11 minute read
Artmosfera, residencia artística rural. Berta Gascon Larraz
Artmosfera, residencia artística rural
Berta Gascon Larraz ■ Asociación ARTmosfera
¿Qué sensaciones hemos obtenido de las reuniones con los políticos, representantes de los ciudadanos? ■ Desde la clase política no se valora suficientemente el esfuerzo y el empeño de todas estas instituciones por mantener estas colecciones, conservarlas, generar actividades, una programación, en fin, en dar vida a estos museos. Todas estas instituciones han recuperado, conservado y difundido gran parte del patrimonio material e inmaterial del Alto Aragón. ■ El tema tan en boga de la despoblación del medio rural es un tema de moda DESDE la ciudad, con una perspectiva alejada del día a día en las localidades pequeñas. ■ La gran mayoría de estos centros tienen, tanto en su origen como en la actualidad, el apoyo del voluntariado, siendo un ejemplo de que la iniciativa social se aleja de los intereses políticos. ■ Falta de concreción tanto en los proyectos que se lanzan desde las instituciones públicas (DOMUS, audioguías…) como en los apoyos técnicos y económicos.
Con todos estos datos, planteamos una serie de reflexiones “desde el desierto”, haciendo un guiño al título de esta jornada: ¿Qué prioridades patrimoniales hay desde las instituciones políticas? ¿Son las mismas que las del resto de la sociedad?
Planteamos también otra reflexión, a modo de autocrítica: ¿hacia dónde van este tipo de museos?; ¿hay que reorientarlos? ¿adaptarlos a los nuevos tiempos y gustos del público?
Feria Circo. FRAC.
ARTmosfera es un espacio rural de creación artística ubicado en Los Monegros, nacido en 2017, gestionado por Berta Gascón y Jorge Rodríguez. Este proyecto nace de la necesidad por tener un lugar propio en el que desarrollar nuestras actividades, pero que a su vez significara un aporte a la comunidad, por un lado, a la comunidad artística ofreciendo nuestro espacio a otras compañías, y por otro a la población de la zona en la que emplazásemos el proyecto, llevándoles propuestas artísticas y culturales.
En Artmosfera, además de ofrecer nuestras instalaciones a artistas y compañías para que puedan llevar a cabo parte de sus proyectos, nos dedicamos a la creación de espectáculos y actividades relacionadas con el circo y el teatro de calle, la distribución de espectáculos y servicios de organización de eventos y festivales.
En estos dos años de vida, entre otras cosas, hemos: t Recibido 10 compañías para llevar a cabo sus creaciones, procedentes de diferentes puntos del país y también del extranjero. t Creado 3 espectáculos y varios talleres para público familiar, que hemos llevado a diferentes pueblos y colegios de la zona. t Co-organizado una marcha cicloclasica llamada “La Monegrina” durante 3 ediciones y que pretender seguir celebrándose anualmente. t Acogido 2 proyectos Erasmus+ relacionados con el circo para jóvenes de la Unión Europea. t Organizado el FRAC – festival rural de artes de calle de robres, que tuvo su primera edición en agosto de este año y pretende seguir realizandose anualmente gracias a su éxito. t Cada año organizamos en nuestras instalaciones un pequeño evento de artes circenses, como fiesta aniversario. t En noviembre de 2018, recibimos el premio Marcelino Orbes a la mejor iniciativa para la promoción del circo, por nuestra labor de acercar el circo al mundo rural. t Fuimos seleccionados para presentar nuestro proyecto en la trigésimo segunda edición del Festival Internacional de Circo
Contemporáneo de Auch, en Francia.
Este ha sido un breve resumen de nuestros logros y éxitos obtenidos en estos dos años de vida, pero hoy no estoy aquí para contaros lo maravilloso que es ARTmosfera, que lo es, si no para hablaros de lo difícil que puede llegar a ser “predicar en el desierto”.
ARTmosfera es un proyecto autogestionado y esta fue nuestra intención desde el principio. Porque no queríamos que nuestro proyecto dependiera de una fuente u opinión externa que pudiera incidir en el rumbo que le queríamos dar, o que no fuera capaz de sostenerse si esa subvención no llegaba, o si de repente se agotaba. Y porque, siendo sincera, si no estás familiarizada con el tema de las subvenciones, conseguirlas implica tal cantidad de trámites administrativos, documentación, tiempos de espera y justificaciones, que hacen que tu energía se pierda en el camino. Y si, además, después de todo ese trabajo que supone solicitarla, no te la dan, entonces el bajón ya es máximo. Así que toda la puesta en marcha y tam-
bién el mantenimiento del proyecto se financia con recursos que generamos a través de las actividades que ofrecemos y organizamos. Y que en su mayoría contratan los ayuntamientos de los pueblos de la zona. Creamos por ejemplo un programa llamado “Apadrina un artista” a través del cual un ayuntamiento puede financiar parte del proceso creativo de una compañía y esta le ofrece a cambio un espectáculo en su pueblo. Esta es una forma de subvención a través de la cual Postal. todos salen beneficiados. No ha sido tarea fácil conseguir entrar en la zona, ya que a algunos todavía les cuesta confiar en nuevas propuestas, porque más vale llevar algo que ya sabes que funciona, aunque eso implique repetir cada año la misma actividad. Pero a día de hoy podemos decir que estamos muy contentos con la acogida que hemos tenido y la confianza que varios municipios depositan en nosotros a la hora de diseñar sus programaciones culturales.
La autogestión, aunque es muy satisfactoria, conlleva ciertos problemas, sobre todo cuando no dispones de grandes ahorros, como era nuestro caso. Los tiempos son mucho más lentos, porque solo puedes ir haciendo y creciendo a medida que vas generando recursos económicos, y como todos aquí sabemos, generar dinero en el mundo del arte no siempre es tarea fácil.
Nosotros, además, hemos optado por utilizar materiales recuperados para la mejora de nuestras instalaciones, lo cual también supone un retraso en los tiempos, porque antes de ponerte manos a la obra, necesitas haber encontrado esos materiales. Aunque lo cierto es que hemos tenido bastante suerte, y nuestras redes de amigos han estado muy atentas (sobre todo al principio, que era cuando más necesidades teníamos) y hemos podido ir consiguiendo todo lo que necesitábamos: desde ventanas para cerrar la nave, que conseguimos en un colegio que estaba de reformas, hasta colchonetas para entrenar, que nos dieron en un gimnasio de Toulouse, pasando por suelo de parqué para la sala de ensayos, o camas para nuestros invitados, que nos regalaron en un internado que renovaba su mobiliario.
Transformar una vieja torre agrícola en desuso desde hacía años en un espacio de creación artística, no ha sido tarea fácil. Sobre todo, teniendo en cuenta que no somos propietarios de la finca, y que el dueño es un agricultor mayor, para quien el circo (al menos como nosotros lo entendemos) era algo totalmente desconocido. Y no solo para él, muchos vecinos de la zona, cuando llegamos nos decían que estábamos locos ¿circo?, ¿en Monegros? Y nos miraban con cara de ¡qué raros sois!
Y es que no habíamos llegado para abrir una nueva granja de cerdos, o un criadero de pollos o a trabajar unos campos, que hubiese sido lo más normal y lo habrían aceptado con total naturalidad… No, nosotros queríamos acercar el arte y la cultura a una zona que está más acostumbrada a ver como la población se va, que a recibir nuevos vecinos.
A día de hoy, quizás sigan pensando que estamos locos, pero ahora que ya nos conocen y saben más sobre nuestro proyecto, nuestras propuestas las reciben con entusiasmo y cariño.
Aunque esa sensación de desconfianza hacia nosotros, también la hemos sentido por ejemplo cuando la Guardia Civil, en más de una ocasión nos ha parado al salir de la finca, nuestra propia casa, para pedirnos documentación y detalles sobre nuestra residencia y nuestra actividad. Y es que por desgracia a los que nos dedicamos al arte y sobre todo a disciplinas como el circo o el teatro de calle, todavía se nos tacha de “hippies” en el sentido despectivo de la palabra y se nos pone en duda. No creo que a un trabajador saliendo de la granja vecina, le paren sin ningún motivo.
Así que, por más que lleves media vida dedicándote profesionalmente al mundo del espectáculo, lo cierto es que todavía queda camino por recorrer para que se nos dé el reconocimiento y la consideración que se les da a otros profesionales.
También a nivel económico, ¿cuántas veces nos habrán pedido que vayamos a hacer nuestro trabajo por la mitad de lo que vale, o incluso gratis? Porque total, ir a entretener un rato a los críos, tampoco es tanto esfuerzo ¿no? Además, te lo pasas bien y te dará visibilidad porque va a venir mucha gente…
Y es que muchos no ven lo que implica ir a entretener a un público durante media hora, una hora, o el tiempo que dure la actividad o el espectáculo. No ven el trabajo que hay detrás, ni la inversión en materiales, ni las horas de creación. Por no hablar de las cuotas de autónomos o impuestos, que también pagamos. ¡Ojalá nuestras cuentas y gastos mensuales se pagasen con miradas o aplausos!
Aunque la verdad es que aquí tengo que hacer también algo de autocrítica, porque es nuestra labor defender nuestro estatus profesional, hacer entender lo que conlleva vivir del arte y la cultura y sobre todo no malvender nuestro trabajo, para no malacostumbrar a los posibles clientes.
Con la prensa o los medios de comunicación tampoco ha sido fácil y hemos sentido que a los proyectos autogestionados se les da menos importancia que a aquellos que llevan sellos de diputaciones o gobiernos, cuando en alguna ocasión se nos ha dejado tirados a última hora, por tener que ir a cubrir otra noticia con presencia de algún organismo público. O sin ir más lejos cuando Europa Press se hizo eco de esta jornada “Predicar en el desierto” y citó todos los proyectos participantes, excepto el nuestro. ¿Quizás por error? O quizás por pensar que éramos menos importantes…
Pero más allá de consideraciones sociales, a la hora de poner en marcha este proyecto en un entorno rural, nos hemos encontrado otras dificultades, que probablemente en una ciudad ni se nos habrían planteado o se hubiesen resuelto con mayor rapidez. Porque ARTmósfera se encuentra aislada del núcleo de población: estamos a 3 km de Frula y Montesusin y a 6 km de Grañén o Robres y eso significa, entre otras cosas, que no llega la electricidad.
La casa estaba equipada con placas solares, baterías acumuladoras, y un grupo electrógeno para utilizar en caso necesario. El propietario nos aseguró que todo funcionaba a la perfección como para abastecernos durante una semana sin hacer uso del grupo. Lamentablemente esto no fue así. La instalación era muy vieja y deficiente, por lo que tuvimos que acostumbrarnos a vivir escuchando casi a diario durante unas cinco horas, el ruido del generador, algo que chocaba enormemente con la tranquilidad del lugar. Aprendimos a conciliar su horario con el nuestro, hasta que por fin en 2019 conseguimos nuevas placas y a día de hoy podemos vivir casi sin encenderlo y de forma más sostenible. Por supuesto cambiamos toda la instalación de luces a led, y prescindimos de aparatos y electrodomésticos que generen un alto consumo. La conexión a internet también fue algo que, si bien no llegó a ser un gran problema, no fue tan simple como llamar a Movistar y listo. Ninguna de las compañías más conocidas, nos podía dar servicio en nuestra ubicación, así que hubo que buscar un poco más hasta encontrar una empresa, por cierto, aragonesa (Embou) que sí nos podía dar servicio. La meteorología es otro tema que nos ha jugado alguna mala pasada. Tras dos años, por fin conseguimos transformar el almacén agrícola donde se acumulaban viejos aperos, trastos y basura inservible en nuestra nave de entrenamienFoto del grupo. to. Apenas habían pasado dos meses desde que la terminamos, cuando una gran tormenta, en agosto de 2018, nos voló el tejado, inundándola por completo y afectando a colchonetas, suelo de madera, equipos de sonido, etc. Conseguimos rescatar casi todo, pero estuvimos seis meses sin tejado, porque en primer lugar era de uralita, así que
tenía que venir una empresa especializada, que tardó dos meses. Y una vez retirados los escombros, el albañil del pueblo tenía tanto trabajo que tardó 4 meses más en venir a arreglarlo. Supongo que en una ciudad los tiempos de espera no habrían sido tan largos. Como tampoco lo fueron para las fincas agrícolas afectadas de la zona, porque ellos eran prioridad. Una vez más, nadie parecía entender, que ese era nuestro lugar de trabajo, y que no tenerlo operativo también suponía pérdidas para nosotros.
Otro de los males que afecta enormemente al medio rural, son las comunicaciones con otras poblaciones. Si no tienes vehículo propio, estás perdida. Esto puede además suponer un gran problema para un proyecto que dependa de la afluencia de público. Por suerte nosotros tenemos una estación de tren cercana (en Grañén) que conecta con Zaragoza o Lleida, aunque solo sea 2 o 3 veces al día, según el día. Aun así, a la hora de programar alguna actividad, siempre está el miedo de si llegará gente o no, por estar tan apartados del núcleo urbano.
Pero a pesar de todo hemos conseguido que a ARTmosfera, a los Monegros, hayan llegado personas de diferentes rincones del mundo, como Chile, Argentina, Italia, Dinamaca, Bulgaria o Estados Unidos, entre otros. Personas que no creo que por otros motivos hubiesen conocido esta zona. Así que, en cierta medida, supongo que podemos decir que también somos un pequeño aporte al turismo rural.
236 ■ DOSSIER