts, cualquiera puede realizarlos con tan sólo aprender estos dos pasos y tener el material adecuado. En Alicante, Amo el Amigurumi quiere hacer llegar el arte del ganchillo al gran público, y para
ello no sólo se han limitado a realizar cursos y talleres en pleno casco antiguo de la ciudad. Las guerrillas de ganchillo o urban knitting , la última de ellas realizada en el mes de marzo en la Plaza de Gabriel Miró, y el comprometido craftivismo con el que utilizan la aguja y la lana para una buena causa, son buenas muestras de ello.
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El arte de la aguja
Amo el Amigurumi El trabajo llevado a cabo por esta agrupación va más allá de la elaboración de muñecos, tiene un prisma social
La Plaza de Gabriel Miró de Alicante vuelve a tener color, el tono que le proporcionan los cuadrantes de ganchillo que visten farolas, bancos y la conocida fuente de La Aguadora. La guerrilla de ganchillo llevada a cabo por Amo el Amigurumi consiguió su objetivo: dotar de alegría a una zona que hacía mucho tiempo que vivía en el ostracismo, pese a encontrarse en pleno centro de Alicante. Porque no solo de muñecos vive la asociación. El 23 de abril en la festividad de Sant Jordi, Amo el Amigurumi llevó a cabo una original propuesta en coordinación con otras ciudades del país como Madrid, Bilbao o Barcelona. Esta proposición no era otra que conmemorar el Día del Libro haciendo flores de ganchillo de diversas clases para después repartirlas entre aquellas personas que pasaran por la Plaza de Gabriel Miró ya avanzada la tarde. –“¿Queréis una flor? Es Sant Jordi y las estamos regalando” –se escuchaba. Sin embargo, numerosas personas pasaban de largo, dudando que en los tiempos que corren alguien pueda entregar arte de forma altruista a desconocidos. No obstante esta agrupación es un lugar donde no sólo se concibe el arte como diversión, sino también como ayuda para formar una sociedad mejor. Más allá de lo realizado en Sant Jordi y en las guerrillas, nos encontramos con sus acciones en el ámbito del llamado craftivismo,
el movimiento social que reconoce en la capacidad creadora la herramienta principal de lucha. Así, Amo el Amigurumi llevó a cabo a principios de año, en colaboración con Cruz Roja Alicante, la elaboración de bufandas para los sin techo. Se repartieron cerca de cincuenta bufandas tejidas a mano a personas con riesgo de exclusión social en Alicante, afianzando las palabras de Helena Vicente, coordinadora de la agrupación: “Es genial ayudar a la gente con algo que puedes hacer y que además te gusta”. Pero si hay algo por lo que se le conoce a la asociación es por haber introducido la técnica del amigurumi en la capital de la Costa Blanca, amén de por haberse convertido en la primera comunidad online de este arte en toda España. Jóvenes, mayores, con conocimientos previos, con carencia de estos, cualquiera puede introducirse en este mundo si aporta los elementos esenciales: mucho trabajo y ganas de vivir una experiencia intergeneracional única. A esta tarea contribuye Y Punto, la tienda de lanas y materiales que ofrece su espacio de trabajo para la realización de los cursos y talleres relacionados con la materia. Como vemos, hay vida más allá de la simple puesta en escena de muñecos de ganchillo, hay todo un trabajo altruista y destinado a mejorar la sociedad que pocas veces se da a conocer al público.
El arte de la aguja
El arte de la aguja
«Es un trabajo muy sencillo» Helena Vicente, coordinadora de Amo el Amigurumi, afirma que en un par de clases cualquiera es capaz de realizar multitud de muñecos
Pregunta: Os hemos visto ganchillear la fuente de La Aguadora y ponerle una pajarita al busto de Gabriel Miró, ¿cómo se os ocurrió? Respuesta: Ya habíamos hecho una guerrilla de ganchillo para CAMOn y desde Y Punto se pusieron en contacto con nosotros porque querían que organizáramos una nueva en la Plaza de Gabriel Miró, que es una zona que ahora ha repuntado un poco pero que ha estado durante mucho tiempo deteriorada. Aceptamos sin dudarlo y yo a lo que me dediqué, básicamente, fueron a tareas de coordinación, pues siempre es necesario que alguien se ocupe de organizar todo. En esa guerrilla hay un trabajo bestial porque no es tanta gente la que está detrás de esto, a lo mejor, como mucho, son quince personas que han estado tejiendo. Hay gente que trajo una enorme montaña de cuadrantes y que llegaron a poner hasta a su madre a trabajar. En cuanto a lo de la pajarita, fue alguien del grupo que comentó que había que hacerle una pajarita a Gabriel Miró. Lo que nos faltó por hacer fue algo que se nos ocurrió a última hora y que finalmente no dio tiempo a hacer: hacer con ganchillo las dos letras que le faltan al busto de Gabriel Miró, la L y la M. P: ¿Sobreviven mucho tiempo vuestras creaciones? R: Para la primera que hicimos nos robaron muchas cosas enseguida. En esta última lo que pusimos en marcha fue hacer engrudo y pegarlo alrededor de la fuente. Como es una mezcla de harina y agua, no pasa nada. A partir de ahí, con cadenetas de lana me metí dentro de la fuente y lo estuve sujetando con una barra que había por dentro para que
no se lo pudieran llevar. P: ¿Es más un trabajo en equipo o uno individual? ¿Se le dedica más tiempo cuando estás en casa o durante las quedadas que se organizan? R: Hay gente que trabaja mucho en su casa, pero lo que más gusta es quedar y tejer juntas, porque es como el chascarrillo, parecemos abuelas tejiendo en compañía y contando nuestras historias. Eso a la gente le gusta un montón. P: Lo que sí que parece claro es que para esta materia no hay una edad fijada: mayores, jóvenes, a todo al que le guste el trabajo manual está invitado a participar R: Eso es lo bueno, porque hay mucho encuentro intergeneracional. Yo tejo mucho con mi madre, que no sabía tejer hasta que yo empecé a meterme en esto del amigurumi. Como yo, que no sabía coser un botón. Además, viene mucha gente mayor que, aunque no sepa qué es el amigurumi, sí que sabe mucho de ganchillo. La gente joven aporta ese toque fresco con ideas novedosas. P: Hacer un muñeco de ganchillo de estas características llevará su tiempo R: Tan sólo tres horas. Es muy sencillo. P: Entonces, ¿os habéis encontrado a alguien al que le llame la atención y quiera empezar en este mundo junto a vosotras desde cero? R: Muchísima gente viene sin saber nada de nada de ganchillo. Entonces les enseñamos lo básico que se necesita que es la cadeneta y el punto bajo y ya uno va trabajando. P: Amo el Amigurumi es la primera comunidad online de España para aquellos amantes del amigurumi, ¿qué os lleva a crearla?
El arte de la aguja
Tengo a unos amigos que tienen una empresa de desarrollo web y que querían crear su propio negocio de comercio electrónico. Entonces me preguntaron qué me parecía el realizar una página web de amigurumi. A mí me pareció genial porque en aquellos momentos yo hacía cosas por mi cuenta, no tenía ni web ni marca. El primer paso era hacer lo que hay ahora, el portal con la agenda de eventos. El segundo es hacer una comunidad. Y en una tercera fase la gente podría vender allí sus amigurumis tipo Etsy o Artesanio. P: El pasado 27 de enero llevasteis a cabo vuestra primera gran actividad de craftivismo, tejiendo bufandas para los sin techo, ¿cómo surge esta idea? R: Esta idea surge porque yo vi que Duduá, que es una marca que está en Barcelona y
que fue la primera en hacer amigurumi en España, publicó en Facebook una foto de unos pingüinos de un lugar donde se produjo un vertido de petróleo y que voluntarias les estaban haciendo jerséis para ponérselos después de limpiarlos. Desde allí pedían que las personas enviaran más jerséis para contribuir a la causa. Era una buena idea, ayudar a la gente con algo que puedes hacer y que además te gusta. Lo primero que hice fue pensar en Cruz Roja y hablé con ellos. En un principio lo que íbamos hacer era mantas para los sin techo, lo que pasa es que atendían a muchos y no sabíamos si podríamos llegar a realizar tantas. Entonces nos decidimos a hacer bufandas, que era algo a lo que sí podíamos llegar. Nos pusimos manos a la obra enseguida y al terminar se las dimos en Cruz Roja Alicante.