Capítulo II Hacia la Isla de la Fantasía
Los acuerdos de la Familia Revolucionaria empezarían a enfrentar el poder del “Jefe Máximo de la Revolución” cuando se decide la sucesión a favor de Lázaro Cárdenas del Río. Cárdenas concentró en su figura la síntesis práctica de la Revolución Mexicana. El maximato había dado como resultado la división de los sobrevivientes revolucionarios en dos grupos: los agraristas y los generales del ejército. Ante las demandas y presiones de los primeros, Calles decide designar como sucesor a Cárdenas, que representaba un punto intermedio entre ambas tendencias. La división entre agraristas y callistas fue más una ruptura de ideas que, sin embargo, también se manifestó en las personas. Los agraristas imaginaban una nación llena de colectivos agrarios y cooperativas de campesinos. Para los callistas, era la pequeña propiedad lo que resolvería el problema económico del país. Así, un nuevo estilo de gobernar se impuso a su llegada a la silla presidencial. Cárdenas decide crear una serie de modificaciones al sistema que le permiten, por un lado, sacudirse a Calles y acabar con el maximato, y, por el otro, radicalizar la postura del gobierno. Ya desde su campaña electoral, pero sobre todo a partir del 1 de diciembre de 1934, día de la toma de posesión, prevaleció una forma inédita de ejercer el poder político por parte del Ejecutivo. En efecto, inspirado en una austeridad republicana, acorde con un país de enormes desigualdades y carencias, el primer mandatario ordenó cuestiones como la eliminación del boato en las ceremonias oficiales, el cambio de la ostentosa chaqueta por el uso de un traje sencillo, la edificación de Los Pinos como la nueva casa presidencial en sustitución del fastuoso Castillo de Chapultepec, la reducción del sueldo del Presidente a la mitad de lo estipulado oficialmente, la clausura de los casinos (algunos de los cuales pertenecían a su antecesor, Abelardo Rodríguez) y, sobre todo, la práctica cotidiana de recibir en Palacio Nacional a obreros y campesinos durante una hora diaria para atender sus quejas y oír sus puntos de vista. Se ha denominado a Lázaro Cárdenas como el máximo exponente del Nacionalismo Revolucionario, pero es necesario aclarar que un Nacionalismo