2009 9 Nº 72, 72, noviembre 200
Frailes de la Orden de Predicadores FRAY RAMÓN ARIZMENDI REGALDÍE, OP (1918-2009) El pasado 14 de noviembre, nuestro querido hermano, Fray Ramón, partió a la Casa del Padre. Compartimos con uds., la homilía de Fray Gabriel en la misa celebrada en la Parroquia Nuestra del Rosario y Santo Domingo, en Montevideo, Uruguay.
Naturalmente, no se elige cómo morir, al menos, no se elige conscientemente. Procuramos, sí, ir eligiendo cómo vivir, contando con las limitaciones que la vida misma nos depara. Creo, sin embargo, que hay personas en las que podemos descubrir un nexo profundo entre su vivir y su morir. Fray Ramón, el padre Ramón, fue una de ellas. Él, que eligió vivir la mayor parte de su vida con los frailes dominicos –más concretamente desde 1934-, fue delicadamente cuidado por ellos durante no pocos años, y 1
2009 9 Nº 72, 72, noviembre 200 hoy muere rodeado por sus hermanos. En una ocasión, escuché al padre Fernando agradeciéndole, porque les estaba ayudando a ser mejores. En 1943 la Iglesia le confirió el sacramento del orden y muchos, muchísimos, hemos recibido de su personalidad sacerdotal, el apoyo, la palabra justa y, sobre todo, la gracia sacramental. En España, Argentina, Paraguay y en su querido Uruguay. Unos cuántos de ellos hoy estamos aquí con él. Por otra parte, la misión dominicana condujo al padre Ramón a desplegar sus carismas sirviendo a los niños y jóvenes, especialmente en el ámbito de la educación escolar. Seguramente algunos de sus queridos exalumnos hoy están aquí, despidiéndolo, y otros muchos recordándolo con gran cariño. Querido Ramón. Hoy no recoges otra cosa que lo que tan generosamente sembraste durante tantos años como fraile y sacerdote dominico. Ciertamente el “cielo y la tierra pasarán” como dice Jesús en el Evangelio. Incluso también ha pasado tu vida en este mundo. Pero te aseguramos hermano, que aquella Palabra del Señor no pasará: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25,34-36). “Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento –decía la profecía de Daniel- y los que hayan enseñado a muchos la justicia, brillarán como las estrellas”. Tú fuiste uno de ellos. Que la Virgen Madre, en quien tanto confiabas en la oración del Santo Rosario, te cubra con su manto y obtenga para ti la misericordia y la alegría eternas. Acuérdate de nosotros.
Fr. Gabriel M. Nápole OP Prior Regional
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