¡Es el tiempo de ir al Desierto para tener un encuentro personal con Dios! En soledad y silencio para poder escuchar su voz. Primer Domingo de Cuaresma
2.- Personas muy espirituales atestiguan y la experiencia confirma que Dios habla también en medio de una calle ruidosa o en el trasporte urbano. Porque el silencio para oír a Dios es, sobre todo, un silencio interior. Ese silencio se logra, en primer lugar, en la oración. ¡Qué fácil es oír a Dios cuando se ora de modo habitual, sobre todo si se hace en una iglesia ante el Santísimo! Se logra también cuando se lucha por guardar los mandamientos y vivir en gracia y amistad con Dios. 3.- Uno de los lugares privilegiados para leer y escuchar la Palabra de Dios es en el seno de la familia. Su lectura en familia nos puede ayudar a entender cómo la tarea evangelizadora de la Iglesia ilumina la riqueza de la vida conyugal y familiar. 4.- Los cristianos podemos escuchar y participar de lo que dice la Biblia en la de la Eucaristía, donde se significa y realiza nuestra plena comunión con Él. Pero aunque la Biblia se dirige a todo el pueblo y tiene, por tanto, una dimensión comunitaria. 5.- En la frecuencia a los demás Sacramentos, especialmente el de la Penitencia. De ahí brotará el acompañamiento espiritual y con él la adecuación entre lo que Dios quiere y lo que nosotros hacemos. O, lo que es lo mismo, entre la voluntad de Dios y nuestra respuesta voluntaria y libre. 6.- Otro medio muy eficaz para oír y responder a Dios es ser muy generoso en la ayuda a los demás. Ayudar a los necesitados satisfaciendo, por ejemplo, sus necesidades básicas. ¿Puede mi fe ayudar a otros? (Marcos 2, 1-12) Diócesis de Querétaro. Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús Templo de Santa Clara Ediciones “Verbum Vobiscum” 2013
PALABRA DIOS
17 de febrero de 2013
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Evangelio según san Lucas (4, 1-13)
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: -- Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó: -- Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: -- Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo. Jesús le contestó: -- Está escrito: “Al señor, tu Dios, adorarás y al solo darás culto” Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -- Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras." Jesús le contestó: -- Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Palabra del Dios REFLEXION:
Los cuarenta días de Jesús en el desierto, nos recuerdan los cuarenta años que pasó Israel en el desierto, camino de la tierra prometida. Allí, el Señor hizo una Alianza con el pueblo, invitándole a cumplir un mandamiento: “Shemá, Israel. El Señor es tu único Dios. Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas…”. Shemá Israel. Escucha Israel. Obedece. No hagas oídos sordos. La vida pública de Jesús nos muestra muchos momentos en los cuales él se retira a lugares desolados, o de madrugada (cuando todos duermen y hay silencio), o a lo alto del monte, para orar y estar a solas con Dios. Tan importante es esta actividad para Jesús que lleva a sus discípulos a participar de esta experiencia. Para seguir aprendiendo hay que volver al desierto, a escuchar la voz de Dios, a dejarse llevar por su Espíritu para hacer su voluntad.