El Diezmo en la Biblia “Y le Abraham los diezmos de todo” (Génesis 14:20)
Un principio que se mantiene a lo largo de toda la Biblia es la devolución del diezmo. Quienes amaban a Dios sabían que eran mayordomos o administradores de los bienes que poseían, y como muestra de lealtad y reconocimiento al Dios. Entregaban una decima parte de sus bienes. Abraham, uno de los primeros personajes que citan en las Escrituras, ya tenía la costumbre de diezmar sus ganancias para dárselas a Dios. Al ganar la guerra contra Quedorlaomer, el sacerdote Melquisedec bendijo a Abraham y recibió de su mano los diezmos del botín de guerra. Jacob, nieto de Abraham, le prometió entregarle los diezmos de todo si recibía de su mano protección en el viaje iniciado hacia Padan Aram. Luego Moisés, al entregar las leyes nacionales a los israelitas, legislo claramente lo tocante al diezmo para la agricultura y ganadería. También Ezequías, entre todas las reformas religiosas que inicio en Jerusalén, ordeno al pueblo que trajera los diezmos de “grano, vino, aceite, miel y de todos los frutos de la Tierra” (2 de Crónicas 31:4-5). Después del exilio, cuando los israelitas ocuparon nuevamente las tierras de Judea Nehemías exhortó al pueblo para que entregara los diezmos. Años más tarde, el profeta Malaquías acuso a los israelitas de haber robado a Dios al quedarse con los diezmos y las ofrendas. En tiempos del nuevo testamento, todo religioso israelita tenía la costumbre de dar los diezmos de sus ganancias. Jesús acuso a los fariseos de diezmar “la menta y el eneldo y el comino”, pero de olvidarse de la justicia y la misericordia (Mateo 23:23), toda la biblia presenta con claridad que el diezmo es de Dios y que no le pertenece al hombre. Nuestro Creador desea que sus hijos sean moral y materialmente fieles y esa fidelidad debe mostrarse al entregar el diez por cien de todas las ganancias. Quizás aun no ha diezmado pero las decisiones son las que afirman el carácter y se mantienen por toda la vida.
Reflexión: Imita a los héroes de la fe muéstrale tu fidelidad al Señor devolviendo
los diezmos.