PERROS GOLPEAN TELÉFONOS
UNO SILENCIO
1
Dispuestos a ametrallarnos, lanzan oraciones inauditas. Nos incrustan, onomatopeyas y salivas.
Incapaces de valerse de pausas, monopolizan capítulos.
Vírgenes de intervalo, ejecutan su cruzada.
2
Nos refriegan sus collares, sus alfileres de vocablos.
Nos enfrentan con sinfónicas estupideces.
Dinamitan redondeos.
Rumian la carne de pensamientos. Los remates no hallan picaporte en sus jaulas.
No los alcanza nunca la traqueotomía.
3
Taquígrafos han salido de este mundo al intentar capturar sus ristras. Expertos cuchicheadores.
Llevan en la garganta el campanario de Notre Dame.
4
Imponen adverbios en sus bandejas. Resbalan sustantivos en sus cornisas. Cataratan cucigramas.
Somos las víctimas sin pararrayos de sus ilimitados diluvios.
Pergeñan simposios.
Dinamitan nuestros bostezos.
Coplas y sermones rajan las paredes de nuestros hipotálamos.
Siempre hay un sol donde explotar. Una ardilla a quien robarle su nuez.
5
Convidarlos un café, es fallecer. No hay escoba tras la puerta que los intimide. Dispuestos a cazarnos como a un surubí, nos reducen a una oreja.
6
Sin semáforos, destrozan diccionarios. Generan metástasis en los telégrafos.
Se nos caen los hombros del chaleco, por oír sus querellas.
7 Lenguas de Scrabble. Ladrillos de Babel. Nos empujan al estiércol de sus opiniones.
Son capaces de envejecer parados. Sacamuelas ambulantes. Patoteros de diatribas.
¿Qué chismoso no es portero?
8
Como un zapato que busca a su descalzo, avalanchan expresiones.
Obstruyen nuestras ensaladas.
Los platos sucios de sus ortografías agonizan sobre nuestras incautas mesas de anfitrión.
Manchado de gramática nos bautizan el sofá del comedor. Al verlos llegar, las flores se suicidan arrojándose de los jarrones.
Acaban con nuestras cabelleras.
¿Acaso idiotas?
9
Invaden bibliotecas con el taladro de sus arritmias. Nos infectan la calma, tosiéndonos telefonadas.
Violando pochoclos en el cine.
No los detiene su entierro. Lápidas monumentales paralizan la eternidad.
¿Acaso distintos?
10
Llevamos en el ojal, el clavel de sus pecados. Nos clausuran al pantano de sus hilvanes.
Morimos en el maremagno de sus figuras.
Dios sabe que no llevan párpados los tímpanos. Ha bajado a su hijo de la cruz.
Ya no por la corona de espinas, la violencia del látigo, o el vinagre en la garganta.
Dios Padre ha operado, y apartó sin titubear a su hijo de las bocas calcadoras, que entre babas y plegarias, rasguñan sus arrepentidos.
Nada es el acero, ante la kriptonita de sus opiniones.
Imitemos al Eterno: huyamos con alevosía.
11
Se asemejan. Disimulan.
A la vuelta de la esquina, nos taclean. Alertas.
En el subterráneo fingen desorientarse, por clavarnos sus disfraces de turista.
A zapatillazos.
Eso: ¡apartémoslos!
Dotados de obesas estrategias, amenazan nuestros desayunos. Con equipo de extinción, ahoguemos sus lujurias.
12
Feliz El Zorro, que mudo era Bernardo. Valiente Beethoven, que nulo construyó su capitel.
La piedra cae mar adentro, y el silencio agoniza en la boca de tu estómago.
13
Quiero un colchón, una rajadura, una llave inglesa. Que dejen de una vez de soplarme milanesas.
Los estribos de la cuna, de la nuca, de la Puna tucumana.
DOS ESPUMA 1
Sirvan, señores; silben. Retengan los buches, los costados, los candados.
¡Esmeraldas! esmeraldas, quiero. Una en cada verso, en cada puto bigotito.
Hurguen, tiemblen. corrompan soberanos. Desnuden la coraza, la cripta, los manzanos.
Traigan parvas de ocelotes. Quiero uñas, sándalos. Un escándalo en cada parapente.
2
Estoy completamente abducida. Señorial, diría. De frac, de etiqueta en doble fila.
Pecaminosa hasta la barbarie, hasta tu prontuario.
Oigan…
¡crujen los caminos!
¡Asesinos leberwurst!
Vagos de carretera, echen a volar bombachas, ensordezcan patos, húndanse en medio de sus braguetas, y retuerzan.
Bajen baratijas hasta el pie de la escalera, y puteen.
A viva voz, puteen el Himno de los Pollitos.
3 Traigan lijas, un pasaporte por el orto me voy a pasar.
Dios es un semáforo de azúcar, una lluvia desterrada… derretida.
4 Las ramas no morderán nunca nuestra biblioteca.
TRES MOLIDO
(El escenario desnudo. Montada en un escalador aeróbico: practica y despotrica.)
1
ANAHÍ: Nunca.
Una tragedia así: nunca.
En El cangrejo rengo, sí. El cocinero; un uruguayo. Por venganza.
Ahora decime: ¿Así?
¿Contra todos?
¿Indiscriminadamente?
Once, sí.
¿Quién iba a imaginar?
Las veces que fuimos nosotros.
¡Y con las criaturas!
Mirá que chiste.
¡Hay que ser!
Así: nunca.
Si vino “Mónica”, de Buenos Aires.
Una semana de duelo.
En la tele. Todo.
2
El velorio lo hicimos en Arévalo.
¿Qué tiene? Era lo mejor. Oíme, había que decidir.
Las que estábamos en pie, corrimos las góndolas. Los baldes, las ollitas.
¡La cantidad de termos que había!
Todos para la temporada.
Era el lugar más grande.
Sino íbamos a tener que andar de acá para allá.
¡Once!
¿Cómo hacés?
La visita, el pésame, un cafecito...
¿En una noche? ¿Once? Imposible.
Los juntamos a todos.
3
¿Las viudas?
Todas mogólicas. No sé. Las drogan. Yo también estaría deshecha, que querés. Si no me burlo. ¡Qué impacto!
Ver los cajones.
Uno al lado del otro. Un dolor. Era como si estuviéramos todos desnudos.
4
Al Roque le tocó vidriera. Los hijos de Shimmy lo que han llorado a lado de ese cajón, no tiene nombre.
5
Pero yo digo:
¿Nadie se dio cuenta?
No sé... el gusto, la textura.
¡Nadie!
“Vidrio molido en el pastel de papas”.
Alguien tendría que haber reaccionado antes.
¡Como gatos!
A las diez cuadras todos muertos.
Todos hombres.
6
Yo ya no puedo tomar mate. No sé. Será por los termos.
Pero no lo paso.
7
(Siempre sobre el escalador, avanza hacia otra esquina del escenario. Escalador y monociclo.)
Vamos. Le vas a dar una alegría. Pobrecita Marisa, está a la miseria.
A mí me da una pena. Es la que peor quedó.
El hijo: 11 años. Con el carrito.
Yo no sé cómo van a hacer.
Con mi marido, la ayudamos.
Yo le dije: “¿Y la Iglesia?”
Pero ella, no. Orgullosa.
8 Estás linda.
9
Encima anda con eso de los dientes...
No le digas nada. Mirá que acá nadie se atreve.
¿Para qué? Si ella cree.
Ya que no cree en nada. Que al menos halle consuelo en eso.
10
A los siete días. La marea.
El mar. Enfurecido: pasó las carpas. Todo.
A la semana exacta.
Llegó hasta a la Principal.
Los del Embassy corrían el agua cuando la gente salía de ver El expreso de Chicago.
Tres días así estuvimos. Embravecido.
Cuando bajó la marea, con mi cuñada fuimos a ver.
¡La mugre!
Una espuma oscura. Rara.
Había de todo: botellas de agua, ramitas, cascaritas. Viste que el mar “devuelve”.
Te devuelve todo, el mar.
Menos al uruguayo, que sigo prófugo. Devuelve todo.
Y caminando empezamos a encontrar: que un rastrillito...
Que: “¡Mirá una palita amarilla!”
Esos colores se distinguen enseguida.
Naranja-verde, turquesa-fucsia.
Apenas escarbábamos, con un palito no más…
Moldecitos: ¡cantidad!
Dos paquetes de Fargo grande juntamos.
¡Sanos, eh!
Dos bolsas llenas. Del familiar.
De a uno.
Increíble.
María Paula, y la amiguita, estaban...
Nosotras para distraerlas un poco.
¡Lo que caminamos esos días!
Los del muelle no sabían qué hacer con tanto cornalito. Un revoltijo trajo este mar.
11
12
(Canta:)
“Van por el bosque los cinco pollitos, Pan, Pico, Paco, Piquito, y Piquín.
Buscan alegres pequeños bichitos
Pan, Pico, Paco, Piquito, y Piquín” (Ríe.)
13
¡Pero mirá el peinado que te mandaste!
Es lo que usa. Hacés bien.
Y no. Acá no.
Gastás un platal, doblás por la Costanera, y el viento te vuela el esfuerzo.
¡Para qué!
El agua dura. No sé. No hay manera.
14
Las nenas joden ahora, que: “Vamos a la playa”.
“Ya no queda nada”, les digo.
Que quieren estrenar los chiches.
Y yo: “No, esperen al verano. Así cuando vienen las primitas: juegan”. Viste como son las nenas.
15
Pero no. El problema ahí: es el padre. Pobrecito, el Gordo, gana bien.
Buen sueldo. Un pedante.
Yo les digo: “Cuando vengan las primitas sacan las bolsas, y se las chantan en la cara”.
Porque el verano pasado fue: “Que yo tengo esto... que yo tengo aquello...”.
Me la hacían llorar.
“Yo no tengo para el Nubeluz, María Paula”.
Oíme, yo prefiero que no le falte útiles durante el año a la nena. Eso es la crianza: una cosa ú la otra.
16
(Recorre ahora el otro hemisferio del escenario. No de su cerebro. Eso jamás.)
Doblemos acá, que allá esta esa, y nos va a tener hasta las mil quinientas.
“
¿Qué tal, como te va?”
De lejos, viste. De lejos. Puso tan poco para la colecta.
Y mirá la casa que tiene.
El pibe mayor se compró una lancha.
“Arístides”, le puso.
¡Farolero!
17
Bueno, la cosa es que Marisa esa mañana no quería seguir llorando delante de los hijos.
Y... le daba culpa. No quería amargarlos más.
Entonces agarró la escoba, (ella que nunca) y se fue a barrer la vereda.
18
Vos sabés, siempre que: “Estelita... me salís y barrés.”
“Que hay arena, Estelita.”
Esa piba tiene una paciencia. Un día se va a mandar a mudar.
Se va a agarrar al primero que se le cruce, acordate lo que te digo.
Y sí, ya es grande. Dieciséis para diecisiete. No sabes cómo desarrolló.
Con otra ropita. Lo bonita que quedaría.
¡Qué picardía!
19
Bueno, barre que te barre, disimulando el llanto. Ahí, en el porche. En la entradita nomás.
Media tapada por la arena: la ve.
Ella dice que sintió que algo la llamaba.
Delante de sus narices: la den-ta-dura.
20
¿Vos sabés que Roque perdió los dientes en el mar?
Pero sí. Tres veranos atrás. Si estuvo una semana encerrado comiendo puré, porque Magadéz tuvo que mandar el molde a Dolores.
El horno. no tenía no se qué... Acordate. Una pieza que no había ¡Qué sé yo! Los odontólogos. ¿Viste como son? Torno-y-güita, torno-y-güita.
Pero ¡ay! me pones, nerviosa. Si vos estabas.
¿Che, nueve meses en la Capital, te hacen olvidar todo a vos?
¿Qué te enseñan en esa Facultad?
¿A desarrollar la papada nada más?
21
¡Ay! perdoname.
Es que estoy nerviosa.
Ya te dije: es el mate.
El mate, que no tomo.
El Roque había estado todo el día al rayazo del sol con las redes. Y Marisa, tenía miedo que se insole.
Viste como es de cargosa, pobrecita: “Roqueee, andá al agua.”
Al ratito: “Un chapuzón, Roque.”. A los dos minutos: “¡Viejo, qué agarro un balde, y es peor!”
Hasta que lo pudrió, y el otro fue. De mala gana, ya mal predispuesto.
22
Que vino una ola, y él por saludarla, (Era... no te podías pelear con él)
Se dio vuelta, y claro: el cambio violento de temperatura. Fue un golpazo.
¡Justo en el ciático!
Pero clavado. Ni que lo hubiera calculado. Es traicionero el mar.
Pegó un grito el Roque, que largó los dientes. Andá encontrarlos.
¿En la rompiente? Imposible.
Cuando salió estaba empapado, con el short medio bajo, pegado, rojo de impotencia, cubriéndose la boca, y pálido por el dolor.
¡Pobre hombre!
Si ni la toalla agarró. Se fue directo para la casa. Yo entendí enseguida. Toda la boca para atrás, tenía. Diez años había envejecido. En dos segundos: diez años.
Mis chicos lo miraban, le decían:
“¿Qué te pasó, abuelo?”. Porque le decían: “abuelo”.
Bueno, Marisa jura y perjura, que son los dientes del marido los que encontró.
¡Mirá si el mar se va a guardar esa porquería todos estos meses, y se lo va a dejar en la puerta de la casa!
¿Vos crees?
Yo le dije que rece dos Padrenuestros cada vez que se le cruzan algunas de esas pelotudeces por la cabeza.
¡Y sí! No me mires así. Es un Sacrilegio. Yo también lo quería. Pero está muerto el Roque.
23
24
Ella dice que como murió comiendo, y el crimen todavía no se esclareció, el alma está furiosa, (Gesticula) y muestra los dientes.
Se manifiesta así.
25
En una cajita los puso.
Los lavó.
Seguro que te los muestra.
A mí me dio una impresión.
¡Porque por ahí son de otro!
Yo digo: qué inmundo el mar, ¿no?
Porque andá saber el tiempo que hace que eso está dando vueltas ahí.
Decí que la sal mata todo.
Pero uno mete la cabeza bajo el agua.
¡Qué antihigiénico!
Como el mate.
26
(Otra esquina.) Esperate que compro unas flautitas. Sino esta noche se me arma. Entrá.
(Se detiene. Cambia la luz. Ruido de campanita de la puerta de entrada.)
- ¿Qué tal, Mercedes… le quedó algo?
- ...
- Espero.
Los míos no te saben cenar sin pan. Anoche puse un paquete de Criollitas, y me despreciaron el estofado. Yo les dije: “Un día de estos me disfrazo de uruguayo y vamos a ver si son tan machitos para tener exigencias con el menú.”
Pero con lo gordo que está mi marido, le puedo moler un ventanal de Nuestra Señora de Notre Damme, que ni cuenta se da, el asqueroso.
- ¿Los chicos? Bien. Están en judo.
- Un cuarto, Mercedes.
¿Serán los dientes del Roque?
Magadéz tiene el molde.
¡Pero mirá si lo vamos a joder por esa estupidez!
Es un profesional.
¿Vos no querés llevar nada?
Mandale esta cremona de mi parte a tu mamá.
- Mercedes, agréguemela.
“Sino algún pescadito la debe estar usando”. Me haces reír.
¡Sos loca!
27
(Una luz cenital cae a su costado.)
- ¡Marisa! ¿Cómo estás? No te habíamos visto.
- ...
- ¿Hace rato?
(Su cabeza con ruleros empieza a crecer. La angustia de sentirse bocafloja, le incrementa la masa encefálica.)
- Justo íbamos para tu casa. Mirá, Lulita que linda que está. Nos cayó de visita. Viste que se nos fue para la Capital. Siempre fue un bocho.
(Su cabeza sigue creciendo. Macrocéfala, es poco. Aquello toma dimensiones extraterrestres.)
- Deshecha. Le conté lo de Roque. Te compré una cremona.
(Robándosela a la amiga. Entre dientes.) Después te compro otra, nena.
- ¿Magadéz? ¿Qué... lo viste?
- ...
- ¿Y qué te dijo?
(Apagón. Se oye una explosión. Seguramente la cefalea.)
28
CUATRO FRAZADA
1
Harta de la Cosmiatría, me dedicaré al vudú.
En gran escala plagaré con acertijos las paredes, los ligustros, los cielorasos de cuanto hospitalucho de malamuerte se me cruce.
2
Sí, seré una agazapada voraz. Una chinche en las pupilas de todos los dotores, y sus medicamentos.
3
Vaciaré la jaula de los penitentes sobre el lecho del río. Seré sabia y consecuente con mi embarazo de escorpión. Manosearé en tu muerte, la lucha de éste, y un nuevo amanecer.
4
Sí, seré el gran partido. La noche caerá desnuda sobre la torre, y yo divisaré tu ausencia, que ya no importa.
Tú estarás a dos metros bajo tierra por sobre el nivel del agua tónica, y yo hinchada de infierno y desafío, castigaré la razón.
5
Estrellaré tus vísceras contra las paredes purpúreas de la victoria. La venganza es un pájaro enamorado picoteando en tu cabeza.
6
Ofenderé el invierno con mi calentura. Mudaré mi sexo.
Mis dudas: en lunares,
Y los de-vo-raré. Los torceré inmunda, engreída, engendrada y atravesada por cartílagos de parafina.
7
No lograrás nunca del todo desvestirme. Debajo de mi alfombra, hay alcohol.
Y debajo del alcohol: uñas, para seguir rascando.
8
Callaré.
Llevo un pabellón de enfermos clavados en la frente.
¡Soy la virgen más puta del jardín! Las arañas señalarán mi alcoba.
Enfrentaré con aires de dama inglesa, el charco anfibio en que me transformo, cuando tus ojos de paraguayo conceden, y me miran…
Me miran y me olvidan.
9
Ya ves, sólo soy una boluda envuelta en una frazada de hombres.
CINCO ORILLA
(Con un brazo vendado, aguarda en la pista de despegue.)
1
No quiero bañarme solo. No concibo el wash and go, sino es acompañado. El solo hecho de imaginarme único entre espumas, me lanza al precipicio.
Es para mí fundamental la presencia de un congénere al momento de enjabonarme las axilas.
Acepto y comprendo, la existencia de hombres y mujeres a los que esta necesidad me encadena, y a ellos, les resulta indiferente.
Lejos de mí, habita la voluntad de catequizar sobre los beneficios alados de mi hábito.
¡Pero qué egoísta resulta no acudir a sus reclamos!
2
Desesperado, me he visto obligado a las proezas más innobles. En pos de lograr tan raso objetivo he sabido inscribirme en Centros de Ejercitación. (Todos, y tan en boga por estos días).
Yo, que he sido siempre un acérrimo detractor de la poca estimulante actividad física, he deambulado por los gimnasios miles de esta gran ciudad.
Para que, llegado el momento querubeo, retirarme a las duchas.
Esto no ha sido, claro, la solución.
Ciertas confusiones me han traído no pocas medallas.
Aprovechándose de una preponderante osamenta he sido penado. Luego de haberme ingenuamente expresado, al ver a un partenaire con dificultades para enjabonarse el espinazo.
Yo, con mi esponja de coco natural, la he deslizado... puramente.
¡Salvajes!
Caído en el piso, entre golpes intentaba explicar mi verdadero hambre. Pero a los puñetes, se le sumaban patadas. Y hasta me avergüenza admitirlo: escupidas.
3
No siempre he sido desdichado, debo aclarar. En más de una oportunidad, el amor me ha traído junto a su mágica experiencia, el soñado oasis.
Mi higiénica necesidad, nace junto con cada mañana. Y el amor, sabemos, es apenas un convite a saltar el abismo, de tanto en tanto.
Mi afán no conlleva carga sexual. Quién confunda esto no será capaz de distinguir una simple tortícolis del cuello corintio de la jirafa.
Desgraciadamente, el género al que pertenecemos, es capaz de los más pérfidos pensamientos. Nunca.
Jamás he tenido intención alguna de abusar de la confianza de mis eventuales y empapados compatriotas.
Lo mío reside, medularmente (y nunca mejor elegido el adverbio), en haber comprendido la sinuosidad de la Obra Divina.
4
He investigado, analizado el campo de acción. No permitiré que se me reduzca al mote de improviso. Las coordenadas de mis ansias han encarnado en mi saber.
Para decirlo de una vez: "El Supremo nos ha trazado a partir de un inaccesible dorso.”
¿Error?
No me atrevería a tanto.
La escasa longitud y curvatura de nuestros antebrazos hacen anatómicamente imposible enjabonar la espalda, sino la ajena.
¿Donde sino allí, se oculta El Eterno?
¿No es acaso, imprescindible la sombra, para que la fe nos ilumine?
Mi obra encumbra, purifica, lustra y perfuma.
5
Aún así, debo organizar maletas.
¡Oh, negligente indiferencia!
Parto sanitario
dónde hambre y miseria no han detenido la elevación. Y la hermandad es acompañada, por fin, al jabón en barra.
Así. El Ganges. El baño comunal de Hindúes. Hacia allí amanezco.
(Suena llamada de aviso de la Aerolínea.)
Arrastro mi costal de roña. Atrincherado de inmundicia y deshecho, seré liberado en aguas de ceniza.
Limpiarán de mí. Y yo, de ellos.
Desaparecerá la membrana impar. Abocado al enjuague de otros, renaceré.
Compartiré el nuevo amor con la piel a cuestas.
Brotarán espacios. Seré nativo, puliéndome. Los ajenos serán próximos.
Y fregado al fin, hallaré mi enzima.
(Despega junto con su avión.)
SEIS BAÑERA 1
Una enorme porción de tierra fue avistada esta madrugada en nuestro orgulloso Támesis.
Una clandestina pasea su discurso.
Con escafandras, detecta el Parlamento, su misión.
Oráculo impune.
Augurio sumergido que amenaza.
Nuestras hélices sabrán impartirle justicia.
Con una sonrisa inaceptable circula.
El ángel desnudo propaga su juicio por el río.
Convertirla en alimento para gatos. Enlatarla.
Trozarla en góndolas. Venderla en los supermercados del Reino. Un ejemplo para quienes intenten fomentarle migrañas a nuestra Majestad.
De horrible tamaño, de silencio aceitunado. Es seguro que lleva un turbante sobre la giba. Desvergonzada, revolotea las nalgas sobre nuestras de vidrieras.
La paz galesa ha sido interrumpida. No disturben a la Soberana.
Salen los ingenuos, con sillas plegables por verla carcajear. En Buckingham calculan embucharla antes de la primavera.
¿Qué esperpento se atreve a despertar la paz coliria de nuestros jardines?
No es un cuento de niños, sino un bote con dientes.
La Reina será pequeña, pero no sorda.
La ballena está aquí.
La bestia inaudita.
La porno iraquí.
La ballena terrorista.
Estamos a merced de una meretriz entrada en carnes. Maten a la obesa, trae un anuncio.
Su malicia nos salpica. Seremos feroces con el arpón. Una mordaza de siete metros habrá de envolverla.
¿Qué pueden significar cinco onzas de aceite menos en las balanzas del Imperio?
2
3
Alfabeto acuático.
La ternura zambullida en paranoia.
La última sirena.
No advierte.
La borrarán de Londres.
La desvergonzada será acribillada en un túnel.
Llamarán accidente. Desgracia, a su crimen planificado.
Porque es nuestra la policía. Acatarán silencio, a cambio de florecidos bonos a fin de año.
Aquí flotan las princesas. Boca abajo.
4
Malcriados, nosotros los gatos de Palacio, arañamos mayordomos y niñeras.
No vaya la plebe a encariñarse con el cetáceo.
Nuestros berrinches cautivan a la prensa.
Lanzamos maullidos capaces de hipnotizar a la Familia Real.
Somos el espejo divertido de la piratería.
Todo nos pertenece.
Por encima, y lo que por debajo nos empapa.
Una ballena entrometida.
Sin linaje, ni apellido.
¿Cuántas toneladas pesa eliminarla?
Dinamita.
Nitroglicerina.
Un saco de explosivos.
Un gasto menor en forma de torpedo.
Un gesto preciso.
No tiembla la mano de quien ordena arrinconarla. Estúpida, como la lapicera con la que firmó el hundimiento del Belgrano.
La ballena enamorada.
La Mala vida.
En una curva será extraviada, con saña.
Le bajamos el pulgar.
Su duelo a media asta.
Visten de negro frente a la cámaras de la BBC.
5 Cada noche la memoria se estrella en su almohada.
SIETE ABRAZO
(Irá trozando una hoja en diferentes ritmos y segmentos.)
1
En hormigas, elefantes. En aviones insurrectos, Invisibles.
2
En la alfombra de los cuentos, en cohetes pertinaces. Con trenes, lanchas, motores.
3
En cáscaras de nuez. dragones, terodáctilos. Con triciclos.
4
Que alguien... no sé. Que algo y alguno me trasladen.
Que me arrastren, que me lleven de los pelos, si es preciso.
Que depongan el reloj, que depare el domicilio, este y otro amanecer.
Que por magia de un soplido, venza.
5
Que el verano me disfrace de Colón. Que descubran que mi madre le dio un hijo a Marco Polo.
(Quita de su pecho una hoja idéntica a la destrozada. Solo que ha sido reconstruida con cintas adhesivas rojas.)
Bajo a abrirte.
(Sale.)
OCHO CASTO
(La inocencia perfumada con lentes. Sentado en Sala de Preembarque.)
1
JOSÉ: Voy a encenderme y perder el celibato en un avión. Nunca me tocaron ni toqué a nadie. Porque soy casto. El casto José.
Perderé mi virginidad a doce mil pies de altura. Mi sexo tierno como un durazno será mancillado lejos del suelo. De la pecaminosa tierra.
Un alejamiento preciso. La medida exacta de la fracturada posibilidad. Mi elevación será sublime y colorada.
Haré escala en el Aeropuerto Internacional de Punta Cana. Volaré con destino certero.
2
Los asientos 16-j pasillo, y 16-k ventanilla serán mis perpetuos recuerdos. Nunca un caballo despegó sus patas fabulosas de la siempre pradera. Yo me elevaré hasta ser una jirafa.
Un bienteveo.
Danzaré con copiloto. Con permiso de Torre Control. Con instrucción de salvataje.
3
Después de la cena, opípara cena.
Durante la película, seré un trueno. De golpe: una llamarada.
Me sumiré por fin en lo desconocido.
Será la voz de una azafata que me incite a hacerlo. De un tirón, de un baldazo.
Seré feliz, poderoso.
Raudo en vuelo. Elevado, insisto.
4
¡Qué placer la ventanilla!
Y la hebilla del cinturón que se me incrusta en los riñones. ¡A quién le importa!
A los que duermen, nuestros gemidos los harán entrar en Alfa III.
Y si alguien, algún avispado pasajero, por azar nos descubriese: ¡Qué merienda se dará luego con sus amigotes!
5
Seré nuevo.
Me marcharé gastado por el mostrador de preembarque, y llegaré a destino recién estrenado.
Con un mundo por hacer. a regalar bombones de nuevas experiencias.
6 (Señal de embarque.) Oigo, oigo ya a las sirenas. Convidando.
Silbándome bellas melodías.
¿Cómo se escapa del laberinto?
AZAFATA: (En Off.) Para arriba, José. para arriba.
NUEVE BIJOUTERIE
(Recitar a la mayor velocidad posible. La lengua rozándonos los talones.)
1
Quiero una puerta en Portugal. Una portería con oporto.
Una porquería, un poroto.
2
Frida frita la foca.
Frida frita la foca.
Una frase franca de fragancias fofas.
La franquicia de Franz Kafka, de Benjamín Franklin.
El frágil fraude de Víctor Frankestein
Fracasó fronterizo, francófono, fagmentado, fraguado.
Fray Mocho y Freddy Mercury se frotan el Fair Play. ¿Y el Frepaso?
¡Qué Federal de fresas, French!
¡Qué frescos estaban los freudianos en aquél buffet froid!
¡Cuánto fritolimp!
¿Y los filtrados que se habrán frotado frente a la fuente de frutas, de frijoles, de frula?
Frondizi!,Frondizi.
Usá Frondizi para frenar.
Firmé.
Lanata anota la nota.
Notable, nítida.
Las antenas atónitas atontaban a Tognetti.
Atónito Antonio temió todo.
Atendeme, ¡tendinitis tenía!
Tantanián, también.
Trentuno terminó tendido.
Tomó tinto, tetrabrick, tequila, torrontés.
Titilaba.
Tentado entonaba: “¡Tomemos Trinidad y Tobago!”
Tántricos tontos, torcidos tanáticos, tilingos todos.
Tienen las tetas de Tina Turner en tarros.
Tampoco el tamaño era Tandil.
Trombones y tamboriles, les tenían el tiempo tomado: Telepatía.
¿Tenés tarjeta?
¡Taxi!, ¡Taxi!
Anotá.
3
4
Graciela se graduó gratis.
“¡Gracias, Gándara!”, gritaba la groncha.
¡Qué grasa!
Los granaderos agrupados arengaban groserías a Greenpeace.
“Un agrónomo no agranda la grela”, grampaban.
La grilla de los gringos engrosaban las gárgaras de la gárgola.
Una malasangre…
¡Agria engreída de Groenlandia!
Grotesca.
Granos grandotes sin garantizar.
Grumos negros, grises.
El gremio agradeció el grillete.
Granuja largá la grapa, las grageas, el gruyere.
Me agrada Praga.
5
Socolinsky.
Bailando con Norman Briski
Tomándose un whisky, por un cuadro de Kandinsky. ¿Pero quién es Nijinsky?
6
¡Me abruma Brahms!
El brazo de la Bruzzo: un bremer.
Braga, embriagada de braguetas, bramaba:
“¡Bravo! ¡Bravo! ¡Brandys, brebajes y branquias!”
Lo que bregamos con Brigitte.
Sea breve, Labruna.
Abróchese bretel, matambre.
Bruta brindaba en braile con un brío.
Broadway.
Nuestra bronca del británico, Bromatólogos vibrabantes con un brote.
¿Qué Brad Pitt?
Una bruja.
Una brisa a brócoli.
¿El brigadier?
Un brazalete ebrio.
Un bracero.
Abreviando:
¿El bridge? un bodrio break a las bromas, brinco.
Un abrazo.
DIEZ PÉSAME
- Me bajo en José María Moreno.
- Rita Moreno ganó un Oscar por Amor sin barreras.
- No, papá era el motorman. Siempre mezclás todo.
- Media hora en el horno. ¿Yo qué dije? Bien mezclado.
- Y la cuchara que sea de madera.
- Una madera cada cuatro horas y Santo remedio.
- Cuando la teta, el pediatra nos dijo: “Ojo con los fantasmas en la pantalla“.
- Por eso nos colgamos de Direct TV.
- A cada Santo, una tele.
- “Los ojos son salados“, dice mi marido.
- Lo que lloró cuando dejó la teta. Un océano.
- Salinas. En Jujuy se dice salteño.
- Sal tengo. Lo que me prohibió el médico es el azúcar.
- A Cipe Lincovsky la prohibieron en el ’76 y jamás puso en pie en Salta.
- Consta en la biografía de Bertolt Brecht.
- En casa, nunca la leímos.
- Estuvieron mal.
TELÓN