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Riego de instalaciones deportivas (Manuel Martí

Manuel Marti. Ingeniero Agrónomo. Hunter

A la hora de diseñar el sistema de riego más adecuado en una instalación deportiva, hemos de tener en cuenta una serie de parámetros previamente, como pueden ser el uso que se quiere dar a la instalación, tipo de césped usado (natural o artificial), tamaño de la instalación, tipo de mantenimiento, disponibilidad de agua, etc.

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La tendencia actual va hacia instalaciones con elevada utilización, de bajo mantenimiento y con menores consumos de agua, lo que nos dirige a superficies con césped artificial y altamente automatizadas. Generalizando, un campo de césped natural puede tener unas necesidades hídricas en verano de 6 l/m2 mientras que en uno de césped artificial se estiman, en el mismo periodo, de 2 l/m2

Llegados a este punto, la pregunta más usual es: ¿realmente, si tengo césped artificial, necesitamos regarlo?

La respuesta es SI y las principales razones son:

Necesidad de limpieza de la superficie de juego debido polvo en suspensión en el aire, lluvias de barro, rotura del material de relleno, sudor, etc., que ensucian el césped y pueden, incluso, hacer insalubre el juego en superficies de este tipo. Un riego regular para limpiarlo es preciso, ya que facilita que estas partículas de polvo se depositen en el fondo del césped y sean arrastradas hasta las zonas de drenaje.

Reducción de la alta temperatura que se genera en la zona de juego, es la razón principal para regar un campo de deportes de césped artificial. Un día soleado y sin nubes con temperatura ambiente de 25°C puede producir temperaturas de 50°C en el campo. El riego puede reducir drásticamente la temperatura en cuestión de minutos. Desafortunadamente, esta reducción de calor es de corta duración ya que la temperatura comenzará a aumentar lentamente después del ciclo de riego y también lleva aparejada un aumento de la humedad del campo, produciendo una combinación incómoda debido al calor elevado y a la humedad alta. Este delicado equilibrio nos obligará, en instalaciones de alto uso, a tener que regar no sólo entre partidos, sino también durante el periodo de medio tiempo, lo que nos exigirá una buena automatización. Además, el riego, tanto en campos de césped natural como artificial, mejora la velocidad de rodadura de la pelota y evita abrasiones en los jugadores en caso de caídas o resbalones durante el juego.

Convencidos de la necesidad de regar el siguiente paso es decir ¿qué tipo de riego se debe instalar? Parece claro que debemos ir a riego por aspersión, pero teniendo presente que el agua se debe suministrar desde fuera del terreno de juego, tendríamos que utilizar aspersores de largo alcance (6 u 8) situados en el perímetro del campo.

Estamos hablando de aspersores con unos alcances de 45m que trabajan a unas presiones entre 5 y 7 bar y unos caudales de hasta 70 m3/h

En el mercado hay disponibles varios modelos:

Aéreos, es decir están a la vista sujetados por un vástago que va conectado a la tubería, son eficientes y más baratos que los modelos que van enterrados. El principal problema es que no son muy estéticos y pueden tener algún problema de seguridad, los jugadores pueden golpearse contra los vástagos.

Aspersores enterrados, se instalan en el perímetro del área de juego, los aspersores van instalados con una tapa cubierta de césped artificial y no se ven. Suelen enterrarse junto a una electroválvula en una arqueta. Tienen la ventaja sobre los aéreos, que al ser la columna de agua menos elevada , ya que sale a ras de suelo, la deriva de las gotas es menor y no mojamos zonas adyacentes a la zona de juego que es la que queremos refrescar.

Aspersores enterrados con electroválvula incorporada en su interior. En este caso la instalación, va conectado mediante un codo a la tubería y no hace falta arqueta, es más sencilla y barata y mantenimiento es más fácil , permitiendo además una gran flexibilidad de manejo.

Los diseños que aparecen en este artículo son UNICAMENTE orientativas y en ningún caso se deben tomar como un diseño definitivo de riego.

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