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Cómo vencer la adicción al celular

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Los smartphones modernos tienen funciones casi ilimitadas, algunas muy positivas. Pero muchas personas se están volviendo adictas a sus teléfonos. ¿Cómo vencer esta clase de adicción?

Hoy en día los smartphones son mucho más que los aparatos de comunicación celular que fueron en un comienzo.

Son nuestros medios de navegación, organizadores, planificadores, alarmas, relojes, fuentes de noticias, cámaras, álbumes fotográficos, reproductores de video, consolas de juego, libros, reproductores de podcasts, reproductores de música, cuadernos de notas, calculadoras, entrenadores personales, banqueros personales, tarjetas de crédito, monitores de salud... y la lista podría continuar. Pareciera que los usos de nuestros teléfonos son infinitos y, sin embargo, los desarrolladores de aplicaciones siguen encontrando nuevas funciones.

El celular se ha convertido en una parte indispensable de nuestra vida. Tal vez incluso sentimos que no podríamos hacer nada sin él.

Sin embargo, los teléfonos modernos también han dado paso a comportamientos negativos. Veamos algunos de

los problemas asociados al uso excesivo de smartphones: • Nomofobia: miedo de estar sin celular. • Textafrenia: ansiedad sentida cuando pensamos que recibimos un mensaje de texto, pero no es así. • Textiety: ansiedad por no recibir o enviar mensajes de texto. • Vibraciones fantasma: sensación de que recibimos una alerta del teléfono cuando no es así. • Phubbing: ignorar a alguien que está frente a nosotros para interactuar con nuestro teléfono. • Dismorfia de Snapchat: querer parecernos a nuestra imagen digital editada aunque requiera de una cirugía cosmética. ¿Se identifica con alguno de estos? Todos pueden ser aspectos de otra condición subyacente: una adicción al teléfono celular.

El creciente problema de la adicción al celular

Corea del Sur tiene una de las mayores tasas de posesión de smartphones en el mundo. Más del 98 por ciento de sus adolescentes usa uno. Según las estadísticas del gobierno, cerca del 30 por ciento de los niños surcoreanos entre 10 y 19 años son “demasiado dependientes” de sus teléfonos. Incluso se han creado centros de rehabilitación para el uso excesivo de celulares, con el fin de ayudar a los jóvenes.

Algunos no creen que ésta sea una adicción real. Pero la adicción al celular tiene síntomas similares a los de otras adicciones graves. Algunos de ellos son: • Pérdida de control. • Dificultad para limitar o reducir el comportamiento. • Necesidad de repetir el comportamiento constantemente para producir la sensación deseada. • Interferencia con las funciones normales de la vida. • Aislamiento, sentimientos de irritabilidad y ansiedad cuando el comportamiento no se lleva a cabo. • Recaídas, o volver al hábito, tras períodos sin usar el celular.

Como cualquier adicción, también ésta tiene niveles de gravedad y existe la negación. Éstas son algunas maneras de identificar una adicción al celular: • Cuando recibe una notificación, ¿siente el deseo irresistible de mirar su teléfono, incluso si va manejando? • ¿Es su teléfono lo primero que necesita ver cuando despierta? • ¿Siente ansiedad si no tiene su teléfono con usted? • ¿Se desvela por usar su teléfono? • ¿Se le va el tiempo mirando páginas interminables de redes sociales o videos?

Como cristianos, no podemos permitir que nada controle nuestras vidas. El apóstol Pablo nos anima a ser disciplinados en todo (1 Corintios 9:25, Nueva Versión Internacional).

Cómo vencer la adicción al teléfono

Si siente que la adicción al teléfono puede ser un problema para usted, estos son algunos consejos para comenzar a vencerla. 1. No lleve su teléfono a todos lados.

Proverbios 25:16 nos enseña una lección importante: “¿Hallaste miel? Come lo que te basta, no sea que hastiado de ella la vomites”.

Incluso, el exceso de algo bueno puede resultar dañino. Llevar nuestros celulares a todos lados no es saludable. Los teléfonos son artefactos maravillosos, cierto, pero su uso excesivo puede tener efectos negativos.

Adrian Ward, psicólogo de la Universidad de Texas en Austin, realizó un estudio acerca del efecto de los teléfonos celulares en la mente. Para ello, les hizo pruebas de memorización y atención a 500 estudiantes de universidad.

En una serie de experimentos, los estudiantes completaron un examen. Algunos tenían sus teléfonos sobre su escritorio, otros en sus mochilas y otros fuera de la sala. A algunos se les pidió que silenciaran sus teléfonos y a otros que los apagaran.

El estudio arrojó que los teléfonos celulares reducen la capacidad para pensar de los estudiantes y afecta su rendimiento. Incluso si el teléfono estaba fuera de vista, en silencio o apagado, su mera presencia afectó sus pensamientos. Los estudiantes que dejaron sus teléfonos fuera de la sala del examen obtuvieron los mejores resultados.

Ninguno de los estudiantes atribuyó sus resultados a la ubicación de su teléfono. El efecto fue inconsciente.

Podemos enfrentar esto decidiendo separarnos de nuestros teléfonos deliberadamente. Irnos a la cama y dejar nuestro teléfono en otra habitación, por ejemplo. O pasar períodos de tiempo con nuestro teléfono apagado o en un lugar lejos de nosotros.

Es especialmente sabio apagar nuestro teléfono o dejarlo lejos cuando oramos. Jesús enseñó que lo mejor es orar en privado, y no queremos que nuestro teléfono interrumpa nuestras oraciones a Dios (Mateo 6:6).

2. Limite conscientemente las redes sociales.

En Efesios 5:16, el apóstol Pablo dice que debemos “[redimir] bien el tiempo, porque los días son malos” (Reina Valera Antigua). Redimir algo significa recuperarlo con dinero o reclamarlo. Pablo nos está animando a usar nuestro tiempo sabiamente.

Las redes sociales pueden ser una excelente forma de mantener contacto con nuestra familia y amigos. Este definitivamente es un uso constructivo de los teléfonos celulares. Pero otros usos pueden ser una completa pérdida de tiempo. La mayoría de los teléfonos modernos proveen un reporte de cuánto tiempo pasamos en cada aplicación. ¿Está pasando demasiado tiempo en las redes sociales o en YouTube?

Muchas aplicaciones están diseñadas para ser adictivas. Utilizan técnicas de diseño persuasivas para cautivar nuestra atención por largos períodos de tiempo.

Algunas de esas técnicas son: • Adaptar el contenido a sus intereses para captar su atención. • Proveer páginas sin fin (entradas infinitas). • Llenar su pantalla de videos con reproducción automática.

Existe un proverbio de la informática que dice: “si no está pagando por un producto, entonces el producto es usted”.

La mayoría de las redes sociales son gratuitas para los usuarios. Su manera de ganar dinero es a través de la publicidad. Entonces, el principal producto de las redes sociales somos nosotros. Generan recursos vendiendo nuestra atención. Mientras más tiempo pase en su teléfono, más dinero ganan ellos. Es por eso que los desarrolladores de aplicaciones buscan diseños que retengan su atención lo más posible.

La necesidad de aprobación social puede ser muy fuerte. Pero el uso excesivo de las redes sociales puede hacernos caer en la trampa de compararnos con los demás. Pablo advierte que quienes “se comparan unos con otros, no demuestran buen juicio” (2 Corintios 10:12, Reina Valera Contemporánea).

Esta tendencia puede aumentar cuando nos sentimos mal y vemos que otros en las redes sociales parecen estar siempre felices. Entre los jóvenes en particular, los psicólogos notaron un aumento drástico en la depresión, ansiedad, autoflagelación y los suicidios desde la aparición de las redes sociales.

La mejor manera de evitar una adicción a la aprobación social es tomar la decisión consciente de limitar nuestro tiempo en las redes sociales. 3. Elimine las notificaciones innecesarias.

Algunos dicen que las notificaciones son muy útiles —nos recuerdan de una tarea pendiente, nos avisan que no nos queda dinero en la cuenta del banco o nos animan a hacer algo saludable. Éstas son algunas de las excelentes funciones de nuestros teléfonos (¡en ningún caso somos anti-smartphone!).

Pero muchas de las otras notificaciones de nuestros teléfonos celulares son inútiles. ¿Realmente necesita saber que un amigo “compartió” la publicación de otro amigo? ¿O que diez personas reaccionaron a… (su teléfono no le dice qué cosa porque espera que lo vea usted mismo y también reaccione)?

Estas notificaciones están diseñadas para que no pueda dejar de mirar su teléfono.

Un estudio encontró que los millennials revisan sus teléfonos 150 veces al día —¡cerca de cada cinco minutos! Cada vez que recibe una notificación, la hormona del estrés cortisol se eleva levemente en su cuerpo causando tensión; y cuando revisa la notificación, entra en juego la dopamina, lo que le produce una sensación de alivio. Este ciclo de tensión y alivio afecta nuestro cerebro y causa adicción.

Por eso puede ser muy útil configurar su teléfono para que le envíe sólo las notificaciones más útiles y necesarias. Esto debería minimizar mucho la cantidad de notificaciones que recibe y la continua necesidad de mirar su teléfono. El tiempo que ahorremos puede ser usado para pensar y meditar en cosas edificantes (Filipenses 4:8).

Derecho de desconectarse

Recientemente, Francia aprobó una ley que reconoce el derecho de los empleados a “descansar” de los correos electrónicos de trabajo. Se conoce comúnmente como “el derecho de desconectarse” y prohíbe a las empresas enviar correos a sus trabajadores fuera de las horas laborales.

Pero usted no necesita una ley nacional para regular su uso del teléfono. Usted tiene el derecho de desconectarse cuando lo desee. Si por lo menos da un paso hoy, como eliminar todas las notificaciones innecesarias, puede hacer una gran diferencia.

Si su teléfono está controlando su vida, es momento de recuperar el control.

—Isaac Khalil

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