La agroecologia como pensamiento y praxis para la solución de la crisis ambiental rural

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LA AGROECOLOGIA COMO PENSAMIENTO Y PRAXIS PARA LA SOLUCION DE LA CRISIS AMBIENTAL RURAL DEL CARIBE COLOMBIANO JUAN JOSE CASTILLO R. Magister en. DESARROLLO RURAL Ph.D. DESARROLLO SUSTENTABLE Y AGROECOLOGIA “La historia no solo se hace, sino que se piensa. El hombre no actúa independientemente de su teoría, es decir, de su mirada lógica o de su visión ideológica. La construcción de teorías precede o acompaña la construcción de los instrumentos de trabajo. El pensamiento no es, por tanto, una nube que cubra por encima la realidad histórica o la acompañe benévolamente, como un testigo sin compromisos. Hace parte de la historia misma y se mezcla a ella a veces reflejándola y a veces modificándola. Es la historia misma del hombre la que se va condensando en formaciones ideológicas que le sirven a veces como trampolín y a veces como atadura. El mito y la filosofía son tan reales e históricas como las guerras”. Augusto Ángel Maya La Aventura de los símbolos.1

UNA APROXIMACION A LA EXPLICACION DE LA CRISIS AMBIENTAL RURAL Hoy la especie humana ha conducido al planeta a una profunda crisis ambiental; vinculada ella con una crisis civilizatoria de la modernidad tecno-desarrollista y de globalización de la economía, del conocimiento, de la información y de la geopolítica, que han conducido a un “pensamiento único” y a una “sociedad del riesgo” y del peligro constante generando una sensación derrotista frente al futuro; que están llevando a profundos y radicales cambios culturales. La sociedad de este siglo XXI lo erigió como la “sociedad del conocimiento” pero la verdad hoy el conocimiento se halla en una profunda crisis. Se cree que las destrezas son conocimiento y saberes. No se diferencia de ser astuto a ser inteligente, el amor por el saber (la filosofía) desapareció de la vida cotidiana. Los conocimientos se volvieron “dogmas” que se basan sobre creencias con poca explicación sobre un determinado tema sin haber sido fundamentadas ni razonadas, se cree en eso sin cuestionarlo jamás. El dogma probablemente sea el mayor peligro con el cual ha de lidiar cada día la sociedad. El dogma crea a personas fanáticas, impositivas, intolerantes, incapaces de la empatía. El dogma representa la comodidad de una mente rígida que necesita, que se aferre a una serie de creencias motivadas por el miedo, la inseguridad y las necesidades básicas de todo ser humano. Vamos a hacer una aproximación a la relación que se establece entre la sociedad humana, con la madre “naturaleza”. Tema olvidado por esta sociedad y su forma como está se articula a la naturaleza, llamada la “cultura”. Todas las especies que conviven en la naturaleza, distintas a la humana, tienen un nicho propio y para poder sobrevivir a los cambios climáticos, modifican su estructura biológica, permitiendo con ello adaptarse a esas nuevas condiciones, para poder seguir viviendo, la especie que no lo hace, sencillamente desaparece del planeta.

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Carlos Augusto Ángel Maya (Manizales, Colombia 1932 - Cali, Colombia, 11 de septiembre de 2010), uno de los más importantes pensadores ambientales colombianos y latinoamericanos. Filósofo, pedagogo y teólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá, realizó estudios en Italia, donde obtuvo un Doctorado en Historia de la Universidad Gregoriana de Roma. Realizó además cursos de postgrado en Sociología de la Historia en la Universidad de La Sorbona, en París. Recibió el título de Doctor Honoris Causa en Educación Ambiental de la Universidad de Guadalajara, México. A lo largo de toda su vida se desempeñó como profesor de Historia, Filosofía y Estudios Ambientales en diversas instituciones universitarias colombianas, entre ellas la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Bogotá), la Universidad Autónoma de Occidente (Cali) y la Universidad Nacional de Colombia (Sedes Bogotá y Manizales), a la cual se vinculó desde el año 1986 con el propósito de sacar adelante el programa de Estudios Ambientales.


A diferencia de lo anterior, la especie humana ha desarrollado una combinación de modificaciones biológicas en menor proporción a las demás especies, las cuales las relaciona a una estrategia de adaptación, que ha desarrollado históricamente y la cual lo ha alejado del paraíso ecosistemico, y esta plataforma se le denomina “la Cultura”. Ella a su vez es; el conjunto de herramientas, conocimientos y comportamientos adquiridos, que se transmiten de una generación a otra. Sobre esta plataforma se basa necesariamente la subsistencia de la especie humana y sus posibilidades de sobrevivencia. El individuo es engendrado por una cultura y es esta la que organiza en uno u otro sentido su comportamiento. El hombre, por tanto es el resultado de la cultura. El cazador primitivo vivía dentro de normas culturales muy distintas a las que rigen el comportamiento del ciudadano del capitalismo, incluso hoy en día las formas de percibir el mundo y de adaptarse a él son muy distintas a la de los miembros de una sociedad indígena o campesina. El comportamiento no está solo modelado por la cultura, sino también por el mundo natural donde actúa la especie humana. La cultura es, en tanto una porción, de ese cúmulo de tradiciones técnicas, sociales y simbólicas Que se transmiten de una generación a otra y que permiten a la especie humana sobrevivir y evolucionar. La cultura, por lo tanto, es la forma de adaptación a los ecosistemas. Es por ello la plataforma que tiene múltiples instrumentos de vinculación y transformación de la madre naturaleza. La cultura fue el instrumento que posibilito nuestra salida del paraíso ecosistemico. En palabras del maestro Augusto Ángel Maya “Ello significa que la especie humana no se adapta o transforma el medio exclusivamente a través de la técnica, sino también a través de instrumentos sociales y simbólicos. Es esta dimensión adaptativa de las organizaciones sociales y de los símbolos lo que han echado en olvido las ciencias sociales. La sociedad no es solo una manifestación de fraternidad y convivencia o de odios y guerras, ni los símbolos una simple forma de fantasear. Representan también formas adaptativas. La caza, tal como fue practicada por el hombre primitivo, no hubiese sido posible sin formas precisas de organización social y sin un mundo simbólico que posibilitase la cohesión social y la transmisión del conocimiento. El hallazgo de la agricultura requirió cambios profundos en las formas de organización social y los símbolos del hombre cazador tuvieron que ser reemplazados por los signos de la fertilidad. Los imperios agrarios fueron una forma adaptativa que permitió a través de un doloroso instrumento social como fue la esclavitud, superar la crisis de una población creciente encerrada en valles estrechos y cerrados. Las diosas de la fecundidad tuvieron que dar paso a los dioses solares que se adaptaban mejor a la forma piramidal del Estado. Como puede verse, la cultura es una plataforma compleja que difícilmente puede ser entendida sin analizar la manera como las sociedades buscan estrategias adaptativas que les permitan mantener un cierto equilibrio con el medio externo. Estas múltiples relaciones de las distintas culturas con su medio es el objeto preciso del análisis ambiental.” EL RETO DE LA VIDA Ecosistema y Cultura Una Introducción al Estudio del Medio Ambiente.1996. Una aproximación a la crisis ambiental planetaria en general y al caribe en particular, no es posible entenderla sin comprender el actual sistema cultural, desligándolo de los procesos evolutivos biológicos, pero vinculándolo a la transformación del medio ecosistemico. La historia, como proceso de las transformaciones de la especie humana, no es comprensible si no se considera como un proceso íntimamente vinculado a la modificación de los ecosistemas, La aventura del hombre no puede considerarse simplemente como un juego de teatro realizado sobre el escenario de la "naturaleza." Ha significado más bien un proceso de transformación del medio, a través del cual la cultura se ha construido como tal. Si se entiende por "cultura" el conjunto de instrumentos físicos, sociales y simbólicos transmitidos de una generación a otra, una disciplina del conocimiento tiene que demostrar que ninguna de las formaciones culturales puede darse en forma aislada de la transformación del medio. El método de cualquiera de las disciplinas sociales, no debería estudiar solamente la organización social o las formaciones ideológicas. Tiene que buscar igualmente la vinculación de esas organizaciones con las exigencias concretas de transformación


del medio "natural" a través del trabajo. Como lo plantea Marx en los Manuscritos, "que el hambre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe mantenerse en un proceso constante, para no morir." Ello significa que la ciencia social no puede abordar el estudio de su objeto específico en forma aislada de las otras disciplinas, tanto "naturales" como tecnológicas. La división artificial entre las denominadas ciencias "naturales", tecnológicas y sociales, no puede explicar el fenómeno cultural, en el que está íntimamente vinculado el conocimiento del medio "natural", su transformación tecnológica y las formas de organización que adopta el sistema social en razón del trabajo productivo. La plataforma instrumental de adaptación propia de la especie humana incluye no solo las herramientas físicas sino, por igual, los instrumentos de organización social y de cohesión simbólica. Lo característico de la perspectiva ambiental es el análisis de la manera como se articulan entre sí estos diferentes niveles de la instrumentalidad en su función transformadora del medio y la manera como esta transformación influye a su vez en las organizaciones culturales. Considerada en esta forma, la cultura es la nueva plataforma de adaptación al medio que reemplaza los mecanismos de adaptación orgánica de las especies anteriores. Como lo expresa el genetista T. Dobshansky:2 "Los seres humanos han cedido la supremacía de la evolución humana a un agente superorgánico o no biológico enteramente nuevo: la cultura." Sin duda alguna, como lo advierte a continuación el mismo autor y lo defiende con celo la sociobiología, este nuevo agente llamado cultura "depende enteramente del genotipo humano." En esta forma está vinculado por su raíz genética al proceso de evolución biológica. Sin embargo, el hecho de su dependencia genotípica no significa que siga enraizado en las antiguas formas de adaptación orgánica. Es, sin duda, la evolución biológica Ia que "produce" la cultura, pero esta inaugura "un movimiento singular" o un" agente nuevo" de adaptación. La manera concreta como se articulan las relaciones entre ecosistema y cultura no ha sido suficientemente estudiada por ninguna de las disciplinas, sean sociales o naturales. Ambas ramas del conocimiento han venido ejerciendo en forma aislada su imperio y mientras tanto, el hombre sigue adaptando los paisajes vírgenes a sus formas culturales, poniendo en ocasiones en peligro los sistemas vivos. Los equilibrios ambientales de la cultura han sido muy poco analizados. Los biólogos los reducen a las leyes de los ecosistemas. Los científicos sociales los desconocen. Sin embargo, es posible que muchas de las organizaciones culturales hayan desaparecido porque no lograron establecer equilibrios estables con el medio y la "naturaleza" fue implacable con ellas. Una cultura que no encuentre las formas tecnológicas y sociales para superar los límites ambientales, no tiene futuro. Ahora bien: Colombia es catalogada a nivel mundial como uno de los países más megadiversos dentro del grupo de 14 naciones que alberga el mayor índice de biodiversidad en la tierra, pues ocupa tan sólo el 0,22 % de la superficie terrestre y alberga cerca del 10% de las especies conocidas actualmente en el planeta. La Revolución Verde llego a Colombia con fuerza a comienzos de la década de los años sesenta, en el entorno de los alimentos y la agricultura, presentándose como la solución para atenuar el hambre en el mundo y consistió en la obtención de variedades agrícolas muy productivas pero con el uso de tecnologías altamente dependientes, costosas y destructivas de la naturaleza; este incremento consiguió, aumentar el rendimiento por superficie, es decir mayor producción por cada hectárea cultivada.

Theodosius Dobzhansky (25 de enero de 1900, Nemirov, Imperio Ruso (actualmente Ucrania) - 18 de diciembre de 1975, San Jacinto (California)) fue un genetista ruso, uno de los fundadores de la teoría sintética de la evolución, junto con el zoólogo Ernst Mayr, el botánico George L. Stebbins y el paleontólogo George G. Simpson. Dobzhansky estudió en la Universidad de Kiev y emigró a los Estados Unidos para unirse al genetista estadounidense Thomas Hunt Morgan en la Universidad de Columbia. Sus estudios en genética de poblaciones, realizados fundamentalmente con la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), le sirvieron para enunciar su famosa frase: "Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución".Dobzhansky era cristiano ortodoxo y es considerado partidario de la evolución teísta por Francis S. Collins. 2


Para lograrlo, se implementaron medidas; como la aplicación de fertilizantes químicos, pesticidas, herbicidas y técnicas de riego. El objetivo de esta forma de mirar el mundo, era aumentar la producción de alimentos gracias a la magia de los productos químicos y la ingeniería genética, introduciendo nuevas tecnologías agrícolas. Las Fundaciones Rockefeller y Ford promovieron la agricultura industrial en el Sur a través de “paquetes tecnológicos” que incluían semillas híbridas, fertilizantes, pesticidas y sistemas de riego. El mito de la Revolución Verde, fue el de las semillas milagrosas que produce la multiplicación de las cosechas agrícolas y por lo tanto son la clave para terminar con el hambre en el mundo. Mayor rendimiento significaba mejores ingresos para los agricultores pobres, que así podrán salir de la miseria, y más cantidad de alimentos implicaba menos hambre en el planeta. “Ocuparse de encontrar las causas que llevan a la pobreza y al hambre lleva demasiado tiempo y la gente está muriendo desnutrida ahora. Así que debemos hacer lo que podemos en lo inmediato: incrementar la producción”. En buena medida, estas "variedades modernas" producían más que las tradicionales gracias a un riego más controlado y al uso de fertilizantes petroquímicos, lo cual hizo posible una conversión más eficaz de los insumos industriales en alimento. Las semillas "milagrosas" se difundieron rápidamente en Asia, África y América, gracias al importante apoyo de los Centros Internacionales de Investigación Agrícola creados por las Fundaciones Ford y Rockefeller, y al poco tiempo también se desarrollaron nuevos tipos de arroz y de maíz. Luego de cuatro décadas de rápida expansión de los “milagros de la Revolución Verde”, aún hoy tenemos 1000 millones de personas con hambre en todo el mundo. El hambre, al que deben enfrentarse cada día los 1000 millones de personas, no es una fatalidad a la que una parte de la humanidad esté predestinada. Es resultado de la injusticia. De la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en todo momento, de alimentos en cantidad y calidad suficiente que le permitan vivir una vida digna y saludable. En un mundo donde la producción agrícola mundial podría ser suficiente para alimentar al doble de la población mundial, la cifra de personas que pasan hambre se ha estancado en torno a los 1.000 millones de personas durante los últimos 5 años. El alza de los precios de los alimentos en el mercado internacional ha sido la principal causa de este incremento, pero las causas que provocan el hambre son numerosas y complejas: políticas comerciales injustas, pobreza, falta de acceso a agua potable, situación de discriminación de la mujer, saqueo y destrucción de la naturaleza, desastres naturales, violencia y conflictos armados, o pandemias, son algunas de ellas. El ecosistema natural con mayor presencia en el Caribe Colombiano, antes de la intervención humana y el desarrollo de la “Revolución Verde” fue el bosque seco tropical (BST)3. Originalmente este ecosistema cubría más de 9 millones de hectáreas, de las cuales quedan en la actualidad apenas un 8%, por lo cual es uno de los ecosistemas más amenazados en el país. Esto se debe a que el bosque seco tropical, por sus características es el más apto para la agricultura, existe en zonas con suelos relativamente fértiles, que han sido altamente intervenidos para la producción agrícola y ganadera, la minería, el desarrollo urbano y el turismo. Esta transformación es nefasta para la biodiversidad asociada al bosque seco y los servicios que presta este bosque. El 65% de las tierras que han sido deforestadas y eran bosque seco presentan desertificación. Esto quiere decir que esas tierras están tan degradadas que ya la producción agrícola o ganadera, es insostenible. Lo más preocupante es que tan sólo el 5% de lo que queda, es decir el 0.4% de lo que había, está presente en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP). De ahí que el Ministerio del Medio Ambiente lo haya declarado como un ecosistema estratégico para la conservación, y el interés del Instituto Humboldt de trabajar en su estudio y conservación. La mayor cobertura de bosque seco natural y 3

http://www.humboldt.org.co/investigacion/proyectos/en-desarrollo/item/158-bosques-secos-tropicalesen-colombia


transformado del país se encuentra en la región Caribe (Magdalena, Bolívar, Sucre, Cesar, La Guajira, San Andrés y Providencia). El BST tiene una biodiversidad única de plantas y animales que se han adaptado a condiciones de estrés hídrico, por lo cual presenta altos niveles de endemismo. Es decir que contiene especies que no se dan en ningún otro tipo de ecosistema. Por ejemplo, la vegetación del bosque seco tropical se caracteriza por estar adaptada al déficit de agua con estrategias como la pérdida de hojas durante la época de sequía. Además presenta modificaciones físicas en su estructura como hojas compuestas pequeñas, cortezas de troncos lisas y presencia de aguijones o espinas. Otros organismos como los insectos y los mamíferos, presentan particularidades fisiológicas como adaptación a la fuerte estacionalidad y largos periodos de sequía. En los estudios que se han hecho hasta el momento, se ha reportado que los bosques secos de Colombia tienen casi 2600 especies de plantas de las cuales 26 son endémicas, 230 especies de aves de las cuales 33 son endémicas, y 60 especies de mamíferos de los cuales 3 son endémicos. El BST presta además servicios fundamentales para las comunidades humanas como la regulación hídrica, la retención de suelos, y la captura de carbono que regula el clima y la disponibilidad de agua y nutrientes. Finalmente, los bosques secos suministran especies de leguminosas forrajeras, ornamentales y frutales importantes para el sustento y el bienestar de los pobladores aledaños a ellos. Por su ubicación dentro de mosaicos de paisajes dominados por zonas agrícolas y ganaderas, estos bosques secos brindan la posibilidad de mantener especies de insectos que ayudan en el control de plagas y vectores de enfermedades. La tierra viene experimentado alteraciones en su clima, sufriendo cambios de temperatura a lo cual la agricultura de la “revolución verde”, ha contribuido con sus prácticas a la contaminación del aire, las aguas, el suelo, la flora, la fauna y otros componentes básicos del ambiente; La erosión, salinización, alcalinización, pestización, inundación, sedimentación y desertificación de suelos y tierras; La tala indiscriminada de árboles o arbustos; los incendios forestales; las rozas a fuego; y la explotación extractiva de bosques, praderas de algas u otras formaciones vegetales; El monocultivo, el sobrepastoreo, el regadío de los suelos y, en general, cualquier práctica cultural de la que puedan seguirse efectos nocivos para los componentes básicos del ambiente. Asociado a lo anterior esta visión de la agricultura; con la sobreexplotación de la flora y fauna silvestre y su extracción más allá de los límites de su regeneración natural; La eliminación, destrucción o degradación del hábitat de las entidades taxonómicas florísticas o faunísticas consideradas en peligro, vulnerables, raras o insuficientemente conocidas; La aplicación de plaguicidas o de fertilizantes; La introducción o distribución de variedades vegetales o animales exóticas y transgénicos; La introducción o propagación de enfermedades o plagas vegetales o animales, entre muchas otras cosas, están llevando aceleradamente a la perdida de la seguridad alimentaria. La agricultura depende de la estabilización de los agroecosistemas, del mantenimiento del equilibrio ecológico, del desarrollo de los procesos biológicos hasta su nivel óptimo y de relacionar las actividades agrícolas con la conservación de la biodiversidad. Las especies brindan una serie de servicios ecológicos dentro de los sistemas orgánicos: la polinización, la autorregulación de insectos dañinos y de enfermedades y el mantenimiento de la fertilidad del suelo. Por tal motivo, niveles más elevados de biodiversidad pueden fortalecer las funciones esenciales para los sistemas agrícolas y, por ende, para el desempeño agrícola. La promoción del aumento de la biodiversidad funcional constituye una estrategia ecológica clave para lograr mantener la sostenibilidad de la producción. Un claro ejemplo de los problemas ambientales que se evidencia en la Región Caribe de Colombia, donde los bosques secos tropicales se han convertido en franjas angostas y la vegetación original de los cuerpos de agua fue sustituida por campos agrícolas y pastizales para ganadería de tipo extensiva (IGAC 1998). La pérdida de hábitat es el resultado de los procesos de fragmentación, entendiéndose ésta como la transformación de áreas extensas de hábitat en un número de parches menos extensos, con una menor área


total y aislada entre sí. Esta transformación genera cuatro estados del paisaje de acuerdo al nivel de alteración del hábitat original: intacto, variado, fragmentado y relictual. Los paisajes intactos tienen más del 90% de su hábitat natural, los variados entre 60 y 90%, los fragmentados entre 10 y 60% y los relictuales menos del 10% (McIntyre y Hobbs 41999). Los efectos sociales y políticos de la adopción de ésta “Revolución” fue el marginamiento a gran parte de la población rural, incrementó la diferencia entre los campesinos pobres y los ricos y aumentó la concentración de la tierra en pocas manos, contribuyendo a la expulsión masiva de campesinos a las ciudades y el desarrollo del conflicto armado. Debido a la degradación de los recursos naturales, en especial la erosión de los suelos, se observó que la productividad agrícola comenzó a declinar en la gran mayoría de productos para los últimos años, denotando un agotamiento del modelo y la aparición de la ganadería extensiva como alternativa a la crisis agrícola y cuyo resultado ha sido contribuir mucho más aceleradamente a la desertificación de suelos y pérdida de biodiversidad.Esta es la dura lección que nos dejó la revolución verde en el caribe colombiano y que aún no ha sido asimilada. LA AGROECOLOGIA COMO RESOLUCION DE LA CRISIS AMBIENTAL RURAL DEL CARIBE COLOMBIANO La agroecología como disciplina del saber surge en la década de los 70, pero su conocimiento y prácticas están relacionados con los orígenes de la agricultura. A medida que se investiga la agricultura tradicional se torna evidente, que estos sistemas agrícolas incorporan mecanismos para acomodar los cultivos a las variables del entorno natural y así, protegerlos de la depredación y competencia de otras plantas. Estos sistemas utilizan insumos renovables locales, como los rasgos ecológicos y estructurales propios de los campos, barbechos y vegetación circundante. La agroecología propone una agricultura, bajo un enfoque ecológico, con un nuevo marco teórico, para analizar los procesos agrícolas más amplios y simples. La agroecología se define como el manejo sustentable ecológico de los agroecosistemas, mediante la acción social colectiva, como alternativa al modelo de manejo agroindustrial; con propuestas de desarrollo participativo desde los ámbitos de la producción y circulación de sus productos, estableciendo formas de producción y consumo que contribuyan a encarar la crisis ecológica y social, generada por el neoliberalismo y globalización económica (Sevilla 1997). La agroecología es un enfoque transdisciplinario científico que define, clasifica y estudia los sistemas agrícolas desde una perspectiva agronómica, ecológica y socioeconómica, étnica y socio-cultural; se considera el fundamento científico de la agricultura sustentable, ya que brinda conceptos, características y principios ecológicos para analizar, diseñar, administrar y conservar recursos de sistemas agrícolas. La agroecología integra saberes tradicionales, con el conocimiento técnico moderno para obtener métodos de producción que respeten el ambiente y la sociedad, de modo de alcanzar no sólo metas productivas, sino también la igualdad social y sustentabilidad ecológica del agroecosistema. Se estudia la agricultura desde una perspectiva holística, sistémica y entrópica, integrando en sus análisis disciplinas provenientes de las ciencias naturales y ciencias sociales; considera el manejo ecológico del ecosistema, como elementos sociales, que determinan las condiciones de la producción agropecuaria, aportando a la construcción de una agronomía social y ecológica, que contribuya la superación de la crisis ecológica desde el manejo de los recursos naturales, generando una forma de producir, que no deteriore la naturaleza y la sociedad.

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McIntyre y Hobbs LANDSCAPE ECOLOGY AND LANDSCAPE CHANGE 1999


La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sustentable y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición. Garantiza que los derechos de acceso y a la gestión de nuestra tierra, de nuestros territorios, nuestras aguas, nuestras semillas, nuestro ganado y la biodiversidad, estén en manos de aquellos que producimos los alimentos. La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones. El otro elemento a tener en cuenta para la reconstrucción natural y social del Caribe es; “El Comercio Justo”, también llamado comercio alternativo, es un movimiento internacional formado por organizaciones del Sur y del Norte, con el doble objetivo de mejorar el acceso al mercado de los productores más desfavorecidos y cambiar las injustas reglas del comercio internacional. En este panorama debe comenzar un trabajo valiente y eficaz para recuperar la soberanía y la seguridad alimentaria del Caribe Colombia, que mediante el enfoque agroecológico reconstruya el tejido cultural y natural, de la sociedad rural y el bosque seco tropical, a partir de los saberes campesinos-cientistas y los remanentes del Bosque Seco tropical. La agroecología con sus principios motores; El diálogo y la cooperación entre productoras y consumidoras, la producción y el consumo en circuito cortó, la dedicación de recursos sociales para hacer dignos la vida y el trabajo en el campo bajo unos procesos que tengan carácter participativo y respetuoso con el medio que le rodea. El discurso y la práctica se unen y toman forma con el contacto y la cooperación de las redes de personas. La agricultura y la ganadería modernas siguen unos modelos no sustentables cada vez más difíciles de ocultar. Si se quiere invertir esta tendencia se debe trabajar en la regeneración y conservación de los ecosistemas en el que se desarrollan las actividades agropecuarias. Este proceso pasa por reconocer la dignidad del trabajo en el campo y debería comenzar en las escuelas. Teniendo en cuenta que la agroecología se concebía como un proceso de construcción tanto del pensamiento científico como de la práctica y el pensamiento popular (local, campesino e indígena), Así, se definió como; la consecución del manejo ecológico de los recursos naturales para, mediante acciones locales de desarrollo endógeno, generar procesos de transformación y sustentabilidad social entre personas productoras y personas consumidoras, en su acción articulada con los movimientos sociales para incidir en las políticas públicas. La agroecología: es una Ecológica, de naturaleza productiva; otra Socioeconómica y cultural, de carácter endógeno; y, una tercera Sociopolítica, de transformación social. Retomando a Eduardo Sevilla


Guzmán del Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) de la Universidad de Córdoba. España, se puede afirmar que la reconstrucción del Caribe Colombiano pasa por las tres dimensiones de la Agroecología. DIMENSIÓN PRODUCTIVA: CONSECUCIÓN DEL MANEJO ECOLÓGICO5. La agroecología demuestra que se puede producir sin química de síntesis y sin petróleo, con unos rendimientos claramente superiores a los de la agricultura intensiva o convencional. La utilización de semillas autóctonas, producto de la coevolución histórica de la sabiduría local con las condiciones específicas aire/agua/suelo/biodiversidad de cada agroecosistema, constituye el elemento primigenio para un manejo agroecológico. En este sentido, los bancos locales y campesinos de semillas y su articulación en redes para el desarrollo de una investigación participativa (agricultores y agricultoras entre sí y/o éstos con personas técnicas agroecólogas) de adaptación y libre intercambio en los diferentes agroecosistemas, constituye el comienzo de la Soberanía Alimentaria. La lucha contra los transgénicos y la denuncia del deterioro de las personas y la naturaleza son acciones paralelas irrenunciables. El desarrollo e intercambio de tecnologías participativas en finca, que incorpora la biotecnología artesanal y el desarrollo de fuentes energéticas renovables para la autosuficiencia, constituye el segundo eslabón de este proceso. Las variadas fórmulas para la diseminación de experiencias complementa este elemento de la Soberanía Alimentaria como derecho a la solidaridad alimentaria mediante el establecimiento de una coproducción pública de conocimientos agroecológicos. La crítica de la Agroecología a la ‘ciencia agronómica convencional’ no debe entenderse como un rechazo generalizado a la ciencia sino su consideración como una parcialidad, junto a otras formas de conocimiento, ya que juega un rol limitado en la resolución de los problemas y no puede confundirse, como sucede comúnmente, con la sabiduría. La ciencia debe ser entendida como una vía de generación de conocimiento, entre otras necesarias que incorporan un componente ético esencial. En no pocos casos la ciencia, a aparte de crear conocimiento, se transforma en una estructura de poder que desarrolla un proceso de recíproca legitimación entre los intereses beneficiarios del crecimiento económico y el ‘sistema social de la ciencia’. Los primeros reclaman la autoridad basándose en la ciencia, mientras que la ciencia es ensalzada por el poder de los ‘patrones’ de la estructura global de poder político y económico, que financian la investigación y extensión. El dominio de tal discurso sobre todas las formas de conocimiento distinto al científico convencional tiende a excluirlo a los espacios de la mitología y la superstición. El enfoque agroecológico pretende rescatarlas y revalorizarlas, consciente de que el conocimiento local, campesino e indígena que reside en los grupos locales, adecuadamente potenciado, puede encarar la crisis de la modernidad, al poseer el control de su propia reproducción social y ecológica. En un modelo alternativo como la agroecológica, la posición de los equipos científicos, extensionistas, o agentes de desarrollo rural, no es jerárquica. Implícitamente hay un doble reposicionamiento, uno respecto a la población agraria o el campesinado y otro respecto a la naturaleza. Se trata de reequilibrar el poder en distintos ámbitos, asumiendo los límites éticos al ejercicio del poder y entre la humanidad como especie y la biosfera. Así, con metodologías esencialmente pero no exclusivamente participativas, donde los equipos técnicos abandonan su posición dominante, es posible impulsar propuestas agroecológicas para el medio rural y así avanzar hacia la soberanía alimentaria.

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Eduardo Sevilla Guzmán Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC) de la Universidad de Córdoba. España.


DIMENSIÓN SOCIOECONÓMICA: AGROALIMENTARIOS LOCALES

ACCIONES

COLECTIVAS

A

MODO

DE

SISTEMAS

La creciente orientación mercantil de las producciones campesinas rompe la autonomía de los mecanismos de reproducción social y económica y termina generando lo que Vandana Shiva denomina acertadamente ‘pobreza por privación material’, que arruina otras valiosas formas de riqueza. Los sistemas agroecológicos campesinos basados en el manejo de la biodiversidad permiten la producción autónoma de alimentos. Rotos estos sistemas productivos orientados a la subsistencia y dependientes del mercado, las familias campesinas se hacen vulnerables a la volatilidad de los precios de los insumos, el crédito y las mercancías agrícolas. La caída de los precios agrícolas de mercado como resultado del aumento de los rendimientos y el aumento comparativo de los costes de los insumos, se traduce en la reducción de la renta de las pequeñas unidades agrarias sometidas a un doble estrangulamiento en el mercado. Por esta vía, lo que se presentaba como solución al ‘problema’ de la pobreza -culturalmente percibida- se convierte en la causa del hambre y la privación material de lo necesario para atender las necesidades humanas básicas. Por otra parte, en los países industrializados, el proceso de “modernización” agraria implica la crisis de rentabilidad de las producciones agroganaderas tradicionales y la creciente dependencia de las subvenciones públicas, bien sea por sus subvenciones encubiertas bien sea por la externalización de muchos costes. La quiebra sociocultural se entrelaza con la económica generando además fuertes impactos medioambientales como resultado de un círculo vicioso productivista. La destrucción de los paisajes agroganaderos se entrelaza con la pérdida del conocimiento asociado a los manejos tradicionales y las oportunidades de vida en el medio rural. Esta destrucción ecológica se traduce en una mayor vulnerabilidad productiva del medio rural que refuerza los obstáculos políticos al acceso a los recursos necesarios para la producción autónoma de alimentos. La agroecología genera acciones encaminadas al empoderamiento del proceso de circulación (espacio entre la producción y el consumo) que permiten preparar el terreno para el desarrollo de una infraestructura organizativa en la que la agricultura participativa también busca una mejora del nivel de vida de las comunidades rurales afectadas, definido éste, desde ellas mismas. Así, es posible plantear una alternativa que parte del reconocimiento de la necesidad y/o el interés de trabajar con las comunidades locales en la identificación, diseño, implementación y evaluación de sistemas locales agroalimentarios desde la identidad sociocultural de cada comunidad, como método más adecuado para la resolución de sus problemas. En este sentido los diagnósticos participativos y la revalorización de las formas locales de gobernanza de los recursos naturales, como proceso de acompañamiento a los movimientos campesinos que desarrolla la Agroecología, pretenden generar mercados alternativos, donde aparezcan mecanismos que eviten la extracción del excedente, otro aspecto imprescindible para el buen desarrollo de la soberanía alimentaria. LA DIMENSIÓN POLÍTICA: FORMAS DE ORGANIZACIÓN PARA LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL. La agroecología constituye una vía potencial para empoderar a las comunidades locales tanto para la producción como para el consumo de alimentos. En este sentido tiene una relación directa con el objetivo político de la soberanía alimentaria que también trata de revertir el poder sobre la producción y consumo de alimentos a sus sujetos directos: las personas que producen y comen alimentos. La importancia central que tienen los aspectos relativos a la generación de conocimiento y los valores éticos en los procesos de aprendizaje colectivo hace que lo que generalmente se denomina como ‘manejo’ se convierta en ‘gobernanza’ de los recursos naturales. Este concepto es el que designa la transformación social y participativa de las normas, reglas y relaciones de poder que guían la gestión de los recursos naturales en la perspectiva de los proyectos emancipatorios de los movimientos sociales, campesinos e indígenas.


La dimensión política de la Soberanía Alimentaria sólo podrá desarrollarse mediante la articulación de experiencias productivas con proyectos políticos que pretendan la nivelación de las desigualdades generadas en el proceso histórico y que busquen por tanto la transformación social. Esta dimensión genera así grandes vínculos entre la Agroecología como proceso y herramienta imprescindible para alcanzar la soberanía alimentaria. Es necesaria la recreación de los sistemas organizativos que reflejen la multietnicidad de las naciones, aceptando y valorizando la potencialidad de las diferentes identidades de los pueblos originarios para generar sus propias estructuras de poder. Estas estructuras son necesarias para la defensa y control autónomo de sus territorios, los recursos naturales, sistemas de producción y gestión del espacio rural, semillas, conocimientos y formas organizativas.

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