Nº 73, diciembre 2009
Frailes de la Orden de Predicadores “Preparen el camino del Señor”
Después de casi quinientos años sin profetas en Israel, se hizo presente uno: se llama Juan y es “hijo de Zacarías”. La mejor manera de presentarlo que tienen los Evangelios es acudiendo a un texto del libro de Isaías, que comienza evocando una VOZ. ¿Cuántas voces se escuchan entre nosotros e, inclusive dentro nuestro? ¿Cuántas que proponen caminos, itinerarios para la vida, opciones a seguir? Pues bien, en medio de todas ellas resuena para nosotros la voz de Juan que dice: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos” (Is. 40,3). En el libro de Isaías, la voz anunciaba el regreso de los que habían sido deportados a Babilonia, y lo describía como un nuevo éxodo. Y unos siglos más tarde, el libro de Baruc anuncia algo muy semejante para los que se habían sufrido la dispersión: “Ellos salieron de ti a pie [Jerusalén], llevados por enemigos; pero Dios te los devuelve, traídos gloriosamente como en un trono real.” (Bar. 5,6). Todo evoca la doble experiencia de SALIR y CAMINAR. Juan entendía -y nosotros también somos invitados a hacerlo-, que era necesario salir de situaciones que denigran, que hacen menos humanos y que, por lo tanto, alejan más de Dios. Cada uno conoce bien esas situaciones, como los deportados sabían dónde se encontraban. Es cuestión de decidirse a salir, a no instalarse en la rutina, en el “mal pero acostumbrado”, viviendo ya sin esperanza. Hay que salir y empezar a caminar. Si bien ese camino puede caracterizarse por dificultades, durezas y hasta “desierto”, aquella voz decía: “Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán 1