Querétaro Guadalupano Peregrino y Misionero Desde su origen, hace ya casi ciento cincuenta años la Diócesis de Querétaro profesa un amor muy grande a la SantísimaVirgen de Guadalupe. La peregrinación anual al Tepeyac que realizan los hombres y mujeres queretanos es una obra de amor, una expresión religiosa que brota desde el corazón del creyente, que le recuerda su origen como mexicano, cuando la Santísima Virgen de Guadalupe impregnó con delicadas rosas de Castilla la tilma burda de San Juan Diego, dejando su bendita imagen que hasta hoy contemplamos extasiados. Cada año muchos padres y madres de familia consagran a sus hijos o hijas a la Virgen Guadalupana durante la primera peregrinación que realizan juntos al Tepeyac.
Manto de flores a la Virgen de Guadalupe, realizado en La Congregación.
Publicación Semanal de la Diócesis de Querétaro - Año 2 N° 88 - Domingo 16 de diciembre de 2012
HOY INICIAN LAS POSADAS Las posadas, son celebraciones previas a la Navidad, que consisten en nueve rosarios que se rezan del 16 al 24 de diciembre, forman un novenario, en el que se remonta el viaje de la Sagrada Familia desde Galilea hasta Belén, así como los nueve meses de la gestación de Niño Dios. El caminar rezando y cantando, nos hace recordar nuestro peregrinar por la vida para evangelizarnos en familia y evangelizar a nuestro paso. La comida y los dulces que se ofrecen hablan del gusto de compartir con los demás la alegría de estar esperando a Jesús que viene a nosotros. Romper la piñata significa el deseo de romper con la vida de pecado y dejarse inundar con los dones de Dios, representados por los dulces o frutas que salen de ella.
Mons. Armendáriz invitó a todos a vivir con plenitud el Año de la Fe, “hasta que se nos note que somos cristianos católicos aunque nos duela”.
Sacerdotes y religiosas se han encontrado con Jesucristo durante el peregrinar de la Iglesia de la Diócesis de Querétaro y han sentido la necesidad de responder generosamente entregando su vida por sus hermanos.
Miles de fieles sienten la necesidad de ir, de escuchar, de rezar, de cantar y de compartir la fe que en esos días de peregrinar se vive, comparable en los sentimientos que despierta y son similares a los que muchos vivimos en los días en que el Beato Juan Pablo II visitó México, todos hermanos, hijos de un Dios bueno y grande, hijos también de la Madre de Jesucristo cuando en la Santa Cruz nos entregó a su Madre por hijos. Otro hecho de amor tangible en nuestra Iglesia local es el celo guadalupa-
III Domingo de Adviento: «Estén alegres, el Señor está cerca»
no de los señores obispos y sacerdotes de la Diócesis, los que vivieron y nos han dejado ese patrimonio de santidad, los que viven y difunden la confianza en Dios y los que vendrán y nos enseñarán las glorias de Dios y de María. Son muchas las parroquias y más los templos y ermitas que salpican y dibujan en el territorio diocesano la imagen de la Virgen de Guadalupana. En días pasados, el señor obispo Don Faustino Armendáriz Jiménez visitó las comunidades de la Sierra Gorda para anunciar y celebrar la fe, y compartir la alegría con motivo de las fiestas marianas de la Inmaculada Concepción y de la “Patrona del Continente Americano”, la Virgen Morena del Tepeyac. Expresó siempre en sus homilías el gran compro-
miso de celebrar dignamente a nuestra Madre del cielo, invitando a reflexionar qué es lo que como hijos le damos. Invitó a todos a vivir con plenitud el Año de la Fe, “hasta que se nos note que somos cristianos católicos aunque nos duela”. Destacó siempre el espíritu misionero que debe reinar en el corazón, desde donde la providencia les ha puesto para que desde ahí sean fermento misionero, mejorando a las personas, a las familias, a las comunidades. El Querétaro que todos llevamos grabado en el corazón es un pueblo de fe, eucarístico, un pueblo mariano, el que camina unido, el que ahora va en busca del hermano alejado de Dios, lastimado, o que hasta ahora ha pasado como anónimo junto a nosotros.