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ELECTRÓNICA & ROLL – SERGIO BIFEIS
from DJ Mag Es #133
ELECTRÓNICA & ROLL
Autor: SERGIO BIFEIS
La sexta ola de esta maldita pandemia volvió a golpear al clubbing. Tras dos meses, desde mediados de diciembre a mediados de febrero, las prohibiciones en diversas comunidades autónomas fueron en la misma dirección: el cierre del denominado ocio nocturno. Habrá gente a favor y en contra de dichas medidas, pero es normal que escame que siempre sea “el mundo de la noche” quien paga los platos rotos al cargar con cierto estigma social desde los tiempos del desfase de la ruta del bacalao, que, curiosamente, a día de hoy se considera como un fenómeno contracultural al que se le da la importancia que merece.
Cada uno aportará sus razones para una cosa u otra, pero estos días ha llamado especialmente la atención una reflexión de Cora Novoa en su canal de Twitch sobre la definición que se establece en nuestro país del ‘ocio nocturno’, en contraposición a otro concepto con más enjundia como puede ser el de la ‘cultura de club’ que -a nivel institucional en otros países, como la siempre vanguardista Alemania-, hace que tenga una especial protección por su valor cultural y reclamo turístico. Un trato de respeto -cristalizado en ayudas económicas justas en tiempos de sacrificios- hacia las personas y trabajadores que lo hacen posible.
La RAE nos da varias definiciones de ocio, como el cese del trabajo, la inacción o la total omisión de la actividad. También se refiere a la diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque estas se toman regularmente por descanso de otras tareas. En este sentido incide que las obras de ingenio alguien las forma en los ratos libres que le dejan sus principales ocupaciones. En definitiva, nos habla del tiempo libre que tiene una persona. Por su parte, la cultura es el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico e industrial, en una época, grupo social, etc. Y aquí llega el quiz del asunto, todo lo que rodea a la cultura de club entronca perfectamente con esa definición, pero también tiene muchas analogías con la acepción de ocio.
Por supuesto que el discurso de Cora es completamente legítimo, muy válido y lógico; y desde estas líneas lo aplaudimos porque aspiramos a que se nos considere como cultura de manera formal y oficial. Pero más allá de terminologías, ella es una artista y una profesional que vive de su arte. Y como ella, podrían decir lo mismo todos los que dependen de que una sala esté abierta y que son parte activa de algo esencial para todo ser humano como es desconectar de tu día a día a través de experimentar la música en directo. Desde el portero hasta los camareros, pasando por los programadores y promotores o el dj local, diseñadores y hasta gente de comunicación. Si la actividad de las salas para, muchos puestos de trabajo directos e indirectos quedan irremediablemente afectados. Ese es el drama de los cierres, además de unas ayudas paupérrimas e insuficientes. Pero es aquí donde quizá tenemos que hacer una autocrítica que nos impide poder compararnos con la deseada Alemania. Y aunque no dudamos que hay salas que trabajan con una escrupulosa profesionalidad, no debemos olvidar que la gran mayoría que sustenta esta cultura de club no se dedica profesionalmente a ello. La mera pasión en unos casos, y las ganas de llegar a ese estatus profesional en otros, es el motor que lo mueve.
Cuántos programadores y promotores habrá, a los que no les supone un ingreso extra como una actividad secundaria o terciaria que hacen por puro gusto personal y amor a esta cultura, saliendo lo comido por lo servido en muchas ocasiones… Cuántos Dj’s y productores tienen el denominado day job (de lo que comen realmente) que no tiene nada que ver con la música, y los bolos sencillamente son un ingreso extra para caprichos o pagar facturas. Y si nos ponemos más quisquillosos, cuántos contratos con alta en la Seguridad Social hacen las salas a todo aquél que no es profesional. Cuántos cumplen y respetan el estatuto del artista. Cómo y de qué forma se le paga al Dj local de turno (si acaso no acepta pinchar a cambio de copas y exposición), o incluso al invitado. Cuántas facturas cobradas como falso autónomo se hacen cuando se pasa de cierta cantidad.Somos el país de la picaresca en muchos ámbitos de la vida, y esta no es la excepción. Estas son realidades palpables, problemas estructurales y unas prácticas que suceden de forma habitual por mucho que miremos hacia otro lado. Queremos ser cultura y, de hecho, formamos cultura, pero para la gran mayoría es una inversión en su propio ocio, aunque lo consideremos una forma de vida.