Documento de viaje y fotografías

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documento de viaje y fotografĂ­as JosĂŠ da Cruz


José da Cruz, 1991 http://documentodeviaje.wordpress.com documentodeviaje@gmail.com El poemario Documento de viaje, editado por Nordan, Stockholm-Montevideo, 1991, fue ilustrado por Jorge Nigro, pintor argentino residente en Copenhague. También ilustró 8 antologías personales, poesía uruguaya en Suecia, editado por Vintén, Montevideo, 1992. Edición digital y foto de tapa por Gonzalo Gutiérrez / Pájaros Volando pajarosvolando.creativxs@gmail.com

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Documento de viaje La ciudad irá contigo adonde vayas Cavafis

I Ciudades siempre inciertas en la aurora chimeneas de gloria, cóncavo espejo ahumado, innumerable gente por las calles y gente por nacer, innumerable. Ciudad de sacrificio y hierofantes, sopa, cebollas, café recalentado, amor y maquinarias, agujero futuro para que allí cantara el corazón. Había que llegar. II Y despertamos de un sueño en otro sueño, tanteando la negrura en busca de la lámpara, ya para siempre huida, ya huida y extranjera para siempre. 5


Muchacha en una esquina adonde nadie llega, borrándose en crepúsculos III Botellas vacías en el parque -testigos de algún diálogovienen mis ojos por la arista del sol en la ciudad sin hambre ni pasiones. Sus párpados abiertos, no cosidos como en los maleficios. Nada hay que lamentar. Nada es lamento IV Quienes allá quedaron silenciosos donde el sur –esa oculta culebra– se levanta, no entienden nuestros días –montón de diarios viejos– ni porqué pasan los demás, de largo.

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V El sur, el sur. Balconada abisal, borde lejano. Antes, después. Fuga de adiós, mínima historia. Duelo de pan, mesa secreta. Reloj de trapo, abeja muerta, roto violín. Océano. VI A veces suena un tambor lejano en noches jabonosas, ecos de antiguo ejército. Son niños con bufanda que mastican manzanas, mujeres que conversan en las salas de espera, hombres de ojos de loco, comprando cigarrillos. 7


VII Ustedes, tras el viento de arena sobre los emigrados, caen como fruta tibia que desprendiera el sol.. Regálennos lugar, condescendientes, e intercambiemos rápidas miradas. Peces, huyendo. VIII Las palabras son cada vez más leves, frías y tristes: casas de viudo. Ofrecemos esta nuestra manera ya mestiza de sentarse y de hablar. éstos, nuestros libros, serruchos, nuestros miércoles, luces que no atraviesen el vidrio sucio de las despedidas. Invitamos, –sin sueños ni homenajes– a esperar cada otoño 8


las mismas hojarascas debajo de las suelas. IX Signo que no entendimos: ¿porqué aquellas mujeres –esas viejas mujeres obstinadas– han seguido barriendo cada día, todos, todos los días sus veredas?

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Foto de los muchachos El mundo fue una casa, valijas y mudanzas, donde todos creían en el hombre dudando en largas noches de sí mismos. De estar nomás tenía sus ventanas cuadradas, domingo y sol en polvoroso patio, el sudor en la lengua de los perros. ¿Seguimos siendo aquellos? ¿Es el mundo esta mesa y mis zapatos, jadeando adormecidos aquí abajo?

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Retratos anónimos Son nubes de silencio sobre un mar de palabras y no van a volver. Han llevado su pan, su reloj, sus oídos. Nada sirvió gritarles que esperaran, que sus nombres vacíos colgarían de una calle, que amanecía el día prometido. Es que habían gastado su reloj, sus oídos.

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Para un retrato póstumo Esta tarde de lluvia ya duró dos semanas. El tiempo pasa, por pasatiempo.

“–¡Oh era de cloacas, de doctrinas podridas, hora de prisioneros contando las monedas frente a un televisor! ¡Hay que luchar, luchar, luchar!”

Se han cansado tus hombres, Dirigente. Duermen en paz ahora o sólo duermen, en esta siesta de las tardes sucias, en este invierno de toses y franelas.

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Instantรกnea de grupo Allรก mi buen amigo cenando en su cocina. Por su barba, un hilito de leche. Escucha.

Los hijos lloran.

La casa tiene una sola lรกmpara.

Cavador de confusas trincheras, recuerda monumentos.. Es un puerto, expulsado del mar por inmodestia.

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Retrato y epifanía El fuego sin color: era verano. Un callejón. Desvíos. Viejas locomotoras junto a andenes desiertos. Arrabales. Despojos. Desde un tanque de agua –araña de cemento– goteaba verde y negro. “–En el fondo, tal vez sea la patria ese hombre que ahí camina de sombrero tan viejo como el pan, de usadísimas ropas siempre oscuras–” me dijo. Almorzamos fideos en una fonda, un rancho. Compartimos monedas. El, cruzó un puente y entró en la eternidad.

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Fotografía del poeta en Berlín El mundo está comiendo tus pedazos, entre tu té y tus sopas, poeta, cigarrillo encorvado frente al viento. Hombres de mesas sucias e inyecciones bajan la frente. Duermen pesadumbre, feligreses inmunnes ante tu eucaristía. Tu patio se cerró, tu silla ha muerto. Las telarañas cubren tu retrato. Allá, en tierra de sandías, te miran aún las niñas –pasto verde entre tripas de niebla, aquel puerto como un gato dormido el batir de cuchara de las algas– pero no ves sus frentes aureoladas. Meas tu madrugada en los canales.

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Foto de aniversario Semana de misterio, hoy hace un año. Una vez más el latigazo miércoles y su uña de acero en nuestra espalda. Martes o viernes para escuchar las voces, levantarse de un salto, abrir las puertas a otro sábado duro, rugiente, veintiocho, uno, siete, catorce, ya apurado un año y otra vez y nuevamente eldíala hora lagen tel compromiso mientras avanza el cinco el12 el10 el19 lunes jueves setiembre décadas ferrocarriles, puños...

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Foto del cantor Tu historia cae cual tierra en un mar de la luna pues aquí no hay lugar. Aquí, ya no hay lugar. Te oyen, dicen “¿si...?” y apartan sus cabezas –iglesias desalojadas en pánico porque llueve arenilla y está pronto a caerse el cielorraso y el miedo cubre el ojo del mendigo de otro modo exigente, de hielo–. Burlonas tus palabras siempre huirán de tí como niños ladrones por los techos.

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Contribución a la geografía Paisaje I Una estación de servicio junto a la húmeda autopista. Los ojos de los frenos se dilatan histéricos. Hasta un auto italiano corre una muchachita con latas de refresco. Un ómnibus danés: viajeros ordenados pasan al restaurante. Coches, casas rodantes. Chirrido de frituras contra el asfalto. De los semirremolques se evaporan golpeteos de rock. Por encima del bosque, incendiado de gloria, un cartel luminoso: brilla el neón duplicado en la lluvia. 18


Noche recién cargada de gasolina, desodorante y música para un tiempo y un espacio sin límites: en la autopista, será siempre de día. Europa. Esa llovizna en rutas circulares.

Paisaje II La luz es una carcajada después de un almuerzo entre amigos. Llenemos nuestros pechos rechazando optimistas el monóxido de carbono, el polivinilcloroetano, el dietildimetiltrinitrotolueno y los freones esos, los agujeros negros de la atmósfera. ¿O será solamente que sufrimos un exceso de iones?

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Paisaje III –¿Qué hay más allá de este mar? –Sólo la música de la armada invencible de la lluvia. –¿Qué hay más allá de este cielo? –Sólo la música de un aire que no es aire. –¿Qué hay más allá de nosotros? –Ni siquiera la música, esa invención, para escucharnos.

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Paisaje IV ¿Cómo se marca la inamovible edad de los objetos? ¿Según ley propia de caducidad? ¿Según una excepción a la entropía? ¿Según la fuerza de empujar más afuera la catástrofe? No. La edad de los objetos es la nuestra, la del descubrimiento. La edad exacta de todos los espejos.

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Foto del huésped Suburbios enjoyados de automóviles, estas casas me miran. Me preguntan por tí, la ausente –pues cuando violo alegremente la intimidad de las ventanas no estás– me preguntan qué hago en esta calle, encrucijado forastero, ese, el que vive contigo, se mete en nuestra sala a contarnos su vida, toquetea los sillones y recuesta su espalda a las paredes, que recuerda cuando hiciste el café, que sus vidas crecieron árbolmente. ¡No quiero conocerlo! ¿Cómo saber si es el bien o es el mal quien nos está mirando? ¿No es mejor estar muerto que tener que elegir? ¿No es mejor no saber que tener que saber? Que siga. 22


Que se vaya hacia ese cerro rojo, la ciudad, donde hay tantas ventanas. Allรก seguramente encontrarรก la suya, pobre hombre.

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Foto con dos viejitos Van vestidos de gris y de marrón. Buscan el sol cambiando de vereda y los esperan otros viejitos o nadie los espera. Son su único bien y no lo saben. ¿Qué sorpresa tendrán quienes decidan hurgar en sus cajones y cajitas? ¿Reirán, como ellos aquél día en el altillo de baldosas rojas entreverando encajes y aceiteras? ¿Cortarán papeluchos amarillos, revistas viejas con olor a sótano, los Beatles en la tapa de “Revólver”, una foto en que ellos –de jeans y camiseta– se abrazan en un parque sacándole la lengua al retratista cuya sombra delgada cruza el cuadro?

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Fotografía del ícono San tamádre coroná dades pinas: lo pánico se escapa entre fermentaciones atacando los castillos de arena en la arena. Tú, vientre del todo, no lo ignoras. San tamá dre vestí dadeazul: aunque en tí esté la fuerza, –admirable, volcánico espectáculo– salva del barro nuestra vida de puentes. El grito, el caos, la grasa, toda esa agua implacable, rumorosa, arrasadora, trágica, imponente, salida ya para siempre de madre, –san tamá dredelá gua, stella maris– debe ser contenida y aplacada Reina de la humedad, hierático mosaico, allí impasible sobre tu media luna, san tasantísima coronada de espejos que tan bello reflejan nuestra juguetería bajo el sol como imagen de sueños, interviene. Tú, reina madre de los despertadores, dí que no nos transformemos 25


en policĂ­as de nosotros mismos en esta rueda de las reencarnaciones. Desea que alcancemos un anticipo del derecho humano al olvido y la nada. SĂ­, permĂ­tenos un poco de la nada y concede un milagro: que vivir sea una plaza, donde comen palomas en silencio.

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Fotografías para mostrarle al hijo Cuando la luna entraba –otra lámpara pálida– a la fría cocina, sabíamos que pronto se rompería la noche:

silbidos de dos tonos, pistonazos, resoplar de caballo, partirían los trenes nocturnos.

Filas de suaves cerros, quizás la única, alta palmera de la plaza rodeada por los ojos dormidos de otros árboles, ampliarían los sonidos de Om elemental y el pueblo, estremecido, pero ya seguro, podía prescindir –a las diez– de campanadas. Era la hora de apagar las radios. Estos trenes como hornos encendidos iban quemando la noche de la pampa y mi alma, empinándose en galopes lejanos por sobre gallineros y naranjales, quería ir, también, a cortar la oscuridad. Todo esto, hijo, no era más bello ni mejor, 27


pero sí estaba vivo y me rodeaba. Entonces era yo quien escuchaba historias. Atendidos por hombres de corbata y bostezo bajo noches de sodio y de mercurio, cruzan los trenes de músculos ocultos para que los recuerdes, cuando tu hijo te mire y te pregunte: ¿por qué es el mundo sucesión y mareas?

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Imágenes de celebración Repitamos el nombre para poder crearlo y que junto a la sombra brote la luz con vegetal constancia, la mesa llena de curiosidad –esa que se repite en cada sueño– sus frutas crudas, sus perfumes ásperos y el manso olor de pan cada mañana. Que vuelvan los canales, los mercados, demolidas paredes, brutales ojos jóvenes, techos, palomas, mugre, gorriones picoteando entre restos de alambre en talleres mecánicos. Que renazca la casa sin secretos donde crujían maderas cuando ellos volvían del amor, y celebremos, hermanos. Celebremos el ruido de tus pies –hoces segando aire– celebremos tu pelo y mi camisa, cartas como gaviotas, avellanas, un cielo íntimo de tacitas azules, mojados eucaliptus, gusto de hoguera, niños, y el viento: aquellas casuarinas de hojas de hojalata para que a lluvia sonaran, para celebrarse. Ese mundo que sueña vive aquí en esta hora. 29


Ante nosotros, se clausura el adiós. Celebremos más casas, siempre todas las casas abrazándonos, sus patios en derrumbe, sus macetas, casas entre la arena de la playa allí donde la costa gruñia como perros y el mar alzaba su mascarada oscura ante torres sumisas, ante testigos. Barcazas carboneras contra el viento, nuestro bote, ese pez, sus dos aletas, pinos color campana, pájaros color tierra, ejércitos que lloran sin saber que han vencido, porque ya nada desaparecerá. Celebremos lo que vimos y oímos y que ahora, ahora que gotean los techos y amanece, ahora que escucho cómo brota en su huevo la mañana, cantemos. Es hora de cantar. Habitemos el nombre. Sea la fiesta.

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