Guía Turística de Metepec Pueblo Mágico

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Guía Turística de


1 INTRODUCCIÓN

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El territorio de Metepec fue habitado desde el siglo VII d.C. sucesivamente por los pueblos teotihuacano, otomí, matlatzinca y mexica. Su nombre, que data de la época del dominio azteca bajo la expansión del imperio de Axayácatl, proviene del náhuatl metl (maguey) tepetl (cerro) y el locativo co (lugar) y significa “en el Cerro de los Magueyes”.

Estados Unidos invadió el país, Metepec fue capital del Estado de México por dos meses.

Con la invasión española se fundó el pueblo de San Juan Bautista de Metepec entre 1526 y 1527 y se convirtió en cabecera de doctrina al edificarse el ahora ex convento franciscano, aproximadamente en 1569.

En la Revolución Mexicana, Gustavo Baz Prada, siendo gobernador del Estado de México, se escondió en Metepec de los destacamentos carrancistas que llegaron al Valle de Toluca. Y el general Álvaro Obregón, siendo presidente de México, pasó por Metepec en el tren La Paloma, que iba de Toluca a Tenango.

Durante el movimiento de Independencia de México, el pueblo atestiguó el paso del Ejército Insurgente el 29 de octubre de 1810. En 1848, cuando

En el tiempo de la intervención francesa, los habitantes de Metepec tuvieron una importante participación; la banda de Los Plateados se destacó como el grupo que mayores bajas causó a los franceses en la región.


METEPEC Y SUS DENOMINACIONES Altépetl Metepec: En 1477 bajo la dominación Mexica de Axayácatl. Cabecera de doctrina de San Juan Bautista de Metepec: En 1527 bajo la Orden Franciscana.

Metepec capital del Estado de México: De febrero a abril de 1848 por el Gobierno del Estado de México.

Villa de Metepec: El 15 de octubre de 1848 por el Gobierno del Estado de México. Ciudad Típica de Metepec: En 1991 por el gobierno del Estado de México.

Ciudad de Metepec: En 1988 por el gobierno del Estado de Méxio.

Metepec Pueblo con Encanto del Bicentenario: En el 2009 por la Secretaria de Turismo del Estado de México.

Metepec Pueblo Mágico: El 14 de septiembre de 2012 por la Secretaria de Turismo Federal.


Metepec

El Pueblo Mágico de Metepec se ubica a siete kilómetros al sur de la Ciudad de Toluca capital del Estado de México.

Para llegar del Distrito Federal a Metepec se toma la carretera federal número 15 o bien la autopista México Toluca.





Entre sus atractivos destaca la artesanía elaborada en barro cuya pieza emblemática es el Árbol de la Vida así como sus festividades y tradiciones que le dan identidad. En Metepec conviven tradición desarrollo e imagen urbana.


2 SITIOS DE INTERÉS

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El incremento poblacional de las últimas seis o siete décadas ha sido geométrico. Además del aumento de la población oriunda, han llegado miles de familias provenientes de diversos lugares del país y del extranjero. En Metepec han encontrado escuelas que abarcan los diferentes niveles educativos, atención médica de calidad y todos los servicios. Parte de estos pobladores labora en el municipio, otros en Toluca o en las zonas industriales de Lerma, Ixtlahuaca y cercanías; algunos más, en la Ciudad de México, a la que pueden acceder diariamente con facilidad.


El Centro y la Plaza Benito Juárez El corazón urbano de Metepec, como el de toda ciudad cuyo origen se remonta a la Colonia, lo constituye la plaza principal, denominada Parque Juárez, ya que se erigió en ella, durante las festividades del Centenario de la Independencia (es decir, en 1910), un busto dedicado al Benemérito de las Américas.

Aunque no se han localizado documentos o planos que nos den certeza de cómo era el centro de Metepec en el siglo XVI y por qué la parroquia está fuera del cuadrilátero que lo conforma, es posible imaginar que el hoy llamado Portal Unión fuese antiguamente el portal de mercaderes o mercado del parián, de acuerdo con la usanza de la época.



El parque Juárez encierra muchos siglos de historia. Constituye a la vez un sitio de recreación y de comercio, que conserva su sabor provinciano. Es también el corazón administrativo del municipio.

El aspecto actual del Parque Juárez, muy distinto al de aquel tiempo, es pintoresco y vistoso. Destacan el Palacio, el kiosco, el monumento a Benito Juárez y el reloj, pero a todos ellos se impone su gran fuente. Este elemento acuático se ha convertido en la atracción principal de los vecinos, que pasan sus ratos de ocio alrededor de ella y la usan como fondo para fotografías de recuerdo. Para los niños es un gozo jugar con los chorros de agua, especialmente en días calurosos. No olvides visitar nuestro Centro Cultural El Diezmo En los portales del centro de Metepec se localiza el Centro Cultural El Diezmo

lugar donde convergen la

literatura la artesanía la pintura los talleres culturales así como la información histórica de Metepec.


Pero es la figura de la Tlanchana lo más memorable. Esta sirena mítica de los pobladores prehispánicos de la región, poderosa señora, con torso y cabeza de mujer, hermoso rostro y larga cabellera, quien, de acuerdo con la leyenda, reinaba sobre las lagunas de Chicnahuapan. Aquella a quien los otomíes llamaban Acpaxapo, la diosa acuática, hija de la Luna, madre y creadora de todo ser vivo. Los matlatzincas, hombres de la red, confiaban en ella para mantener el equilibrio entre tierra y agua, condición necesaria para que no faltase el alimento. En náhuatl se decía que era la hechicera de la laguna, madre de los peces, Atl tonan chane, a quien después llamaron Tlanchana.


La Capilla del Calvario

El actual territorio de Metepec conserva, en total, veintiun iglesias y capillas construidas durante la Colonia, es decir, entre los siglos XVI y XVIII. Muchas de ellas han sufrido transformaciones, no siempre afortunadas y han sido víctimas del pillaje, especialmente en el caso de lienzos y esculturas de madera. Pero no todas las intervenciones a estos tesoros coloniales se realizan de mala fe; algunas, como es el caso de la Capilla del Calvario o santuario de la Virgen de los Dolores, obedecen al fervor de la población. Esta capilla, situada en la ladera norte del Cerro de los Magueyes, es quizás la más bella de las iglesias coloniales del municipio. Data de fines del siglo XVIII. Fue construida para reemplazar la morada anterior de la imagen de la Dolorosa, del siglo XVI, que contaba con muchos devotos por considerarse sumamente milagrosa.


La sobria fachada neocl谩sica de piedra roja rajueleada, decorada solamente por cuatro pilastras y un vitral de la Dolorosa, no anuncia la rica y profusa decoraci贸n interior.


Entrar a la nave, de planta barroca, nos produce un asombro inmediato, por el brillo de las molduras barrocas cubiertas de hoja de oro, sobre los muros blanqueados. El retablo principal sirve de residencia a la imagen de la Virgen de los Dolores, coronada por una cruz de madera y, en la bóveda, en relieve, el Padre rodeado de ángeles blancos, morenos y trigueños, quienes sostienen algunos de los símbolos marianos que se rezan en la letanía: arca de la alianza, torre de marfil, lucero de la mañana…


Siguiendo en importancia al presbiterio, se encuentran los retablos que rematan el crucero. En el costado izquierdo, de madera blanca con molduras doradas, el retablo alberga a San Antonio de Padua, un santo favorito desde siempre, no sólo por ser franciscano como los evangelizadores, sino por los milagros amorosos que se le achacan. En el extremo derecho del crucero se puede ver un retablo de extraño estilo y belleza especial, dedicado a Nuestra Señora de la Paz, cuya presencia es significativa en estos tiempos.

También de madera blanca, con molduras doradas, está ornado con figuras geométricas, que le dan un aire un tanto morisco. La figura de la Virgen muestra su gravidez, de pie sobre nubes y querubines, con las manos juntas, en oración y una expresión a la vez pacífica y suplicante.


En la nave hay cuatro retablos más, albergando antiguas imágenes de lienzo. Todos son neoclásicos, con molduras doradas y coronados por custodias: San José, patrono de los artesanos; la Preciosa Sangre de Cristo, devoción que está documentada desde 1708, cuando se fundó la cofradía del mismo nombre en San Felipe Tlalmimilolpan, pueblo perteneciente entonces a la doctrina de Metepec.

Del lado derecho están el retablo de la Santísima Trinidad y el de la Virgen de Guadalupe. Este último tiene, en cada esquina, escenas que representan las apariciones a San Juan Diego. Hay también un púlpito de madera con base redonda.


Una hermosa balaustrada de madera constituye el perímetro superior de la capilla y, en el coro, el órgano del siglo XIX, restaurado en su totalidad, está siempre listo para deleitar con sus notas musicales. Y hablando de música, no se puede olvidar el reloj de la fachada, que entona bellas melodías, a las doce y dieciocho horas.

El patronato del Calvario se mantiene pendiente de su conservación; porque los metepequenses están orgullosos de la Capilla de la Virgen de los Dolores, sin duda la iglesia más entrañable del municipio.


El Cerro de los Magueyes El 20 de julio de 1988, el Cerro de los Magueyes fue decretado Área Natural Protegida y se le denominó Parque Municipal de Recreación Popular el Calvario. Los objetivos de este proyecto fueron establecer un mayor número de áreas verdes para recreación de los habitantes, impedir la construcción de viviendas en los alrededores y realizar exposiciones artesanales en la zona de Metepec. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1992 solicitó al Ayuntamiento detener la extracción de tezontle, ya que esta acción presentaría un impacto para la flora, la fauna y los vestigios arqueológicos presentes en el Cerro de los Magueyes. Por ello, el 22 de agosto de 1997 el sitio fue considerado como Reserva Arqueológica y quedó inscrito en el Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas.


Alberga especies nativas e introducidas de flora y fauna, entre las que se cuentan, obviamente, varias especies de maguey y animalillos de monte como ardillas, tuzas, camaleones, conejos, tórtolas y búhos. Pero, por encima de su valor como espacio natural protegido, su significado va hasta la esencia misma del municipio, pues resguarda entierros funerarios y vestigios prehispánicos que indican la importancia de este lugar en el periodo posclásico, considerado hoy un sitio de Monumentos Arqueológicos e Históricos, además de ser el origen y principal símbolo de identidad de Metepec.


Obra de cerámica en alta temperatura dirigida por el artesano Saúl Camacho, está ubicado al pie del Cerro de los Magueyes, enmarcado por las escalinatas de la Iglesia del Calvario. Encierra el símbolo de la tradición alfarera de Metepec. En él se representan las figuras de Adán y Eva, San Miguel Arcángel, Dios Padre, el sol, la luna, el glifo prehispánico del municipio y La Tlanchana, entre otras.


Primera Vista

Tercera Vista

Segunda Vista

Cuarta Vista

Te invitamos a subir el cerro de los magueyes con vistas desde diversos puntos.


Capilla del Tepeyac Está ubicada en la cima del Cerro de los Magueyes y es dedicada a la veneración de la Virgen de Guadalupe. Los orígenes más remotos de esta capilla datan del siglo XVI como una ermita construida sobre lo que fuera un templo probablemente dedicado a Tláloc (dios mexica de la lluvia) y a Quetzalcóatl (la Estrella del Amanecer).

En su fachada se pueden apreciar unas flores de tezontle que encierran símbolos de la cosmovisión prehispánica y en la parte posterior tiene una representación en relieve de la aparición guadalupana. Para visitarla se llega por un camino de terracería en pendiente.


Ex convento Franciscano Este conjunto arquitectónico se localiza en el centro del Pueblo Mágico. Fue fundado por la orden de los franciscanos en el siglo XVI al convertirse Metepec en cabecera de doctrina. El templo se terminó de construir en 1775 durante el proceso de secularización del lugar. Cuenta con un atrio cuyo acceso está adornado por columnas románicas de tezontle rojo; la fachada del templo es de estilo barroco y la edificación austera rectangular que se encuentra en el lado izquierdo correspondió al convento donde las pinturas murales que aún se pueden apreciar en los claustros mezclan la cosmovisión prehispánica y europea.



Parque Ambiental Bicentenario Metepec es una tierra rica en tradiciones y guarda, en buena parte de la cabecera, el ambiente provinciano. Pero Metepec es también una ciudad moderna en pleno crecimiento. Así lo prueban sus vialidades, sus instalaciones educativas, clubes deportivos, centros comerciales y sitios de diversión. Guarderías y preescolares, escuelas públicas y privadas; universidades y tecnológicos, no hay materia de estudio imposible en esta urbe. Y para el esparcimiento, la oferta es también amplia: lienzo charro, pista de hielo, cines, centros de apuesta, go-karts y, desde luego, las noches bohemias en las peñas, bares y restaurantes.


Museo del Barro Legado de México para el mundo. Inaugurado en septiembre del 2012, el Museo del Barro, único de su tipo en el país, expone figuras y obras de arte elaboradas por manos de auténticos maestros del arte popular, que han representado a la localidad mexiquense en exposiciones internacionales. Presentando un mural ubicado en el vestíbulo del recinto cultural, hecho por niños de Metepec, es la obra que da la bienvenida a los visitantes que contemplan la exhibición permanente de piezas artesanales elaboradas en barro, ganadoras de Concursos Nacionales.


Entre éstas, destacan las figuras elaboradas con material arcilloso que participaron en diversos concursos artesanales desde hace aproximadamente 20 años. El recinto expone el origen del material y sus aplicaciones, además cuenta con un sitio exclusivo para artesanías de otras partes del país. El edificio que antes fuera la casa de Cultura, tuvo una remodelación integral con una inversión superior a los 12 millones de pesos. Hoy es espacio para enarbolar las manifestaciones artísticas derivadas de las bellas artes, sitio de exposiciones itinerantes, talleres y conferencias.


El Museo del Barro es un atractivo más del Pueblo Mágico que se ubica en la Avenida Estado de México número 10 Barrio de Santiaguito, en el corazón de Metepec.



3 ARTESANÍAS

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En Metepec, pueblo de artesanos con prestigio ancestral, dedicarse al barro significa mucho más que una actividad económica: creación, búsqueda de la belleza, convivencia familiar. Pero no sólo en barro crean las manos metepequenses: aquí se pueden encontrar artesanos cuya habilidad se despliega sobre diversos materiales como el papel picado, la talabartería, la cestería, el trabajo con hoja de maíz, los textiles, el vidrio soplado y emplomado. En algunas ramas la historia es tan antigua como la presencia del hombre en estos lares; en otros, la inquietud, las migraciones y el generalizado ambiente artístico han permitido que la belleza se diversifique.


La alfarería en barro ha difundido el nombre de Metepec hasta sitios lejanos. Las reminiscencias históricas de esta actividad se remontan al periodo preclásico, cuando poblaron el valle asentamientos de filiación teotihuacana. De esta época se conservan algunas figurillas y restos de piezas de utilización doméstica.

Después, durante el periodo en que los matlatzincas dominaron la zona, a partir del siglo XII, hasta el XV, la cerámica local se puede identificar por su colorido naranja, crema y café fundamentalmente. Los decorados son a base de figuras geométricas y flores. También hay piezas pulidas de color negro o combinaciones de negro y naranja, sin faltar, desde luego, juguetes, figurillas e ídolos de barro, con marcada influencia de la predominante cultura azteca, primero pueblo vecino y desde 1474, dominador a quien se le rendía tributo.


A partir de la conquista española, la cerámica fue principalmente utilitaria. Las figurillas, ídolos y piezas zoomorfas no fueron aceptadas por los evangelizadores, pues las consideraban objetos de culto diabólico. Pero ya el espíritu artístico era parte de los alfareros. Prueba de ello es la fachada de la parroquia de San Juan Bautista, poblada de ángeles, santos y demonios modelados en barro.

La fama de los alfareros de Metepec creció con el tiempo. Sus cazuelas, jarros pulqueros, macetas, silbatos y alcancías eran mercancía infaltable en los mercados de Toluca y otros pueblos cercanos y aún en sitios más remotos del país. Nada que se relacione con el ser humano es estático, y tal principio suele ser válido especialmente para lo que el hombre crea, con las manos, con la mente, con el espíritu.



La figura tuvo buena acogida entre compradores y también entre los demás artesanos. Muchos empezaron a hacer otras variantes, montando todo lo que su imaginación les dictaba sobre candelabros floridos. La creatividad había resurgido. Se comenzó a experimentar con formas, temas, técnicas de pintura, tamaños, acabados.

Aparecieron además de los famosos árboles, figuras para el día de muertos: catrinas, calacas, calaveras, banquetes, entierros. En distintas temáticas encontramos tlanchanas, coronas de adviento, ángeles, capillas, nacimientos. No se dejó de lado lo utilitario; se siguen modelando macetas, cazuelas, vajillas completas, jarros pulqueros zoomorfos y personalizados.


En la actualidad, Metepec es reconocido nacional e internacionalmente como uno de los principales centros alfareros del país y cuenta con el registro de marca para sus piezas de barro. Otra artesanía de tradición ancestral es la cestería. El nombre mismo de nuestros antiguos pobladores, los matlatzincas u hombres de la red lo liga al tejido de cestas, costales y petates. Dice Fray Bernardino de Sahagún en su historia general de las cosas de Nueva España, que se les identificaba por “…la red, con la cual desgranaban el maíz y hacían otras cosas los que se llamaban matlatzincas…”. Esta actividad no se ha olvidado. Se pueden admirar y adquirir en Metepec diversos objetos tejidos en palma y una derivación de esta artesanía: la elaboración de piezas ornamentales hechas de hoja de maíz.


Hay también entre los artesanos algunos que han desarrollado otras habilidades, o han venido a residir aquí trayendo sus conocimientos. Entre ellos están quienes se dedican al vidrio soplado, emplomados de mil diseños y colores; los talabarteros, que han desplazado el arte de las sillas de montar a muebles, cuadros y decenas de objetos más. También podemos encontrar papel picado, con diseños alusivos a las diversas celebraciones; licores arte-sanales de yerbas y frutas; pirotecnia, arte en cera, en madera, en textiles.


Visitar los talleres, hablar con los creadores que siempre están dispuestos a explicar sus técnicas y motivos, es un inolvidable viaje al mundo de la creatividad popular. Aquí puedes ver paso a paso cómo es que se prepara el barro para formar las maravillosas piezas que crean nuestros artesanos.


Los mercados de Metepec

A una cuadra de la Presidencia Municipal en la esquina de las calles Ignacio Allende y Miguel Hidalgo se encuentra el Mercado Artesanal que desde 1998 congrega alrededor de noventa familias artesanas cuyos productos van desde las tradicionales artesanías en barro natural pigmentado policromado vidriado en sus distintos tamaños hasta trabajos de talabartería cestería y vitrales entre otros.


4 TRADICIONES Y FESTIVALES

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Cuaresma y Semana Santa Es una tradición que durante la Cuaresma cada barrio se haga cargo de uno de los viernes de ese tiempo litúrgico, adopte la decoración la parroquia de San Juan Bautista, ofrezca comida a todo visitante y financie juegos pirotécnicos. Jueves y viernes santos se lleva a cabo la escenificación del juicio, pasión y crucifixión de Jesús de Nazareth. Lo primero, en la plaza central o plaza Juárez; la crucifixión, en el Cerro de los Magueyes, también conocido como el Calvario. Las personas que participan en esta puesta en escena practican durante meses sus papeles. La escenografía, vestuarios y utilería se guardan en la parroquia y aumentan y mejoran año con año.


Gastronomía Tradicional

El sitio ideal para hallar alimentos tradicionales es el tianguis de los lunes, que se lleva a cabo desde antes de la Conquista. Allí se pueden adquirir, crudos o ya preparados y listos para comer al momento, manjares que se remontan a tiempos prehispánicos, cuando eran las lagunas y apancles los proveedores de charales, ajolotes, ranas y pececillos blancos de agua dulce; los montes y llanos regalaban a los habitantes de las cercanías chapulines y escamoles, conejos, palomas y yerbas silvestres, y los campesinos se encargaban de cultivar el resto. La historia se hace presente bajo los techos de manta, donde las amas de casa se surten de frutas, verduras y carnes frescas y aprovechan para “echarse un taco de plaza”, consistente en una atrevida y deliciosa combinación chicharrón, pata de res, acociles, charales, nopales, guaje, pápalo y chile verde.


Cualquier día de la semana pueden encontrarse también, en pequeños restaurantes, fondas y puestos, diversos antojitos típicos. Tamales de muchos sabores y formas, atole, barbacoa, flautas, pambazos, sopes, elotes, esquites, tortas de variados rellenos y, claro, los infaltables dulces mexicanos. Además de estas delicias que saben a tradición, Metepec cuenta con una oferta restaurantera donde no faltan opciones. Establecimientos hasta de cinco estrellas, sirven a los comensales platillos internacional de la mejor calidad.


Fiestas de San Isidro Paseo de la Agricultura Las celebraciones en honor de San Isidro significan mucho más que días de fiesta. Son un himno a la fertilidad y a la alegría de estar vivos. Esta comunidad ancestralmente agrícola, acogió con entusiasmo al Santo Labrador durante los albores de la Colonia. Puede decirse que fue a partir de ese hecho, de la apropiación auténtica del santo español, cuando se completó la conquista espiritual en Metepec. El día de San Isidro es el 15 de mayo. Las imágenes del santo son llevadas en procesión por los barrios de la cabecera y se finaliza en la parroquia, con una misa y la bendición de los santitos. Pero la fiesta cumbre se lleva a cabo el martes siguiente al domingo de Pentecostés, es decir, siete semanas y dos días después de Pascua.

La procesión carnavalesca tiene varios nombres: Paseo de San Isidro, Pentecostés chiquito, Paseo de la agricultura. En ellos se encierra su sincretismo y sus significados. La población festeja con gran alegría la fertilidad, la buena cosecha, el fruto del trabajo humano enriquecido por la bendición divina.


Un elemento infaltable en el paseo son las tlacualeras (hombres disfrazados de mujer), quienes simbolizan el elemento femenino, necesarísimo al hablar de fertilidad. Como el paseo es una costumbre muy antigua, no era bien visto que las mujeres se exhibieran. Por ello su papel –subrayado por la canasta de comida que diariamente llevan al campo para alimentar a sus hombres— ha sido representado desde hace siglos por jóvenes del sexo masculino. Junto con la devoción a San Isidro Labrador, el santo patrono de Madrid, llegó a Metepec la española costumbre de la “romería”, es decir, la fiesta popular que acompaña a la celebración religiosa. Allá en la Madre Patria también se siguen organizando reuniones campestres, donde cada familia lleva comida para compartir con los vecinos, así como las famosas corridas de toros de San Isidro, esperadas todo el año por los aficionados a la fiesta brava. Vale la pena acudir a este evento; el tiempo pasa rápidamente entre una y otra diversión, algunas compras, comer rico y admirar la creatividad de los artesanos de Metepec, famosos en el mundo entero.


Encendido del Fuego Nuevo

Contamos en este municipio con una comunidad danzante compuesta por seis grupos: Ehécatl nahui, Mexica tiahui, Metepetl, Monarca, Ollín yoliztli y Señor de la Exaltación. En 1997 se unieron para recibir la más alta encomienda náhuatl: custodiar el Fuego Nuevo. El antecedente fue la visita, en 1990, de un grupo de caciques huicholes a nuestra ciudad, acompañados por el señor Jesús Espino, pieza fundamental en todo este asunto. Cabe aclarar que los huicholes se ostentan como los “auténticos aztecas”, pues basándose en varios códices y tradiciones, aseguran que su tierra corresponde al legendario Aztlán, de donde salieron las migraciones de las tribus nahuatlacas hacia el altiplano.


La distribución del fuego tiene dos vertientes: el fuego sagrado encendería las almas, propiciando la unión de los miembros de la comunidad; el fuego común daría calor a los hogares, fomentando la unión familiar, al igual que en las comunidades de huicholes, donde alrededor del fuego los viejos cuentan a los jóvenes las historias que deben saber; les transmiten “el costumbre”, mientras raspan un hueso para infundir ritmo a la narración. Las danzas no se realizan para dar espectáculo. Obedecen a una serie de ritos. Cada paso tiene un significado, de acuerdo con la cosmovisión mexica. Los elementos del vestuario, los instrumentos musicales, nada es accidental ni ornamental. Por ejemplo, los “huesos de fraile”, especie de cascabeles de semilla que se atan a los tobillos, significan todo lo que se obtiene de la madre tierra y, a través de la danza, se transforma en energía. El ritual dancístico del Fuego Nuevo se ha repetido cada comienzo de primavera desde aquella noche mágica.


Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera En el marco del festival, es parte importante la celebración de una ceremonia solemne en la que se recuerdan estos acontecimientos y se entregan preseas a los ciudadanos que por su labor han contribuido a enriquecer aspectos importantes de la vida comunitaria o puesto en alto el nombre del municipio. Quimera, es foro de encuentro y como las fiestas de los barrios de Metepec, hacer de la cultura una tradición que, como éstas desborde la calle, se adueñe de las plazas y de todos los rincones del Pueblo Mágico. Hacer que este propósito alcanzara las dimensiones que tiene actualmente, tanto en afluencia, como en apoyo solidario de instituciones, sectores gubernamentales, privados y de la sociedad civil parecía demasiado ambicioso, casi una “Quimera”, sin embargo el lugar que encontró en el corazón de la sociedad civil, lo hizo alcanzar en poco tiempo la popularidad y trascendencia que hoy mantiene.


Así la denominación de esta manifestación de goce artístico e intercambio de ideas se transformó por el que hoy le ha dado notoriedad en el ámbito internacional. El Festival Internacional de Arte y Cultura Quimera, ha hecho confluir el esfuerzo de autoridades municipales, creadores, artistas y promotores de la localidad para el diseño de sus programas y la adecuada realización de cada una de las actividades.



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