Rosa H. Hernández
Digna Colón
Sub-directora Centro Educativo
Maestra Centro
Max Henríquez Ureña Digna Colón
Liceo Juan Pablo Duarte
Escribir no es una afición, sino más bien una necesidad. Escribimos por supervivencia, como respirar, sin darme cuenta. Lo hacemos desde que tenemos memoria. Hemos publicado: Esta Revista: INNOVACION EDUCATIVA Una recopilación de temas relacionados con la Participación de la Familia y la Convivencia Escolar entre otros su-temas de interés. Índice Participación de la Familia en la Escuela------1.1 La Familia primer ámbito Educativo-------------1.2 Papel Importante de la Familia -------------------1.3 Propuesta de intervención----------------------------2.2 La Convivencia Escolar-------------------------------------2.1 Cuento---------------------------------------------------------2.2 Como se enseña la Convivencia Escolar-----------------2.3 Como abordar los Problemas de Convivencia escolar---------3.3
Articulo Rosa H. Hernández Participación de la Familia en la Escuela
Familia y Escuela son un marco referencial imprescindible para la incorporación de un nuevo ser humano a la sociedad; pero, este marco se encuentra a merced de los avatares impuestos por transformaciones diversas que han de asumir ambas instituciones si quieren responder a su tarea educativa y socializadora. Los cambios de la sociedad actual son rápidos y profundos, los sujetos no están preparados para adaptarse a ellos en los diversos niveles: biológico, psicológico y social. La complejidad, cada vez mayor, que la caracteriza, demanda una nueva visión educadora de la familia y la escuela, lo que exige su compromiso para trabajar unidas en un proyecto común.
El objetivo principal de esta aportación es crear un espacio de reflexión sobre la necesidad de tomar conciencia de la importancia de la formación en Educación Familiar para ayudar a: a. Los profesionales de la educación y a los padres a mejorar las relaciones EscuelaFamilia como una medida de calidad de la enseñanza y prevención del fracaso escolar. b. Los padres a tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos para responder a las nuevas necesidades educativas que presentan. Para ello, se ofrece el análisis de algunos de los contrastes y cambios fundamentales que se están produciendo y repercuten en la familia y la escuela, y son necesarios tener en cuenta en las prácticas educativas. También, se considera que una intervención para la educación del futuro debe estar enmarcada en un enfoque interactivo, ecológico y comunitario para responder a las necesidades afectivas, cognitivas y sociales de todos los implicados. ¿Qué significa el término comunidad? En palabras de Bárcena, Fernando. (1997:112), en sentido abstracto, alude a lo que pertenece a todos los miembros de un grupo o colectividad, va referido a una comunidad de bienes, de sentimiento y de origen. Puede adquirir múltiples formas, y referirse a la comunidad familiar, a la escolar, o también a la económica europea.
La Familia Primer Ámbito Educativo
Necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos. La complejidad de la realidad actual se le escapa y esto repercute en la vida del niño, conllevando problemas escolares y familiares que surgen en la realidad diaria: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., que no se pueden achacar a la sociedad en abstracto, a la familia, a la escuela o a los alumnos, de manera independiente como “compartimentos estanco”, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.
De ahí surge la necesidad de una formación específica en este nuevo campo de trabajo pedagógico, el familiar, para que cualquier intervención que se intente llevar a cabo tenga en cuenta la visión global de su contexto. El niño comienza su trayectoria educativa en la familia que la escuela complementa. Por tanto, familia y escuela son dos contextos próximos en la experiencia diaria de los niños, que exige un esfuerzo común para crear espacios de comunicación y participación de forma que le den coherencia a esta experiencia cotidiana. La razón de este esfuerzo se justifica en sus finalidades educativas dirigidas al crecimiento biológico, psicológico, social, ético y moral del niño, en una palabra, al desarrollo integral de su personalidad. De la coordinación y armonía entre familia y escuela va a depender el desarrollo de personalidades sanas y equilibradas, cuya conducta influirá en posteriores interacciones sociales y convivencia en grupo, que crearán un nuevo estilo de vida. Es urgente que ambas instituciones se planteen como objetivo prioritario al niño como verdadero protagonista de su quehacer educativo. ¿Cómo llevarlo a la práctica? En primer lugar, es necesaria una nueva forma de enfocar la educación en la familia, que ha de tomar conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios. Esto exige una formación de padres a través de programas. En segundo lugar, las propuestas han de ir enfocadas hacia intervenciones globales en las que se impliquen las instituciones sociales, escolares y familiares, desde una perspectiva interactiva, ecológica y comunitaria. Como señalábamos el verdadero desafío es aprender a ser y aprender a vivir en comunidad, esto exige hacer posible espacios de comunicación e intercambios que fomenten la participación y conduzcan a compromisos que enriquezcan la vida personal y colectiva de los implicados.
La familia juega papel en la escuela
un
importante
En este sentido, pero hay que ayudarla a tomar conciencia de ello. Los cambios de la sociedad actual deben encaminarla hacia una estructura participativa y de compromiso, de modo que cada uno de sus integrantes desempeñe su función, y tenga conciencia de su identidad individual como miembro de esa comunidad. ¿Cómo? Dentro un clima de comunicación se establece pautas para la distribución y organización de tareas en función de las necesidades y posibilidades de cada miembro. En este contexto, la comunicación adquiere un valor esencial si desea educar para la vida comunitaria, y se convierte en la mejor manera de superar dificultades, conflictos, contrastes y contradicciones de la realidad cotidiana que surgen de la propia convivencia del hogar, y fuera de él. La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños y niñas. Entre sus objetivos se encuentra: fomentar la participación, cooperación y colaboración entre los alumnos. En consecuencia, la puesta en práctica de los valores comunitarios y democráticos que se proponen en la familia y la escuela, formarían parte de las experiencias y vivencias de los alumnos, desde los dos ámbitos en los que interactúa cada día, configurando su identidad y el concepto que de sí mismo van adquiriendo.
UNA PROPUESTA DE INTERVENCIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA ESCUELA Del desarrollo de esta exposición surge un aspecto fundamental, la formación en Educación Familiar. No se puede hablar de fomentar la participación activa de la familia en la comunidad escolar, sin una formación del profesorado y los pedagogos, poniendo a su disposición conocimientos, instrumentos y estrategias que faciliten su labor. De ahí que, la propuesta de intervención para que sea efectiva, haya de abarcar varios niveles: Universidad, Centros de Formación del Profesorado y Centros Escolares. La incorporación de la Universidad a esta tarea, al introducir, en los planes de estudio de los futuros maestros,
Programas de Formación para la Participación: Escuela y Familia, supone una respuesta de implicación y compromiso que muestra su sensibilidad por una apuesta de educación para el futuro. De hecho, en la literatura, se recoge que ya se está realizando en algunos países europeos y americanos. Como indica, Kñallinsky, E. (1999 :142), los objetivos que se persiguen, al incluir la implicación de los padres como parte de los estudios de magisterio, son: • Desarrollar la sensibilidad en los futuros maestros acerca de los cambios en las familias. • Conocer la importancia de la implicación de los padres. • Tener experiencias prácticas de trabajo con éstos Como objetivos específicos del programa se plantean: • Trabajar con distintos tipos de familias • Desarrollar e implementar actividades para comunicarse con las familias • Elaborar y poner en práctica un proyecto de lectura en casa • Dirigir reuniones de padres • Conocer el amplio abanico de actividades que se realizan en las escuelas para integrar a los padres.
En este sentido, un importante objetivo es que la familia tome conciencia de la necesidad de su participación en ámbitos sociales más amplios, que influyen en sus prácticas educativas en el hogar. Para lograrlo, es preciso ayudarla a descubrir la importancia de su colaboración en la
escuela, aceptando que existen objetivos que son comunes y en los que son necesarios unir los esfuerzos de padres y profesorado para su consecución. La implicación de las familias en la vida del centro, se alcanza aprendiendo a trabajar juntos en diversas actividades, que en relación con sus respectivas funciones, los padres y profesores pueden programar, asumiendo que un trabajo en equipo es un medio eficaz para estimularse y apoyarse mutuamente. Esto conlleva valorar el enriquecimiento que para el propio desarrollo personal supone la aportación de las ideas e iniciativas de los demás. La visión de un trabajo en colaboración mutua, parte de un concepto de cambio y mejora de la realidad, que puede ser modificada, a través de la acción conjunta de todos los implicados, a la vez que repercute en una mejora de la calidad de la enseñanza y de la vida escolar.
Uno de los elementos primordiales para invitar a los padres a la participación en la vida del centro, es proporcionarles información. Es reconocido por diferentes autores que los alumnos que pertenecen a familias de estatus socioeconómicos bajos, normalmente, no están bien informados de las convocatorias de becas y ayudas a las que pueden acceder, con lo cual no las solicitan. Por otra parte, debido a su ambiente, los padres tienen menos expectativas de futuro que los de la clase media, por lo que no estimulan a estudiar a sus hijos, más aún cuando la trayectoria escolar está acompañada de suspensos y fracaso escolar, además de la inferioridad de condiciones en las que se encuentran para estudiar al carecer de medios y ambientes adecuados.
La necesidad de implicar a la familia en la tarea educativa, no es ninguna novedad. En estas últimas décadas, ha sido recogida en diversas leyes, insistiendo en la coordinación de la familia y de la escuela para diseñar un proyecto educativo común, cuya finalidad es la educación integral de todos los alumnos. Pero, aunque en todos los centros existen Consejos Escolares y Asociaciones de Padres, no en todos funcionan de forma dinámica e impulsora de la participación de los padres, lo que invita reflexionar sobre medidas innovadoras a utilizar.
¿Qué estrategias se pueden utilizar? a) Enviar una breve nota, proponiendo cuestiones de este tipo, para conocer: • Temas que les preocupan den la educación de sus hijos • Necesidades que sienten ante la educación de sus hijos • Dificultades que tienen para educar a sus hijos • Día de la semana y horario que les viene mejor para convocar una reunión Las respuestas facilitarán información desde dos ángulos: 1) Un primer análisis de la realidad sobre el interés de los padres en temas, necesidades y dificultades relacionadas con la educación de sus hijos, que permitirá priorizar objetivos y actividades a plantear. 2) El nivel de respuesta indicará cómo organizar un encuentro. En la reunión que se convoque se puede establecer un calendario para responder a las necesidades de las familias, desde sus necesidades. b) Grabar algunas sesiones de clase e invitar a los padres a ver esta grabación Muchas veces los padres desconocen las conductas de sus hijos en el colegio, porque éstos se comportan de diferente forma a como lo hacen en el hogar. De manera, que en ocasiones la comunicación entre el profesorado y la familia se dificulta. A los padres les resulta difícil creer la información que le proporciona el tutor.
La invitación para ver el vídeo puede tener dos funciones: 1) Conocer la conducta de sus hijos trabajando en el aula, puede facilitarles pistas para trabajo del profesor, lo que permitirá valorar su tarea docente y, por otro lado, el comportamiento de los alumnos. A partir de esta experiencia, se pueden intercambiar ideas, preocupaciones, problemas, etc., y comenzar a organizar encuentros para tratar los aquellos temas que les interesan. Esta experiencia, puesta en práctica por dos profesores de Educación Infantil, en nuestra provincia, les ha dado muy buenos resultados para implicar a los padres en la escuela y mejorar sus relaciones. c) Deberes y recomendaciones de apoyo al estudio Establecer un sistema de comunicación: cartas, tarjetas, etc., semanal, quincenal o mensual con algunas recomendaciones relacionadas con: • Técnicas de estudio y recomendaciones sobre factores ambientales que lo favorecen • Lecturas para reforzar actividades escolares • Relación de Videojuegos, programas educativos por ordenador como complemento a actividades en el aula. • Programas de TV. Publicidad, etc.
Articulo Redactado por Digna Colon “La Convivencia Ecsolar” La convivencia es la capacidad de las personas de vivir con otras (convivir) en un marco de respeto mutuo y solidaridad recíproca; implica el reconocimiento y respeto por la diversidad, la capacidad de las personas de entenderse, de valorar y aceptar las diferencias; los puntos de vista de otro y de otros. La convivencia es un aprendizaje: se enseña y se aprende a convivir. Por ello, la convivencia escolar es la particular relación que se produce en el espacio escolar entre los diversos integrantes de la comunidad educativa: estudiantes, docentes, directivos, asistentes de la educación, padres, madres y apoderados, sostenedores.
En el espacio escolar, la convivencia se enseña, se aprende y se refleja en los diversos espacios formativos (en el aula, en los talleres, las salidas a terreno, los patios, los actos ceremoniales, la biblioteca), los instrumentos de gestión (el PEI, los reglamentos de convivencia, los Planes de Mejoramiento Educativo), y en los espacios de participación (Consejo Escolar, CCPP, CCAA, Consejo de Profesores/as, reuniones de apoderados/as), por lo que es de responsabilidad de toda la comunidad educativa. Política de Convivencia Escolar A comienzos de 2001, el Ministerio de Educación inició la elaboración de una primera versión de la Política de Convivencia Escolar como una forma de dar respuesta a la demanda social de fortalecer la convivencia social, generando las condiciones para que los y las estudiantes se desarrollaran en un contexto pacífico, democrático y armónico. Esta primera versión fue sometida a una serie de consultas con diferentes actores educativos, la que luego se publicó y difundió en todo el sistema en 2002, reeditándose el año siguiente. Esta Política surge como marco orientador para las acciones que se implementen en el sistema escolar a favor de la formación en los valores y principios que implican con-vivir con otros y otras; el objetivo estuvo centrado en orientar acciones para prevenir la violencia y generar condiciones para una convivencia pacífica. Se planteó también como un instrumento de planificación, que contribuyera a definir las responsabilidades de cada actor en la formación de la convivencia.
En la actualización de la Política de Convivencia Escolar, se plantean tres criterios básicos, en concordancia con lo señalado anteriormente: La formación de los y las estudiantes, como eje y soporte para la construcción de una convivencia democrática. El compromiso y la participación de toda la Comunidad Educativa, y también, de toda la colectividad local (barrio, comuna). La inclusión y participación del conjunto de actores e instituciones educativas y del sistema escolar. Uno de los hitos relevantes de este proceso de actualización en relación a la Política de Convivencia Escolar vigente, es el cambio de eje en su implementación; en efecto, se trata de poner el énfasis en la formación del sujeto y no en la resolución de conflictos, con un enfoque pedagógico, sustentado en la potencialidad del sujeto y ya no centrado en el estudiante “problemático” sino haciendo responsable al conjunto de actores que componen la comunidad educativa; la finalidad es, por tanto, alcanzar un mejoramiento en los aprendizajes y en la calidad de la educación. Clima o Convivencia Escolar Frecuentemente se consideran sinónimos “clima” con “convivencia escolar”. Pero: ¿son lo mismo?, ¿se trata de una misma cosa?, ¿es posible encontrar diferencias? La convivencia escolar refiere a la capacidad de las personas de vivir con otras (con-vivir) en un marco de respeto mutuo y solidaridad recíproca[1]. La convivencia escolar es a la vez un desafío y un aprendizaje. Un aprendizaje, pues supone una enseñanza que está íntimamente ligada con el proceso educativo de la persona y, como tal, en directa relación con el contexto, el medio social y familiar donde se ha desarrollado.
La convivencia se aprende y se practica en el entorno familiar, en la escuela, en el barrio, en el mundo social más amplio. Tiene que ver con la capacidad de las personas de entenderse, de valorar y aceptar las diferencias; los puntos de vista de otro y de otros; con la tolerancia. Por eso, la convivencia vivida y experimentada en la institución escolar es el germen del ejercicio de la ciudadanía y de la democracia. Aprender a convivir constituye la base para la construcción de una sociedad más justa y una cultura de la paz, porque se sustenta en la dignidad de la persona; en el respeto y cuidado. De sus derechos y sus deberes.
Cuento con barbero Juan Ignacio Jáuregui, su barbero y peluquero, llega después de las nueve. Gracias por esperarlo. Sus clientes no necesitan leer este letrero pegado en el espejo de la barbería; simplemente, siguen y lo esperan, así sean más de las nueve. Imaginan a Juan Ignacio lavándose los pocos dientes que le quedan y moviendo con prisa sus pies cansados, para alcanzar el colectivo que pasa por las montañas de Choachí y lo lleva a la calle sexta con carrera quince, en Bogotá. Si el colectivo de las ocho va con el cupo lleno por secretarias, escolares, campesinos y gallinas, le toca esperar al de las ocho y treinta, y arrumar sus sesenta y tres años entre la puerta y el vidrio estampado con el Sagrado Corazón de Jesús. Juan Ignacio no tiembla ante los indigentes de la calle sexta, ni ante los ladrones de la carrera décima, ni ante los buseteros de la calle diecinueve. Cruza el cilindro con listones azules y rojos de la entrada. El cliente que lo espera, duerme en la silla. Juan Ignacio se lava las manos, se pone la bata azul, prepara los paños calientes y cambia la cuchilla para la primera afeitada. El cliente se acomoda en la silla y lucha por mantenerse despierto. Cuando Juan Ignacio sostiene la cuchilla sobre un cuello ajeno, se acuerda del Parkinson, y tiembla.
Ahora bien, existen numerosos estudios que dan cuenta de una estrecha relaciĂłn entre clima escolar y calidad de los aprendizajes. UNESCO[2] establece que la generaciĂłn de un ambiente de respeto, acogedor y positivo es una de las claves para promover el aprendizaje entre los y las estudiantes. La OECD[3] por su parte, establece que el clima escolar tiene una incidencia mayor en el rendimiento escolar de los y las estudiantes, que los recursos materiales y personales o la polĂtica escolar del establecimiento.
►Cómo se enseña y promueve la Convivencia Escolar A convivir se aprende, no es algo que venga inscrito. La convivencia constituye la esencia de las relaciones sociales. El ser humano, por su naturaleza necesita de otros: es, se hace y construye en la relación con demás, tanto, que su existencia depende de la relación con sus semejantes. De allí la importancia capital de aprender a convivir. Este aprendizaje se logra en la casa, en el espacio familiar, en el barrio y también en el establecimiento educacional.
La escuela es un lugar excepcional para aprender a convivir porque la misión principal de la institución escolar, además de enseñar contenidos, es enseñar a ser ciudadanos, respetar a los otros como iguales en dignidad y derechos, a reconocer, valorar y aceptar las diferencias, a ser solidario, tolerante. El grupo familiar también es vital para enseñar los valores que constituyen el núcleo de una formación ciudadana democrática y en paz. Por eso, es necesario aprender a expresarse, participar activamente, dialogar escuchando al otro, resolver las diferencias en forma armoniosa; esto es posible cuando la atención se pone en la formación integral de los y las estudiantes. Las normas que regulan la educación chilena se orientan en el camino de la formación integral. Estas orientaciones se materializan en el Marco Curricular nacional cuando prevé que la enseñanza conjunta de los Objetivos Fundamentales Verticales (asignaturas) y los Objetivos Fundamentales Transversales (valores morales, éticos y sociales) dan como resultado la formación integral de los y las estudiantes.
►Cómo abordar los problemas de Convivencia Escolar Para abordar los problemas de convivencia escolar es necesario aclarar que en la cotidianidad de la escuela / liceo, no todo lo que ocurre puede ser llamado violencia, agresión o bullying. En tal sentido, es conveniente comprender que en todo ser humano existe una cuota de agresividad natural, que es de orden instintivo, como una defensa ante una situación de riesgo, lo que se diferencia de una agresión desmedida o calculada para provocar daño a otro; a esto último, lo llamamos violencia. En el ámbito escolar, muchas veces los niños, niñas y jóvenes responden con cierto grado de agresividad a molestias pasajeras de sus compañeros ya sean de orden físico (un empujón, un manotazo) o de orden verbal (una mala palabra, una broma con doble sentido). En la mayoría de los casos no hay intención de causar daño ni alcanza a constituir un conflicto; es parte de la vida habitual de niños, niñas y jóvenes en pleno desarrollo físico, psíquico, emocional e intelectual.
La agresividad tiene una base natural que no debe ser eliminada sino encausada, educada y formada conforme a principios y valores. El conflicto, es un hecho social imposible de erradicar, porque en todo grupo humano siempre habrá intereses diferentes: algunos semejantes, otros complementarios y otros sencillamente opuestos. No pensamos igual, tenemos diferentes visiones de la vida y de la sociedad, diferentes percepciones de lo que es mejor para unos y para otros; por eso surge lo resuelto habitualmente deriva en actos de violencia. En este sentido, la capacidad de diálogo, de escucha verídica de los argumentos e ideas del otro, la empatía y la mediación, son mecanismos que ayudan a resolver conflictos pacíficamente. Una forma de violencia que ha hecho noticia el último tiempo es el bullying (matonaje o acoso sistemático entre pares). No todas las formas de violencia y/o de conflicto constituyen bullyingo ciberbullying (acoso mediante elementos de comunicación cibernéticos). Dado que sus efectos en la persona agredida son muy fuertes y las consecuencias del matonaje pueden tener secuelas psicológicas, emocionales e incluso físicas de largo plazo, hay que atacarlo de raíz. El matonaje requiere que los adultos de la Comunidad Escolar (padres, docentes, directivos, etc.) estén muy alertas, porque suele darse en un entorno de pactos de silencio entre acosadores, acosado y observadores. Los docentes deben estar alertas a los cambios de comportamiento de un o una estudiante, y diagnosticar pedagógicamente la situación sin presionar ni violentar a los supuestamente comprometidos, a fin de indagar si hay o no manifestaciones de violencia ocultas para tomar las medidas del caso, según se haya Establecido en el reglamento correspondiente.
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Sin lugar a dudas la respuesta es: dialogando. Y aquí es fundamental la tarea del docente adulto, cuya función es acompañar, es escuchar, nada más y nada menos que eso: acompañar y escuchar comprensivamente al otro, con mayor o menor grado de especificidad, según la función que se desempeña en la institución educativa, para que el alumno, niño, adolescente o joven, vaya transitando y descubriendo el camino, su camino. Acompañar y escuchar, es presencia, presencia que implica, según el educador brasileño Antonio Gomes Da Costa,
receptividad, apertura hacia el alumno, estar dispuesto a conocerlo y comprenderlo respetando su intimidad, su privacidad. reciprocidad no basta con estar expectante, sino también en responder con actitudes, con palabras, con gestos, compromiso que es la responsabilidad que se asume en relación con el otro, en este caso con el alumno.
De esta manera se aprende a dialogar, y a generar vínculos no sólo con quiénes comparto gustos e ideas, sino también con aquellos cuya postura ante la vida es distinta, quizá opuesta a la mía y con quien tengo que convivir cotidianamente y muchas veces compartir tareas. Esto nos remite a la solidaridad: otro "contenido fundamental", que también se aprende y ejercita en la escuela en general y en la secundaria en especial. En pocas etapas de la vida se es tan solidario como cuando se es adolescente. La solidaridad es lo que me compromete como SUJETO con
el “OTRO” también SUJETO. Pero para llegar a ser solidario se sigue un proceso; en el que hay momentos en los que el niño / adolescente suele homologar solidaridad con complicidad, pero esto es una etapa, un momento de ese proceso en la vida de nuestros jóvenes estudiantes. Considerar y analizar estas situaciones facilitada mediante, el diálogo y la reflexión con la intervención del adulto responsable, permite pasar de la complicidad (indiscriminación y anomia) a la solidaridad (compartir con otro u otros conformando una red, un colectivo) cuyo objetivo es el bien común.
¿Qué significa aprendizaje de la convivencia? En realidad, se trata de un doble aprendizaje. En primer lugar, la convivencia se aprende. Es más, es un duro y prolongado -hasta podríamos decir, interminable- aprendizaje en la vida de todo sujeto, pues:
sólo se aprende a partir de la experiencia. sólo se aprende si se convierte en una necesidad. sólo se aprende si se logran cambios duraderos en la conducta, que permitan hacer una adaptación activa al entorno personal y social de cada uno.
Por otra parte, la convivencia enseña. De ella se aprenden contenidos actitudinales, disposiciones frente a la vida y al mundo que posibilitan el aprendizaje de otros contenidos conceptuales y procedimentales.
Cuento: Latormenta Se armó un gran revuelo cuando se anunció que finalmente estaba a punto de suceder lo que todos habían temido por años: la tormenta en el vaso de agua. Los meteorólogos afirmaban que según todos los modelos de predicción más sofisticados la tormenta parecía dirigirse hacia el vaso. Aún estaba en el piso, cerca de una mesa, pero parecía tener intenciones de subir por una de las patas. Un científico de Oslo propuso que se serrucharan todas las patas para bloquearle el paso a la tormenta. Sin embargo, otro científico adujo que esto no resolvería el problema, que por el contrario, al no haber patas que escalar, la tormenta llegaría con más facilidad al vaso. Un tercer científico propuso llenar el camino de vasos vacíos para que la tormenta se debilitara; sin embargo, esta posible solución fue descartada porque otro científico, que había ganado el premio Nobel de física con su teoría sobre los vacíos inconexos, argumentó que los vasos simplemente fortalecerían la tormenta. A nadie se le ocurrió, sin embargo, mover el vaso de lugar.
Los valores constituyen un proyecto compartido que da sentido y orienta la formación de actitudes en la escuela. La escuela espera de sus actores una serie de comportamientos adecuados a los valores que inspiran el proyecto educativo. Para ello deben incorporarse normas. La meta máxima será que éstas sean aceptadas por todos los actores como reglas básicas del funcionamiento institucional, que se comprenda que son necesarios para organizar la vida colectiva. Si esto se logra, se logró la interiorización de las normas. ¿Cómo se aprende la convivencia?
La responsabilidad es de todos fomentemos en nuestra todos estos valores para la paz
Para aprender a convivir deben cumplirse determinadas procesos, que por ser constitutivos de toda convivencia democrática, su ausencia dificulta (y obstruye) su construcción; simplemente las enumero, pues serán desarrolladas más adelante.
Interactuar (intercambiar acciones con otro /s)), interrelacionarse; (establecer vínculos que implican reciprocidad) dialogar (fundamentalmente ESCUCHAR, también hablar con otro /s) participar (actuar con otro /s) comprometerse (asumir responsablemente las acciones con otro /s) compartir propuestas. discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s) disentir (aceptar que mis ideas – o las del otro /s pueden ser diferentes).
La Unión Hace la Fuerza
Revista Innovacion educativa
IED