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Presentación. Jorge Mur
Jorge Mur Laencuentra ■ Técnico Cultural del Ayuntamiento de Jaca
Lo que debiera haber sido el primero de una serie de encuentros profesionales entre responsables de la gestión cultural en el Alto Aragón se convirtió, más de lo que nunca alcanzamos a imaginar, en una maravillosa ocasión, única, casi épica, para la reflexión, el debate y la prédica cultural. Graus, octubre de 2019, Predicar en el desierto. Esas fueron las coordenadas de un encuentro tan deseado como necesario para la gestión del patrimonio en la provincia de Huesca, un evento que no reunió a mucho más de medio centenar de personas, pero que resultó extraordinariamente útil para transcribir la problemática común de toda una serie de estructuras y contenedores dedicados a la difusión de la cultura y el patrimonio en el ámbito local: la estrechez financiera, la escasez de recursos humanos y materiales, la injerencia política, o lo que puede llegar a ser lo mismo: la ausencia de política cultural, la despoblación, la turistificación, y siempre, de fondo, la soledad, como la del pastor, como la del predicador en el desierto; la de todos esos profesionales faltos de una red de referencia, de una formación reglada, de procesos de contratación normalizados, del suficiente reconocimiento y consideración.
Conscientes de esa realidad, de esa rutina, de un sistema impuesto desde que la gestión cultural puede ser acreedora de tal nombre en el medio rural, así es como desde el centro Espacio Pirineos vino a configurarse aquella jornada profesional; un trabajo para el que se contó con el apoyo del proyecto transfronterizo Patrim+ (2016-2021), del que en aquel momento formaba parte el Ayuntamiento de Graus, a la vez que se trababa contacto y forjaba una estrecha colaboración con el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, y más concretamente con los miembros del Observatorio
Aragonés de Arte en la Esfera Pública, en lo que fue una paradigmática excepción de transferencia interinstitucional de recursos y conocimientos.
Con esos mimbres vino a diseñarse una Jornada profesional de cultura, territorio y despoblación de título tan sugerente y provocador, Predicar en el desierto, dirigida a los profesionales del sector de la provincia de Huesca, circunscripción que por otra parte se encuentra bajo el umbral del desierto demográfico en la mayor parte de su territorio. Desde la organización se seleccionaron una serie de proyectos, experiencias y profesionales admirados por su valor y logros, trabajos en muchas ocasiones desarrollados contra toda corriente, en condiciones diversas y adversas, y que a su vez representaban a los distintos territorios de la provincia y a una gran variedad de organismos. A la llamada de la jornada acudieron desde técnicos de cultura y patrimonio o directores de museos y centros expositivos a miembros de asociaciones culturales y de centros de estudios locales, responsables de proyectos, promotores culturales privados o profesionales independientes.
Todo el espectro, toda la cobertura profesional de la gestión del patrimonio en el medio rural.
El núcleo del programa lo constituyó un panel de experiencias en gestión cultural en el que se presentaron los proyectos y realidades de la Plataforma para la defensa del Patrimonio de Huesca (Julia Justes, Rosa Abadía); del grupo de trabajo de los Museos etnológicos de Huesca (Begoña Subías, Eugenio López, Josefina Roma); del Centro de Estudios Literanos (Víctor Bayona); de la Asociación Guayente del valle de Benasque (Lola Aventín); del Centro de Interpretación Ramón y
Cajal de Ayerbe (Cristina Liesa y José Luis Gállego); de la Muestra de cine de Ascaso (Miguel Cordero); y de Artmósfera, espacio cultural en Grañén (Berta Gascón), así como los proyectos individuales de la artista Amparo Prieto y la arqueóloga
Amor Olomí. Las intervenciones fueron seguidas de un rico coloquio y la jornada se cerró con la visita al Museo Etnográfico del Mas de Puybert, un claro ejemplo de superviviencia cultural en la periferia de la periferia. Al debate e intercambio de opinión, permanente durante toda la jornada, siguieron las conclusiones elaboradas por la reconocida antropóloga local
Josefina Roma, una parte de las cuales están en esta misma compilación en forma de sugerencias.
Predicar en el desierto, la jornada profesional de nombre bíblico en la que quería debatirse y confrontarse acerca de la soledad del trabajador de la cultura en el medio rural consiguió alcanzar algunos de sus objetivos. Evidentemente no modificó ninguna realidad, pero siempre el primer paso de todo proceso de cambio debe ser la asunción de los problemas y posibles soluciones. Predicar en el desierto fue una catarsis para gestores culturales de muy diversa naturaleza, un grito de socorro, aun callado, que lamentablemente no pudo ya mantenerse en el tiempo como consecuencia de la situación excepcional vivida desde pocos meses después de su celebración.
El proyecto de colaboración establecido entre el Ayuntamiento de Graus y la Universidad de Zaragoza contemplaba una segunda jornada a celebrar nuevamente en el centro Espacio Pirineos durante el mes de mayo de 2020, y que pretendía articularse bajo la interesante ecuación entre política y cultura, toda vez que en el ámbito de la gestión y las decisiones políticas es donde se habían identificado algunas de las claves para el cambio. Sin embargo, la eclosión de un grave problema sanitario de dimensiones globales impidió en el país la celebración de esa y de todas las actividades públicas durante la primavera, y el proyecto ya solo pudo retomarse un año después, en formato online, bajo un prisma más amplio, pero manteniendo parte de esa idea preliminar, en las Jornadas Internacionales de Políticas Patrimoniales Cultura, territorio y patrimonio.
A este apresurado resumen de sensaciones le siguen íntegramente transcritos varios de los proyectos presentados en Predicar en el desierto. Han transcurrido bastantes meses desde la jornada, y lo han hecho además entre la pesada niebla de un peligro invisible, pero la realidad de los museos y centros culturales del medio rural aragonés no parece que haya cambiado a mejor. Antes diría, al contrario. Se habla de una nueva mirada hacia el campo, a la naturaleza, a los pueblos, pero por ahora ese titular no se está traduciendo en proyectos, en presupuestos, en contrataciones, en política cultural. Es de suponer que así acabará siendo, fundamentalmente porque habrá otras crisis, y esa mirada tendrá que ser cada vez más detenida, más atenta, hasta que el medio rural y el medio urbano se acomoden en un nuevo equilibrio, más armónico, también en el ámbito de la cultura. Un tiempo nuevo en el que la cultura ocupe más espacios, una nueva centralidad; donde las decisiones importantes para el colectivo se tiñan de cultura, de humanidad; en las que la cultura sea sinónimo de identidad, no de diferencia; y que invertir en cultura sea por fin el gasto mejor considerado, porque en esa inversión se encuentre la conformación de una sociedad más justa, más sabia.
Entretanto llega ese momento, quedan aquí registradas las experiencias de cuatro importantes proyectos y redes de nuestro entorno más inmediato, cuatro realidades que lo fueron en 2019, que lo siguen siendo en 2021 y que esperemos encuentren más oportunidades en el tiempo que ha de venir.
En primer lugar, el completo informe sobre la Red de Museos Etnológicos de Huesca presentado por Begoña Subías Pérez, directora del Museo Ángel Orensanz y Artes del Serrablo, una red compuesta por centros ubicados en pequeños núcleos, y en los que la visibilidad, el posicionamiento o la financiación suponen importantes retos.
A continuación, las particularidades de un centro de interpretación de largo recorrido y prestigio, el de Santiago Ramón y Cajal en Ayerbe, presentado por José Luis Gállego Montori y Cristina Liesa Rodríguez. El centro, ubicado en la misma casa en la que el Premio Nobel pasó su infancia y juventud, también se encuentra sometido a problemas relacionados con su percepción y su localización, así como con su modernización o accesibilidad.
La Muestra de Cine más pequeña del mundo, que se celebra desde 2012 en la aldea pirenaica de Ascaso, fue otro de los proyectos de interés presentados en Predicar en el desierto. Miguel Ángel Cordero Prieto fue el encargado de exponer los pormenores de su proceso de creación y la gestión actual del proyecto, una iniciativa que ha logrado dar una nueva vida a esta aldea sobrarbesa, uno de los espacios con mayor potencialidad paisajística del Pirineo.
Por, este dossier recoge otra experiencia vinculada a la promoción del territorio desde la gestión cultural. Se trata de Artmósfera, un espacio de creación escénica, especialmente de circo, ubicado en el municipio de Grañén, en la comarca de Los Monegros. Su creadora, Berta Gascón Larraz, fue la encargada de explicar los pormenores y retos a los que tuvieron que enfrentarse desde el principio.