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ENTREVISTA CON NUESTRO OBISPO MICHAEL MULVEY
El Obispo Michael Mulvey, asistió recientemente a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal y le pedimos nos comentara ¿cuál había sido su impresión sobre los jóvenes?
Obispo Mulvey: La Jornada Mundial de la Juventud fue una experiencia única. El ambiente de Lisboa, la gran cantidad de jóvenes, contagiando su alegría, inclusive al caminar por las calles, fue para mí un momento que me confirma verdaderamente y me anima a decir; que la Iglesia está viva. Al finalizar la Jornada, alguien me preguntó: “¿Crees que hay esperanza para la Iglesia?” Y no pude decir nada más que “¡Absolutamente!”
Tan solo el domingo, se calculó que había por lo menos 1.6 millones de personas, provenientes de todas partes: de África, de Asia, de Latinoamérica, de toda Europa y de Norteamérica. Ha sido una impresión maravillosa que recordaré siempre. Los mismos jóvenes revelaron el mensaje de Jesucristo a través de su música, su danza y sus expresiones artísticas. En verdad, si observas cualquier parte de la Jornada Mundial de la Juventud te darás cuenta de lo que fue. Hubo momentos de oración, de adoración, y de silencio. ¿Puedes imaginar a más de un millón de jóvenes extasiados, frente a la exposición del Santísimo Sacramento? Casi te asustaba, porque el silencio hablaba por sí mismo. Existe una profundidad particular, en cada ser humano y los jóvenes tienen esa misma profundidad. Es probable que muchas de las personas que lean este artículo, piensen que han sido entrenadas para guardar silencio en la escuela o durante un retiro. Sin embargo, hubo momentos durante la Jornada Mundial de la Juventud, en la que nadie les instruyó a cerca de guardar silencio durante la elevación de la Eucaristía, era simplemente que la solemnidad del momento se develaba sobre el Altar y todos cayeron de rodillas en silencio. Esto demuestra el profundo significado que la adoración tiene en su vida y el estar reunidos en gran número les dio valor para enseñarlo. Ho y en día, debemos acompañar a los jóvenes de otra manera: no podemos simplemente instruirlos para que crean esto o aquello. Más bien, necesitamos ofrecerles nuevas oportunidades para acompañarlos. Ya no funciona la manera de enseñar en un salón de clases. Debemos tener momentos de oración y adoración juvenil en las Parroquias, para enseñarles a encontrar la verdad de Dios en el interior de cada uno de ellos y a través del servicio a los demás.
Esto concuerda con los hallazgos del Informe “Springtide” sobre Juventud y Religión del 2020. ¡Muchos jóvenes dijeron que nadie se acercó a ellos durante la pandemia! Cuando lo que más anhelan son relaciones. ¿Qué tenemos que cambiar para acompañarlos?
Obispo Mulvey: En la JMJ pasé un día entero con nuestro pequeño grupo de 25 personas. Entre otras cosas, acordamos ir a ver una exhibición sobre la Madre Teresa en una iglesia. Me dijeron que estaba a sólo cuatro millas de distancia, así que me dije: “Bueno, puedo recorrer cuatro millas”. ¡Pero lo que no me dijeron es que tendría que subir hasta llegar a la sima, de la colina con interminables tramos de escaleras! Entonces comencé a caminar y a reírme con ellos, a rezar el rosario y a conversar con ellos.
Todo se convirtió en un placer, porque al caminar con ellos; nos hicimos familia. Creo que – como clérigos y como laicos – deberíamos aprender a ser familia con los jóvenes porque desafortunadamente, muchas veces, eso es lo que les falta. Algunos no conocen la calidez de una familia o de una buena amistad. Caminando con ellos en la vida cotidiana con ese espíritu, podemos comprender sus alegrías, sus tristezas y miedos; hay que escucharlos. Creo que escuchar es fundamental en esta nueva forma de acercarse a los jóvenes y ayudarlos a encontrar a Jesús. Porque eso es lo que hizo Jesús: caminaba junto a la gente y los escuchaba, antes de empezar a hablar.
Esa es una hermosa imagen de lo que puede ser el acompañamiento. El estudio (Springtide) también encontró que a menudo los jóvenes, no confían en las instituciones religiosas, incluso cuando los jóvenes consideran ser más espirituales que en años anteriores. ¿Cómo pueden las parroquias llegar a estos jóvenes?
Obispo Mulvey: ¡Deja de ser una institución! Jesús no formó una institución; formó apóstoles para estar con la gente. Yo les diría a todos, familias, sacerdotes, diáconos, religiosos y catequistas: formen relaciones – amistades – familia.
Nuestra teología se basa en que Dios es amor, y lo es, en una relación de amor entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesús vino a compartir con nosotros ese amor de Dios, que se expresa en el amor a Dios y al prójimo. Necesitamos aprender a construir relaciones que reflejen quién es Dios.
Una vez que aprendamos a dirigir nuestra evangelización, construyendo relaciones de confianza, apertura y vulnerabilidad con los jóvenes, ellos serán más abiertos. Después que subimos la montaña en Lisboa ese día, estábamos tan cansados que dije: “Busquemos una cafetería, y corre por mi cuenta”. Nos sentamos y mientras comíamos, conversamos por un largo rato. Necesitamos reajustar nuestras prioridades, dedicar más tiempo a los jóvenes – a la gente en general – y centrarnos menos en formalidades. El mensaje de Jesús también puede transmitirse cuando nos sentamos y hablamos unos con otros.
En el cr istianismo siempre estamos recordando. En la Eucaristía vivimos el recuerdo de un suceso increíble, de igual manera, tenemos que construir esos recuerdos juntos, ya sea en una caminata o en un proyecto parroquial o de comunidad. Pero especialmente cuando nos reunimos alrededor de la Eucaristía en la Misa y recordamos el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.
Uno de los mensajes centrales del Papa en la ceremonia de bienvenida fue: “Dios te ama como eres, tal como eres ahora”. ¿Qué significa eso para nuestro ministerio?
Obispo Mulvey: “Dios te ama tal como eres” es una afirmación concreta, pero necesitamos comprender su significado. Dios me ama tal como soy, que mensaje tan necesario; es un mensaje liberador que le da sentido a mi vida. ¡Soy amado; soy un hijo, una hija de Dios! La cuestión es que creemos vivir en un mundo al estilo Hollywood, donde se intenta ser lo que no se es. Creo que el primer paso es aprender a ser quien eres. He aquí que padres, catequistas, ministros juveniles y sacerdotes pueden asumir la responsabilidad de ayudar a los jóvenes a aceptarse tal como son.
Lo cual podemos facilitar, si no intentamos decirles quiénes son. Nuestro enfoque catequético a menudo se basa en lo que se debe o no se debe hacer, en materia de moralidad, pero ellos necesitan encontrar sus talentos y su confianza en sí mismos. Necesitan sentirse acogidos porque ahí empieza el acompañamiento. Déjalos ser simples, déjalos ser felices, déjalos ser y se con ellos, quédate con ellos. Necesitamos dar testimonio del amor de Dios hacia cada una de las personas.