Capítulo VI Selección, estructuración y cohesión de la Familia Revolucionaria
El autoritarismo mexicano tuvo como uno de sus principales ejes la unidad de la élite política. Este tipo de unidad, con todo, no es saludable en un sistema democrático, pero sustentó las décadas de estabilidad del sistema político mexicano. Desde el análisis político surge una pregunta: ¿cómo se logró esto? El análisis político-histórico precedente resulta sumamente aleccionador, pero la Ciencia Política requiere también de explicaciones sistemáticas y analíticas, por lo que, a partir de las categorías de élite y gobernabilidad, se tratará de explicar este desarrollo de estabilidad. Las élites son grupos de personas que, por su posición estratégica en organizaciones poderosas, tienen la posibilidad de influir en los resultados de la política nacional regular y sustancialmente. Las élites están formadas por los principales tomadores de decisiones en las organizaciones políticas, gubernamentales, económicas, militares, profesionales, de comunicaciones, culturales o con más recursos de una sociedad. En la historia del pensamiento, la doctrina de la élite precede a la formulación marxista de la lucha de clases. Henri de Saint-Simon fue el primer pensador moderno que proclamó la ley de las dos élites permanentes, una de las cuales se ocupaba de los valores, mientras la otra controlaba los bienes materiales de la sociedad. Ambas élites, en conjunto, forman la minoría dominante, situada por encima de las masas sometidas y contrapuesta a ellas. Inspirándose en el francés Saint-Simon, el italiano Mosca creyó haber descubierto la herramienta ideal para destruir el concepto marxista de clase, como recurso heurístico. El término élite –al cual otro italiano, Vilfredo Pareto, dio valor científico internacional– era una bandera para todos los liberales a la antigua que querían luchar contra la democracia y el socialismo, a los que consideraban hermanos siameses, de los cuales no podía esperarse nada bueno. En particular, el proletariado marxista, la clase presuntamente destinada a eliminar todas las clases, fue denunciada por Mosca como matriz de la Nueva Clase, propietaria colectiva de la economía colectivizada. La circulación de las élites –término acuñado por Pareto– tendría permanente vigencia, y Robert Michels, el joven discípulo de Mosca, formuló con tristeza su Ley de Hierro de la Oligarquía, la cual convertía en un absurdo los objetivos democráticos