Nº 75, marzo-abril 2010
Frailes de la Orden de Predicadores “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás” Cuando Pedro se resistió a que lavara sus pies, ésta fue la respuesta de Jesús. Nos podemos preguntar: ¿Qué es lo que Pedro comprenderá “después”? ¿Cuándo será ese “después”? La acción de lavar los pies era corriente en el antiguo oriente para honrar a un huésped que acababa de llegar por caminos polvorientos. Era una tarea que se encomendaba de ordinario, a un criado o criada; ejecutarla suponía una situación de inferioridad. Pero esta acción se realizaba antes de la comida. Jesús lava los pies de sus discípulos pero lo hace “durante la cena”. Su gesto, por lo tanto, no es simplemente una manifestación de hospitalidad -como se hacía en aquel tiempo-, sino que tiene un sentido mucho más profundo. Pedro, de entrada, sólo lo interpreta dentro de esas costumbres y por eso lo rechaza: su amigo y Señor no va lavarle los pies. Pero, lo que en realidad Jesús está haciendo es representarles, simbólicamente, lo que fue su vida entre ellos y la entrega total de sí mismo cuando llegue su muerte. Ese fue su “servicio” a la humanidad. Esa noche Jesús les mostró qué sentido había tenido su vida y qué sentido tendrá el desenlace de la misma. De hecho, los acontecimientos de su condena y muerte humillante se precipitarán y era lógico pensar que, en definitiva, Jesús habría fracasado. Pues bien, esa noche del jueves, en la intimidad, Jesús les muestra que no será así. Ningún fracaso; lo que ocurrirá es el final de una vida, pero de una vida que se entrega en abundancia. “Nadie me quita la vida, yo la doy por mi mismo”, les había dicho a sus amigos (Jn. 10,18). El jueves Santo hemos recordado este gesto de Jesús junto con otro: Él partió el pan y entregó la copa con vino diciendo: “Hagan esto en memoria mía” (I Cor. 11,25). Cada vez que celebramos la Eucaristía hacemos memoria, no sólo de su muerte, sino de lo que significó toda su vida. Cuando Pedro y los otros discípulos comprendan lo que hizo Jesús con ellos, harán lo mismo. ¿Y cuándo lo advirtieron? En la mañana de la Resurrección. Tenía razón Jesús: “Después lo comprenderás” (Jn. 13,7). A nosotros también, como lo necesitó Pedro, nos hace falta la luz de la Resurrección que encendimos la noche de la Vigilia. Así comprenderemos que no son ni han sido inútiles los sacrificios, el esfuerzo y la lucha por hacerle a los demás la vida posible, y no “imposible”, siguiendo las huellas de Jesús, es decir, haciendo memoria de Él. ¡Muy feliz Pascua para todas y todos! Fr. Gabriel M. Nápole, OP Prior Regional
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