Antología cuentos de Navidad II ¡Jesús se hizo hombre entre nosotros para hacernos conocer el amor y enseñarnos a vivir como hermanos! Compartamos la alegría de la Navidad y juntos rescatemos su verdadero significado, promoviendo la creación literaria de cuentos que favorezcan la imaginación de los niños y jóvenes. El Papa Francisco nos dice “Les invito a detenerse ante el pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra mirada” Juntos preparemos la llegada del Niño Jesús, con la esperanza y la alegría que tiene un lasallista sin fronteras.
Rafael Cerón Sigala, fsc. Secretario para la Misión Educativa Lasallista David Espinosa Soto Diseño Editorial Equipo de Pastoral SMEL Gloria Quirós Pérez Rodrigo Rojas Pinacho Juan Carlos Valadez Martínez, fsc. Isaac Alcántara Cabrera, fsc.
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Índice
15. La señora Navidad que llega Autor Víctor Parada Universidad de La Salle Bajío Campus San francisco del Rincón
3. Antología Maestros 22. Antología Estudiantes
Antología Maestros 4. Mi milagro de Reyes Autor: Mtra.Laura Susana Alegre Vega La Salle León plantel América 5. Una muestra de amor para Navidad Autor: Mtra. Male Cantú. Colegio Simón Bolívar Pedregal 6. La Navidad llega a mi vida Autor: Mtro.Rubén Jesús Gamboa Amaro Instituto Cancún La Salle 7. La Navidad de Carlitos Autora: Mtra.Constanza Ramos Serrato Escuela La Salle Cancún 8. El verdadero regalo de la Navidad Autoras: Mtra.Yolanda María Teresa Villa Cabrera Mtra.Guillermina Nayeli Pech Medina Mtra.Yaneli Adelina Brito Montero IPC la Salle
16. Visita de Navidad Autor: David Gregorio López Rodríguez Escuela Gerardo Monier 17. Luz Autoras: Mtra. Dea Gabriela Dueñas Sansón Lic. Sabina Espinosa Dueñas 18. Navidad: sismo interior Autor: Sergio Juárez Colegio Benavente 19. LLegó la Navidad a mi corazón Mtra. Verónica Teresa Vergara Castro Escuela de la Salle Playa del Carmen 20. La llegada del Niño Dios Autores: Alumnos y maestros de la sección de chicos del Internado Infantil Guadalupano 21. El nacimiento en el portal Autores: Vicky Pérez Secretariado para la Misión Educativa Lasallista Oscar Fernando Nava Pérez
9. Una Navidad en el Caribe Autora: Mtra.Edna Belén Rodríguez Vázquez IPC La Salle 10. ¡Qué sucede con todos! Autor: Mtro. Miguel Martínez López Primaria Colegio Benavente 11. Un sueño para esta Navidad… Autor:Mtro. Rafael A. Mendiburu Arjona Instituto Cancún La Salle. 12. ¿Por qué hay estrellas en el cielo? Autor: L.C.E Dario Zamitis Ortiz Universidad La Salle Pachuca 13. ¿Qué es la Navidad? Autora: Mtra. Alma Lina Castro López Bachillerato La Salle Ayahualulco 14. Un regalo navideño Autora: Ignacia Romero Martínez La Salle Ayahualulco 3
Mi milagro de Reyes Ya huele el ambiente a Navidad, ya las calles empiezan a llenarse de luces de colores, de regalos, de olores ricos que nos avisan que es diciembre. Camino por las calles viendo como van todos sonriendo, viendo los aparadores y checando las listas de las compras que tienen que hacer, de los regalos que tienen que realizar… veo mi interior, no hay listas, ni risas… sólo un vacío grande… veo cómo la gente ríe, se quiere y hasta puedo decir que se aman… más frío siento en mi alma… Llego a mi casa y sólo veo un vacío rodeado de cajas, mis padres en medio y están haciendo lo mismo de los últimos años, meses y días: peleando, ahora discuten para saber de quién es la culpa del cambio de vida que tenemos que hacer. Mi padre se quedó sin trabajo y por dicho motivo nos mudaremos, no sólo de casa sino de ciudad… mi madre le reclama porque dejará a sus amigas, sus clases de yoga y ¿ahora a dónde y con quién irá a tomar café?. Mi padre le reclama que todo fue por sus gastos extremos; pues le interesaba tener el mejor celular, la mejor ropa, ir a los mejores lugares… , por eso él comenzó a trabajar en dos lugares, quedó mal en ambos y lo sacaron… se echan en cara todo… los observo y voy por mis cosas, pues ha llegado la mudanza. Mientras ellos pelean ninguno de los dos me ha preguntado qué quiero, qué pienso o al menos qué siento… no se dan cuenta de nada. Durante el traslado de una ciudad a otra pienso en todo lo que he dejado: amigos, escuela, experiencias… ¿dejaré también mi vida familiar anterior? ¿Dejaremos los odios y los reclamos?... pensando en eso y en mi pasado… me duermo… sueño con esos buenos tiempos, donde yo era niña y mis papás tenían tiempo para mí, donde el celular no era una parte del cuerpo, donde los abrazos eran porción de nuestra historia, donde las risas eran cotidianas y los gritos eran parte de un juego y no de un reclamo diario. Llegamos a la nueva casa, a la nueva ciudad y a la nueva vida. Llegó con miedos, incertidumbre, con recuerdos y rencores; con un gran silencio en mi alma… entro a la casa, es grande, vieja, mas no fea… busco mi cuarto… movimientos se dan, entran y salen personas y muebles... Empiezo a acondicionar mi nuevo mundo… ¿podré acomodar mi vida y el tiempo de mis padres? ¿Podré reacomodar a la familia? Todo el fin de semana se me va poniendo cosas en su lugar… llevo dos días donde no he oído gritos en la casa… es más he oído risas, pensé que estaban en peligro de extinción… 4
Salgo de mi habitación, ya casi toda la casa está puesta (al menos en muebles; faltan vaciar algunas caja), pero sigue siendo fría, no parece época de Navidad… decido ir a conocer la ciudad, mis padres deciden quedarse (qué raro, si llevo dos años en donde nunca salimos juntos)… voy a caminar… Sé que no hay plazas, es una ciudad muy pequeña… no tendrá colorido como la anterior, ni aparadores vistosos, será tal vez aburrida… conforme camino huelo a una Navidad diferente, los niños corren, se oyen cánticos... son posadas… se ven luces de bengala… huele rico… un sabroso ponche… veo luces de colores, no en aparadores pero sí en casas… veo la luz de velas, junto con gente rezando, gente riendo, personas abrazadas y con los niños así como los jóvenes formados para las piñatas, veo patios adornados… no con muñecos de Santa Claus, pero sí con piñatas, con nacimientos, con focos de colores… con personas que me sonríen mientras van caminando… Regreso a casa, envidiando esas familias, deseando reír como ellos, deseando tener ese abrazo familiar… pero cómo lo voy a tener si mis padres solo saben pelear (al menos en los últimos años), ¿cómo habrá felicidad si ya se vendieron los celulares?. Si sólo hay un carro, si se acabaron los eventos de sociedad, si ya no habrá un cafecito en un restaurante o una copa en un bar; veo las estrellas, veo a los “Reyes Magos”, recuerdo cómo de niña pedía mis deseos (en ese entonces eran puros juguetes), haré el intento… me río; esas son niñerías… aun así pido mis deseos… he llegado a la casa… abro la puerta y ¡sorpresa! Mis papás ya adornaron de Navidad, están frente al árbol ¡abrazados!, al verme llegar me hablan y cada uno me abraza, me quedo en medio de los dos… los tres viendo las luces, pensando en sueños, en verdades… siento un descanso… siento un beso de cada lado, oigo un perdón de mis padres, siento sus brazos en mi cuerpo, los tres abrazados, siento sus lágrimas caer en mí… oigo un te amo un poco ahogado… me siento como niña… cuando nos amábamos… veo que los Reyes me han hecho el milagro. Autora: Mtra. Laura Susana Alegre Vega La Salle León plantel América
Una muestra de amor para Navidad Topololo es el nombre de un topo cegatón que vive en las cercanías de una pequeña Villa, llamada Dulce del Cobre. Lugar apacible y acogedor, en el que viven 12 familias armónicamente. Famosa, entre otras cosas, por los cazos de cobre y por los dulces de higo que se elaboran en diciembre. Por eso su nombre “Villa Dulce del Cobre”. Ahí habita desde que tiene memoria, sabe que ni él ni su familia son de ese lugar, pero cómo llegó ahí cuando no había cumplido los 2 años, no recuerda ni conoce otro lugar. En esa Villa, existe una tradición sumamente amorosa, pues consiste en un acto desinteresado que se ha vuelto todo un suceso. La peculiar tradición consiste en invitar a un desconocido a la cena de Navidad, compartir alimentos, conversaciones y abrazos con quien ese momento esté en la mesa. Así pues, en Villa Dulce Cobre sólo habitan 12 familias y todas y cada una invita gente la Noche de Navidad a disfrutar de la cena. Por tanto viene gente de pueblos cercanos e incluso de la gran ciudad que se encuentra a más de seis horas de distancia.
buscaba. Él no lo sabía pero era un zorro, que inmediatamente se dio cuenta de la oportunidad de ser invitado a la madriguera de los topos y salivaba del festín que se daría. Así que acordaron verse debajo del viejo roble, ya muy cerca de la madriguera el día de Navidad. Por la tarde, el zorro puntual a su cita, se encontraba esperando al cegato topo, que llegó 10 minutos después de la hora acordada. El zorro siguió a Topololo y entró a la madriguera, saboreaba la situación. Pero estando ahí miró como sólo había una pequeña tarta de higos rebanada en pequeñas porciones, sabía que podía comerse a la familia topo entera, pero ese día en ese momento entendió la importancia de hacer algo por los demás y decidió, no hacerle daño a tan noble familia. Autora: Mtra. Male Cantú. Colegio Simón Bolívar Pedregal
Este año la madre de Topololo, le encargó que invitara a alguien que realmente lo necesite, pues había cosechado pocos higos este año, así que sería una cena modesta. Por lo que el pequeño topo caminó 4 colinas río abajo y encontró a quien
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La Navidad llega a mi vida Un día caminando por el Instituto Cancún La Salle, un profesor se encontró a varios jóvenes de secundaria, platicando de una forma triste, decían que en estas fechas decembrinas no iban a obtener aquellos regalos que a sus padres les habían pedido. Se acercó a ellos y les dijo, escuchen, la Navidad es una gran ocasión para dedicar a nuestros seres queridos un poco de nuestro tiempo y nuestras energías, que tan a menudo se dispersan en la vida cotidiana, hecha de compromisos y de una continua carrera contra reloj. Es, sobre todo, la atmósfera familiar el elemento que da “calor” y significado a la navidad, junto con las luces, los colores y los sonidos de esta fiesta antigua. Por lo tanto jóvenes, es un tiempo en donde debemos reflexionar qué tan importante es ésta espera, en donde solamente nos basamos muchas veces en lo material sin darle el verdadero significado a tan gloriosa llegada de la navidad. No se depriman ni se frustren porque no pudieron tener el regalo que tanto deseaban, ¡anímense! recuerden cuantos jóvenes en otros lugares tienen menos cosas que ustedes y celebran la Navidad con símbolos esenciales y primordiales que nunca debemos olvidar. Un joven lo miró y le dijo entonces: profesor ¿cómo que cosas no debemos olvidar?. A lo que el profesor respondió: No debemos olvidar que: La Navidad llega a nuestra vida con un agradecimiento sincero. La Navidad llega a nuestra vida con un abrazo cálido y fraternal. La Navidad llega a nuestra vida con compartir con generosidad con aquél que menos tiene. La Navidad llega a nuestra vida con motivar a aquella persona que vemos triste o deprimida. La Navidad llega a nuestra vida con actos ordinarios, haciendo en la vida de los demás cosas extraordinarias. La Navidad llega a nuestra vida disfrutando de nuestros familiares y amigos de una manera personal. Es por eso jóvenes, para poder hacer que realmente llegue a nuestra vida, debemos desconectarnos de todo lo virtual, de todo aquello que no nos permite trascender en nuestras relaciones interpersonales y nos pone una barrera tan inmensa que no nos hace sentir el amor real de todos los que nos rodean. La Navidad debe entrar por la puerta de la mirada, por la ventana de los oídos y, sobre todo, por el profundo palpitar de nuestros corazones, porque es ahí donde recordamos que la Navidad tiene vitalidad hoy y siempre. Autor: Rubén Jesús Gamboa Amaro. Instituto Cancún La Salle Sección Secundaria
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La Navidad de Carlitos Carlitos vivía en el seno de una familia muy humilde. Su papá estaba desempleado y lo que ganaba su mamá con las labores de costura apenas si alcanzaba para el sustento diario. Y llegó la Navidad, cargada de ilusiones y buenos deseos. Carlitos creía en los Reyes Magos, que traían toda clase de juguetes y regalos a los niños. Y, lleno de ilusión, escribió su carta a sus Majestades. Tenía su favorito y así rotuló en el sobre: PARA S. M. EL REY MELCHOR. Y en el remitente escribió la dirección de sus papás. En el texto decía: Querido rey Melchor. Soy Carlitos. Este año me he portado muy bien. No he desobedecido nunca a mis papás y he cumplido todos mis deberes. Pero no quiero que me traigas juguetes ni regalos. Mejor haz que mi papá encuentre trabajo y, así, mi mamá tenga tiempo para dedicarse a nosotros. Estoy seguro de que cumplirás mi deseo. Carlitos entregó su carta en propia mano al Rey Melchor que se encontraba en los Almacenes el Resplandor y, mirándole a los ojos, sonrió dulcemente. Este, al leer la carta, se llenó de ternura y no pudo por menos que mostrársela al gerente de la tienda, quien también compartió su emoción. Y llegó la mañana de Reyes. El cartero toca a la puerta. “Una carta para Carlitos, dice”. Este corre a cogerla y se sienta en un rincón para leerla: Querido Carlitos. Te concedo tu deseo. Hay un trabajo esperando a tu papá a partir de mañana en los Almacenes el Resplandor. Que el paso de los años no te haga perder la ilusión. El Rey Melchor. Y así fue. Carlitos nunca olvidó esa navidad. Ya casado, al llegar la fiesta de Reyes, les contaba esta historia a sus hijos y les decía: Que el paso de los años no les haga perder la ilusión. Autora: Constanza Ramos Serrato Escuela La Salle Cancún
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El verdadero regalo de la Navidad Había una vez una niña llamada Julieta, quien era muy simpática que siempre estaba dispuesta ayudar a los demás. Tenía una hermana llamada María, ella era diferente, quería tenerlo todo y no sabía compartir. Vivían con sus Padres en una cabaña alejada de la gran ciudad. Su padre era un leñador y su mamá realizaba las labores del hogar y Julieta solía ayudar a su mamá. Mientras que María, prefería estar jugando sola y que no la molestaran. En su escuela iban niñas de todas las clases sociales y muchas de ellas pertenecían a familias acomodadas. Asistían al colegio con sus mejores galas y juguetes, que les presumían a ambas hermanas. Cuando se estaba acercando la Navidad no se cansaban de contar todos los regalos que pedirían en la Navidad, convencidas que les dejarían junto a su árbol de navidad o en la chimenea sus fabulosos regalos. Julieta y María nunca habían tenido un regalo de Navidad. Sus Padres les habían explicado que tenía un significado más relevante la Navidad, que era el Nacimiento del Niño Dios y que por ello teníamos que estar muy felices. Pero la mayoría de las familias habían perdido el sentido de la Navidad y lo habían transformado por la compra de regalos y objetos materiales. Olvidando la importancia de inculcar el Amor hacia El Niño Dios. Julieta comprendía lo que decían sus Padres, y lo ponía en práctica, siendo una pequeña muy amable, dispuesta siempre ayudar a los demás, con un gran corazón. Pero María se enojaba cada vez más con sus Padres, por no tener lo mismo que sus demás compañeras y sufría demasiado su situación, ya que también le gustaban los regalos en la Navidad. Cuando llegó el día de la Nochebuena, Julieta ayudó a sus Padres a preparar la cena, después escuchó que en su cuarto lloraba su hermana, María le contó a su hermana que se sentía muy triste por no recibir ningún regalo de Navidad y cuando regresaran a la escuela no podrá enseñar sus regalos a sus demás compañeras. Julieta la abrazó bien fuerte y le dijo
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que confiara, que también existen los milagros en la Navidad. Después de compartir una cena deliciosa con sus Padres; estaban a punto de irse a dormir, oyeron un ruido en la puerta de su casa, salieron con una linterna y encontraron una caja con un gran moño y, adentro un perrito que ladraba sin cesar. Era muy hermoso, y tenía una nota que decía que era el regalo de Navidad para María y Julieta, con mucho Amor de parte del Niño Dios….!!!!!!! Lo llevaron junto al fuego para que se calentara un poquito. Estaban muy felices por haber recibido tan bello regalo. Lo cuidaron, le dieron de comer y lo adoptaron como su mascota dándole un hogar con su familia. Cuando pasaron las vacaciones de Navidad y les tocó regresar al colegio, su alegría era tan grande que radiaban felicidad sus caras. Cuando todas sus compañeras hablaban de las muchos regalos que les habían traído en la Navidad, Julieta y María les compartieron la gran noticia de que tenían una bella mascota, para amarla y cuidarla, que había sido el regalo de Navidad más maravilloso que pudieron recibir. Sus compañeras les pidieron que trajeran a su mascota para conocerla, ya que ellas sólo habían recibido regalos a los cuales no podían darle cuidados, ni amor y querían aprender a cuidar a una mascota. Las hermanas aceptaron muy felices, el compartir con sus compañeras la felicidad de tener a su mascota “ regalo” que así lo llamaron. María comprendió con total certeza que en la Navidad no se necesita tener muchos regalos materiales, lo principal es el compartir con tus seres queridos, dándoles amor y alegría . Y que una mascota viene a complementar la felicidad de la familia. FELIZ NAVIDAD ….!!! Autoras:Mtra.Yolanda María Teresa Villa Cabrera Mtra.Guillermina Nayeli Pech Medina Mtra.Yaneli Adelina Brito Montero IPC la Salle
Una Navidad en el Caribe Era una tarde de invierno fresco para aquellos calores en el Caribe, pero extraño para Samuel, quien venía de un lugar frío, donde, para estas fechas, ya caería nieve y por fuerza debería estar abrigado hasta las narices. Sentado ahí, a la orilla del mar, reflexivo, curioso, admirado de saber que era invierno y sentirse en primavera, pensaba en qué diferente era esta ciudad que le daba la bienvenida; tenía pocos meses de haber llegado, aún familiarizándose con su nueva rutina, como muchos de sus amigos, había venido buscando mejores oportunidades, un cielo azul y la naturaleza de aquel bello lugar eran imán para un espíritu viajero como él. No hacía mucho había conocido a Lupita, quien muy amablemente le había presentado parte de la ciudad y las costumbres locales, tan peculiares como su belleza, la belleza de un trozo de paraíso en la Tierra. Recordando cómo se siente cuando uno llega por primera vez a la ciudad sin conocer nada ni a nadie, Lupita se daba a la tarea de tender la mano a todo aquel recién llegado que conocía, se había vuelto en una excelente anfitriona y amiga; les brindaba una cálida bienvenida, los procuraba de información, en muchas ocasiones fomentaba pequeños grupos de amistades que pudieran apoyarse entre sí, sin duda una persona muy querida por muchos, Lupita estaba siempre dispuesta a ayudar. Un pequeño grupo de conocidos que solían ya de manera recurrente reunirse los lunes para charlar, tomar un café y compartir, fue donde Samuel encontró afinidad, a pesar de que algunos eran de otros países, de diferentes ocupaciones y con costumbres diferentes, todos tenían algo en común, estaban sin familia en la ciudad, la nostalgia en muchas ocasiones era su motor, perseverar en aquello que cada uno se había propuesto dando valía a aquel vacío que ocasionalmente se presentaba poniendo en duda todo lo que se vivía en el día a día. Sin duda la calidez de la familia siempre llena el alma, los abrazos de mamá, las risas de los hermanos, los juegos con los primos, la sopa caliente de la abuela, tanto cariño y detalles. Es inevitable no extrañarlo a la distancia, era la característica mayor que compartían varios por aquellas fechas. Y en
muchas ocasiones, lo que los llevaba a renunciar y regresar a su origen, vaya que era difícil. Se acercaban los días de fiesta, días que, en años anteriores habían sido esperados con tal alegría y expectativa, la cena, los abrazos, claro!...se acercaba Navidad, Samuel recordaba con gran cariño esas fechas, cada año deseaba que llegaran para comer delicioso pavo, abrir con sorpresa los regalos, la ‘Misa de Gallo’ que con tanta emoción escuchaba junto con su abuelita, la celebración del natalicio del niño Dios, “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15:13 Sin embargo, era la primera vez que hacía conciencia de aquello, desde que tiene memoria, no había pasado un año lejos de sus seres queridos, la cita en casa de la abuela y los platillos tradicionales estaban tal cual estampa invariable, qué tristeza lo invadía, y ahora ¿Qué haría? ¿Con quién compartiría? No habría abrazos, ni cena, mucho menos familia. Aquel sentimiento lo invadió de tal manera que a pesar de la calidez de la playa sintió como el frío invadió su cuerpo, como su corazón se paralizó por un momento y las lágrimas rodaron cayendo y fusionándose en la arena, sin duda aquella Navidad no sería igual. Ah! pero Lupita sabía, sí, no importando nacionalidad, ni clase, ni nada, todos deseaban sentir aquella calidez y pasar esas fechas en armonía y con amor, así que decidió realizar una cena en su casa, con un gran pavo y adornos, con villancicos y regalos, por supuesto todos gustosos decidieron participar, unos cocinando, otros adornando, fue increíble, tantas culturas diferentes y sin embargo un sentir en común, fue como tener una segunda familia! Las risas y la paz en sus corazones inundaba el ambiente, esa es fraternidad, el valor de la fraternidad nos lleva a ser solidarios, respetuosos y empáticos unos con los otros. La generosidad, la igualdad y unión de aquellos amigos se había consolidado gracias a la nobleza de Lupita, quien por cierto se comió la última rebanada de pastel. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17 En honor a una gran amiga y guerrera de vida
Autora:Edna Rodríguez IPC La Salle
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¡Qué sucede con todos! Cuando yo era un pequeño niño y mis padres salían a trabajar, mi abuelo se quedaba en casa para cuidarme, pasábamos el tiempo hablando de tantas cosas de su pasado, que me sentía aliviado estar junto a él. Recuerdo que cuando llovía intensamente me escondía bajo la cama asustado por aquellos rayos que iluminaban los cielos y retumbaban la tierra. ¡Mi querido abuelito! como lo extraño, se acercaba a mí, me daba una palmada en la espalda y me abrazaba fuertemente, después me contaba en ciertas ocasiones cuentos fantásticos e inimaginables con la finalidad de aliviar mi descansar, obviamente para aquel extraño que escuchara sus cuentos pensaría que tenía una imaginación increíble que no existía tanto amor en esta vida. Aún recuerdo la última vez que mis oídos se deleitaron con la mejor historia que me hizo comprender la importancia de amar y respetar a los más necesitados antes de preocuparse por si mismo. Antes de que mi abuelito iniciara, decía una encantadora y confundible frase que ahora que soy adulto la comprendo y transmito cuando mis hijos están confundidos de su existir. “Yo deseo llevar a cabo la fraternidad o identidad no sólo con los seres llamados humanos, sino que quiero llevar a cabo la identidad con toda la vida.” Hace mucho tiempo en una ciudad lejana, pequeña, rustica conocida como Lauterbrunnen, se encontraba una pequeña familia de agricultores, que vivían a las orillas de dicha ciudad. En ese lugar la gente del pueblo ignoraba la existencia de los Flugzentrale, ya que no eran ricos, ni tenían grandes cultivos, necesitaban agua suficiente para regar sus cultivos, requerían mayor cantidad de semillas de trigo y maíz para alimentar a su familia y vender sus productos en el pueblo, no contaban con animales para arar su tierra por lo que el señor Katja trabajaba lenta y arduamente junto con sus dos hijos Saskia y Egon. Además poseían un corralito con dos ovejas, que llevaban todas las mañanas a cebar con hierbas que brotaban en la orilla del diminuto riachuelo que pasaba a lado de su tierra. La vida de la familia era sencilla y para algunos un poco injusta, Saskia tenía su esposa, dos niños y una pequeña llamada Amira, a quien le gustaba ir al campo con su padre a orar mientras él trabajaba. En cambio la familia de Egon estaba 10
formada por tres niños menores de 6 años, su esposa había fallecido al nacer el último hijo. Ambas familias se esforzaban por llevar alimento y dinero a casa. Un día el señor Katja y su nieta salieron rumbo al pueblo a vender sus productos, su nieta le decía a su abuelo: por qué somos tan pobres, por qué debemos trabajar tanto para ganar poco, ¡no es justo! Así que el señor Katja le contestó: hija mía trabajamos mucho y ganamos poco en lo material, en cambio, en lo espiritual, todos nos encontramos llenos y contentos. Debes sentirte agradecida con nuestro Señor, ya que nos ha brindado salud, amor, alegría, unión, diligencia y fe; sólo fijate a tu alrededor cuando lleguemos al pueblo. Amira, al entrar al pueblo, observó a un anciano sucio y débil pidiendo limosna, una cuadra más adelante escuchó a un perrito aullando, al acercarse se percató que se encontraba en mal estado ya que no había comido en días. Siguió caminando junto a su abuelo y halló a una niña ciega y coja pidiendo que alguien la ayudara a cruzar la calle. Amira jaló a su abuelo de la camisa y le pregunto: Abuelito por qué nadie hace algo por los más necesitados, no es bueno olvidar a nuestros hermanos. Ellos deben ser amados y cuidados. Y su abuelo le responde:Amira hay personas buenas y... en ese instante Amira contesta y ¡malas! ¿verdad?, su abuelo Katja la mira fijamente y le contesta: ¡no hija! no son malas, sólo desorientadas del camino que Dios nos propone en nuestras vidas, tal vez no sepan cuál es su finalidad en este mundo, olvidan las cosas importantes y maravillosas que les rodea y se enfocan en materialismos que los alejan de amar y respetar a los demás. Amira se quedó pensando en lo que le dijo su abuelo mientras caminaban de regreso a su casa, analizaba su situación familiar y que así como ella otras personas necesitaban de su ayuda para sentirse bien, por lo que, al siguiente día Amira fue al pueblo con su abuelo, miró al anciano y le regaló dinero que había ahorrado, al perrito lo llevó a casa para cuidarlo y a la niña ciega le ayudaba a cruzar la calle todos los días que iba al pueblo, la gente al ver que Amira siempre ayudaba a los más necesitados empezó a hacer lo mismo, con el anciano y todo aquél que lo necesitará. Autor: Mtro. Miguel Martínez López Primaria Colegio Benavente
Un sueño para esta Navidad… Este año, Sofía tiene una esperanza para esta Navidad. En su colegio, todos se preparaban para recibir la Navidad de la misma manera que en los años anteriores, es decir, esperando regalos y adornando sus casas y salones con los típicos motivos navideños: el árbol, las esferas, etc. Sofía estudia en el colegio La Salle de su ciudad y desde muy pequeña aprendió de los Hermanos y de sus profesores que San Juan Bautista de La Salle quería que permaneciéramos unidos, viviendo con fe a Dios, en fraternidad con nuestro prójimo y en actitud de servicio para los más pobres y necesitados de ayuda, cariño y cercanía. Con tristeza Sofía se da cuenta que sus amigos, los papás de sus amigos y las personas en el mundo no viven de acuerdo con lo que ella ha aprendido. Una tarde, al regresar a su casa después del colegio, se quedó profundamente dormida en la cama de su cuarto. En un sueño, se descubrió con esa profunda tristeza y vio acercarse junto a ella un hermoso ángel. - ¿Quién eres? - Soy un amigo. - ¿Qué quieres de mí? - Quiero ayudarte. - ¿Cómo puede ser eso? - He notado tu tristeza por lo que sucede en tu colegio y en el resto del mundo y quiero decirte que lo importante no es lo que dejen de hacer las otras personas, sino lo que quieras hacer con respecto a lo que sucede a tu alrededor.
- ¿Cómo es eso? - La mayoría de la gente vive quejándose como son los demás, es decir, cómo viven su fe, la Navidad, lo que hacen o dejan de hacer… Como te dije, lo importante no es lo que hagan o no hagan los demás, lo importante es lo que tú quieras hacer con tu fe y los valores que has aprendido en el colegio y con tus padres. Así que puedes elegir continuar triste y quejándote o puedes vivir una Navidad feliz, en unidad con tus seres queridos, amigos y desconocidos, sin importar lo que piensan y cómo viven la Navidad. - Mmmm… - Recuerda cuál es el sentido de la Navidad: Dios está con nosotros, se hizo carne para acompañarnos y enseñarnos el camino del amor. Justamente puedes lograrlo a través de los valores que has aprendido de La Salle: Fe, Fraternidad y Servicio. - Pero es muy difícil. - La diferencia es la actitud y la fe, es decir, creer que Dios está contigo. La tristeza en tu corazón no es otra cosa que el miedo a vivir lo que tú eres, porque caes en la cuenta que los demás no piensan ni viven como tú, pero la felicidad y la paz que vienen de Dios, solamente la encontraremos en la lealtad con lo que somos y queremos vivir. Dicho esto, el ángel desapareció y Sofía despertó de su profundo sueño. Desde ese momento Sofía recuperó la esperanza, descubrió que la Navidad es alegría, paz y armonía con Dios y con los demás, y que depende de ella como quiere vivir lo que ha descubierto en su corazón a través de su Colegio La Salle. Fue una Navidad feliz… Se propuso renovar la esperanza cada año y más que eso, todos los días del año, porque Dios había nacido realmente en su corazón. Autor:Mtro. Rafael A. Mendiburu Arjona. Instituto Cancún La Salle.
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¿Por qué hay estrellas en el cielo? Cuenta este cuento que te estoy contando, que existió una época hace mucho, mucho tiempo en el que no había estrellas en el Cielo. Y no es que a Dios, quien creó todo se le hubiera olvidado crearlas. No; a Él nunca se le olvida nada. Simplemente que cuando hizo las estrellas quiso a todas meterlas en una cajita, decidiendo que las colocaría en el firmamento en una ocasión que fuera muy, muy especial y resolvió también que el cielo de la noche, hasta ese entonces, estuviera iluminado sólo por la hermosa luna, a quien confió el creador tan importante misión. Pero allá, en donde el creador tiene su casa, nada especial sucedía, los ángeles cantaban, los querubines volaban y todo habitante del Reino de Dios hacía, como siempre, lo que debía hacer. En donde sí que había problemas era en la tierra, pues casi la mayoría de los hombres se habían olvidado de ser felices. Muy por el contrario, unos a otros se trataban mal o se peleaban entre sí y desobedecían el mandamiento del Amor. Dándose cuenta de lo que acontecía en la tierra Dios se puso triste y muy preocupado. ¿A quién enviaré a la tierra para salvar a los hombres? -se decía-. Pues yo los amo y no quiero que se pierdan ni que sufran. ¿A quién enviaré para salvarlos? Entonces se escuchó una voz muy firme y muy clara que decía: ¡Envíame a mí! ¡Yo quiero ir! ¡Yo quiero ser el salvador de los hombres! Y Dios reconoció aquella voz que era nada más ni nada menos la voz de su hijo Jesús. Oye, pero tal vez te cueste mucho trabajo -dijo Dios a Jesús – No importa Padre, quiero hacer tu voluntad y no verte nunca triste. Oye, pero te pueden hacer daño.
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Replicó Dios nuevamente. No importa -dijo Cristo entusiasmado- , vale la pena salvarlos. Dios miró fijamente a Jesús, le dio un abrazo y le dijo: recuerda que nunca te abandonaré y que tú eres mi hijo amado en el que siempre me complazco. Y dicho esto lo envió a la tierra a salvar a los hombres de sí mismos y de sus desdichas. Luego fue a donde había guardado las estrellas y tomando primero la más grande dijo a ésta. Colócate en lo más alto e indica a los hombres donde estará mi hijo para que todo aquél que a ti te vea, sepa cómo seguirlo. Fue la primera gran estrella en el cielo. A las demás les dijo: alumbren el cielo y llénenlo de luz pues me siento orgulloso de un hijo como el que tengo, que ha querido hacerse pequeño para salvar a los hombres de sus males y de sus desdichas. Brillen eternamente celebrando la salvación que viene por medio de él. Y todas las estrellas tomaron su lugar en el firmamento. Más como a Dios no se le olvida nada, eligió a una mamá en la tierra para su hijo, un papá nutricio y un pesebre, para que ahí Él naciera en el mundo en un lugar llamado Belem de Judá. A ese día, al día del nacimiento del Hijo de Dios en la tierra que vino a salvar a los hombres de sus desdichas Dios le llamó Navidad. Desde entonces y para siempre, siempre hay estrellas en el cielo. Autor: L.C.E. Darío Zamitiz Ortiz Universidad La Salle Pachuca.
¿Qué es la Navidad? Había una vez, en un pueblo situado en la montaña, una niña muy inquieta que, por características propias de su edad, no dejaba de emitir interrogantes acerca de todos los eventos que ocurrían en su vida. Esta niña vivía con sus abuelos maternos, personas de fe inquebrantable y de oración ferviente constante; sus padres habían fallecido, lejos de su tierra natal, víctimas de los desastres naturales que se habían suscitado en la ciudad donde laboraban. Este acontecimiento ocasionó una tristeza profunda a la pequeña Ana; ya no emitía sonrisa alguna y las palabras que pronunciaba eran muy escasas, generalmente, eran saludos y agradecimientos por los favores recibidos, puesto que hablamos de una persona de buenos principios. Una mañana de diciembre, el abuelo de Ana recibió un citatorio del jardín de niños al que asistía la protagonista de nuestra historia. Sorprendido, invitó a su esposa para que lo acompañara, puesto que intuyó que iba a recibir una noticia no grata. En efecto, en la escuela, habían dado inicio los preparativos para el festejo decembrino: todos los pequeños estaban inmersos en alguna actividad para el festival. ¡Si, todos! excepto Ana. Ella se aislaba y veía la algarabía decembrina desde una banca que se encontraba bajo un pino. La maestra, al observar tal comportamiento y al haber invitado, en más de una ocasión, a Ana a incorporarse a ello y ésta se había negado, no tuvo otra alternativa que llamar a sus familiares. Al dialogar con los abuelos y al no hallar una estrategia para que la pequeña se sintiera identificada con alguna de las actividades, la solución tomada fue que Ana no asistiera al jardín, sino hasta el regreso a clases en enero puesto que, según la docente, todo esto acrecentaba el dolor que la niña tenía ante el deceso de sus padres. Ana, al tener conocimiento de dicha decisión, sólo dejó escapar una lágrima y una interrogante pronunció, “¿Qué es la Navidad?”, a la cual, las personas adultas no tuvieron una respuesta concreta. Al regreso a casa y como todos los días, sus abuelos continuaron en oración incesante; sabían que sus fuerzas eran limitadas para ayudar a su querida nieta. Semanas después, mientras se preparaba la merienda, Ana miró fijamente el firmamento: una estrella, jamás vista, adornaba el cielo. Algo tenía ese astro que capturó la atención de la pequeña; sus abuelos, quienes la observaban desde la cabaña que habitaban, al percatarse de la quietud de Ana, se dirigieron hacia el lugar donde se encontraba, sin que ella se percatara de dicho acercamiento. De repente, continuando sentada, Ana cerró sus ojos
y un fuerte aire fresco corrió en el lugar que hasta hizo sonar las campanas de la capilla del pueblo. Su abuelo, asustado, tomó en brazos a la niña, la colocó sobre su cama y esperó a que reaccionara. Minutos después, abrió sus ojos y les dijo que había tenido un sueño hermoso. Sin más preámbulo, se levantó de la cama, salió de la cabaña y se dirigió hacia la capilla del pueblo. Estando allí, se arrodilló al llegar al sagrario. Sus dos familiares más cercanos la siguieron; Ana, juntó sus manos, simbolizando oración. Minutos después, Ana, con la alegría que la caracterizaba hasta antes del fallecimiento de sus padres, se dirigió hacia sus abuelos, abriendo totalmente sus pequeños brazos para estrechar un abrazo con ellos; éstos, instantáneamente, fueron al encuentro de la niña. Lloraron juntos un momento. Ana, entre sollozos, les anunció: “sé qué es la Navidad; es el amor que damos a nuestros seres queridos y la alegría que tenemos en nuestros corazones”. Su abuela, la interrumpió preguntándole: “¿Quién te dijo eso?”. Ella respondió: Cuando vi hacia el cielo, había una estrella hermosa que nunca había visto. En la escuela, la maestra nos habló de la estrella de la Navidad y ¡esa es! la que yo vi. Empecé a sentir mucho sueño; cerré mis ojos y vi a mis papás muy contentos; ellos me decían que quieren verme feliz, que ustedes me aman y que, en la escuela, puedo jugar con mis amiguitos y aprender mucho. Después, el niño Jesús me decía que yo viniera aquí, a la capilla, porque celebramos la Navidad…” Sus abuelos, no pudieron contener el llanto ante esta narración, no se explicaban lo ocurrido. La pequeña, continuó: No lloren. Es un día de fiesta; bueno, todos los días lo son, porque todos los días es Navidad si nosotros nos proponemos ser felices”… Y tocando con su dedo índice a cada uno de los seres reunidos en la capilla les decía: “la Navidad eres tú, también tú, aquella señora y todos”. Precisamente, hablamos de la Nochebuena, horas antes de la conmemoración del nacimiento de Jesús. Podemos no tener el dinero suficiente para preparar una gran cena; caso contrario, podemos tener una gran fortuna monetaria para un banquete exquisito. En ambos casos, si no contamos con un espíritu preparado para este gran acontecimiento, jamás alcanzaremos la felicidad anhelada. La oración ferviente y constante hace milagros; casos como el de Ana, se suscitan todos los días en el mundo… lo indispensable es no conducirse por la razón, sino abrir el espíritu a todo lo que Jesús tiene preparado para cada uno de nosotros. Autora: Mtra Alma Lina Castro López Bachillerato La Salle Ayahualulco
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Un regalo navideño En un lugar muy lejano había un pequeño pueblo de nombre Ayahualulco. Era un pueblo escondido entre las montañas. Con casitas de madera, un riachuelo en el medio y un abundante bosque verde. En la última casa del pueblo vivían Pablo y su familia. En este lugar había crecido su padre, su abuelo, el abuelo de su padre y el abuelo de su abuelo. Más de cinco generaciones habían habitado la misma tierra. Pensar en marcharse de ese lugar era imposible para él, pues sabía muy bien que alejarse de las tierras de sus ancestros sería una traición a su memoria. Todos los días eran iguales: Su madre era la primera en levantarse, ir por la leña, prender el fogón, preparar las tortillas… sabía de memoria cada movimiento suyo. En cambio, su padre tenía la libertad de ir de vez en cuando al pueblo para vender la madera del aserradero, comprar algunas provisiones para la familia y de vez en cuando también, tomar una copa con su compadre Sabás. Pablo ansiaba ser grande, siempre había querido montar a caballo, trabajar con su padre y sobre todo poder ir al pueblo para comprar lindas cosas para su madre. Cada año en el mes de diciembre cuando el Niño Dios nacía en el portal colocado en un rincón de la casa, Pablo pedía un deseo. Y su deseo era siempre el mismo. “Poder ser grande para trabajar y comprar una casa para su madre”. Al pasar de los años, Pablo fue creciendo, su familia también: diez hermanos ahora. Y al ver a su madre cada vez más cansada y necesitada, su deseo alcanzó los límites. Esa Navidad no sería la misma, pues había tomado una determinación. Cruzaría la frontera en busca de una mejor vida, ganaría mucho dinero para conseguir lo que siempre había deseado. Partió de su pueblo en una noche fría. Se marchó como un ladrón: a escondidas, pues no le alcanzó el valor para despedirse de sus padres. Los días fueron largos, le parecieron años los cuatro días que caminó por el desierto. Finalmente sus ojos alcanzaron a ver las luces de la gran ciudad. Entró en ella junto con otros hombres que al igual que él corrían en busca de una mejor vida. Las luces navideñas iluminaban sus rostros cansados. Jamás había experimentado esa sensación en su corazón. Una sensación de soledad y abandono que le acompañaría por casi 20 largos años. Pasaron los años. Pablo, había cambiado. Ya no era el mismo de antes. Él mismo se sentía diferente. 14
Cuando llegaba la Navidad, que era cuando más pensaba en su gente del pueblo, le parecía que su niñez había sido sólo un hermoso sueño en el que tenía diez hermanos que jugaban juntos, recorrían felices los bosques para divertirse, cultivaban junto a su padre los campos y disfrutaban de la Navidad sin árbol ni luces navideñas. Realmente deseaba volver con ellos. Un día recibió una extraña invitación. Su antiguo maestro de secundaria los convocaba a una reunión. En el mismo sobre encontró su boleto de avión para el regreso y…¡No lo podía creer, también estaban los permisos en orden para regresar al país! No hubo que esperar. Al día siguiente tomó el avión. Parecía un sueño. Volvería a dar un abrazo a sus seres queridos que tanto había extrañado todos estos años. Era ya muy noche cuando entró al pueblo. Le fue difícil reconocer sus calles, pues en veinte años todo había cambiado. Tuvo que preguntar a unos desconocidos para encontrar la casa de sus padres. Su corazón dio un vuelco al detenerse frente a la puerta de la casa. Con timidez tocó la puerta. Al abrir se encontró frente a un grupo de personas extrañas… poco a poco las fue reconociendo: su madre, su padre, hermanos y ¡Su maestro de la Salle, quien lo esperaba junto al grupo de compañeros de hace 20 años. Ellos habían sido los autores de su regreso. No encontró palabras para agradecerlo. Era el mejor regalo navideño. Desde ese día disfrutó del calor del hogar que tanto había extrañado y bendijo el día en que había formado parte de la familia Lasallista, pues gracias a ellos su vida volvía a ser vida. Autora: Ignacia Romero Martínez La Salle Ayahualulco
La Señora Navidad que llega ¿Qué va a llegar Navidad? ¡Bah qué locura! Esa señora que va a llegar trae vueltos locos a todos, y no se diga a mi mamá (ríe Toñito), si de por sí, está sacada de una película de miedo ahora con esto de la visita de la señora Navidad no quiero ni acercármele, yo ya estoy cansadito de estar en tienda en tienda por su culpa, aun no la conozco y ya me cae gorda -dijo Toñito molesto. ¡Niño, niño! Ándale vámonos; deja de estar viendo ya esos juguetes. Ya es súper tarde y aún falta prever algunas cosas de la cena de Navidad: terminar de decorar la casa, ver lo del sonido y la música y más cosas –dijo la mamá de Toñito. La señora Buenavida era muy activa y agradable. Le gustaba tener todo con sumo detalle y para los eventos y fiestas ni hablar, parecía que estaba dirigiendo un ejército hacia un batalla por la conquista de tierras ricas en ropa, brillantes, pero tenía un pequeño secreto. En realidad más que por gusto lo hacía por presunción pues en esta ocasión iba a ser la anfitriona de la cena de Navidad de su familia y esperaba que todo saliera a la perfección y dejar con la boca abierta a sus amigas copetonas y sus familiares. Saliendo del centro comercial la familia Buenavida llegó a casa, Toñito cansado y aburrido no lo pensó más y se quedó dormido en el sofá. Mientras tanto, la señora Buenavida seguía con los preparativos de la cena de Navidad pues como bien lo dijo Toñito, ya va a llegar la “Navidad”. Después de una merecida siesta, Toñito despertó con deseos de hacer travesuras como todo niño y decidido a causar un verdadero desorden se acercó a la cocina donde habitaba siempre doña Chonita, una señora gordita con un uniforme algo feo, para el gusto de Toñito, pero con mucho entusiasmo; a él le gustaba ir porque siempre había harina, granos y cosas chistosas por todo lados, jugaba con todo ello. Se imaginaba como si estuviera en otro planeta. Sin embargo, notó todo el alboroto que había en la cocina por culpa de la famosa Navidad que llegaba, tanto era el estrés corrido por doña Chonita, pero eso sí, con unos ricos bocadillos, se dirigió a buscar a su mamá, Como ya era tarde la señora Buenavida mandó bañar a Toñito, ni oportunidad le dio de hablar cuando ordenó a su nana que lo llevara a su cuarto a bañarlo y cambiarlo.
Ahora si con finta de Pimpón, el muñeco, salió disparado de la habitación pues escuchaba música. Atraído por la melodía se dio cuenta de un gran espectáculo, las luces de colores, un gran árbol con muchos chuchulucos en él, cosa que se le hizo extraña y un montón de regalos alrededor, esa fue su parte favorita y pensó que eso de andar en tienda en tienda había valido la pena. Ni cuenta se dio cuando ya se encontraba en la mesa a un lado de donde estaban sus papás y familiares. Él junto con otros niños convivía y disfrutaba de los alimentos, cuando de pronto un silencio apareció, su madre con una copa en mano decía lo que parecía un excelente discurso: “bla, bla, bla bla”, de inmediato se acordó de la famosa señora Navidad y empezó a identificar una a una a las personas de la mesa y sólo vio a familiares pero a ninguna señora desconocida y ningún lugar vacío; pensó que la señora Navidad no había ido, “tanto para nada”. También pensó en decir a su mamá que ya no la volviera a invitar, pues él tuvo que pasar por todo el estrés con ella, los regaños en el centro comercial, tantos gritos en la cocina, que lo pusieran con un traje incómodo y un peinado ridículo y encima de todo no podía ir a abrir los regalos hasta que la Navidad llegara. Sumergido en su descontento y sus pensamientos estaba cuando todos empezaron a abrazar, aplaudir y decir feliz Navidad. ¡que cosa tan más extraña! todo mundo haciendo eso parecían locos, sus familiares uno a uno lo abrazaban, le daban besos y le decían feliz Navidad por aquí, feliz Navidad por allá. Cansado de la situación y con deseo de ver los regalos, empezó a gritar y llorar, de pronto el señor silencio de nuevo apareció, doña Buenavida en medio del silencio pregunta: ¿Qué pasó Toñito? ¿Qué tienes? ¿Por qué gritas y lloras? Toñito con un gran sentimiento y con unos sollozos que apenas le permiten hablar exclamó: tantas luces, tantas cosas, tanta locura y yo no veo a la señora Navidad que llegue.
La Navidad es más allá del festejo, reivindiquemos el verdadero sentido de Navidad. Autor: Víctor Parada Universidad De La Salle Bajío Campus San Francisco del Rincón
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Visita de Navidad Esta es la historia de Gary el perrito, un padre al cual le preocupaba su familia, que se componía por dos cachorros, el primero llamado Bobo el perrito travieso y por una perrita llamada Camy la cual vivía con la mamá pero que cada Navidad los visitaba sin falta. Gary se la pasaba contando los días para la llegada de ella. Llegado el día se levantó temprano para realizar la limpieza de la casa mientras su hijo Bobo se salía a jugar con su moto-nieve por las montañas. Con impaciencia arreglaba con adornos navideños, se la pasaba viendo el reloj, limpiando la calle y poniendo luces de colores como pista de aterrizaje para que su hija llegara sin contratiempo; Bobo estaba al pendiente cuando llegara el avión que manejaba su hermana Al pasar el medio día Bobo escucha a lo lejos el sonido del motor anunciando la llegada, rápidamente maneja sin descanso al lugar de la pista mientras el papá observa con su radar, empieza la fiesta, gritó asomándose por la ventana sonando una trompeta y anunciando la felicidad que tiene por verla de nuevo, aterriza con complicaciones porque su hermano se atraviesa en la pista haciendo que los dos salgan volando mientras el papá hace malabares por atraparlos, solo se escuchan los ruidos de la moto-nieve y el avión entrando a la casa y rompiendo todo, al final Gary queda tirado, con una mano levantada sosteniendo el avión y con la otra a Bobo. ¡Qué feliz estamos con la llegada! dice Bobo y sosteniéndola de la mano empieza a correr por toda la casa, Gary va a su cuarto y saca un suéter, un gorro y unos guantes para Camy, se los pone y se ve al espejo, pero en ese momento Bobo empieza a reírse de ella y por la pena se los quita. Él le da su casco, la toma de la mano y se la lleva corriendo a su moto-nieve sin dar explicación alguna y se van al bosque. Gary queda entristecido con su ropa en las manos y la preocupación que tiene por los dos. Ellos se la pasan jugando de un lado a otro en la nieve, hasta que Bobo deja que Camy maneje por un estrecho lugar, a una gran velocidad que pierde el control, tanto así que la moto-nieve choca y ellos salen volando hacia la espesa nieve tapándolos hasta la cabeza. Gary, preocupado, sale corriendo al lugar donde los vio caer, pero ellos se levantan como si nada, se vuelven a subir y salen a gran velocidad dejando a Gary con las manos vacías y la gran preocupación que tenía, así todo el día, ellos se divertían sin cesar de un lado para otro mientras que su papá triste asomándose por la ventana para ver si necesitaban ayuda, entraban 16
y salían, tomaban juguetes, palos, pelotas, discos y así se la pasaban sin darse cuenta que su papá se ponía triste. Gary decidió hacerles unas galletas, se metió a la cocina y comenzó a prepararlas con todo su amor para ellos. Al terminar acomodó la mesa, puso la comida, los platos, el jugo y salió corriendo para llamarlos muy emocionado. Ellos al escuchar fueron a la casa y entraron corriendo, vieron la comida y arrasaron con todo sin dejar nada a su papá. Él quería tomarle una foto a Camy para ponerla en su álbum de los recuerdos, la puso sentadita y en el momento cuando iba a tomar la foto Bobo la toma de la mano y se la lleva corriendo haciendo que no apareciera en la foto, enojado le pide a los dos que se tomen la foto, ellos acceden pero en el momento de la foto hacen sus caras y poses haciendo que la foto no quedara como Gary la quería, dejando la casa para irse a jugar. Bobo le dice a Camy que se regresaría por una galleta y en ese momento ve a su papá sentado en el suelo viendo el álbum familiar con los recuerdos de cada año que viene su hija, ve que está triste porque no ha podido disfrutar de ella y ya casi se tendría que ir con su mamá, Bobo ve como suspira su papá y le entra el remordimiento al ver que él solo ha disfrutado de su hermana y sale de la casa sin hacer ruido y pensando en la forma de reparar lo sucedido, sólo se le ocurre empezar a aventarle bolas de nieve de todos tamaños, trata Camy de esquivar pero por lo pequeña no puede y empieza a pedir ayuda, Gary escucha los gritos y sale corriendo. Al ver lo que sucedía comienza a construir un fuerte con bloques de nieve mientras Camy hacía sus bolitas de nieve para comenzar a jugar contra Bobo, que comience la pelea, sólo se ven bolas de nieve volar por los aires, de un lado a otro, se escuchan los gritos, las risas. Bobo ha logrado que los tres disfruten en compañía. Llegada la noche disfrutaron de la cena, de los juguetes, se tomaron fotos de todas las formas posibles. Gary les contó un cuento hasta que se quedaron dormidos. Al otro día Bobo entendió que también su papá quería divertirse y sobre todo disfrutar de sus hijos en familia. Autor: David Gregorio López Rodríguez Escuela Gerardo Monier
Luz Hace un rato que no hay nadie en casa. Le dije a mis papás que no quería ir a la tienda, solo por hoy. Contrario a lo que seguro estás pensando, no es para quedarme viendo la T.V., claro que no. Tengo que hacer algo muy importante con los materiales que compré con mis ahorros. Hace poco mi maestra nos explicó qué implica poner el nacimiento. Siempre había pensado que era para adornar, pero no es así; significa esperanza, la llegada del Mesías; el nacimiento nos recuerda unirnos como familia en el amor y perdón. Al final dijo: “Así como Jesús vino a iluminar nuestros corazones, también nosotros podemos dar luz a los demás”. Después de la plática de la Miss, noté algo muy extraño en mi mejor amigo, se puso triste y no comprendía la razón… hasta hace una semana. Por eso ahora estoy haciendo esto. Digo, cualquiera lo haría en mi lugar, ¿cierto? Tal vez no de la misma manera, pero sé que esta es la forma en la que quiero hacerlo. Mis papás, obvio, se han dado cuenta que he estado sospechoso. Me han preguntado, pero no quiero decirles nada porque si no, se perdería el propósito de todo esto. Así que este día de no acompañarlos a la tienda,
lo uso para poner manos a la obra. Sacando todo el material con emoción. Siendo cuidadoso y algo quejumbroso porque cuesta bastante hacer este regalo. Pero al final lo logro, por la tarde ya está hecho y no puedo evitar sonreír, incluso con la cara llena de pintura y uno que otro pequeño corte. Realmente me siento feliz y orgulloso, por eso espero que le vaya a gustar. Al día siguiente, me dirijo a la escuela. En mi mochila guardo este regalo, lo estoy cuidando bastante. Y cuando veo a mi amigo, le sonrío y con mucho cariño se lo doy. Su sonrisa es lo que me hace saber que le ha gustado. Espero a su familia igual. Esa noche, antes de la cena, escuchó el timbre de mi casa. Obviamente mi mamá abre la puerta y me llama casi al instante. Mi papá llega segundos después y cuando mi amigo y su familia nos ofrecen un rico ponche que su mamá ha hecho como agradecimiento, sé que tengo que explicarles por qué me la había pasado tan misterioso; por qué había hecho un nacimiento para mi mejor amigo. Será una bella historia que contarles, tal vez ellos tampoco habían escuchado lo que me enseñó mi maestra aquel día...ser luz de amor. Autoras: Mtra. Dea Gabriela Dueñas Sansón Lic. Sabina Espinosa Dueñas
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Navidad: sismo interior Cobijados por la luz de un Dios por nacer, casi en murmullo se escuchaba una plática…Nacer significa recibir existencia, por tanto no existías antes de que se te diera, entonces, alguien te la dio y sólo te la puede dar el que tiene la existencia como parte de su esencia, o ¿qué opinas Adrián? Tienes razón Juan, lo veo en las estrellas que esta noche brillan porque la luz les fue compartida y brillan con tal intensidad que su brillo es sin igual, porque anuncian el nacimiento en esta noche, en este mundo, del dueño de la luz eterna. Pero, Juan ¿por qué me hablas de la existencia del hombre como parte de la esencia de Dios? Recuerda Adrián, contestó Juan, que aproximadamente tres meses atrás, Dios nos dio otra oportunidad de vivir, esta existencia dada por segunda vez es el mismo regalo recibido el día que nacimos. Espera Juan, ¿se puede recibir o dar el mismo regalo 2 veces?, claro Adrian, sólo si el dueño del regalo es también el dueño de la vida; la vida dada por segunda vez es una nueva oportunidad, porque la primera no fue suficiente para hacer de lo ordinario algo extraordinario o tal vez lo extraordinario lo aceptamos como ordinario, por ejemplo, escucharte o hablarte Adrián, no es ordinario, es extraordinario. Parece ordinaria la belleza de la luz dando vida a las estrellas, pero no lo es, ese brillo hoy es especial porque anuncia esta noche la llegada de la luz misma que ilumina nuestras vidas, y si no descubro lo extraordinario de la luz, entonces Adrián, Cristo nacerá y no me enteraré. Ojalá Juan, esa luz cure las heridas y los recuerdos dolorosos del sismo, que al sacudirnos, no sólo haya sido el exterior sino el interior, porque hoy no me da miedo otro sismo, tengo más miedo de que volvamos a tener la misma apatía y ser los mismos que éramos antes del sismo o los de siempre. Ayúdame Adrián y digamos juntos…Dios que naces, dueño de la vida y luz sin ocaso, te agradezco la segunda oportunidad, entiendo que siempre me perdonas si acudo a ti arrepentido, también que los hombres de vez en cuando lo harán, pero la naturaleza, obra tuya Señor, jamás nos perdonará y no es porque tenga la intención de dañar, 18
sino de ordenar lo que el hombre desordenó y que aunque no me resulte claro, el proceso de reordenamiento, indudablemente marcha como Tú mi Dios, dueño de la naturaleza lo planeaste. Que grato es, Adrián, saber que Dios tan poderoso vive dentro de nosotros y, por eso y más, en esta Navidad agradezco todo lo que él hace por mí y dormido o despierto, alabado seas mi Señor y si me duermo por el cansancio haciendo oración, entonces te alabo con mi sueño Señor. Juan, fue grandiosa la ayuda dada al que lo necesitaba, incluso la del poderoso que ante la desgracia y junto al pobre daba más, siempre movidos por la fe que se tradujo en fraternidad y viendo a los demás como hermanos y entonces, la caridad sólo puede ser consecuencia de las dos primeras. No sé Juan, pero la inminente Navidad debe hacernos recordar que Dios nos quiere hermanados y que nace para demostrar cómo se ama y se sirve a los demás. Claro Adrian, Dios encarnado en el tiempo y nacido entre nosotros, nace para pedirnos amarnos con fe inquebrantable, fe que nace del ejemplo y con una fraternidad que resiste hasta los sismos más poderosos. Y cobijados por la luz del Dios nacido… claro Adrián. ¡feliz Navidad!,¡feliz Navidad, Juan!. Autor: Sergio Juárez Colegio Benavente
LLegó la Navidad a mi corazón Había una vez una niña que se llamaba Lizy, una niña muy humilde, Ella tenía unos papás muy buenos que le daban de todo lo que estaba dentro de sus posibilidades, como una buena escuela, y se esforzaban para que ella fuera muy feliz. Sin embargo ella no lo era. Sus padres siempre estaban muy ocupados con sus trabajos, así que no le dedicaban mucho tiempo y pasaba mucho tiempo sola. Eso la hacía sentirse muy, pero muy triste, esa soledad que tenía su corazón. Cada año cuando llegaban las fiestas decembrinas, a Lizy no le gustaba celebrarlas y mucho menos la Navidad, porque siempre se la pasaba sola, sus padres trabajaban ese día también y ella pensaba que esa fecha en especial era para estar en familia como lo hacían otros compañeritos de su escuela y vecinos. Un día le llega la nostalgia por ver reunidas otras familias y le pide a Dios con todo su corazón que se quedaran sus padres para celebrar Nochebuena con ella. No quería regalos materiales, sino que su regalo más grande sería que Dios le concediera que sus padres reconocieran y reflexionaran el valor de las personas por encima de las cosas materiales, regalos y todo lo que se acostumbra en Navidad.
amor. La noche del 24 de diciembre se le cumplió a Lizy ese deseo que tanto anhelaba su corazón. Sus padres se dieron cuenta que ella necesitaba su amor de ellos, su compañía, sentir con actos de amor, era necesario que hubiera paz, esperanza y alegría en sus corazones. Desde esa noche La Navidad llegó a sus corazones y creer que Dios es un Dios de promesas y cumple los anhelos de nuestros corazones, Él nos ama. Desde esa Navidad, Lizy fue la niña más feliz del mundo y sus padres comprendieron que es más importante la unión familiar y el amor que se pueda expresar con sus acciones. El mejor regalo de Navidad que cada uno de nosotros podemos recibir es ver a toda nuestra familia felizmente unida, y el mejor adorno de Navidad que puede adornar nuestra casa es una sonrisa. ¡Qué esta Navidad Jesús llene tu corazón de paz, amor, esperanza y alegría!. Autora: Mtra. Verónica Teresa Vergara Castro Escuela Primaria de la Salle Playa del Carmen.
Lizy siempre ha tenido en mente que la Navidad (pues lo ha aprendido en su escuela), es el color que tengas tú en tu corazón y lo único que pedía con mucha fe es estar en familia felizmente reunida para celebrar el nacimiento de Jesús y que Dios le tocara sus corazones a sus padres para que se dieran cuenta que ella necesitaba cariño y
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La llegada del Niño Dios Había una vez unos niños que vivían con sus familias; una de esas familias tenía mucho dinero, el hijo de esa familia se llamaba Jorge y tenía dos amigos, Leo y Alan. A Jorge le dieron muchos regalos por su cumpleaños, pero era muy envidioso porque nunca quería compartir con los demás, pensaba que se los iban a descomponer. Un día Leo y Alan le dijeron que era bueno compartir, que lo que él hacía no era bueno y Jorge no les hacía caso. A pesar de todo, ellos eran los mejores amigos y cada año esperaban con mucha alegría y emoción la llegada del niño Dios porque sabían que eran fechas para convivir con los demás, para ello hacían una fiesta para celebrar. A la fiesta estaban invitados todos sus amigos y sus familiares. Ahí siempre rompían piñatas y había cosas ricas de comer, además intercambiaban regalos entre ellos y les regalaban cosas a los que no tenían nada, aunque esto a Jorge no le gustaba tanto. Entre los invitados estaban unos niños que vivían en un internado. A estos niños les gustaba mucho ir a las posadas y la historia del nacimiento del niño Dios. Ellos tenían muchas ilusiones y deseaban con todo su corazón que apareciera el niño Dios para que los bendijera, al igual que a las familias que compartían con ellos cada año. Pero en la víspera de Navidad pasó algo malo para la familia, toda la fortuna que tenían se las robaron, además el papá de Jorge enfermó gravemente y Jorge se puso muy triste. Rápidamente fueron al hospital y tuvieron que comprar medicinas muy caras, por lo que ese año no hubo celebraciones, los niños del internado entristecieron, así que a Leo y a Alan se les ocurrió una gran idea: se organizaron con sus papás y todas las personas a quienes
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habían ayudado la familia de Jorge. Se pusieron de acuerdo para ayudarles y devolverles un poco de todo lo que habían recibido. Por su parte, los niños del internado quienes les estaban agradecidos, rezaron todas las noches por el papá de Jorge, le escribían cartas y le hacían dibujos de la llegada del niño Dios. Pero una noche estaban tan cansados que se quedaron dormidos mientras oraban por él y esa noche sintieron algo extraño, se despertaron y fueron a la sala; en ese momento vieron una luz deslumbrante que iluminaba el árbol de Navidad, ¡sí, era el niño Dios!, ellos se sintieron muy felices pues su sueño se había hecho realidad. Al día siguiente corrieron al árbol de Navidad para ver lo que el niño Dios les había dejado, con la esperanza de que lo que vieron la noche anterior no fuera un sueño o parte de su imaginación, entonces las personas que los cuidaban les informaron que el papá de Jorge se había recuperado milagrosamente, incluso los médicos no encontraban explicación alguna y fue ahí cuando los niños se dieron cuenta que el niño Dios les había dejado el mejor regalo: la amistad, el agradecimiento, la alegría de compartir y el amor al prójimo. Con todo lo que habían recaudado los amigos de la familia de Jorge, las cosas empezaron a ser como antes, recuperaron lo perdido y sobretodo Jorge aprendió una valiosa lección esa Navidad, comprendió que compartir es bueno. Ya nunca más volvió a ser grosero y parte de lo que tenía lo compartía siempre con los niños del internado. A partir de ese día todos fueron muy felices y cada año esperaban con mucha alegría la siguiente Navidad. Autores: Alumnos y maestros de la sección de chicos del Internado Infantil Guadalupano
El nacimiento en el portal En un pueblo, no más lejano de lo que pudiéramos pensar, surgió un rumor entre sus habitantes, uno que incitó a la intriga de hasta el más pequeño de ellos, pero lo curioso de esta historia, no es el atractivo que el misterioso acontecimiento tuvo para las personas, sino lo que pasó con los animalitos que ahí habitaban, pero ya hablaremos de ello después. El caso es que estos animalitos asistieron también y como estaban más cerca, llegaron antes, pero cuando iban aún caminando hacia el lugar de donde surgía todo el barullo, se percataron de otra cosa que no era cotidiana, el surgimiento de una curiosa, enorme y muy hermosa estrella que no conocían, o al menos, nunca antes habían visto. Al ver la estrella, el burro murmuró: Esta estrella es tan luminosa que no deja dormir. A lo que la vaca respondió: Pues a mi me ayuda, ya que puedo ver mejor el lugar en donde voy a descansar. Entonces, un pequeño ratoncito, un poco gordito han de saber, se acercó a decir: ¿Y a mi? A mi me ayuda, porque gracias a su luz, puedo seguir comiendo cuando antes ya no veía nada. Pero entonces un pastor, a lo lejos dijo algo que nuestro peculiar grupo pudo divisar: ¡Dicen que es una señal, señal de que encontrarán al hijo de Dios bajo esa estrella! Conquistados todos por la curiosidad y una creciente emoción por lo dicho por el pastor, tanto personas como animales, acudieron presurosos a la pequeña cabaña hacia donde la brillante estrella los guiaba. Los pequeños animales no lograban comprender del todo lo que sucedía, sólo que había una pareja en la pequeña cabaña, y que la mujer estaba dando a luz, pero ello se aclaró cuando ante sus ojos, la estrella comenzó a descender y se convirtió en un bellísimo ángel, quien les dijo a todos los presentes, que quien acababa de nacer, no era un niño común, sino que era el hijo de Dios, que había llegado del cielo para limpiar la tierra del pecado. Regocijados los animales, comenzaron a festejar cada uno con sus particulares sonidos, porque si el hijo de Dios había llegado, todo en sus vidas mejoraría. Es probable que todo cambie, saben? dijo la oveja. ¿Como se te ocurre? preguntó el buey. Si, si es el hijo de Dios quien ha llegado, seguramente no volveremos a pasar hambre o sed, tendremos
mejores cuartos y seguro nos empezarán a tratar mejor. No pienses en lo que obtendremos ahora que él ha nacido, comentó el gallo. ¿Entonces? dijo presurosa la oveja. ¡Miren! ¿Quiénes son esas personas que vienen con un caballo, un camello y hasta un elefante? Y…¿qué traen en sus manos? ¡Observen! dijo muy sorprendido el buey. En eso, dijo una voz ronca…¡Hemos venido de oriente a adorar al hijo de Dios! Por ello, venimos a presentarle nuestro respeto y nuestro agradecimiento por estar entre nosotros. Traemos oro, incienso y mirra. Y te los presentamos a ti. Todos se inclinaron a adorar al recién nacido, ofreciendo sus presentes y su cariño. En eso, los animales empezaron a murmurar y a preguntarse unos a otros: ¿Tú qué tienes para este Niño? dijo el caballo No tengo nada...lo único que puedo ofrecerle es mi compañía,” dijo el burro. La vaca comentó, Yo podría ofrecerle leche. El gallo continuó, ¿Y yo? Mi canto cada amanecer. Las ovejas no queriendo quedarse atrás dijeron: ¡Y nosotros, le daremos nuestro calor. El clima es frío y puede enfermar. Como podemos ver, para los animales la llegada del Salvador no significó lo mismo que para la humanidad y he ahí la moraleja de esta historia, cada quien sueña, celebra y ofrece a Dios lo que tiene en su corazón, en la realidad en la que vive, así es y así debe de ser, ser felices con lo que tenemos, no siendo ambiciosos, viviendo felices con las bendiciones que tenemos, como los animalitos, que sólo pidieron lo necesario para vivir felices y le ofrecieron lo que estaba a su alcance con el mismo gusto y cariño. No olvidemos al ser principal de esta celebración. Invítalo a tu mesa, preséntalo a todo aquél que encuentres en tu camino y da lo mejor de ti a los demás. ¡Feliz Navidad! Autora: Virginia Pérez Cervantes Secretariado para la Misión Educativa Lasallista Oscar Fernando Nava Pérez
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Índice
41.Recuperando la linda Navidad Autora: Julieta Estrada Ramírez Preparatoria La Salle Morelia
Antología Estudiantes
42. La Navidad Autora: Hannia Ramírez SamPablo Preparatoria La Salle Morelia
24. Un lasallista y la verdad de la Navidad Autora: Claudia Patricia Hernández Rincón Colegio Vasco de Quiroga 25. Tom y los niños del orfanato Autora: Kenia Elizabeth Ortiz Gil Colegio Vasco de Quiroga 26. La noche mágica de la Navidad Autora:Karla Fernanda Galaviz Flores Colegio Vasco de Quiroga 27. La estatua Autora: Azucena Vianney Saénz Méndez Colegio Vasco de Quiroga 30. Los tres reyes de Oriente Autor: Iván López Preparatoria La Salle Morelia 32. Taco Autores: Luis André Pérez Rodríguez Luz Elena Reyes Olivares Dafne Pacheco Blas Preparatoria La Salle Morelia 34. El perdón en Navidad Autores: Eduardo López Arias Alan Abraham Mateo Rocha Luis Jaisiel Ornelas García Preparatoria la Salle Morelia 36. Un reencuentro feliz Autora: Aidée Huerta Alvarez Preparatoria Universidad La Salle Morelia 38. Cuento de Navidad: Una Cena de Locos Autores: Aidée Huerta Álvarez, Claudia Mora Hernández y Yunuen Medrano Preparatoria Universidad La Salle Morelia 39. Un Verdadero Muñeco de Nieve Autor: Carlos Alfonso Arellano Gaytán Preparatoria La Salle Morelia 40. Un perro para Navidad Autora: Alida Manrique Díaz Preparatoria La Salle Morelia
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43.El hombre da felicidad a un pequeño amigo Autor:Alan Correa Möller Preparatoria La Salle Morelia 44. ¿Y los regalos? Autora: Perla Ninel Villa González Preparatoria La Salle Morelia 45. El monstruo de la leña Autora:Fátima Reyes Santoyo Preparatoria La Salle Morelia 46. El milagro del 24 Autoras: Itzel Naomi Carapia Pelkastre Johana Paola Nares Naranjo Clara Sofía Gaspar Chávez Valeria Martínez Flores Preparatoria La Salle Morelia 48. La Navidad del Señor Búho Autora: Daniela Vargas Escamilla Preparatoria La Salle Morelia 49. La Esperanza vuelve en Navidad Autora: Nataly Yulieth Torres Mendoza Preparatoria La Salle Morelia 50. La Navidad del Sr. y la Sra. Hurón Autora: María Fernanda Martínez Lozano Preparatoria La Salle Morelia 51. Por si vuelves Autora: Sofía Mejía Herrera Preparatoria La Salle Morelia 52. La cena de Juliancito Autor: Rubén Vieyra López Preparatoria Universidad La Salle Morelia 53.Sueños en la Navidad Autoras: Betzaida Shaday Macedo Villalobos Yoshahanda Monserrat Bautista Camarillo Jennifer Paola Ayala Gutiérrez Preparatoria Universidad La Salle Morelia
54. Una cena de Navidad inesperada Autor: Francisco Gerardo Arizmendi Piñón Preparatoria Universidad La Salle Morelia
70. El mejor regalo de Navidad*** Autora:Melina Alondra Cortázar Gómez Licenciatura en Derecho Universidad La Salle Oaxaca
55. El vacío de la Navidad Autora: Martha Verónica Betania Chagoya Gutiérrez Preparatoria La Salle Morelia
71. La verdadera importancia de la Navidad Autora: Margarita Toscano Sebastián Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
56. La mágica Navidad Autor José Orozco Preparatoria Universidad La Salle Morelia
72. Espíritu Navideño Autora: Diana Belen Niño Ramírez Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
57. ¡Feliz Navidad! Autora: Suey Lo Preparatoria Universidad La Salle Morelia
73. La magia de la Navidad Autora: Perla Mitzi Cruz Cruz Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
59. Un cuento de Navidad Autora: Claudia Lorena López García Preparatoria Universidad La Salle Morelia
74. Una nueva familia Autora: Andrea Itzel Pérez Méndez Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
61. Lo mejor de ella Autora. Dafne Pacheco Blas Preparatoria Universidad La Salle Morelia 62. Copo de nieve Autora: Natalie Cahue. Preparatoria La Salle Morelia 63. Un Cuento de Navidad Autora: Vanessa Zepeda Preparatoria La Salle Morelia 64. El extraño y fabuloso caso de Juan Gael Autor:Alan Jhair Saldaña Arias Preparatoria La Salle Morelia 66. Si la alegría se va Autora: Alexa Osorio López Preparatoria La Salle Morelia 67. 24 de diciembre Autora: Saraí Agustín Castellanos Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca 68. ¿Por qué en Navidad se perdona todo? Autora: Mariel Llampallas Vera Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca 69. El mejor regalo de Navidad... Autora: Valeria Saavedra Quevedo Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
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Un lasallista y la verdad de la Navidad Nuestra historia gira en torno a Pedro un pequeño Lasallista de 10 años que espera con ansias la Navidad. En un frío día de invierno el joven Pedro se encontraba en clases con el Hermano encargado de su sección, quién les estaba explicando que el día 16 de diciembre se organizaría la primera posada para los niños del orfanato de la ciudad. Después de dicho aviso, el Hermano les hizo saber que ésta es una gran oportunidad para poner en práctica los valores Lasallistas que San Juan Bautista de La Salle dejó claros, con intención de que nosotros comprendamos y con ellos ayudemos al prójimo que más lo necesita. Los niños se emocionaron ante el hecho de organizar la posada, pero, el pequeño Pedro no lo tomó con tanto entusiasmo, puesto que en esa fecha, su familia organizaba su propia posada y en esa ocasión importante se reunían hasta la que no vivía en la misma ciudad que ellos. Pedro no le tomó importancia a esto, la fecha pasó y él decidió no ayudar en la organización del evento. Al día siguiente el Hermano habló con Pedro y le preguntó: -Pedro, ¿Por qué no ayudaste en la organización con tus compañeros? -Decidí no ir porque mi familia se reunió y eso era mucho más importante. -Pero Pedro, ellos no tienen la oportunidad de reunirse con una familia tan amorosa como la tuya, deberías por lo menos visitar a los niños en estas fechas donde el amor se hace presente durante este mes. -Lo lamento mucho Hermano, le prometo que iré de visita al orfanato durante todo el mes, haré que esos niños disfruten mucho estas épocas, se diviertan y sobre todo sientan el cariño de alguien en quien puedan confiar. -Me parece excelente tu idea Pedro, cuentas con la institución para cualquier cosa. Pedro se encontraba en camino a su casa, pero justo cuando pasaba por la plaza principal se mirada se percató de un grupo de jóvenes y niños del orfanato, él no se acercó y se limitó a escuchar su conversación: -Amigos, no saben cuánto me encantaría tener en mis manos ese adorable oso de felpa. -Regina, a nosotros también nos encantaría tener unos de esos juguetes, pero ¿acaso no has visto el 24
precio?. Los Hermanos jamás podrían comprarnos esos juguetes a nosotros y a nuestros hermanos. -Tienes razón, bueno pero se vale soñar, vámonos que de seguro nos están esperando para la cena. Pedro se desconcertó un poco al oír a esos niños hablando sobre su deseo, corrió hasta su casa y le comentó esto a su familia. La familia entera decidió hacer una cena especial para Navidad al orfanato, se pusieron de acuerdo y compraron un juguete para cada niño del orfanato. Al día siguiente Pedro le comentó al Hermano la idea de su familia y le ofreció una invitación a lo que él le contestó que es una espléndida idea y que los vería en el orfanato para esa cena. El día de Nochebuena llegó por fin y la familia de Pedro y el Hermano estaban listos, llegaron al orfanato, por lo que los niños estaban muy felices de recibir visitas, todos se sentaron a la mesa y agradecieron la comida a Dios y a San Juan Bautista. Terminaron la cena y a las 12 de la noche, día de Navidad, la familia de Pedro entregó los juguetes a cada niño haciéndolos sonreír e incluso llorar de felicidad. Todos se encontraban muy felices. El Hermano se acercó a Pedro y le comentó que este es el verdadero significado de la Navidad, no sólo compartirlo con nuestra familia sino también con aquellos que lo necesitan. Esos son también algunos de los valores que San Juan Bautista dejó en nosotros y jamás debemos olvidar. Todos pasaron juntos el día de Navidad y Pedro jamás olvidó el verdadero significado de esta fiesta que sus valores lasallistas le enseñaron. Autora: Claudia Patricia Hernández Rincón Colegio Vasco de Quiroga
Tom y los niños del orfanato Había una vez un niño de 15 años llamado Tom, era alumno de preparatoria en La Salle y tenía muchos amigos. Se acercaba el día de Navidad, y estaba muy emocionado porque era su época favorita del año; le gustaban mucho los villancicos, las posadas, las fiestas y la convivencia con todos sus seres queridos. Un día al salir de la escuela, iba caminando cuando vio que estaban arreglando la calle, así que tomó otro camino hacia su casa. Al ir observando el camino se encontró con un extraño lugar que nunca antes había visto, se asomó por la ventana y vio a muchos niños de todas las edades, sabía que no era una escuela, porque no usaban uniforme y se veía que eran de pocos recursos. Se veía en sus rostros una gran tristeza y depresión y esto sorprendió a Tom ya que todos estaban muy emocionados por la Navidad. Al llegar a su casa le contó lo que había visto a su mamá, y ella le explicó que ese lugar era un orfanato y como él había dicho, eran de escasos recursos. Tom estuvo pensando en esos niños toda la tarde, en cómo ellos han pasado toda su vida sin una familia, sin juguetes nuevos y una vida muy triste, así que él quiso ayudar a que pasaran una Navidad diferente y darles un poco de alegría a sus vidas.
comida, ropa y juguetes, además de regalar los que ellos ya no usaban. Lograron recaudar suficientes cosas para los niños, así que la mañana de Navidad fueron al orfanato. Al ver tantas cajas llenas de cosas nuevas, los niños huérfanos saltaron de emoción y corrieron hacia ellos, nunca habían estado tan felices por ver tantos juguetes. No sabían cómo agradecerles su generosidad, así que los invitaron a desayunar y después a jugar con ellos. Tom y sus amigos también se sentían muy satisfechos con su acto de generosidad porque sabían que en verdad lo disfrutaron los niños y les alegraron el día, eso fue suficiente recompensa para ellos, además de que hicieron muchos amigos nuevos e irían a visitarlos más seguido. Tom y sus amigos aprendieron que es bueno dar sin esperar nada a cambio, y que siempre es bueno ayudar a los demás sin importar qué tan pequeño sea el detalle, puede tener un gran impacto en la vida de la otra persona. Aplicaron los valores que les habían enseñado en la escuela y en sus casas y vieron que dieron un buen resultado. Entonces siguieron ayudando a todas las personas que podían de la manera en que les fuera posible y esto tuvo un buen impacto en la sociedad, haciendo muy feliz a la gente. Autora: Kenia Elizabeth Ortiz Gil Colegio Vasco de Quiroga
Al día siguiente Tom les contó lo sucedido a sus amigos en la escuela, y a todos les pareció una muy buena idea ayudar a esos niños, faltaban 3 días para Navidad, así que tenían que apresurarse. Se organizaron para que todo el grupo saliera a las calles y casa por casa pedir alguna donación para los niños huérfanos, gastaron sus ahorros en comprar
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La noche mágica de la Navidad Como cada año se acerca la navidad y el espíritu navideño se comienza a sentir en el colegio, todos comienzan a dialogar acerca de los regalos, de la familia que vendrá, dónde y cómo lo celebrarán y qué es lo que cenarán durante una de las noches más bonitas del año en compañía de la familia. Esa tarde Karla una de las alumnas del colegio se puso a pensar en lo agradecida que estaba por todo lo que tenía, pero al mismo tiempo en aquéllos que no tienen con quién pasarla, así que se le ocurrió una grandiosa idea…A la mañana siguiente aprendiendo de los valores que le enseñaban en la escuela como el de compartir, el ser amable y dar a los que no tienen quiso ponerlos en práctica con un trabajo excelente, ir a un orfanatorio a llevar la navidad a los niños que no tenían el mismo privilegio como el que gozaba ella. Convocó a un grupo de compañeros a asistir al lugar y con ellos descubrir lo que cada uno de los pequeños lleva dentro. Todos entusiasmados por poder compartir lo que tenían para ellos comenzaron a planear varias actividades para cautivarlos y llenarlos de mucha felicidad. Eel colegio se puso de acuerdo y recolectaron juguetes y comida para así hacer una noche mágica. En el orfanato los niños no tenían ilusión de nada lo creían como un día común y corriente de modo que sólo era una “cena” sin familia sin ilusión sin nada, pero lo que ellos no sabían es que este año sería totalmente diferente. Pasaron los días y cada vez era más el entusiasmo de Karla y sus amigos, hasta que por fin se llegó el día. Al llegar al orfanato los niños los recibieron con mucha alegría ya que no iban muchas visitas; comenzaron con los juegos, platicando sus historias hasta que llegó la cena y el momento de compartir el nacimiento de Jesús con todos la ilusión que se tenía por la navidad y así fue, el hecho de estar juntos reunidos y en familia puso a los niños muy contentos todos estaban que no cabían de la emoción. Karla y sus amigos dieron gracias a Dios por todo lo que tenían y por permitirles compartir aquella noche tan maravillosa, gracias a los valores que fueron aprendiendo para así poder tener una “noche mágica” y una “noche de paz”. Autora: Karla Fernanda Galaviz Flores Colegio Vasco de Quiroga
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La estatua Érase una vez una pequeña niña llamada Thea que vivía feliz con sus padres Helen y Roger en una pequeña casa en el centro de la ciudad; era hija única por lo que estaba feliz de tener a sus padres slo para ella, pero deseaba tener un hermano con quien jugar cuando sus padres trabajaban. Sus padres al no poder tener más hijos decidieron comprar un cachorro a su pequeña para que no se sintiera tan sola, y así fue, en su cumpleaños número quince, en Abril, Thea recibió el mejor de los regalos, un labrador café al que llamó Bailey; desde ese día, Thea y Bailey se volvieron inseparables, jugaban, dormían, paseaban y reían, hacían todo juntos. Un viernes de Agosto, Thea pidió a sus padres que la acompañaran a pasear a Bailey al parque, pero ellos se negaron, dijeron que estaban ocupados, así que decidió ir sola; tomó su mochila, la correa de Bailey y salió a la calle. Al llegar al parque, encontró a Marissa, su mejor amiga y comenzó a charlar con ella; hablaron sobre lo mucho que iban a extrañar la secundaria y lo espeluznante que sonaba entrar a la preparatoria, nuevos amigos, nuevas materias, nuevos profesores… hasta que Bailey empezó a ladrar, estaba ansioso por jugar y estas señoritas no paraban de charlar; para callar a Bailey, Thea decidió sacar su mordaza favorita y lanzarla para que Bailey fuera por ella, pero al abrir su mochila notó que había olvidado la mordaza de Bailey en el jardín, por lo que tenía que regresar a casa y traerla para empezar a jugar; Thea no quería regresar con Bailey, tardaría más tiempo en volver, así que le pidió a Marissa que cuidara a Bailey unos minutos en lo que iba a su casa por la mordaza, quedaba a unas cuantas cuadras de distancia; Marissa aceptó y Thea salió corriendo del parque en dirección a su casa. Al llegar, buscó la mordaza en el jardín, pero no estaba, pensó que tal´vez Bailey la dejó arriba de su cama, entonces se acercó a la puerta para entrar y notó que la puerta estaba abierta, pensó que había olvidado cerrarla así que la abrió con cuidado; ya adentro, a punto de cerrar la puerta, escuchó que sus padres estaban hablando de ella, se acercó a la cocina con cautela y se escondió cerca de la entrada para escuchar de qué hablaban: -Ya no podemos vivir aquí Helen, Thea está creciendo y Bailey también, necesitamos una casa más grande.
- Estoy de acuerdo cariño, necesitamos un cambio, a Thea no le vendría nada mal una nueva escuela. - Y a nosotros no nos viene nada mal el trabajo que nos ofrecen, además encontré una casa cerca de un colegio y cerca de nuestro nuevo trabajo ¿Qué dices amor? - Me parece perfecto Roger, hoy mismo la inscribiremos y en la noche le damos la gran noticia. Thea no podía creer lo que acababa de escuchar, ¿nueva casa? ¿Nueva escuela? ¡Imposible! ella no quería nada nuevo, todo estaba perfecto. Con los ojos rojos, Thea salió corriendo al parque, dio las gracias a Marissa por cuidar a Bailey y sin más explicaciones se fue a su casa, se encerró con Bailey en su cuarto y comenzó a llorar hasta que se quedó dormida encima de Bailey. A la mañana siguiente, Thea notó que había cajas por todos lados y que sus padres metían todo dentro de ellas, ¡Estaban empacando! Bailey salió disparado, Thea corrió tras él para evitar que tirara algo y ambos chocaron con su madre: -Buenos días Thea, ¿Cómo dormiste? Anoche tu padre y yo te llamamos a cenar y no saliste, debes tener mucha hambre. -Buenos días ma… ¿Qué es todo esto? -¡Hola cariño! ¿Cómo está la futura princesa de nuestra nueva casa? -¿Pa? ¿Cómo que nueva casa? ¿A qué te refieres? -¿Aún no le cuentas Helen? ¡Nos vamos a mudar corazón! A tu madre y a mí nos ofrecieron un nuevo trabajo y encontramos una casa cerca de un colegio… ¿Cuál era el nombre?... ¡lo tengo en la punta de la lengua! -Colegio Vasco de Quiroga querido, no lo olvides. -¿O sea que tengo que empezar a empacar mis cosas? Mamá, papá, a mí me gusta esta casa, no quiero mudarme y Bailey tampoco quiere mudarse. -La nueva casa es más grande princesa, encontrarás nuevos amigos y ya verás que te va a encantar este cambio. Thea muy triste comenzó a empacar… sabía que no tenía opción alguna, sólo le quedaba ser optimista al respecto. Pasaron los días y Thea tenía miedo de entrar a la preparatoria, aún no se acostumbraba a la nueva casa y ahora tenía que hacer amigos nuevos; por las tardes sólo jugaba con Bailey, no quería ni salir a la calle ni al cine ni a ningún lado, sólo quería estar dentro, donde se sentía segura.
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‘‘Despierta Thea, ya es hora de ir a clases, tu nueva escuela te espera, cariño’’. Las palabras de papá retumbaban en los oídos de Thea mientras caminaba con Bailey hacia su nuevo colegio el lunes por la mañana, estaba muy nerviosa, Bailey le dio un beso al llegar a la entrada y Thea se sintió más tranquila, lo acarició una vez más antes de entrar.
por el cuaderno hasta la estatua, notó que Thea escribía mucho sobre él, pues en casi todas las hojas hablaba de aquel muchacho guapo que la observaba, también leyó que se acercaba la fecha favorita de la bella chica que lo traía vuelto loco desde el primer día de clases, así que decidió hacerle una sorpresa para al fin poder hablar con ella.
Lo primero que notó fue una enorme estatua al centro del jardín principal de las instalaciones, no sabía quién era ni porque estaba ahí, solo sabía que tras esa estatua estaba su sección y que probablemente tendría que ver esa estatua todo el día.
Todos los días que restaban de diciembre en clases, el muchacho procuraba dejarle cartas a Thea bajo la estatua como si fuese la estatua quien se las escribía, Thea nunca sospechó que fuera el muchacho quien las ponía ahí, pero le daba curiosidad averiguarlo.
Thea intentó hacer nuevos amigos, pero la mayoría estaban juntos desde secundaria y al parecer no les interesaba tener nuevos integrantes en sus grupos, así que Thea optó por concentrarse en sus estudios y subir su promedio para entrar en una buena universidad.
Faltaban pocos días para el 25 y para salir de vacaciones, el muchacho de ojos bonitos tenía que darse cuenta de algo que fuera muy especial para Thea y así lograr pedirle que fuese su novia; buscó en la libreta de Thea y se dio cuenta que ella no sabía quién era la persona de la estatua, entonces ideó un plan, pero necesitaría la ayuda de la estatua para lograrlo.
Durante los recreos, Thea se sentaba bajo la estatua, le daba la sensación de que la protegía y la escuchaba; pero para no parecer loca, Thea escribía todo lo que le quería contar a su nuevo amigo, el hombre de la estatua, estaba segura de que ese nuevo amigo le sería leal y que con él le bastaría por un tiempo. Al salir del colegio, Bailey iba por ella y corrían de regreso a casa, Thea hacía sus tareas y jugaba con él, de vez en cuando hablaba con Marissa, pero dejaron de frecuentarse por los nuevos amigos que Marissa encontró. Pasado un mes desde el inicio del curso, Thea notó que un joven se acercaba a ella, no era el más guapo pero tenía unos ojos bellísimos, cada que Thea se daba cuenta de que aquel muchacho la observaba, ella sólo volteaba y le sonreía, pero no estaba interesada en saber su nombre. Así pasaron los meses de Thea hasta llegar Diciembre, faltaba muy poco para navidad, su fecha favorita, adoraba la cena que preparaba su mamá y el exquisito ponche de papá; emocionada, no tardó en contarle a su estatua favorita, escribió por todo el receso contándole a su amigo lo emocionante de la fecha venidera, escribió tanto que sin darse cuenta se le hizo tarde para la próxima clase y por las prisas, olvidó su cuaderno a los pies de la estatua. Aquel joven de ojos preciosos se dio cuenta y fue 28
El último día de clases, después de receso, Thea encontró en su banca un sobre, lo abrió y había una nota: ‘‘Te espero a la salida en el jardín, estaré con tu amigo’’ Thea estaba ansiosa por que fuera la salida, no podía esperar; las clases pasaron muy rápido y en menos de lo esperado ya era la salida, Thea corrió hacia la estatua y no encontró nada, se sentía tonta por creer en esa nota, empezó a colgarse su mochila cuando sintió una mano en su hombro; era él, el muchacho de los ojos bonitos con un ramo de rosas en la mano, Thea no lo podía creer: -Hola Thea, sé que no hemos hablado muchas veces, pero fui yo el autor de todas las cartas que recibiste, tu amigo me ayudó a llegar a ti. -Hola… yo… este, ¿Cómo sabes mi nombre? -Recogí tu cuaderno, lo olvidaste en la estatua -Eso explica cómo sabes de mi amigo, ¿Me devolverás el cuaderno? -Sí, te lo devolveré, solo hay una condición. -¿Cuál es esa condición? -Que aceptes ser mi novia, eres la niña más bonita de la clase, me gustaste desde el primer día que te vi. Thea se sonrojo, su sonrisa no podía contener más felicidad: -¿Hablas en serio? Pero si ni siquiera sé tu nombre. -Me llamo igual que tu amigo.
-Pero si no sé el nombre de la estatua. -Mi nombre es Juan, y tu amigo es San Juan Bautista De La Salle. -Acepto, si quiero ser tu novia. Juan saltó de felicidad y acompañó a Thea hasta su casa, se pusieron de acuerdo para salir el día 24 y celebrar juntos la nochebuena; y así fue, salieron a pasear a Bailey, después fueron a comer y entraron a ver una película juntos, después Juan llevó a Thea a su casa. Esa noche Thea se quedó pensando en su amigo, la estatua y comenzó a buscar información en internet sobre quién era San Juan Bautista De La Salle, encontró una oración a él, esa noche la rezó y después se quedó dormida. En sus sueños, Thea estaba una vez más en el colegio, frente a la estatua y no desaprovechó la oportunidad para decirle algo: -Hola estatua, solo quería darte las gracias por todo, por escucharme, por ayudarme en mis días tristes, por ayudarme a encajar aquí, llegué sin conocer a nadie y ahora gracias a ti tengo una vida maravillosa, gracias de verdad. Thea se dio la vuelta y escuchó una voz: -Gracias a ti hija mía. Volteo rápidamente y vio que la estatua ya no estaba, pero había un hombre vestido de negro, con un libro y un rosario en las manos, ¡Era él! San Juan Bautista estaba frente a ella. Thea corrió a abrazarlo y él le dijo: -Sé que fue difícil para ti mudarte y entrar a una escuela nueva, pero superaste este cambio y te adaptaste a él con valor, fuiste mi amiga aún sin saber quién era y te convertiste en la mejor alumna de tu clase, era lo menos que podía hacer por ti. Disfruta esta navidad al máximo, siempre guiaré tu camino, amiga. Thea se despertó y en su mesa de noche estaba un sobre, lo abrió y encontró una imagen de San Juan Bautista De La Salle, Thea solo pudo sonreír. Ésta sin duda sería la mejor Navidad de su vida. Autora: Azucena Vianney Sáenz Méndez Colegio Vasco de Quiroga
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Los tres reyes de Oriente Cierto día Juan, un muchacho de 12 años, jugaba afuera de la casa de su madre, era un muchacho muy amable que siempre trataba de ayudar a sus vecinos. Ese día, la señora Salomé su vecina, iba a la plaza a vender su pan horneado, Juan al verla tan cargada, decidió ayudarla a llevar su producto a la plaza. Ya en la plaza lo que Juan vió, lo impresionó y lo llenó de alegría, un hombre joven, el cual era trovador ambulante, cantaba y animaba al público. Pero lo que más le gusto a Juan, fue el pequeño tambor con que el trovador acompañaba sus historias, le fascinó oír los redobles, cuando el trovador llegaba al clímax y el paso lento cuando contaba sobre las grandes batallas. Juan perdió la noción del tiempo escuchando a este artista y no se dio cuenta de lo tarde que era hasta que su madre llegó buscando al grito de: “¿Juan, dónde estás muchacho?. Llevo horas esperándote, tengo mucho trabajo y no tengo quien me ayude”. A Juan esto le extrañó, ya que su madre administraba una posada y en esa época del año eran muy pocos los viajeros que pasaban por ahí. ¿A què trabajo te refieres madre?,¿Acaso hay algún huésped? Tres caballeros muy distinguidos, contestó la madre, de lujosos ropajes y finos modales, vienen montando animales muy finos y necesito que atiendas los establos. Al llegar a su casa, Juan se impresionó, por la calidad de los animales que tenía frente a si, los aseó y los alimentó, cuando terminó entró a la casa, cuando vio a los tres huéspedes, quedó aún más impresionado por la presencia de estos tres, tenían un porte regio y uno en particular llamó mucho su atención, ya que su piel era como el azabache. Muy buenas tardes sus mercedes, saludó Juan. Sus animales han sido atendidos, disculpen mi atrevimiento, pero:- ¿Acaso son ustedes reyes? Ja, ja, ja, rieron los 3 al unísono, tienes buen ojo mi querido niño, contestó el mayor de ellos. Así es, somos reyes de tierras muy lejanas. Pero lo que en realidad somos, contestó otro, somos astrónomos y hombres de ciencia, aunque a algunos les gusta llamarnos magos. ¿Y qué los trae tan lejos de su reino?, preguntó la madre de Juan, que en ese momento entraba con pan, aceite y vino para los huéspedes, una misión sagrada, contestó el tercero, hace tiempo 30
apareció una estrella en el cielo y la hemos venido siguiendo desde nuestros lugares de origen. ¿Y por qué la siguen? preguntó Juan, porque esa estrella nos guiará a nuestro maestro, quien realmente nos enseñará la verdad, ¿la verdad? preguntó Juan. ¿La verdad de qué? la verdad de todo, contestó uno de ellos, la verdad de lo que realmente importa, pero siendo ustedes reyes, ¿no podrían contratar a alguien que viniera en busca de este maestro por ustedes? y les contara la verdad? ¡Ah! querido muchacho, realmente hay cosas más importantes, que el dinero y los lujos, pues si yo tuviera dinero, contestó Juan, compraría un tambor. ¡Eso lo yo más quiero en el mundo! Pues si lo deseas con mucha fe, tal vez lo consigas, uno nunca sabe. Al caer la noche y estando Juan sólo en su cuarto, y a pesar de los lujos que había visto ese día, Juan solo podía pensar en el trovador y su tambor. Al día siguiente se levantó muy temprano y fue a alistar a los animales de los tres reyes, en cuanto desayunaron, salieron de la casa y Juan los recibió con sus animales ensillados y listos para partir. Los tres reyes le agradecieron y le dijeron:-“Juan eres un muy buen muchacho que ayudas a tu madre y eres considerado con los demás”, “te hemos dejado en la cocina un presente para que nos recuerdes”. Con estas palabras partieron. Juan se despidió con la mano y en cuanto doblaron en la esquina rumbo a la plaza, Juan corrió a la cocina, para ver qué le habían dejado, cuando lo vió las lágrimas le brotaron de emoción, ahí sobre la mesa, un pequeño tambor, ricamente decorado con figuras de elefantes, camellos y caballos. Juan estaba feliz, tomó el tambor y comenzó a cantar porque no podía contener su alegría. Su madre lo vió, rió, y le dijo:- ¡Hay Juan, mi pequeño niño del tambor! Sé que estás feliz, pero ahora necesito que me ayudes a hacer los cuartos de los huéspedes, cuando terminemos, te prometo llevarte a la plaza, donde podrás mostrar a todos tu tambor. Juan sonrió, besó a su madre y subió corriendo a hacer las habitaciones. Al entrar a una habitación Juan encontró un pequeño cofre que habían olvidado los huéspedes. Bajó corriendo con su madre y le dijo:- mamá han olvidado esto. Su madre lo abrió y se sorprendió y dijo, Oh Dios mío, es mirra. ¿Tienes idea de cuánto cuesta esto Juan? Él había escuchado de la mirra y sabía que era muy valiosa.¿Qué hacemos, preguntó a su madre. No lo sé, respondió y recordando lo feliz que lo hicieron estos tres reyes al regalarle el tambor, tomó una decisión, ¡Iré a buscarlos y se los entregaré!. Su madre sonrió y dijo:,-Dios me ha bendecido con un hijo muy noble.
Juan salió de su casa, con un morral lleno de pan queso y agua en un hombro y su hermoso tambor en otro y empezó su travesía. A lo largo del camino, Juan iba preguntando si habían visto pasar a los tres reyes, y de esa manera fue siguiendo su rastro, más adelante se topó con un grupo de pastores que le dijeron que un ángel los había visitado y les había dicho que el Mesías estaba por nacer y ellos se dirigían a verlo, Juan pensó que tal vez el Mesías era el maestro al que los reyes se referían y decidió viajar con ellos. En determinado momento del viaje el grupo de pastores se adentró en un desierto, el jefe de los pastores se asustó porque pensó que no encontraría el camino de regreso a casa. Juan les dijo, miren esos pequeños arbustos, si los vamos decorando con algunas de nuestras pertenecías las podremos recoger de regreso y encontrar el camino a casa, a todos les pareció muy buena idea y los pequeños arbustos que se encontraban los decoraban con telas, algunas rojas, amarillas y verdes, lo que los hacía lucir muy festivos. Por fin Juan y los pastores llegaron a la pequeña aldea de Belén y a la entrada de un pesebre, Juan reconoció uno de los caballos que él mismo había acicalado en la posada de su madre. Corrió y ahí vio a los tres reyes a punto de entrar el pesebre. ¡Sus señorías! gritó Juan. Los reyes voltearon y lo reconocieron, ¡Juan! muchacho ¿qué haces aquí? Preguntó uno de ellos. ¡Han olvidado esto en la posada! y de su morral sacó el pequeño cofre con la mirra. Los tres reyes lo miraron y le dijeron:realmente eres un muchacho excepcional Juan,
entra con nosotros a ver a nuestro maestro, Juan entró con ellos y ahí estaba, un bebé en brazos de la mujer más hermosa que Juan haya visto en su vida. ¡Oh mi reina!, exclamaron los tres magos, hemos venido a visitar a tu hijo y nuestro salvador, por favor acepta estos presentes, el primero de ellos se acercó y le entregó un cofre lleno de oro, con lo que dijo, este es un símbolo de que este niño es el verdadero rey. El segundo se acercó y entregó el cofre con mirra, esta mirra da testimonio de que este niño es el salvador de la humanidad. El tercero se acercó y entregó un cofre con incienso diciendo:Que este incienso nos recuerde la divinidad de este niño. Juan estaba fascinado con la presencia de este niño y de pronto se sintió mal al no haber llevado consigo un regalo para aquel extraordinario ser. De pronto recordó su tambor y sin pensarlo dos veces, lo llevó ante el niño, y dijo: - ¡oh niño maravilloso! Hasta hace poco no sabía de ti, te llaman maestro, rey de reyes y redentor pero yo también sé que eres un niño y espero que este tambor te de tanta felicidad como a mí me dio el haberte conocido. Al año siguiente, Juan despertó antes que su mamá y bajó a la cocina, lo que vio lo sorprendió, sobre la mesa, un tambor y una carta, en la que decía: “Para el niño más bueno que hemos conocido”, tus siempre amigos, Melchor, Gaspar y Baltazar. Autor: Iván López Preparatoria La Salle Morelia
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Taco Las mañanas eran frías y con un gran pesar tuvo que levantarse, tomando el abrigo que dejó en la silla, se acercó a la ventana que estaba empañada para poder ver la calle que era cubierta por la nieve, colocándose el abrigo, buscó por la pequeña habitación a su compañero. Salió por el pasillo hacia la estancia donde lo encontró, en su cama vieja, su compañero, un labrador de unos catorce años, que hace apenas unos meses saltaba de alegría y se escabullía por las noches a su habitación para dormir a su lado además de despertarlo en las mañanas lamiendo su rostro aquél que no se separaba de él mientras hacía el desayuno y lo miraba comer hasta que obtenía un bocadillo. Aahora se encontraba decaído y con una mirada triste. Después de haber desayunado, tomo sus llaves, se despidió de su amigo y antes de abrir la puerta, observó el calendario el cual tenía la imagen de un árbol de navidad, giró el pomo de la puerta y salió. Le tomaba por lo menos veinte minutos caminando en llegar a su trabajo en la tienda de comestibles; acomodó tantas cajas como pudo y dobló turno. Ttenía planeado salir temprano el lunes para llevar a su perro al veterinario. El atardecer llegó, colocó las últimas decoraciones en la tienda. La sala de espera también estaba llena de decoraciones, pocas personas se encontraban presentes la mayoría con perros. Su labrador seguía decaído y al entrar al consultorio no retrocedió o saludó al veterinario como en sus pasadas visitas. El veterinario hizo el chequeo rutinario y tomó muestras de sangre por si se trataba de alguna enfermedad, pero lo más probable es que fuera por su edad como se lo comentó el veterinario. El camino de regreso a su hogar fue silencio, al llegar tomó una almohada y una cobija para poder dormir en el sofá a lado de la cama vieja del labrador. No conciliaba el sueño, los momentos que compartió con el labrador se reproducían como una película en su mente, recordó el día en que su novia llegó a su departamento con un pequeño cachorro que no tuvo piedad con los muebles ni con las plantas de los vecinos. También cuando él fue despedido y el labrador se acostó a un lado de él para consolarlo pensó él, hasta el día en que su novia dio por terminada su relación por una llamada telefónica y lo dejó con la mitad de los muebles, olvidándose del perro seguramente. Era martes por la tarde, el hombre salió de la veterinaria con una pequeña urna. Y a pesar de 32
que faltaban pocos días para la navidad, la época más hermosa del año, el hombre estaba más triste que nunca. Durante 5 días no salió de la cama, pues todo lo que veía le recordaba a toda su vida junto a su querido amiguito, lamentablemente el hombre había caído en una gran depresión. Y lo único que lo sacaba de la cama era las necesidades básicas de todo ser humano. La depresión fue de tal magnitud que causó que el hombre perdiera el trabajo y que se separara de los pocos familiares con los que tenía contacto. El pobre hombre sin su único amigo y sin una persona que lo apoyara en su difícil etapa de duelo. Y por más que el hombre tratara de salir de su depresión no lo lograba, sólo veía personas felices pasando estas épocas con sus amigos y familiares más queridos y no podía dejar de pensar en su amigo. Ya era 24 de diciembre y el hombre salió a la tienda por alimentos para pasar los siguientes días y como siempre todo le recordaba lo solo que estaba, desde un simple copo de nieve hasta las risas de los pequeños jugando. Cuando estaba en el camino a la tienda no pudo evitar notar a un pequeño perro, que al igual que él se encontraba solo, buscando un poco de alimento y cariño en las personas que pasaban, sin embargo nadie le hacía caso. Llegó a la tienda y compró todo lo que ocupaba para los siguientes días. Al pasar por donde el perro se encontraba notó que éste no estaba en ese lugar, lo primero que se le vino a la mente es que alguna persona lo había recogido. Pero fue en ese momento que escuchó el aullido del perro, se acercó a donde escuchaba este ruido. Y al llegar vio al pobre perro que estaba siendo molestado por unos niños. -¡Hey! niños aléjense de ese perro- Dijo el hombre, los niños salieron corriendo. Se acercó rápidamente al perro para asegurarse de que no le habían hecho algo grave. Para su sorpresa si había sido así y lo único que pudo hacer fue llevarlo rápidamente al veterinario que se ubicaba a tres cuadras de donde se encontraba. El hombre aguardó durante unos cuantos minutos en la sala de espera, pensando lo peor que le pudo pasar al perro que había ayudado. El veterinario entró a la sala de espera, se acercó al hombre y le dijo – Has sido tu quien trajo al perro. -Sí- respondió el hombre con una voz temerosa -No te preocupes no eran heridas graves sólo tendrás que cuidarlo muy bien- el veterinario.
Después del anuncio el hombre pronto se dirigía a su casa, cargando cuidadosamente al pequeño perro que yacía en sus brazos dormido con vendas por casi todo su cuerpo. Al llegar a su casa, tomó algunas cobijas y cojines, las ordenó de tal manera que fuera una cama suave para su invitado, que gustoso, no opuso resistencia a que el hombre lo recostara como si fuera de cristal; preocupado por lo hambriento que se veía el pequeño, buscó en la nevera para sólo encontrar tortillas de maíz y algunos pedazos de bistec, no tardó en volver con el pequeño con cuatro tacos en un plato y por obra de magia el perro se incorporó en sus cuatro patas para olfatear la deliciosa comida y al postrar el hombre ante tan delicioso manjar, no puedo evitarlo y comió dos trozos, dejando los restantes para su salvador y comenzó a lamerlo en agradecimiento. El hombre sentía una felicidad inmensa y pareció que todo su ser había cobrado vida de nuevo. -Taco – dijo el hombre y el pequeño perro levantó la vista hacia él – ese es tu nuevo nombre, ¿te gusta? El perro movió su cola lentamente, pero de buena gana y el hombre le sonrió. En la casa sólo existía la felicidad, porque ni el hombre ni el pequeño perro no estarían solos, todo volvía a brillar como el futuro juntos que los esperaba. Autores: Luis André Pérez Rodríguez Luz Elena Reyes Olivares Dafne Pacheco Blas Preparatoria La Salle Morelia
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El Perdón en Navidad Erase una vez en un pueblo cubierto por la nieve y por los adornos navideños un niño que no celebraba la Navidad. Vivía en la casa grande al final de la calle la cual destacaba de las otras, no por su tamaño ni por su bello jardín, sino por el vacío que había durante la navidad. El niño anteriormente disfrutaba de las navidades hasta que un día en un fatal accidente su madre murió en vísperas de Navidad, desde entonces su padre había prohibido la Navidad en su casa, el si quiera hablar de la Navidad. Una noche, faltando un par de días para la Navidad el niño se sentó al lado de su ventana y comenzó a observar el cielo y rápidamente vio en lo alto una brillante estrella a la cual de inmediato le pidió un deseo y se fue a dormir. Tuvo un sueño hermoso donde se encontraba con su madre en un bosque y despertó cuando en su sueño vio un destello. Mientras abría los ojos observó una silueta blanca y cuando logró despertar por completo saltó de la cama y vio parado a lado de su cama a un niño rubio, muy sonriente que lo saludaba con su mano y le dijo: No temas amigo, solo vengo a ayudarte. Entonces el niño le preguntó temeroso y con voz temblorosa. ¿Qui qui qui quién eres? Y qué quieres? A lo que el ángel dice: ¿Recuerdas la estrella que viste anoche sentado en tu ventana?. Pues soy yo y he venido a ayudarte, pues no me gusta ver a la gente triste durante la Navidad. Por cierto ¿Por qué estás triste? El niño creyendo en lo que decía la estrella le contó toda la historia sobre lo que le había pasado con su madre, la estrella conmovida y con ganas de ayudarlo le dijo que lo acompañara y que regresarían antes de la media noche, entonces el niño aceptó y salieron de la casa volando. El niño preguntó hacia dónde iban pero la estrella no respondió hasta que llegaron a una montaña a las afueras del pueblo, entonces ahí la estrella le dijo al niño: Observa desde este lugar , el pueblo donde vives, los adornos dedicados a la Navidad y la gente tan sonriente. El niño un poco triste observó el lugar y se lamentó por no tener una navidad como los demás, la estrella viendo al niño triste le dijo que no estuviera así, que no era el único, pues dentro del pueblo había alguien más que no estaba teniendo una buena Navidad y entonces la estrella señaló una casa que estaba a las afueras del pueblo y muy oscura, tomó al niño y se fueron volando en dirección a esa casa, la cual observaron desde arriba y vieron dentro a un anciano de barbas blancas que se veía triste. La estrella le dijo al niño que debían entrar, entonces bajaron y tocaron la puerta, ésta se abrió casi de inmediato y el anciano preguntó amablemente: ¿Qué es lo que buscan? La estrella la saludo y con mucho ánimo le pregunto que si podían pasar, el anciano aceptó pues en el niño observó inocencia. Entonces los dos pasaron y a pesar de la obscuridad en la casa todo se veía muy ordenado y el señor les preguntó: ¿Qué hacen dos niños solos en vísperas de Navidad? La estrella le contestó: Tratamos de encontrar el sentido de la Navidad. El viejo contestó con una carcajada sarcástica y dijo: Creo que yo soy el menos indicado para esto. La estrella simplemente le dijo: No lo creo. El anciano, sonrió pues él sabía que la intención de los niños no era mala y se sentó a contarles la historia por la cual no disfrutaba la Navidad. En esa historia mencionó que unos días antes de la Navidad él y su esposa se dirigían a una fiesta donde se encontrarían con unos viejos amigos, iban muy contentos ambos, pero antes de tomar una curva se distrajo al tomar su celular y se impactó con otro que venía de frente a él. 34
De inmediato el niño se dió cuenta de lo que estaba pasando y se soltó a llorar, la estrella que en realidad era un ángel vio que el anciano no entendía la tristeza del niño y él explicó que la mujer con la que había impactado esa noche era la madre del niño. Entonces el anciano sintió como la tristeza lo abordaba y entre llanto pidió disculpas y se mostró arrepentido por lo sucedido, el niño secó sus lágrimas y abrazó a aquel anciano, pues sabía que en sus actos no hubo maldad. Al perdonarlo le dijo que sólo faltaba algo, que él y su padre tuvieran una charla para arreglar todo, en ese momento el ángel usando sus poderes apareció al padre del niño, el cual no entendía nada de lo que estaba pasando, pero su hijo le dijo que tenía que hablar con el anciano. Comenzaron a hablar y a discutir un poco pero todo salió bien, entonces al ver todo eso, el ángel decidió hacerles un regalo. Primero les dio una gran cena, para después aparecer un bonito árbol lleno de regalos, el padre del niño abrió el suyo y se fue a dormir, mientras el ángel le dijo al niño y al anciano que les concedería un deseo y el niño pidió ver a su madre y en segundos apareció, pero sólo pudo darle un abrazo y el anciano pidió ver a su esposa el ángel le dijo que en ese momento ya no podía pues sus energías eran pocas, pero le prometió que regresaría y el podría ver a su esposa, de esta manera el ángel habiendo hecho su parte se despidió de ambos y a partir de ese momento la Navidad se convirtió de nuevo en una temporada de paz. Autores: Eduardo López Arias Alan Abraham Mateo Rocha Luis Jaisiel Ornelas García Preparatoria la Salle Morelia
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Un reencuentro feliz Érase una vez, un pueblo pequeño pero mágico, con calles y tejados cubiertos por la nieve, alumbrado con foquitos y faroles, que anunciaban que esa noche era la más especial del año. En este pueblo, se encontraban dos pequeños hermanos que luchaban contra el frío invernal y buscaban solamente un lugar donde refugiarse en aquella noche, que específicamente era Navidad. Aunque no lo supieran, sus nombres eran Margot y Seamus; la niña cuidaba a su pequeño hermano, que apenas hablaba unas cuantas palabras. No sabían qué había pasado con sus padres, pues ambos eran aún muy niños para recordarlo, pero mantenían la esperanza de algún día poder volver a verlos y ser una feliz familia muy unida. Mientras tanto, permanecían juntos, buscando como llegar por sus propios medios al siguiente día. Esa noche, los dos pequeños caminaban y caminaban y no encontraban ningún sitio para sobrevivir al espantoso clima. Sus opciones se agotaban y no había nadie allí afuera para pedir asilo en los hogares tibios por unas cuantas horas. Además, no veían bien las calles por la caída de la nieve; Margot se dio cuenta de que estaban perdidos y no sabrían a qué lugar habían ido a parar hasta que los primeros rayos de sol al amanecer les enseñaran el camino. En vano, fueron casa por casa de cada calle pidiendo ayuda, pero por alguna extraña razón, en ninguna les abrieron; los dueños ni siquiera podían oír que alguien tocaba a su puerta pidiendo amparo y cobijo, tal vez por estar disfrutando mucho la cena, o tal vez no iban porque sabían el frío que afuera hacía y preferían no sentirlo, o incluso tal vez, así debía de sucederles a los hermanitos. Tuvieron que seguir su camino, el tiempo pasaba y el frío era cada vez más desagradable. Seamus estaba tiritando y ya no tenía fuerzas para seguir caminando, por lo que Margot tuvo que llevarlo cargando en su regazo. Estaban por cruzar la calle para seguir de frente, cuando el niño señaló con su pequeño dedo hacia la derecha, balbuceándole unas palabras a su hermana. Ella volteó hacia esa dirección y vio entonces una hermosa iglesia al fondo de la calle, muy bien alumbrada con luces doradas cuyo brillo parecía celestial. Sin pensarlo un instante más, se dirigió con pasos apresurados y más animados hacia aquella bella construcción. Entre más se acercaban, más hermosa y acogedora parecía. Subieron unos cuantos escalones, y al estar frente a la Iglesia, pudieron admirarla mejor: tenía unas torres muy altas, donde se encontraban grandes campanas doradas; su fachada estaba muy bien detallada, toda de mármol claro que parecía desprender una luz blanca tenue. Notaron que sus altas puertas de madera tallada estaban entreabiertas, y después de que una gran brisa congelante les pasara por las mejillas, decidieron entrar. Al pasar a su interior, descubrieron que la Iglesia era aún más bella, con candiles adornando los techos y luces que daban la sensación de acoger y mantener seguros a quienes entraban. El lugar estaba muy en paz y se dieron cuenta de que no había nadie más ahí dentro. Decidieron recostarse en una de las bancas, Margot abrazando a Seamus para calentarlo y dentro de poco tiempo ambos se quedaron sumidos en un sueño muy profundo, producto de su cansancio acumulado y la tranquilidad que ahora sentían al estar refugiados del crudo invierno. Cuando despertaron, se dieron cuenta de que ya no estaban en aquella iglesia, sino en un gran espacio de un blanco limpio y puro, sin nada o nadie más a la vista. Margot miró a su hermanito, que tampoco comprendía lo que pasaba ni donde estaban, pero a pesar de todo, no se sentían con miedo, al contrario, la paz en sus corazones era más grande y grata que nunca. La pequeña lanzó un “Hola” al vacío, que le regresó el saludo en forma de eco. Poco después, vieron cómo se aproximaban unas siluetas hacia ellos, mientras los pequeños descubrían que se trataba de una mujer y un hombre aún jóvenes. Iban vestidos con túnicas blancas, y al llegar hasta ellos les sonrieron; se podía notar que estaban contentos de verlos. 36
Entonces la mujer habló y los saludó, con una hermosa sonrisa, y se arrodillaron para quedar a la altura de los dos niños. Margot enseguida reconoció los ojos de su madre, aquellos que tantas veces había visto en la cuna, y por su parte Seamus no podía creer que al fin estuviera ahí, junto a sus padres, de los que tanto había imaginado y hablado con su hermana. Los hermanos gritaron de felicidad, y todos se unieron en un abrazo, lleno de besos, sonrisas y alegría. Su padre les explicó que los habían estado buscando después de que tuvieron que partir y al dar con ellos, los guiaron hasta la Iglesia para que, de esta forma, pudieran traerlos a este sitio, que ahora sería su hogar. Su madre agregó, que ellos siempre habían estado a su lado y ayudándoles para que siguieran adelante, y que sus pequeños habían sido muy fuertes frente a todas las adversidades. Pero no había podido ser hasta entonces, en una noche mágica de navidad, que pudieran reunirse y volver a ser una feliz familia. Después de explicarles esto, los cuatro se fueron felices a seguir juntos, divirtiéndose y pasando hermosos momentos familiares, abrazándose y jugando entre las nubes del Cielo Divino, por toda la eternidad. Este fue entonces, un verdadero milagro de la navidad, obsequiando el regalo más valioso de todos: el amor de la familia. Autor: Aidée Huerta Alvarez Preparatoria Universidad La Salle Morelia
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Cuento de Navidad: Una Cena de Locos Había una vez, hace mucho tiempo, una gran hacienda en un lugar muy lejano, la cual había sido comprada por una hermosa dama, llamada Lisa, de piel clara y largo cabello pelirrojo. Se acercaba la víspera de Navidad. No tenía a su familia cerca y decidió invitar a unas cuantas amigas para no pasar sola esa noche. Solamente 4 de sus amigas podrían asistir, pues el lugar estaba retirado y algunas otras pasarían la Navidad con su familia. Ella estaba muy emocionada, y se encargó de poder ofrecer una gran cena con platillos exquisitos para una especial Noche Buena. Al fin llegó su primera amiga, Alice y ella le preguntó seriamente si nunca le había pasado nada raro desde que llegó a la hacienda, pues había escuchado rumores de que el lugar estaba embrujado por una familia que antes habitaba ahí, pero Lisa se desconcertó, puesto que nunca le había sucedido nada extraño y, a fin de cuentas, solo eran rumores. Se quedaron en silencio, y comenzaron a escuchar pasos, causándoles un gran susto, pero descubrieron que sólo era la llegada de su otra amiga, Rebeca, quien no entendía la palidez en los rostros de sus amigas, por lo que ellas le explicaron la causa de su repentino susto. Poco después también llegó Mónica, tiritando, aunque no específicamente por frío, sino porque en el camino le había parecido oír a Sara, pero al voltear sólo había podido ver unos sombríos árboles. Mónica y Rebeca salieron a buscar a Sara, pues ya había pasado mucho tiempo y no llegaba. Por esto, se quedaron solas de nuevo Lisa y Alice. Entonces comenzaron a sentir que un viento muy frío les rozaba por la piel como susurrándoles y se oyeron pasos de nuevo en la planta alta. Entonces se escuchó claramente como una voz amenazante les preguntaba que quién andaba ahí molestando. Sus caras se tornaron blancas de terror y, armándose de valor, Lisa le respondió que era ella y otra amiga, pasando la Víspera de Navidad. Entonces, volando rápidamente, se apareció ante las amigas un fantasma de mujer, vistiendo como en la época pasada, con la cara transmitiendo furia. Esta les gritó que se marcharan y no volvieran nunca, que era su casa y ahí estaba destinada a permanecer por toda la eternidad. Las amigas no sabían qué hacer, pues nunca imaginaron toparse con esta situación, por lo que decidieron obedecer y salir de la casa. El frío era espantoso, por lo que buscaron una solución para pasar la noche. Después de mucho pensar, decidieron que lo mejor sería regresar al interior de la hacienda y en cierto modo negociar con el fantasma. Su plan era pedirle sólo una noche de cobijo en el lugar a cambio de ayudarla a que descansara, es decir, lograr que ella pasara al más allá y así pudiera estar en paz. Muy decididas, volvieron a tocar a la puerta, aunque el grito fantasmal hizo que se sobresaltaran. Pareciera que fue retóricamente la manera en cómo se abrió la puerta, lenta y rechinante. Las chicas entraron y justo después de Lisa la puerta se cierra azotándose y dejando un silencio escalofriante enseguida. Rebeca temerosa, grita: “Tenemos una propuesta para ti”. “Te pedimos una noche aquí todas mis amigas y yo a cambio de ayudarte para ir al más allá”; Pareciera que la tensión que se sentía en el ambiente se esfumó poco a poco… el silencio ya no era el mismo. La misma voz de la mujer se volvió a escuchar, pero esta vez más quebrada y cálida “Agradecería bastante si hacen eso, amaría volver a ver a mi hija” Justo Lisa pregunta, “¿Qué te pasó?” Contestando a su pregunta dijo: “Hace muchos años que yo viví aquí con mi esposo y mi niña, pero hubo un terrible accidente por el cual yo perdí la vida, lo único que quise fue una última cena de Navidad acompañada” Rebeca no dudó en decirle “Creo que sería un gusto que pases la Cena de Navidad con nosotras, nos encantaría ayudarte.” “¿En serio?” Preguntó el alma de la señora “Claro que si! Es más, comencemos a preparar la cena!” exclamó Lisa. Enseguida comenzaron a preparar el famoso pavo relleno, lasaña, postres por doquier y arreglaron la mesa, después de las 10 llegaron por fin sus otras amigas junto con Sara, conocieron todas al fantasma y coincidieron en que estaba bien que se quedara en la cena. Justo a las 12 la casa se iluminó por completo y el fantasma desapareció sin antes darles las gracias, después de eso pasaron muy bien la noche y todas fueron muy felices. Autoras: Aidée Huerta Álvarez Claudia Mora Hernández Yunuen Medrano Preparatoria Universidad La Salle Morelia 38
Un verdadero muñeco de nieve Un día para Navidad! El pequeño Sam se encontraba muy entusiasmado de hacer su primer muñeco de nieve. Se asomó por la ventana y observaba cómo caía la nieve; salió al parque junto con sus papás y comenzaron a juntar la nieve hasta darle la forma de esferas. Empezaron con una enorme bola de nieve como base y luego otra para figurar la cabeza. Añadieron botones negros como ojos, una zanahoria como nariz, una bufanda roja y dos ramas delgadas de roble pretendiendo los brazos. Admiraron el resultado final; lo habían hecho tan bien que ¡parecía cobrar vida! Los tres se adentraron a la casa para saborear una merecida cena familiar. Tanto la mamá como el papá prepararon un delicioso pavo, la famosa ensalada navideña de mamá y puré de papa. Se sentaron y disfrutaron de la convivencia. Sam se quiso apresurar porque quería salir a jugar en la nieve de nuevo, pero sus papás le dijeron que tenían mucho frío para seguir en la nieve. El pequeño terminó apresuradamente y corrió por la puerta para seguir divirtiéndose. Cuando Sam llegó al parque pudo notar que el muñeco de nieve que había realizado ya no se encontraba en su lugar original, sino a unos centímetros más a la izquierda. Se acercó al muñeco y justo cuando iba a tocarlo, este se alejó unos centímetros de él, como si el muñeco diera pequeños brincos. Sam se sorprendió, pero quiso volver a intentarlo. Nuevamente el muñeco de nieve dio brinquitos en dirección opuesta al niño. Sam hizo una boca en forma de “o” y se abalanzó sobre el muñeco para abrazarlo. Sam le dijo al muñeco que quería enseñarle todo lo que sabe sobre la Navidad, así que lo tomó de la mano y lo jaló hasta su casa. Cuando entró vio que sus papás se habían quedado dormidos en la sala viendo una película de Navidad, así que los cobijó con una manta. Posteriormente le sirvió un plato con pavo, ensalada y puré a su nuevo amigo. El muñeco de nieve sonrió al ver la comida, pero Sam estaba tan emocionado que no lo dejó comer e inmediatamente pasó a la cocina para hornear galletas. Juntos hicieron la mezcla y Sam las metió al horno. Esperaron unos minutos y las sacaron listas para comer, pero antes de probarlas Sam salió corriendo para decorar el árbol de Navidad. Sacó las esferas, las luces, demás adornos y lo más importante, la estrella. Empezaron poniendo de pie el pino, luego enredaron las luces a su alrededor, agregaron las esferas y otros detalles. Al final el muñeco de nieve colocó la estrella en la punta del árbol y encendieron las luces. Contemplaron su creación y salieron a la nieve. Como última actividad Sam y su amigo hicieron ángeles de nieve, se estaban divirtiendo mucho para cuando sus papás llegaron: -¿Hijo, por qué tiraste el muñeco de nieve?- preguntó su padre.- Yo no lo tiré, estábamos haciendo ángeles de nieve juntos, ¿verdad?-, respondió Sam. Pero el muñeco no respondió y empezó a disolverse en la demás nieve. Los papás de Sam le dijeron que entrara a la casa para abrir los regalos, pero Sam se encontraba confundido, aunque no le importaba realmente. Se divirtió muchísimo festejando la Navidad con su muñeco y aprendió que la Navidad trata de lo emocionante que puede ser: De las actividades que se realizan una vez al año, de los valores que evocan más ese día y que tiene los símbolos más hermosos que cualquier otra festividad. Sam despidió con una sonrisa al muñeco de nieve y entró de la mano con sus padres a la sala, listo para abrir sus regalos y contarles sus experiencias. Autor: Carlos Alfonso Arellano Gaytán Preparatoria La Salle Morelia
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Un perro para Navidad Estaba amaneciendo, el claxon de los autos empezaba a sonar incesantemente, la ciudad capital siempre es un lugar ruidoso y estresante desde temprano, más aún en épocas festivas. Era domingo 24 de diciembre, para la mayoría de personas, un día en que no van a trabajar, pero para Edgar no era el caso. Con gran esfuerzo, como de costumbre,se arrastró fuera de la cama, se dio un baño de agua fría y luego se forzó a sí mismo a desayunar. Tomó su mochila y salió rumbo al trabajo. Edgar era un tipo huraño y poco cortés con hábitos muy repetitivos a los que se apegaba fielmente, ordenaba lo mismo todos los días en el mismo restaurante sentado en su mesa predilecta , tomaba la misma ruta al trabajo sin falta, peinaba su cabello con mucho gel siempre hacia la derecha, no podía conciliar el sueño sin antes haber tomado un vaso de leche tibia, haber lavado todos los platos, cerrar todas las ventanas y revisar si las puertas estaban bien cerradas. En gran medida era un sujeto simple con necesidades simples. Edgar vivía solo y trabajaba en “soporte técnico y atención al cliente las 24 horas los 365 días del año” en una empresa que instalaba antenas de televisión. Ese día entró a trabajar y todo era como un día cualquiera, excepto por la decoración improvisada que hicieron sus compañeros de trabajo, fuera de eso, todo era lo mismo. Recibió muchas llamadas de clientes molestos que no podían ver sus especiales de Navidad y deseaban tener compañía aunque sólo fuera de la televisión. En el almuerzo comió solo, porque le molestaba demasiado participar en la rosca de reyes y en un intercambio de tazas en donde hasta el jefe de sección participó. Cuando empezó a caer la tarde, las noticias locales informaban que una gran tormenta arrasaría la ciudad y que se recomendaba que todas las personas volvieran a sus hogares para prevenir riesgos potenciales. Edgar estaba frustrado por tener que dejar antes su trabajo ya que en televisión no encontraría más que especiales de Navidad. Cuando casi llegaba a su casa se topó con un grupo de niños que cantaban felizmente, estaban pidiendo dinero para caridad, así que decidió desviar su camino para no tener que escuchar su canto. Lo hizo de mala gana y por estar enojado tomó un camino extraño, no se dio cuenta hacia dónde se dirigía hasta que, después de un rato, notó que la tormenta que anunciaron en las noticias estaba empezando. 40
El frío empezó a ser más notorio y empezó a caminar más rápido para encontrar su camino de regreso. Tuvo que pasar por un callejón para acortar el camino. Cuando llegó a una pila de cajas escuchó un sonido extraño que no pudo ignorar y decidió revisar que era, porque el ruido no era muy fuerte para ser algo peligroso y le dio miedo pensar que podía ser un bebé. Al hacer las cajas de lado se puso pálido del susto. Era un pequeño perro blanco que estaba usando un trajecito de Santa Claus, pero estaba todo cubierto de lodo y un líquido extraño color rojo, muy asustado el perro chilló muy débilmente. Edgar pensó dejarlo ahí pero el perro se veía en muy mal estado, de la mala gana tomó una de las cajas que antes lo tapaban y lo metió en ella. Lo primero que pensó fue en llevarlo a un refugio de animales y un veterinario pero nadie estaba en el trabajo por ser Navidad, con un poco de pavor revisó al perro y no parecía tener rasguño alguno. Con un gran pesar, no tuvo otra opción que llevarlo a su casa. Siendo lo más amigable que pudo, tomó al perro y le quitó su disfraz para darle un baño, por fortuna sólo estaba sucio y muy débil. Edgar nunca supo porque el perro estaba vestido así y en ese lugar. Después del baño hizo una improvisada cama con la caja y le dio algo de leche al perro, cayó rendido a la caja y Edgar no podía dejar de cuestionarse por qué no puede sólo dejarlo ahí. Se sentía extraño tener compañía en casa, encendió la tele y trato de encontrar algo interesante que ver, todos los noticieros hablaban de la tormenta y que no cesaría pronto. Edgar recibió lo que no pidió es día y pensó en deshacerse del perro pero había algo que simplemente lo conmovía y no era solamente por ese pequeño animal que fue descuidado de esa manera, sino como él se descuidaba a sí mismo, al siempre estar sólo y alejarse de los simples detalles. La vida cambia y da muchas sorpresas. A Edgar le llegó el principio de muchas Navidades más en compañía. Autora: Alida Manrique Díaz Preparatoria La Salle Morelia
Recuperando la linda Navidad Hace mucho tiempo atrás, en el orfanato de un lejano y pequeño pueblo, Henry, uno de los niños que ahí vivía, se encontraba emocionado porque se acercaba Navidad, pero parecía que sólo a él le importaba, nadie más mostraba tener un mínimo de interés de que estaban a pocos días de la festividad que alguna vez había sido la más esperada del año en el orfanato; año tras año Henry había notado que la emoción de todos iba desapareciendo, pero siempre pensó que mejoraría al año siguiente. Por alguna razón el espíritu navideño de todos parecía haber desaparecido por completo esta vez y Henry no estaba dispuesto a dejar que las cosas siguieran así. Él haría que el espíritu regresará a todos y cada uno de ellos; para lograrlo debía comenzar los preparativos, pues eran escasos días los que faltaban para Navidad. Decidió recorrer el orfanato entero en busca de cualquier cosa que le fuera útil, no sólo iba a regresarles el espíritu navideño, sino que también iba mostrarles que no necesitaban mucho para pasarla bien en esa fecha. Henry subió al ático donde se encontraba el árbol de navidad que ponían cada año, no era el más bonito de todos, pero Henry lograría que se viera espectacular; decidido, Henry consiguió material suficiente y fabricaría sus propios adornos para el árbol del orfanato. En los días siguientes Henry hizo guirnaldas, escarcha y pequeños colgantes navideños. Había hecho un colgante por cada niño y persona que viviera en el orfanato, así lograría que todos se sintieran unidos y especiales; Henry no tenía dinero para comprar regalos, mucho menos uno para cada quién, pero él pensaba que el mejor regalo sería volver a emocionarse con la llegada de la Navidad. Faltaban sólo dos días más y Henry había intentado captar un pizca de alegría o emoción en alguien, pero nadie se mostraba feliz, incluso parecían deprimidos. Henry no comprendía porqué todos actuaban de esa manera y sinceramente lograba deprimirlo un poco a él también. Decidió preguntarle a sus amigos qué era lo que les sucedía, pero ellos simplemente ignoraron su pregunta, preguntó a todos los demás y cada vez recibía lo mismo, nada. Todos habían lo habían ignorado, como si él no estuviera ahí. Henry tenía la curiosidad de ver si solamente el orfanato había cambiado o todo el pueblo también; salió de orfanato sin que nadie se diera cuenta, lo cual no fue tan difícil pues nuevamente fue ignorado. Al salir a las calles del pueblo notó que todo estaba adornado y las personas se encontraba felizmente haciendo sus
compras navideñas acompañadas de su familia; Henry estaba completamente confundido, se preguntaba cuál sería la razón para que todos en el orfanato estuviesen deprimidos. Sin saber a quién acudir en busca de respuestas, se dirigió de vuelta al orfanato sin ganas y con el ánimo por el suelo, al llegar entró a la habitación que compartía con otros niños y se preguntó en voz alta qué era lo que pasaba con todo el mundo, se recostó sobre su cama y cayó en un profundo sueño, en el cual veía lo que parecían ser memorias de cuando era bebé. Estaba con sus padres, se sentía demasiado feliz y al mirar alrededor en su recuerdo, notó que era Navidad, todo estaba hermosamente decorado y en el ambiente se sentía amor y alegría. Henry despertó sintiéndose dichoso, a pesar de que sus padres ya no estaban con él, los recordaba con mucho amor y un poco de nostalgia, ese sueño le había devuelto las ganas de retomar sus planes por recuperar el espíritu navideño de los demás, sin importarle la razón por la que lo hubiesen perdido, pues el sentimiento que tenía durante su sueño era la razón por la que amaba Navidad, por la que todos en el orfanato lo hacían; sólo tenía que recordarles ese sentimiento y podrían volver a disfrutar de esa fecha todos juntos compartiendo su felicidad. Había retomado sus planes justo a tiempo pues anochecería pronto y ese día era 24 de diciembre; tomó del ático las cosas que había preparado y comenzó a arreglar la sala, donde cada año colocaban los adornos. Al llegar la noche tenía todo listo, el lugar estaba hermoso y el ambiente era familiar, poco a poco fue reuniendo a todos en la sala y cada uno, al ver los adornos y apreciar la intención, fueron regresando a como eran antes, la emoción estaba ahí nuevamente, al igual que su espíritu navideño, todos habían vuelto a sonreír y podía sentirse su alegría; Henry lo había logrado, los había sacado del trance en el que se encontraban ya nadie le importaba la razón por la cual habían caído en él, sino el hecho de que eso se había terminado. A partir de esa Navidad, en el orfanato nunca volvieron a perder su espíritu navideño y todos disfrutaban juntos de esa fecha tan especial.
Autora: Julieta Estrada Ramírez Preparatoria La Salle Morelia
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La Navidad La Navidad… Época perfecta para dar y recibir pero sobre todo para compartir momentos especiales con los seres amados… La ciudad estaba llena de gente que quería hacer las compras navideñas ya que tan esperada fecha se acercaba más y más, no les importaba que las tiendas comerciales estuvieran abarrotadas aun así seguían comprando cosas… Max, un adolescente de 15 años muy travieso y con gran sentido del humor, se encontraba en su habitación muy aburrido así que bajó las escaleras y se dirigió al sótano de su casa, ahí comenzó a revisar las cajas que desde que se mudaron él y su familia a esa casa se quedaron ahí. De pronto una caja en especial llamó su atención, la abrió y en el interior había un oso de felpa “Teddy” y se le vino a la mente que ese oso fue un regalo de Navidad de cuando era un niño, comenzó a recordar las miles de historias que junto a Camila, su hermana menor, habían creado y con ellas Teddy siempre los acompañaba. Esa Navidad fue muy especial ya que para Max, Teddy era uno de sus mejores regalos y estuvo presente en la mayor parte de su infancia. En cuanto lo vio no lo pudo soltar y fue así como surge su primer historia de aventuras inventada por él y por su hermana… Esta se desarrolla en el Polo Norte, sí ahí donde Papá Noel crea a todos los juguetes y después los reparte a todos los niños del mundo ayudado por sus duendes y acompañado de todos sus renos. Rafael era el duende encargado del área de juguetes en la fábrica de Santa Claus y quería encontrar a un duende que se pueda encargar de clasificar todas las cartas que los niños mandaban, ya que por la gran cantidad de estas él solo no se daba abasto para revisarlas con Santa Claus. Así que lanzó una convocatoria para iniciar las contrataciones y en muy poco tiempo, las solicitudes empezaron a llegar.
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Siguió buscando hasta que encontró un currículo peculiar y decidió leerlo… La solicitud perteneciente a…- ¡¿Qué es esto?!- Dijo abruptamente - ¿A quién se le ocurre enviar una solicitud de empleo sin nombre y sin foto?- Repuso con tono de confusión y claro tampoco tenía teléfono. Dicho currículo reflejaba que el/la duende estaba totalmente capacitado/a para el trabajo a realizar. Al terminar de leerlo quedó fascinado con tan grandioso currículo, no se hizo esperar y llamó de inmediato al jefe de seguridad de la fábrica, Darío, para buscar al responsable de aquella solicitud. Cosa que Darío atendió a la brevedad. En un lugar de la fábrica estaba Edgar un duende muy inteligente pero tímido que no creyó que su currículo causara tanto revuelo en Rafael, tanto que ya hasta lo había mandado buscar, sólo que nadie estaba enterado de que él era el dueño de ese currículo. Se armó de valor y fue a hablar con Rafael y le reveló su identidad, Rafael se asombró demasiado y lo pensó detenidamente hasta que se convenció de las palabras de Edgar. Reaccionó de tan buena manera que le confió de inmediato la clasificación de las cartas, rápidamente se familiarizó y pudieron terminar el trabajo a tiempo y también así Edgar obtuvo el trabajo de sus sueños… Le presentaron las cartas a Santa Claus y juntos llenaron el trineo con los juguetes de los niños. Luego fueron todos juntos a repartirlos por el mundo… Y así fue como llegó Teddy el oso favorito de Max… Esa navidad para él fue extraordinaria porque fue el comienzo de la creación de todas las historias fantásticas que surgían de su imaginación con la ayuda de Camila. Sin duda alguna la relación que llevaban Max y Camila fue inseparable ya que las historias eran muy aventureras y él siempre pensó en que su hermana y él tuvieron la mejor infancia de todas porque fueron muy unidos. Autora: Hannia Ramírez Sampablo Preparatoria La Salle Morelia
El hombre da felicidad a un pequeño amigo Había una vez un perro que se llama Link y él era de la calle, andaba paseando por las calles del centro de Morelia. En un momento se paró frente a la catedral mirando hacia arriba apreciado lo bella que es,y a su lado miro un árbol grande con muchos adornos y luces de diferentes colores y él preguntó - ¿Qué es eso?. Y luego vio hacia abajo que había mucha gente ayudándose entre sí para terminar el árbol y Link pensó -Puedo ayudar también, se acercó a las personas pero lo miraban con miedo y asco, se acercó más y uno de esas personas le gritó-¡Fuera de aquí! Y Link se sintió muy mal y se echó a llorar, pero entre las personas alguien se le acercó y le dijo-¡Yo si dejaré que me ayudes!, y Link se quedó asombrado. Miró a su cara y se fijó que era un hombre de mayor edad, pero lo curioso es que lo vio con ropa sucia, tenía la cara toda mugrosa y con los zapatos casi rotos, pero vio que era una buena persona de gran corazón y muy amigable. El hombre dijo – Me llamo Jorge y espero que seamos muy buenos amigos, entonces Jorge cargó a Link muy delicadamente para no lastimarlo y se lo llevó al lugar en donde vivía. Jorge vivía en un callejón alejado del centro de Morelia y tuvieron que caminar mucho. Cuando llegaron al lugar Jorge le ofreció a Link un poco de croqueta de perro que encontró en el basurero y Link con todo gusto se lo comió y se lo agradeció lamiéndole la cara. Después de un rato de estar jugando y divirtiéndose los dos ya estaba empezando a anochecer y Link miró a Jorge con tristeza porque pensaba irse ya que siempre ha estado acostumbrado a estar solo. Ya cuando Link se iba a dar la media vuelta Jorge le dijo- ¡Alto! Link que estás haciendo, y Link casi chillando ya se iba a ir y otra vez Jorge le dijo¿Siempre estuviste solo verdad? Nunca conociste a tu madre pues yo tampoco me dejaron en el basurero hasta que me recogieron unos ladrones y cuando crecí me querían para convertirme en uno de los suyos, así que escapé y estoy así en este momento, pero sabes que estoy feliz aquí. ¿por qué?, y Link lo miró inclinado la cabeza como diciendo que no y le respondió Jorge – Porque puedo ayudar a la gente indirectamente (encontrando cosas perdidas y devolvérselas, ayudando a recoger basura en la calle etc.) y viendo esas sonrisas de felicidad me hacen sentir satisfecho con lo que tengo y así quiero que sea hasta el final de mis días.
Y Link se quedó muy asombrado y le llegó al corazón con las palabras que dijo y Jorge le dijo a Link-Te pregunto algo Link ¿Quieres que hagamos un árbol de navidad juntos? Te permitiré que me ayudes, Link saltó de felicidad y empujó a Jorge al suelo lamiéndolo. Al día siguiente comenzaron a buscar los materiales necesarios para el árbol de Navidad. Jorge le dijo a Link-Ve a buscar las luces que encuentres en la calle o en los basureros sin robar a los demás Link ¿de acuerdo? Link dijo agitando la cabeza hacia arriba y hacia abajo diciendo que sí y Jorge le dijo – Yo voy a buscar un árbol, las esferas y las decoraciones en los lugares que pueda, Link nos vemos aquí en una hora y por favor no te pierdas ¿sí? Link dijo que sí. Se separaron los dos a diferentes direcciones a buscar los materiales. Link andaba caminando por las calles volteando a todas direcciones teniendo cuidado de que las personas que iban caminando no le pisaran su patas, después de diez minutos de no haber encontrado nada de luces Link vio hacia el enfrente al lugar donde comenzó esta historia, vio que las personas ya habían terminado de decorar el árbol y quedó muy hermoso, Link siguió con su camino pero escuchó algo que le interesaría, una persona estaba regalando luces de navidad los que sobraron para decorar el árbol a las personas con bajo recursos y Link sin miedo cruzó la calle corriendo y se le acercó a la persona cuidadosamente para que no se asustara, llegó con la persona y se sorprendió y se quedó quieto pero vio que no le haría nada malo. Le pregunto-¿Quieres unas luces? y Link agitando la cabeza se las puso en su hocico, Link los tomó y se fue corriendo a donde se iba a encontrar con Jorge, Link llegó al lugar y estaba Jorge esperándolo y le dijo-¡Si las encontraste, felicidades! Ahora vamos a armar el árbol. Tardaron 2 días en armarlo ya que nunca habían armado uno es su vida y en la Noche Buena, Jorge le dijo a Link-Por fin terminamos, ahora a encender las luces con esta batería de carro que encontré en el basurero, las encendieron, y aunque algunas luces estaban fundidas para ellos les quedó genial. Ambos se sentaron en frente de su árbol y Jorge le dijo a Link-Feliz Navidad, y Link lo lamió en la cara y Jorge le dijo a Link-Oye ¿quieres ser mi acompañante y amigo? Podíamos hacer esto todos los años hasta el final de los días, Link lloró de emoción y le lamió varias veces y Jorge se dijo a sí mismo-Que así sea, Dios gracias por encontrarme a mi compañero perdido… Autor: Alan Correa Moller Preparatoria La Salle Morelia 43
¿Y los regalos? André era un niño muy bueno, pero estaba disgustado con Santa Claus. Lle molestaba mucho ver que casi todos los años muchos otros niños, claramente más malos, recibían más juguetes y mejores por Navidad. Y fueron tantas sus quejas, que una noche previa a la Navidad el propio Santa Claus se le apareció con el trineo y renos en su habitación, él como prueba lo llevó al Polo Norte. - Quiero enseñarte uno de los más grandes de los secretos- le dijo Santa Claus-. Si me acompañas te mostraré cómo decidimos cuántos juguetes recibe cada niño en Navidad. En cuanto llegaron, Santa Claus le mostró algunos raros artilugios, mientras le explicaba: - Esto fue nuestro primer “medidor” de juguetes. Era una balanza, y los juguetes se distribuían o regalaban por su peso. Dejamos de usarlo cuando un niño pidió globos y recibió tantos globos que al explotar derrumbaron las paredes de su habitación. -Este otro con forma de molde se llamaba “igualator”. Servía para asegurarnos de que todos los niños del mundo recibieran los mismos juguetes, pero como luego no tenía gracia cambiarlos con otros niños. Ya nadie los quería…. Uff, casi me quedo sin trabajo, hubo una Navidad donde un niño que envío su carta y tuvimos que cambiarlo por otra de inmediato.. Y así fue hablando de qué habían inventado y qué habían utilizado; alguno de estos fueron realmente ridículos, otros un poco simplones, hasta que finalmente dijo: - … pero todo se arregló con este invento en especial, y desde entonces recibimos muchos más de éxito, millones de cartas más que el año anterior. Se llama “Alicímetro” y sirve para medir la felicidad o la alegría de los niños. Cuando visitamos a un niño, ponemos el alicímetro todo lo que él tiene y automáticamente nos dice los mejores regalos para él o lo que realmente le hace falta en su vida.
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- Pues no debe de andar funcionando correctamente, porque a mí siempre me tocan pocos regalos…protestó el niño. -¡Qué va! Funciona correcta y perfectamente. Los niños como tú tienen muchos amigos, tienen todo lo que piden, unos papás y hermanos que los quieren mucho, son generosos y no buscan la felicidad o alegría en las cosas tienen miles de puntos en el alicímetro y regalarles muchos juguetes sólo podría bajárselos. Sin embargo, los niños que están más solos, o cuyos papás les hacen menos caso, o que no tienen hermanos ni amigos, tienen tan pocos puntos que da igual cuántos regalos añadamos al alicímetro: nunca pasan de la mitad... ése es el gran secreto del alicímetro: reciben más quienes de verdad menos tienen. Como no parecía terminar de creerlo, aquella Navidad André acompañó a Santa Claus en su trineo llevando el alicímetro, comprobando él mismo cómo quienes más regalos recibían eran los menos felices o alegre de todos. Y no pudo evitar llorar cuando vieron un niño muy rico pero muy triste, que después de haber abierto cien regalos, pasó la noche solitario en su habitación... Y sintió tanta pena y tristeza por esos niños, que ya nunca más volvió a envidiar sus regalos y sus cosas, y se esforzó cada día por hacerles llegar a aquellos niños una pequeña parte de su gran felicidad de una manera que ni él se lo había imaginado. Autora: Perla Ninel Villa González Preparatoria La Salle Morelia
El monstruo de la leña Érase una vez, un pequeño pero muy hermoso pueblo, toda su gente era bastante amable y cálida, pese al terrible frío que había en esa región. Ahí habitaba una pequeña familia, la pareja se llamaba Fernanda y Guillermo, sus dos pequeños hijos eran Regina y Francisco, aunque casi no tenían dinero, el amor nunca faltó. Su pobreza era tanta, que ciertas noches, tenían que compartir un pedazo de pan entre todos; una de las constantes preocupaciones que tenían sus padres era que si seguían en esas condiciones, nunca lograrían darle todo lo que anhelaban sus hijos, un ejemplo era el árbol de Navidad. Se sentían mal, porque cada vez que los niños veían un arreglo se emocionaban, sin embargo, no tendrían manera de pagarlo… Una noche, los niños tenían mucho frío, por lo que sus padres, bastante cansados, salieron a buscar un poco de leña para encender una fogata. Al llevar varios minutos caminando, sintieron que alguien los seguía, alarmados voltearon hacia atrás pero no vieron nada, por lo que empezaron a caminar más rápido. Al adentrarse en un callejón, aquella sombra se hizo presente, Guillermo trató de proteger a Fernanda, más no pudo hacer nada, pues aquella criatura se los había llevado. A la mañana siguiente, Francisco y Regina asustados, salieron a buscar a sus padres, iban preguntándoles a todas las personas que veían y seguían recibiendo la misma respuesta. Se sintieron bastante asustados pues sabían que sin sus padres, todo se volvería muy difícil… La señora Helena, que era la encargada del orfanato del pueblo, les dijo que debido a que sus padres estaban desaparecidos, tendría que llevárselos para garantizar su seguridad, además les prometió que continuaría con la búsqueda de sus padres. Al llegar al orfanato, vieron que era un lugar bastante grande y acogedor, además de que ya estaban iniciando la decoración para Navidad, aunque seguían tristes por lo de sus padres, no pudieron evitar ilusionarse por la idea de tener regalos, un árbol y una rica cena por primera vez. Las búsquedas en el pueblo no paraban, pues había un testigo que había visto cómo una criatura extraña se había llevado a un hombre y a una mujer a la montaña. Todos se encontraban desconcertados, pero no quisieron infundir el miedo en los niños, por lo que no les dijeron nada.
Francisco y Regina nunca pensaron que el orfanato sería un lugar tan alegre, pues a pesar de las situaciones que había de los otros niños, nunca les faltó cariño por parte de la señora Helena y sus hermanas que la ayudaban a cuidar de todos los niños. La noche de Navidad llegó y con ellos los regalos bajo el árbol, los niños no cabían en sí mismos de la alegría por la que pasaban, y se puede decir, que Regina y Francisco, habían cumplido su deseo… En la mañana de ese día, los policías habían emprendido una peligrosa expedición hacia las montañas, para comprobar la extraña historia y rescatar a las víctimas. Cerca de media noche, encontraron una cueva, desde donde provenían gritos, alarmados, los policías se escondieron y sacaron sus armas, entraron lentamente…pero no había ninguna criatura, solo varias personas amarradas, que ahora se veían esperanzadas por su presencia. Los desamarraron rápidamente, preocupados de que la criatura volviera. Avanzaron velozmente por las montañas, todas las personas felices de regresar a su hogar. Al llegar al pueblo, se les brindó asilo en un albergue, pero las autoridades buscaban respuestas, todas las historias coincidían: todos ellos habían salido a buscar madera para una fogata y de repente la criatura apareció, llevándoselos muy lejos…es por ello que le llamaban monstruo de la Leña. Esta criatura nunca les hizo daño, más no los dejaba escapar. Otra coincidencia, es que las personas eran muy pobres, por lo que dedujeron, que lo ideal sería darles un empleo y una casa digna, así no tendrían que pasar por estas situaciones tan peligrosas otra vez. Al día siguiente, la familia se reunió, hubo tanta alegría en el pueblo, pues todas las personas que anteriormente habían desaparecido, regresaron. La Navidad se celebró en grande y como regalo se buscó la forma de apoyar a los más necesitados. Desde ese año, la familia nunca faltó en celebrar la Navidad. Lo que nadie supo, es qué criatura era el Monstruo de la Leña y por qué se llevaba personas, lo que fue muy obvio, es que su aparición ayudó a que nadie nunca volviera a tener la necesidad de conseguir desesperadamente este material por la noche para calentarse… Autora: Fátima Reyes Santoyo Preparatoria La Salle Morelia
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El milagro del 24 Era una fría mañana de diciembre. Los niños, al igual que sus padres, se preparaban para otro día de su aburrida rutina. Luis Ramírez era uno de ellos. Su madre se encontraba apresurándolo desde hace ya cinco minutos, sin embargo como cualquier otro niño sólo escuchaba pero no atendía. — ¡Es la cuarta vez que te lo digo y más vale que bajes ya! –gritó su madre desde la puerta principal. — ¡Ya voy! –contestó Luis, tomando su mochila y bajando rápidamente las escaleras. Ambos salieron de su hogar y con paso apresurado se dirigieron a la escuela primaria M. de Habsburgo. Su madre al dejarlo en la puerta de la escuela le lanzó un beso y se alejó de ahí. Sin embargo, Luis tenía otros planes, un día antes sus amigos y él habían acordado no entrar a clases, sino ir a las maquinitas de la tienda de don José. Y así fue, Luis se escabulló, escondió su mochila en los arbustos que se encontraban a un costado de la primaria y rápidamente se dirigió hacia su destino. —Buenos días, don José. –saludó el niño, mientras admiraba el pequeño árbol de navidad que decoraba el lugar. —Luisito, ¿qué haces aquí? ¿no tienes clases? —Tenía, pero nos regresaron a casa, así que vine con usted –mintió. El dueño del lugar se limitó a asentir, al ver que eso era todo, Luis caminó hasta la esquina del local en donde se encontraba lo que él buscaba, las maquinitas. Sacó de su bolsillo un calcetín lleno de monedas e introdujo las necesarias para comenzar a jugar. Estaba tan concentrado que fácilmente perdió la noción del tiempo y ni siquiera se acordó que sus amigos tenían que haber llegado. Eran ya las 10:30 de la mañana y con eso terminaba otro turno más de juego, Luis decidido a no regresar a la escuela sacó otra moneda para introducirla nuevamente en la rendija indicada, pero accidentalmente esta resbaló y rodó hasta debajo de la pesada máquina. Él se agachó y comenzó a buscarla, no obstante algo lo distrajo, un fuerte sonido de sirena sonaba en la calle, sin embargo Luis no le prestó demasiada atención, lo que él quería hacer era seguir jugando, y sin sus monedas eso no iba a ser posible. Estiraba la mano más y más tratando de encontrar lo que había perdido, pero algo lo interrumpió. Comenzó a sentirse mareado, con el paso del tiempo ese sentimiento se fue intensificando, la tierra comenzó a sacudirse, él nunca había presenciado algo así, el miedo se apoderó de Luis y no vio otra solución más que encogerse contra la máquina y esperar a que todo pasara. Pero parecía que no iba a parar, las cosas a su alrededor se fueron cayendo, pedazos de techo estaban debilitándose y sólo bastó un segundo para que la estructura completa fallara. Luis quedó encerrado, atrapado entre un montón de escombros. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, el polvo que se había levantado le estaba provocando una incontrolable tos, lo único que deseaba en esos momentos era ver a su mamá e ir a casa. Quiso moverse, quitarse todo de encima, pero le fue imposible, inclusive intentó gritar, pero después de un tiempo se dio cuenta que nadie lo iba a escuchar. Por otro lado los rescatistas se habían puesto en marcha, el terremoto había pasado y mucha gente necesitaba ayuda inmediata, la gente sobreviviente no dudó ni un segundo en ayudar, con nada más que sus manos comenzaron a quitar los escombros de los edificios caídos, buscando cualquier señal de vida o gritos de auxilio. Luis gritaba, claro que gritaba, o al menos lo intentaba, pero nadie lo buscaba allí. Su madre, quien milagrosamente había salido ilesa de la situación, corrió hacia la escuela primaria donde su pequeño hijo se encontraba, al estar allí su corazón se partió en dos, todas las aulas habían colapsado, su hijo no estaba con los niños que habían logrado salir, sólo quedaba una opción, él seguía bajo todos esos escombros. — ¡Luisito! –gritó, presa de la desesperación.
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Las personas comenzaron a asistirla, trataron de calmarla diciéndole que todo iba a estar bien y que iban a encontrar a su hijo. Su madre ingenuamente les creyó, ella no estaba enterada que Luis ni siquiera se encontraba en la escuela, ignoraba el hecho de que su querido hijo estaba bajo los escombros de otro lugar. Y así fue, las labores de rescate comenzaron, los equipos especializados comenzaron a hacerse presentes y las personas afectadas recibieron ayuda inmediata, todos aportaban lo que podían. Los días fueron pasando, el número de personas rescatadas había sido considerable, debido a la situación. México se estaba volviendo a levantar. Los Topos seguían laborando, no se iban a detener hasta ver que todos estuvieran a salvo, pero había alguien de quien no se sabía nada, Luis Ramírez. La escuela M. Habsburgo había sido revisada de pies a cabeza, los niños que se habían quedado atrapados ya habían sido localizados y rescatados, pero de Luis nada se sabía, ni siquiera los perros rescatistas lograban encontrarlo. Su madre no se había despegado de la escena de la catástrofe, día y noche rezaba para que su hijo regresara a sus brazos, rezaba para poder pasar la navidad a su lado. —Señora Ramírez, hemos revisado a detalle el lugar, su hijo no se encuentra aquí, ¿está segura que se hallaba en las instalaciones de la escuela cuando comenzó el suceso? –preguntó uno de los rescatistas, con la esperanza de descubrir información útil. —No, yo lo dejé aquí ese día, él estaba aquí. –sollozó la madre del pequeño. El rescatista solamente asintió y continuó con las labores de rescate, habían pasado ya cinco días, así que ya no buscaban escuchar gritos de auxilio, la gente que quedaba atrapada ya no tenía fuerza para hacerlo, ahora era necesario usar maquinaria especial para oír cualquier signo de vida, ya fuera un rasguño, respiración o sollozo. La primaria no era el único edificio que había colapsado por la zona, varios lugares cercanos eran también los afectados. En todos ellos se seguía el mismo protocolo, todo con el fin de encontrar vida. — ¡Encontramos algo! –gritó uno de los rescatistas. Era la tienda de Don José, la esperanza regresó a todos los presentes. Inmediatamente localizaron el lugar donde habían escuchado el sonido, los rescatistas idearon un detallado plan para sacar ileso a quienquiera que estuviera allí. Ya había anochecido, absolutamente todos habían trabajado toda la tarde para rescatar una vida más. — ¡Lo tenemos! –anunciaron en conjunto. De entre los escombros sacaron a Luis, quien se encontraba débil, pero vivo, era un milagro, después de cuatro días bajo tierra él seguía vivo. Los paramédicos lo asistieron y lo llevaron al hospital más cercano, donde inmediatamente contactaron a su madre, quien llegó en cuestión de minutos. —Luis, me diste un susto tremendo. –reclamó la señora Ramírez, acariciando el rostro de su hijo. —Fue un milagro que se salvara. –le dijo el médico en turno. –Fueron muchos los días que pasó bajo los escombros. —Fue un milagro de navidad, mamá.-afirmó Luis, con una sonrisa en el rostro. A las pocas horas lo dieron de alta, al parecer las heridas que tenía eran superficiales. Los rescatistas los llevaron a uno de los refugios de la ciudad, donde un enorme banquete los esperaba. —Feliz navidad. –gritó uno de los asistentes del lugar. Luis se sentía afortunado, era la navidad más feliz de su vida, era una navidad diferente e inolvidable, se encontraba con vida y eso le bastaba. Se juró que iba a disfrutar de la vida, pero con responsabilidad. México se encontraba de pie, el 25 de diciembre fue un doble festejo, la navidad se trataba de eso, de unir a toda una nación, una vez más habíamos superado la catástrofe. Autoras: Itzel Naomi Carapia Pelkastre Johana paola Nares Naranjo Clara Sofía Gaspar Chávez Valeria Martínez Flores Preparatoria La Salle Morelia
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La Navidad del Señor Búho Hace algunos años habitaba en el bosque un viejo búho llamado Ricardo, al llegar el invierno todos los animales se refugiaban en sus casas y convivían con sus familias disfrutando de una gran cena y el pobre búho sólo miraba deseando algún día poder tener una familia. Así pasaron los meses e incluso años hasta que en un invierno, el viento sopló con gran fuerza dejando a un pequeño búho bebé debajo del árbol del búho Ricardo. Era la hora de dormir pero no pudo conciliar el sueño dado al ruido de afuera pero en segundos se percató del llanto de aquel pequeño, así que el búho salió presuroso a auxiliarlo, lo tomó en sus alas y lo llevó dentro. Ricardo estaba asombrado y se preguntaba cómo había llegado hasta él sano y salvo ese pequeño búho, la única respuesta que encontró fue que después de tantas navidades al fin habían escuchado sus plegarias y le habían concedido ese hermoso deseo de tener una familia así que tomó al pequeñín y lo llamo Jonathan. Al día siguiente el búho Ricardo disfrutó del día con el pequeño Jonathan pasearon por el bosque hicieron pequeños muñecos de nieve incluso Ricardo preparo galletas para el pequeño pero en ese mismo día había llegado una búho llamada Erika la cual estaba buscando a su pequeño el cual le había sido arrebatado por el viento. A la mañana siguiente Ricardo despertó contento y salió a estirar sus alas todo iba bien hasta que la ardilla Mónica le informo al búho lo ocurrido con Erika así que en ese momento se dio cuenta que tenía que devolver al pequeño Jonathan así que entró a su casa arregló al pequeño y se dirigió a buscar a Erika pero con el corazón destrozado porque sabía que volvería a estar solo, después de un rato de búsqueda Ricardo encontró a Erika en un viejo roble que se encontraba cerca de la madriguera de la familia conejo. Erika se encontraba triste pero cuando vio a Ricardo y vio al pequeño que tenía entre las alas reconoció absolutamente a su hijo;levantó la mirada y se dirigió lo más rápido posible para abrazarlo. En ese momento Ricardo sintió una absoluta tristeza así que decidió alejarse y volver a su fría y solitaria casa en la cual volvería a desear tener la oportunidad de sentir esa cálida compañía de una familia pero en ese instante algo lo detuvo era una pequeña voz dulce diciéndole -¿Cómo puedo agradecerle?En ese momento Ricardo volteo le sonrió y le dijo que no tenía nada que agradecer pero Erika no quiso dejar las cosas así que acompañó al búho y pasaron una linda Navidad juntos la cual no sería la primera y última sino que sería la primera de muchas ya que Ricardo y Erika se enamoraron y se casaron cumpliendo así el sueño del búho Ricardo . Autora: Daniela Vargas Escamilla Preparatoria La Salle Morelia
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La Esperanza vuelve en Navidad Erase una vez… Una tranquila villa con habitantes inusuales, bestias fantásticas mejor conocidas como “quimeras”. Y en esta pequeña villa con todos sus amigables habitantes esperaban ansiosos y gustosos la Navidad; se respiraba el olor a canela y se veían las decoraciones por todas partes, esas hermosas luces de colores que llenan la vista y el alma de calor. Mas sin embargo, no a todos les emocionaba la Navidad…una joven quimera cuya piel era blanca como la nieve, los ojos negros como la noche y su cabello azul…un azul tan eléctrico que era imposible apartar la mirada. El nombre de nuestra bella joven es Kaoru que en quimérico significa “Esperanza” y vaya que es una ironía ya que eso es de lo que carece nuestra protagonista. La Navidad había perdido su luz y calor desde hacía años y conste que la joven trataba de participar un poco en las fiestas a petición de sus amigos. Pero simplemente no era para ella, no desde que su querido hermano Gaurau había desaparecido en esas fechas, nuestro pequeño monstruo fue en busca de la estrella más brillante para el destartalado árbol que tenían en casa aquella noche y nunca más volvió… Claro que Kaoru lo buscó día y noche, por todos los lugares que se le pudieron ocurrir y aún así ningún rastro de él halló. Ese era el motivo que amargaba la Navidad a la joven quimera, quien se encontraba en casa sola tomando un poco de su bebida favorita: cocoa con canela y bombones que era ideal para el cruel frío de la temporada, con cada sorbo el día se hacía más amargo y la tristeza inundaba su alma. Su conciencia vagaba a través de estos terribles pensamientos cuando llamaron a su puerta, era su amigo de toda la vida Akiva, un joven que se asemejaba más a un ángel que a una quimera con su piel morena, sus facciones definidas y perfectas, sus ojos color fuego y su cabello rubio…nadie creía que era un monstruo hasta que veías sus grandes alas de murciélago, negras como la noche.
las casas desde una pequeña banquita en medio de la plaza mientras bebían una bebida caliente…pero, la joven no aceptó aunque le invitó a quedarse en su casa y platicar allí. Akiva aceptó y mientras tomaba asiento miró a la joven, sus ojos negros ahora se veían rojizos y eso sólo confirmaba lo que ya suponía, su amiga lloraba la pérdida de su hermano nuevamente…. Nuestro ángel no soportaba ver a su amiga tan desdichada, así que se apresuró a sacar la sorpresa que con tanto cariño buscó para entregársela a la joven. Akiva: Kaoru, te tengo algo que se te hará feliz nuevamente… Kaoru: Akiva…sabes que no tienes que darme obsequios y menos en estas fechas. Akiva: Si, sé de sobra lo que opinas de esta época… pero por favor tómalo. Y diciendo ésto extrajo de su bolsillo un pequeño saquito de cuero, el cual depositó en manos de la joven quien lo miraba un poco enfadada. Akiva: Ábrelo. Kaoru: Un regalo…esto no traerá a mi hermano de regreso, no merezco celebrar sin mi pobre Gaurau. Akiva entendía a su amiga, pero aún así… Akiva: Sólo ábrelo, me costó trabajo conseguirlo… hazlo por mi. Y así la joven abrió el pequeño saco, al ver su interior…quedó asombrada y tanto que empezó a llorar. Lo que veían sus ojos era polvo de hada, un pequeño costal como el que tenía en sus manos concedía un solo deseo y ambos sabían cuál sería aquel deseo… Kaoru: Deseo que mi hermano aparezca aquí conmigo. Y como por arte de magia ( lo cual es exactamente lo que tenemos aquí) apareció el pequeño, de la emoción Kaoru besó a Akiva. Y así es como Kaoru recuperó la Navidad en su corazón y todo gracias a nuestro querido Akiva. Autora: Nataly Yulieth Torres Mendoza Preparatoria La Salle Morelia
Kaoru dejó su taza y fue con apuro hacia la puerta, la abrió y dejó pasar a su querido amigo quien intentó convencerla de salir a la plaza de la villa, para respirar el olor a pino y ver el alumbrado de 49
La Navidad del Sr. y la Sra. Hurón Había una vez una vieja pareja de hurones. Vivían en un bosque muy tranquilo el cual estaba también habitado por otras especies de animales, cada una de ellas viviendo en conjunta armonía con las demás. Tanto al Sr. Hurón como a la Sra. Hurón les gustaba la paz de donde vivían, pero cada navidad que podían salían de viaje para visitar a sus parientes quienes vivían del otro lado del valle pasando un gran lago. La única manera de llegar del otro lado era navegando a través de sus aguas. Pero eso no era ningún problema para los viejos hurones, ya que, de juventud ellos salían a la aventura y exploraban cada rincón del bosque y también más allá de él, llegando a las frías tundras o calurosas playas. Pronto llegó el día que tendrían que salir a su aventura. La Sra. Hurón preparó unos bocadillos para el camino y empacó los regalos que llevarían, además de unas cobijas. Mientras, el Sr. Hurón revisaba el bote para asegurarse de que todo estuviera en orden. Su viaje duraría el resto del día y parte de la noche por lo que debían de ir bien preparados. No vivían tan lejos del lago así que no fue difícil llevar el bote hasta ahí. Al llegar acomodaron las cosas dentro del bote, se subieron y ¡listo! ya estaban en camino para ver a sus parientes. Cuando cayó la noche decidieron que ya era hora de cenar, así que sacaron los bocadillos y mientras los comían recordaban entre suspiros y carcajadas las anécdotas de su juventud. De pronto pudieron percatarse de un sollozo que
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cada vez se escuchaba más cerca. Pronto pudieron ver que en un nenúfar se encontraba una pequeña luciérnaga llorando. Preocupados se acercaron y preguntaron a la pequeña que era lo que le sucedía. La pequeña luciérnaga contestó que se había perdido y que no podía encontrar a su mamá y familia. La Sra. Hurón le dijo que no se preocupara, que dejara de llorar y que ellos la ayudarían a encontrar a su familia, mientras la subieron al bote con ellos y la cubrieron con una cobija; le ofrecieron comida y poco a poco la pequeña luciérnaga dejó de llorar. Durante el camino fueron contando chistes y cantando villancicos. Cuando estaban cantando “Noche de Paz” la pequeña luciérnaga comenzó a emitir lucecitas al son de la canción, lo cual sorprendió a la pareja de hurones, pero lo más sorprendente fue que desde el otro lado del lago comenzaron a verse luces similares. ¡Parecía que se estaban comunicando! No tardaron mucho y las luces fueron poco a poco acercándose. Antes de que llegaran hasta ellos la pequeña luciérnaga salió volando del bote a brazos de su madre, la cual venía en busca de su pequeña junto con su familia. Como agradecimiento las luciérnagas guiaron con su luz el camino de los viejos Hurones. Al llegar a su destino la Sra. y el Sr Hurón se despidieron de la pequeña libélula, abrazándola y dándole un pequeño regalo de los que traían. La Sra. Luciérnagas agradeció a los hurones por cuidar de su hija, diciéndoles que si ellos llegaran a necesitar algo no dudaran en contar con ella y su familia. Finalmente, todos se despidieron deseándose una muy Feliz Navidad y próspero Año nuevo. Autora: María Fernanda Martínez Lozano Preparatoria La Salle Morelia
Por si vuelves
pero se le sumaba que no estaban acompañados por la mano materna.
Cada cena se repetía la escena. El hombre que se había convertido en el único soporte de la familia colocaba cuatro platos con sus respectivos cubiertos.
Sin embargo la fe en el hombre seguía ahí. Cada fiesta, incluso cada noche. La nostalgia que trae consigo el mes de diciembre no le impedía perder la esperanza de conformar de nuevo la familia ideal. Esa que se toma un par de días para instalar las luces navideñas, desempolvar y adornar el arbolito. Salir de compras a escoger obsequios y los ingredientes para la cena. La familia que algún día fueron cuando todos vestían elegantes y seguían las tradiciones gastronómicas que les llenaba el estómago y el corazón.
Cada cena sólo utilizaban tres. El hijo mayor guardaba la vajilla después de que su hermana terminaba de lavarla. El padre de esta familia tenía buen corazón; cuando de camino a casa encontraba a un necesitado lo invitaba a comer, pero ponía cinco platos. Esperando que sonara el llamado de la puerta; pero nunca pasaba. El regreso de su mujer era un deseo ficticio, aunque algo le decía que debía preparar la mesa. Todos quieren llegar a casa al final del día; y esa siempre sería su casa. La familia llevaba años con esa tradición. Si ella volvía, la recibirían con todo el amor que se merecía a pesar de los hechos. Le ofrecerían una silla y su plato estaría colocado donde siempre fue su lugar. Él no guardaba rencor, y enseñó a sus hijos a no tenerlo tampoco. Todo lo contrario, sabía que perdonar era necesario para sanar su dolor. Lo que no había aprendido era a superar la situación. Los niños no tenían más que vagos recuerdos de su madre, pero a él lo perseguía la incertidumbre de su paradero. Todas las noches se sentía desconcertado al acostarse en la cama sin ella a su lado. La casa era fría, a pesar de tener la chimenea encendida. Estaba vacía, aun cuando había fotografías y adornos decembrinos sobre cada mueble. Limpiar los portarretratos era sólo un pretexto para contemplar el rostro de su esposa que se había marchado tiempo atrás y aún no lograba explicar por qué le tocó a él cargar con el peso entero de la familia. Las festividades eran más lamentos que celebraciones. Los invitados tomaban asiento y charlaban en familia, pero los niños no escuchaban la voz de su madre diciendo “-¡La cena está lista!- “ y claro, su ilusión había dejado de existir desde que no abrían los regalos en su regazo.
La última, fue la Navidad más fría, los familiares externos tenían planes donde no los incluían. Por lo que el principal núcleo familiar se quedó en casa. De a rato pasaban mujeres pidiendo un platillo de comida humildemente. Era una velada similar a las que habían estado pasando desde hace tiempo. El padre y sus hijos reposaban en la sala frente al calor de la chimenea. Tocaron el timbre por última vez en la noche, al otro lado de la puerta esperaba una mujer, que a diferencia de las otras, no buscaba un plato con algún guiso. Pero ya lo tenía y había sido colocado noche tras noche durante años. Era la acompañante que faltaba en la mesa, era el rostro sonriente de las fotografías viejas y la voz que estuvo en silencio para dar las buenas noches. Era la dueña del plato. Autora: Sofía Mejía Herrera Preparatoria La Salle Morelia
La emoción de la Navidad disminuía cada año. En parte era consecuencia de que los niños crecían,
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La cena de Juliancito
pero ésta no es la manera de solucionar las cosas, no me queda más opción que avisar a Don Luis.
Había una vez, en un aislado pueblo, un pequeño niño de nombre Julián, que pasaba el día pensando en cómo lograr que su familia viviera una Navidad inolvidable, pues todos los años la fecha parecía ser otro día cualquiera ya que la familia de Julián era muy pobre, tan pobre que nunca podían tener un gran banquete como el resto de las familias. Esta situación no la toleraba el pequeño Julián por lo que siempre se sentaba bajo la sombra de un arbol a pensar.
Julián tomó el teléfono de la cocina para llamar a Don Luis pero Diego se lo arrebató por la fuerza. – ¡No lo hagas Julián! ¡Don Luis será muy duro conmigo! ¡Ayúdame por favor!-. Dijo Diego muy asustado. –Diego, Don Luis ha depositado su confianza en mí por lo que no puedo fallarle, debo cumplir mi deber- replicó Julián. – ¿Entonces no me ayudaras Julián?-dijo Diego. –lo siento mucho, pero no- respondió Julián.
Una mañana el pequeño Julián tuvo una idea, se le había ocurrido convertirse en ayudante del pastelero del pueblo y así ganaría dinero para su familia además de que el pastelero muy probablemente le regalaría algún pan de vez en cuando. El pequeño niño se dirigió con Don Luis, el pastelero. -Buenos días señor Luis- dijo Julián de manera tímida. -¡Muy buenos días Juliancito!le respondió el alegre Don Luis. -Disculpe, pero… ¿cree que me podría dar empleo en su pastelería?-Mmmm… déjame ver… Lo siento mucho Juliancito, pero no creo que tenga algún puesto. -¡Por favor Don Luis debe de haber algo! -Está bien pequeño. Necesito que alguien cuide de la pastelería durante la noche, pues en estas fechas decembrinas hay quienes piensan en robarla. -¡Muchas gracias Don Luis! Después de la charla el pequeño Julián regreso a casa para contarles a sus padres sobre la noticia. Horas después cayó la noche y Julián se presentó en la pastelería donde Don Luis le entregó las llaves del lugar y una lámpara. Posteriormente Don Luis se retiró de la pastelería dejando sólo al pequeño Julián. La noche transcurría cuando de pronto Julián escuchó un ruido, encendió la lámpara que Don Luis le había dado y recorrió el lugar en busca de aquello que había provocado el ruido. Julián visitó cada sitio pero no encontraba nada. Juliancito pensó que tal vez había sido su imaginación lo que provocó el ruido así que decidió sentarse en el suelo para descansar un poco. De pronto vio una sombra en la cocina por lo que Juliancito gritó -¡¿Quién anda ahí?!- y por supuesto no hubo respuesta. Julián se dirigió al lugar y apuntó a la sombra con la lámpara y encontró a Diego, un niño que vive en su vecindario. -Pero… ¿Qué haces aquí Diego? ¿Cómo entraste?dijo Julián. –Lo siento mucho Julián, pero necesito el dinero que hay en la caja registradora- respondió Diego. –Entiendo que tu familia también sea pobre, 52
De pronto los niños empezaron a pelear por el teléfono, se empujaban el uno al otro hasta que Juliancito tuvo una brillante idea. -¡Detente Diego, creo que tengo la solución para este problema!-. – ¿Una solución?- dijo el pequeño Diego. -¡Así es! Yo sé que necesitas dinero, y tú sabes que yo tengo que cumplir con mi trabajo, así que… qué te parece si pides trabajo de velador a Don Luis o al señor de la tienda, seguramente obtendrás el empleo-. Dijo Julián emocionado. – suena razonable, pero…, yo no puedo esperar hasta mañana por una respuesta que tanto puede ser positiva como negativa!Exclamó Diego. - Mmmm… ¡está bien! ¡Te propongo otro trato!, Te daré mi primer sueldo y luego me lo pagarás, ¿Qué opinas?- dijo Julián. –así que nada te hará cambiar de opinión, mmmm..., está bien acepto tu propuesta- Dijo Diego. Los niños se lograron poner de acuerdo sobre la situación que pasaban por lo que Diego decidió dejar la pastelería y esperar al alba. A la mañana siguiente ambos niños acudieron con Don Jorge para solicitar un empleo para Diego, cosa que lograron de inmediato. Transcurrieron los días y la Navidad se acercaba, Con su empleo, Diego pagó la deuda a Julián y este último siguió trabajando arduamente y ahorrando hasta que por fin la fecha llegó. ¡Misión cumplida! ¡Julián pudo comprar un pavo para su familia! La cena por fin llegó, y la familia de Julián pudo disfrutar del banquete. Todos estuvieron contentos y celebraron como nunca. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado! Autor: Rubén Vieyra López Preparatoria ULSA Morelia
Sueños en la Navidad Érase una vez en el Polo Norte, dos niños llamados Pepito y Aly que estaban jugando a hacer monos de nieve, muy divertidos y felices pues son épocas en las que hay nieve y la gente se alegra al saber que la Navidad ya se acerca. Pepito y Aly vivían en una casa muy pobre, Aly deseaba tener mucha riqueza para poder disfrutar la Navidad con una mesa repleta de dulces y un árbol de navidad repleto de regalos pues en sus 12 años de vida jamás habían tenido una completa y amorosa Navidad. Por otro lado Pepito soñaba con conocer o saber el motivo de la desaparición de sus padres pues no sabía nada de ellos desde que tenía conocimiento, siempre tenía la idea de ser querido por su padre, por todos sus amigos que contaban aquellas historias familiares y más que nada recibir ese abrazo en cada año de Navidad. Su abuela era responsable y cuidaba de ellos pero a veces le impedía su terrible tragedia de ser paralítica. Cada noche Pepito y Aly miraban el cielo por la ventana deseando que pasara una estrella fugaz y les cumpliera tanto el deseo de cada uno, pasaron cinco años de cada noche estar pidiendo lo mismo al cielo. Faltaban exactamente 10 días para Navidad y esa noche era diferente y mágica, el cielo más oscuro, más estrellas y la luna con un resplandor hermoso, perfecto e inolvidable. Su abuela estaba cansada por lo que les dio las buenas noches y se fue a recostar, Pepito y Aly se quedaron a observar el cielo como siempre pero ese día se quedaron una hora más, exactamente a las 11:11 pm vieron que se acercaba una luz muy grande y pensaron rápidamente en que era la estrella fugaz, los dos cerraron los ojos y comenzaron a pedir todo, exactamente todo lo que querían para esa Navidad. Mientras ellos cerraron los ojos, la estrella dio tres vueltas y se fue, ellos abrieron los ojos y ya no estaba por lo cual se desanimaron y se fueron a dormir.
Un día después, mágicamente su abuela los despertó dándoles de desayunar, para su sorpresa, podía caminar perfectamente, Pepito y Aly se voltearon a ver y pensaron qué habría pasado en el transcurso de la noche. Ellos creían que era un sueño, un magnífico sueño y no creían en lo que pasaba a su alrededor. Ellos en cuanto empezaron a desayunar con su abuelita recordaron que les faltaba una pieza clave para poder hacer de ese día el más perfecto. Era ver por primera vez a sus papás, soñaban con todo su corazón que en cualquier momento del día se encontraran después de tantos años transcurridos, llegó el atardecer pero era de esos atardeceres tan bonitos en los cuales la tristeza no se veía reflejada, todo iba tan perfecto. En cuanto dieron las 8:00pm ellos se fueron a descansar pues habían tenido un día muy activo, cuando de repente escucharon a su abuelita que gritaba con mucha emoción -¡Pepito, Aly, salgan de inmediato de su cuarto!.- Y fueron a ver qué era lo que sucedía, pues eran sus papás que de nuevo estaban de regreso en su casa. Ellos en realidad no sabían cómo reaccionar estaban súper felices y lloraban. Pepito y Aly pasaron la mejor Navidad de su vida porque estaban con sus papás y con su abuela que les daba un gran cariño porque ya podía caminar. Sin duda alguna, los sueños de ambos niños se cumplieron y todo marchaba a la perfección; la mesa estaba tal y como la describía Aly con millones de dulces que podía disfrutar toda la familia y Pepito feliz y emocionado por contarles a todos sus amigos que estuvo cenando con sus padres como una verdadera familia. -¡Siempre fueron pobres, eran buenas personas!dijo la gente que vivían cerca de las montañas. Pero nadie vio lo que sucedió toda la noche, pues se había quemado la casa con un fuego artificial. Autoras: Betzaida Shaday Macedo Villalobos Yoshahanda Monserrat Bautista Camarillo Jennifer Paola Ayala Gutiérrez Preparatoria La Salle Morelia
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Una cena de Navidad inesperada Un año después, llegó Martín en un carro y con una señora a su lado y tres jóvenes atrás sentados. Tocó la puerta de la casa de Luis y fue él mismo quien abrió, se quedó sorprendido porque la última vez que lo había visto estaba muy diferente a comparación de ese momento. Después de una pesada semana de exámenes finales, Luis se iba bajando del lasallito cuando, justamente en la esquina de su casa se encontraba sentado un señor de escasos recursos, a él le surgieron muchas dudas, como el por qué estaba allí, cuál era su historia y si tenía familia. Como ya eran vacaciones y se acercaba la Navidad, él salía a comprar cosas para la cena de Nochebuena y, muchas de las veces que salió, él se lo encontró sentado allí, algunas veces inclusive le llevó comida. Y a un día de la cena de Nochebuena, Luis le dice a sus papás que si puede invitar al señor a cenar, ya que en la escuela le habían inculcado los valores lasallistas, Luis les menciona el valor del servicio, pero sus papás le dicen que no lo conocen, no saben si es peligroso o si los va a robar, pero Luis los hace entender que no hay que juzgar a las personas antes de conocerlas, los papás comprendieron y le dijeron que sí, que sí lo podía invitar. Luis sale muy emocionado de su casa y va directamente a la esquina que es donde se encontraba el señor, cuando Luis le dice, el señor se queda sorprendido, lo piensa un momento y accede a ir a cenar. Cuando llegan a la casa de Luis, el señor se queda asombrado de lo bonita que era por dentro, saluda a los papás de Luis y se sientan a cenar. Le empiezan a hacer preguntas al señor, ahí se dan cuenta de que se llama Martin, le preguntan sobre su familia y Martín les dice que hace unas semanas él se había sentido inservible ya que lo habían despedido de su trabajo y llevaba tiempo que no encontraba, así que cobardemente huyó de su casa, pero que se había arrepentido y quería regresar, pero no sabía si su familia lo iba a querer de vuelta o lo iban a rechazar. Luis y sus papás le dicen que todos cometen errores alguna vez en su vida, pero que lo más importante después de cometer algún error es saber afrontarlos. Terminan de cenar un rico pavo, pero como ya era tarde y aparte Martín no tenía donde quedarse, Luis le pregunta a sus papás que si se puede quedar a dormir Martín, sus papás acceden rápidamente ya que además de que no tenía dónde dormir, les había caído bien. Martín se queda en la sala, y Luis y sus papás se van a dormir a su cuarto. Al día siguiente, Navidad, se despierta Luis y va directamente a la sala a ver cómo había pasado la noche Martín, pero se da cuenta de que el ya no estaba, pero encontró una nota que decía “Gracias por esta excelente noche, gracias por la cena tan deliciosa y sobre todo gracias por no juzgarme por mi apariencia”. Luis salió con la esperanza de ver a Martín ahí sentado en la esquina pero Martín no estaba. Un año después llegó Martín, llegó en un carro y con una señora a su lado y tres jóvenes atrás sentados, tocó la puerta de la casa de Luis y fue él mismo quien abrió, se quedó sorprendido porque la última vez que lo había visto estaba muy diferente a comparación de ese momento, justamente llegó el día de la cena de Nochebuena, Martin le pidió disculpas por haberse ido así sin avisar, pero le dijo que tenía que afrontar los errores que había cometido, Luis le dijo a sus papás que salieran a ver quién había llegado. Sus papás también sorprendidos lo saludan y como hace un año lo invitan a cenar, a Martín y a su familia. Autor: Francisco Gerardo Arizmendi Piñón Preparatoria Universidad La Salle Morelia
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El vacío de la Navidad En una casa muy grande vivía un hombre muy rico a las afueras de la ciudad de New York; era clasificado como de las personas más poderosas de la ciudad. Su familia vivía en México la cual siempre le mandaba cartas invitándolo a pasar Navidad con ellos ya que tenían más de 10 años que no se veían. Él siempre estaba muy ocupado en sus negocios y llegó a tirar las cartas sin haberlas leído, pero cada año organizaba una gran fiesta en su casa invitando a personas poderosas e importantes. Cuando terminó la fiesta de Navidad que este hombre organizó tocó a su puerta una mujer pidiéndole un poco de comida y una cobija para su pequeño hijo que llevaba en brazos, él se molestó y la corrió de su casa. Unos días después le llegó una carta de un hospital informándole que su hermana estaba muy grave, él de inmediato salió para el hospital y al entrar su sorpresa fue ver a la mujer que le pidió comida el día de Navidad era su hermana, con la que él había crecido y querido mucho, al verla el hombre se derrumbó en lágrimas, pidiéndole perdón. Su hermana lo miró y tomó su mano diciéndole que por favor cuidará a su hijo y lo educara como a ellos los habían educado, no dejes que olvide a su familia... El hombre se arrepintió y lloró amargamente, unos días después decidió volver a México donde educaría a su sobrino junto con toda su familia, prometió no alejarse de ellos y estar todas las fiestas de Navidad juntos. Desde ese entonces valoró el significado de la Navidad, donde no solamente es beber y recibir regalos, sino también aprendió que es un momento de agradecer y dar amor a los que siempre han estado a tu lado. Autora: Martha Verónica Betania Chagoya Gutiérrez Preparatoria La Salle Morelia
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La mágica Navidad Era una vez en un pueblo muy pequeño a pocos días de la Navidad, donde se acostumbraba cantar villancicos y los niños se apuraban para hacerle una carta a Santa Claus. Él les traía lo que querían, dependía de si se habían portado bien y de no haber sido así no habría nada debajo de su árbol de Navidad. Éste era el caso de un niño llamado Aldo, que fue conocido por todo el pueblo pero esto debido a sus malas acciones, lo que causaba que todas las Navidades las reciba con su árbol vacío. Pero una Navidad cambió por completo para Aldo. A él le daban todo sin ningún esfuerzo... hasta que el padre de Aldo tomó la decisión de que hasta que él no combiara no le darían nada y Aldo no tuvo otra opción, hizo lo que su padre le había dicho. Intento cambiar sus acciones ayudando a la gente, el problema fue que nadie quería su ayuda ya que todos pensaban que era una broma. Una señora muy sabia se había dado cuenta del problema de Aldo y le dijo: “El error está en en que esperas algo a cambio, intenta hacerlo por la satisfacción de ayudar a las personas”. En ese momento Aldo empezó a ayudar a las personas con la mejor disposición. Su padre se sorprendió y lo había llamado para darle un regalo, pero la verdadera sorpresa fue cuando no aceptó el regalo de su padre ya que había aprendido una lección y ya no necesitaba ningún juguete para divertirse porque ahora tenía amigos. Aldo más contento que nunca porque era Navidad y además ¡tenía amigos! bajó para celebrarlo con sus amigos y familia, pero se sorprendió al ver un regalo debajo de su árbol de Navidad, era el juguete que quería, pero esta vez fue a compartirlo con sus amigos ya que nunca volvería a ser como antes. Autor José Orozco Preparatoria Universidad La Salle Morelia
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¡Feliz Navidad! Había una vez en un pueblo una familia que siempre celebraba la Navidad. Era su celebración favorita por que se reunían con toda su familia y había muchos regalos. Es una época en donde siempre todos están alegres, es como un contagio de felicidad y pues todos en el pueblo estaban felices. Esta vez la Navidad iba a ser diferente, porque querían celebrarla de diferente manera. La familia se conforma por 2 hijos y sus padres. La hija mayor se llamaba Laura y el hijo menor era Sebastián. Ellos siempre se apoyaban y como son hermanos se la pasaban juntos todos los días. Ellos jugaban y se divertían. Cuando llegó diciembre, Laura y Sebastián estaban emocionados, ya estaban pensando lo que querían de regalo, aparte como siempre se junta su familia, estaban esperando a sus primos para poder jugar con ellos. Todo era una locura porque cuando venían hacían muchas travesuras juntos. Los padres de Sebastián y Laura les dijeron que no iban a pasar la Navidad con la familia por qué ellos querían celebrarla en la playa. Sebastián y Laura se pusieron tristes por la noticia, toda la felicidad que tenían ya no estaba. Cada día que pasaba, sus padres los veían acostados sin hacer nada ya ni se hablaban entre sí, ya no pensaban en lo que querían de regalo y se olvidaron de todas las cosas divertidas que podrían hacer en Navidad. Un día empezó a nevar, su madre les gritó: “Hijos miren está nevando ¿no quieren salir a jugar con la nieve?”. Ellos aceptaron salir pero no a jugar sino a sentarse en la nieve como si fuera un día caluroso. Su madre preocupada por la decisión que tomó con su esposo decide hablar con él diciéndole que no pueden ir a la playa, que sería mejor para los niños estar aquí con la familia y su esposo le dijo que lo iba a pensar. Pasó la segunda semana del mes de diciembre todo era normal excepto pues la felicidad de sus hijos. La madre de Sebastián y Laura decidió no ir al viaje y su padre enojado respondió que se iría sin ellos a la playa porque él había hecho los planes para ir. Entonces su padre partió antes de Navidad. Sebastián y Laura se pusieron felices cuando su madre les contó que decidió mejor pasar la Navidad con toda la familia. Ya era tiempo de poner los adornos navideños, así que sacaron su árbol de navidad y lo empezaron a adornar entre Sebastián y Laura.
Ya faltaban 2 semanas para Navidad, así que ya era tiempo de decidir lo que iban a cocinar para ese día, ella decidió comprar pavo y pasta para hacer lasagna. También compraron cosas para hacer un delicioso ponche de frutas y atole de canela, compraron piñatas y muchos dulces para que los niños de la familia se divertirán, y fuegos artificiales para pasar un buen rato. LLegaron a su casa y la mamá empezó a hacer la comida. Al final del día acabó el delicioso pavo ya estaba listo para Navidad; lo único que faltaba era saber lo que querían los niños y también tenían que pensar lo que le podrían regalar a su familia, porque pues como sólo se ven en Navidad querían regalarles algo bonito y que sirva para algo. Decidió comprar chamarras para sus hermanas y para su mamá decidió comprarle un collar. Para su padre decidió regalarle un cuadro con la foto de la familia, porque él adora a su familia, también a sus primos y a los demás les compró un pequeño detalle. Laura y Sebastián estaban emocionados así que ya decidieron lo que querían para sus regalos, Laura tenía 14 años y pues obviamente lo único que desean los adolescentes de ahora es el nuevo iPhone, Sebastián por otro lado tenía 11 años pero pues igual que todos los varones de esta edad, desean los videojuegos así que pidió su Playstation. Era lo único que querían, así que pues hicieron su carta y la pusieron en su arbolito. Todo iba muy bien, todo ya estaba planeado, preparado, pero lo único que faltaba era que su padre estuviera ahí con ellos, mientras ellos pensaban lo que estaba haciendo su padre. Él estaba llegando a la playa, iba pensando que estuvo mal al haberse ido y dejar sola a su familia. Así que la llamó, diciéndoles que cómo estaban, contestó su esposa y le dijo que ya estaba todo preparado, lo único que estaba mal era que no estuviera, pero le deseó a su esposo que se divirtiera mucho ahí en la playa y que disfrutara. Él sintió mucha vergüenza al momento que su esposa le dijo eso. Llego al hotel observando que todas las personas que llegaban a la playa todos iban con sus familia, sintió tristeza pero pues pensó él iba a lo que iba, a disfrutar unos días en la playa. 57
Un día después se levantó para ir a caminar a la playa, se vistió y bajó a desayunar para luego ir a caminar, lo bueno es que no hay mucho sol cuando llegan las fechas de invierno. Después de acabar de desayunar y de caminar se acomodó en un camastro para observar el mar, pidió una piña colada para tener algo de beber y pues unas deliciosas papas a la francesa como botana. Se quedó todo el día ahí acostado observando a toda la gente que jugaba con sus hijos y él pensaba que como quisiera que sus hijos estuvieran con él. Ya faltan unos días para Navidad, ya todo estaba listo, ahora sólo faltaba mandar la invitación a la familia, Laura realizó el diseño para la invitación y Sebastián fue a entregar las cartas para mandarlas por correo y a algunos familiares que vivían en el mismo pueblo, también le enviaron una invitación a su padre pero su madre no sabía que le habían hecho una invitación a él, fue una idea de Laura y Sebastián. La carta le fue entregada en el hotel y el recepcionista se la entregó a su padre. Cuando su padre leyó la carta se dio cuenta que debería estar con ellos festejando las fiestas ;así que decidió regresar. Hoy es Navidad ya todo estaba acomodado la comida ya estaba caliente, Laura y Sebastián se empezaron a vestir para la cena de Navidad. Horas después tocaron la puerta y empezaron a llegar los familiares, llegaban casi al mismo tiempo, unos más tarde llegaron por la distancia en la que se encontraban. llegaron los primos de Laura y Sebastián, empezaron a jugar luego luego. Ddos horas más tarde después de que todos los familiares llegaron, tocó alguien el timbre, la madre de Sebastián y Laura se preguntó quién podría ser. Se acercó para abrir la puerta y cuando la abrió era su esposo, quien llegó con una expresión de felicidad. Su esposa empezó a llorar por la emoción de que regresara, Laura y Sebastián se acercaron corriendo para recibir a su padre con un gran abrazo, emocionados, todos entraron a la casa para cenar con toda la familia, cuando llegó las 12:00 de la noche empezaron a repartir los regalos. Cada quien recibió su regalo Laura recibió su nuevo iPhone y Sebastián recibió sus videojuegos y toda la familia estaban felices por pasar otra Navidad juntos, todos brindaron y gritaron “¡Feliz Navidad!” Autora: Suey Lo Preparatoria Universidad La Salle Morelia
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Un cuento de Navidad Era diciembre en Inglaterra y la época más feliz del año estaba a punto de llegar, familias enteras se preparaban para estas bellas fechas, todos disfrutaban en armonía junto a sus seres queridos. Así pasaron muchos años disfrutando de estas fechas. Sin embargo con la llegada de la fiebre española, la gente comenzó a caer en depresión y a perder la fe en la Navidad. Pero había una pequeña que aún tenía esperanza, su nombre era Marisol, su madre la había llamado así ya que ella siempre estaba feliz, trataba de animar cualquier situación. Marisol significa “lo que brilla”. Ella le pedía a Dios que todo volviera a ser como antes, a veces renegaba por todo lo que había pasado, su padre había ido a la Gran Guerra (1ra guerra mundial) a luchar por su país, la guerra ya había finalizado, pero no sabía nada de él, pensaban que ya había muerto. Su familia se había quedado sin dinero y ahora vivían en una pequeña casa con tan sólo una habitación y ella se tenía que hacer cargo de sus pequeños hermanitos y de su madre. Había conseguido trabajo en las tardes, cuidaba a los hijos de los que antes eran socios de su padre, se sentía avergonzada, pero no podía abandonar a su familia, también iba a la escuela apenas le enseñaban unas cuantas cosas pero ella siempre iba con ganas de aprender cosas nuevas. A veces en las calles vendía galletas que ella hacía en su casa. Un día se le había hecho muy tarde para llegar a casa y ese día le acababan de pagar por cuidar a los niños, ella tenía mucho miedo así que trató de caminar lo más rápido posible, sintió que la perseguían así que volteó de reojo y vio a un señor caminando detrás de ella. Empezó a correr y el señor también comenzó a correr, la agarró del brazo y le dijo “¿que tenemos aquí? Con qué te acaban de pagar pequeña rata”, a Marisol se le salieron las lágrimas y dijo “Por favor déjame ir, mi mamá está enferma, tengo que comprar sus medicinas” el señor se quedó pensando y le gritó: “¡No te creo!”, le quitó el dinero y la empujó, Marisol perdió el equilibrio y se pegó en la cabeza con la banqueta. Apenas faltaban unas semanas para Nochebuena y ella necesitaba un milagro de Navidad, Marisol quería volver a vivir en su gran casa donde siempre en Navidad habían regalos extravagantes y se hacía un gran festín en todas las cenas. Sintió los rayos del sol entrando por su habitación, se empezó a estirar y no sintió a sus hermanos, en su lugar sintió grandes almohadas acolchonadas y unas sábanas de seda extremadamente suaves. Se talló los ojos y se sentó, ese no era su cuarto, volteó a ver la habitación, toda estaba muy bien recogida, tenía unos muebles preciosos de madera con muchos adornos bellos. Se levantó de la cama y fue hacía un tocador, ahí había un espejo, se miró y toda ella estaba aseada con una bata larga y blanca y el cabello perfectamente hecho una trenza de lado. En el tocador había una caja de música, la agarró y al abrirla había una muñeca con un vestido de bailarina mientras sonaba una hermosa canción. Miró con detalle a la muñeca y se dio cuenta de que era muy parecida a ella, sonrió al notar ese detalle. Recorrió toda la habitación y abrió un armario enorme, al abrirlo encontró muchos vestidos de marca, se probó algunos y cada uno de ellos estaba hecho a la medida. Salió de la habitación y era la casa más bonita que había visto, la recorrió, tenía muchísimas habitaciones, bajó las escaleras y ahí estaba toda su familia reunida, su mamá le dijo “Te estábamos esperando cariño”. 59
Marisol corrió y abrazó a su mamá y dijo: “¡Te quiero mucho!”, se le empezaron a salir lágrimas, abrazó a su papá y exclamó: “¡Papá te extrañé mucho!, ¿Cuando llegaste de la guerra?” William su padre le respondió: “Cariño tú sí que bromeas. ¿De qué guerra hablas?”. Marisol se sentó, extrañada por lo que su padre acababa de decir, pero lo importante es que ahora todos estaban juntos, estaban desayunando en familia, hace mucho que no lo hacían todos juntos. El Señor William se levantó de la mesa y dijo: “Adiós familia nos vemos en la noche, iré a trabajar”, me dio un beso, a su esposa y a cada uno de los niños les dio un beso en la frente y se fue. La mamá de Marisol, Anne, se levantó y llevó a sus hijos a la escuela. Así pasó una semana, y Marisol notaba algo extraño, su familia estaba muy distante, ni siquiera el fin de semana lo pasaban juntos, se sentía muy sola y no entendía cómo es que su familia de estar enferma al día siguiente estaban bien. Era lunes y se quedó acostada todo el día pensando en una solución, pensó y pensó todo el día hasta que se dio cuenta que todo era un sueño, empezó a llorar, se acercó a la ventana, miró al cielo y dijo “Por favor, déjame regresar con mi familia real, prometo no renegar sobre mi vida”. Se acostó en la cama a llorar hasta que se durmió. Despertó en la nieve, se tocó la cabeza y tenía sangre, se dio cuenta que había regresado a la vida real, se pellizcó el brazo y dolió, estaba tan feliz, corrió hasta llegar a su casa y ahí estaba su mamá y sus pequeños hermanos, los abrazó y les dijo: “Los extrañé demasiado”. Les preparó un poco de té de hojas de naranjo y pan tostado, se sentaron a desayunar. De repente se abrió la puerta y entró el padre de Marisol, todos se levantaron y lo abrazaron, Anne dijo: “Es un milagro de Navidad”. Ese día cenaron y a las 12:00 am, la hora del brindis, Marisol dijo: “Gracias por ser mi familia, los quiero mucho, no los cambiaría por nada en el mundo”. Autora: Claudia Lorena López García Preparatoria La Salle Morelia
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Lo mejor de ella Ya habían pasado seis años desde que una enfermedad se propagó por diversas partes, incluyendo su ciudad, la cual fue puesta en una especie de cuarentena; las autoridades tomaron como medidas el evacuar las ciudades cercanas y poniendo vigilancia alrededor para evitar la salida o entrada de personas. Los estudios de la enfermedad no daban avances. Después de un tiempo se descubrió que existían personas inmunes; al igual de que el primer síntoma eran los desmayos. Las calles eran un caos, las personas dejaron de conducir o tomar el transporte público también empezaron a dormir en las plantas bajas para evitar subir escaleras. Vicky tenía siete años cuando todo empezó; su madre pasó cuatro meses encamada antes de entrar en estado de coma y la semana siguiente murió. Al no saber el paradero de su padre, fue a vivir con su tía. Los años pasaron y la ciudad recobró el orden y la tranquilidad; sólo un tercio de la población sobrevivió gracias a la vacuna. Después del otoño venía la temporada favorita de Vicky amaba la nieve y que los pequeños lagos se congelaran además de tomar algo de chocolate caliente que daban por las festividades; a pesar de que ya no vea a la poca familia que le queda, trata de disfrutar de estas fechas. Vicky vivía en un centro educativo ya que su tía era voluntaria para llevar los suministros a la ciudad y no podía cuidar de ella, además de que el centro estaba al otro lado de donde vivía su tía. Pero en esas fechas la mayoría de sus compañeros visitaban a sus familiares, por su parte Vicky convencía a su tía de ir a visitarla y así es como aprovechaba el gran viaje para explorar la ciudad. Este año tenía planeado llevarle sus flores favoritas que estuvo cuidando desde hace un año y algunas semillas para poder plantarlas cerca de la casa. Su día no comenzó de la mejor manera; al levantarse temprano para poner las ultimas cosas en su mochila, el sueño le estaba ganando y se recostó unos minutos en el sofá cerrando los ojos, cuando despertó ya se le había hecho tarde para tomar el autobús. Llegando a la estación tuvo que esperar dos horas para subir en el siguiente; el viaje fue la peor parte, el autobús hizo una parada para subir personas de otra estación llenándose al grado de compartir su asiento con unos niños de seis años, también soportó los jalones de cabello y las patadas en la pierna; sólo hasta que les enseñó un juego en que el ganador era el último en moverse y hablar, pudo descansar. Faltaba una hora para llegar a su destino cuando al autobús se le pinchó
un neumático y esperaron otra hora en poder cambiarla. Ya atardecía cuando bajó del autobús; no tenía planeado gastar de más, pero si no llegaba antes del anochecer tendría que ir a dormir a una hostería cercana o quedarse a dormir en la estación. Optó el darse prisa para llegar a tiempo y evitar las distracciones como los pequeños lagos congelados o los montículos de nieve. En el camino imaginó los sermones que le daría su tía por no llegar a una buena hora y el pensar una respuesta adecuada para cada uno. Ya cuando se acercaba a la casa de su tía tenía un dolor de cabeza que empeoró con la música de las series navideñas que decoraban las casas de los vecinos y esa fue otra de las cosas que entró a su lista de cosas que arruinaron el día o algo así porque honestamente no quería pensar otro nombre; tampoco es que odie la Navidad, pero los vecinos tenían una obsesión con tapizar sus casas con decoraciones. Al estar enfrente de la casa de su tía notó que la luz de la entrada estaba apagada, también tocó varias veces la puerta, pero no recibió respuesta, así que al buscar la llave de repuesto que estaba debajo de una maceta encontró junto a ella una nota de su tía donde le decía que llegaría en tres días. Vicky arrugó la nota y la metió en su bolsillo, abrió la puerta y tiró su mochila en alguna parte, prendió la chimenea y al final se sentó a lado del radio para poder escuchar música. Los tres días se pasaron muy lentos, no tenía mucho que hacer, ya había plantado las flores y sólo esperaba que mañana los niños no se acercaran al jardín con sus nuevos juguetes. Ahora que reflexionaba las cosas volvían a ser igual que hace seis años, la gente ya no estaba tan unida como antes y aunque solo pocos niños recibían juguetes costosos y estaban los que eran indiferentes a las festividades y aprovechaban para descansar. Ella con sólo poder compartir unos días con su tía era feliz y no era culpa de su tía el tener que tomar el lugar de su madre y soportar el tener que perder a sus seres queridos, Vicky con el tiempo empezó a olvidar a su madre y así se ahorró el sufrimiento de un recuerdo. Su tía llegó en la madrugada, quien durmió hasta la tarde y cuando despertó Vicky le mostró las flores que habían sobrevivido al viaje. La mujer era muy feliz con todos los detalles que hacía su sobrina y es por eso por lo que buscó en todas las cajas que almacenó, unos patines y pagar las clases de patinaje artístico. Y así cuando quitaran la cuarentena su sobrina tendría la oportunidad de cumplir su sueño. Autora. Dafne Pacheco Blas Preparatoria La Salle Morelia 61
Copo de nieve Caía desde las nubes hacia la nada, a un abismo grande sin algo que me protegiera o detuviera; iba rápido y a la vez lento, como estrellas fugaces a punto de impactarse en la tierra. En ese momento sentí como la brisa del aire recorría toda mi figura y me movía de un lado a otro; de casa en casa, de calle en calle, de ciudad en ciudad. Así era con todos los otros que viajaban conmigo; Muchos de ellos caían en el camino y no se veía que les importara seguir adelante, como éramos tantos no nos percatábamos fácilmente de diferentes ausencias así que se podría decir que éramos remplazados por otros después de caer. No sé si los demás seguían por un propósito, pero yo sí, Quería viajar por todas partes sin que algo me detuviera, quería conocer todo y tener experiencias nuevas; Eso era lo que me impulsaba a seguir. Viajé durante horas, días e incluso creo que semanas, ya que no encontraba algo que me hiciera sentir feliz o que por lo menos llenara mis ganas de experimentar. Recuerdo haber ido a diferentes lugares en los cuales creía que podía encontrar algo que me llamara la atención, pero no encontraba nada. Algunos de los lugares a los que fui son casas, plazas, fiestas y bosques, pero seguían sin interesarme como los otros; llegó un momento en el cual pensé que no había nada que me podría asombrar o me llegara a emocionar, así como yo quería. Una noche estaba pasando por un lago, no se veía interesante 62
hasta que a lo lejos vi a una chica haciendo movimientos con todo su cuerpo arriba de lo que se suponía ser agua. Lo hacía con tanta pasión y con tanta alegría, que en ese momento dejé que el viento me llevara hasta ella. Mientras más me acercaba escuchaba una hermosa melodía, la cual, por lo que yo me di cuenta al observar lo que hacía, la motivaba a hacer esos movimientos tan elegantes y al mismo tiempo tan extrovertidos. Cuando estuve a un lado de ella, empecé a dejar que el viento me moviera a su alrededor para imitarla, después de unos segundos empecé a escuchar una risa, la cual provenía de ella. Después de eso, dejó de bailar, me sostuvo en su mano y me dijo: -Te mueves muy bien eh - dijo aun riendo- pero creo que aún nos falta coordinarnos más. Ella después de eso me volvió a lanzar en el aire. Fue algo muy gracioso, pero al mismo tiempo lindo, porque ella creyó que no entendí lo que me había dicho, o que no tenía vida como para seguir estando con ella. Después de varias horas, las dos bailábamos con un mismo ritmo, y así fue hasta que se acabó el invierno y desaparecí, tal vez no para siempre, pero si por un muy largo tiempo; para ser exacta hasta que el destino quiera que nos volvamos a encontrar, pero mientras tanto, yo cada vez que regrese en los inviernos iré a ese lago para buscarla y poder nuevamente realizar esas danzas tan lindas que ella me enseñó. Sólo espero que ella me recuerde como yo la voy a recordar a ella. Autora: Natalie Cahue. Preparatoria La Salle Morelia
Un Cuento de Navidad No podía dormir. Ya llevaba rato dando vueltas en mi cama, tomé mi teléfono para ver la hora, eran las 12:35am. A pesar de que estaba cansada por el atareado día que tuve y lo tarde que era, no podía dormir. Ya llevaba rato divagando en mis pensamientos y decidí repasar mi día. En esta época del año, mis amigas de la escuela y yo siempre nos organizamos para comprar algunos regalos para los que no tienen casa o niños que simplemente no cuentan con recursos, digo a quien no le gustaría recibir un regalo en Navidad. Me desperté temprano, aún teníamos regalos que comprar; días antes habíamos caminado por las calles del centro buscando personas para preguntarles qué les gustaría recibir si les fueran a dar un regalo; unos pidieron zapatos, chamarras y en general ropa, pero lo que me conmovió más fue que algunas personas son felices con cosas tan simples como una comida que extrañan u objetos pequeños, como unos simples calcetines. Nos quedamos de ver fuera de una tienda para comprar los regalos que faltaban, íbamos cortas de tiempo pues teníamos que envolverlos y luego buscar a las personas para darle su regalo de Navidad. Pasamos horas caminando pero valió la pena, pues ver la expresión de alguien que no esperaba nada, obtener algo que querían, es única. Eso es lo que más disfruto de cada año al hacer esto, el saber que con acciones tan pequeñas y simples puedes hacer feliz a alguien aunque sea por un momento y eso, eso es lo que me llena. Por fin terminamos de envolverlos y emprendimos el camino en busca de los dueños de los regalos; a cambio recibimos abrazos, lágrimas, risas y mucho cariño. Disfruté mucho repartiendo amor con mis amigas a las personas. Terminamos tarde, nos deseamos feliz Navidad y cada quien se fue a su casa, cuando llegué a mi casa mi mamá ya tenía lista la cena; este año es diferente para nosotros, acaban de despedir a mi papá por lo que estamos cortos de dinero, otros años hacíamos fiestas familiares para celebrar pero este año no teníamos los recursos. Sin embargo, estaba con mi familia y eso es lo que me importa, pues hay gente que en estos días están solos y no tienen a alguien con quien compartir la festividad. Platicamos un buen rato sobre nuestro día y al terminar de comer decidimos jugar algunos juegos de mesa. Ya eran las 11 de la noche cuando estaban
bostezando mis papás, por lo que decidimos dejar la velada ahí, nos despedimos y cada quien se fue a su cuarto. Ya en mi cuarto me puse a ver videos en Facebook, y alrededor de las 11:40 decidí que ya era hora de dormir. Pasó el rato y terminando de repasar mi día, me entró el sueño por lo que me cobijé y cerré los ojos; no habían pasado ni 10 minutos cuando empecé a escuchar ruidos abajo, no le presté mucha importancia y cerré los ojos de nuevo, al cabo de unos segundos escuché ruidos de nuevo, me asusté un poco pues según yo, mis padres y mi hermano ya estaban dormidos; no sabía si levantarme a revisar o quedarme ahí…de nuevo otro ruido, se oían pasos. Me levanté de la cama, me puse mis pantuflas y caminé hacia la puerta, las escaleras estaban hasta el otro lado de mi cuarto y decidí en el transcurso verificar si mis papás y mi hermano seguían dormidos. Abrí la puerta del cuarto de mis papás y ahí estaban dormidos, salí del cuarto y me dirigí hacia el de mi hermano, también estaba dormido. En ese momento me asusté, pero cruzó por mi mente que podía ser el aire – tratando de buscar una explicación a los ruidos-. Me decidí a bajar las escaleras, pasé por el comedor y me dirigí hacia la sala, al llegar ahí, me quedé pasmada por lo que estaba viendo y no podía creer, no sabía si asustarme aún más o brincar de la emoción… debajo de nuestro árbol de Navidad habían regalos, muchos regalos, eran demasiados y de diferentes tamaños. Me acerqué y los toqué porque no sabía si estaba soñando o si era verdad, tenía muchas ganas de abrirlos pero los regalos no eran sólo para mí, así que contuve mis ímpetus de hacerlo, me di la media vuelta para regresar a mi cuarto y comencé a caminar cuando vi una hoja en la mesita de centro. La miré con detenimiento para decidirme si abrirla o no…la tomé, la abrí y decía: “La vida es como el eco; lo que envías, regresa y lo que das, recibes” Guardé la carta en mi bolsillo, me fui a mi cuarto y con el corazón lleno de gratitud y paz, por fin pude dormir. Autora: Vanessa Zepeda Preparatoria La Salle Morelia
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El extraño y fabuloso caso de Juan Gael Un día en el Valle Sastre, en una casa lujosa y gigante, vivía la familia Gael, la cual, es una familia muy unida y sorprendente en varios aspectos. La familia, debido a que es muy acomodada, supuestamente no tiene respeto ni aprecio de ninguna otra persona, pero ésto es todo lo contrario, ya que él apoya a las demás familias de la Villa Sastre en su vida diaria, sobre todo en las grandes festividades del año. Esta familia además de apoyar en varios factores, también apoya a personas y niños con discapacidades o enfermedades críticas a poder salvarlos y a llevar una buena vida. Esta actividad es muy riesgosa, ya que arriesgan su salud para curar las de las demás personas sin recibir nada a cambio. En esta situación se encontraban dos familiares suyos, Juan e Hilario, un hombre parapléjico y un niño que cuenta con una enfermedad muy difícil de tratar: Cáncer. Estos dos familiares llevan ya varios meses tratando de mejorar su estado de salud, pero envéz de mejorar, van empeorando. Ellos tenían un deseo, el cual era curarse y tener una vida como cualquier persona normal. El 25 del mes de Septiembre hubo buenas y malas noticias, ya que en los últimos análisis se le diagnosticó a Hilario que podría ser sanado y podría tener una vida normal, pero por el contrario Juan, tendría sólo 3 meses de vida. La familia inició un programa para tratar a estos dos pacientes y ver lo que se podía hacer para mejorar sus situaciones particulares. En la familia, existía un niño llamado Frank, el cual le gustaba visitar a los dos familiares, ya que son parientes cercanos suyos y también para platicar con ellos sobre sus mejores momentos y experiencias que han vivido con él. Un día, Frank visitó a su tío Hilario, estuvo presente antes del momento de su tratamiento, por lo que Frank pudo platicar con él de una muy buena manera: -Hola Tío. -Hola Frank. -Espero que mejore tu estado después de tu tratamiento. 64
-Gracias -¿Estas nervioso? -Un poco, verás, este tratamiento durará 3 meses y esto apenas está comenzando, espero poder estar con mi familia para la navidad, ya que es una fecha para estar con tu familia. -También espero que te vaya muy bien Tío. Nos vemos después. -Gracias por venir. -De nada Hilario. Después, Frank se decidió a entrar a la segunda habitación, donde se encontraba Juan: -Hola Juan. - ¿Estás bien primo? -Sí, sólo un poco nervioso. -Quería venir a verte para platicar sobre videojuegos o algo, pero no creo que te interese en este momento. -… En fin, te quería contar que me van a hacer un tratamiento que durará 3 meses, asi que tal vez te vea hasta las navidades primo. -Espero que sí, ya tengo varias sorpresas para ti. -Sí, muchas gracias por venir. -De nada amigo, cuídate. El tiempo pasó y pasó, pero ninguno de los dos parecía mejorar, hasta que llegó la fecha de la Navidad y se pudo presenciar uno de los sucesos más raros que ni la ciencia ha podido probar. Era Víspera de Navidad y Frank decidió visitar a sus parientes para ver su estado de salud. Primero fue con su tío: La actitud de Hilario fue muy buena pero la de su primo fue muy triste: -Hola Tío. -Hola Frank. -Espero que hoy con el tratamiento final puedas cumplir tu deseo. -Yo también lo espero Frank, estoy seguro de que podré asistir este año a la Navidad en familia, espero que tengas mi regalo. -Espero lo mismo tío, ya tengo tu regalo listo para ti. -Bueno espero verte mañana Frank. -Yo también tío. Adiós. -Adiós. Y después con su primo: -Hola Primo ¿Cómo va todo? Dije, ¿Cómo va todo? -… MAL, MUY MAL. -¿por qué primo? -…Espero que me entiendas, mi tratamiento no funcionó y tendré que irme -¿A dónde irás? -A ese lugar donde siempre deseaste ir. -Bueno espero que te vaya bien es ese lugar, de seguro que es Disneyland.
-…Será mejor que te vayas. -Está bien. Adiós -Adiós. Primo La actitud de Hilario fue muy buena pero la de su primo fue muy triste. Al siguiente día, era Navidad, por lo que Frank decidió visitar a sus parientes para desearles una feliz Navidad, al entrar vio un ambiente muy feliz, porque vio a su tío con vida y celebrando la Navidad. -Hola tío. ¡Qué feliz estoy de que estés bien! -Yo también Frank, pero tengo algo que contarte… -Mande -Tu Primo está… En ese momento Frank fue interrumpido por una luz que salía del cuarto de Juan. El hizo su acto de aparición saliendo sano y salvo de su cuarto de estancia. -Esto no puede ser posible si Juan estaba muerto. - ¿Cómo de que estaba muerto? -Te lo iba a decir, pero esta luz me interrumpió. -Debe de ser un milagro de Navidad. -…Eso espero. Toda la familia se acercó a Juan y vieron que no había muerto, estaba más vivo que nunca y con ganas de ir a celebrar la Navidad. Más tarde, la familia fue a vivir la Navidad y a hacer la comida y regalos de Navidad, los cuentos, chistes y tradiciones que vienen de generación en generación.… Los años pasaron y Frank, nunca se preguntó porque su primo había ¨revivido¨ como lo hizo, se cree que fue porque él visitaba diariamente a su primo o debido a la confianza que su primo tenía en Dios, pero eso no importa, lo que importa es que tú, querido lector, vivas correctamente esta Navidad, la cual estará llena de gracia y orgullo hacia todas las personas y hacia todo aquél que tenga algún pendiente contigo. No olvidemos que tenemos que ser constantes como Frank y tratar de visitar a nuestros familiares queridos y ayudarlos de la mejor manera posible. Dejo en tus manos celebrar la Navidad a tu original manera y gracias por tomarte el tiempo de leer este breve cuento. Sin más que decir ¡FELIZ NAVIDAD! Autor: Alan Jhair Saldaña Arias Preparatoria La Salle Morelia
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Si la alegría se va Había una vez una hermosa familia conformada por una madre amorosa, un hijo ingenioso y una hija tan alegre que su sonrisa iluminaba el hogar. Durante todo el año, la familia tenía muchas cosas por hacer y no les daba tiempo de convivir muy seguido, pero todo era muy distinto cuando se acercaba Navidad, la fría nieve caía suavemente como algodón de azúcar y era tiempo de descansar de las arduas labores anuales. Alicia era la hija menor de un matrimonio fallido, no había conocido el amor de un padre y lo que más se podía asemejar era el afecto entre ella y su hermano Samin. Ambos recorrían grandes distancias para conseguir leña en invierno y sentarse junto a la chimenea con su madre para así contarse anécdotas familiares entre risas y buenos recuerdos. Un día Samin tuvo que partir a la gran ciudad a causa de la falta de oportunidades en su pueblo y desde entonces la armonía familiar quedó en el olvido. Alicia amaba cocinar y su mejor comensal se había ido ya, ella era muy pequeña, su guía para enfrentar el mundo era su sabio hermano mayor pero ahora debía sobrevivir sin él, todo eso logró sobrellevarlo. A pesar de que sus labores se habían duplicado y su madre se había vuelto más estricta, todo estaba medianamente bien y llegó el invierno. La época favorita de Alicia al fin había llegado, quizá beber un delicioso ponche hecho por su madre era lo único que necesitaba para agarrar la bocanada de aire que necesitaba para terminar bien el año que hasta ahora no hacía más que empeorar así que tras ir por leña, sola entre una tormenta, volvió a casa saboreándose ese tan deseado ponche y le preguntó a su madre: -Mamá, ¿has hecho algo de ponche este año?-Hija mía, he estado tan ocupada que no me dio tiempo de ir antes por frutas sino hasta esta mañana- respondió la madre mostrándole unas frutas viejas que eran todo lo que quedaba en el mercado cuando fue.
enferma pues su madre no hacía de comer porque no le alcanzaba el tiempo y todo el año en que su hermano había estado ausente, ambas mal comieron, Samin tenía que trabajar en Navidad así que no estaría con su familia ese año. Esa noche la pequeña Alicia se vistió con sus mejores prendas y se dedicó junto a su madre a preparar una deliciosa cena para ese día tan especial. A ratos le dolía la cabeza pero su madre insistió en que si se quedaba dormida antes de recibir al abuelo le iría muy mal, así que resistió todo lo que pudo pero apenas había oscurecido cuando ese dolor se había vuelto agudo e insoportable, todo lo que pudo hacer fue quedarse en su habitación a oscuras llorando, hasta que se quedó dormida. Al despertar se dirigió al comedor con la esperanza de llegar al brindis de Navidad pero lo único que encontró fue a su madre recogiendo la mesa, ya todos se habían ido. Esto la devastó pero debía reprimir su tristeza o preocuparía a su madre.
Era veintitrés de diciembre por la noche y Alicia estaba bebiendo el ponche más soso y descolorido que jamás había probado. En la casa ya no se sentía un ambiente de amor sino de estrés y presión por parte de su madre y cada vez que la pequeña sonreía se notaba la falsedad de su felicidad.
Transcurrieron los días hasta que llegó la noche más melancólica para Alicia, quien no dejaba de recordar lo feliz que era junto a Samin, era la última noche de un año bastante difícil, ella se encontraba sentada en el sofá esperando a que diera la media noche, aunque ya no le emocionaba recibir un nuevo año si iba a volver a ser tan cansado así que decidió entre lágrimas y desesperación suicidarse con una sobredosis de pastillas para el dolor, después de tomárselas, vio a su hermano entrar por la puerta, finalmente había vuelto, ¡qué alegría!.
La Nochebuena era un día muy emocionante para Alicia, pero este año no fue así, ella estaba pálida y
Autora: Alexa Osorio López Preparatoria La Salle Morelia
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24 de diciembre Era un 24 de diciembre, todas las decoraciones ya estaban colocadas, la familia se había reunido en casa de la abuela para pasar la primera Navidad juntos después del nacimiento de mi hermanita. Mis padres habían salido a comprar los regalos y mis tíos estaban horneando el pavo, todo estaba bien. La atmósfera era alegre y en toda la casa se respiraba Navidad. La abuela nos mandó a jugar junto con nuestros primos, pero mi hermanita era muy pequeña para salir con nosotros así que la dejamos en su cuna y fuimos al patio. La tarde fue divertida, perdí casi todos los juegos, sin embargo eso no evitó que fuera entretenido, estábamos entrando a la casa cuando escuchamos un ruido desde la habitación de Lili, mi hermanita, preocupado fui corriendo, pero al llegar lo que vi me impactó demasiado, no había nada raro sólo se observaba a mi abuela abrazando a Lili mientras ella lloraba, no entendía lo que pasaba, pero sabía que algo no estaba bien. Mis tíos llamaron a mis padres y en menos de cinco minutos ya estaban en la casa, no me prestaron atención por lo que pude observar todo lo que pasaba, llamaron a una ambulancia después se fueron al hospital. Me quedé con mi abuela durante Navidad, pero no parecía serlo, cuando llegaron mis padres estaban llorando, mi mamá se deprimió y se encerró en una habitación. Era muy pequeño para comprender lo que pasaba, pero hubo una sóla cosa que entendí, ya no volvería a ver a Lili. Durante todo su entierro lloré profundamente, de regreso a casa nada volvió a ser igual, mis padres se peleaban seguido y aunque nunca me culparon siempre me sentí el responsable de su muerte. Han pasado casi cinco años, fuimos a tantas terapias que no logro recordar cuántas eran, nunca volvimos a celebran Navidad, sin embargo hace un poco menos de dos años mi mamá nos dio la noticia de que estaba embarazada, fue una inmensa alegría saberlo ya que esto ayudaría a superar la pérdida de Lili. Hace un año Naomi nació, curiosamente fue un 24 de diciembre, nos impactó mucho que fuera en la misma fecha de la muerte de Lili, pero en cuanto supimos que nacería decidimos que ese sería el último año que no celebraríamos Navidad, a partir de ahora la Navidad nunca faltaría en casa.
La noche en que Naomi nació tuve un sueño, vi a Lili, había crecido, tendría 6 años, pese lo diferente que lucía pude reconocerla enseguida. Se encontraba en un campo de flores, feliz se acercó a mí y me dio un abrazo, me miró y me entregó una tarjeta, era una tarjeta navideña, la abrí en cuanto la leí lágrimas corrieron por mis ojos. “No tienes la culpa, el poco tiempo que pase con ustedes lo disfrute”. Miré a Lili, pero ella se alejaba, lo último que recuerdo de aquel sueño fue “Gracias”. Sé que no fue real, que sólo fue un sueño, pero una parte de mi quiere creer que desde el cielo Lili me quería dar ese mensaje. El tener una nueva hermanita es una gran responsabilidad, pero sé que esta vez todo saldrá bien, no me apartaré de ella, seré el mejor hermano que ella podría querer. Naomi lo ha cambiado todo, mis padres ya no pelean, mi mamá ya no llora todas las noches, ahora sonríe, ahora sé que Naomi fue nuestro regalo de Navidad, fue nuestro propio milagro navideño. La Navidad se llevó algo muy querido.... pero también trajo a alguien irremplazable para nosotros, hoy es 24, es el primer cumpleaños de Naomi tiene la misma edad que Lili tenía cuando murió, pero esta vez es diferente, nuevamente nos reunimos en la casa de mi abuela, las decoraciones están colocadas y todos estamos reunidos, no hay tristeza ni rencores por lo que sucedió, al fin logramos continuar con nuestras vidas, pero esto no significa que olvidemos a Lili. La abuela prepara chocolate, todos estamos sentados junto a la chimenea, papá se levanta, después de unos segundos vuelve con un libro en los brazos, al inicio no lo reconocí pero en cuanto vi la primera página supe qué era. “Era el favorito de Lili” dice antes de comenzar a leer el cuento que todas las noches leíamos para Lili, en cuanto comienza a leer, mamá se para llorando y sale de la habitación, a los pocos minutos vuelve más tranquila. Papá termina de leer el cuento y dijo “Creí que era necesario” antes de que pudiera terminar de hablar fuimos interrumpidos “Lili” fue lo que escuchamos, la primera palabra de Naomi había sido el nombre de su hermanita. Autora: Saraí Agustín Castellanos Preparatoria Universidad La Salle Oaxaca
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¿Por qué en Navidad se perdona todo?
pensar Nunca planes. ¿Sólo?,
Vayamos con Mateo; quien era un chico feliz, que tenía muchos amigos y siempre te sacaba una sonrisa con sólo estar en la misma habitación, por su gran actitud y el aura de emoción que lo rodeaba, por los chistes y bromas que hacía, pero no todo es siempre de colores, debajo de eso era gris, no estaba feliz con su vida y con lo que estaba pasando.
Los días pasaban y el más temido llegó, no sabía qué hacer. Nada había mejorado en su familia. Esa noche, la noche que debía ser perfecta se la pasó llorando, no sabía qué más hacer, se sentía solo que nadie estaba para él.
Todo tenía una razón, sus padres empezaron a tener problemas y a pelear todos los días, con todo eso se olvidaban de las fechas importantes, de sus hijos, de cómo ser padres. Ella se la pasaba llorando y sufriendo mientras que él simplemente le importaba muy poco lo que pasaba en su casa, su hermano nunca estaba, siempre salía y se olvidaba de todo lo que pasaba ahí. Mateo sólo veía cómo sus padres se la pasaban gritándose y diciendo malas palabras de uno sobre el otro. No entendía cuando dejaron de demostrar su amor, cuando dejaron de ser la familia perfecta.
Un día recordó que se acercaba Navidad, la época más linda que tiene el año. Llena de nieve, frío, regalos, felicidad, risas, en donde todo es simplemente perfecto, el día en que todos los problemas terminan y que todo se perdona; o al menos eso es lo que piensan las otras familias. Pero Mateo no pensaba lo mismo, no sabía qué hacer para que sus padres volvieran a ser los mismos de antes y que todo volviera a ser perfecto. Pasaba todos los días intentando llamar la atención con bromas y metiéndose en problemas, que sus papás se dieran cuenta de que seguían teniendo hijos y que necesitaban de ellos. Trataba que recordaran la fecha que para ellos era importante y que la debían pasar como familia. Hasta que finalmente vio a su madre poner adornos y sólo con eso se emocionó, pensó que todo volvía a ser igual pero ella sólo le dijo que lo hacía para que las otras personas no hablaran mal de su familia, él simplemente se fue decepcionado. Una mañana estaba con sus amigos y mientras ellos hablaban de cómo pasarían sus fiestas, él simplemente se fue, no soportaba escuchar la felicidad de otros, sin darse cuenta comenzó a 68
en cómo la pasaría. ¿Con su hermano? estaba. ¿Con sus amigos? Todos tenían ¿Con su familia? Se la pasarían pelando. bufó y continuó caminando.
Con sollozos caminó al baño, llenó y se sumergió en la tina tratando de calmarse, tomó sus pastillas que lo ayudaban a dormir y así no escuchar los gritos de sus padres. Tomó todas de un jalón y esperó a que todo se volviera negro. Sus padres quienes estaban preparando una cena para mantener su lugar en la sociedad, al no escuchar ruido entraron a su cuarto, al no verlo en su cama se encaminaron al baño… sólo se escuchó un grito ahogado de la señora a quien su esposo tuvo que sostener para evitar que se desplomara al suelo. Esa misma noche encontraron una carta, escrita a puño y letra de Mateo a sus padres, en ella les pedía que entendieran que Navidad no era una fecha para hacer a otros feliz, que su amor no se vuelva una fachada y que cuidarán de su hermano como no habían hecho con él, les dijo que no les guardaba rencor, que los amaba y que siempre estuvieran orgullosos de su familia. Mateo les enseñó de la manera más infortunada que la Navidad no es una fecha en la que todo son regalos y aparentar felicidad. Es un día que deben pasar felices, sea en familia, con amigos o solo. Una fecha en la que todo se debía perdonar. Autora: Mariel Llampallas Vera Preparatoria La Salle Oaxaca
El mejor regalo de Navidad*** Durante la víspera de Navidad en Inglaterra las casas se encuentran decoradas con muchas luces verdes y rojas, algunos árboles incluso tienen esferas y dibujos que los niños les cuelgan. Las tiendas venden juguetes, comida y dulces, algo que no puede faltar en esa noche tan especial para los habitantes. Se escuchan los villancicos en la iglesia y las calles se encuentran abarrotadas de personas comprando sus regalos para el gran día y en una esquina un poco alejada de la multitud bajo la nieve que comienza a caer se encuentra una pequeña niña de nombre Lucy. No tenía más de 14 años, vestía con ropa no muy apropiada para el clima de ese mes puesto que tenía hoyos en algunos lados y al parecer había dejado de quedarle bien, tenía unos guantes rotos que no lograban cubrirla del frío. Lucy vendía ramos de muérdago que ella misma recolectaba de un bosque cercano a su casa, pensaba que era una buena idea ya que la gente siempre los utilizaba para decorar sus casas en esas fiestas. Hasta ese momento sólo había podido vender dos y necesitaba vender todo para poder comprarle un regalo a su pequeño hermano, que se desde hace tiempo se encontraba enfermo. Ella era su única familia puesto que su madre lamentablemente ya había muerto. Lucy creía que con un regalo podría alegrarlo un poco y posiblemente volviera a ser el mismo de antes. Lucy soportó el gélido clima hasta que todos sus ramitos fueron comprados, pero ahora no sabía qué regalarle a su hermano, así que caminó por afuera de las tiendas observando los aparadores, veía cada uno con detenimiento, pensando qué sería lo mejor para su hermano y al asomarse en uno de ellos vio un hermoso tren tallado en madera y pintado con bellos colores. pensó que era lo indicado puesto que su hermano siempre había sido muy admirador de los trenes inclusive cuando estaba saludable pasaba sus tardes jugando en la estación donde poco a poco se había hecho amigo de los maquinistas que al ver su interés por las máquinas dejaron que conociera los trenes, así que sí, ese sería su mejor regalo.
enorme y estaba perfectamente decorada, había juguetes por todos lados, de diferentes tamaños y colores. En el centro de la tienda encontraba un enorme árbol de navidad, pensó que si su hermano estuviera ahí con ella se habría emocionado mucho al ver todo eso y habría querido jugar con todo. Se encaminó hasta una señora, al parecer la dueña, le preguntó si podía ver el tren que estaba exhibido, lo tomó entre sus manos y pensó cuánto le gustaría a su pequeño hermanito. Lo revisó para saber el precio y este superaba por mucho lo que con esfuerzo y sacrificio había conseguido con su trabajo, detrás de ella se encontraba un anciano que había observado a Lucy y pudo notar como lentamente lo dejó sobre la mesa y salió de la tienda con un semblante triste. Lucy caminó hasta su casa tomó el sendero largo, no sabía qué decir o hacer cuando su hermanito despertara y viera que no había ningún regalo que abrir. Cuando llegó saludó a su hermano con un delicado beso en la frente para no despertarlo. Esa misma noche llegó la hora tan esperada por todos, el momento en que las familias se reunían alrededor de sus árboles de Navidad para abrir sus regalos, pero pensaba que ese no sería su caso. De pronto se escuchó la puerta como si alguien estuviera afuera, Lucy se dirigió a la entrada para abrir pero no había nadie, únicamente una caja con un enorme moño y que contenía tarjeta donde estaba escrito “Feliz Navidad” en una hermosa caligrafía. Tomó la caja entre sus manos y al abrirla se asombró al ver que dentro de ella estaba el tren de madera que había querido comprar anteriormente para su pequeño hermano. Con cuidado lo despertó y le mostró el regalo que anónimamente habían dejado en la puerta. La cara de su hermanito se iluminó y mostró una hermosa sonrisa que hacía mucho tiempo no veía en él. Lucy al ver cómo su hermano recobraba fuerzas y el ánimo para levantarse de la cama, para poder tomar su juguete y jugar con él se sintió realmente muy feliz. Para ella ese había sido su mejor regalo de Navidad. Autora:Melina Alondra Cortazar Gómez Licenciatura en Derecho La Salle Oaxaca
Temerosa metió la mano en su bolsillo y contó las monedas que tenía, las contó y pensó que tal vez eso sería suficiente para pagarlo. Entró a la tienda, era 69
El mejor regalo de Navidad... Era un 24 de diciembre de 1994 en las afueras de la ciudad de Oaxaca, México y en una casa grande, de madera, rodeada por un bosque, se despedía un aroma fuerte a petricor, es decir a tierra mojada, la familia Rasesaa se encontraba preparándose para la cena de navidad. Los hombres se dedicaban a limpiar el patio y poner las mesas y sillas en el lugar correspondiente para que todos ocuparan un lugar en la cena, las mujeres preparaban el pavo relleno, que era la receta especial de la abuela y los niños pequeños siendo supervisados por los más grandes adornaban el árbol con esferas y luces. Una vez que terminaron todos los preparativos y llegó el momento de cenar, tomaron asiento y se dispusieron a comer. Todos se encontraban alegres pero como en las navidades desde hace cuatro años la tía Miriam siempre se ponía triste ya que su hijo Felipe o Felipito como ella le decía, se había ido a Estados Unidos a buscar empleo y este aún no regresa ya que no contaba con el dinero necesario para poder vivir aquí y poder pagar su pasaje de regreso con su madre. La familia sabía consolarla y apoyarla en esos momentos tan difíciles para ella, que tal vez no hacía que fuera feliz, pero sí que se sintiera mejor por lo menos un momento y además se lograba que pudieran tener una gran unidad entre ellos. Sin embargo este día la familia tenía un pequeño secreto que haría de esta navidad la mejor de todas para la tía Miriam. La noche transcurrió entre risas, cuentos, cantos, bromas y comida, bueno mucha, mucha comida. Llegó el momento del intercambio de regalos, todos se dirigieron a la sala, ocuparon sus asientos y comenzaron a repartir, los primeros fueron los niños pequeños con sus regalos, después los más grandes y hasta el último los adultos, todos estaban muy contentos con sus regalos pero la tía Miriam era la única que no había recibido ningún presente, se podía notar cierta tristeza en su rostro pero su familia se puso de pie y la abuelita le dijo que todos tenían una sorpresa preparada para ella, mandó a dos de sus hijos a buscar el regalo a la habitación de al lado y unos cuantos minutos después regresaron pero venían empujando una caja de regalo, color dorada con un gran moño rojo, además que esta era muy grande y se podía notar que pesaba mucho ya que otros dos hombres se acercaron a ayudar a empujarla y así esta pudiera terminar justo frente a la tía Miriam. La abuelita le ordenó que la abriera y después de 70
esto hubo un gran silencio en el cuarto, toda la familia se encontraba expectante, impacientes y emocionados esperando que la tía viera el regalo. Miriam tomó un punta del listón y tiró suavemente de él hasta que se deshizo por completo el gran moño y acto seguido dejando ver su regalo, el mejor regalo de navidad, era su hijo Felipito que estaba dentro de esa caja, después de tanto tiempo en el extranjero tan lejos de ella, inmediatamente lo rodeó con sus brazos, le besó su mejillas y comenzó a llorar de alegría al igual que su hijo y éste le dió otra noticia, que ya no se volvería a ir ya que le habían ofrecido un trabajo cerca de su hogar, que es junto a su mamá y toda su familia que había apoyado con un poco de dinero para que así pudiera pagar su pasaje de regreso a casa, además de que ya quería regresar desde hace mucho porque los extrañaba demasiado. Se sentaron todos frente al árbol que se encontraba frente a la fogata, viendo cómo se prendían y apagaban aquellas lucecitas multicolores que se reflejaban en sus ojos, con una sonrisa estampada en el rostro y comenzaron a entonar hermosos villancicos, sintiéndose alegres y completos. La noche era perfecta, ya que ni el frío que hacía en ese momento podía romper con la calidez y felicidad que sentía Miriam en su corazón al tener a toda su familia completa nuevamente. Autora: Valeria Saavedra Quevedo Preparatoria La Salle Oaxaca
La verdadera importancia de la Navidad Samanta era una niña muy linda que vivía con su papá en un pueblo alejado de la ciudad, en una casa pequeña pero muy linda y cálida, con una hermosa chimenea en donde el padre y la hija se la pasaban todas las noches hablando sobre lo que les había ocurrido durante el transcurso del dia. Su papá era agricultor, cultivaba productos como elote, rábanos, zanahorias, etc. Pero eso no bastaba para tener una vida como realmente le hubiese gustado a su padre. Ella normalmente le ayudaba con su trabajo y con las cosas del hogar debido a que su mamá había fallecido, sólo se habían quedado ellos dos. Pero aunque Samanta no se quejaba mucho para no hacer sentir mal a su papá, también deseaba una vida distinta como las de sus demás compañeras del colegio. A su escuela iban niñas de todas las clases sociales, pero ella no tenía muchos recursos ni disfrutaba de los privilegios que tenían los otros compañeros de su salón. Los niños iban al colegio con sus mejores ropas, lo soportaba, pero cuando se acercaba la época de Navidad ellos no se aburrían de contar todas las cosas que le pedirían a Santa, casi seguras de que les iban a traer todo lo que pidieran, pues así era todos los años.
Cuando pasaron las vacaciones y regresaron a la escuela su alegría era tan grande que no cabía en sí de la emoción. Comprendió con total certeza a qué se refería su padre cuando decía que esas eran fiestas para personas que no tenían un objetivo claro en la vida y que realmente solo esperaban esas fechas para recibir regalos y cosas materiales y se estaban olvidando de la verdadera importancia de la Navidad. Ella sabía que quería a su gato y sobre todo a su padre y que vivir en el pueblo era una de las grandes suertes de la vida y aunque su vida no había sido fácil desde que su mamá falleció, ella tenía a su padre y eso era suficiente para que estuviera bien. Y al fin comprendió que no todo en la vida son las cosas materiales, sino las que nos hacen feliz y sobre todo las cosas que nos hacen crecer como personas. Autora: Margarita Toscano Sebastián Preparatoria La Salle Oaxaca
Samanta en cambio nunca había tenido un regalo de Navidad. Su padre ya había hablado con ella respecto al tema y le explicó que él no estaba de acuerdo con esas fechas porque a las personas sólo les interesaba lo material, no estar con sus seres queridos; además no tenía dinero para comprar regalos. Ella lo entendía y apoyaba a su padre pero de igual manera se sentía mal. Cuando llegó Nochebuena preparó pollo enchilado con espagueti e hizo café negro como siempre lo hacía en Navidad para comer ella y su papá y como cualquier otro año, después de eso iban a dormir. Esa noche Samanta estaba a punto de irse a dormir cuando de pronto oyó un ruido en la puerta de la casa. Salió con una linterna y encontró metido en una lata vieja un gatito que lloraba sin parar. La niña se acercó a él, lo agarró y lo llevó junto al fuego para que se calentara y lo envolvió en una cobijita.
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Espíritu Navideño Simplemente vivir en el vecindario era lo máximo y más estando cubierto de nieve lucía la agradable y grata convivencia que se vivía ahí. La nieve estaba sobre cada choza, pero la del abuelo se diferenciaba porque salía humo por la chimenea. Su choza era de madera y en esta época fría del año daba un calor tan agradable que, junto al fuego formaba un ambiente cálido en la habitación, se sentía realmente bien. Julián, el niño pequeño de baja estatura, de tan sólo 5 años, piel amarillenta, y unos ojos grandes café almendrados, ya se encontraba entusiasmado por la época, estaba con su abuelo, Tobías, enfrente del fogón. Los 78 años, no pesaban sobre él, lucía como un abuelo sano, tenía abundante cabellera canosa, unos ojos verdes intenso, la piel bronceada: estaban los dos sentados de espalda hacía la chimenea en el viejo taburete grande de fieltro rojo, lucía como de los 80´s, tanto tiempo tenía. Sentíamos el calor de la lumbre en nuestras espaldas, Julián estaba recargado en mi hombro, sonriente y emocionado al ver el árbol grande, reluciente, con aquellas pequeñas luces brillando a su alrededor, de color azul, amarillo, naranja, rosa, todas brillaban y parpadeaban con la canción de Jingle Bells de fondo; la estrella reluciente, brillante, coloca hasta la punta del pino, le daba vida al lugar; y yo ahí, viendo la alegría que mi nieto sentía al ver el árbol reluciente, pude ver y sentir el espíritu de la Navidad, ese tan alegre, nos recuerda el tiempo en familia y el valor de disfrutarlo. Autora: Diana Belen Niño Ramírez Preparatoria La Salle Oaxaca
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La magia de la Navidad Cuando escucho la palabra Navidad lo primero que viene a mi memoria es el olor de la comida preparada por mi abuela para festejar ese día, el pavo en el horno y el ponche, la sonrisa de los niños cuando abren los regalos que Santa Claus les trajo, los villancicos que cantamos la noche anterior para recibir la llegada del niño Dios, la risa de mis tíos que se escucha hasta una cuadra después de la casa. Bueno, así era hasta hace unos cuantos meses, es así como lo recuerdo. Yo soy María Fernanda la hija mayor de los González; para mi familia la Navidad representaba la festividad más bonita del año, todos nos reuníamos para celebrar esta fecha, nos quedábamos en casa de mis abuelitos maternos y desayunábamos juntos la mañana del veinticinco. Por la tarde cada quien aportaba algo para la comida y volvíamos a comer juntos. Así era cada Navidad desde que yo recuerdo, éramos la familia más unida de la colonia y los vecinos se admiraban de que fuera así. Pero todo cambió tres meses antes de llegar la fecha deseada, a mi abuela le detectaron cáncer de pulmón y todos mis tíos decidieron alejarse de ella por un tonto prejuicio social, pues pensaban que era algo que no se debía tratar en casa y mucho menos tener a alguien tan cercano enfermo, era necesario evitar el dolor de una pérdida segura. Todos decían que no tenían tiempo para cuidar de una persona enferma y que preferían pagar para que alguien lo hiciera; que ilusos eran. Hasta mis padres decidieron internarla en un asilo, pues creían que era la mejor opción y que ahí le darían los mejores cuidados. Que ahí la tendrían en cuenta las veinticuatro horas del día, tenía a los mejores doctores de la ciudad atendiéndola y a personas de su misma edad con las cuales podía platicar, reír y jugar. Era todo, aparentemente, pero no, lo más importante que le hacía falta, el cariño, amor y paciencia de su familia.
como todos los años y que todo sería igual. ¿Cómo podían pensar en festejos cuando mi abuela estaba debatiéndose entre la vida y la muerte?, ¿Cómo podían decir que todo sería igual si faltaría la pieza más importante de la familia. Llegó el día, los niños reían de sus travesuras y abrían sus regalos, pero nada era igual a los demás años, la culpa empezaba a atormentar a la familia, nadie pensó en ir a visitar a la abuela al asilo y si lo hicieron prefirieron guardar silencio, se escuchaban muy pocas palabras y nadie quería tocar el tema. La magia de la Navidad se había perdido pues el alma que le daba viva a este día no estaba presente. No había Navidad perfecta si no estaba toda la familia reunida. Mi padre tocó el tema rompiendo el gran silencio de los presentes: no es una Navidad como todas, exclamó él, hace falta mamá y todos lo saben, está muriendo y nosotros no hemos podido hacer nada por ella propongo que ayudemos a nuestra madre que es la persona que nos ha enseñado a convivir en estas fechas, que la saquemos de ese asilo y la traigamos a la casa de donde no debió salir, así, con nuestro cariño y afecto le daremos fortaleza para que se recupere, porque esa es la mejor medicina que le podemos proveer. ¿Por fin se han dado cuenta que magia tiene la Navidad? les dije yo, pues no es sólo un festejo como tal sino más bien es la unión de las familias que no sólo debería ser de estas fechas sino de todos los días. La Navidad lo que busca es unir a las familias para que se perdonen todo lo malo que se han hecho durante el año y que se preparen para recibir un nuevo ciclo en el que comiencen con nuevos proyectos. Desde ese día mi familia regresó a la abuela a la casa y ella se recuperó. Ahora después de un año sabemos el significado de la Navidad y lo practicamos uniéndonos con amor. Autora: Perla Mitzi Cruz Cruz Preparatoria La Salle Oaxaca
Pasaron los días de su asilo y ella en lugar de recuperarse, decaía cada vez más; trataba de visitarla muy seguido, pero mi cariño no era suficiente para levantarle el ánimo. Deseaba que llegara Navidad para que todos fueran a visitarla y pasaran con ella quizá su última Navidad. A tres días de la fecha, uno de mis tíos llamó por teléfono a mi papá y le preguntó cómo celebrarían la fecha más importante del año. Mi papá le dijo que 73
Una nueva familia Me encontraba caminando por la calle dando un paseo, recordando a mi antigua familia y hogar; actualmente vivo cerca de un basurero, fue muy difícil encontrar un nuevo lugar para vivir; había lugares en los que los perros callejeros me echaban, otros en los que los humanos me despreciaban y otros lugares que estaban muy vigilados por la perrera. Extrañaba demasiado a mi familia, ellos me amaban mucho también, pero un día algo extraño pasó y se quedaron sin dinero por lo que ya no podían mantenerme, así que me abandonaron en la calle. Hoy es Navidad y mientras estoy en búsqueda de comida observó que las casas están adornadas para la ocasión, hay árboles con luces, muchos regalos, familias reunidas, lo que me gusta de la Navidad, la felicidad que trae hacia todos. En ese momento me percato que hay una casa diferente a las demás, una casa que se parece a mi antigua casa. En ella hay un nacimiento debajo del árbol y en él, se encuentra el niño Jesús. Recuerdo que mis antiguos dueños, solían hablar sobre este tema, los humanos poco a poco han olvidado el verdadero significado de la Navidad y sólo se han ido por lo material: los regalos, la comida, los adornos, etc. Mis dueños solían arrullar al niño, cantarle y adorarle, era una familia muy feliz y amorosa, vivían en armonía, y la familia a la que observaba ahora desde la ventana lucía igual. De pronto escuché un llamado, era un niño que vivía dentro de la casa, me acerqué a él y me hizo una seña para que entrara, era en lugar muy acogedor y había calefacción, me ofrecieron comida y agua, mientras comía observé cómo convivían y estaban felices, después de la cena arrullaron al niño Jesús y le cantaron, después abrieron los regalos, antes de irse a dormir, los dueños me dejaron quedarme en su casa, al pasar el tiempo ya se habían encariñado conmigo y yo con ellos, me adoptaron y ahora vivo feliz con mi nueva familia. Autora: Andrea Itzel Pérez Méndez Preparatoria La Salle Oaxaca.
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