La sátira y la política, una relación de amor y odio

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La sátira y la política Un relación de amor y odio

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Índice. Página 3 - A modo de introducción. Página 4 - Ideas iniciales acerca de la sátira, la política y el humor. Página 8 - Requisitos y formas de la sátira. Página 10 - Lo que debe hacerse y lo que hay que evitar. Página 11 – La sátira política: una visión histórica. Página 16 - Los viajes de Gulliver: Una sátira clásica y universal. Página 19 - Las caricaturas: primas de las sátiras. Página 21 - Aspectos y recursos característicos de la caricatura. Página 22 - Posibles tipos de caricaturas. Página 23 - Chaplin, la sátira política y social en el cine clásico. Página 27 - In the loop, criticando la política moderna. Página 29 - Todo el mundo es imbécil menos yo: El cómic al servicio de la sátira. Página 30 - Cuando George W. Bush Jr. es un villano: Lex Luthor presidente. Página 32 - El secuestro de El Jueves, o la sátira que se hizo realidad. Página 36 - A modo de conclusión. Página 37 – Glosario y anotaciones. Página 40 - Bibliografía.

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A modo de introducción. Desde que el hombre es hombre ha vivido en grupos y por ello ha existido la necesidad de una forma de liderazgo. Es imposible que los seres humanos estén solos, ya que siendo así no se desarrollarían completamente, pero para que haya una convivencia correcta también debe existir alguien que lo gestione y lo logre. En este punto estaríamos hablando de política. Pero en cuanto alguien ostenta un poder hay alguien deseoso de que lo deje, ya que el poder corrompe (y el poder absoluto corrompe absolutamente, que dijo Lord Acton) (1). Alguien que mande más que los demás, provoca que haya gente que esté por debajo, que deba obedecer. Unos son los fuertes y otros los débiles, siendo estos últimos incapaces en muchas ocasiones de pelear en igualdad de condiciones. ¿Qué hacer entonces? La solución, en un gran número de casos, ha sido el humor y es que “el humor es la defensa de los débiles contra los poderosos”. Cuando un pueblo se ve sometido, ve sus libertades encadenadas o sencillamente no está conforme con sus gobernantes, entonces alguien aparecerá para atacarlos y usará la comedia (en un amplio entendimiento del término). Nacerá la sátira y con ella la crítica a un sistema establecido. Muchas han sido las formas que han visto este género y sería imposible tratarlas todas, intentaremos dar una pequeña visión a lo largo del tiempo y posteriormente algunos acercamientos más concretos.

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Ideas iniciales acerca de la sátira, la política y el humor. La sátira es, según la definición de la RAE (y por supuesto el primer sitio en que un periodista debe mirar): sátira. (Del lat. saty̆ra). 1. f. Composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo. 2. f. Discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a este mismo fin. Bien se puede considerar como uno de los géneros literarios más hábiles y versátiles que existen, ya que no debemos olvidar que debe tener la capacidad para pasar inadvertida a los ojos de los censores pero no así del público, auténtico beneficiario de esta práctica y es que “el humor es la defensa de los débiles contra los poderosos”. Si bien para que esta exista es preciso que antes nos encontremos ante un estado de indignación, algo que nos provoque y haga que estemos en disconformidad con lo que está sucediendo a nuestro alrededor y por supuesto, quizá de los más relevantes, sea el ataque que se realiza contra el mundo de la política con la lógica evidente de hacer referencia directa a los gobernantes y a las personas que ostentan un lugar privilegiado (de una u otra forma) en nuestra sociedad. Desde casi los inicios mismos de la historia podemos ver ejemplos de esto, siendo el más antiguo (del que se tiene constancia) Aristófanes (2). Tampoco hay que dejar en el olvido a Marcial, durante el periodo romano, que ha sobrevivido hasta nuestros días con muy buena salud y conocimiento por parte de la cultura popular con sus “Dichos pícaros”. También otras referencias más actuales se dan en el ámbito de la literatura, destacando por ejemplo “Los viajes de Gulliver” (de la que hablaremos más adelante) o “1984” (3). Cabe destacar la importancia que tuvo en la edad media, aunque siga siendo una época en que el analfabetismo era generalizado pero los abusos nunca han gustado a nadie. Los temas que se trataban en esos lejanos y pasados tiempos son bien conocidos y familiares para nosotros. Por una parte tenemos los que hablaban de la mujer, algo que sin duda se nos muestra ofensivo hoy en día pero no olvidemos que no fue hasta hace no demasiadas 4


décadas que hombres y mujeres comparten los mismos derechos, en otro lado destacan los hechos políticos (que iremos comentando posteriormente) y hay que citar también la sátira anticlerical que sigue estando bien presente en nuestro mundo actual. Este tipo no es realmente, aunque en muchas ocasiones se tiende a confundir, igual que la religiosa. La primera está limitada a llevar al ridículo a la jerarquía de la iglesia (recordemos el hecho de ser una sociedad estamental) , mientras que la segunda se enfrenta directamente con las creencias o con la misma presencia de los dioses por lo que el contenido del ámbito político que puede tener es considerablemente menor. La mayor parte de esta producción, más correcto sería indicarlo por su importancia, la podemos situar en los siglos XII y XIII, destacando el “Carmina Burana”, compuesto por doscientas veintinueve poesías. Pasando al tema del humor político podemos decir, sin asomo de duda, que es un arte y más todavía, es un arte usado y comprometido ya que tiene una finalidad social, se denuncian los males de nuestra sociedad (y de las anteriores, dependiendo del tiempo en que se hiciera), se junta el aire que respiran los ciudadanos y se intenta lograr una forma de queja, en ocasiones más o menos oculta, pero no solamente es buscar la comedia o el absurdo para obtener así la carcajada, siempre debe tenerse una base real y esto es un punto que diferencia en un alto grado a la sátira de otras formas. Se juega a un juego, y perdón por la repetición, que conlleva cierto riesgo y es que no todo el mundo sabe aceptar correctamente una crítica o un ataque (buen ejemplo fue la polémica portada de “El Jueves” protagonizada por los príncipes de España, y que se comenta más adelante). Es labor del creador intentar evitar las represalias y por ello justificarlo con humor. Por supuesto todo esto ha ido evolucionando, si en el pasado teníamos la poesía y las cantigas hoy es común encontrarlo en diarios, programas y por supuesto en Internet, lugar en el que ha demostrado tener un puesto de importancia ya que es la red libre (más o menos, y en vista de hechos actuales puede dudarse) por excelencia. Quizá extrañe si decimos que en sus inicios los periódicos (ya que no siempre diarios, y menos en los comienzos del oficio) no tenían chistes gráficos, caricaturas y similares, aunque si existían algunas publicaciones más o menos especializadas que se ocupaban de hacer balance de los hechos de mayor actualidad o relevancia. Cierto es, hay que decirlo, que la vertiente crítica y (en cierta forma) justiciera que hoy existe no era todavía tal, en muchas ocasiones no se llegaba a a realizar un ataque de ningún tipo contra la persona que ocupaba el momento, siendo sencillamente un dibujo que se reproducía con la única intención de ilustrar un artículo y poco más allá. Por supuesto esto no siempre era bien visto por el político de turno, o el gobierno que estuviera, y menos todavía cuando la sátira era más evidente, llegando a censurarse o cerrarse distintos medios. En la radio se podía ocultar más, ya que al no contar con una imagen (y ser solamente sonido) se debe usar un lenguaje claro para no caer en el error y que los oyentes puedan malinterpretarlo, pero no por ello dejan de existir programas de corte humorístico o locutores con cierto tono en ocasiones algo malintencionado. Uno de los momentos más duros para este tipo de arte, siguiendo con la denominación 5


que le hemos dado al principio, es sin duda en las dictaduras. Y es que es en las democracias, con el derecho a la libertad de expresión cuando los humoristas (de un tipo u otro) pueden realizar su trabajo, y de la misma forma los ciudadanos pueden reírse y quejarse de la situación existente sin que haya ningún peligro para ellos (hasta ahora). Cuando se toma un gobierno por la fuerza, o democráticamente pero igualmente se torna en dictadura (no olvidemos el caso de Napoleón III), las cosas se complican en gran medida y es habitual que algunos creadores decidan terminar con sus sátiras y otros tantos exiliarse fuera del país, ya que en ocasiones es su propia vida la que corre peligro. Hay que tener cuidado y no confundir la sátira política con la protesta, ya que entonces estaríamos hablando de una cierta intención (en mayor o menor medida) de lograr una influencia en los votantes, lo que no es así y realmente el humorista se erige como alguien que expresa un sentimiento general, aunque no siempre esto es cierto y en otras muchas ocasiones solamente es lo que él piensa. En los géneros de opinión, a excepción del editorial que es mancomunado, solamente se refleja las ideas del firmante y de nadie más, eso debe tenerse en cuenta, pero sucede que en ciertos aspectos de nuestra sociedad existen algunas cuestiones en que grandes sectores poblacionales coinciden sobre un mismo tema. Prueba de ello, y aprovechando para hilarlo con la breve mención de Napoleón III (4), sería “El diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” (Dialogue aux enfers entre Machiavel et Montesquieu, en su francés original) que firmaba Maurice Joly (5) y en el que se tratan los intereses y pretensiones políticas del que más tarde se autoproclamará emperador. Existe también la corriente de pensamiento que dice que el humor político debe lograr una opinión pública concreta, llegando el caso también de ser el germen de un movimiento o similar, pero esto deja en el olvido que la primera función que debe respetarse es la de entretener, al igual que un la de un conferenciante es no aburrir. Si logras que la audiencia esté atenta a lo que dices, escribes o dibujas, y puedes hacer que lo recuerde es entonces cuando todo el esfuerzo cobra realmente valor y no se queda solo en calidad de producto de consumo rápido. Pero como ya se ha indicado esto tiene que ser una consecuencia y no tanto el objetivo a conseguir. No todo el mundo está capacitado para hacer humor, esto es algo que vemos todos los días en infinidad de programas o páginas en Internet (y posteriormente ridiculizaciones en zappings o similares), lo que conlleva a que muchas veces veamos a los propios líderes intentando lograrlo y teniendo una mala comunicación política. Debe dejarse esto a los profesionales, y más en un mundo tan mediático y globalizado como el nuestro en el que cualquier comentario puede ser interpretado de forma errónea y dar a una polémica, caso en el que podemos encontrar a Mariano Rajoy con su “niña” que logró no solo que los propios humoristas lo usaran, también se extendió hasta la población con una situación que ya en si misma era casi absurda. Actualmente algunos expertos, como el colombiano Germán Ayala Osorio, recomiendan centrarse en los llamados “wisecracks” o pequeños fragmentos de nueve segundos que obligan a dar una réplica ingeniosa sin tener apenas espacio para cometer un error (o si uno es poco hábil, para tener ese breve tiempo en decir algo realmente catastrófico). Esta práctica puede asegurar una recuperación mediática, ya que en el caso de extenderse más tiempo se correrá el riesgo de que los encargados de continuidad de una u otra 6


cadena decidan editar o cortar, con el evidente peligro de sacar totalmente de contexto lo dicho (algo usado tambiĂŠn dependiendo de la lĂ­nea editorial que se siga).

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Requisitos y formas de la sátira. Al hablar de sátira hay que dejar claro que existen algunos requisitos que han de cumplirse, en concreto dos que destacan por encima de los demás. Primeramente debe dejarse claro que aunque sea paródica no toda parodia es una sátira, y bien se puede ver en algunas conocidas películas como la saga de “Agárralo como puedas” que es una parodia en toda regla, en concreto de James Bond (6) y de todo el género de espías, pero no así una sátira. En el extremo contrario estaría “In the loop”, que se erige como una de las películas más ingeniosas de nuestra época, a pesar de su discreto pase y desconocimiento, que ataca la situación política existente pero sin caer en la parodia. En un punto intermedio tendríamos a “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” (“Dr.Strangelove” en su título original) (7), que cumple con ambas partes.

Hay que resistirse a las tentaciones tanto de orgullo como de caer en la vulgaridad, no todo el humor es igual y en ciertos temas hay que ser muy sutiles para no ser groseros (algo que no todo el mundo consigue). Igualmente se debe estar concienciado que aunque se pueda lograr congraciarse con el público, se puede terminar enfrentando a personalidades e incluso llegar a ser impopular socialmente por el ojo mordaz y el ataque a las formas de poder establecidas.

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Existen dos formas clásicas de sátira, el aforismo y el epigrama. El primero está relacionado con la sabiduría y la prosa, mientras que el segundo lo está con la línea del ingenio y el verso. Hay una tercera también relevante, la fábula (aunque de forma general la asociemos a pequeños cuentos infantiles). Un epigrama, cuyo significado original es “algo lapidario y permanente, como una inscripción en piedra”, tiene una intención de permanencia en el tiempo pero también de burla, de intentar sacar a la luz los vicios y defectos de una persona, pero siempre mediante el uso del verso complejo y formas elegantes, lo que no deja de ser (desde cierto punto de vista) más cruel que el simple insulto. Parte del buen funcionamiento de la sátira es la llamada “orientación afectiva”. Esta tendencia indica que una información es aceptada por los ciudadanos mientras esté avalada por la persona que se considera líder del tema que se trate. Esto hace que la comunicación política se personalice, ya no es un partido o una rama de pensamiento la que se critica, es en concreto un rostro y una persona la que se verá afectada. Aunque esto es un apartado positivo para la realización de la sátira, conlleva grandes peligros en lo que a la toma de decisiones se refiere, pudiendo encontrarse casos de personas que confíen en uno u otro político a pesar de los antecedentes del partido (o por eso mismo), en nuestro país tenemos el caso bien claro del “Felipismo” con multitud de votantes que no iban por el PSOE pero sí por su dirigente. Aunque existe esta personalización, debe tenerse siempre y ante todo respeto por la vida privada de cada uno. El trabajo y la actitud pública son objetos conocidos y bien pueden ser usados, no así lo que suceda de puertas para adentro que en todo momento debe dejarse aparte.

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Lo que debe hacerse y lo que hay que evitar. Existen cuatro reglas mínimas, en ocasiones hoy olvidadas según queda patente en algunos programas televisivos, para los contenidos en cualquier medio de comunicación: 1) 2) 3) 4)

La regla del buen gusto evita la sordidez. La regla de la salud social evita la apología del delito. La regla de la decencia evita lo escabroso. La regla del equilibrio evita el detalle innecesario.

Cabe citar en este punto al “Washington Post” (8) que dice que “respeta el buen gusto y la decencia, entendiendo que los conceptos de la sociedad acerca del buen gusto y la decencia están constantemente cambiando” pero apostilla que “como difusor de noticias, el diario observará la decencia de un caballero particular”. En el punto contrario tenemos lo que se debe evitar, y que tristemente un cierto tipo de periodismo (el denominado “basura” o “schund”) no respeta: 1) En relación con la expresión o el estilo: lenguaje vulgar, suma de tópicos y lugares comunes. Vocabulario pobre. 2) En relación con los temas: buscar lo fácil, frecuentes alusiones a lo personal y a las conductas sexuales de las personas. 3) En relación con lo que fomentan en la sociedad: subcultura e irresponsabilidad. Nada es sagrado ni merece ser respetado. 4) En relación con la información: inútil, innecesaria y no añade nada nuevo. Para que exista la sátira política deben darse ciertas circunstancias para ello: 1) Un cierto grado de libertad de palabra. 2) Disposición general de las clases educadas para intervenir en los asuntos políticos. 3) Debe existir una cierta confianza por parte de los escritores en que pueden influir en la dirección de los asuntos o al menos concienciar sobre ellos. 4) Finalmente tiene que haber un público dispuesto a disfrutar con el ingenio y los valores literarios, y por ello ha de estar preparado para ello. A nadie se le escapará que estos principios, y males, son igualmente aplicables tanto en el periodismo como en la literatura o el cine en general.

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La sátira política: una visión histórica. Ya se ha dicho que la relación entre política y sátira viene de lejos, siendo además la una necesaria para la otra. La primera es indispensable para el avance de la sociedad, ya que todos los sistemas precisan del cambio y sin la política (al menos a día de hoy) no se podría lograr. Por parte de la segunda puede decirse que es necesaria para acelerar ese cambio o hacer ver algo que hasta el momento permanecía oculto (o escondido, que no es lo mismo). Para que la sátira florezca se necesita la existencia de libertad, nunca lo hará bajo el ala de la tiranía o la dictadura y necesariamente se precisa un cierto nivel cultural ya que el público al que se dirige debe estar al día de los hechos políticos de su país (e incluso de fuera del mismo, llegado el caso). Aunque, ya lo hemos comentado, encontramos referencias satíricas desde el principio de los tiempos, tenemos que avanzar hasta la edad media para hablar más concretamente de su vertiente política ya que era la primera que sucedía en Europa (desde los tiempos de Lucilio bajo el puño del imperio romano) y por supuesto era de contenido anticlerical, que no religioso ya que no es lo mismo (y explicado está). Nos referimos a el “Ysengrimus”, situado por el 1150, una compilación de fábulas protagonizadas por un zorro y un lobo que discuten sobre asuntos de la iglesia. El pícaro será el primero de ellos, que es el que hace las réplicas al primero que viene a ser un sosias de un monje al que se describe en calidad de codicioso y bastante estúpido. Aunque su tono oscuro y estilo erudito lo diferencia de otras, ya que lo habitual es que fueran de carácter breve y casi para ser cantados (el analfabetismo reinante precisa que sea algo fácil de recordar) bajo el nombre genérico de “goliardescos” (9). Estas composiciones eran de carácter anónimo, escritas en latín (bien extendido y comprendido por el común de los europeos cultos) y no solo trataba sobre la crítica, ya que también se hablaba de los placeres del juego, de la embriaguez y la lujuria... aunque precisamente eran estos los que la propia iglesia denostaba con lo que tras esta exaltación de una vida de puro hedonismo (10) es fácil ver la posible sátira existente, que bien podía no ser buscada y ciertamente casual. De gran importancia es también “Carmina Burana” que parodia textos religiosos y otros que son directamente sátiras, con una especial predilección por los cardenales (y similares). Un ejemplo de lo que acabamos de decir es “El Evangelio según San Marcos de Plata” en el que se afirma que en Roma solo tiene voz el dinero, algo que casi asusta viendo la actualidad de esta queja ya que pasados los siglos sigue siendo un tema bien candente y de interés público. Destaca igualmente el “Aestuans intrinsecus” en el que “Golias” (denominado en ocasiones como “El archipoeta”) en lugar de arrepentirse de sus pecados se enorgullece de ellos diciendo “Mi propósito es morir en una taberna; que el vino esté cerca de la boca del moribundo; para que los coros de ángeles digan cuando vengan; “Dios sea clemente con este bebedor””. Quizá a primera vista pueda parecer algo inocente, pero una segunda lectura deja patente la denuncia sobre que la vida de los demás no es mejor que la suya propia, tampoco la de los eclesiásticos, pero al menos él no es un hipócrita. Encontramos así otra habitual forma de este género y es el lanzar la queja usando la vida de uno mismo 11


como plataforma para ello. Es en esta misma época, finales del siglo XII, cuando aparece la primera sátira política, o de las primeras ya que se encuentran datos contradictorios, de carácter no secular (además de no estar escrita en latín). Firmada por Bertran de Born (11), nombre conocido también por ser uno de los personajes que Dante (12) colocó en su infierno, aunque no de contenido totalmente satírico sí lo es político, llegando a acusar de cobardía a príncipes y barones, logrando además una repercusión en las actuaciones reales de los mismos. Avanzamos casi 300 años para encontrarnos con “Moral Fables” (“Fábulas Morales” en nuestro idioma”) de un maestro de escuela escocés llamado Robert Henryson. Aunque son fábulas conocidas aquí están pasadas por un nuevo prisma de fantasía y un humor algo ingenuo, pareciendo un hermoso vistazo a las tierras campestres de su país, hasta llegar a la parte moral del final que hace que no quede duda alguna de sus verdaderas intenciones. Aunque este es un caso de clara crítica, los campesinos son ovejas y los señoras quienes las esquilan sin problema, que incluso llega a dejar ver algunos escándalos y abusos, no es el paradigma habitual ya que por norma general los poetas estaban adscritos a una corte y el temor a sus amos les hacía callar. Esto, tristemente, es algo que se mantuvo durante mucho tiempo, haciendo que sea difícil encontrar otros rastros de real importancia y es casi hasta el siglo XVII que no encontramos hechos formales. Será aquí cuando realmente se alcance un auténtico estado de secularización del pensamiento político, encabezado por Maquiavelo y alcanzando la cumbre con “Leviathan” de Thomas Hobbes (13) (en el año de 1651). En esta obra encontramos un estudio sobre los sistemas políticos desde un punto de vista realista y ayuda la consideración de que los reyes estaban puestos en la tierra por la mano de Dios (o más bien por la gracia del mismo), además de fomentar el que debían hacerse cambios en la política y la lógica. Todo esto, junto a otros hechos que no ocupan en nuestro trabajo, constituye parte del movimiento racionalista que ayudará a cambiar aspectos fundamentales de la sátira, aunque a este respecto también hay que citar una evolución en la política misma, mayor interés del público por este aspecto de la vida y una desilusión general, germen necesario para que pueda existir una crítica. Si el pueblo está contento con sus gobernantes, entonces no sentirá la necesidad de oponerse a ellos de ninguna forma. Muchas de las sátiras existentes hasta este periodo trataban los temas después de haber sucedido, a partes iguales por las limitaciones de comunicación existentes como por el medio a represalias desde los poderes establecidos. Esto irá dejando de ser así y tenemos que hablar de “Absalom and Achitophel” de Dryden (14) o “Drapier´s Letters” (“Cartas de un pañero” en nuestro idioma”) de Swift, que será recordado por la posteridad gracias a su Gulliver. Empieza a aparecer la que será considerada la sátira inglesa clásica, que destaca por su gran calidad y su conexión con los asuntos públicos del momento, lo que despierta el interés de sus vecinos al tratar temas de su mundo y conocimiento. Muchas de estas obras se recopilaron posteriormente en colecciones bajo el nombre “Poems on affairs of State” o “Poemas sobre asuntos de Estado” que no deja lugar a duda de su orientación y motivos de escritura.

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Muchos autores se vieron obligados a publicar con seudónimos y en versiones manuscritas, algo que asusta ya que no tiene realmente mucha diferencia con lo sucedido en nuestro país hasta hace pocas décadas o lo que todavía acontece en algunos puntos del mundo. Al igual que los temas que se tratan tampoco han cambiado tanto, tristemente las situaciones que se suceden tampoco. Algo que sin duda da que pensar. La citada “Absalom and Achitophel” es un elemento curioso en esta, podemos denominarla primera época, ya que no es realmente un ataque al gobierno (como la mayoría de las existentes), en este caso estamos ante un contraataque, escrito además a sugerencia del rey Jacobo como defensa ante la situación en que se le había colocado (se intentó aprobar una ley que impediría que su hijo ascendiera al trono). El autor usó la metáfora del rey David, con lo que de nuevo nos encontramos con el recurso de usar conocidos pasajes de la Biblia para unos fines bien distintos de su concepción original. Posteriormente encontramos una especie de vuelta al pasado con las “broadsides”, hojas sueltas que se cantaban con viejas tonadillas. Escritas tanto por consagrados poetas (por diversión pura o bien por propaganda) como hechas por creación popular. La, quizá, más influyente fue “Lilliburlero” del conde de Wharton, en la que se ataca directamente al rey, siempre de forma algo velada. Destacan también la “Dunciada” de Pope y “The Beggars opera” de John Gay, ambos inspirados por el ya citado y bien conocido Jonathan Swift. En ambos casos los objetos de ataque fueron la guerra entre Francia e Inglaterra, y posteriormente el largo mandato de Sir Robert Walpole (15) (bajo el nombre de “Peachum” en la segunda, y apareciendo también en “Los viajes de Gulliver” como “Flimnap”). La obra maestra de Swift, “Los viajes de Gulliver” no produjo, tal parece, ningún efecto sobre la política del momento,a pesar de la cantidad de referencias directas pero que ha quedado en el imaginario colectivo como una obra más de fantasía y prácticamente vaciada de su ideología inicial. El autor indicaba, en una réplica al omitir unos pasajes en su publicación en Francia (bajo la excusa de ser incomprensibles allí) “Los mismos vicios y las mismas insensateces reinan en todas partes, o por lo menos en una ciudad, una provincia, un reino o incluso una época (…).” Su sucesor más directo fue John Gay (a quien hemos nombrado unas líneas arriba), quién también se acercó a la figura del primer ministro Walpole, en su obra “The Beggar´s Opera” (1728) al que hace aparece bajo la representación de Peachum, según hemos indicado ya, (juego de palabras por otro lado con la significación de peach, melocotón traducido a nuestro idioma) como un comprador de objetos robados y delator de sus propios camaradas. Se considera a esta obra como una variante del género pastoral, aunque aquí los criminales protagonistas hablan con el cuidado lenguaje habitual de la Corte y del Parlamento, lo que hace que veamos al ministro y compañeros como corruptos, reducidos al nivel de los bajos fondos (y por ende también se plantea así la política whig) (15). A pesar de ser objeto de la crítica, el satirizado no dudó en aplaudir esta obra y él mismo recibió elogios por su aceptación y deportividad. Sin duda el hombre sabía lo que se hacía, y es que la política es un arma de doble filo con el que conviene jugar con mucho 13


cuidado. La continuación, “Polly”, se prohibió para su representación en el teatro (se da por hecho que por mandato de Walpole) aunque sí se permitió que fuera publicada. Es curioso que no se hiciera esto con la primera parte, pero es probable que de haber llegado a suceder fuera mayor el escándalo que lo contado en la propia ficción. Algo que pasó hace no demasiado tiempo en nuestro propio país con el secuestro de la revista “El Jueves”, y de lo que hablaremos más adelante. Este hecho, y otros como la novela “Jonathan Wild” (16), hicieron que se aprobara en 1735 la Licensing Act, que logró hacer desaparecer (al menos de forma momentánea) a la sátira de los géneros dramáticos ingleses. De nuevo aparece la censura y otra vez comprobamos que aunque el tiempo pasa, no cambian tanto las cosas. El resurgimiento vendría gracias a John Wilkes (17) y más en concreto por su amigo el reverendo Charles Churchill en una inversión de papeles. Si durante mucho tiempo fue la iglesia uno de los objetos de las críticas, es en este caso un religioso el que hará encendidos poemas y textos de sátira y crítica contra el estado. Es en sus últimos años de vida cuando encontramos “Prophecy of Famine” (“Profecía del hambre”) en la que ataca a los escoceses, y también “The Duellist” (“El Duelista”) enfrentándose a los enemigos de Wilkes en la Cámara de los Comunes. También tuvo su pelea con el caricaturista Hogarth y su “Ese diablo de Wilkes”, con la que llamó “An Epistle to William Hogarth”. Y por supuesto hay que hablar de Byron, auténtico heredero y artífice de esta nueva vida del género. Este más que conocido poeta es todo un radical, y muestra de ello es esta breve frase en que dice “(...) plena, jurada y absoluta detestación de cualquier despotismo de cualquier nación”. En “Vision of a Judgement” (Visión del Juicio), que data de 1822, usa al espíritu de Jorge III como representación del “viejo y estúpido sistema”, ya que nos encontramos en plena etapa de cambios y de avances en lo que a cuestiones tanto sociales como políticas se refiere. Pero también encontramos sátira en su inconcluso “Don Juan” (por su muerte en 1824), que es a partes iguales novela y autobiografía de corte realista. También importante fue Shelley, destacable poeta lírico con una ideología política anarquista. Este literato escribió “Oedipus Tyrannus or Swellfoot the Tyrant” (“Edipo Tirano o Swellfoot el Tirano”) que es también un ataque contra el rey Jorge III (publicado en 1820), aunque no estaba desprovisto de dudas y en “Fragment of a Satire on Satire” (“Fragmento de una sátira sobre la sátira”) dice: “Si el látigo de la Sátira pudiera despertar a los dormidos perros De la conciencia, o para borrar las más profundas heridas, O las leprosas cicatrices del cruel infortunio. Si pudiera hacer que el presente no fuera, O que por encanto el oscuro pasado nunca hubiera existido, O volver el pesar en su esperanza; ¿Quién haya visto 14


Lo que Southey es y lo que fue, no exclamaría ¡Fustiga, pues!?...” Tanto en Byron como en Stendhal, en concreto en su novela “Rojo y negro”, y también en las caricaturas de Daumier (18), se puede ver un claro desprecio hacia la nueva ética burguesa pero también un deseo (ciertamente romántico) de libertad. Aunque una gran parte de la sátira se encuadra en Inglaterra, no fue esta la única vertiente y no podemos terminar este rápido repaso sin citar al menos un ejemplo de relevancia que tiene su haber en otro país. Tenemos el caso de Heinrich Heine en Alemania, un judío converso que nunca dudaba al escribir sus opiniones sobre religión y política, aunque desarrolló gran parte de su trabajo desde el exilio ya que dejó su tierra natal cansado de la vulgaridad reinante. En “Alemania, un cuento de invierno” (1844) (un relato a partes iguales real e inventado) hace una dura crítica de la tiranía prusiana (todavía bajo el poder de los zares), pero también ataca al propio pueblo, a la estupidez provinciana siendo esto algo no tan habitual ya que no centra su sátira solamente en los poderes gobernantes. De esta forma hace ver que, no tanto en épocas pasadas, también es responsabilidad del pueblo aceptar las situaciones existentes. Hay que destacar la parte profética de este autor, ya que se adelanto a su tiempo previendo el oscurantismo nazi y de la dominación rusa.

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Los viajes de Gulliver: Una sátira clásica y universal. Un repaso algo más profundo nos ayudará a ver más claramente las intenciones reales que tenía su autor (19). El libro I, Lilliput , habla sobre la insensatez y en concreto su muestra en un mal gobierno. Estos pequeños habitantes tiene sus virtudes, casi en algún aspecto de forma utópica (no olvidemos que con todo es una historia ficticia). En Brobdingnag, segundo capítulo, tenemos el contraste al mostrarnos lo que es un buen gobierno. En aquel país de gigantes bondadosos, los hombres salimos mal parados resultando casi mezquinos. El libro III vuelve sobre el tema de la insensatez, en concreto en la isla de Laputa (que en nuestro idioma causa en ocasiones un pequeño problema de entendimiento). Aquí lo que vemos es el caos que puede venir de intentar aplicar a todo una respuesta racionalista, y así aparecen los habitantes de la ciudad voladora que casi han perdido el juicio en una búsqueda de especulación científica.

Los houyhnhnms, capítulo IV, representan la virtud y por contra están los yahoos, que son la total depravación. Este puede ser considerado el momento culminante de la novela, 16


mostrando los dos puntos opuesto que la raza humana, su conducta, puede llegar a alcanzar. Esta es solo la estructura general, algunos apartados (los gigantes y diminutos) son muy bien conocidos en nuestros días para la cantidad de adaptaciones que han tenido, y dentro de la misma el autor insertó una gran cantidad de referencias a la Inglaterra de su tiempo. El libro I es toda una alegoría a los últimos años del mandato de la reina Ana y primeros del rey Jorge, aunque cuidadosamente disfrazada y oculta. El peligro de enfrentarse a la realeza era demasiado y el autor ya lo había corrido con “Drapier´s Letters”. El enfrentamiento entre los tacones altos y los tacones bajos se centra en una discusión absurda sobre por dónde cascar un huevo. Por un lado se recrea a lo que sería Francia y al otro al heredero del trono, y por supuesto está Flimnap (Walpole, no lo olvidemos) que está en una cuerda floja por culpa de sus juegos políticos. Brobdingnag es justo lo contrario, es una utopía (Tomás Moro (20) hizo su sociedad ideal en su “Utopía” décadas antes) que muestra lo que Inglaterra habría podido llegar a ser de permanecer en el poder los tories. Irónicamente estos personajes parecen tener una política sana, pero el mirar bien de cerca se muestran algo repulsivos. Quizá la intención de Swift era expresar que todo sistema está corrupto, y que realmente ningún hombre está libre de pecado, pero esto es simple especulación. Cabe destacar la denuncia (a través del ficticio rey de ese lugar) de un “ejército permanente mercenario en plena paz y en medio de un pueblo libre”, de nuevo vemos como los temas que se tratan no son tan distantes a pesar que los tiempos históricos se sucedan. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. También indica que “quien quiera que haga crecer dos espigas de trigo o dos hojas de hierba en un terreno donde antes sólo crecía una, merecerá más agradecimiento de la humanidad y prestará más servicios esenciales a su país que toda la ralea de políticos juntos”. Una frase que se explica por si misma, y deja patente un pensamiento bien generalizado tanto en aquel entonces como en el hoy día. El tercer viaje, curiosamente escrito tras el cuarto, nos lleva hasta la isla volante de Laputa, que representa la corte de Jorge I. Allí da comienzo una revuelta (suprimido en las primeras ediciones por el casi peligroso interés que despertó en la época) que no es aplastada, por temor a dañar en el proceso el casco adamantino de su ciudad. El eje central está construido sobre la sátira hacia la Academia de Proyectistas (proyectista se refería más al que hacía planes para enriquecerse, mientras que virtuoso denominaba a los estudiosos de la ciencia). Esto puede hacer pensar que Swift fuera, en parte, ignorante respecto de la ciencia aunque es algo equivocado ya logra hacer una acertada parodia de los escritos científicos, pero en su consideración la especulación sin motivo o finalidad práctica era algo de interés secundario. En el siguiente capítulo hacen su aparición los caballos inteligentes, un apartado sin duda más fantasioso que los anteriores y el único no protagonizado por seres “humanos”, aunque en muchos aspectos sean igual que nosotros. Aquí se condenará la guerra, de forma general y no tan específico como los anteriores, y también las ideas auto 17


complacientes que existían sobre la colonización. Con todo esto en vista se puede considerar a Swift casi un adelantado a su tiempo, no solo critica al gobierno existente, realmente se enfrenta a todos ellos siendo un antecesor del anarquismo. Precisamente así es tratado por William Godwin, que considera que su error fue emprender ciertos ataques en una época equivocada (por otro lado, la única posible ya que fue en la que vivió).

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Las caricaturas: primas de las sátiras. Aunque en la misma línea que las anteriores, compartiendo muchas veces intenciones, tiene algunas diferencias aunque se pueden situar también (salvando las distancias) dentro del género de la sátira. Comenzando con la definición se debe indicar que la caricatura ha sufrido cambios en este mismo punto a lo largo de los siglos. Si nos fijamos en la vertiente aristotélica podemos decir que es la que “representa a los hombres peores de lo que son”, aunque más tarde, hacia el siglo XVI, se usaba el vocablo “caricare” que hacía referencia a trabajos como los de Agostino Carracci (21) (entre otros) en los que se encontraba arte y humor a partes iguales. Este es un punto característico y quizá el más relevante de todos, ya que con el paso de la historia se ha mantenido de forma continua. Si nos paramos un momento a mirar lo que decía Balzac (22), la señala como “un recurso agresivo y cordial”. Esto nos lleva a una cuestión importante, y es que el aspecto humorístico de este tipo de arte le protege en gran medida, ya que al tener esa vertiente muchas veces es tomado menos en serio que si de un artículo de opinión (o similar) se tratara. Emil Dovifat incide más en el apartado cercano a la sátira al indicar que es “cargar e insistir y es en sí la exageración satírica de las particularidades propias de personas o circunstancias, señaladas de forma certera o impresionante”. Esto encuentra un cierto apoyo en la idea que transmite Martin Grotjah con que “es una variante de lo cómico, cuyo objetivo es el desenmascaramiento y degradación de una persona investida de autoridad o fama”. Finalmente citaremos a Sizeranne que la separa en tres tipos: deformativa, caracterizante y simbolista. El francés aclara que la más habitual es la deformativa, aunque también suelen encontrarse ejemplos de la caracterizante en la que “puede acompañarse de una vestimenta de santo, revolucionario,... según sea el carácter de la persona”. Existe el pensamiento, equivocado, de que una caricatura es solo la representación gráfica de un físico en el que se hace hincapié en los defectos, esto no es así (o al menos no debería) y la auténtica tarea del autor es lograr también que el interior de alguien, sus convicciones e ideas, estén también reflejadas y sean a la vez cómicas que ayudan a pensar al público que las contempla. Según E.H. Gombrich (23) la función de un caricaturista “puede transformar a su víctima, puede aislar invariantes característicos que hasta entonces nunca habíamos usado para su reconocimiento”. Esto crea una nueva visión ya que hace que nos paremos a observar a una persona de una manera en que antes nunca lo habíamos hecho y teniendo la consecuencia de que “siempre que vemos al personaje no podemos evitar pensar la caricatura”. Hay que tener en cuenta una circunstancia básica y es que realmente no importa el rasgo que sea elegido para potenciar, siempre y cuando se le pueda identificar gracias a ello. Es habitual que un mismo autor siempre se base en un motivo específico, e incluso que 19


varios coincidan haciendo un aspecto físico el que deciden usar. Así tendremos que lo que un caricaturista intenta, y debería conseguir, es encontrar aquellos elementos asimétricos, anormales o sencillamente distintos de la persona a retratar (ningún rostro es igual) y jugar con ellos para exagerarlos, teniendo como consecuencia de esa acción el ser rápidamente identificado como algo humorístico. Realmente lo que se está haciendo es partir de ello y usarlo casi como si fuera un medio, más que una acción final.

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Aspectos y recursos característicos de la caricatura. A pesar de ser también considerada como sátira, o al menos hermana directa de la misma, hay un aspecto que bien puede hacerla diferir, y es la necesidad de ir acompañada absolutamente siempre de un texto que le aporte un sentido o de lo contrario el contenido político, la crítica social, se perderá y no será entendida por el público. En cambio una sátira gráfica es siempre, o debería serlo, entendible aunque solo sea por la representación que hace de ideas y elementos. Por supuesto, al igual que en otros muchos campos, dadas las muchas coincidencias entre ambas se encuentran en un gran número de ocasiones fundidas en una sola que reúne aspectos de las dos. Una caricatura tiene una vertiente negativa y es que aunque su función es generar la risa, lo cierto es que se basa en la ridiculización de alguien. Esto conlleva que, no siempre pero sí en general, el público encuentre el humor en un cierto estado de superioridad, ya que se parte de un objeto/persona que es el que se convertirá en la base para el humor. Hay que recalcar que algunos de los recursos que se usan tienen su inspiración en la literatura, no en vano ha sido donde se ha realizado más veces, destacando la hipérbole, metáfora, metonimia, paradoja, por supuesto sin olvidarnos de los dobles sentidos y los juegos de palabras. El de mayor importancia bien podría ser la hipérbole ya que se trata de una exageración, visual en este caso, y en palabras de Gombrich “es el rasgo más notable de la caricatura”.

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Posibles tipos de caricaturas. Como hemos dicho antes, al hablar del de nuevo citado Gombrich, hay más de un tipo y se pueden clasificar dentro de distintos apartados. 1) Editorial: Importante vehículo de opinión dentro de un medio. 2) Personal: Tiene a las personas como punto de referencia. 3) Psicológica: No se queda solo en el aspecto superficial del ser humano, intenta ir más allá y profundizar (su nombre bien lo indica) en la psique del individuo que se esté tratando. 4) Costumbrista: Un reflejo de la vida cotidiana de alguien, profesión, defectos... también acercándose a las modas existentes en el momento. Una de sus características sería el usar personajes que se han convertido en tópicos como los vendedores ambulantes o escenarios bien icónicos como la sala de espera de un hospital. Por supuesto esta no es la única forma posible de enumerarlas y también podemos centrarnos en aspectos más técnicos, teniendo así las que aparecen a continuación. 1) Impresa: Es la más habitual y conocida por todos, siendo la más cercana a las personas. 2) Fotográfica: Se toma como base una fotografía y se manipula siguiendo técnicas específicas de la misma. Actualmente se ha vuelto más habitual gracias a la mejora que ha habido en este campo y las posibilidades que aporta el mundo del tratamiento digital. 3) Escultórica: En esta caso estaríamos ante el único tipo que está establecido dentro de nuestro mundo, dada su condición de objeto tridimensional. 4) Radiofónica: La palabras es la que la mueve, siendo característica del género de opinión y usando muchas veces a imitadores ya que en la radio solo tenemos la posibilidad de la voz para que nuestro público nos entienda. 5) Televisiva: En algunos aspectos muy parecida a la anterior. Es también habitual los imitados o dobles. En este aspecto hay que cuidar el maquillaje o prótesis del actor, ya que se tiene que lograr que los espectadores identifiquen claramente al político o personaje que se está parodiando. Aunque hay muchos parecidos y cuestiones que no han cambiado desde las primeras caricaturas, hay que dejar claro que si en los pasados siglos muchas de ellas no pasaban de ser una simple recreación de la fisonomía de alguien, actualmente se intenta también buscar el interior de la persona retratada, haciendo así que estemos (como ya se ha comentado) muy cercanos a la sátira. El mundo de la política está inexorablemente unido al del humor gráfico, principalmente al que se publica en los diarios y publicaciones que salen al mercado bajo el nombre “periódicos” (ya que no siempre precisan de tener su salida día a día). La visión afilada, sagaz y una capacidad para sacar la puntilla al momento, esos son algunos de los valores que un humorista gráfico debe tener.

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Chaplin, la sátira política y social en el cine clásico. El mundo de la sátira llega a un gran número de artes y aspectos de nuestra vida, en ocasiones sin que realmente nos demos cuenta o más exactamente nos paremos a pensarlo a pesar de asumirlo. El cine es sin duda uno de los medios de masas más importante que existe, y las posibilidades que ofrece para enunciar ideas es casi ilimitado, en parte por la predisposición que el público lleva. A lo largo del tiempo, décadas desde las primeras grabaciones, han existido innumerables películas que han usado la crítica, el humor y la sátira como el centro de su llave argumental destacando, tanto por su saber hacer como por ser un clásico en sí mismo, Charlie Chaplin (24) o Charlot, que es la forma popular de referirse a él.

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Con una carrera actoral, además de director y guionista, que se extiende a lo largo de los años tiene dos obras en que la sátira es el elemento principal. Me estoy refiriendo, por supuesto, a “El gran dictador” y “Tiempos modernos”, historias que parodian y atacan la situación social de la época. Junto a “El Gran Dictador”, “Tiempos Modernos” es la obra más reconocida de la época dorada del británico Charles Chaplin. Este es el gran y primer ejemplo de crítica social camuflada en humor en el mundo del cine, o al menos uno de los clásicos más conocidos con esa idea. Detrás de las chifladuras con toques de vodevil (25), algo muy habitual en sus historias, característicos del personaje Charlot, se esconde un reflejo de los problemas sociales de ese tiempo, afrontados con una toque cómico, que recordemos es una base de la sátira. Durante los años 30, el mundo fue asolado por una crisis del sistema capitalista. Estamos hablando de una momento donde las condiciones laborales distaban, aunque no excesivamente, de las existentes durante la Revolución Industrial: el sistema Taylor (26). Este método aparecido en 1911, era el modo más empleado para la producción por las fábricas. Dicho sistema deshumanizaba a los trabajadores, convirtiéndolos en simples engranajes de una cadena inquebrantable dirigida por un reducto círculo cuyas máximas era la mayor producción en el menor tiempo. En otras palabras, los asalariados pasaban a convertirse en meros peones de un juego de ajedrez dirigido por los reyes. Los jefes son quienes ordenan y deciden qué es lo mejor y el resto no tiene ni voz, ni voto por ser una pérdida de tiempo. Así se ven reducidos a la máxima de ver, oír y callar. Usando esto de base, una forma que va cronometrada al milímetro, nos encontramos con escenas tan absurdas como un trabajador desayunando tranquilamente mientras está atrapado entre la maquinaria. Pero sin duda la imagen más significativa y reconocida de “Tiempos Modernos”, es la que nos muestra al conocido humorista enredado entre las máquinas, de nuevo la sátira y queja hacia una situación terrible que todo el mundo daba por buena. En apenas un cuarto de hora, la película nos ofrece esta visión de las fábricas. Durante el resto del metraje serán otras penurias humanas las que nos son presentadas en una época de cambios sociales significativos. Una sociedad en plena evolución que chocaba con un sistema que no permitía una salida de tono: movimientos políticos alternativos, huelgas, pobreza... probablemente todo lo que chocara con el ideal del sueño americano (al menos la idea del sueño americano que unos pocos tenían) era reprimido por las fuerzas de seguridad. Como punto curioso, aunque no relevante en la temática que se trata en este escrito, es que, a pesar de estar realizado en una época en la que el cine hablado ya se había impuesto, la mayor parte del filme es mudo. Cierto es que los efectos sonoros están ahí, pero apenas se pronuncia una palabra (sólo al principio lo hace el Gran Jefazo, como indicativo de su poder jerárquico). Así mismo, con esta película, Chaplin ponía (casi) punto final a su mítico personaje Charlot, el cual ya no tenía cabida en un negocio que daba predominancia a las historias con voz propia, o al menos con la voz propia de cada actor. 24


En “El gran dictador” nos encontramos con Hynkel, el tirano de Tomania, un hombre de una gran oratoria, un poco torpe, infantil y débil. Sin embargo, guarda un asombroso parecido con un barbero judío amnésico, tímido, torpe (también) y muy valiente. Son las dos caras de la misma moneda: el malo y el bueno, hecho que será usado con mucha maestría para criticar al nazismo en auge en aquel momento. Charles Chaplin es el genio encargado de dar vida a los dos. Hynkel, el archiconocido dictador, ostenta su capacidad de discurso ante todo el mundo, asustando a judíos y a micrófonos, que se apartan ante sus duras palabras. Parece que es el propio demonio el que intenta salir de su boca, y claro, a veces, se atraganta con tanta pasión y empeño. Pero con todo es un hombre precavido, y prepara previamente la traducción del discurso para dejar claro al mundo sus intenciones de paz. Realmente es un niño grande. Quiere dominar el mundo pero, al mismo tiempo, le asusta esa idea. Lo que quiere es jugar con él, como si fuera un globo. Pasarlo de una mano a la otra, darle vueltas, lanzarlo al aire una y otra vez (una de las más conocidas escenas de la película) … pero este siempre acaba por explotar en sus manos. Igualmente inestable es su carácter que le hace romper y lanzar todo lo que encuentra a su paso, ya sean nueces, plátanos o pasteles, en un homenaje al gag cinematográfico más clásico de todos los tiempos. Gran parte de la culpa lo tiene su archienemigo Napaloni, parodia de Mussolini (27), dictador de Bacteria. Su enfrentamiento por el mundo se asemeja a cualquier pelea entre chiquillos, más que dos políticos con ansias de poder lo que parecen son dos niños que quieren el mismo juguete. El barbero judío es más noble y humilde. No persigue la grandeza, pero el destino le tiene reservado jugar un papel más importante de lo que él nunca hubiera imaginado. Su torpeza desprende una gran ternura. Su valentía es admirable. Igualmente destacable es su habilidad con la navaja de afeitado, no en vano es su profesión, que se convierte en un instrumento de música, en un instrumento de arte. Charles Chaplin firma una película con la que pretende contar la verdad, abrir los ojos de la gente, denunciar las atrocidades y ridiculizar a los dictadores (Hitler y Mussolini), pero con su característico estilo lleno de humor, cercano casi más al teatro de variedades y usando personajes cargados de ternura que ayudan a que el espectador se identifique con ellos. “El Gran Dictador” es una Obra Maestra (con merecidas mayúsculas) porque es una sátira de la Historia (con mayúscula más que nunca, por la importancia del hecho en el que se centra). Todo lo que muestra es una verdad, una de las bases de este género, sin trampas. Lo único de lo que se vale Chaplin para contarlo es del espectáculo. Ese es su arma. Y es asombroso como utiliza este arte para mostrar hechos que ocurrieron de verdad, como la visita del dictador Napaloni (en su vertiente de nuestro mundo) a Tomania y el recibimiento que planea Hynkel al humillar al que en teoría es su compañero. Al final el barbero, al que todos creen su líder, se coloca delante de los micrófonos y lanza su discurso, que aunque tímido al principio va cogiendo fuerza y rotundidad, y con el que intentará que el mundo viva en armonía, libertad y democracia.

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Aunque citar solamente estas dos películas es no hacer justicia al enorme trabajo de este mítico hombre, la importancia que tienen dentro de lo que en este tema se trata las hace un buen exponente de como “el humor es la defensa de los débiles contra los poderosos”.

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In the loop, criticando la política moderna. Más actual, aunque de igual validez, es la más o menos desconocida “In the loop”, una producción que pasó muy discretamente por nuestro país. En ocasiones parece que nos olvidamos que existen más películas que las de Hollywood, con un presupuesto menor y otras intenciones, en parte por esa misma falta de líquido y otras, simplemente, por una forma distinta de hacer las cosas. “In the loop” es un título muy bien hecho, entretenido, satírico y bastante lleno de improperios. Un festival de personajes terriblemente normales (y por eso mismo más raros que ninguno), escenas de malentendidos, un montón de dobles sentidos y abundante mala uva. En la portada de la cinta, o más bien del DVD, puede leerse (de la revista Marie Claire) “La versión de teléfono rojo ¿volamos hacia Moscú? De nuestra época” y es cierto que el estilo de esa clásica película se ve aquí abrazado y actualizado a nuestros días, logrando un metraje en el que el espectador no dejará de reír desde un primer momento, pero igualmente al término pensará sobre lo que ha visto. Esta es una película de personajes y diálogos, lo que permite crear elementos tópicos sobre los que sustentar la sátira. Los enfrentamientos entre los distintos actores y sus interpretaciones es lo que mueve la historia, aquí no hay un golpe contra una puerta y no hay lanzamientos de tartas a la cara de nadie. Frases, palabras y sentidos enrevesados todo ello con un gran uso del lenguaje y un 27


cuidado trabajo por parte de los guionistas, haciendo que la crítica esté oculta a la vez que a la vista de todo el que quiera verla. Sin duda hay que destacar a James Gandolfini, nombre bien conocido por la famosa serie Los Soprano, en el papel del general americano George Miller. También hay que nombrar la actuación de Tom Hollander, un rostro que algunos habrán visto en la segunda y tercera parte de Piratas del Caribe, presentándose como un político soso y con pocas aspiraciones más que la de seguir vivo en el ring, una total representación de un mandatario que es realmente una marioneta en manos de otros. A su lado está Chris Addison haciendo las veces de su nuevo ayudante y jugando de forma bastante sucia, lo que tendrá terribles consecuencias para él y su carrera. Según Hollywood Reporter “In the loop es para morirse de risa, lo que demuestra con sus enredos, su tono ácido y la sátira general que hacen del mundo político de nuestro tiempo”.

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Todo el mundo es imbécil menos yo: El cómic al servicio de la sátira. Aunque hemos hablado de los caricaturistas, vamos a hacer un pequeño hueco para referirnos rápidamente a algunos cómics que han usado la sátira como forma de expresión. “Todo el mundo es imbécil menos yo, y otras agudas reflexiones” viene firmado por Peter Bagge (28), autor también de “Odio” y “Mundo idiota” que son sus obras más conocida a nivel popular (aunque no las únicas). Lo que aquí tendremos es la visión, bastante subjetiva, que el dibujante tiene del mundo que le rodea y por el que se mueve. Unas críticas nada veladas, unas ideas políticas bien al descubierto y la posibilidad de saber algo más de él pero contado por su propia mano. Con esta premisa parte el inteligente uso que el creador hace de un medio que generalmente es empleado para otros fines. Jugando con su dibujo caricaturesco y dando lugar a situaciones que, al menos en base, son reales. Realiza una sátira de muchos aspectos de la sociedad que le rodea que es, por otro lado, la de más actualidad en la Norteamérica en la que vive. Con el subtítulo “Hilarantes reportajes de cómic de investigación sobre la actualidad más candente” deja más que clara las intenciones que lleva en estas historias. Un pseudo-periodismo, bien cercano a la crónica, en el que él ha estado allí, en los lugares indicados o es que directamente el tema le toca realmente de cerca con lo que se siente implicado en mayor o menor medida. Una interesante forma de contar el día a día de nuestra sociedad, pero no a través de las letras en un diario, o la típica viñeta humorística, lo hace eligiendo un medio del que en ocasiones nos olvidamos de las infinitas posibilidades que tiene. Sus personajes son caricaturescos, casi directamente sacados de una serie de animación, plagados de vida y dinamismo, dejando una total y clara evidencia de la maestría para transmitir ideas y sensaciones. Esto sin duda ayuda a potenciar todo lo que quiere contar y las situaciones que pretende atacar.

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Cuando George W. Bush Jr. es un villano: Lex Luthor presidente. En los tebeos de superhéroes no es habitual encontrar sátira al uso, ya que por propia orientación se concentran en aventuras fantasiosas y no hay un espacio para más. Pero hace años hubo un hecho que causó cierta polémica, más en los medios especializados que en los generalistas, y es que Lex Luthor (29) llegó a presidente. Vamos a situar un poco. Lex Luthor es uno de los personajes más conocidos, ya que desde siempre ha sido el gran enemigo de Superman y por tanto es casi un icono. Primero fue un “mad doctor” (30), posteriormente un villano más bien colorista y actualmente un empresario capaz de hacer lo que quiera ya que el dinero, poder e inteligencia que tiene se lo permite. Antes de seguir, y para dar sentido a lo que ahora se contará, hay que hacer referencia a la llegada a la presidencia norteamericana de George W. Bush Jr. (31) en enero del 2001. El hijo del ex-presidente llegó a tal situación tras una muy reñida batalla electoral con Al Gore, entonces vice presidente, además de con cierta polémica y oposición de reconocidas personalidades que así lo hicieron saber públicamente, entre los que se cuentan los conocidos actores Viggo Mortensen o Matt Damon y el director Woody Allen. Esto llegó a un punto todavía mayor en la compañía DC Comics (32), bien conocida por su labor en el ya citado Superman y en el muy cinematográfico Batman, cuando en ese mismo 2001 el hombre que llegó a ser presidente no fue George W. Bush Jr., en su lugar era Lex Luthor el que se erigía como el líder más poderoso del mundo libre.

A primera vista, y más para alguien que no sea habitual lector de este tipo de historietas, puede parecer algo anecdótico y sin presencia de la sátira en ningún momento, pero 30


como veremos a continuación había más de lo que a primera vista podía parecer. Desde sus inicios siempre que había aparecido el presidente del gobierno de su país era una representación del que realmente estaba en el cargo, en ocasiones algo plano o sin mayor fondo, pero a fin de cuentas el que era. Esto es algo que siempre se respetó y también posteriormente, pero que en ese momento precisamente cambió. La sátira existente aquí no fue el usar una caricatura o realizar un chiste gráfico con la victoria (que se sospechaba iba a suceder), directamente la crítica que se hizo fue el no mostrarlo en los cómics de la editorial, omitiendo totalmente el hecho de que hubiera ganado las elecciones y dejando de esta forma clara la manera de pensar que allí tenían. Igual de importante fue el hecho de sustituirlo por Lex Luthor. Quizá lo más lógico hubiera sido el poner a un nuevo personaje creado para tal fin o a uno de los habituales héroes con mallas que pueblan sus páginas. En lugar de eso la decisión fue la de poner a uno de sus más representativos villanos, bien conocido entre los lectores por sus manipulaciones, jugar con las personas, ser alguien sin escrúpulos además de no tener problema en usar (o sacrificar) a nadie si de esa forma logra conseguir el objetivo que tiene en mente. Así encontramos que ese ficticio mundo de hombres que vuelan y dioses que caminan entre humanos, el reflejo de George W. Bush Jr. No era una versión dibujada de sí mismo, si no un temible malvado en clara representación, además de exageración (de nuevo el tema de la caricatura), de lo que un sector poblacional opinaba sobre el político en cuestión.

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El secuestro de El Jueves, o la sátira que se hizo realidad. La veterana revista “El Jueves” (33), heredera (para muchos) de “El Papus” (34), ha sufrido varios secuestros a lo largo de su historia. El primero fue precisamente con el que salieron a la calle, el segundo en el número siete en aquel mismo año de 1977. Esto es algo que no extrañará a nadie, viendo la vertiente política y la bastante mala uva que se gastan sus autores, todo ello en una época convulsa en que hacía bien poco se dejaba atrás una dictadura, y las viejas costumbres son complicadas de quitar. El tercer secuestro de esta publicación semanal fue, probablemente, el más sonado de todos y pasó 30 años después. Estamos en 2007, una época de en teoría libertad en nuestro país, pero debido a un chiste que ridiculizaba al heredero de la corona y su consorte se intentó una censura que demostró ser inútil. El sábado 21 de julio del 2007, el diario “El Mundo” publicaba la siguiente información “Del Olmo eleva a noticia mundial un chiste zafio contra la corona”, a cuatro columnas lo que deja bien claro la importancia que tal noticia parecía tener. El motivo de todo lo sucedido vino por la portada del número 1573 de la citada revista satírica, en la que se podía ver al príncipe y su esposa practicando sexo y diciendo el primero que “¡Esto va a ser lo más parecido a trabajar que he hecho en mi vida!”, todo en relación con el anuncio realizado por el presidente del Gobierno acerca de dar 2500 euros a cada familia residente por hijo nacido.

Una viñeta más, de las muchas que tratan a la familia real (que ha llegado a tener ejemplares monográficos), igual de humorística e irreverente que otras tantas pero en 32


este caso ocasionando el secuestro de la publicación según la norma vigente y acorde a lo que indica la ley. Realmente todo correcto, pero sin sentido viendo la historia de toda la revista y más absurdo considerando que precisamente por lo que se pretendía evitar (se supone) se logró dar más relevancia a la misma. La actuación del fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, fue capital siendo quien instó al secuestro de la misma y al castigo penal para los autores de la misma. El juez del Olmo hizo que se procediera a requisar el dibujo original y a la incautación. Aquí viene parte del absurdo, que bien podría haberse evitado con un poco de cabeza. Aunque se pueda llegar a la destrucción de la ilustración original en papel, esto no tendría realmente mayor utilidad ya que en la web de la revista está a disposición, al igual que existían registros informáticos de la misma. Y en un mundo que logró tener la foto de las hijas de Zapatero con Obama, el conseguir la portada de una revista no tiene mayor complicación y existen muchas formas de llegar a ella. El secuestro en sí mismo se hizo con días de diferencia de su salida a los kioskos, con lo que la mayoría de ejemplares ya estaban en manos de los lectores, y en cuanto se supo la noticia también a la venta en Ebay llegando a alcanzar valores de cientos de euros. Así que realmente el número cierto que se logró intervenir fue solo de algunas docenas, lo que apenas significa nada ya que cuenta con una tirada habitual de más de 100000 ejemplares. De forma internacional esto tuvo cierta repercusión, siendo noticia desde la CNN a la ABC, también Sky News o Al Jazeera pero más que el hecho de lo que el chiste decía (que realmente a nadie le escandalizaba ni parecía más importante que otros) fue el hecho del secuestro, lo que puso en entredicho gran parte de la supuesta libertad que se disfruta en España. Según el auto dictado en el Juzgado Central de Instrucción número 6 se dice que el dibujo muestra ser “claramente denigrante y objetivamente infame”. Si bien esto, desde cierto punto de vista, era más o menos verdad lo es también el que el escándalo social que provocó no fue responsabilidad suya, y vino como consecuencia de la acción emprendida por el juez y el fiscal. Albert Monteys (35) y José Luis Martín, director (en aquel momento) y editor se mostraron realmente extrañados ante todo lo que había sucedido. Aunque sÍ habíaN recibido en ocasiones alguna llamada de atención por parte de la Casa Real, se limitaban simplemente a sugerir una “reflexión”. En este caso era la primera vez, de las tres contando la presente, que el secuestro se había producido cuando la revista estaba en la calle. Esto no fue una vuelta a décadas atrás, fue todavía más firme que en aquel entonces. No hubo un arrepentimiento o rectificación alguna, y por supuesto se lo tomaron con humor que es la única forma de defenderse que puede tener un humorista. Siendo la respuesta una portada alternativa en la que el príncipe aparecía como una abeja y su esposa era la flor a polinizar, pudiéndose leer “¡Rectificamos! ¡Esta era la portada que queríamos publicar!”. El número 1575 fue un especial con el título “¡Semos peligrosos!” (además de durante una 33


temporada cambiaron la cabecera de “La revista que sale los miércoles” por la de “La revista que secuestran los jueves”) y agradeciendo las muestras de apoyo por parte de lectores y compañeros, llegando a publicar una fotografía de una pareja en la misma postura que los príncipes. El ridículo ya se había hecho, y no fue por parte de “El Jueves”. Albert Monteys reveló que también había recibido críticas y quejas por parte de otros medios, y en respuesta publicaron dos páginas con el título “¿Ellos nos llaman groseros?”, parodiando a ese colectivo que basa su día a día en la burla y el desprecio (e incluso la mentira). Mientras esto sucedía la Casa Real estuvo en un completo mutismo, quizá sabiendo que cualquier intento de arreglar algo solamente iba a conllevar más polémica. Realmente allí no se tuvo constancia de la denuncia QUE inició por la Fiscalía de la Audiencia Nacional, se había hecho de oficio sin que se hubiera solicitado, igualmente en la Zarzuela estaban bastante poco informados sobre este respecto. Aunque finalmente de las acusaciones iniciales se rebajó, en parte es de suponer a causa del revuelo innecesariamente causado, el juez insistió en que “la libertad de expresión o información no autorizan el empleo de apelativos injuriosos” a lo que los autores (Manel Fontdevila y Guillermo Torres) dijeron que en ningún momento tenían la intención de “injuriar o perjudicar a la corona”, y esto debe existir ya que es uno de los elementos esenciales para este delito. En esta historia la existencia de la sátira y el ridículo no vino por la portada en sí, ya hemos comentado que no tenía un más allá que otras publicadas anteriormente (o después) con un talante más osado y de ataque más directo, lo sucedido fue todo causa directa del hecho del secuestro. Hay que partir de la base que el uso de la imagen de los príncipes no fue en absoluto pensada para ridiculizar a la corona, y sencillamente fueron escogidos por su iconicidad que ayudaría a lograr lo que debería haber sido una broma más. La auténtica sátira fue la que la justicia misma realizó con todo este embrollo. Ridiculizándose a sí misma, y en el proceso haciendo que toda España quedará dañada en su imagen internacional al mostrarnos a la par que países dictatoriales o en los que la censura es algo que bien puede ser más habitual, aquí con el agravante de un secuestro. De la misma manera se logró el hazme reír patrio, ya que todo esto solo hizo lograr una peor fama del gobierno del momento y dudar de si realmente se vive en una democracia, todavía más sobre la libertad de expresión. Similar situación, aunque a un nivel menor en parte debido al desconocimiento del tema (y a no tratarse de una vertiente humorística, y solo la base para un dibujo), cuando la conocida editorial Marvel Comics usó de base una fotografía de Juan Carlos I para una imagen publicitaria de la serie “Dinastía M” (36), en la que en lugar de nuestro monarca aparecía Magneto, conocido personaje de la compañía. Aunque esto no tuvo tanto repercusión mediática, si es cierto que se dejó de usar esa ilustración pero no sin provocar un buen número de comentarios entre los habituales 34


lectores, profesionales y divulgadores de c贸mic que encontraron sin sentido la petici贸n y la pol茅mica.

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A modo de conclusión. La historia de política y sátira ha sido desde el comienzo una relación de amor y odio. La una necesita de la otra, la primera para darse cuenta de sus fallos y poder evolucionar (mejorar), mientras que la segunda siempre usará la actividad de los mandatarios y los hechos sociales para hacer su labor, siguiendo con su mirada crítica de la actualidad. A lo largo de las décadas, y siglos, los autores y los ciudadanos se han acercado a este tipo de humor para enfrentarse a sus gobernantes, es algo que es inherente (según lo que se ha tratado en estas páginas) al ser humano.

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Glosario y anotaciones. 1 - John Emerich Edward Dalberg Acton, primer Barón de Acton fue un historiador inglés (1834 – 1902). 2 – Aristófanes es un conocido comediógrafo griego que se presenta como el principal exponente del género cómico (444 a.C – 385 aC.). 3 - “1984” es una novela escrita a mediados del siglo XX por George Orwell. En ella se presenta el concepto del “Big Brother” (llamado en nuestro país como Hermano Mayor o Gran Hermano). 4 - Carlos Luis Napoleón Bonaparte, único presidente de la 2ª República Francesa y, tras un golpe de estado, 2º emperador de los franceses (1808 – 1873). 5 - Maurice Joly fue un abogado y satírico francés (1829 – 1878). 6 - James Bond es un personaje creado por Ian Fleming en 1952. Según se indica en su primera novela “Casino Royale” es un agente secreto. 7 - “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”, es una película de Stanley Kubrick basada en la novela “Red Alert” de Peter George. 8 - The Washington Post, es el periódico más antiguo de Washington, DC, que ganó una gran fama por la investigación realizada sobre el caso Watergate. 9 - La poesía goliarda surgió al lado de la poesía latina culta, aunque era una expresión más libre. 10 – El hedonismo es una doctrina filosófica que se basa en el placer y su búsqueda como objetivo en la vida humana. 11 - Bertran de Born fue un soldado occitano, trovador y vizconde de Hautefort (1140 – 1215). 12 - Dante Alighieri fue un poeta italiano cuya obra maestra, “La Divina Comedia” se considera una de las cumbres de la literatura universal, (1265 - 1321). 13 - Thomas Hobbes, filósofo inglés considerado el teórico máximo del absolutismo político , (1588 – 1679). 14 - John Dryden, poeta y dramaturgo de tal influencia que hizo que la Restauración inglesa fuera conocida como la Época de Dryden, (1631 – 1700). 15 - El término whig corresponde al antiguo nombre del Partido Liberal británico. 16 - Jonathan Wild, famoso criminal londinense que logró gran fama por sus hazañas como por los escritos de novelistas y satíricos políticos, (1683 – 1725). 17 - John Wilkes, periodista que destacó por su lucha para que los editores y periodistas 37


pudieran publicar las intervenciones de los debates parlamentes según eran realmente, (1725 – 1797). 18 - Honoré Daumier, caricaturista, pintor y escultor francés entre otros campos, (1808 – 1879). 19 - Jonathan Swift, autor irlandés bien conocido por su obra “Los viajes de Guillever”, (1667 – 1745). 20 – Tomás Moro, teólogo, humanista y escritor inglés, (1478 – 1535). 21 - Agostino Carracci, pintor italiano fundador de una escuela que buscaba una visión más particularizada de ésta, y en cierto modo rival al estilo preconizado por Caravaggio, (1557 – 1602). 22 - Honoré de Balzac, principal exponente (con Flaubert) de la novela realista, (1799 – 1850). 23 - Sir Ernst Hans Josef Gombrich, historiador de arte austríaco afincado en el Reino Unido, (1909 – 2001). 24 - Sir Charles Spencer Chaplin, figura clave del humorismo conocido por sus populares papeles en la época del cine mudo, (1889 – 1977). 25 - El vodevil es un subgénero dramático que consiste en una comedia frívola y ligera, que da lugar a equívocos y situaciones cómicas. 26 - Frederick Winslow Taylor, economista estadounidense considerado el padre de la Administración científica, (1856 – 1915). 27 - Benito Amilcare Andrea Mussolini. primer ministro de Italia con poderes dictatoriales, claro representante del fascismo y derrocado en 1945, (1883 – 1945). 28 - Peter Bagge, es un importante historietista alternativo estadounidense, (1957 - … ). 29 - Lex Luthor, personaje de ficción creado en 1940, es el archienemigo de Superman aparecido por primera vez en el número 23 de Action Comics. 30 - El científico loco, o “mad doctor”, es un estereotipo de genio/sabio despistado y con cierta excentricidad. Bien puede ser bueno o malvado. 31 - Cuadragésimo tercer presidente de los Estados Unidos de América desde el 20 de enero de 2001 hasta el 20 de enero de 2009. Milita en el Partido Republicano. 32 - DC Comics es una conocida editorial de cómics, principalmente de superhéroes y en competencia directa con Marvel Comics. Fundada en 1937 y actualmente parte de AOLTime Warner. 33 - “El Jueves”, es una publicación semanal de contenido satírico que salió a la venta por primera vez en 1977. 38


34 - El Papus, la "Revista satírica y neurasténica", fue un semanario de humor satírico publicado desde 1973 hasta 1986. 35 - Albert Monteys Homar, es un historietista español conocido por sus trabajos en “El Jueves” del que además fue director hasta hace poco tiempo. 36 - “House of M” (“Dinastía de M” en nuestro país), es una historia conjunta de varias series de cómics de la editorial Marvel. En ella se trataba la situación que sucedería si el mutante, en ocasiones villano, Magneto fuera el más poderoso dignatario de la tierra.

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Bibliografía. A continuación se enumeran los libros que, de una u otra forma, han sido citados y usados.

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El naufragio del periodismo en la era de la televisión . Javier del Rey Morató. La comunicación bajo control . Fernando Ramos. La sátira . Matthew Hodgart. Perlas: patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación . Pascual Serrano. Periodismo en la era de Internet . M. Pilar Diezhandino Nieto. ¡Ojo con los media! . Michael Collon. Todo el mundo es imbécil menos yo, y otras agudas observaciones . Peter Bagge. 500 great comicbook action heroes . Mike Conroy. 1001 películas que hay que ver antes de morir . Steven Jay Schneider. 500 biografías de personajes célebres . (No se cita autor en el libro). Oficio de libertad . Ángel Tristán Pimienta. Ética de la comunicación y nuevos retos sociales . Hugo Aznar. Literatura y periodismo hoy . Félix Rebollo Sánchez. El periodismo débil. Teodoro León Gross. Fe de errores, una historia de periodistas . Albert Montagut. La historieta en la edad de la razón . Pablo de Santis. Periodismo . Emile Dovifat. Lo cómico y la caricatura . Charles Baudelaire.

Agradezco a los compañeros periodistas, divulgadores de cómic y otros profesionales a los que se ha consultado, por su atención y su eterna paciencia.

Si tenéis curiosidad por este tema, bucead por Internet. Encontraréis artículos, noticias y una gran cantidad de información relacionada.

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Aclaración: No sé si es necesario, pero por si acaso. Este monográfico que has leído se hizo hace varios años, de hecho mientras Zapatero todavía era presidente de España. Esto conlleva que algunos hechos o datos quizá estén desactualizados. He hecho una revisión, corrección de algunas cuestiones y ajuste de otras, pero en su mayoría es según lo escribí en su momento. Gracias por la indulgencia.

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Pr贸ximamente... en 2014 42


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