El Anzuelo: Noviembre 2019 TODOS ESTAMOS LLAMADOS

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Extractos del mensaje sobre las vocaciones del

OBISPO DAVID M. O’CONNELL, C.M.

‘ Llamados por su nombre: Les daré pastores’

E

n su mensaje para el Día Mundial de Oración por las Vocaciones del 2019, nuestro Santo Padre, el papa Francisco escribió:

El padre Nicolas Dolan, vicario parroquial de la Parroquia San Antonio de Padua, Red Bank, bendice a una mujer durante la Misa de su ordenación en junio del 2018. Por una ventana con la imagen de Jesucristo, el padre Dolan y el padre Michael DeSaye se preparan por su ordenación al sacerdocio. Fotos por Craig Pittelli

La llamada del Señor, por tanto, no es una intromisión de Dios en nuestra libertad; no es una “jaula” o un peso que se nos carga encima. Por el contrario, es la iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto, del que quiere que participemos, mostrándonos en el horizonte un mar más amplio y una pesca sobreabundante. … Se nos pide esa audacia que nos impulse con fuerza a descubrir el proyecto que Dios tiene para nuestra vida. En definitiva, cuando estamos ante el vasto mar de la vocación, no podemos quedarnos a reparar nuestras redes, en la barca que nos da seguridad, sino que debemos fiarnos de la promesa del Señor. ¡Palabras profundas perspicaces! La Iglesia Católica en los Estados Unidos “tira nuestras redes” de nuevo al celebrar la Semana Nacional de las Vocaciones del 3 al 9 de noviembre, 2019. La palabra ‘vocación’ significa ‘un llamado’ y presume que alguien llama y alguien es el llamado. Como católicos, sin duda, nosotros nos identificamos a la persona que llama como Dios mismo. En nuestra fe, creemos que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros y que Dios nos llama, nos invita, a considerar ese plan y, con esperanza, aceptarlo. Diferente que un trabajo, una ‘vocación’ es algo universal que requiere

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de una respuesta libre y dispuesta y un compromiso total al Uno que llama y a lo que nos pide en el llamado. La vida matrimonial y el amor de esposos es ese tipo de vocación. La vida consagrada/religiosa en sus muchas formas es ese tipo de vocación. El estado del laico soltero es ese tipo de vocación. Y el ministerio ordenado como diáconos y sacerdotes es ese tipo de vocación. La Diócesis de Trenton y todas sus parroquias deben fomentar, promover y orar por todos estos tipos de vocaciones – o sea “estados de la vida” como antes las llamábamos – en cada manera posible para que los fieles puedan ver sus vidas como respuestas generosas y amorosas a un Dios generoso y amoroso. Como el obispo de la Diócesis de Trenton, tengo una responsabilidad especial de animar a los jóvenes hombres a considerar una vocación al sacerdocio aunque ciertamente animo una respuesta con la oración y la generosidad a todas las vocaciones mencionadas arribita. Los sacerdotes son, como dice claramente en el Rito de Ordenación a los Ordenes Sagrados, los colaboradores principales del obispo en el servicio ministerial al Pueblo de Dios. Las vocaciones sacerdotales son una prioridad urgente para nuestra Diócesis. Eso no disminuye el compromiso ministerial de tantos hombres y mujeres laicos de ninguna manera. Nuestras parroquias no sobrevivirían sin ellos. Sin embargo, recuerdo a menudo el sentimiento expresado por el papa san Juan Pablo II: sin sacerdotes, no habría la Eucaristía; sin la Eucaristía, no habría Iglesia.


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