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“Me atrae el viaje hacia mis propios confines, mis lugares desconocidos”
La prestigiosa fotógrafa estrena Errante, su primera película, en la sala Lugones, el Malba y el cine Gaumont. Con producción de Lita stantic, la realizó en solitario, con su cámara, a lo largo de cuatro viajes al Círculo Polar Ártico
En enero de 2019, la fotógrafa Adriana Lestido viajó a Tromso, una pequeña ciudad al norte de Noruega, para ver las auroras boreales, que “simbolizan la victoria de la luz sobre las tinieblas”. Alquiló una cabaña en las afueras, y se instaló con su cámara.
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“Quería grabarlas en video, registrar su movimiento, cómo aparecen y desaparecen, cómo danzan, cómo se esfuman, y el sonido que las acompaña (imperceptible para el oído humano)”, contó.
Durante la estadía, las auroras pasaron a ser secundarias. “Fue muy fuerte lo que sentí, con la luz azulada que dura apenas tres horas, la noche tan larga y básicamente la cercanía del Polo Norte, el imán de la Tierra. Me quedé un mes y en ese lapso decidí que volvería en todas las estaciones a instalarme alrededor del Círculo Polar Ártico, en Noruega, Islandia y las Islas Svalbard (la zona habitada por humanos más cerca del Polo Norte)”, revela a Disfrutemos BA Hizo cuatro viajes en un año y medio. Estuvo 8 meses cerca del Polo. Así filmó Errante, la conquista del hogar, el documental que se estrena en la Sala Lugones, el Malba y el Cine Gaumont.
- Habías trabajado en el Polo Sur, ¿qué te atrae de los Polos? ¿Por qué un retrato cinematográfico?
- Supongo que me atrae el viaje hacia mis propios confines, mis lugares desconocidos. Siempre estoy mirando afuera para mirar adentro, como decía mi amado Robert Frank. La idea de ir a la Antártida surgió después de la retrospectiva que hice. De alguna forma, la Antártida fue como una zona de pasaje, marcaba el límite en mi trabajo fotográfico que me permitiría pasar a otra cosa. Tuve claro que lo que necesitaba, expresivamente, era el movimiento dentro de la imagen y el sonido que la acompañara. Que la cámara registrara lo que yo pudiera ver, sentir y escuchar. Lo que sucediera en el momento. Como meditaciones visuales. La cámara y yo quietas, en silencio, fundiéndonos con el paisaje.
- ¿Relacionaste esta experiencia en soledad y la posterior pandemia?
- Quizás sí, en cierta forma. Yo ne- cesité viajar sola con mi cámara. Que la inmersión interior fuera verdaderamente honda. Poder abismarme para cruzar algún límite personal. La pandemia comenzó al principio del último viaje a Islandia. Pensaba quedarme un mes, llegué el 7 de marzo del 2020. A los dos días se declaró. Se cerró la frontera de Islandia, desaparecieron los turistas (que son más que los habitantes) y me quedé tres meses, hasta fines de mayo, en una granja en las afueras de un pueblo mínimo. Estar ese tiempo tan aislada, recorrer los peligrosos ca - amparada me sentí. Y donde más padecí el frío, a pesar de una súper campera que se bancaba -25 grados C. Pero las manos se me partían, aunque tenía guantes dobles, mucho dolor. Se me hacía muy difícil manejar la cámara. Y después, recuperar la sensibilidad normal, varias veces me quedaron bordó, adormecidas. Y entre el viento huracanado y el suelo resbaloso por el hielo me caí muchas veces. El trípode me hacía de bastón y tenía cadenas en las botas, pero igual. En invierno también pasé por situaciones así, pero fue en Islandia, que es más amable que las Svalbard. minos nevados, las rutas, vivir las tormentas de nieve en absoluta soledad, el viento tremendo, fue, a pesar de su dureza, un regalo de la vida que me permitió vivir lo que tenía que vivir. Y llegar al milagro de la primavera, que no sucede en abril como pensaba sino en mayo. Poder ver los deshielos, el pasto, el nacimiento de los animales, sentir el sol otra vez… ¡Fue hermoso!
“Yo necesité viajar sola con mi cámara. Que la inmersión interior fuera verdaderamente honda; abismarme para cruzar algún límite personal”.
- ¿Cuáles son tus emociones ante el estreno en Buenos Aires?
- Si bien grabé la película sin producción, para poder terminarla fue fundamental el apoyo de mis productoras, Lita Stantic y Maravillacine. Cuando tuve el primer corte, con mucha timidez me comuniqué con Lita. No tenía la pretensión de que me produjera sino más bien que me orientara para terminarla. Lita para mí es mucho más que LA PRODUCTORA argentina, con mayúsculas. Siempre veo las películas que produce, son todas buenas. Se implica con un respeto total hacia el autor y su creación. No es lo habitual. Además, es un ser humano excepcional, la admiro en todo sentido. Y su película, Un muro de silencio, fue un antes y un después en mi vida. Me ayudó a pasar mi propio muro. Lita se comprometió inmediatamente con Errante y convocó a Maravillacine. Es un regalo de la vida para mi película. Gracias a eso se estrena. Y para coronar, el inmenso honor de que sea parte del ciclo dedicado a Lita en la Lugones.
- ¿Cuál fue el momento más difícil?
- Lo más duro fue el otoño en las Islas Svalbard, lugar extremadamente áspero. Fue quizás donde más des-
“Lita Stantic se comprometió inmediatamente con Errante y convocó a Maravillacine. Es un regalo de la vida para mi película. Gracias a eso se estrena”.
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MÁS INFORMACIóN
Disponible en: Errante se proyecta del jueves 1° a domingo 4, a las 21 h.; el martes 6 y miércoles 7, a las 18 y el jueves 8 a las 21.30 h. en la Sala Leopoldo Lugones (Av. Corrientes 1530).
Entrada: $900. Estudiantes/jubilados: $500.