CONSOLIDEMOS NUESTRA FE + Felipe Arizmendi Esquivel Obispo de San Cristóbal de Las Casas
INDICE
0. Introducción 1. El fundamento de la fe católica 2. La interpretación de la Biblia por católicos y protestantes 3. El culto a las imágenes 4. El bautismo de los niños 5. El primado de Pedro y de sus sucesores 6. Obispos, sacerdotes y diáconos 7. La institución de la Eucaristía 8. El sacramento de la Reconciliación 9. Sábado o domingo 10.La Virgen María 11.Ecumenismo ante las diferentes denominaciones protestantes 12.Discípulos y misioneros
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INTRODUCCION Algunos datos de la realidad Según el Censo del año 2010, aunque en números reales aumentamos los católicos en México (somos 92.942,489 los que declaramos pertenecer a la Iglesia Católica), su porcentaje sigue descendiendo. En el año de 1950, éramos el 98.21 por ciento; en 1960, el 96.47; en 1970, el 96.17; en 1980, el 92.62; en 1990, el 89.69; en 2000, el 88.22. Ahora, somos sólo el 83.9. Disminuimos en un 4.32%, en relación a la década anterior. En contraparte, en todo el país aumentan los protestantes o evangélicos. En 1950, eran el 1.28 por ciento; en 1960, el 1.65; en 1970, el 1.82; en 1980, el 3.29; en 1990, el 4.89; en 2000, el 5.21; ahora son el 7.6. Lo más preocupante es el aumento de quienes se declaran sin religión. En el año 2000, eran el 3.5; ahora son el 4.6 Por lo que corresponde a Chiapas, el Estado con menor porcentaje de católicos en el país, sucede un fenómeno semejante. Pasamos de ser el 91.2 por ciento en 1970, al 76.9 en 1980; al 67.6 en 1990; al 64.16 en 2000, y al 58.30 en 2010. Los protestantes han ido aumentando de 4.8 por ciento en 1970, al 11.5 en 1980; al 16.3 en 1990; al 22.59 en 2000, y al 27.35 en 2010, cifra inferior a quienes sostienen que son más del 40%. Los que dicen no tener religión, en 1970 eran el 3.5 por ciento; en 1980, el 10.0; en 1990, el 12.7; en 2000, el 12.16; en 2010, el 12.10. En Chiapas hay 4.796,580 habitantes. De ellos, 2.796.685 son católicos (el 58.30% del total de la población); 1.312,873 protestantes o evangélicos de muy diversas denominaciones (el 27.35%). Alarma que 580,690 personas (el 12.10%) se declaran sin religión y 103,107 (el 2.14%) no especifican su creencia, están indefinidos. Profesan otras religiones 2,712 personas (el 0.05%); de religión judaica son sólo 513 (el 0.01%). Resalto que no todos los que dejaron de ser católicos se pasaron al protestantismo, pues nosotros disminuimos en un 5.86%; mientras ellos aumentaron sólo en un 4.76%. Creció significativamente el número de quienes no especificaron su religión: de ser el 0.79% en el año 2000, ahora son el 2.14%. Son los que se quedan en la incertidumbre, en la duda y en la indefinición. A éstos deberíamos buscar más, para ofrecerles -no imponerles- la luz del Evangelio. En la clasificación de protestantes y evangélicos, hay muchas diferencias. En Chiapas, las religiones más numerosas no son las que tienen historia y tradición que arranca de la Reforma, sino las llamadas pentecostales y neopentecostales, que han ido surgiendo en últimos tiempos, subdivisiones unas de otras; tienen 402,602 congregantes (8.39%). Aquí entran Asambleas de Dios, Ejército de Salvación, Iglesia Cristiana, Iglesia de Dios, Iglesia del Evangelio Completo, Iglesia Sólo Cristo Salva, Príncipe de Paz, y un largo etc. Otra gran variedad de congregaciones evangélicas distintas, muchas de reciente fundación, suman 225,935 fieles (4.71%). Los Mormones son 8,501 (0.17%); los de la Luz del Mundo, en nuestro Estado, apenas son 4,875 (0.10%). Las llamadas religiones históricas congregan a 287,945 fieles (el 6.00%); en ellas están anglicanos, bautistas, calvinistas, del Nazareno, luteranos, metodistas y presbiterianos. Una de las confesiones
3 más numerosas es la de los Adventistas del Séptimo Día; ellos solos suman 255,885 (5.33%). Los Testigos de Jehová son 127,130 (2.75%) Estamos en un supermercado de religiones. Pululan por todas partes grupos con líderes de grandes dotes comunicativas y teatrales, como uno originario de Puerto Rico y residente en Miami, que, en forma contradictoria, proclama ser Jesucristo hombre, y al mismo tiempo se dice “anticristo”; pide a sus seguidores que se marquen con el 666, signo apocalíptico de la “bestia”, el gran enemigo de Cristo. Dice que todos, empezando por Pablo y los demás apóstoles, estamos equivocados. ¡Hasta que él llegó, llegó la verdad! ¡Y hay quienes lo siguen! Alejados e ignorantes de su fe original, o decepcionados por algún mal trato, buscan ansiosamente quien les dé ánimo y seguridad. ¿En qué nos cuestiona esta realidad? Estos datos son un fuerte llamado a revisarnos, para ver en qué estamos fallando y por qué no satisfacemos el hambre de Dios que tiene nuestro pueblo. El fenómeno no es sólo chiapaneco ni del sur del país, sino que es nacional, e incluso mundial. Sin embargo, esto no nos excusa para analizar si nuestra pastoral, si nuestro testimonio personal y eclesial tienen que ver con esta disminución creciente de católicos. No podemos seguir culpando de este hecho a una estrategia política y económica norteamericana. No debemos encerrarnos en pensar que todo cuando hacemos como Iglesia está perfectamente bien hecho, sino ser humildes y sinceros y asumir los cambios que debamos plantearnos, para revertir la deserción de creyentes. Pudieron haber influido el descrédito generado por los casos de pederastia clerical y, sobre todo, las deficiencias personales e institucionales. Sin embargo, entre las causas más profundas y estructurales están la desacralización creciente, el materialismo y el hedonismo reinantes, que no toleran que haya un Dios que ofrece un camino de vida plena e indica lo perjudicial que puede ser un pecado. Muchos medios de comunicación fincan su éxito económico en desprestigiar a las instituciones y promueven un liberalismo sexual y económico, donde ellos son los dioses que marcan la ruta, y rechazan cualquier criterio que venga de una religión. Así mismo, aumenta el relativismo, que lleva a que cada quien se haga una religión al gusto. Varios andan de una en otra, inventan una nueva, o se quedan sin nada. Se dejan seducir por nuevos líderes. Entre quienes dejaron de ser católicos, unos optaron por el protestantismo; otros decidieron alejarse de toda práctica religiosa. Algo semejante ha pasado en denominaciones protestantes: varios de sus miembros dejaron una confesión y se pasaron a otra, o se separaron y fundaron otra, o quedaron indiferentes y sin religión explícita. Proliferan los grupúsculos de nuevas religiones, que se subdividen de otras más históricas y formales. Unos se cambian porque no reciben el trato que desearían, tanto en el catolicismo como en el protestantismo; otros se decepcionan por nuestras deficiencias; la mayoría porque les ha engullido el medio ambiente secularista y materialista. ¿Qué buscan quienes cambian de religión? Muchos lo hacen porque tienen hambre y sed de Dios. No se alejan de su iglesia en que nacieron porque sean malos, tengan intereses torcidos, o huyan del compromiso social de la fe, sino porque quieren encontrar más de cerca a Dios. Tienen ansia de algo o Alguien que cure su dolor que les desespera, que llene el vacío que sienten, que les ayude a superar su insatisfacción, que mitigue la angustia y la soledad que les atormenta. Unos, aprisionados por el alcohol y la droga, quieren liberarse y acuden a cualquier centro religioso , de
4 tinte carismático católico o protestante, que le dé consuelo y esperanza, o a uno de tantos nuevos cultos que han surgido, y que fincan su éxito en ofrecer salud y prosperidad. Esto indica que la gente busca a Dios. Aumentan los que se declaran sin religión, pero son más quienes van tras nuevas religiones. Quizá quieren un Dios a su medida. O su Iglesia los deja insatisfechos. O no hemos sabido ofrecerles los enormes tesoros espirituales que tenemos. Una laica colombiana, universitaria, nos dijo a los obispos en Aparecida que les habláramos más de Dios… Un sacerdote de Bogotá afirma que muchos obispos, sacerdotes y religiosas no hablamos de Jesucristo… ¿Qué nos dice todo esto? Iluminación del Magisterio de la Iglesia El Papa Benedicto XVI, en su último viaje a Alemania, dijo: “Desde hace decenios, asistimos a una disminución de la práctica religiosa, constatamos un creciente distanciamiento de una notable parte de los bautizados de la vida de la Iglesia”. Criticó la tendencia a ser “una Iglesia satisfecha de sí misma, que se acomoda en este mundo, es autosuficiente y se adapta a los criterios del mundo, que dé mayor importancia a la organización y a la institucionalización, que a su llamada de estar abierta a Dios y a abrir el mundo hacia el prójimo. Para corresponder a su verdadera tarea, la Iglesia debe hacer una y otra vez hacer el esfuerzo por desprenderse de esta secularización suya y volver a estar de nuevo abierta a Dios”. Lamentó que el cristianismo haya sido “desgraciadamente ensombrecido recientemente por los dolorosos escándalos de los anunciadores de la fe” y que se esconda “la verdadera exigencia cristiana detrás de la ineptitud de sus mensajeros”. Habló de una preocupante crisis de fe. Aunque se refería a su propio país, la amplía a todo Occidente: “Vemos que en nuestro opulento mundo occidental hay carencias. A muchos les falta la experiencia de la bondad de Dios. No encuentran un punto de contacto con las Iglesias institucionales y sus estructuras tradicionales. Pero, ¿por qué? Pienso que ésta es una pregunta sobre la que debemos reflexionar muy seriamente. Permitidme afrontar aquí un aspecto de la específica situación alemana. En Alemania, la Iglesia está organizada de manera óptima. Pero, detrás de las estructuras, ¿hay una fuerza espiritual correspondiente, la fuerza de la fe en el Dios vivo? Debemos decir sinceramente que hay un desfase entre las estructuras y el Espíritu. Y añado: La verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe. Si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será ineficaz… En la historia, algunos finos observadores han señalado frecuentemente que el daño a la Iglesia no lo provocan sus adversarios, sino los cristianos mediocres... La renovación de la Iglesia puede llevarse a cabo solamente mediante la disponibilidad a la conversión y una fe renovada” (24 y 25-IX-2011). Para encarar esta crisis, nos ha convocado a un Año de la Fe, del 11 de octubre de 2012, cincuenta aniversario del inicio del Concilio Vaticano II, al 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Su objetivo será “destacar la belleza y la centralidad de la fe, la exigencia de reforzarla y profundizarla a nivel personal y comunitario”, pues “la misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, hacer memoria de su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra vida… Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo” (16-X-2011).
5 En la Carta apostólica con que nos convoca para este Año de la Fe, advierte: “Sucede hoy con frecuencia que los cristianos se preocupan mucho por las consecuencias sociales, culturales y políticas de su compromiso, al mismo tiempo que siguen considerando la fe como un presupuesto obvio de la vida común. De hecho, este presupuesto no sólo no aparece como tal, sino que incluso con frecuencia es negado. Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas”. Por ello, nos invita “a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo… También hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización, para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe… Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe, para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa… Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia. Al mismo tiempo esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe hacer propio, sobre todo en este Año”. El Papa Juan Pablo II, en su Exhortación sobre La Iglesia en América, nos dice: “Hay que preguntarse si una pastoral orientada de modo casi exclusivo a las necesidades materiales de los destinatarios, no haya terminado por defraudar el hambre de Dios que tienen esos pueblos, dejándolos así en una situación vulnerable ante cualquier oferta supuestamente espiritual. Por eso, es indispensable que todos tengan un contacto con Cristo mediante el anuncio kerigmático gozoso y transformante, especialmente mediante la predicación en la liturgia” (EAm 73). Jesucristo fundó una sola Iglesia, sobre Pedro y sus sucesores (cf Mt 16,18). Su oración insistente es que todos sus discípulos vivamos unidos, para que el mundo crea (Jn 17,21). Y la prueba por excelencia de que somos de los suyos es que nos amamos como hermanos (cf Jn 13,35). Sin embargo, ya desde el inicio aparecen las divisiones internas en las comunidades cristianas (cf 1 Cor 1,10-13). Esto no es un consuelo, sino un reto. Dios no quiere esta multiplicación dispersa y excluyente, sino la unidad en su Iglesia, lo que no contradice la diversidad de matices y carismas. Jesucristo nos dejó en su Iglesia una fuente exuberante de vida eterna, que sacia nuestra hambre y sed de eternidad y trascendencia. Si estamos convencidos de que El es el único Camino, el único Salvador, la única Vida, la única Verdad, contagiaremos siempre esta convicción que da sentido y plenitud a nuestra vida y vocación. Que no busquen en otras fuentes lo que nosotros tenemos en abundancia. Dice el Papa Benedicto XVI: “Jesús es la Palabra viva de Dios. Cuando enseñaba, la gente reconocía en sus palabras la misma autoridad divina, sentía la cercanía del Señor, su amor misericordioso, y alababa a Dios. En toda época y en todo lugar, quien tiene la gracia de conocer a Jesús, especialmente a través de la lectura del santo Evangelio, queda fascinado con él, reconociendo que en su predicación, en sus gestos, en su Persona, él nos revela el verdadero rostro de Dios, y al mismo tiempo nos revela a nosotros mismos, nos hace sentir la alegría de ser hijos del Padre que está en el cielo, indicándonos la base sólida sobre la cual debemos edificar nuestra vida.
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Pero a menudo el hombre no construye su obrar, su existencia, sobre esta identidad, y prefiere las arenas de las ideologías, del poder, del éxito y del dinero, pensando encontrar en ellos estabilidad y la respuesta a la insuprimible demanda de felicidad y de plenitud que lleva en su alma. ¡Cristo es la roca de nuestra vida! El es la Palabra eterna y definitiva que no hace temer ningún tipo de adversidad, de dificultad, de molestia… Os exhorto a dedicar tiempo cada día a la Palabra de Dios, a alimentaros de ella, a meditarla continuamente. Es una ayuda preciosa también para evitar un activismo superficial, que puede satisfacer por un momento el orgullo, pero que al final nos deja vacíos e insatisfechos” (6-III-2011). Defender y consolidar nuestra fe no tiene como objeto pelear con hermanos creyentes en Cristo que no son católicos, pues Jesucristo nos insiste en que debemos amarnos y ora a su Padre por la unidad de sus discípulos (cf Jn 17,21). Al respecto, dice el Papa Benedicto XVI: “La búsqueda del restablecimiento de la unidad entre los cristianos divididos no puede reducirse a un reconocimiento de las diferencias recíprocas y a la consecución de una convivencia pacífica; lo que anhelamos es la unidad por la que Cristo mismo oró y que por su naturaleza se manifiesta en la comunión de la fe, de los sacramentos, del ministerio. El camino hacia esta unidad se debe percibir como imperativo moral, respuesta a una llamada precisa del Señor. Por eso es necesario vencer la tentación de la resignación y del pesimismo, que es falta de confianza en el poder del Espíritu Santo” (25-I-2011). Y advierte con toda claridad: “Toda división en la Iglesia es una ofensa a Cristo; y, al mismo tiempo, es siempre en él, única Cabeza y único Señor, en quien podemos volvernos a encontrar unidos, por la fuerza inagotable de su gracia”. Por ello, “nuestro deber es proseguir con pasión el camino hacia esta meta (la unidad) con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el patrimonio teológico, litúrgico y espiritual común; con el reconocimiento recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo, con la conversión del corazón y con la oración” (23-I-2011). Desde abril de 1988, el episcopado mexicano, en su asamblea realizada en el Seminario de Toluca, donde en ese tiempo yo era rector, analizó el tema e hizo una declaración titulada: “La Iglesia ante los nuevos grupos religiosos”. Hace 23 años ya preocupaba el asunto y tanto su análisis como sus propuestas pastorales siguen siendo válidas. Dice el documento del episcopado mexicano: “La presencia de nuevos grupos religiosos que proliferan y se desarrollan en nuestra patria, no es exclusivo de México, ni algo que tan sólo afecte a la Iglesia Católica. Es un fenómeno mundial”. Señalan como causas externas: “El patrocinio de grupos e instituciones, tanto extranjeras como del país, movidas a veces por fines económicos, políticos e ideológicos… Múltiples carencias de todo tipo, que propician angustias e inseguridad en nuestro pueblo, ocasión que aprovechan los nuevos grupos religiosos ofreciendo satisfactores y ayudas. Los medios de comunicación social, con patrones de conducta ajenos muchas veces a la cultura de nuestro pueblo en sus raíces católicas”. Lo más preocupante son los “elementos causales desde el interior mismo de la Iglesia: Una insuficiente instrucción religiosa de gran parte de nuestro pueblo, la cual conduce a la ignorancia de la fe; por lo que una porción del Pueblo de Dios queda indefensa ante la acción proselitista. El abandono en que se encuentran algunas comunidades, sobre todo en regiones rurales y suburbanas. Un ecumenismo llevado a la práctica en forma equivocada o ingenua. Un ansia de contacto con la Palabra de Dios, que impulsa a muchos a satisfacerla en el fundamentalismo. La
7 insuficiencia de agentes de pastoral. Un laicado que no ha sido suficientemente incorporado a la tarea evangelizadora. Deficiencias de los agentes de pastoral en su testimonio cristiano y en su trato con la gente. Atención personal que parece inadecuada. Algunos métodos pastorales que no logran una relación personal desmasificante. La necesidad que tiene el pueblo de una auténtica experiencia de Dios y de una liturgia viva y participativa, que a veces no se encuentra en el culto, tal como lo celebramos”. En Aparecida, expresamos al respecto: “Según nuestra experiencia pastoral, muchas veces, la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos ‘no católicos’ creen, sino, fundamentalmente, por lo que ellos viven; no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos de nuestra Iglesia. Esperan encontrar respuestas a sus inquietudes. Buscan, no sin serios peligros, responder a algunas aspiraciones que quizás no han encontrado, como debería ser, en la Iglesia” (DA 225). ¿Qué hacer ante esta realidad? Analicemos nuestras fallas y revisemos qué encuentran las personas en otras religiones, pues en nuestra Iglesia tenemos todo lo que podrían necesitar, y mucho más. Incrementemos la formación religiosa, cimentada en la Palabra de Dios, no sólo para responder a los ataques, sino para que sea el camino hacia un encuentro vivo con Jesucristo, presente en la Eucaristía. No demos más importancia y tiempo a los análisis de la realidad y a diferentes actividades de pastoral social, como la preocupación por la tierra y el calentamiento global, dejando en un lugar relegado la oración, la lectura orante de la Palabra de Dios, la confesión sacramental, la Misa y la adoración eucarística, sino que centrémonos más en esta espiritualidad, y a partir de ella abordemos la dimensión social de nuestra fe. Debemos promover que los fieles no sólo conozcan más su fe, sino que se conviertan en misioneros dinámicos y evangelizadores creativos, para llegar a tantas partes a donde no llegamos. Hay que incrementar la pastoral vocacional, para que haya más sacerdotes, religiosas, misioneros y misioneras, consagrados y laicos, dedicados a la evangelización integral, para que los pueblos tengan vida plena en Cristo. Cada quien procure profundizar su fe, conocer y saborear la Sagrada Escritura, orar con ella y moldear bajo su luz la vida familiar, social, política, laboral y festiva, amar y respetar a quienes profesan otra creencia, gustar los sacramentos y la Eucaristía, llenarse de una pasión misionera por contagiar a otros de su adhesión a Jesucristo. Los obispos mexicanos, en el documento citado, nos proponen: “Partir siempre de la realidad, asumiendo las angustias y esperanzas de nuestro pueblo y promoviendo una auténtica piedad popular, que satisfaga su hambre de Dios y su ansia de espiritualidad. Insistir en los contenidos esenciales de nuestra fe católica. Promover la participación de todos en la tarea evangelizadora, con especial atención a los laicos, destacando la importancia de la familia y el papel de la mujer en esta tarea. Renovar la parroquia como comunidad. Cultivar pequeñas comunidades eclesiales, donde todos y cada uno experimenten cercanía y fraternidad. No dejarse desalentar, frente al grave problema de las divisiones; se trata de un problema que siempre ha acompañado a la Iglesia (cf 1
8 Cor 1,11-13). Seguir adelante con ánimo. Si en el pasado la Iglesia logró superar tantas dificultades, lo mismo sucederá ahora”. En Aparecida, asumimos este compromiso: “Hemos de reforzar en nuestra Iglesia cuatro ejes: a) La experiencia religiosa. En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio de vida integral. b) La vivencia comunitaria. Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y entrega en y por la Iglesia. c) La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su experiencia religiosa. En este camino, acentuadamente vivencial y comunitario, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual, personal y comunitario. d) El compromiso misionero de toda la comunidad. Ella sale al encuentro de los alejados, se interesa por su situación, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella” (DA 226). “Hoy se hace necesario rehabilitar la auténtica apologética que hacían los padres de la Iglesia como explicación de la fe. La apologética no tiene por qué ser negativa o meramente defensiva per se. Implica, más bien, la capacidad de decir lo que está en nuestras mentes y corazones de forma clara y convincente, como dice san Pablo ‘haciendo la verdad en la caridad’ (Ef 4,15). Los discípulos y misioneros de Cristo de hoy necesitan, más que nunca, una apologética renovada para que todos puedan tener vida en Él” (DA 229). Apasionémonos más por Jesucristo y contagiemos a otros de nuestra fe. No aduzcamos de nuevo, para justificarnos, las razones ya consabidas a la creciente deserción de creyentes, para seguir siendo y haciendo lo mismo de siempre, sino convirtámonos personal y pastoralmente. No nos hagamos sordos a los signos de los tiempos, en los cuales el Espíritu nos puede estar invitando a una renovación eclesial. Que el mismo Espíritu nos ilumine y fortalezca, para responder a estos retos. Que el Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, sea ocasión para consolidar nuestra fe en lo personal, en la familia y en la sociedad. Apoyo metodológico Ofrezco esta ayuda pedagógica para profundizar nuestra fe católica, consolidarnos en ella, capacitarnos para responder a los retos que el proselitismo de otros grupos religiosos plantea, y así ser discípulos convencidos de Jesucristo y misioneros creativos, para que nuestros pueblos en El tengan vida. Escogí sólo algunos de los temas que ordinariamente son más cuestionados.
9 Se puede leer este folleto en forma personal, analizar todos y cada uno de los textos bíblicos, o seleccionar algunos, pero sobre todo meditar y orar con ellos, hablarle al Señor desde lo que siente el corazón, para que el conocimiento de nuestra fe nos lleve a un encuentro personal con El. También se sugiere formar un grupo, sea con familiares, amigos y vecinos, sea con otras personas que quieran profundizar más en su fe. Para este estudio en grupos, con su indispensables tiempos de oración, se proponen esquemas para sesiones de una hora y media aproximadamente. Algunas partes de la sesión se pueden hacer en plenario, o también distribuir su contenido para que lo trabajen en pequeños grupos y luego den su palabra y expongan sus dudas en plenario. El orden de los esquemas se puede cambiar; los temas se pueden presentar en forma dinámica, con dibujos, carteles o un power point; los cantos se pueden variar. Esto es sólo, pues, una propuesta metodológica. Que el Espíritu Santo nos ilumine para que el mensaje de la Palabra de Dios llegue al corazón.
+ Felipe Arizmendi Esquivel Obispo de San Cristóbal de Las Casas
1. FUNDAMENTO DE LA FE CATÓLICA
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1. Canto inicial: Juntos como hermanos, miembros de una Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor. 2. Oración inicial: Padre nuestro… Ave María… Gloria al Padre… 3. Introducción: Sean bienvenidos a este grupo de estudio y reflexión, de oración y de hermandad. Vamos a tratar de conocer más a fondo los cimientos de nuestra fe católica, para que estemos más firmes en ella y no la cambiemos por falta de conocimiento. Todos deben traer su Biblia, porque nuestra fe se basa en la Palabra de Dios, que se ha transmitido fielmente de generación en generación en la Iglesia Católica. Esta Palabra de Dios en parte está en la Biblia, y en parte nos ha llegado por la tradición eclesial. Pero no sólo nos reunimos para estudiar, sino sobre todo para reflexionar qué nos dice el Señor en su Revelación, cuál es el camino que nos señala para nuestra vida, cuál es su voluntad, qué espera de nosotros. También nos reunimos para hablar con Dios en oración personal y comunitaria, tanto con palabras que tomaremos de los Salmos, inspirados por El, como con palabras o sentimientos que nacen del corazón. 4. Lectura bíblica: Hebreos 1,1-4. Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) Nuestra fe tiene su centro en que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el misterio de la Santísima
b) c) d) e)
Trinidad. Nunca lo podremos entender, sino sólo aceptar en fe porque así nos lo reveló Jesucristo: Mt 28,16-20. Es el mismo testimonio que da San Pablo: Rom 8,14-17; 2 Cor 13,13. Dios Padre se nos ha revelado en Cristo: Jn 3,16-18; Gál 4,4-7. El amor del Padre se nos manifiesta, por el Espíritu Santo, en la entrega de Cristo hasta dar la vida por nosotros: Rom 5,5-11; 8,31-39. Debemos centrar nuestra fe en Cristo. El es el Salvador y Redentor; único Mediador entre Dios y nosotros: 1 Tim 2,5-6. Quién es Jesucristo: Jesús es el camino, la verdad, la vida, la luz, la salvación, la revelación definitiva. Es el Verbo encarnado, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero. Es el centro, el cimiento y el culmen de la humanidad. Es el punto de referencia para saber qué da vida y qué da muerte. Es quien ha creado y quien sostiene todo lo visible y lo invisible, en el cielo y en la tierra. Es la encarnación del amor misericordioso del Padre. Es quien nos amó hasta el extremo de dar su vida para que tengamos vida. Quiso quedarse entre nosotros para siempre, sobre todo en la Eucaristía. Jesús es hombre, nazareno, hijo de María, carpintero, pero sobre todo es Dios: Jn 1,1-4.18; 8,2427; 20,28. Le ponen por nombre “Emmanuel”, que quiere decir: Dios con nosotros: Mt 1,22-23.
11 Los judíos lo persiguen y lo matan porque se considera Dios: Jn 5,18. Jesús se declara Dios: Jn 14,1. San Pablo es un apasionado por Cristo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales, en los cielos, en Cristo” (Ef 1,3). “El es imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación… El es también la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia… Dios tuvo a bien hacer residir en El toda la Plenitud” (Col 1,15.18-19). “Hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Tim 2,5). “Para mí la vida es Cristo” (Filp 1,21). “Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo” (Ib 3,7-8). “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Ib 4,13). “Vivo, pero no soy yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2,20). “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,35.38-39). Por eso, quiere que todos conozcan y acepten a Jesús: “Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Ib 10,9). “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios… No quise saber entre ustedes sino a Jesucristo, y éste crucificado” (1 Cor 1,23-24; 2,2). “¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio!” (Ib 9,16). “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos de ustedes por Jesús” (2 Cor 4,5). “Sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en ustedes” (Gál 4,19). “A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo” (Ef 3,8)… “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo” (Ib 4,13). f) Jesucristo quiso dejar en su lugar a Pedro y a sus sucesores: Jn 21,15-17; Mt 16,18; Lc 22,32. Por
tanto, el criterio para saber cuál es la Iglesia de Cristo, la verdadera, es dónde está Pedro y su sucesor, que es el Papa, llamado también Romano Pontífice, Vicario de Cristo, Santo Padre. g) Junto con Pedro, dejó también encargada su Iglesia a sus apóstoles: Mc 3,13-19; Lc 6,12-16; 10,16; Mt 10,1-4; 28,18-20; Mc 16,15-16; Hech 1,8; 2,4; 4,10-12; 20,28-32 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, como respuesta a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Desde nuestro bautismo, todos estamos llamados a ser discípulos y misioneros de Jesús. ¿Qué puedes hacer para que otras personas conozcan y aprecien esta Palabra de Dios? ¿Qué puedes hacer para que las personas que se han alejado de la Iglesia Católica reciban este mensaje? 8. Canto final:
12 A edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia del Señor, hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame, a edificar la Iglesia del Señor.
2. LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA POR CATÓLICOS Y PROTESTANTES
1. Canto inicial: Tu Palabra me da vida, confío en ti, Señor. Tu Palabra es eterna, en ella esperaré. 2. Oración inicial: Del Salmo 119 (118), 145-152 Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras. Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.
3. Introducción: La palabra Biblia viene del idioma griego y significa libros, en plural. No es, por tanto, un solo libro, sino que tiene 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Unos son más largos, otros muy pequeños; pero aunque sean de una página, se les llama “libros”. En muchas biblias protestantes faltan algunos libros del Antiguo Testamento: 1 y 2 de Macabeos, Judith, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc. Sólo las ecuménicas sí los tienen.
13 Las partes más antiguas del Antiguo Testamento se empezaron a escribir como 1,300 años antes de Jesucristo; pero fue poco a poco que se fue poniendo por escrito la historia de la salvación en el pueblo de Israel. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, fueron muchos los autores humanos, cada cual con su propio estilo y su cultura, que pusieron por escrito los acontecimientos y las palabras recibidas de Dios. Todavía unos 50 años antes del nacimiento de Cristo, se escribieron algunos, como el libro de la Sabiduría. Los libros del Nuevo Testamento fueron escritos entre el año 50 después de Cristo y finales del siglo I. El primer escrito es la Primera Carta a los Tesalonicenses, que fue redactada en torno al año 50. Los Evangelios se escribieron: el de Marcos, por el año 64; los de Mateo y Lucas, antes del año 70; el de Juan, a fines del siglo I. Según los protestantes, la Revelación de Dios está sólo en la Biblia; los católicos creemos que no está sólo en la Biblia, sino que se nos ha transmitido también por la tradición de la Iglesia. Como ha enseñado el Concilio Vaticano II, en su Constitución sobre la Divina Revelación, y lo ha remarcado el Papa Benedicto XVI en su Exhortación Postsinodal sobre La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, Dios ha hablado de muchas maneras; una parte de su Palabra está escrita en la Biblia; pero otra se ha transmitido de generación en generación, por la Iglesia instituida por Jesús, con la guía del Espíritu Santo. No somos una religión del Libro, sino de la Palabra. ¿Cómo sostenemos que esto sea verdad? 4. Lectura bíblica: 2 Tim 4,1-5 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) No todo lo que Jesús hizo y enseñó está en la Biblia: Jn 21,25. b) Después de su resurrección, durante cuarenta días Jesús estuvo hablando con sus apóstoles sobre el Reino de Dios (Hech 1,3), y todo eso que les enseñó no está escrito en la Biblia. ¿Acaso eso no es Palabra de Dios? c) Jesús nada escribió, sino que El es la Palabra (Jn 1,1-5.14). Ordenó a sus apóstoles que predicaran la Palabra de Dios, que proclamaran la Buena Nueva (Mt 28,18-20; Mc 16,15.20). No les pidió que escribieran; y la mayoría no escribió nada. Su predicación es verdadera Palabra de Dios, pues la recibieron de Jesucristo, pero no todo lo que predicaron quedó escrito en la Biblia, sino que llegó a nosotros por la tradición fielmente trasmitida en la Iglesia a través de los siglos. d) Lucas y Pablo, que no convivieron físicamente con Jesús, ni escucharon su predicación, dicen que investigaron con cuidado lo que había pasado, para transmitírnoslo fielmente: Lc 1,1-4; Hech 1,1; 2 Tes 2,15; 1 Cor 15,1-11. Escribieron sólo algo de lo que habían escuchado a algunos apóstoles, pero no consta que hayan escuchado a todos. e) Sin embargo, desde el principio ha habido engañadores: Hech 20,28-32; Gál 1,6-10; Col 2,4-8; 1 Tim 4,1-2. Por eso, San Pablo exhorta a Timoteo a mantenerse firme en la verdad y no dejarse engañar por falsos maestros: 1 Tim 6,13-14; 2 Tim 4,1-5. f) Los protestantes dicen que el Espíritu Santo ilumina a cada persona para interpretar la Escritura; sin embargo, San Pedro dice que no puede haber una interpretación privada de la Palabra de Dios, pues se puede caer en equivocaciones: 2 Pedr 1,19-20. Así ha pasado con algunas falsas interpretaciones sobre escritos de San Pablo: 2 Pedr 3,15-17. g) El apóstol Juan es muy claro: “Hermanos míos, no se dejen llevar de cualquier espíritu, sino examinen toda inspiración para ver si viene de Dios, pues han surgido por el mundo muchos falsos profetas. La presencia del Espíritu de Dios la pueden conocer en esto: Todo aquel que reconoce a Jesucristo, Palabra de Dios, hecha hombre, es de Dios. Todo aquel que no reconoce a Jesús, no es de Dios, sino que su espíritu es del anticristo. De éste han oído decir que ha de venir; pues bien, ya está en el mundo” (1 Jn 4,1-3). “¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el
14 Hijo de Dios… Dios nos ha dado la vida eterna y esa vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo, no tiene la vida” (1 Jn 5,5.11-12). h) Para los católicos, la interpretación segura de lo que en verdad dice la Palabra de Dios, es el Magisterio de la Iglesia; es decir, lo que enseñan autorizadamente el Papa y los Obispos que están en común unión con él. Así lo quiso Jesús y así estableció su Iglesia: Mt 10,40; 16,18-19; Lc 10,16; 22,31-32; Jn 21,15-17. i) Por no tener una autoridad segura y universal que interprete la Palabra de Dios, han surgido y seguirán surgiendo miles de grupos y de sectas, pues cada quien dice que su interpretación de la Biblia es la única que vale. Cada día se subdividen más y más, lo cual es contrario a la voluntad de Cristo, que quiere que todos seamos una sola Iglesia: Mt 16,18; Jn 17,21. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, como respuesta a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Muchos católicos desconocen lo que hoy hemos estudiado y reflexionado. Quizá algunos de tu propia familia estén en esa situación. ¿Qué puedes hacer para compartirles la vivencia de hoy? ¿Qué puedes hacer para que quienes han cambiado de religión, vuelvan a la Iglesia Católica? 8. Canto final: Por ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo, Señor.
3. EL CULTO A LAS IMÁGENES 1. Canto inicial: Juntos cantando la alegría de vernos unidos en la fe y el amor. Juntos sintiendo en nuestras vidas la alegre presencia del Señor. 2. Oración inicial: Del Salmo 8: Majestad del Señor y grandeza del ser humano Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos,
15 para reprimir al adversario y al rebelde. Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos; la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por las aguas. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
3. Introducción: Los protestantes atacan a los católicos diciendo que somos idólatras, que adoramos a las imágenes, siendo que Dios prohibió hacer imágenes y darles culto. En efecto, en la Biblia hay muchas partes en que Dios ordena a los israelitas no hacer imágenes de dioses, pues el Señor es único y no hay más dioses que El. En las culturas vecinas a Israel, era muy común que los pueblos tuvieran ídolos, como si fueran verdaderos dioses, y eso era lo que el Señor quería impedir. Pero, en realidad ¿los católicos somos idólatras? ¿Dios prohíbe en verdad hacer imágenes y darles culto? Veamos estos puntos con detalle en la misma Biblia. Nota: Como este tema es muy largo, se puede organizar en dos sesiones distintas. 4. Lectura bíblica: Mc 12,28-34 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) En Ex 20,3-5 aparece la prohibición de hacer imágenes y darles culto; pero hay que entenderla en el contexto histórico y bíblico. La gente era muy dada a hacerse dioses a su gusto, a su medida, incluso según sus pasiones; un ejemplo es cuando Moisés no aparecía porque estaba hablando con Dios en el Sinaí, la gente exigió a Aarón que le hiciera el becerro de oro, como si fuera su dios: Ex 32,1-35. b) Dios mismo nos hizo a su imagen y semejanza: Gén 1,26-27. Si Dios nos hizo ser su imagen, debemos respetarlo en los demás, que son imágenes vivas de Dios. Todos somos imágenes de Dios; por ello, El nos invita a que seamos santos, como El es santo: Lv 11,44-45; 19,2; 20,26; 1 Cor 1,2; Ef 1,1.4; Filip 4,21-22; 1 Pedr 1,15-16. c) San Pablo llama “santos” a los fieles creyentes: Rom 1,7; 1 Cor 16,1; Col 1,3-4.12. Se considera a sí mismo como santo: “A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo” (Ef 3,8). En los Hechos de los Apóstoles se dice que Pedro fue “a visitar a los santos que vivían en Lida” (Hech 9,32). d) Dios mismo ordenó a Moisés hacer imágenes de querubines (Ex 25,18-20) y hasta de una serpiente (Núm 21,4-9). ¿Cómo entender que en Ex 20 prohíbe hacer imágenes y en Ex 25 y Núm 21 ordena
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hacerlas? ¿Dios se contradice a sí mismo? No; Dios no puede contradecirse. ¿Cómo se explica entonces esta aparente contradicción en Dios? Lo que Dios prohíbe es que consideremos dioses a las imágenes, que las adoremos como si fueran dioses. Eso sí está prohibido, pues entonces serían ídolos, falsos dioses. La razón que Dios da para prohibir las imágenes y que se les dé culto, es que El es el único Dios y no hay más. Y Dios prohíbe adorar a los ídolos, como consta en toda la Biblia; por ejemplo, en el Salmo 115 (113 B),3-9. El templo que construyó Salomón por orden de Dios, tenía grabadas varias figuras, como querubines, palmeras, calabazas, capullos abiertos, leones, bueyes: 1 Rey 6,18.23-29; 7,29.36. Esas figuras no son dioses, no son ídolos. Los católicos no veneramos nuestras imágenes como si fueran dioses; si las consideráramos dioses, entonces sí seríamos idólatras. No son dioses, sino sólo representaciones, recuerdos, símbolos de Dios, de la Virgen y de los Santos, que las respetamos y veneramos para que nos ayuden a acercarnos más a Dios. Las imágenes no nos salvan, sino que nuestro único Salvador es Jesucristo, pero él quiso tomar un rostro, una imagen física concreta, para acercarse a nosotros. La imagen de Jesús Crucificado no es un ídolo, sino como un recuerdo que nos ayuda a estar cerca de El. Las imágenes son como una fotografía, como un dibujo, pero no son dioses; por tanto, no son ídolos y no somos idólatras. Jn 1,1.14: En el principio, la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios… Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único. Jn 1,18: A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado. Jn 14,9: Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. 1 Jn 1,1-3: Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos, acerca de la Palabra de vida -pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó- lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos. Rom 8,29: A los que te antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo. 1 Cor 15,49: Del mismo modo que hemos revestido la imagen del hombre terrenal, revestiremos también la imagen del celestial. 2 Cor 3,18: Todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos, conforme a la acción del Señor, que es Espíritu. 2 Cor 4,4: Cristo es imagen de Dios. Col 1, 15: El es imagen de Dios invisible. Col 3,10: Revístanse del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador. Hebr 1,3: El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser. De esta forma, somos en verdad imagen y semejanza de Dios (cf Gén 1,27), y nos vamos haciendo santos, como es el mandato del Señor (cf Lev 11,44-45; 19,20.26). Los no católicos argumentan que sólo Jesucristo es el mediador entre Dios y los hombres, y que por tanto los santos no lo son; entonces, dicen que no debemos tomarlos en cuenta, ni invocarlos, ni rezarles, sino que únicamente hemos de hablar y relacionarnos con Jesucristo. En efecto, Jesucristo es el único mediador entre Dios y los seres humanos: 1 Tim 2,5; Hebr 8,6; 9,15; 12,24. Sin embargo, Jesús da a sus apóstoles la facultad de curar en su nombre: Mc 6,7.13; 16,17-18. Así lo hacían: realizaban muchos prodigios y señales: Hech 2,43; 5,12; pero insistían en que era Jesús quien curaba: Pedro cura a un tullido, en nombre de Jesús: Hech 3,1-8; sana al paralítico Eneas y resucita a Tabitá: Hech 9,33-41. Su sombra curaba: Hech 5,15-16. El diácono Felipe hace milagros: Hech 8,5-7; lo hace por el poder de Dios, no por dinero: Hech 8,18-24. Pablo también sana a un tullido: Hech 14,8-10. Por este hecho, a él y a Bernabé los consideraban unos dioses y les querían
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ofrecer un sacrificio, pero Pablo les dice que no, que no son dioses, sino unos seres mortales como todos: Hech 14,11-18. “Dios obraba milagros extraordinarios por medio de Pablo, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos”: Hech 19,11-12. No son los apóstoles y los santos quienes hacen los milagros, pues esos sólo Dios los puede hacer. Pero Dios comparte a quien quiere dones especiales, a sus amigos, que son los santos, para hacer llegar su salvación y sus gracias por medio de ellos. Si invocamos a los santos no es para que ellos nos hagan favores, sino para que rueguen por nosotros al Señor, para que intercedan por nosotros, ya que ellos están más cerca de Dios. Es como cuando queremos hablar con el presidente municipal, o con el gobernador, buscamos quién nos puede recomendar o acompañar en lo que le queremos pedir. Y Dios escucha a la Virgen María y a sus amigos los santos, y por medio de ellos nos atiende. Así consta en la Biblia. En los Evangelios hay muchos casos de personas que interceden ante Jesús y logran su petición: Una mujer ruega por su hija endemoniada y es curada: Mc 7,24-30. Ruegan a Jesús por un sordo y tartamudo, y lo cura: Mc 7,32-35. Unos ancianos interceden por la salud del siervo del centurión en Cafarnaúm, y Jesús accede a lo que le piden: Lc 7,1-10. Las hermanas de Lázaro abogan por él, y Jesús lo resucita: Jn 11,1-44. Cuando su madre María le hace ver el problema de los novios en las bodas de Caná, Jesús se resiste a hacer algo, pero por la insistencia de su madre, por su intercesión, hizo el milagro de cambiar el agua en vino: Jn 2,1-11. Invocar a la Virgen María y a los santos, prenderles velas o veladoras, ponerles flores, ofrecerles incienso, arrodillarse ante sus imágenes, hacerles novenas y fiestas, quemar cohetes en su honor, no es adorarlos, sino gozarnos en su gloria y suplicar su intercesión ante Dios. Los santos no hacen milagros, sino que nos ayudan con su intercesión para que Dios los haga, por el poder y en el nombre de Jesús: Jn 14,13; 15,16; 16,23; Rom 10,13. Las imágenes son sólo eso: imágenes, no dioses. Si estuvieran prohibidas todas las imágenes, no se podrían sacar fotos, ni ver televisión, ni tener credencial de elector, ni libros o revistas con fotos, ni billetes o monedas, pues tienen imágenes. Dile, por ejemplo, a quien rechaza las imágenes, que te dé su dinero, pues dice que él no puede tener imágenes, y los billetes y las monedas tienen imágenes grabadas; verás que no te da su dinero. Hay que tener en cuenta que las imágenes son sólo imágenes de aquellos a quienes nos dirigimos y de quienes representan. Son sólo representaciones visibles, por medio de las cuales nos dirigimos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a los ángeles, a la Virgen María y a los santos. Ellos son seres vivos que están en el cielo, y desde Dios nos ven, nos escuchan y nos atienden; sus imágenes nos acercan más a ellos. Así lo ha enseñado la Iglesia desde siempre: “El sagrado Concilio manda que las imágenes de Cristo, de la Virgen Madre de Dios y de los santos se conserven principalmente en los templos y se les tribute el debido respeto y veneración, no porque se crea que en ellas resida alguna divinidad o poder, por lo cual deba darse culto, o que a ellas haya que pedirles algo, como hacían antiguamente los paganos, que ponían su esperanza en los ídolos” (Concilio de Trento, 3 de septiembre de 1563). Las imágenes son sólo eso: imágenes. Lo importante es la persona santa a quien representan. Sólo son una ayuda a nuestra condición humana corporal, que tiene necesidad de representaciones visibles; pero si a alguien no le hacen falta para dirigirse a Dios y a los santos, lo puede hacer directamente también sin imágenes. Son sólo eso: una ayuda. Algunos no católicos también nos critican porque adoramos la cruz. Dicen que la cruz fue el lugar del tormento de Jesús, y venerarla es como darle culto a la pistola con que alguien mató a tu hijo. ¿Por qué nosotros le damos tanta importancia a la cruz, sobre todo con la imagen del crucificado? Porque, en efecto, Jesús cargó una cruz, y en ella lo crucificaron: Jn 19,17-18. Esa cruz es fuente de vida eterna, es la prueba más grande del amor divino; es el principio de nuestra redención: Jn 15,13; 1 Cor 1,18.23; 2,2; Ef 2,16; Gál 6,14; Col 1,20; 2,14; Fil 2, 6-11; Hebr 12,2. Así como quien veía la serpiente hecha por Moisés en el desierto, quedaba curado y no moría, así es la cruz de Cristo: Num 21,8-9 y Jn 3, 14-15. Jesús nos invita a tomar su cruz y seguirlo: Mt 10,38; 16,24. Por eso, llevamos
18 una cruz al pecho, para recordarnos que queremos y debemos seguir a Jesús, como discípulos y misioneros, aunque nos cueste la cruz. p) En resumen: Las imágenes no son dioses, sino representaciones de quienes están muy cerca de Dios. La Iglesia nos dice que es importante arrodillarse ante Jesús, que está vivo y verdadero en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Esto significa que, al llegar y salir del templo donde está el Sagrario, o al pasar frente a él, debemos doblar hasta el suelo la rodilla derecha, en señal de adoración. Sólo ante Dios nos hincamos. No hay que seguir la costumbre de quienes sólo platican con las imágenes y no se acercan a Jesús en la Eucaristía. Reconocemos el sentido de veneración de quienes se arrodillan ante las imágenes, pero debemos iluminar esta devoción con la Palabra de Dios, para no dar a las imágenes más importancia que la que tienen. No son dioses, ni ídolos. Lo más importante es la Misa, en que Jesús se hace presente, vivo y verdadero. El es el sacrificio definitivo que agrada a Dios Padre, que no se puede comparar con ninguna otra ofrenda que podamos ofrecer a Dios. Lo que más llega al corazón de Dios Padre es el sacrificio de su Hijo Jesucristo. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Muchos católicos han cambiado de religión porque no conocen a fondo lo que dice la Palabra de Dios sobre las imágenes. Se dejan impresionar por algunos textos, les quedan dudas, no estudian ni conocen bien su religión, y por ella la cambian. Quizá algunos de tu propia familia estén en esa situación. ¿Qué puedes hacer para compartirles lo que hoy hemos reflexionado? ¿Qué puedes hacer para que quienes han cambiado de religión, vuelvan a la Iglesia Católica? 8. Canto final: Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás; contigo por el camino Santa María va. Ven con nosotros al caminar, Santa María ven; ven con nosotros al caminar, Santa María ven.
4. EL BAUTISMO DE LOS NIÑOS
1. Canto inicial: Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
19 un solo Dios y Padre. 2. Oración inicial: Del Salmo 8: Majestad del Señor y grandeza del ser humano Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde. Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos; la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por las aguas. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
3. Introducción: Es común argumentar contra los católicos diciendo que por qué nosotros bautizamos a los niños, si Jesucristo fue bautizado a los 30 años; que los niños no tienen pecado y que, por tanto, no tienen necesidad de bautismo; que siendo pequeños, no son capaces de expresar su fe en Jesucristo, pues el bautismo es el signo por el que expresamos nuestra decisión de ser sus discípulos. ¿De dónde viene esa costumbre de bautizar a los niños? 4. Lectura bíblica: Rom 6,1-11 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) Jesús fue bautizado a los 30 años: Lc 3,21-23; Mt 3,13-17; Mc 1, 7-8; sin embargo, fue circuncidado al octavo día de haber nacido (Lc 2,21), y la circuncisión era el signo de entrar a formar parte del pueblo de Dios, de ser consagrado al Señor. Es una figura de nuestro bautismo, que nos hace entrar al nuevo Pueblo de Dios, que es la Iglesia; por ello, es conveniente bautizar a los niños en los primeros días, tan pronto los papás y padrinos hayan recibido sus pláticas de preparación. b) El mismo Juan Bautista dice que el bautismo que él imparte es sólo de preparación para el nuevo bautismo que Jesús trae: Lc 3,15-16; Jn 1,25-34. Por eso, a quienes habían recibido sólo el bautismo de Juan, los tuvieron que bautizar en el nombre de Jesús: Hech 19,1-5.
20 c) Jesús ordenó ir por todo el mundo y predicar su Palabra. El que crea y se bautice, se salva; el que no cree, y por tanto tampoco se bautiza, se pierde: Mt 28,19; Mc 16,15-16. Jesús pone, pues, como condición para la salvación la fe en El y el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. Y Jesús no dice que se bautice sólo a las personas mayores de edad, sino a todas las gentes. d) Afirma que quien no renazca del agua y del Espíritu, no podrá entrar en el Reino de Dios: Jn 3,5. Pone, pues, como condición para entrar al Reino de Dios renacer por el agua y el Espíritu; y eso es lo que hace en nosotros el bautismo. No es tanto un mérito nuestro, ni la salvación es una obra nuestra, sino un renacer por gracia que se nos concede gratuitamente. e) Por ello, nosotros procuramos dar a los niños el signo del agua de vida, que es el bautismo, para que tengan vida eterna y entren al Reino de Dios. Aunque son pequeños y no tienen capacidad de una fe personal, son bautizados en la fe de sus padres. Cuando crezcan, tendrán que confirmar esa fe y asumirla personalmente; pero los papás quieren lo mejor para sus hijos, aunque éstos no lo pidan, y lo mejor es que tengan la vida de Dios en Cristo, por el agua del bautismo. f) Sin embargo, si mueren sin bautismo, esperamos que Dios los salve, pues ellos no tienen culpa, y Dios quiere que todos se salven: 1 Tim 2,3-4. g) En la Biblia encontramos testimonios de familias enteras que se bautizaron, sin excluir a los niños: Lidia, en Filipos, creyó y todos los de su casa se bautizaron: Hech 16,15. Toda la familia del carcelero se bautizó: Hech 16,33. Crispo, de Corinto, jefe de la sinagoga, con toda su casa, creyó y se bautizó: Hech 18,8. Si sólo se debiera bautizar a los jóvenes y adultos, la Biblia lo diría. h) Por otra parte, cuando se argumenta que los niños no tienen pecado, nuestra fe nos dice que todos nacemos con el llamado pecado original, que no es pecado personal, sino el que traemos desde que somos concebidos en el seno materno, y del cual debemos quedar limpios, para entrar al Reino de Dios: Salmo 51 (50),7; Rom 5,12-21; Gál 3,22; 1 Jn 1,8.10. i) Lo más importante, sin embargo, no es la edad, sino morir con Cristo al pecado y resucitar con El a una vida nueva (Rom 6,1-11). j) Es secundario si se bautiza en un río, o sólo echando agua sobre la cabeza. Jesús no ordena que se deba ir a un río. En los testimonios de Hechos de los Apóstoles sobre familias que fueron bautizadas, no dice que hayan ido a un río; incluso no era necesario, pues era de noche, como en el caso de la familia del carcelero. La Iglesia Católica permite y aconseja que se pueda hacer el bautismo también por inmersión, o sea, sumergiendo a la persona bajo el agua, sea en un río, sea en una piscina. Esto es secundario; lo importante es la fe, es vivir conforme al Evangelio: ser discípulos y misioneros. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué texto me llama más la atención; qué me hace pensar y sentir; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Muchos no conocen la profundidad del regalo que Dios Padre, por obra del Espíritu Santo, nos hace en el bautismo, al hacernos participar de la muerte y resurrección de Jesucristo. Tampoco se esfuerzan por vivir santamente como hijos de Dios. Convierten el día del bautismo en fiestas mundanas con borracheras ¿Qué puedes hacer para compartirles lo que hoy hemos reflexionado? ¿Qué puedes hacer para que se vivan más cristianamente las celebraciones y fiestas por el bautismo? 8. Canto final: Juntos cantando la alegría
21 de vernos unidos en la fe y el amor. Juntos sintiendo en nuestras vidas la alegre presencia del Señor.
5. EL PRIMADO DE PEDRO Y DE SUS SUCESORES
1. Canto inicial: El Señor es mi pastor, nada me puede faltar 2. Oración inicial: Del Salmo 23 (22): El Señor es mi pastor El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu callado me dan seguridad. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa hasta los bordes. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. 3. Introducción: Uno de los puntos que a los católicos nos ayuda mucho para conservarnos unidos entre nosotros y para ser fieles a lo que Jesús quiso para su Iglesia, es que gozamos del don de la sucesión ininterrumpida de Pedro, a quien Jesús puso como su Vicario, su representante personal en la tierra. Por no aceptar al Papa como legítimo sucesor de Pedro por voluntad explícita de Jesús, las denominaciones protestantes se subdividen más y más, porque cada quien quiere ser cabeza y se sienten con autoridad para explicar la Palabra de Dios. Cada líder que se imagina que el Espíritu Santo le ha iluminado, funda una nueva iglesia. Estas mismas divisiones entre ellos, son señal de que no es el Espíritu quien les ha hablado, pues el Espíritu no puede promover la división. ¿Cómo demostramos que el Papa es legítimo sucesor de Pedro, y por tanto Vicario de Cristo? ¿Por qué los católicos debemos estar en comunión con el Papa, y obedecer sus decisiones?
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4. Lectura bíblica: Jn 21,15-19 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) Nuestra fe está centrada en Cristo. El es el único Salvador, Redentor y Mediador (1 Tim 2,5). Sin embargo, El quiso dejar a Pedro en su lugar, para que hiciera sus veces y lo representara, como su Vicario en la tierra: Mt 10,2; Lc 22,32; Jn 21,15-17. b) Fue voluntad definitiva del mismo Cristo, quien es el fundador de la Iglesia, que Pedro quede en su lugar, no para quitar a Cristo, sino para llevar a todos hacia El. Jesús pone a Pedro en su lugar, como piedra sobre la que quiso y quiere construir su Iglesia (Mt 16,13-19). Esta piedra debe ser permanente y no acabarse cuando Pedro muera, pues la Iglesia debe durar siempre; por ello, los sucesores de Pedro en Roma tienen la misma misión, la misma tares o responsabilidad de confirmar en la fe a los hermanos. El lugar que ocupa el Papa en la Iglesia, es por voluntad del mismo Cristo y esto nadie lo puede cambiar, pues formaría otra iglesia distinta a la de Jesús. c) En Hechos y en las Cartas de San Pablo vemos comprobado esto. Pedro es siempre el que ocupa el primer lugar, sobre todo cuando deben tomarse decisiones: Hech 2,14.37-38; 3,11-12; 4,8-12; 5,29-32; 15,7. San Pablo, a pesar de que había recibido la revelación directamente de Jesucristo, sube a Jerusalén para visitar a Pedro y exponer su predicación, para comprobar si no estaba en un error: Gál 1,18; 2,2. El mismo Pablo respeta y obedece a Pedro. d) Nosotros también respetamos y obedecemos al Papa, lo consultamos y lo tomamos en cuenta, para que nos confirme en la fe en Jesucristo. El Papa tiene la misión de que todos nos mantengamos en la fe verdadera. Sin el Papa, cada quien inventa su Iglesia, que se hace secta. e) ¿Cuántos Papas ha habido? Benedicto XVI es el No. 265. Los primeros diez fueron: Pedro, Lino, Cleto, Clemente, Evaristo, Alejandro, Sixto, Telésforo, Higinio, Pío, Aniceto, Sotero, Eleuterio y Víctor. Los anteriores a Benedicto XVI: Juan Pablo II, Juan Pablo I, Pablo VI, Juan XXIII, Pío XII… Desde
Hasta
Nombre como Papa
Nombre propio
Lugar nacimiento
30/33 ?
67
San Pedro
Shimon ben Yona (Simon bar Jona)
Bethsaida, Galilea
67
76
San Lino
-
Toscana
76
88
San Anacleto o Cleto
-
Roma
88
97
San Clemente I
-
Roma
97
105
San Evaristo
-
Grecia
105
115
San Alejandro I
-
Roma
23
115
125
San Sixto I
-
Roma
125
136
San Telesforo
-
Grecia
136
140
San Higinio
-
Grecia
140
155
San Pío I
-
Aquilea (Italia)
155
166
San Aniceto
-
Siria
166
175
San Sotero
-
Campania (Italia)
175
189
San Eleuterio
-
Epiro (Grecia)
189
199
San Víctor I
-
África
6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; qué significa el Papa en mi vida como creyente; conozco sus mensajes, su predicación, sus documentos; qué me hace pensar y sentir que Jesús dejó un Vicario en el Papa; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Hay muchos documentos recientes del Papa Benedicto XVI, en que nos explica la Palabra de Dios para nuestros tiempos. Por ejemplo, publicó la Exhortación Verbum Domini sobre La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia. Más antes, otras cartas sobre la Eucaristía, la Caridad, la Fe, la Esperanza. Hay muchos otros del Papa Juan Pablo II, que siguen siendo actuales y válidos. ¿Qué puedes hacer para conocer y meditar estos documentos? También puedes hacer oración por el Papa, para que Dios le conceda salud, sabiduría y fortaleza, para que cumpla el servicio que el Espíritu Santo le ha confiado.
24 8. Canto final: A edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia, a edificar la Iglesia del Señor, hermano ven ayúdame, hermana ven ayúdame, a edificar la Iglesia del Señor.
6. OBISPOS, SACERDOTES Y DIÁCONOS 1. Canto inicial: Tú has venido a la orilla, no has buscado ni a sabios ni a ricos; tan sólo quieres que yo te siga. Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre. En la arena he dejado mi barca, junto a ti, buscaré otro mar. 2. Oración inicial: Por las vocaciones ¡Oh Jesús, Pastor eterno de las almas! Dígnate mirar con ojos de misericordia esta porción de tu grey amada. Señor, gemimos en la orfandad; danos vocaciones: danos obispos y sacerdotes santos; danos diáconos y catequistas para tu pueblo; danos religiosas, religiosos, misioneras y misioneros para la evangelización integral de los pobres y de los que sufren. Te lo pedimos por intercesión de Santa María de Guadalupe, tu dulce y santa Madre. ¡Oh Jesús, danos vocaciones según tu corazón! Así sea. 3. Introducción: Muchas personas preguntan que de dónde salieron los obispos, los sacerdotes y los diáconos. Preguntan si algún Papa los inventó, o si son producto del desarrollo de la Iglesia como una organización social o política, como las que había en aquellos tiempos. O son un reflejo y una copia de la organización de Israel. Algunos se imaginan que son sólo para decir Misas y celebrar sacramentos, y que por tanto no tienen que meterse en otros asuntos, como la promoción de la justicia y de la paz en los pueblos. ¿Cómo demostramos con la Biblia que Jesucristo estableció estos tres órdenes en su Iglesia? ¿Cuál es la misión que les corresponde? 4. Lectura bíblica: Mc 3,13-19 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio.
25
5. Exposición: a) Nuestra fe está centrada en Cristo. El es el único Salvador, Redentor y Mediador (1 Tim 2,5). b) Jesucristo es el sumo y eterno sacerdote, con un sacerdocio distinto al del Antiguo Testamento. Consumó su sacerdocio entregando su vida en sacrificio redentor por todo el mundo, de tal modo que ya no hacen falta sacrificios ni sangre de animales para agradar a Dios: Hebreos capítulos 5, y 7 al 10. Seguir ofreciendo gallinas, borregos u otros animales, es como si la Sangre de Cristo no hubiera sido suficiente para salvarnos. No se puede aplicar a los sacerdotes actuales lo que la Biblia dice sobre los sacerdotes judíos, pues es un sacerdocio totalmente distinto. c) Sin embargo, el mismo Jesucristo eligió colaboradores, en primer lugar a los apóstoles, a quienes ordenó hacer lo que él les mandaba e ir por todo el mundo a predicar el Evangelio y hacer el bien a los que sufren, como El lo había hecho: Mt 4,18-22; 10,1-4.40; 28,16-20; Mc 16,14-20; Lc 22,19; Jn 20,22-23; 1 Cor 11,24. d) Los apóstoles no podían ir a todo el mundo, porque les era imposible en aquellos tiempos transportarse muy lejos. Además, tarde o temprano tenían que morir. Por ello, vemos que en la Iglesia primitiva, con la inspiración del Espíritu Santo, se fueron eligiendo sucesores de los apóstoles, que son los obispos, y colaboradores de éstos, que son los presbíteros y los diáconos. e) San Pablo habla de tres órdenes: obispos, presbíteros y diáconos: 1 Tim 3,1-13; 5,17-22; Tit 1,5-9; Hech 14,23; 20,17.28. f) Los obispos, sacerdotes y diáconos representan a Cristo, que es la cabeza de la Iglesia. Lo hacen presente en la comunidad, sobre todo por la predicación de la Palabra de Dios, por la celebración de los sacramentos, principalmente por la Eucaristía, y por el servicio a los pobres. Sin embargo, no son dueños de la Iglesia, para interpretar la Biblia y celebrar la liturgia como quieran, ni tomar acuerdos sólo según sus propios criterios y sólo siguiendo las costumbres de los pueblos, sino que deben estar en unión con el Papa y con todos los obispos que están unidos al Papa. Si no toman en cuenta ni al Papa ni a los demás obispos, se hacen autónomos, se hacen como una secta. g) Debemos ser una Iglesia autóctona, que se encarna en las culturas de los pueblos, pero no una Iglesia autónoma, independiente, que dependa de las normas, consignas o decisiones de una organización. h) Como dicen el Concilio Vaticano II (Ad gentes, 6) y el III Sínodo Diocesano (página 15), no puede haber iglesias autóctonas mientras éstas no estén provistas convenientemente de su propia Jerarquía; es decir, mientras no tengan diáconos, sacerdotes y obispos de la propia cultura. Necesitamos muchos más sacerdotes autóctonos, indígenas y mestizos, para no depender sólo del exterior. No bastan los diáconos y los catequistas, pues sólo el sacerdote puede celebrar la Misa, dar el perdón de los pecados, ungir a los enfermos y presidir la comunidad en nombre de Cristo servidor. i) Jesucristo nos invita a orar por las vocaciones: Mt 9,37-38. Debemos pedir al Señor que se digne llamar a muchos jóvenes, hombres y mujeres, para que le consagren su vida, y que haya muchos más santos sacerdotes, para el servicio del Pueblo de Dios. Sólo así estará más completa la Iglesia y seremos una Iglesia autóctona. j) A pesar de los malos testimonios que algunos sacerdotes u obispos den, hay que mantenerse firmes en la fe y no alejarse de la Iglesia y de Dios. Ellos, como humanos y pecadores, pueden fallar, nos pueden tratar mal, pueden ser infieles a su consagración; pero el cimiento fundamental de nuestra fe, es Cristo. La piedra, la roca sobre la que está edificada nuestra Iglesia, es Cristo, y El no nos falla. Por medio de los sacerdotes y obispos nos acercamos a Dios, pero es Dios quien importa, no tanto las personas. Las personas pasan; Dios permanece para siempre. k) Por nuestro bautismo, todos somos importantes en la Iglesia, pues la Iglesia somos todos; pero el lugar del sacerdote es muy específico y no se le puede sustituir. Son muy importantes las religiosas, los religiosos, los catequistas, los servidores y todo el Pueblo de Dios, pero la Iglesia no puede vivir ni crecer, sin sacerdotes.
26 l) San Juan María Vianey, santo cura de Ars (Francia) y patrono de los sacerdotes, decía: "Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina... ¡Oh, qué grande es el sacerdote! Si se diese cuenta, moriría... Dios le obedece: pronuncia dos palabras y nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia. Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas nacidos? El sacerdote. ¿Quién la nutre para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir [a causa del pecado], ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo". m) Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo Cura de Ars, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Decía: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros". n) A pesar de su importancia, como representantes de Cristo cabeza de la Iglesia, los sacerdotes no pueden actuar solos en una parroquia, sino que deben tener un Consejo Pastoral Parroquial, integrado por fieles laicos, hombres y mujeres, que representen las zonas y áreas de trabajo pastoral de una parroquia, y que ayuden con sus consejos al párroco en la toma de decisiones pastorales. Son sólo consejeros, y su voto es meramente consultivo, como dice el III Sínodo Diocesano, No. 559. El párroco, cuando tenga razones graves, escucha a su Consejo, pero decide según su conciencia y las normas universales de la Iglesia. o) ¿Por qué los sacerdotes no se pueden casar? Porque Jesucristo decidió no casarse, no por miedo al matrimonio, ni por desprecio a la mujer, sino para estar totalmente consagrado al Reino de Dios. Por esa misma razón, los sacerdotes deciden no casarse, para parecerse lo más posible a Jesús, para consagrar toda su vida a Dios y al servicio de los demás, para estar libres e ir a predicar y llevar el amor misericordioso de Jesús a cualquier lugar. No es algo contra la naturaleza, ni una imposición legal de la Iglesia, sino una determinación tomada por inspiración del Espíritu Santo. Sin embargo, no cualquier entiende esta decisión, como dice Jesús: Mt 19,10-12. San Pablo, que no se casó, aconseja seguir este ejemplo: 1 Cor 7,25-40. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; cuál es mi actitud ante nuestro obispo, ante nuestro párroco, ante los sacerdotes y los diáconos; cómo debo ser ante ellos; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Qué puedes hacer para estar más cerca de tu obispo, de tu párroco, de los sacerdotes y de los diáconos, y para apreciar y valorar más su servicio en la Iglesia? ¿Qué dice Jesús que debes hacer cuando alguien de ellos falle y se le deba corregir? Lee Mt 18,15-17. ¿Cómo puedes promover más
27 las vocaciones sacerdotales en tu familia y en tu comunidad? Procura oración por los obispos, sacerdotes y diáconos, para que el Señor les conceda salud, sabiduría, fortaleza, amor, entrega a su ministerio, santidad, y así vivan dignamente el servicio que el Espíritu Santo les ha confiado. 8. Canto final: Tú me llamas, Señor, y me quieres mandar a llevar tu Palabra por tierra y por mar. Pero yo no podré anunciar tu verdad, porque soy como un niño, que no sabe hablar.
7. LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
1. Canto inicial: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida. Nosotros hemos creído que tú eres el Hijo de Dios. . 2. Oración inicial: Salmo 42 (41): Deseo del Señor y ansias de contemplar su templo Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan noche y día, mientras todo el día me repiten: “¿Dónde está tu Dios?” Recuerdo otros tiempos, y mi alma desfallece de tristeza: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: “Salud de mi rostro, Dios mío”. Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo, desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué me olvidas?
28 ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo? Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: “¿Dónde está tu Dios?” ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: “Salud de mi rostro, Dios mío.”
3. Introducción: No faltan personas de otras religiones que, demostrando su ignorancia, afirman que la Misa la inventó un Papa de tiempos tardíos, y que es imposible que Jesucristo esté presente, vivo y verdadero, en la Eucaristía y en el Sagrario ¿Cómo demostramos con la Biblia que Jesucristo celebró la primera Misa y ordenó que la celebráramos siempre que nos reunimos en su nombre? ¿Cómo la celebraban los primeros cristianos? ¿Cuál es la importancia de la Eucaristía en la vida de la Iglesia? ¿Cuántas partes tiene la Misa y cómo se celebra? 4. Lectura bíblica: 1 Cor 11,23-29 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) El origen de la Misa está en la última Cena de Jesús con sus discípulos. Fue una cena en ambiente pascual, con signos de la pascua judía (Ex 12), pero ya no se sacrifica y se come un cordero según la tradición judía, sino Jesús es el nuevo y verdadero Cordero. Con su muerte en la cruz, al derramar su sangre, se realiza la nueva Pascua, con la que nos salva. En su cena de despedida con sus discípulos, deja para todos los tiempos el signo de su presencia permanente y redentora entre nosotros por medio del pan partido y del vino que se consume. Ordenó a sus apóstoles hacer lo mismo que El había hecho, en memoria de su entrega amorosa por nosotros. Es una memoria que es un memorial, una actualización del pasado, una presencia viva de la muerte y resurrección del Señor. No es una repetición, ni una representación teatral, ni una evocación del pasado, sino una actualización de su Pascua, en forma incruenta, es decir, sin nuevo derramamiento de sangre. b) La primera versión escrita que conservamos de las palabras dichas por Jesús, al instituir la Eucaristía, es la del evangelista Marcos, quien escribe: “Y mientras estaban comiendo, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio y dijo: ‘Tomen, esto es mi Cuerpo’. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: ‘Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos’ ” (Mc 14,22-24). c) En forma semejante relata San Mateo: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y, pronunciada la bendición, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomen, coman, esto es mi cuerpo … ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mt 26,2628). d) San Lucas refiere: “Tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía… Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por ustedes” (Lc 22,19-20). e) San Pablo nos transmite algo que ya es tradición en la Iglesia primitiva: “Yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía. Así mismo también el cáliz después de cenar diciendo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces beban de ella, háganlo en memoria mía. Pues cada vez que comen este pan y beben este cáliz, anuncian la muerte del Señor hasta que venga” (1 Cor 11,23-26). f) El apóstol Juan, que estuvo presente en la Ultima Cena, no narra la institución de la Eucaristía; sin embargo, nos presenta en forma muy insistente a Jesús como pan de vida, alimento que da vida
29
g) h)
i)
j)
k)
eterna: Jn 6,35-58. Como ya los otros evangelistas habían narrado lo de la Eucaristía, Juan completa la narración con el lavatorio de los pies (Jn 13,1-17), para dar a entender que la Eucaristía es una entrega al servicio de los demás, hasta dar la vida por ellos. Una Misa sin amor y servicio a los demás, en particular a los pobres, se queda muy incompleta y puede ser hasta falsa. Los primeros cristianos se reunían para la fracción del pan: Hech 2,42. Es el primer nombre de la Misa, de la Eucaristía, porque la fracción del pan es el signo que usó Jesús al instituir este sacramento y por ese signo lo reconocieron los discípulos de Emaús: Lc 24,30-31.35. Se dice que esta fracción del pan se hacía el primer día de la semana, que es el día siguiente al sábado: Hech 20,7. Por tanto, la Eucaristía es la memoria de la muerte y también de la resurrección del Señor. Con el tiempo, ese primer día de la semana es el día en que se reúnen los cristianos: 1 Cor 16,2, y que en Apoc 1,10 toma ya el nombre de día del Señor, o domingo. Jesucristo dio a sus apóstoles la orden de celebrar este sacramento eucarístico. Los apóstoles transmitieron esta orden a sus sucesores, que son los obispos, y éstos a sus colaboradores inmediatos, que son los sacerdotes. Por tanto, cuando el sacerdote celebra la Misa, Jesús está presente, tanto en su Palabra que se proclama, como en su memorial redentor por los signos del pan y del vino. Está también presente en la comunidad que se reúne en su nombre y en la persona del ministro (cf Concilio Vaticano II: Constitución sobre Liturgia, 7). La Misa tiene dos partes principales, siguiendo el ejemplo de Jesús y de los apóstoles: Liturgia de la Palabra y Liturgia de la Eucaristía. Jesús, antes de partir el pan y dar a beber del cáliz, habló largamente con sus discípulos; y lo mismo hacían los primeros cristianos: Hech 2,42; 20,7. Las otras partes de la Misa son los ritos introductorios, desde la entrada hasta la oración colecta, y los ritos conclusivos, con la bendición final y la despedida de la asamblea. Sólo el sacerdote puede celebrar la Misa, pues sólo él ha recibido el sacramento del Orden, por el cual se configura con Cristo cabeza de la Iglesia, para el servicio del Pueblo de Dios.
6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios; cuál es mi actitud ante la Eucaristía, ante la Misa dominical; qué importancia debería darle; cada cuándo comulgo y me acerco con la conciencia limpia por la confesión frecuente para recibir dignamente al Señor; qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra. b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Qué puedes hacer para participar todos los domingos en la Misa, y si es posible también entre semana? ¿Cada cuándo visitas a Jesús, que está vivo en el Sagrario, para platicar con El? ¿Qué podríamos hacer para que se valore su presencia en el Sagrario, y no se le falte tanto al respeto, ni se le ignore? Algunos le dan más importancia a las imágenes, que a Jesús que está presente en el Sagrario. ¿Cómo puedes ayudar a tu familia, a tus amistades y a tu comunidad para que comprendan la importancia de la Eucaristía? 8. Canto final: Cantemos al amor de los amores, cantemos al Señor. Dios está aquí. Venid adoradores, adoremos a Cristo Redentor. ¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y tierra bendecid al Señor. Honor y gloria a ti, Rey de la gloria.
30 Amor por siempre a ti, Dios del amor.
8. EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN 1. Canto inicial: En Dios pongo mi esperanza y confío en su Palabra. 2. Oración inicial: Salmo 51 (50): Confesión del pecador arrepentido Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud. Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la sangre, ¡oh Dios, Dios, Salvador mío!, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.
3. Introducción: Es frecuente escuchar que alguien diga: Yo no me confieso, porque no tengo pecados. O también: Yo no me confieso con un hombre, que es un pecador; yo me confieso sólo con Dios. ¿Qué pensar de esto? ¿Cómo demostramos con la Biblia que Jesucristo confió a sus apóstoles la
31 misma facultad suya de perdonar los pecados? ¿Por qué es importante la confesión sacramental de los pecados ante un sacerdote? ¿Basta con la ceremonia de algunas comunidades, que hacen en algunas ocasiones una reconciliación comunitaria? ¿Cómo se hace una buena confesión? ¿Cada cuándo confesarse? 4. Lectura bíblica: 1 Jn 1,5-2,2 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) Todos somos pecadores, pues nacimos con el pecado original: Rom 5,12-14.19; Salmo 51 (50),7 b) Jesucristo vino a salvar a los pecadores: Mt 9,10-13; Lc 15,1-32; 19,2-10 c) A quienes Jesús más critica y condena es a los fariseos, que se creían muy buenos y despreciaban a los publicanos: Lc 18,9-14 d) Jesús tiene poder para perdonar pecados: Lc 7,36-50; Jn 8,1-11; Col 2,13-14 e) La gente se extraña de que Jesús perdone pecados, pues, en efecto, dicen que sólo Dios puede perdonar pecados: Lc 5,17-26. Con esto se demuestra que Jesucristo es Dios y, por tanto, tiene poder divino. La resurrección de Lázaro es muestra de su poder: Jn 11,1-44. La confesión y el perdón de los pecados es como una resurrección de quien está muerto por sus pecados y huele mal ante los demás. f) Jesús comparte o delega este poder a sus apóstoles: Primero a Pedro y luego a los otros: Mt 16,19; 18,18. Ellos son hombres pecadores, como nosotros, pero Jesús les da una facultad que es exclusiva de Dios. Ya no son ellos quienes perdonan, sino Dios por medio de ellos. g) El momento más claro es después de la resurrección, en que les da explícitamente el poder de perdonar los pecados, con la fuerza del Espíritu Santo: Jn 20,20-23. h) Cuando alguien dice que se confiesa con Dios, le preguntamos cómo sabe que Dios ya le perdonó. Se necesita un signo de ese perdón, y ese signo es el sacramento de la confesión. Es como cuando alguien ofende a su novia, o a su esposa; no basta que en su corazón se arrepienta; tampoco basta que le pida perdón a ella. Hasta que ella le da un signo de haberle perdonado, es cuando el ofensor se siente realmente perdonado. No basta, por tanto, arrepentirse, aunque este es el primer paso y es fundamental, pues si alguien se confiesa pero sin arrepentimiento, no vale la confesión. La absolución del sacerdote es el signo de Dios para recibir efectivamente el perdón del mismo Dios. i) El apóstol Santiago recomienda llamar a los sacerdotes cuando alguien está enfermo, para que se le perdonen los pecados y se le unja con aceite, y así pedir a Dios también la salud corporal: Sant 5,1416. Todavía no se describe la confesión como la tenemos ahora, pero está lo esencial, que es el perdón de los pecados por mediación de los presbíteros o sacerdotes. j) La confesión sacramental tiene cinco elementos: Examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, confesión de los pecados ante el sacerdote, cumplir la penitencia que imponga el confesor: rezar alguna oración, leer algo de la Biblia, ayudar a los pobres y enfermos, etc. El propósito de enmienda es el compromiso de hacer todo lo posible por no volver a pecar, por cambiar de vida. k) Confesarse es pedir perdón a Dios, y también perdonarnos unos a otros, pues si alguien no perdona a los demás, tampoco Dios le perdona: Mt 6,12-15; 18,35; Lc 6,37. l) ¿Cada cuándo confesarse? Dos o tres veces al año, si no se tienen faltas graves o mortales. Si hay pecado grave, confesarse de inmediato, pues no se puede recibir la santa Comunión sin haberse antes confesado. Sólo cuando no hay sacerdote, basta un arrepentimiento profundo del corazón, pero con la condición de confesarse tan pronto sea posible. En Cuaresma es muy recomendable la confesión, para celebrar la Pascua en comunión con el Señor. m) El aborto procurado y realizado consciente y libremente, no sólo es un pecado muy grave, sino que tiene una pena que se llama excomunión; es decir, que la persona no puede recibir sacramentos, y no
32 cualquier sacerdote le puede absolver, sino sólo el Obispo, el Vicario General, el Vicario Episcopal, o los sacerdotes delegados por el Obispo. Es una disciplina pedagógica, para hacer comprender la gravedad de ese delito. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios. ¿Cuál es mi actitud ante el sacramento de la Confesión o Reconciliación? ¿Qué importancia le doy? ¿Cada cuándo me confieso, para recibir dignamente al Señor? ¿He comulgado sin confesarme y teniendo pecados graves? ¿Qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra y vivir conforme a ella? b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: Si acostumbras confesarte pocas veces, o muy raras veces, o casi nunca, ¿qué debes hacer en adelante? ¿Cómo puedes ayudar a tu familia, a tus amistades y a tu comunidad para que comprendan la importancia de la Confesión sacramental? ¿Cómo prepararte para compartir este tema con los demás? 8. Canto final: Perdón, oh Dios mío; perdón e indulgencia, perdón y clemencia, perdón y piedad.
9. SABADO O DOMINGO 1. Canto inicial: Cerca de ti, Señor, yo quiero estar; tu grande, eterno amor, quiero gozar. Llena mi pobre ser, limpia mi corazón; hazme tu rostro ver en la aflicción. 2. Oración inicial: Del Salmo 27 (26): Confianza ante el peligro
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El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Si un ejército acampa contra mí, Mi corazón no tiembla; Si me declaran la guerra, Me siento tranquilo. Una cosa pido al Señor, eso buscaré: Habitar en la casa del Señor Por los días de mi vida; Gozar de la dulzura del Señor Contemplando su templo. El me protegerá en su tienda El día del peligro; Me esconderá en lo escondido de su morada, Me alzará sobre la roca; Y así levantaré la cabeza Sobre el enemigo que me cerca; En su tienda sacrificaré Sacrificios de aclamación; Cantaré y tocaré para el Señor. Escúchame, Señor, que te llamo; Ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, No me escondas tu rostro. Si mi padre y mi madre me abandonan, El Señor me recogerá. Espero gozar de la dicha del Señor En el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, Ten ánimo, espera en el Señor.
3. Introducción: En la Biblia es muy insistente la indicación de guardar el sábado, como día sagrado, dedicado al culto y al descanso. Jesús mismo respetaba el sábado, siempre y cuando no hubiera una necesidad mayor de atender a un enfermo, o a un necesitado. Los apóstoles también respetaban el sábado, como lo vemos en varias citas bíblicas. Entonces, ¿por qué cambiamos al domingo? ¿Hay en la Biblia una orden de respetar el domingo, como sí la hay sobre el sábado? ¿Qué sucedió para cambiar el sábado por el domingo? 4. Lectura bíblica: Hech 20,7-12
34 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) En Gén 2,1-3 se dice que Dios bendijo el día séptimo y lo santificó. b) En Ex 20,8-11 se ordena al pueblo de Israel santificar el sábado y abstenerse de trabajos: Bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado. Este mandamiento se repite en muchas partes, como en Lv 19,3; 23,3; Deut 5,12-15. En Núm 15,32-36 se dice que Dios mandó a Moisés matar a pedradas a alguien que violó el descanso sabático por salir a buscar leña… c) En Lc 4,16 se dice que Jesús acostumbraba ir a la sinagoga en sábado. d) En sábado enseña en la sinagoga, pero también hace curaciones en sábado: Mt 12,9-14; Mc 3,1-6; Lc 13,10-17; 14,1-6. Es decir, respeta el sábado, pero pone en primer lugar al ser humano, al que sufre, pues “el sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27). e) En Hech 13,13-14 y 17,1-3 se dice que los apóstoles frecuentaban las sinagogas en sábado. f) ¿Por qué cambiaron del sábado al domingo? Porque Cristo resucitó pasado el sábado, en el día llamado en la Biblia primer día de la semana: Mt 28,1-7; Mc 16,1-2; Lc 24,1; Jn 20,1. La resurrección de Cristo cambió todo; por tanto, ya no podemos quedarnos en el pasado, en el Antiguo Testamento, en el sábado, que es una de las importantes instituciones del tiempo pasado, sino que ahora todo es nuevo: 1 Cor 15,13-20. El sábado sigue siendo importante para los judíos, no para los cristianos. Dice San Pablo: Que nadie los critique por cuestiones de comida o bebida, o de fiestas, novilunios y sábados. Todo esto es sombra de lo venidero; la realidad es el Cuerpo de Cristo (Col 2,16-17). g) Por ello, los primeros cristianos se empezaron a reunir para escuchar la Palabra de Dios, para la convivencia fraterna, para la fracción del pan y para las oraciones (Hech 2,42), y lo empezaron a hacer después del sábado, el primer día de la semana, para celebrar a Cristo vivo: Hech 20,7. h) San Pablo recomienda a los corintios que hagan la colecta para los pobres de Jerusalén cada primer día de la semana: 1 Cor 16,1-2. Es decir, ya se va haciendo una práctica común de los primeros cristianos reunirse no tanto el sábado, sino ese primer día, precisamente porque de esa forma celebraban la presencia viva de Jesús resucitado. No somos judíos, para quedarnos con el sábado. i) El nombre de domingo: día del Señor, aparece por primera y única vez en: Apoc 1,10. Así aparece en griego: en te kiriaké emera, y del griego pasa al latín: dies dominica; del latín pasa al español: domingo. En latín dominus significa señor; por eso, dies dominica significa día del Señor, o domingo, que es lo mismo. Y así lo encontramos en todos los documentos de la Iglesia primitiva. No fue un cambio que alguien haya inventado posteriormente, sino que fue Jesucristo quien hizo el cambio, pues no santificó el sábado, ya que permaneció en el sepulcro, sino que todo empezó al día siguiente. j) Al respecto, dice el Papa Benedicto XVI: “El Sábado es el séptimo día de la semana. Después de seis días, en los que el hombre participa en cierto sentido en el trabajo de la creación de Dios, el Sábado es el día del descanso. Pero en la Iglesia naciente sucede algo inaudito: el Sábado, el séptimo día, es sustituido ahora por el primer día. Como día de la asamblea litúrgica, es el día del encuentro con Dios mediante Jesucristo, el cual en el primer día, el Domingo, se encontró con los suyos como Resucitado. La estructura de la semana se ha invertido. Ya no se dirige hacia el séptimo día, para participar en el reposo de Dios. Comienza con el primer día, como día del encuentro con el Resucitado. Este encuentro se produce siempre nuevamente en la celebración de la Eucaristía, donde el Señor se presenta de nuevo entre los suyos y se entrega a ellos; por así decir, se deja tocar por ellos, se sienta a la mesa con ellos. Este cambio es un hecho extraordinario, si se considera que el Sábado, el séptimo día como día del encuentro con Dios, está profundamente enraizado en el Antiguo Testamento. Este proceso revolucionario, que se verificó inmediatamente al comienzo del desarrollo de la Iglesia, sólo se explica por el hecho de que en dicho día había sucedido algo inaudito. El primer día, según el relato del Génesis, es el día en que comienza la creación. Ahora, se ha convertido de un modo nuevo en el día de la nueva creación” (Vigilia Pascual 2011).
35 k) Todos los días son santos, pero no se comparan al domingo. Por ello, la Iglesia prescribe participar en la Misa dominical, pues Cristo resucitado quiere estar con los suyos, y propone celebrar los Bautismos en domingo, porque en este sacramento renacemos, resucitamos, pasamos de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, de las cadenas a la libertad, del pecado a la gracia, de no ser pueblo, a ser el nuevo Pueblo de Dios. Sin embargo, se pueden hacer en otros días. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios. ¿Qué significa para mí el domingo? ¿Qué importancia le doy? ¿Procuro participar en la Misa dominical, cuando es posible, o al menos en la celebración de la Palabra de Dios, en mi comunidad? ¿Qué sentido le doy al descanso dominical? ¿De qué forma la eucaristía dominical me proyecta a amar y servir a los pobres y a todos los que sufren? ¿Qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra y vivir conforme a ella? b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Cómo puedes ayudar a tu familia, a tus amistades y a tu comunidad para que comprendan la importancia del domingo? ¿Qué hacer para que la comunidad sienta gusto y deseo de participar en la celebración dominical, y no la vea sólo como una obligación? 8. Canto final: De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor.
10. LA VIRGEN MARÍA
1. Canto inicial: Mientras recorres la vida tú nunca solo estás; contigo por el camino Santa María va. Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven. Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven. 2. Oración inicial: El Magnificat: Lc 1,46-55 Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
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Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -como lo había prometido a nuestros padresen favor de Abraham y su descendencia por siempre.
3. Introducción: Los católicos queremos mucho a la Virgen María, porque así la quiso Dios, porque Jesús nos la entregó como nuestra Madre. Sin embargo, los de otras religiones no la aprecian y hasta la ofenden. ¿Cómo demostramos en la Biblia su importancia en el plan de Dios, y que no es un invento nuestro, ni ella es un ídolo? 4. Lectura bíblica: Lc 1,26-38 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) b) c) d) e) f) g) h) i) j) k)
En Gén 3,15 se hace el primer anuncio de que no vencerá el pecado, sino que alguien de la descendencia de la mujer derrotará al demonio. No habla de la Virgen María, pero el texto se refiere a la redención, en la que ella colaboró como leíamos en Lc 1,26-38. En el relato de la Anunciación, el ángel Gabriel la llama llena de gracia, es decir, sin pecado: Lc 1,28. Le dice que estará llena del Espíritu Santo: Lc 1,35 Isabel, llena del Espíritu Santo, la llama bendita entre las mujeres (Lc 1,42) y feliz porque ha creído: (Lc 1,45). La Virgen María proclama que es Dios quien ha hecho maravillas en ella: Lc 1,46-49. En Apoc 12,1-6 se habla en términos simbólicos de una Mujer, que se refiere a la Iglesia, pero en la Iglesia la Virgen María es la Mujer por excelencia. Jesús fue concebido virginalmente de María, por obra del Espíritu Santo: Lc 1,34. Así había sido anunciado en Is 7,14; y así lo interpreta Mt 1,22-25. La Virgen María es modelo de fe: Lc 1,38. Es modelo también de servicio al prójimo: Lc 1,39-40.56; Jn 2,3 Jesús nos deja a su madre como nuestra madre: Jn 19,25-27 Ella acompaña a la Iglesia: Hech 1,14 ¿La Virgen María tuvo más hijos? ¿Jesús tuvo hermanos? Así parecen decir Mt 12,46-50; Mc 3,3135; 6,3; Jn 7,2-5; Lc 2,7 : primogénito. Nunca se habla de hijos de María, sino hermanos de Jesús. En la cruz, confía su madre a Juan, no a otros posibles hijos de María, porque no los tuvo.
37 l) m)
n) o)
p) q)
En la Biblia se llama hermanos también a los parientes próximos y a otros que no son de la familia según la sangre: Gén 24,27.48; Ex 2,11; Lev 10,1.4 ; 1 Cro 23,21-22 ; Lc 8,20. Un caso muy claro es cómo la Biblia llama a Lot: en una parte, dice que es sobrino de Abraham, pues es hijo de su hermano: Gén 12,5; pero en Gén 13,8 se dicen hermanos; en Gén 14,12-16 se le llama indistintamente sobrino y hermano. Por tanto, cuando se habla de hermanos de Jesús, no significa que sean hermanos carnales, como si fueran hijos de la Virgen María, sino que son parientes cercanos. Edna, esposa de Ragüel, le dice a Tobías cuando le entrega a su hija Sara como esposa: « Delante de Dios te confío a mi hija Sara... Desde ahora yo soy tu madre, y Sara es tu hermana » (Tob 10,811,18). San Pablo a muchos les da el título de hermano, y no son ni siquiera parientes, menos hermanos carnales: Rom 16,1: Febe; Rom 16,7: Andrónico y Junia; Rom 16,11: Herodión; Rom 16,13: la madre de Rufo es también mía; Rom 16,17: hermanos todos; Rom 16,21: Lucio, Jasón y Sosípatro ; 2 Cor 2,13: mi hermano Tito. El dogma de la Asunción de la Virgen no está en la Biblia, aunque concuerda con todo lo que en ella se anuncia: Ella no tuvo pecado, y por tanto no debe pasar por la muerte: Gén 3,3.15; Rom 5,12; Lc 1,28; 1,46-48; Apoc 12,1.5 No está toda la revelación en la Biblia, como se dice en Jn 21,25. En México, gozamos de la inculturación de la Virgen María en Santa María de Guadalupe.
6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios. ¿Qué significa para mí la Virgen María? ¿Qué importancia le doy en mi vida, en mi oración, en mis devociones? ¿Cómo ella me ayuda a escuchar y practicar más la Palabra de Dios, a estar más cerca de Jesús, a servir a los pobres? ¿Qué le digo a Dios en mi mente y en mi corazón, para responder a su Palabra y vivir conforme a ella? b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Cómo puedes ayudar a tu familia, a tus amistades y a tu comunidad para que comprendan la importancia de la Virgen María? ¿Cómo hacer para que la devoción a nuestra Madre nos ayude a ser más discípulos y misioneros de Jesús? 8. Canto final: Desde el cielo una hermosa mañana la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac.
11. ECUMENISMO ANTE LAS DIFERENTES DENOMINACIONES PROTESTANTES 1. Canto inicial:
38 Juntos como hermanos, miembros de una Iglesia, vamos caminando al encuentro del Señor. 2. Oración inicial: Salmo 5: Oración de un justo perseguido Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío. A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando. Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia. Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos; alláname tu camino. En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor.
3. Introducción: ¿Por qué han surgido tantas iglesias y grupos religiosos, hasta musulmanes, entre nosotros? Chiapas es el Estado que tiene más protestantes o evangélicos, de muy diversas denominaciones, divididos entre ellos mismos; sólo el 58% son católicos. ¿A qué se debe? ¿Qué hacer y cómo relacionarnos con ellos? Hay muchas razones. Durante siglos, los católicos estuvieron poco atendidos pastoralmente, por falta de sacerdotes y religiosas. Nuestro pueblo es muy religioso, y si nosotros no lo atendemos, llegan otros y les
39 ofrecen una religión, la que sea, y la aceptan. A partir de la segunda mitad del siglo pasado, se han promovido catequistas, animadores, diáconos y muchos otros servidores, que han colaborado en la evangelización, y por ello se ha detenido la deserción católica. Sin embargo, la situación actual es de una gran pluralidad religiosa, y debemos aprender a convivir como hermanos en Cristo, respetando nuestras diferencias y la libertad religiosa que cada persona y grupo tiene reconocida ante la ley civil y canónica. 4. Lectura bíblica: 1 Jn 2,7-11 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) En lo que están unidos y de acuerdo los hermanos de otras religiones cristianas es en atacar a la Iglesia Católica. Cada quien se presenta como la verdadera religión. ¿Cómo saber cuál es la verdadera Iglesia, la fundada por Cristo? ¿En qué elementos estamos unidos y de acuerdo, y en cuáles no? ¿Qué tenemos en la Iglesia Católica, que no tienen ellos? Veamos algunos elementos de lo que Cristo hizo y ordenó. b) Mc 16,15-16: “Vayan por todo el mundo, prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”. Los protestantes creen en Jesús, predican el Evangelio y son bautizados como nosotros. Hasta aquí, más o menos vamos de acuerdo, aunque algunos no creen que Jesucristo es Dios, y otros no bautizan en nombre de la Trinidad, sino sólo en el nombre de Jesús. Nosotros consideramos válido su bautismo, si lo hacen como Jesús ordenó: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19); pero ellos no consideran válido nuestro bautismo y los vuelven a bautizar. c) Como vimos más ampliamente en sesiones anteriores, en la última cena Jesús instituyó la Eucaristía: Lc 22,19-20, y ordenó que hiciéramos lo mismo. Así lo transmite San Pablo: 1 Cor 11,23-25. Es en la fracción del pan donde Jesús se manifiesta con toda verdad a los discípulos de Emaús: Lc 24. La Eucaristía, descrita como fracción del pan, era celebrada por la Iglesia primitiva: Hech 2,42; 20,7. Los hermanos protestantes carecen de la Eucaristía, y Jesús dijo que quien no se alimenta de su Cuerpo y de su Sangre no tiene vida eterna: Jn 6,48-58. Se quedan con la Biblia, que cada quien interpreta según su criterio personal, cuando no debe ser así: 2 Pedr 1,20. d) Jesús instituyó una sola Iglesia, asentada sobre Pedro: Mt 16,18. A Pedro le han seguido en el mismo servicio de presidir la Iglesia los distintos Papas a través de la historia. Por tanto, reconocer al Papa como Sucesor de Pedro y aceptar su ministerio de presidir la caridad fraterna y la confirmación en la verdadera fe, es signo de ser verdadera Iglesia de Jesús. e) A los apóstoles Jesús confió la facultad de perdonar pecados: Jn 20,22-23. Es Dios mismo quien perdona los pecados, por mediación de los obispos, que son sucesores de los apóstoles, y de sus colaboradores, los sacerdotes. Los protestantes rechazan este sacramento, instituido por el mismo Cristo, porque dicen que un hombre no puede perdonar pecados, sino sólo Dios. Pero Dios, en Cristo, confió manifestar su misericordia con los pecadores, por medio de otros pecadores. f) Jesús nos dejó a su Madre y élla siempre cuida a la Iglesia: Jn 19,25-27; Hech 1,12-14. Quien no acepta a la Virgen María, rechaza a la Madre de Jesús. g) Sin embargo, somos hermanos por la fe en Cristo y mucho de lo que tienen y hacen los protestantes lo tomaron de nosotros. Amémonos como hermanos: Jn 13,34-35 y pidamos al Espíritu Santo que construyamos la unidad que Jesús quiere para su Iglesia: Jn 17,21. h) ¿Cómo actuar ante los protestantes cuando nos visitan y nos quieren envolver con sus palabras? San Pablo le advierte a Timoteo que tenga cuidado, porque “algunos apostatarán de su fe y se entregarán a espíritus engañadores”: 1 Tim 4,1. Por ello, le pide no entretenerse en discusiones de palabras: 2 Tim 2,14.23-26. En cambio, le urge perseverar en la fe: 2 Tim 3,14-17 y dedicarse a la Palabra de Dios: 2 Tim 4,2s.
40 i)
El Papa Benedicto XVI, en su último viaje a Alemania, en una celebración con la iglesia evangélica en el exconvento donde Martín Lutero fue ordenado sacerdote, dijo: “El pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad eran completamente cristocéntricos. Para Lutero, el criterio hermenéutico decisivo en la interpretación de la Sagrada Escritura era: ‘Lo que conduce a la causa de Cristo’. Esto presupone que Jesucristo sea el centro de nuestra espiritualidad y que su amor, la intimidad con Él, oriente nuestra vida. Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero” (23-IX-2011).
6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios. ¿Qué significa para mí pertenecer a la Iglesia Católica? ¿Estoy seguro de mi fe, o tengo serias dudas? ¿Me esfuerzo por vivir conforme a la Palabra de Dios? ¿Cuál es mi actitud ante los hermanos de otras religiones? ¿Qué me hace pensar que hay tantas religiones entre nosotros y que algunos católicos nos abandonen? b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Cómo puedes ayudar a tu familia, a tus amistades y a tu comunidad para que estén más firmes en su fe católica? ¿Cómo promover más el respeto entre las diferentes religiones, tanto en las familias como en las comunidades? ¿Qué podemos hacer para caminar hacia la unidad que Jesús quiere? 8. Canto final: Todos unidos, formando un solo Cuerpo; un pueblo que en la Pascua nació. Miembros de Cristo, en Sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios.
12. DISCIPULOS Y MISIONEROS 1. Canto inicial: Sois la semilla que quise escoger, sois la antorcha que debe alumbrar; sois vino nuevo que empieza a granar,
41 testigos que voy a enviar. Id, amigos, por el mundo, anunciando el amor. Id llevando mi presencia, con vosotros estoy. 2. Oración inicial: Salmo 96: Que todos alaben al Señor Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones; porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: “El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.” Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
3. Introducción: A partir de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil, hemos sido convocados a una Misión Permanente. ¿En qué consiste? En que los católicos seamos en verdad discípulos de Jesús, que nos acerquemos más a El, que lo conozcamos y tratemos de vivir conforme a su Palabra. Y que luego seamos misioneros, que lleven el mensaje salvador a las familias, a las casas, a las colonias, a los compañeros de escuela y de trabajo, por todas partes, para que colaboremos, con la Vida de Cristo, a renovar la sociedad y la Iglesia; para que seamos como los primeros cristianos, que acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones: Hech 2,42. Una preocupación pastoral urgente es llevar el mensaje de salvación, con la
42 Palabra de Dios y con el amor fraterno, a los que están más alejados de Dios y de la Iglesia, con una pastoral misionera renovada y creativa. 4. Lectura bíblica: Rom 10,9-18 Después de la lectura, se deja un momento de reflexión y oración personal en silencio. 5. Exposición: a) Jesús llama a los que quiere, para que estén con El, y luego enviarlos a predicar: Mc 3,13-15. b) Un verdadero discípulo de Jesús, se hace necesariamente su misionero: Juan y Andrés, después de que conviven con Jesús, invitan a otros a seguirlo: Jn 1,35-42. Lo mismo pasó con Felipe, quien acercó a Natanael hacia Jesús: Jn 1,43-49. Es el mismo proceso que siguió Pablo: después de conocer a Jesús, se hace su misionero hasta dar la vida por El: Hech 9,1-30 c) Jesús nos ordena ser sus misioneros: Mc 16, 14-20; Mt 28, 16-20. d) El Espíritu Santo nos hace testigos de Jesús; nos da fuerza y sabiduría para demostrar nuestra fe en El y anunciarlo a los demás: Jn 15,26-27; Lc 12,11-12; Hech 1,1-8. e) Con su ayuda, no tenemos miedo ni vergüenza de seguir a Jesús y hablar de El: Hech 4,33; 5,2733,40-42; Mc 8,34-38. f) Para ser misionero, hay que ser verdadero discípulo. Es verdadero discípulo quien escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica: Mt 7,21-27. Somos sus discípulos si nos mantenemos fieles a su Palabra: Jn 8,31. Tomar la cruz y renunciar a uno mismo es condición para ser discípulo de Jesús: Lc 9,23-25; 14,27. No debemos avergonzarnos de El: Lc 9,26. El amor es el distintivo que en definitiva caracteriza a los verdaderos discípulos de Jesús: Jn 13,35. g) ¿Cómo ser misioneros de Jesús? Ante todo con el testimonio de la propia vida; luego, compartir la Palabra de Dios a los demás, empezando por la propia familia. Invitar a otros a acercarse a El, sobre todo a los más alejados. Conocer la propia fe, para tener buenos cimientos y no nos derrumben las dudas. Defender nuestra fe, no con agresividad ni con ofensas, sino con bases bíblicas y sobre todo con amor. Orar al Señor para que haya más trabajadores en su viña. 6. Meditación-Oración: a) En forma personal y en silencio, reflexionar qué me dice la Palabra de Dios. ¿Soy un verdadero discípulo de Jesús? ¿Soy su misionero? Si el Señor te llama a que le consagres tu vida para ser su misionera, su misionero, su sacerdote, ¿qué le responderás? b) En pequeños grupos, compartir lo que cada quien ha meditado. c) En plenario, quien quiera libremente le habla al Señor, para darle gracias, adorarle, alabarle, pedirle perdón y hacerle súplicas. 7. Compromiso: ¿Qué te propones hacer, para vivir más como un verdadero discípulo de Jesús? ¿De qué forma puedes ser su misionero? ¿Qué podemos hacer por tantas personas que están alejadas de Dios y de la Iglesia? ¿Cómo lograr que los católicos tengan una fe más sólida y no cambien de religión? 8. Canto final: Por ti, mi Dios, cantando voy la alegría de ser tu testigo, Señor.