© Todos los derechos reservados Luis Eduardo Ayala Páez Ilustración de la Portada: Maria Sauzet Obra NRO 7 Pintura-Julio de 2009 Óleo, collage sobre tela El camino de los nirgranthas Editorial Rove (Argentina). Primera edición, 2013, 35 pp.
Sobre el camino de los nirgranthas
Los poemas que componen “El camino de los nirgranthas” son intensos, de lenguaje sencillo y hondo contenido. Expresan sentimientos con inspiradas metáforas: “su cuerpo es el fuego silencioso que no cesa”. En los poemas breves logra un gran poder de sugerencia: “Ni abro heridas al otro / que palpita cruje o ladra”. A lo largo de estos versos encontramos al hombre inexorablemente unido al cosmos y, al mismo tiempo, consciente de su propia soledad: “como una caldera que sólo exhala vacío”. Así, el poeta nos ofrece un canto que celebra la naturaleza, pero también nos revela los oscuros rincones de su mundo interior.
Susana Benet – Junio, 2012
El camino de los nirgranthas
Confío en mí mismo porque mi piel es solo una hebra más de la tela del universo.
Allí todos nos entretejemos confío en mí mismo porque me sé igual a los otros a los tantos otros que como yo habitan la luz y la oscuridad.
Soy tanto aquél como yo mismo y me voy sintiendo en lo que sé y desconozco.
Sin apegos ni aversiones trazo mi camino por las luminosas constelaciones porque el universo vibra en mí como un cántico secreto nacido en el bosque.
No atesorar, aparigraja
Estando en silencio atisb贸 la luz en las cosas que dej贸 ir para no revestirse de escasez y de caos.
Porque nada nos pertenece en absoluto.
Son pocas las cosas que bajo este cielo gal谩ctico est谩n colocadas en su lugar.
Anekantavada
El agua no se enturbia por mis manos
Ni la piedra se adolece por mĂ
Ni el vuelo de mis pensamientos hace crujir el viento
Ni abro heridas al otro que palpita cruje o ladra
Acuérdate que mi vida es viento El mundo, nostálgico, va haciéndose a cada segundo. Nada interrumpe su hondo andar, movido por algo transparente, va sin obstáculo alguno. Mientras el mundo se mueve el aire surge cobra vida. Mientras tus ojos se despiertan mirando otro sol tu tierra luce lejana, es solo un tintineo en el paisaje Late, sin embargo, tu corazón como si lo envolvieran las tardes y las brisas de tu tierra dejada atrás
La mĂşsica que se Derrama sobre tu cuerpo Noche con estrellas Hace arder el beso Impoluta sigues a travĂŠs Del espejo fragmentado
Agua fresca que fluye por la noche hacia la edad primigenia hacia el origen cuando la música beatífica era el cuerpo fractal de las mujeres donde el ritmo de las noches y los días resonaba y vibraba Ya después aprendimos a ejecutarlo con tambores y balofones.
Las hojas como peque単as alas desprovistas de cuerpo cubren tu piel volando el beso llega a ti como el viento al mar
El sol despierta temprano y nuestros cuerpos estรกn unidos en un abrazo infinito como el fuego
Hoy qué esperan de ti los días y las noches cuando el invierno ha cubierto las cosas ausencia o sombras en qué lugar de estas calles inmensas te encuentras
Sueños Amaneces Las calles Tú En los ríos y en los cielos Sembrando de dulzura Los monótonos paisajes Luz es todo porque tú lo miras
No es el tiempo almacenado en los árboles Lo que me devolverá tu recuerdo No es eso Ni será el vino caprichoso el leitmotiv Para omitirte y pensar en otras cosas Porque tengo tu aroma calado dentro de mí Como si estuviera próximo a la suavidad De tu singular desnudez
Sobre esta misma noche Despierto En la mesa unas hogazas de pan Siento El desierto de mis noches A solas qued贸 todo Y pienso en sus ojos llevando La blancura de la nada para siempre
Cosas que me son extrañas Así como inexpresables ¡Qué lejos está todo sin ti! Ventanas murmurando silencios En ese algo en donde encallamos En ese algo impedido Por el fuerte oleaje que Nos contuvo a ir por más Tú estás conmigo En las solitarias calles Que son mis noches y mis días Tú anudas el ayer con el hoy En tu recuerdo zozobro
Rosas que se tornan nereidas desnudas en el agua cubren el cielo naranja con lluvia Las ondinas se mueven por el viento producido por una música secreta traída de muy lejos Las rosas flamean Rítmicas como el pulsar de las estrellas Pululantes en colores Como el crepúsculo
El paisaje pintado en el propio paisaje El ojo conteniendo un universo paralelo Alas que asemejan cielos Y nubes que parecen árboles Trinitarias allí besando bocas Transparentes a la luz Y los pájaros se van Esfumando tras de sí el bosque
Aves dibujando cielos en sus senos y en la cuesta el fuego
Un cielo fragmentado por relámpagos El fuego de las velas y la luz en la arena cósmica como hinojos centelleantes alumbran la noche palpitaciones en las manos pulsaciones en los ojos enmohecidos la tierra firme que se desdobla y se entrelaza como alas con el viento en el cielo difuminado el arte gotea cae y se grieta los océanos levantan bramidos en la oscuridad la luna se parte en cada gota destellos que fluyen por las arterias de color magma corazón, corazón en la noche rugiendo a los sueños que se tuercen y que se desdoblan en un cielo fragmentado por relámpagos.
Entre tanta niebla Entre tanto frío Entre tanta lluvia Sos el campo que todavía es fértil Sos el sol que vierte su luz A través de la ventana rota y polvorienta Sos el camino iluminado por las estrellas Sos el árbol en donde apoyar mi cuerpo agotado
Ímpetu Música en los ojos del cielo, Sol en trozos, cercano a mugidos. Voces chirriantes en el vasto océano cósmico, Audaces y audibles en su silencio de sombra. Rocosa estampa, acercaras tus filamentos óseos Aceleraras con ímpetu perpetuo, la Acometida dura, casi fugaz, áspera. Como olas embistiendo, roca contra roca.
Uno al otro nos sustentamos Uno al otro nos alumbramos con las mismas rutilantes estrellas Nos aclaramos la oscuridad
I Tus ojos juegan a desaparecerse El azul es lienzo donde los astros aparecen S煤bitamente En tu mirada mis desvelos se apaciguan Y la lluvia entonces es suave como tu calor Calor de estrella viva Calor de nostalgia ardiente en la distancia Cuya estela llamea En los rieles lejanos de una adi贸s no pronunciado El fuego son dos llamas ardiendo juntas Amor ardor Dolor Ninguna se pronuncia distinta cuando el amor arde
Me embriaga la lluvia que nace del fuego
Su cuerpo junto al fuego hace que su piel se desvista en agua, que sea lluvia liviana, lluvia fulgurante que enciende mi sed.
El resplandor de la luz la va cubriendo lentamente con gotas pĂşrpuras que la hacen mĂĄs apetecible.
Su cuerpo es el fuego silencioso que no cesa.
La vida se nutrió de mi sombra
Todo el universo en un gemido me reveló lo que buscaba.
Largamente he permanecido mirando las blancuras de sus arenas la infinitud de sus orillas el encanto de sus olas.
El invierno puede venir un día y nutrir la tierra pero nada lo hará mejor que nuestras lágrimas.
Bajo nuestras sombras y silencios crecerán los amaneceres y las estaciones y se nutrirá la noche cilíndrica y espesa y fluirá como lluvia el aire infinito.
Asentada las voces la casa en trasiego hipn贸tico nos devuelve un poco a todos los mundos que se dibujan en las sombras la lluvia que se cuela por las rendijas la paz suave y sonora que alimenta las velas enmohecidas que avivan sus ojos fuego opalino que perdura fijo en los d铆as ulteriores
Sin su presencia latidos oscuros cristales nostálgicos en repisas donde se albergó alguna vez la fe florecidos espejos espectrales corroídas imágenes llevan en su regazo la ausencia la nada es un dolor que perdura en el instante que fueron sus ojos
La dama mira el reloj, sonríe
Algo rasga las ventanas El sol se derrite a unos centímetros de su cabellera Su falda se desajusta un poco, algo de frío se adhiera a sus labios Siente húmedas las manos, helada la órbita de sus ojos de níquel La mujer se desmaya, los perros se acercan ante su sombra La husmean y son los últimos que la besan, mientras está tibia.
Tus pensamientos son como aguas revueltas que yacen en la sombra.
Son de un blanco de neblina, un silencio anómalo, un líquido oscilante.
Mas en ese silencio blanco como un sueño compongo una canción, quizá un llanto.
Zozobro con la fiebre de estos días irrecuperables
Entrego las horas a este dúctil adiós como si hubiera cosas maravillosas en la fragilidad de la distancia
Estos sueños los he perdido las estrellas mueren una a una y se oye el vació del cielo su silencio ocultándose dentro de mí
Luis Eduardo Ayala Páez (Zaraza, Guárico, 1988). Poeta y escritor venezolano. Licenciado en Educación Integral, mención Lengua y Literatura por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR). Sus poemas han sido publicados en diversas revistas literarias tanto nacionales como extranjeras. Ha publicado: Azul Lejano (Negro sobre Blanco Editores, Caracas. 2013). Es miembro fundador de la Red Municipal de Escritores de Zaraza y del Colectivo literario “Corriente Alterna”. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés e italiano.