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LECCIONES del PATIO DE RECREO

COMO NIÑO, me emocionaba la hora del recreo enmi Escuela Católica. Allí, en el patio de recreo, aprendínuevos juegos de los profesores y de otros niños. Cuandose introducía un nuevo juego el primer paso para todosaquellos que querían jugar era aprender las reglas deljuego. En otras palabras, los "datos que asumimos". Sinun reconocimiento común de las leyes básicas y reglasque definían el juego, era imposible jugar. Todos teníanque aceptar las reglas o no había juego.

Lo mismo es cierto para toda la vida. Deben existir algunos datos que asumimos — verdades aceptadas — o habrá caos, desintegración y aun guerra , entre los países y entre las familias.

La Iglesia y la sociedad de hoy en día han expresado mucha preocupación acerca de que tan divididas, polarizadas e inhóspitas se han vuelto las cosas A menudo, la solución propuesta para esta angustiosa situación es que tratemos de ser más civilizados los unos con los otros, especialmente con aquellos que tienen diferentes puntos de vista. Esta civilidad debe incluir escuchar con paciencia. Este es ciertamente un buen consejo en cualquier comunidad y es uno de los frutos del reciente ejercicio de "sinodalidad" que muchos de nosotros experimentamos en la diócesis. Sin embargo, se requiere algo más para una verdadera paz y comunión: aceptar los datos, verdades que expresan la realidad, el “juego de la vida”, por así decirlo.

La raíz de mucha de la polarización de hoy es la falta de consenso en muchas de las reglas que se habían asumido hasta hace poco. Esto es especialmente cierto en referencia a lo que significa ser un ser humano; algo que muchas veces se conoce como antropología. Hasta hace poco, la Civilización Occidental había dado por sentado lo que podría llamarse una Antropología Cristiana, revelada por Dios: que somos creados por Dios, “a su imagen y semejanza”, lo que define nuestra naturaleza, le da sentido y nos la otorga como un don. Que los seres humanos hemos sido creados como uno de los dos sexos, masculino o femenino, y esta complementariedad de los sexos se ordena en la entrega de sí mismos en una comunión de personas, en el matrimonio, que forma la familia. La entrega total del marido y la mujer, representada en su comunión corporal, se ordena también a la generación de nueva vida. Este designio refleja dos cosas que asumimos que son increíbles y maravillosas, que hemos sido hechos a imagen de Dios y que el matrimonio, y la entrega del celibato, son imagen de la comunión con la Santísima Trinidad que da vida. De hecho,

uno de los datos más fundamentales está en nuestra propia existencia, cada uno de nosotros es un don de Dios. Esa es la base fundamental de la dignidad humana de cada persona, y ha sido asumida como un dato, aun por aquellos que no tienen creencias religiosas. Estos datos que hemos asumido han dado forma a la visión del mundo occidental por casi dos siglos. Están reflejados en las leyes, el arte y la cultura.

Sin embargo, se ha introducido un nuevo paradigma radical: que no somos los receptores del Divino Donador, sino que tenemos nuestra total autonomía, que somos libres para definir nuestra propia realidad. En el nuevo paradigma, hay pocos datos que se asumen, y nuestros cuerpos son más o menos como un lienzo en blanco para expresar lo que la mente determina. Esto no es más que el desarrollo adicional de la "revolución sexual". Tiene profundas implicaciones para el matrimonio, la familia y la sociedad. Cuando cada uno define su propia realidad, es imposible encontrar terreno común, armonía y paz.

Es importante reconocer que hay un número, que no es pequeño, de personas que experimentan retos y dificultades en la vida alrededor de lo que significa ser hombre o mujer, o simplemente un ser humano. Nuestra condición humana es frágil y todos necesitamos aceptación, compasión, paciencia y entendimiento. Sin embargo, al final no ayuda a nadie negar que hay datos, que son verdades que describen la realidad como Dios la hizo y como puede ser reconocida por sentido común y razón humana.

El desafío que se presenta a los Cristianos no es rendirse al caos, aun si eso significa ser marcados como herejes ante el nuevo paradigma. El papa Francisco ha hablado muchas veces sobre la lucha y el deber que tenemos de reparar y sanar en una sociedad cada vez más atomizada, dura e implacable La forma más segura de hacer eso es encontrar terreno común sin el cual ninguna sociedad puede sobrevivir. Al final, encontramos las verdades más importantes acerca de Dios y de lo que significa ser humano en la persona de Jesucristo, el Dios hecho hombre. Como miembros de la Iglesia, los Católicos tienen un deber con el mundo de proclamar el Don maravilloso de Jesucristo que es nuestra paz, y todas las verdades que hemos recibido de Dios como sus dones.

El Obispo James V. Johnston, Jr. es el séptimo obispo de la Diócesis de Kansas City-St. Joseph

RECURSOS COMPASIVOS en nuestra diócesis

Ministerio EnCourage: kcsjfamily.org/courage-encourage

Ministerio Truth and Love (Verdad y Amor): truthandlove.com

Oficina Diocesana de Vida Familiar y Matrimonio: 816-714-2371

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