Larga duración
ABARTH 500
Por Guille García Alfonsín
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l i k 00
s o r t ome
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5.000 kilómetros en algo así como año y medio. Eso es lo que llevo conviviendo con el Abarth 500 que conocemos aquí como Turbotín. No está mal, ¿verdad? El objetivo de 100.000 no queda tan lejos, y con un poco de suerte, lo alcanzaremos antes de que se acabe este 2012. Los sesenta y cinco mil llegaron el otro día, cuando nos dirigíamos a grabar el vídeo del 131 Abarth en Sabadell, que tanto os ha gustado. Desde el vídeo de los 50.000 kilómetros, poco o nada os había contado de turbotín, y es,
principalmente, porque poco o nada ha pasado relevante entre tanto. En los últimos quincemil kilómetros hemos visitado dos veces a los chicos de la Federación Vasca de Automovilismo, y a Ibauto para grabar la Copa Abarth y el Punto Evo, y hemos ido varias veces hasta Madrid y Barcelona por trabajo. El resto de viajes han sido de disfrute, o de mero transporte urbano. Hemos seguido aprovechando el 500 “hasta sus límites” con estripadas de fin de semana por las comarcales cercanas a “las oficinas centrales de La Picadura del Escorpión”, disfrutando de la
capacidad del coche, que sigue intacta. Curiosamente, los neumáticos Michelin Pilot Sport 3 se están mostrando como los mejores que hemos tenido montados hasta la fecha. Recuerda que han pasado por nuestras llantas las Pirelli P Zero Nero originales, y las Michelin Pilot Exalto. Las Sport 3 se están gastando lentamente, y conservan todavía mucho de su dibujo. De hecho, a estas alturas, cualquiera de los otros dos dibujos tenía ya claros signos de desgaste, cosa
que no está pasando con estas. Además, son las que menos “efecto sierra” están cogiendo. Y es que la acción del TTC y del ESP cuando “juegas fuerte”, frenando selectiva e intermitentemente las ruedas, genera “baches” en el dibujo de los neumáticos, pero no es el caso de estas Pilot. El agarre en curva mejoró mucho respecto a cualquier monta anterior, aunque (perdona que se me vaya la pinza un poco) echo tal vez un poco de menos esa “diversión” que daban las Pirelli en cuanto a poder descolocar más la trasera. Con las Michelin se tiene más tacto a
través de la dirección, y se puede pasar por las curvas más rápido. Tal y como marca el manual, nuestro 500 (a diferencia de la mayoría de los de los usuarios finales) está recibiendo cuidados cada 30.000 kilómetros. A fin de cuentas, nosotros los hacemos en menos de un año, y hemos comprobado el nivel del aceite cada 2.000 kilómetros, sin apreciar un gasto de una única gota. El coche sigue en plena forma, y no se echa en falta para nada chispa por parte del motor, que sigue tan potente como siempre. Cierto es que de vez en cuando conviene sacarle un poco “la carbonilla” y estirarlo de vueltas una vez por semana, porque el recorrido urbano lo deja un poco perezoso. Pero a nada que usamos su potencia unos cuantos kilómetros, recupera lo afinado de sus cuerdas vocales. Amortiguadores, muelles y frenos siguen en forma. Los discos son los originales, y apenas presentan desgaste alguno. Las pastillas parece que empiezan a pedir un cambio (las cambiamos al volver de Nurburgring, por razones obvias). El desgaste del interior del coche no es nada alarmante, y el cuero del volante sigue como el primer día. Los asientos delanteros están un poco más “trabajados”, pero para nada se ven “viejos”, no presentan grietas o marcas de desgaste graves. Vamos, que el coche pasaría por nuevo, y su pintura también. Sólo un chinazo en la luna delantera de proporciones microscópicas y un roce ligero en el paragolpes trasero ocasionado por un desalmado en un parking mientras
íbamos a la compra, pueden hacer ver algo de la edad del coche. Por lo demás está prácticamente nuevo. Pero quieres escuchar las pegas que han sucedido últimamente, y yo, desde mi talante 100% sincero, te las voy a comentar. Con el paso de los kilómetros, se nota el desajuste del coche en dos aspectos. Uno es un ligerísimo crujido que ha aparecido, en forma de grillo, en el techo solar abatible. Con él abierto no se escucha, pero con él cerrado, se nota al pasar por rizados del asfalto un crujido que a nadie molestará, pero que está ahí. Cuando el coche se ha quedado a revisar lo han ajustado, pero vuelve a aparecer. Probablemente el sonidito aparezca debido a lo duro de la suspensión y las estabilizadoras, y el trote que le hemos dado al coche (duro de verdad). Como dije hace algunos meses, si me volviera a comprar el coche me pensaría lo del techo solar, pero cuando llegan estos días de primavera se agradece mucho poder conducir despacito con el techo abierto, y la brisa primaveral dándote en la cara (si eres alérgico, disfrutarás también como yo del enrojecimiento de ojos y el taponamiento de nariz consecuentes... pero eso es harina de otro costal). El otro punto donde se ha notado el paso de los kilómetros es en el ajuste de la palanca de cambios. Poco a poco ha cogido un ligerísimo juego. Ahora se puede mover la palanca cerca de un centímetro con las marchas metidas (lo visteis en parte en el vídeo de los cincuenta mil), pero no es nada alarmante.
Después de 65.000 kilómetros, tanto por fuera como por dentro cuesta darse cuenta del paso de los kilómetros. Y eso que tampoco somos extremadamente cuidadosos con el coche.
En todo caso, la caja del Punto Evo parecía bastante más sólida, con recorridos más cortos y un enclavamiento y tacto claramente mejorado. Esperemos que cuando Abarth revise el 500, encuentre lugar para meter esa caja de seis velocidades bajo el capó delantero, pues va claramente mejor. Y es que la del 500 de ahora deriva lejanamente de la del Fiat Uno Turbo... Conclusiones hasta la fecha Siguen pasando los meses, los años y los kilómetros, y ahora nos espera una tanda de actividad frenética. En los próximos seis meses vamos a recorrer gran parte de la geografía española con eventos del ClubAbarth, y nos vamos a ir a rodar a los tramos del Rally Montecarlo, incluyendo el exigente Col de Turini. Será una recta final para la prueba de larga duración que se hará realmente dura, porque seguiremos a ritmo fuerte, y el coche se encuentra
acercándose al centenar de millar de kilómetros. Lo que es seguro es que seguimos encantados con él. Es un coche del que no me he aburrido (y puedo decir eso de bien pocos coches, porque he tenido 9 en 10 años...), y que me sigue gustando conducir. Ahora que lo tengo bastante por la mano, puedo permitirme el lujo de disfrutar exactamente cuando quiero, y sigue permitiéndome rodar con medias de siete litros cuando hace falta hacer un viaje tranquilo. Así que no da problemas de consumo excesivo. Hecho de menos un “extra” de potencia (kit SS, te quiero), y la suspensión Koni FSD y un autoblocante TORSEN serían claves para terminar de enamorarme para siempre. Tal vez alguien por ahí escuche mis súplicas y me haga caso, si no para esta generación, sí para la próxima... quién sabe.