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La Amistad ……………………………………………………………… Página
Como no hacer alusión por ejemplo, al hecho en que en más de alguna ocasión, conversaciones de mesa y sobremesa de domingo, llevaron a que algún comentario permitiera pensar que se tenía la interesante posibilidad de denunciar como lector y tener tribuna con una carta que permitiera por un momento ser ciudadano activo de los destinos de nuestra ciudad, región e incluso país.
La opinión del lector sin duda impulsa al hombre común, el del día a día y lo acerca sorprendentemente al quehacer de las fuerzas vivas que desarrollan a la sociedad. Una historia de 75 años de una nación que como independiente tiene 192, resulta ser una fuente de incalculable valor ya que una empresa de esta envergadura permanece en el tiempo y para el tiempo. Empresa difícil que requiere de hombres visionarios compro-metidos con el quehacer de la comunidad, impulsando proyectos y atendiendo al lector para que pueda realmente “darse cuenta” y tener conciencia de lo que pasa en su entorno y a sí mismo.
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Bien, pareciera entonces no ser tan difícil buscar elementos para homenajear y con ello distinguir las notables bondades de contar con “El Mercurio”. Ciertamente faltarían palabras para hacer comprender a muchos lo que para nosotros es obvio y que no requiere mayor comentario como es el vivir con la alegría de contar todos los días, a diario con “El Mercurio de Valparaíso”.
LA AMISTAD
(Unidades Didácticas sobre valores humanos) La amistad significa el amor a las personas con las que mantenemos un trato de confianza. Sin embargo, no basta estar junto a las personas, podemos trabajar codo a codo con otros y, sin embargo, no ser sus amigos. Según esto podríamos preguntarnos ¿cómo se conquista la amistad?
1. En primer lugar, para amar a alguien hay que conocerlo: a) interesarnos por saber cómo son: sus aficiones, su temperamento, ilusiones profesionales, sus cualidades y sus defectos. b) conocer también el ambiente en el que se mueve, ambiente familiar, profesional, social, otras amistades, etc., todo lo cual requiere saber escucharlos.
2. Para quererlos se necesita comprenderlos, saber por ello hacer nuestros sus problemas, sabiéndolos escuchar, sabiéndolos disculpar cuando se equivoquen, pues también nosotros nos equivocamos muchas veces. Hay que saber estar con ellos "a las duras y a las maduras", es decir, cuando lo pasamos bien y cuando lo pueden estar pasando mal. Hemos de saber ceder en nuestros gustos muchas veces para estar pendientes del de los demás. Ello no siempre; para evitar carecer de la propia personalidad.
Se opone a esta amistad tanto el compadreo como la chabacanería en el trato. Así, hay muchas personas que salen juntos para divertirse, es el típico "plan de los domingos", pero luego no
son capaces de interesarse a fondo por los otros o simplemente los utilizan como peldaños para divertirse uno.
También se da ese trato cuando se emplean conversaciones soeces, donde a la mujer se la trata de una manera poco limpia, o se critica constantemente a los demás… Por el contrario, la amistad supone la mejora de los otros, dar a estos lo mejor que uno tiene. Así, se llena el alma de una persona, es lógico que ésta trate de comunicar a los demás este bien, que es el mayor que puede comunicar. Otro aspecto importante de la amistad es el compartir las cosas juntos, esto estriba en tener confianza mutua en todo lo que tenemos y usamos, pero no caer en el compadreo de abusar de esta amistad, pues cada uno tiene derecho a la propia intimidad.
Hay que compartir las horas y los momentos felices y amargos. Cuando uno está enfermo, hay que interesarse por él, hacerle compañía, llevarle algún pequeño obsequio que le distraiga (prensa, libro ameno, etc.) ayudándole a su tarea de una manera discreta. Hemos de saber dar la cara por ellos, delante de nosotros no se habla nunca mal de un amigo.
Hemos de saber dialogar con ellos, evitando las discusiones llenas de cabezonería, sabiendo transigir especialmente en lo que tiene poca importancia y siendo intransigentes, aunque nos cueste admitirlo, en aquellos temas en los que no se puede transigir, especialmente en los de vida moral o religión. La firmeza en este último aspecto es la mejor manera de ayudar a los amigos.
Nuestra ayuda decíamos que debía ser discreta, sin aparatosidad. Pero también sin pedir cuenta a ellos de los favores que anteriormente les hemos hecho. Servimos a nuestros amigos de una forma desinteresada. No podemos ser egoístas, ni tampoco echar en la cara de otros las muchas veces que les ayudamos. De ahí que no podemos esperar siempre una correspondencia total a nuestro comportamiento. Hemos de ser agradecidos si nos ayudan, pero no echando en cara si no lo pueden hacer en alguna ocasión. Por supuesto, hemos de rehuir de aquél que siempre intenta aprovecharse de nosotros…, haciéndole ver su conducta egoísta, por si puede mejorar en este aspecto. Si esto nos pasa con alguno, no podemos formar opiniones generales creyendo que todos los demás actuarán así, o no dar oportunidad a que mejoren.
Es importante para cultivar la amistad no ser quisquillosos: si nos molestamos por cualquier cosa, será difícil aceptar y disculpar a los demás. Además, muchas veces son meras impresiones y suposiciones nuestras que no se corresponden con los deseos del propio amigo, ni a sus intenciones.
En definitiva, en todo ello va implícito el respeto a nuestros amigos, dialogando con serenidad con ellos, siendo flexibles para aprender siempre de ellos, evitando tirarnos los trastos rotos a la menor de cambio, lo que requiere comprensión y disculpa, y en definitiva aceptarlos como son, ya que