A Mons. Carlos Garfias Merlos ¡Bendito el que viene, en el nombre del Señor! Por: Efrén Cervantes Cervantes
Año 8 / No. 219
Domingo 27 de noviembre de 2016
Carlos Aguiar Retes Nuevo Cardenal de México Pag. 9
El pasado 5 de noviembre por la mañana, nos enteramos que el Papa Francisco había aceptado la renuncia que le presentó el Emmo. Sr. Cardenal Don Alberto Suárez Inda al gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Morelia y que había nombrado como noveno Arzobispo de la antigua diócesis de Michoacán a Mons. Carlos Garfías Merlos, trasladándolo de la Arquidiócesis de Acapulco, en donde fungía también como Arzobispo. Esta gozosa noticia ha llenado nuestro corazón de inmensa alegría porque Mons. Garfias Merlos es de casa. En esta Arquidiócesis nació, se formó, ejerció su ministerio como sacerdote y formador en el Seminario Diocesano y de aquí partió en 1996 a Ciudad Altamirano como quinto Obispo de aquella Diócesis. En 2003 fue trasladado a Ciudad Nezahualcóyotl, diócesis ubicada en el área conurbada del Valle de México como su tercer Obispo. En 2010 pasó a Acapulco como tercer Arzobispo. Ahora, con amplitud de miras y colmado
de una vasta experiencia pastoral, regresa a su diócesis de origen. Será el trigésimo sexto en la lista de Obispos efectivos de Morelia, el trigésimo quinto sucesor de Vasco de Quiroga y el noveno Arzobispo Metropolitano. Mons. Carlos Garfias Merlos es inquieto, organizado, sabe delegar y seguramente dará continuidad al trabajo pastoral que se ha implementado en Morelia. Conoce a un 60% de nuestro presbiterio. Tiene una gran capacidad para relacionarse con los demás, le gusta el apostolado con los laicos y sabe valorar el testimonio de la vida consagrada. En Acapulco se propuso construir caminos de paz entre aquella población tan lastimada por la inseguridad, la violencia y los desastres naturales, haciendo vida su lema episcopal: “Cristo, nuestra paz”. Los frutos de este trabajo pastoral son palpables. Estoy seguro que aquí, con una realidad tan parecida a la que vive el estado de Guerrero, nuestro nuevo Arzobispo podrá ofrecer pistas de solución ante los retos y
desafíos tan apremiantes que enfrentamos. Lo vimos partir hace veinte años, lleno de juventud y de vida. Lo extrañó el Seminario y su Curso Introductorio del que fue fundador. Dejó un vacío en la pastoral familiar de Encuentros Matrimoniales. Abrió el surco para sentar las bases de la formación permanente de los sacerdotes conforme al espíritu de la “Pastores dab0 vovis”. Colaboró en la Pre Asamblea Diocesana de Pastoral en febrero de 1996, haciendo equipo con los P.P. Jaime Hernández, Antonio Cerda y los responsables de los secretariados de la Curia de Pastoral. Y no lo perdimos de vista en Altamirano, Neza… y Acapulco. Siempre abierto y disponible, con un profundo amor a la Iglesia, con intensa dedicación a sus sacerdotes, y con una esmerada atención al Pueblo Santo de Dios: “Un pastor con olor a oveja”, como lo está pidiendo el carismático Papa Francisco. Bien podríamos decirle a Mons. Carlos Garfias como le exigieron a Jesús: “Lo que hiciste en Cafar-
naum, hazlo ahora en tu patria”, con la certeza de que no va a respondernos: “Nadie es profeta en su tierra”, pues aquí dejó sus primicias sacerdotales, sembró buena semilla y ahora, seguramente, va a recoger abundantes frutos. Llega en plena madurez ministerial. Podrá decirle a su “esposa Morelia” como el poeta: “Cierto, tú has sido fiel: la misma calma, las mismas alboradas deleitosas: torres aladas y canteras rosas, un remanso de paz para mi alma. Igual y fiel te miro, tierra mía… cuando a tu casa rumorosa vengo…” Morelia tiene su misma alma espiritual y eterna. Luce esplendente en su actividad pastoral, en la apertura apostólica de sus 600 sacerdotes, en sus 1,100 religiosos-as, en los numerosos grupos apostólicos y en el generoso pueblo de Dios, que en actitud noble y respetuosa lo recibe con los brazos abiertos diciéndole: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”.
Te invitamos a que sigas nuestro decálogo en el tiempo de Adviento Pag. 7
Cierre del Año Jubilar
No cierren la puerta de la reconciliación y del perdón. Pag. 9
El ejercicio ministerial en el ámbito de la salud hospitalaria Pag. 13