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Los tesoros ocultos de la biblioteca del Ecoparque

Funciona en uno de los edificios históricos; en 2019 comenzó la puesta en valor del espacio y un proceso de restauración de los libros que pertenecieron a los directores del ex zoológico

La forma circular del edificio abraza a los libros que descansan, expectantes, sobre las repisas metálicas. Fuera de las cajas donde se guardaron por años, los ejemplares recuperaron su lugar natural y ahora se lucen en la Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento que funciona en el Templo de Vesta, uno de los monumentos históricos del Ecoparque.

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Pocos lo saben, pero en el predio donde funcionó el zoológico porteño, hay una biblioteca con tesoros hechos de cuero y papel. Dentro de ella conviven desde libros de botánica bellamente ilustrados y manuales del reino animal, hasta atlas geográficos y parte de la segunda edición de la enciclopedia Diderot que buscó resumir, en sus 35 tomos, el saber absoluto del siglo XVIII.

“Los libros estuvieron en cajas apiladas en una oficina por años hasta que en 2019 empezamos, con la Universidad de la Matanza, un proceso de recuperación y restauración para que el Ecoparque tenga una biblioteca viva y no un depósito de libros”, dice María José Micale, licenciada en Gestión e Historia del Arte, que encabeza el equipo de diez estudiantes.

“Había libros en mal estado, infectados con ácaros, con humedad. Es una colección muy extensa y muy variada, hay cosas de naturalismo y zoología, pero después tenemos libros muy particulares de cada director”, resume Micale, que lleva inventariados unos 5.500 ejemplares, y todavía restan muchas cajas por abrir.

Sello personal

El primero de los directores, Eduardo Holmberg, era un científico que imprimió el sello arquitectónico al parque, haciendo

DATO CURIOSO cumplían un rol social y educativo dentro de las ciudades porque la gente no viajaba como ahora –plantea Micale–. Por eso el primer director tuvo la lógica de crear una escenografía para que la gente pudiera conectar el animal con el lugar de procedencia. Muchos de los ejemplares de botánica y naturaleza pertenecieron a Holmberg”.

Hay libros en italiano, que se le adjudican al segundo director, Clemente Onelli. Fue quien le dio impulso al zoológico con paseos en pony, camellos y elefantes. Fue, también, quien fundó la biblioteca y el que regó de obras de arte al parque. Muchas las encargaba por catálogo y llegaban en barcos listas para armar. “Antes de asumir había estado involucrado en la cuestión de límites con Chile. Por eso creemos que los libros de límites y océanos pertenecieron a él”, estima Micale.

El Templo de Vesta, donde funciona la biblioteca, fue una donación que Onelli consiguió de la Comuna de Roma. Originalmente era un lactario para mantener a las madres que debían amamantar a sus bebés lejos de las miradas indiscretas de los visitantes. Por eso, las paredes son de azulejos blancos, y el piso es de cerámico calcáreo, coherente con el uso que tenía el espacio.

Una vez terminada la titánica tarea de rescatar los libros, el objetivo es digitalizar la colección y hacer la biblioteca accesible a estudiantes e investigadores (contactarse por mjmicale@gmail.com).

“No sería abierta al público, pero el objetivo es poder democratizarla, que vengan investigadores locales y extranjeros y puedan hacer uso de este espacio único y mágico”.

ANTIINCENDIOS que los animales habitaran los edificios según su procedencia: los elefantes en un templo hindú, un ciervo de Japón en una pagoda japonesa. Él creó y editó la Revista Jardín Zoológico, de la que también es posible encontrar muchos ejemplares.

“En esa época los zoológicos

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