Keselman, Julio 12 años de gestión urbana . - 1a ed. - Buenos Aires : Sociedad Central de Arquitectos, 2012. 192 p. : il. ; 21x16 cm. ISBN 978-987-26343-1-5 1. Arquitectura. 2. Urbanismo. I. Título. CDD 711 Fecha de catalogación: 19/04/2012
12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA Arq. JULIO KESELMAN EDITADO POR: SOCIEDAD CENTRAL DE ARQUITECTOS Montevideo 938, C1019ABT, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. (+54 11 4812 3644/+54 11 4812 5856) / www.socearq.org COEDITADO POR: BISMAN EDICIONES / www.bismanediciones.com.ar DIRECTOR EDITORIAL: Arq. Enrique García Espil EDITOR GENERAL: Hernán Bisman COORDINACIÓN EDITORIAL, INVESTIGACIÓN Y TEXTOS: Arq. Marta García Falcó EDITOR ADJUNTO: Arq. Pablo Engelman DISEÑO GRÁFICO: Ezequiel Keselman y D.G. Diego Pinilla Amaya ASISTENTE: Dra. Luciana Varone Schreiner RECOPILACIÓN ORIGINAL DE TEXTOS EN PUBLICACIONES SCA: Arq. Jorge Tartarini APOYA: ENAS www.enas.com.ar AUSPICIAN: Ministerio de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires www.buenosaires.gov.ar Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) www.cpau.org © 2012 Copyleft del libro “12 Años de Gestión Urbana. Arquitecto Julio Keselman”: Sociedad Central de Arquitectos y Bisman Ediciones. Se permite reproducir el contenido de éste libro en cualquier soporte, digital o físico contando con el permiso de sus editores y citando la fuente.
Sra. Masia Keselman De mi aprecio,
Detrás de todo gran hombre existe una gran mujer y como creo firmemente en ello, hoy que tu marido, mi colega y amigo y presidente por méritos propios, deja el cargo, que honró con dedicación y capacidad, te hago llegar mi admiración, por lo mucho que haz hecho para que él pudiera hacer todo lo que hizo.
Cordialmente Mario Roberto Álvarez*
(*) Transcripción de la carta escrita de puño y letra por el fallecido arquitecto Mario Roberto Álvarez, enviada a la esposa del Arq. Keselman en ocasión del fin de mandato de su última presidencia de la Sociedad Central de Arquitectos en 1998.
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SOCIEDAD CENTRAL DE ARQUITECTOS Comisión Directiva 2010 – 2013
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Presidente:
Enrique García Espil Arq.
Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º:
Luis María Albornoz Arq. Darío Gabriel López Arq.
Secretario General: Prosecretaria: Tesorero: Protesorero:
Roberto R. Busnelli Arq. Valeria Del Puerto Arq. Fabián de La Fuente Arq. Marcelo Grisetti Arq.
Vocales Titulares:
Agustín García Puga Arq. Adriana Dwek Arq. Jorge Cortiñas Arq. Javier Fernández Castro Arq. Hugo Montorfano Arq.
Vocales Suplentes:
Matías Gigli Arq. Alberto Gorbatt Arq. Rita Comando Arq. Santiago Alric Ferre Arq. Graciela Brandariz Arq. Carolina Day Arq. Antonio Ledesma Arq. José Luis Sciarrotta Arq. Nanette Cabarrou Arq. Gabriel Turrillo Arq. Álvaro Arrese Arq. Jorge Lema Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sr. Joel E. Pereiro Sr. Francisco Hesayne
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SOCIEDAD CENTRAL DE ARQUITECTOS Comisiones Directivas 1986 – 1998
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
PERÍODO 1986 – 1988
Presidente: Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º: Secretario General: Prosecretario: Tesorero: Protesorero:
Julio Keselman Arq. Jorge Aslan Arq. Mario Linder Arq. Carlos Roizen Arq. Carlos Quintero Arq. Jorge Barroso Arq. Adolfo Zani Arq.
Vocales Titulares:
Carlos del Franco Arq. Enrique Fernández Meijide Arq. Carlos Bruzzese Arq. Hugo Rodriguez Arq. Luis Alperín Arq.
Vocales Suplentes:
Rodolfo Gassó Arq. Guillermo Marenco Arq. Mario Katz Arq. Álvaro Arrese Arq. Daniel Pini Arq. Carlos Marchetto Arq. María del Carmen Frigerio Arq. Jorge Cortiñas Arq. Marcelo Gualtieri Arq. María del Carmen Porta Arq. Miguel Fortuna Arq. Daniel Málaga Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sr. Andrés Borthagaray Sr. Gisella Lago
Sociedad Central de Arquitectos. Comisiones Directivas 1986 - 1998
PERÍODO 1988 – 1990
Presidente: Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º: Secretario General: Prosecretario: Tesorero: Protesorero:
Julio Keselman Arq. Jorge Aslan Arq. Mario Linder Arq. Carlos del Franco Arq. Carlos Lebrero Arq. Guillermo Marenco Arq. Carlos Fabricante Arq.
Vocales Titulares:
Carlos Ramos Arq. Alberto Petrina Arq. Jorge Sábato Arq. Carlos Viarenghi Arq. Luis Franceschi Arq.
Vocales Suplentes:
Carlos Roizen Arq. Alvaro Arrese Arq. Rodolfo Gassó Arq. Juan Carlos Fervenza Arq. Carlos Berdichevsky Arq. Ana Pusiol Arq. Marcos Bamballi Arq. Saúl Erlich Arq. Adolfo Rimedio Arq. Carlos Blanco Arq. Carlos Etchevest Arq. Eduardo Casado Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sr. Ezequiel Resnick Brenner Sr. Hernán Alvarez
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
PERÍODO 1990 – 1992
Presidente: Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º: Secretario General: Prosecretario: Tesorero: Protesorero:
Julio Keselman Arq. Jorge Aslan Arq. Mario Linder Arq. Carlos del Franco Arq. Carlos Lebrero Arq. Guillermo Marenco Arq. Saúl Erlich Arq.
Vocales Titulares:
Mederico Faivre Arq. Adolfo Zani Arq. Jorge Hampton Arq. Felipe Tarsitano Arq. Augusto Penedo Arq.
Vocales Suplentes:
Carlos Roizen Arq. Alvaro Arrese Arq. Rodolfo Gassó Arq. Juan Carlos Fervenza Arq. Carlos A. Blanco Arq. Ana Pusiol Arq. Alejandra Legris Arq. Guillermo Mérega Arq. Beatriz Escudero Arq. Luis Franceschi Arq. Pablo Sztulwark Arq. Fabio Diveroli Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sra. Mariana Soldini Sr. Bettina Rabinovitch
Sociedad Central de Arquitectos. Comisiones Directivas 1986 - 1998
PERÍODO 1992 – 1994
Presidente:
Julio Keselman Arq.
Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º:
Carlos Lebrero Arq. Mario Linder Arq.
Secretario General: Prosecretario: Tesorero: Protesorero:
Guillermo Marenco Arq. Luis Franceschi Arq. Saúl Erlich Arq. Guillermo Mérega Arq.
Vocales Titulares:
Carlos Del Franco Arq. Juan Carlos Fervenza Arq. Adolfo Zani Arq. Álvaro Arrese Arq. Rolando Schere Arq.
Vocales Suplentes:
Jorge Aslan Arq. Carlos Roizen Arq. Jorge Iribarne Arq. María Isabel De Larrañaga Arq. Enrique García Espil Arq. Gabriel Malamud Arq. Rufino Pereyra Arq. Patricia Angel Arq. Francisco Gigliotti Arq. Marisa Orueta Arq. Gustavo Cañaveral Arq. Martín Fernandez Meijide Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sr. Jorge Di Tata Sra. Geraldine Amuchástegui
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
PERÍODO 1994 – 1996
Presidente:
Julio Keselman Arq.
Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º:
Carlos Lebrero Arq. Rolando Schere Arq.
Secretario General: Prosecretario: Tesorero: Protesorero:
Guillermo Marenco Arq. Saúl Erlich Arq. Enrique García Espil Arq. Raimundo Flah Arq.
Vocales Titulares:
Mario Línder Arq. Carlos Del Franco Arq. Victor Bossero Arq. Horaio Baliero Arq. Carlos Quintero Arq.
Vocales Suplentes:
Jorge Aslan Arq. Carlos Roizen Arq. Álvaro Arrese Arq. Jorge Iribarne Arq. Juan Carlos Fervenza Arq. Francisco Gigliotti Arq. Gabriel Malamud Arq. Gustavo Cañaveral Arq. Alfonso Piantini Arq. Alfredo Szmulewicz Arq. Juan Boisson Arq. Enrique Fernandez Meijide Arq.
Aspirante titular: Aspirante suplente:
Sr. Hernán Bisman Sra. Elizabeth Wiman
Sociedad Central de Arquitectos. Comisiones Directivas 1986 - 1998
PERÍODO 1996 – 1998
Presidente: Vicepresidente 1º: Vicepresidente 2º: Secretario General: Prosecretaria: Tesorero: Protesorero:
Julio Keselman Arq. Juan Carlos Fervenza Arq. Rolando Schere Arq. Guillermo Marenco Arq. Silvia Hirsch Arq. Saúl Erlich Arq. Francisco Gigliotti Arq.
Vocales Titulares:
Mario Línder Arq. Carlos Del Franco Arq. Aida Daitch Arq. Enrique Fernández Meijide Arq. Jorge Parsons Arq.
Vocales Suplentes:
Carlos Roizen Arq. Enrique García Espil Arq. Jorge Iribarne Arq. Gabriel Malamud Arq. Daniel Becker Arq. Néstor Magariños Arq. Ricardo Blinder Arq. Raimundo Flah Arq. Norma Sharovsky Arq. María Antonia Astengo Arq. Alberto Cairo Arq. Alejandro Blitstein Arq.
Aspirante Titular: Aspirante Suplente:
Sr. Mauricio Auricchio Sr. Hernán Bisman
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
ÍNDICE
Las transformaciones urbanas: realizaciones y utopías
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Prólogo Arq. Enrique García Espil Arq. Daniel Silberfaden Arq. Carlos Lebrero
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Gestión Urbana
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Carta a mi amada Buenos Aires, Reina del Plata Pre texto Participación ciudadana: Buenos Aires 1986 – 1998
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1. Las transformaciones urbanas: realizaciones y utopías Puerto Madero / Italpark / Retiro / Puente Buenos Aires-Colonia / La Ribera Norte / Ciudad Judicial / Reserva Ecológica / Aeroparque y Aeroisla / Nueva Capital
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2. La ciudad y el planeamiento ausente 3. Patrimonio urbano
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4. Los concursos
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5. La vivienda y el hábitat
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6. El compromiso institucional
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7. Difusión y promoción de la Arquitectura: los premios 8. El Marq. Museo de Arquitectura y Diseño “Julio Keselman”
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Julio Keselman: El padre del Marq Hernán Bisman
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Julio Keselman en imágenes
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Una ausencia con presencia Arq. Gerardo Keselman
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Ejercicio profesional
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
Julio Keselman: inteligencia y pasión Arq. ENRIQUE GARCÍA ESPIL Presidente SCA 2010 – 2013
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a Comisión Directiva discutía acaloradamente un tema y alguien dijo: “…pero eso no es tan difícil…” Julio Keselman tomó entonces su taza de café, ya casi vacía, la corrió unos pocos centímetros hacia un costado y preguntó: “¿es difícil poner acá esta tacita?” Todos nos miramos sin entender y él, como hablando consigo mismo, se respondió: “No, es muy fácil, pero… ¿qué hace falta para que la taza cambie de lugar?”; y mientras todos seguíamos mirándolo silenciosamente, completó: “Que alguien se ocupe de moverla, porque si nadie se ocupa, dentro de un millón de años la tacita va a seguir aquí”. Y él se ocupó de las cosas, con inteligencia para orientar las acciones y con pasión para trabajar hasta completar lo que iniciaba. Se recuerda siempre de Julio esta última característica, su pasión, el calor que ponía para llevar adelante los temas, el tesón con que los seguía, la perseverancia en la acción, pero todo ello era el complemento de una profunda inteligencia, plena de sentido común, que le posibilitaba resolver rápido y decidir con buen criterio cuáles eran los caminos a seguir. Eso fue lo que le permitió transformarse, desde la Presidencia de la Sociedad Central, en la voz de todos los arquitectos. Cuando pedía concursos públicos para los proyectos urbanos, cuando reclamaba por planificación para la ciudad, cuando insistía con la necesidad de concursar y construir viviendas, cuando alertaba sobre la necesidad de proteger el patrimonio construido, su palabra representaba la opinión mayoritaria del conjunto de la profesión.
Julio Keselman: inteligencia y pasión / Arq. Enrique García Espil
Puerto Madero ha quedado en la memoria como el caso paradigmático donde, a partir de la oposición a un proyecto que consideraba inadecuado, se puso al frente del reclamo por una solución consensuada y un proyecto que fuera seleccionado a partir de un concurso público. A partir de ahí su voz no estuvo nunca ausente en los debates sobre los temas urbanos, siempre consultando con las subcomisiones de la SCA y aportando ideas, proponiendo soluciones. Nunca la oposición negativa, siempre con alternativas posibles. Como legado de su inteligencia y de su pasión nos ha quedado el Museo que hoy lleva su nombre. Él supo ver, con inteligencia, la importancia de un ámbito donde las mejores muestras de arquitectura pudieran ser visitadas no sólo por los profesionales sino también por el público en general, por toda persona que pudiera tener interés en el tema, y difundir así la actividad de nuestra profesión. También comprendió, desde el primer momento, la necesidad de difundir en forma mancomunada las propuestas de diseño y de arquitectura por ser, ambas, ramas de una misma disciplina. El tesón que él puso para lograr la concesión del inmueble y organizar el inicio del Museo fue demostrativo de la pasión que ponía cuando estaba convencido de la importancia de la tarea. Durante muchos años trabajó incansablemente en sucesivas Comisiones Directivas y fue después, por doce años, Presidente de la entidad. Supo ganarse el cariño, la amistad y el reconocimiento de quienes tuvimos la suerte de compartir parte de su gestión y nos quedan ahora su recuerdo y su ejemplo como guías para mantener los esfuerzos de los colegas en aras de contribuir a lograr una mejor arquitectura y una mejor ciudad.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
Julio Keselman, un hombre apasionado Arq. DANIEL SILBERFADEN Presidente SCA 2004 – 2010
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scribí estas líneas pensando en una introducción, el prólogo a este libro, compartido con otros presidentes de la SCA, dedicado a la prolífica tarea de Julio Keselman en la Sociedad Central de Arquitectos, pero un llamado nocturno y la noticia de su fallecimiento las transformó, sin quererlo, en la despedida a una gran persona, un amigo y maestro. Una casualidad que contamina cada línea que trazo pensando en sus logros y que me salen y saben a despedida. La Sociedad Central de Arquitectos es una entidad sensible a la personalidad de sus presidentes, en una entidad de escala pequeña es casi inevitable que así suceda para bien y para mal. Julio marcó un estilo de dirección ligado a su trato amable con los amigos, una tremenda capacidad de trabajo, una personalidad avasallante, su valentía para enfrentar problemas y su natural carisma. Intuía como nadie las necesidades de la gente que lo rodeaba, y justamente esta cualidad fue la que siempre lo acercó al cariño de los socios y empleados. No sólo sus logros políticos han sido importantes para la entidad, su calidad humana ha trascendido y años después de concluido su mandato se sigue hablando de Julio Keselman con respeto y cariño, especialmente, por parte de los empleados más veteranos de la SCA que suelen contar anécdotas de Julio particularmente tiernas. Hablé mucho con Julio antes de ser yo mismo presidente, y durante mi mandato me gustaba escucharlo; era una persona generosa y paciente conmigo y preocupada por el
Julio Keselman, un hombre apasionado / Arq. Daniel Silberfaden
“Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida.” – PABLO NERUDA / Confieso que he vivido –
futuro de la institución, un verdadero maestro. Julio fue a su vez discípulo y continuador de la tarea de otro gran presidente como Paco García Vázquez, ambos en conjunto revalorizaron a la SCA, le dieron una razón y una trascendencia política que había perdido. Puerto Madero y el museo Marq son hechos puntuales que le dieron lucimiento a su gestión, pero a veces la memoria es injusta con otras acciones emprendidas por Julio que fueron construyendo los cimientos de nuevas formas de hacer política institucional, (Editorial, Actividades Culturales, Archivo Histórico, Biblioteca, Edificio, por nombrar sólo algunas) y un modo de hacer gestión que convirtió a la SCA en un centro de discusión disciplinar sobre temas de nuestra profesión y resignificó los Concursos de Arquitectura como una herramienta participativa y de transparencia en la gestión de hacer Ciudad. Su larga trayectoria, como dirigente y arquitecto, se complementó con sus otras pasiones por el tango, su familia, la amistad, el campo y la política. Este libro, largamente esperado por Julio, pero él mismo renuente a terminarlo, sale a la luz tardíamente para su paso por esta vida, pero a tiempo para homenajearlo como un hombre multifacético, emprendedor e irrepetible. A punto de terminar estas líneas, pienso en Masia, pienso en Gerardo, Ana y Lea, pienso en sus amados nietos y en su living de Luis María Campos, entre cuadros, fotos, tantos recuerdos de la vida intensa de un hombre apasionado.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
El testimonio de Julio Keselman Arq. CARLOS LEBRERO Presidente SCA 1998 – 2004
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a personalidad de Julio sintetizó un extenso período de la Sociedad Central de Arquitectos entre el fin de la Dictadura y el comienzo de la Democracia. En su gestión impulsó a la Institución como un órgano político independiente del poder establecido, tanto en el orden local como en el nacional, para desarrollar una acción que hiciera trascender la visión de los arquitectos en la sociedad, con énfasis en la problemática urbana como principal campo de acción profesional. Durante el período en el que la Sociedad Central fue un centro de resistencia contra el proceso militarista, Julio ejerció las funciones de Secretario General y Vicepresidente 1º de la Institución acompañando a su gran amigo Paco García Vázquez, que ejercía la presidencia. En esos años desarrolló un acompañamiento militante de los arquitectos y de quienes se manifestaban en el sentido de establecer una mayor libertad de pensamiento frente al autoritarismo imperante, aceptando las consecuencias que resultaban de esa labor. Con esta acción consecuente, su generación logró dar ejemplo de democracia, otorgar posibilidades de participación en la política profesional, organizar por todos los medios posibles concursos de anteproyectos para dar oportunidad de competir a los arquitectos y posibilitar la inserción profesional por méritos, juzgados por pares. La formación política que significó el enfrentamiento de los duros años del gobierno militar, le sirvió para ejercer la presidencia que alcanzó sin traicionar las ideas largamente elaboradas, la “doctrina institucional” como él la denominaba y desarrollar una acción junto con la nueva institucionalidad nacional. Con la entrada en la democracia del país, inició su gestión como presidente de la SCA, con todo el empuje y con la participación creciente de los arquitectos movilizados por las nuevas oportunidades. Pasar de la resistencia a la gestión ejecutiva fue el gran mérito de Julio, que entendió plenamente el desafío de interpretar los intereses de la
El testimonio de Julio Keselman / Arq. Carlos Lebrero
sociedad y de la profesión manteniendo la independencia de criterio con respecto a las políticas y los límites de acuerdo. Los debates con respecto a la ciudad y a grandes proyectos se abrieron con la discusión de las Veinte Ideas para Buenos Aires, con las que se movilizó la opinión de los arquitectos, en forma de concurso, sobre las principales piezas urbanísticas de la ciudad. La gran oportunidad se presentó con el cambio de gobierno y el proyecto de ensanche del área central en Puerto Madero. Impulsada por su capacidad negociadora, la SCA tuvo una activa participación en el debate y posteriormente en el Concurso de Ideas, propuestas que se concretaron con el actual desarrollo urbano. En el proyecto de Retiro tuvo una gestión activa para que se realizaran estudios y se desarrollara un concurso. La ampliación de la cabecera Norte del centro ferroviario constituyó otra de las grandes discusiones para insertar nuevas funciones urbanas junto con una importante reforma de la conexión ferroviaria y portuaria aún pendiente, y que por razones de gestión de gobierno no pudo ser concretada. Otro de los grandes impulsos políticos de su gestión fue instalar la idea de la necesidad del planeamiento urbano como un instrumento de participación y nueva legalidad para la ciudad, que se concretó en gran medida con el Plan Urbano Ambiental desarrollado en el final de su gestión como presidente. La labor que desarrolló con el mismo interés y pasión a cargo del Marq –Museo de Arquitectura– fue relevante y fundacional como señal del valor de la arquitectura en la ciudad. El compromiso con sus ideas y la responsabilidad con que asumió la labor fueron siempre acompañados por su gran sentido del humor, que le permitió articular e impulsar a los distintos grupos de trabajo. Con su capacidad de gestión dejó caminos para la conformación de la ciudad del último período del siglo pasado, y con los ejemplos de vida, dejó marcas en todos los que lo conocimos.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
Las transformaciones urbanas: realizaciones y utopías
Julio Keselman • Arquitecto ( 1926 – 2011 )
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GESTIÓN URBANA Arquitecto, Universidad de Buenos Aires, 1961. Titular Estudio Keselman (ver capítulo Ejercicio Profesional en la página 178).
Cargos en la Sociedad Central de Arquitectos 1986-1998 1978-1986 1976-1978 1974-1976
Presidente. Vicepresidente 1º. Secretario General. Tesorero.
2004-2010 1974-2010
Miembro del Tribunal de Honor. Miembro del Colegio de Jurados en Arquitectura. Miembro del Colegio de Asesores en Arquitectura. Miembro del Colegio de Jurados en Planeamiento. Miembro del Colegio de Asesores en Planeamiento.
2008-2011 1999-2008
Presidente Honorario Museo de Arquitectura y Diseño de la SCA. Director Museo de Arquitectura de la SCA.
Principales cargos en otras instituciones 1995 y 2007 Representante de Graduados en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). 1996-1998 Miembro del Comité Ejecutivo para el planeamiento Estratégico de Buenos Aires, del Rectorado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Representante de la Sociedad Central de Arquitectos en el CoPUA / Plan Estratégico GCBA. 1980-1986 Secretario permanente de la Federación Argentina de Asociaciones de Arquitectos (FASA, actual FADEA). 1980-1984 Vicepresidente de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (FPAA). 1976-1984 Delegado titular de la SCA ante la FASA –FADEA Presidente el Comité Ejecutivo del Tercer Encuentro Regional del Cono Sur (FPAA). 1978-1980 Secretario General del Cono Sur de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (FPAA).
Julio Keselman / Arquitecto
1975-1980 Integrante como miembro titular de la Confederación General de Profesionales de la República Argentina (CGP). 1976-1978 Integrante como miembro titular de la Junta de Gobierno de la Confederación Latinoamericana de Profesionales Universitario (CLAPU). 1978 Presidente del Comité Ejecutivo del Primer Congreso Internacional Interdisciplinario El hábitat y sus condicionantes. Principales representaciones institucionales 1981 Miembro titular del Congreso y Asamblea Internacional de Arquitectos de la Unión Internacional de Arquitectos. Varsovia. 1980 Miembro titular del Congreso y Asamblea Panamericana de Arquitectos. Caracas - Venezuela. 1976 II Encuentro Regional del Cono Sur de la Federación Panamericana de Arquitectos. Presidente Delegación argentina. Paraguay. 1975 Asamblea de la Unión Internacional de Arquitectos. Delegado oficial de la Federación Argentina de Sociedades de Arquitectos, Venecia. 1975 XIV Congreso Mundial de la Unión Internacional de Arquitectos, Madrid. 1970 Congreso Mundial de Arquitectura e Ingeniería, Israel. 1969 Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, Buenos Aires, Argentina. Principales Diplomas de honor recibidos 1999
AMSCA, Asociación Mutual Sociedad Central de Arquitectos. Diploma Reconocimiento, Buenos Aires. 1990 Colegio de Arquitectos de Córdoba. Diploma reconocimiento. Miembro de Honor Correspondiente. Caracas - Venezuela. 1981 Consejo Iberoamericano de Asociaciones de Arquitectos. Designación Miembro integrante. Madrid. 1980 V Encuentro Regional de Arquitectos del Cono Sur, FPAA. 1980 Sociedad de Arquitectos del Uruguay. Reconocimiento por Méritos relevantes. 1980 Sociedad Colombiana de Arquitectos. Socio de Honor Correspondiente, Bogotá - Colombia. 1980 Colegio de Arquitectos de Venezuela. 1978 Sociedad de Arquitectos del Uruguay. Diploma Medalla de Oro, Curitiba. 1977 Asociación Paraguaya de Arquitectos. Socio Honorario. Asunción. 1976 Sociedad de Arquitectos del Uruguay. Medalla de Oro. Montevideo.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
Carta a mi amada
BUENOS AIRES, REINA DEL PLATA por Julio Keselman
Sabemos de tu agotamiento, sabemos de tu “no dar más”… Lo reconocemos. Te duele –y, por lo tanto, nos duele– desde tu corazón, tu centro, hasta tus límites y, es cierto, todos los dolores por los atropellos, lo abandonos, los descuidos, la irrespetuosidad, con signos casi de caos, llegaron hasta tus propios límites. Igual que una enfermedad a la que nadie supo o quiso dar respuesta acertada y oportuna, a la que nadie supo otorgar la real importancia, la que necesitabas y merecías. El daño creció tanto, hasta congelarte el desorden y la confusión. Y hasta se pensó en la posibilidad de cambiarte por otra, de suplantarte –cosa que, además, no será fácil que olvidemos, que nos puedas disculpar–.
Las transformaciones urbanas: realizaciones y utopías
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Te mostraste siempre tal cual sos. Manifestaste siempre tus falencias sin pudor. Claro, eras consciente de que poseías muchas, muchísimas cualidades y pensaste, ingenuamente, que nadie podría dejarte de lado. Sin embargo, no lo hiciste con soberbia, sino porque sabes de tu seducción sin medida. Pero no fue suficiente y el daño alcanzó hasta tus buenas cosas. Como siempre, es fácil ponderar y querer, y cuidar sólo lo que se necesita, lo que nos es útil y nos sirve. Luego, mucho más tarde, (pero siempre), llega la noción del tiempo perdido, del reconocimiento de los errores. Trabajamos, de todas maneras, mucho –y no es una justificación, es una verdad–. En variados casos te hemos podido sacar de apuros, de tremendas angustias, te hemos salvado de que aumentes tu agotamiento, tu “no dar más”. Hemos también sabido enfrentar a tus destructores, que sin pensar –y ese es realmente el problema–, han intentado
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
saquear tu costanera, tus bordes –Puerto Madero–, tu puerto, tus pocos espacios verdes, casi diría tu alma… Hemos salido a defenderte de aquellos que proclaman saber dónde y cómo debe ser tu sector… No obstante, ¡cómo gozamos de tus bondades! ¡cómo te exhibimos orgullosos a nuestros amigos! Ninguna otra tendrá tus características. “No habrá ninguna igual”, como dice el tango. Ninguna, seguramente, sabría tan a ciencia cierta cobijarnos como vos, brindarnos el espacio que nos das. Pero todavía, y siempre, hay tiempo de reflexionar. De pensar en devolverte lo que das. Desde siempre hemos sentido y asumido ese desafío, y vos sabés que no es sólo una promesa: una y otra vez te lo demostramos, con sinceridad y valentía. Seguimos creyendo que hay amor y fuerzas para continuar luchando por tus espacios verdes, por tu aire limpio, por tus terrenos vacíos y abandonados, por tu cinturón ecológico,
Carta a mi amada Buenos Aires, Reina del realizaciones Plata / Julio Keselman Las transformaciones urbanas: y utopías
por tus tierras de Retiro, por tu costa, por tus autopistas, por tu ciudad judicial, por tu reforma jurídica e institucional y por tantas cosas más. Sabemos que en todo eso podemos ayudarte, podemos concientizar a los demás en cuanto a tus valores y a no consentir más atropellos. Sí, creemos que hay resto para continuar el desafío de alcanzar el cambio que favorezca una mejor relación con quienes te habitamos, con tu gente. Continuaremos trabajando para elevarte tan alto como mereces, tan alto: hacia un pedestal de verdadera Reina. Por eso, mi amada Buenos Aires, ciudad, porque reflexionamos, continuaremos en el trabajo sin excusas ni pausas, en todo aquello que nos concierne y más, para que nadie vuelva a calificarte y distinguirte por tus flaquezas y falencias, para que todos los ciudadanos vuelvan a mirarte, recorrerte y mostrarte en tu magnífico esplendor.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
Pre texto
Participación ciudadana: Buenos Aires 1986 – 1998
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últiples son las posibilidades de colaborar con el desarrollo urbano desde las entidades intermedias. Uno de los casos de intensa actividad en favor de obtener el mejoramiento de la ciudad en momentos de alto dinamismo en la renovación y en la implementación de planes urbanos tendientes a cambiar el esquema físico de Buenos Aires para el inicio del siglo XXI, se dio entre las décadas de 1980 y 1990. Y desde la Sociedad Central de Arquitectos participamos intensamente en los rumbos que delinearon amplios sectores del perfil de la ciudad. Al frente de la SCA como presidente entre 1986 y 1998, encabecé esas iniciativas de fuerte participación profesional, con debates, foros de discusión, intervención con opiniones en medios de difusión, entrevistas con funcionarios y, sobre todo, en la resolución última de los problemas de la ciudad mediante los concursos públicos, en la continuación de la más celebrada tradición de la SCA. En el Bicentenario, Buenos Aires aun no ha consolidado ciertas cuestiones que vienen debatiéndose desde décadas atrás, y fundamentalmente el concepto de lograr un plan integral para la ciudad en su conjunto, que evite soluciones parciales que van armando un rompecabezas. El Plan Urbano Ambiental se elaboró como respuesta a esta aspiración, y aun así, y ya aprobado, es urgente su implementación para no seguir perjudicando la evolución ordenada que la ciudad merece, desde aspectos tan distantes como la circulación y la preservación del patrimonio, todo enfocado hacia la sustentabilidad urbana. Los temas han sido y son recurrentes: el debate sobre las autopistas comenzó a ser debatido en la SCA en 1977, cuando ante el Plan del entonces Intendente Municipal Osvaldo Cacciattore, la ciudad aparecía surcada por infranqueables cortes en su morfología. Hoy, con una red que se logró derivar del modo menos invasivo posible, aunque quedaron secuelas de aquel trazado inicial, aun se discute sobre el completamiento del anillo vial y están pendientes la autopista ribereña y otros enlaces urbanos y periurbanos. Los espacios verdes fueron tema de numerosos concursos, cada uno logrado individualmente; los sectores de redefinición urbana cuentan a Puerto Madero como
Participación ciudadana: Buenos Aires 1986 – 1998 / Pre texto
gestión emblemática al lograrse la definición por concurso de un anteproyecto que en un principio había sido elaborado como consultoría privada por profesionales extranjeros; la ubicación del Aeroparque, aun en discusión, y la proyectada construcción de la Aeroisla, idea que en los ’30 sostenía la SCA pero que en los ’90 se descartaba por cuestiones técnicas y económicas; el siempre presente tema de la vivienda y un déficit que no se reduce, a pesar de los programas de ampliación del parque habitacional con planes del Estado, por el crecimiento demográfico. Conciente de aquellos proyectos que no podrían, por su envergadura y excesiva complejidad operativa, concretarse, desde la SCA nos opusimos siempre con argumentos tangibles al plan de traslado de la Capital Federal. No obstante, colocamos en el centro de las discusiones la necesidad de concursar todas las oportunidades de este traslado, desde el urbanismo y la arquitectura pública hasta las viviendas. Y en este período, la institución SCA transitó por su Centenario: en 1986 se concretaron obras de ampliación, remodelación y adecuación largamente esperadas en la entidad, que brindaron nuevos espacios para la reunión, los debates, exposiciones y actividades de los arquitectos y la sociedad. Expansiones y logros que se completarían en 1997 con la concesión de la ex Torre de Agua de Retiro a la SCA con el objeto de crear allí el primer Museo de Arquitectura del país. Museo que hoy lleva años de funcionamiento, se ha ampliado, e impuesto en su actividad específica. Reconocimientos a los colegas mediante los Premios Anuales –luego Bienales–, de Arquitectura, los premios a la mejor intervención en obras del patrimonio edificado, (ambos con otras instituciones); a los estudiantes con mejor promedio de la carrera de Arquitectura en la UBA, acciones conjuntas en el campo profesional y de cuestiones urbanísticas con instituciones afines de arquitectura e ingeniería, completaron las acciones de un período que aunque ya en democracia, significó grandes transformaciones en el ejercicio profesional (desregulación de los honorarios, crisis de la industria de la construcción) y en el crecimiento metropolitano, que debieron enfrentarse con tenacidad en las posturas y solidez en los argumentos.
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12 AÑOS DE GESTIÓN URBANA / JULIO KESELMAN
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Las transformaciones urbanas: realizaciones y utopías
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PUERTO MADERO
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no de los más grandes logros de la gestión que llevamos adelante desde la SCA en los años noventa fue la resolución por concurso público y abierto de la reconversión del área de Puerto Madero. Obsoleto y fuera de funciones desde varias décadas atrás, reemplazado por Puerto Nuevo para cargas y por Dársena Norte para pasajeros, los cuatro diques y dieciséis docks del antiguo puerto esperaban una intervención que los sacara del abandono y permitiera a la ciudad lograr la relación con el borde costero, que el mismo emprendimiento Madero le había quitado décadas antes. En ese momento, la Reserva Ecológica se extendía por todo el borde, más allá del límite Este de la Costanera Sur, y convertía al río en un horizonte lejano. El marco jurídico que permitió la transformación del área llegó en 1989 con la ley de Reforma del Estado. El modelo de gestión para implementarlo, para evitar superposición de competencias, se dio con la creación en noviembre de 1989 de la Corporación Antiguo Puerto Madero, sociedad anónima integrada por el Estado Nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires. La Corporación se convirtió en la titular de las 170 has de Puerto Madero, transferidas por el Estado Nacional, y la Municipalidad debía generar el proyecto para su urbanización, dotándolas de la necesaria infraestructura. Los límites de Puerto Madero, hoy el barrio número 47 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, son, por el norte y el sur, la continuación de las avenidas Córdoba y Brasil, Cecilia Grierson y Elvira Rawson de Dellepiane, y por el este y el oeste, el río y la avenida Madero-Huergo. En 1990, el Gobierno nacional anunció la venta de esas tierras, y la entonces Municipalidad de Buenos Aires contrató a un grupo de urbanistas del Ayuntamiento de Barcelona, liderados por Jordi Borja, para el estudio y proyecto de reconversión de toda el área de Puerto Madero, sector estratégico de la ciudad por ser la continuación del área central y contener la vinculación con el río. Ante esta situación, desde la SCA, con nuestra tradicional voluntad de abrir el debate tendiente a lograr las mejores soluciones para la ciudad con la participación de todos los sectores, se convocó a un foro de discusión. Se desarrollaron reuniones entre julio y septiembre de 1990, sobre los alcances y características del Plan Maestro elaborado por el equipo de urbanistas de Barcelona. Los debates se sucedieron en el auditorio de la Sociedad Central de Arquitectos con la presencia del Secretario de Planeamiento Urbano, arquitecto Alfredo Garay, y los arquitectos Jorge Moscato y Emilio Rivoira, también de la gestión municipal, que reunión tras reunión informaban de los detalles y avances del Plan Maestro. Sin embargo, otros sectores representados –Concejo Deliberante, matrícula de arquitectos y vecinos en general–, todos con un alto grado de interés y capacidad de refutar los argumentos ofrecidos, generaban la necesidad de nuevos encuentros de discusión.
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Se acercaba septiembre y la fecha en que saldrían a la venta las primeras fracciones de tierra por urbanizar y los primeros docks por reconvertir. Para entonces, sería preciso contar con definiciones sobre su futuro. En la SCA decidimos entonces resumir en un documento dirigido al Secretario de Planeamiento Urbano los cuestionamientos al Plan y su operatoria. Con la intención de responder a las inquietudes planteadas en dicho documento, el Arq. Garay se presentó nuevamente en un foro convocado por la SCA, Inscribiendo el proyecto de Puerto Madero dentro de criterios generales de planeamiento para la ciudad, con ideas de larga data en el imaginario de los urbanistas porteños, básicamente la relación entre ciudad y río, Garay resumía la propuesta en “tres gestos fundamentales: abrir la trama para hacerla accesible desde el centro, abrir los usos del ex puerto de transporte a actividades recreativas, culturales y deportivas en torno a la relación ciudad-río, y modificar las características del parque natural (Reserva Ecológica) convirtiéndolo en una isla para reformular el modelo de ciudad que da la espalda al río”. Por añadidura y en otro aspecto, aparecía una redefinición del carácter del Estado, actuando como promotor y no como ejecutor de la construcción de la ciudad, como dinamizador del desarrollo urbano. Pero la opinión general coincidía, en esencia, en la falta de consulta durante la elaboración del proyecto, tanto con la matrícula de arquitectos y urbanistas como con el Concejo Deliberante. Los objetivos planteados por el Ejecutivo y el Legislativo municipales eran coincidentes, pero no así su forma de concreción. El Vicepresidente 1º de la Comisión de Planeamiento del Concejo Deliberante, Tomás Bres, consideraba esencial no dejar librado a la ley de la oferta y la demanda el proyecto de Puerto Madero para su definición última. Lo mismo opinaba la SCA, cuya Subcomisión de Planeamiento, que contaba entre sus integrantes a la arquitecta Odilia Suárez, analizaba una y otra vez el proyecto y exponía sus fundamentadas objeciones en los debates. Sin embargo, desde la Secretaría de Planeamiento Urbano no se acordaba con la idea de resolver el proyecto para Puerto Madero por concurso, fuera éste vinculante o no. Esta solicitud se consideraba, desde dicha oficina, una ambigüedad, ya que los profesionales hacían objeciones al programa, y éste era un tema “de decisión puramente oficial”, según explicaba Planeamiento. La Municipalidad admitía la posibilidad de un concurso sólo una vez elaborado el Plan Maestro. No parecía entonces posible detener o retardar la iniciativa con un concurso público que permitiera la opinión de todos los sectores –desde la elaboración de las bases hasta la resolución– y la obtención de la solución más adecuada, dado el rumbo planteado por la Municipalidad para la reactivación económica de la zona, encuadrada en las decisiones oficiales de la época. Desde la SCA insistíamos en una posición que reflejaba la opinión de toda la matrícula. En nota enviada al Presidente de la Nación, Dr. Carlos Menem, al Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Lic. Carlos Grosso, al Secretario y Subsecretario del Consejo de Planificación Urbana de la Municipalidad, al Presidente de la Corporación Antiguo Puerto Madero, a concejales y a diversos medios de comunicación, fijamos la posición de la SCA con respecto a las acciones propuestas para Puerto Madero.
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Planteábamos varios aspectos de la cuestión: en principio, que no se habían explicitado con claridad los lineamientos de una política para insertar el nuevo desarrollo urbano, que se presentaba como un proyecto cerrado. Opinábamos, en disidencia con los usos propuestos, que “la potenciación del área como un nuevo espacio con usos administrativos y residenciales dominantes, de alto impacto ambiental urbano, tanto por la ocupación del suelo propuesta como por la configuración del paisaje resultante, no favorecía la apertura y acceso masivo al río y las posibilidades de recuperarlo para el uso cotidiano, faltando además una decisión para el área de la Reserva Ecológica.” En detrimento de la satisfacción de la demanda creciente de espacios verdes, era evidente la predominancia del área a ser privatizada en el proyecto oficial por sobre la dedicada a espacio público. Afirmábamos también que no debían subordinarse a la factibilidad económica de un proyecto las posibilidades lógicas de desarrollo de la ciudad, siendo las reservas de tierra un bien agotable y escaso. “La tierra pública no debe ser privatizada sólo por traslación de dominio –decíamos desde la SCA–, sino también por alguna otra forma de cesión, usufructo temporal, legislación para el área del derecho de superficie, para que la gestión sobre el área en el futuro tenga la mejor dinámica sin costos de expropiación”. También reclamábamos al Municipio fijar normas y establecer mecanismos de gestión cuya transparencia asegurase una participación profesional técnica e intelectual idónea, estructurando mecanismos para evitar la especulación inmobiliaria a gran escala evitando modelos de inserción reservados solo a las grandes empresas, nacionales o extranjeras. La operación Puerto Madero no estaba aún suficientemente consensuada. Se acercaba la fecha fijada para el inicio de la venta de las tierras y los docks y, una vez enajenada la tierra, el operativo sería irreversible, sosteníamos. Y exhortábamos a la Intendencia, al Concejo Deliberante y a la Corporación Puerto Madero a establecer “una necesaria pausa en el progreso de las operaciones que permita evaluar adecuadamente el proyecto elaborado, los objetivos urbanísticos a conseguir y la estrategia de implementación adecuada dentro del más amplio marco de participación”(1). Y, como de costumbre, ofrecíamos la colaboración de la entidad para el logro de los mejores resultados para la Ciudad. Las dos carpetas remitidas a la SCA por el Consejo de Planificación Urbana al recibir esta nota, conteniendo la memoria descriptiva del Plan Maestro de Desarrollo Urbanístico de Puerto Madero elaborado por los consultores españoles, no hizo sino ratificar las críticas ya formuladas al proyecto, centradas en cuatro ejes: el programa, el proyecto urbano, la ecuación económica y la gestión. Observábamos, desde la SCA la falta de fundamentos del programa urbanístico adoptado, que ignoraba los problemas básicos planteados por el funcionamiento del
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Keselman, Julio; del Franco, Carlos, septiembre de 1990, Correspondencia SCA.
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puerto y los graves déficits de superficies de expansión para el área central de la ciudad. Con respecto al proyecto urbano, advertimos incongruencias en la propuesta en cuanto a mezcla de tipologías formales en la combinación funcional de oficinas y vivienda, que no se consideraba la doble barrera autopista-ferrocarril ni la infraestructura necesaria para facilitar la accesibilidad ni los servicios. La ecuación económica no se explicitaba en forma clara, y el balance omitía los costos mayores de infraestructura: modificación de autopista, movimiento de líneas férreas, puentes levadizos sobre los diques, entre otros aspectos. Tampoco la forma de gestión se explicitaba claramente, variando entre la venta y la concesión del suelo a fin de garantizar la mejor defensa de los intereses públicos. Como resultado de esta presentación y de la falta de consenso para la propuesta oficial, el 11 de abril de 1991, mediante un acta suscripta por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, la Cámara Argentina de la Construcción, la Unión Argentina de la Construcción y la SCA, estas entidades apoyábamos la urbanización de Puerto Madero y solicitábamos un llamado a concurso de ideas para el área. Así, la insistencia de la SCA en favorecer los debates, proporcionando el ámbito y convocándolos, abrió la posibilidad de que los profesionales se hicieran oír, y logró que el futuro de una de las áreas más importantes de la ciudad se decidiera por evaluación de un concurso abierto, público y transparente. El 14 de junio de 1991, la Corporación Antiguo Puerto Madero instó a la firma del convenio entre la Municipalidad de Buenos Aires y la SCA para la convocatoria al Concurso, cuyo objetivo fue establecer los fundamentos del plan. Se fijaron tres primeros premios y cinco menciones. Los asesores que elaboraron las bases fueron: Pablo Huberman (CAPM); Jorge Moscato (MCBA), Odilia Suárez y Heriberto Allende (SCA). La apertura de este concurso se anunció oficialmente desde la SCA el 2 de octubre de 1991.La apertura de la primera licitación para venta en Puerto Madero se había realizado en julio de 1991, casi un año después de lo originalmente previsto (ver cap. 4, Concursos). Se presentaron al concurso 96 estudios de arquitectura de todo el país. El 10 de febrero de 1992 se dio a conocer el fallo del jurado. Resultaron premiados tres equipos de arquitectos, sin orden de mérito: Borthagaray-Gastellú-Marré; García EspilLeidemann; Carnicer-Grinbaum-Labeur-Perez-Xaus. Integraron el equipo que elaboró el proyecto definitivo: Juan Manuel Borthagaray, Cristian Carnicer, Pablo Doval, Enrique García Espil, Mariana Leidemann, Carlos Marré, Rómulo Pérez, Antonio Tufaro y Eugenio Xaus. El anteproyecto urbano del Plan Maestro para Puerto Madero se presentó en octubre de 1992. El 8 de julio de 1997 se incorporó el área de Puerto Madero al Código de Planeamiento Urbano (Ordenanza 51.675).
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Puerto Madero en cifras • 1992: Presentación anteproyecto urbano del Plan Maestro. • 1994: En noviembre se incorporan a Puerto Madero los buques museo Fragata Sarmiento y Corbeta Uruguay. • 1995: Las avenidas Corrientes y Córdoba llegan hasta Alicia Moreau de Justo. • 1995: El 28 de septiembre, mediante la Ordenanza 49.668, se otorgan nombres de mujeres destacadas a todas las calles de Puerto Madero. • 1996: El 5 de diciembre, mediante la Ordenanza 51.163, se establece que Puerto Madero será el 47º barrio de Buenos Aires. • 1997: En marzo se licitan 32 has para la realización de tres parques. • 1997: En abril se inaugura el Yacht Club Puerto Madero. • 1997: En diciembre se inaugura el primer boulevard, Rosario Vera Peñaloza, continuación de la calle Estados Unidos. • 1998: En junio el edificio de Molinos en el dique 3, cesa su actividad industrial. • 1998: El 9 de septiembre se inaugura oficialmente Puerto Madero como el 47º barrio porteño. • 1999: En junio, la Corporación y la Secretaría de Obras y Servicios Públicos del GCBA suscriben el convenio mediante el cual la primera se hace cargo de la ejecución de las obras de recuperación y puesta en valor de Costanera Sur y de su mantenimiento por cinco años. • 2000: El 20 de febrero se inaugura la primera etapa del Parque Costero Costanera Sur, sector del Teatro Griego, parte de las obras del concurso para áreas verdes realizado en 1996. • 2000: El 8 de abril se inaugura el boulevard Macacha Güemes, continuación de la calle Tte. Gral. Perón hacia el río, como avenida parquizada de 300 m de longitud y 80 de ancho. •
Total edificado: 1.500.000 m² entre construcción nueva y reciclajes.
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Perfil edificable: Hasta 18 m / orillas Este y Oeste de los diques. Hasta 30 m / segunda línea de edificaciones sobre el lado Este. Entre 70 y 170 m / racimos de torres sobre la continuación de las calles Tte. Gral. Perón y Belgrano.
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ITALPARK
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n accidente en uno de los juegos del parque de diversiones Italpark, ubicado en la avenida del Libertador entre Callao y el Centro Municipal de Exposiciones, unido al ya vencido plazo de concesión, determinó su cierre y, a partir de entonces, el debate sobre el futuro del predio. Este futuro dependía de un cambio de destino mediante normativa, con convocatoria a audiencia pública con la pregunta ¿Qué harían ustedes con el predio?, a la que se invitó a diversas instituciones (Facultades de Arquitectura, Ingeniería, Agronomía y Derecho, Cámara Argentina de Construcción, entidades intermedias) entre ellas a la SCA. Opinábamos entonces que “antes que nada nos preocupa que se convoque a una consulta pública sin que el Municipio aporte los criterios urbanísticos según los cuales aquélla debe ser enmarcada, por cuanto los usos del suelo urbano no pueden ser arbitrariamente cambiados en una ciudad sin que ello afecte, en grado considerable, el carácter de todo el entorno en el cual están emplazados…” Las posibilidades de uso que se analizaban desde el Ejecutivo giraban en torno de continuar su utilización como parque de diversiones, licitar el terreno para construir un complejo que incluía un hotel internacional, espacios verdes, salas culturales y viviendas y hasta el retorno absoluto a una plaza como la existente hasta 1965. Pero las peculiares características del sitio que configuraban un alto valor urbanístico y ambiental adquirido y apreciado por los porteños, eran los parámetros que, a juicio de la SCA, debían guiar el uso a asignar al predio. Desde la SCA nos manifestábamos en desacuerdo con la asignación a usos comerciales o administrativos, que desvirtuarían el carácter de una de las áreas urbanas más valiosas desde el aspecto paisajístico, cultural y residencial; opinábamos que tal abrupto cambio del uso del suelo llevaría a la degradación socioeconómica de todo el entorno, a la congestión vehicular y al deterioro de los jardines de la zona.(2) Haciendo hincapié en el escaso patrimonio de terrenos públicos de la ciudad, destacábamos la necesidad de que todo proyecto que comprometiese el uso y la configuración del espacio público debía ser juzgado por su valor urbanístico intrínseco y no por su valor de negocio, que debía ser motivo de instrumentación posterior. Ofrecíamos la colaboración de la entidad para precalificar las normas urbanísticas que regulasen el desarrollo de dichos terrenos para proceder posteriormente a un llamado a concurso público para la selección del mejor proyecto, dando así oportunidad al aporte creativo de los profesionales argentinos. Aquella audiencia pública reunió a más de doscientos protagonistas que debatieron durante siete horas. Aunque el concurso público fue solo una de las cuarenta y siete
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Keselman, Julio; del Franco, Carlos; 26 de noviembre de 1990, Correspondencia SCA.
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propuestas presentadas, fue finalmente la solución adoptada. Más de un año después, el 8 de enero de 1992, se firmó el convenio entre la Municipalidad y la SCA para el llamado a concurso nacional de ideas para el predio del ex-Italpark, que se abrió en febrero, en una modalidad similar a la implementada para Puerto Madero, con dos premios de igual rango y tres menciones. En los criterios que guiaron la formulación de las bases, desde la SCA contemplamos la necesidad de “tomar en cuenta la inversión privada que, articulada con la acción municipal, integre una ecuación que optimice el financiamiento del proyecto”. Sosteníamos entonces nuestra idea de siempre: que es rol indelegable del Municipio la conducción, planificación y control de gestión; que las ideas que los participantes formulasen deberían contemplar estos principios y que el posterior emprendimiento se realizaría con la intervención de capitales privados, y que su rentabilidad permitiría la ejecución del proyecto total. De modo que la propuesta debía incluir la idea de plazos y etapas de realización, organizarla sobre la base de sectorización e identificación de subunidades de intervención y contemporizarla sobre la base de distintos sistemas de concesión y recupero de inversiones. Fueron asesores en este concurso Julio Keselman, Álvaro Arrese y Cristina Fernández, y jurados los arquitectos Flora Manteola, Luis Caporossi, Horacio Baliero; Fernando Bustelo, Esteban Piccielo, y el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires. Resultaron premiados los trabajos correspondientes a los equipos integrados por BerdichevskyCherny; Colletta, de la Fuente, Laudano y Romero, y Manfrino. Pero el resultado de este concurso generó una polémica entre vecinos por los usos proyectados, y tras algunos meses de discusiones, la Municipalidad resolvió dedicar todo el predio del ex Italpark a espacio verde público, concretándose el actual Parque Thays.
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RETIRO
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l segundo de los megaproyectos urbanos de la década del ’90, Retiro, comenzó a tomar cuerpo en 1991 cuando el Gobierno Nacional, en el proceso de implementar las privatizaciones, creó la Comisión de Ventas de Inmuebles del Estado, dependiente del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, encargado de la disposición o explotación de los bienes desafectados y a desafectar del servicio ferroviario. El decreto 1143/91 facultaba a la Comisión, presidida por Matías Ordóñez, a convocar a la presentación de propuestas sobre desarrollos urbanísticos y las ofertas para su explotación, y a contratar asesoramiento técnico en el tema. En concordancia con este objetivo, el decreto 602/92 encargaba a la citada Comisión –cuyas facultades incluían la venta o concesión, por licitación o subasta pública, de los inmuebles resultantes del parcelamiento–, la confección de un Plan Maestro de Urbanización para el Área de Retiro. Para la realización de este Plan, la Comisión recibió asistencia técnica de una consultora canadiense. Enterada la SCA, reclamamos desde la entidad la información oficial de la iniciativa, permitiendo el intercambio de opiniones, y solicitamos la realización de un concurso nacional de ideas urbanísticas, acompañado por el dictado de normas para el área.(3) Como en el caso de Puerto Madero, desde la SCA volvíamos a cuestionar un proyecto para Buenos Aires que, a pesar de afectar múltiples intereses y un área de 70 has en uno de los sitios de mayor valor de la ciudad, no respondía al necesario debate público previo. Sin embargo, desde los organismos responsables del área, las autoridades se habían manifestado a favor de consultar a los profesionales y resolver la cuestión mediante un concurso a la manera de lo ya realizado para Puerto Madero. Mientras desde la SCA nos manifestábamos en contra de la falta de planeamiento y de un proyecto integral para las transformaciones de Buenos Aires, desde el gobierno municipal se contrataba a la consultora canadiense CANAC que había elaborado alternativas para que la operación de urbanización resultara autofinanciable. La propuesta seleccionada liberaba para la explotación inmobiliaria 93 has, organizaba la estructura vial y amanzanaba el sector, resolviendo con la prolongación de vías existentes –Callao y Austria– el cruce transversal del área. La propuesta repetía urbanísticamente las situaciones existentes al otro lado de la avenida del Libertador en usos y escalas. Así, frente a Palermo Chico se repetía el patrón de su trazado; frente a la Facultad de Derecho, ATC (actual Canal 7), el Museo de Bellas Artes, Palais de Glace y Biblioteca Nacional, se reforzaba el carácter institucional, y frente al sector limitado por las calles Schiaffino y Montevideo, se planteaba una zona residencial con edificios de
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Keselman, Julio: Marenco, Guillermo; septiembre de 1993. Correspondencia SCA.
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hasta 20 pisos, mientras desde allí hasta Retiro se extenderían los usos administrativos y de hotelería de Catalinas Norte, y la edificación alcanzaría los 30 pisos. El proyecto preveía transformar la histórica estación Mitre para usos culturales.(4) Ante las perspectivas del desarrollo del proyecto tal como estaba planteado, desde la SCA opinamos sobre la posibilidad de que se produjeran, como consecuencia, situaciones negativas tales como: • La deformación del área central administrativa, llevando a un nuevo epicentro sobre un área ya saturada, con una concentración de superficie que ascendía a casi la mitad de lo existente en el microcentro norte; • La progresiva degradación del área residencial norte, invadida por actividades ajenas a su naturaleza; • La congestión vehicular del nudo Retiro y del eje Figueroa Alcorta, al que se agregaría la saturación edilicia (se especulaba con construir alrededor de los espacios verdes existentes, sin crear nuevos); • El parcial ahogo de la capacidad operativa de Puerto Nuevo, al comprometer terrenos necesarios para el Plan de Reordenamiento Portuario, de urgente resolución y que, sin embargo, tantos años después mantiene la discusión en cuanto al futuro del puerto. En este sentido, se reclamaba por el constante deterioro al que se sometía la Costanera Sur con el paso de tránsito pesado hacia la playa de contenedores existente frente a la ex Ciudad Deportiva. El 9 de diciembre de 1993 se suscribió un convenio entre Ferrocarriles Argentinos, la Municipalidad de Buenos Aires y la Sociedad Central de Arquitectos para la asistencia técnica en el Proyecto Urbano del Área Retiro. El objeto del acuerdo era contar con opinión acerca de los componentes del proyecto por parte de las entidades profesionales, en particular los estudios realizados por la firma consultora, a fin de consensuar criterios para superar las objeciones que la SCA había realizado. Además, la entidad se comprometía a la recopilación de antecedentes urbanísticos que no se hubieran contemplado en la propuesta, la elaboración de un documento de evaluación y, a partir de allí, la definición de lineamientos alternativos. Dichos informes(5) recomendaban reconsiderar las instancias de formulación y, sobre todo, de evaluación de las alternativas de estructuración y gestión a futuro del área, considerando sus rasgos significativos. Estos informes permitieron avanzar en forma más documentada hacia modelos sólidos de opinión y participación, y su síntesis se reflejó en la redacción de las bases del Concurso Nacional de Anteproyectos convocado al año siguiente.
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Clarín Arquitectura, 25 de febrero de 1993.
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SCA Revista de Arquitectura, Nº 175.
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En octubre de 1994 expresábamos desde la SCA que los principales beneficios de la remodelación del Área Retiro debían centrarse en la mejora de la operatividad de las conexiones de transporte, dando prioridad al movimiento de cargas con destino y origen en el puerto, tanto de las que llegaban por ferrocarril como de las que lo hacían por medio de camiones. Estas transformaciones debían ser la médula del Proyecto Retiro. El Concurso Nacional de Ideas para el Área Retiro fue convocado el 22 de abril de 1996 y el jurado se expidió el 12 de septiembre del mismo año. Se entregaron 48 trabajos. Fueron asesores: Federico Mougenot y Jorge Roca por la MCBA; Ing. Roberto Carretero y Dr. Ismael Mata por Ferrocarriles Argentinos, Luis Ainstein, Heriberto Allende, Odilia Suárez y Carlos Lebrero por la SCA. El primer premio correspondió a los arquitectos Miguel Baudizzone, Jorge Lestard y Alberto Varas, con Daniel Becker y Claudio Ferrari como asociados y Rodolfo Machado y Jorge Silvetti como asesores. La superficie total concursada fue de 75 has. Actualmente, el proyecto, tras varias reelaboraciones por modificaciones en los condicionantes originalmente establecidos para el Concurso y ajustes en la superficie del predio a intervenir, se encuentra en revisión y está a cargo del estudio cuyo titular es el Arq. Alberto Varas.
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PUENTE BUENOS AIRES - COLONIA
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tro de los megaproyectos encarados en los años ’90 fue la conexión entre las costas de la Argentina y del Uruguay por medio de un puente. Mucho se discutió sobre la mejor opción para su emplazamiento, hasta que se decidió que los lugares más aconsejables eran Buenos Aires y Colonia. A fines de 1993 se conoció la idea, emanada del Ejecutivo Nacional. Desde entones, las opiniones fueron diversas, Se presentaba como un enlace necesario para la vinculación eficiente de la ruta del Mercosur, que salía desde Río de Janeiro, pasando por San Pablo, Curitiba, Rio Grande del Sur, Montevideo, Colonia, Buenos Aires (enlazadas por el proyectado puente), y desde aquí llegaba hasta Santiago de Chile, vía Mendoza. Desde la SCA, en cuanto se conoció la idea, insistimos en la importancia de medir las implicancias del impacto ambiental, urbano, económico y social que produciría el puente, y resolver sobre su más adecuado emplazamiento, antes de la decisión definitiva. En una actitud oficial habitual en los años ’90, y en el marco de privatizaciones y encomiendas a consultoras de origen extranjero, a fines de 1993 se realizó por encargo del Gobierno nacional un estudio de prefactibilidad a cargo de las empresas francesas Lyonnaise des Eaux – Dumez Sudamericana, –la primera, integrante de Aguas Argentinas, entonces concesionaria de Obras Sanitarias de la Nación, y la segunda, una de las mayores empresas constructoras de Europa–, informe que fue entregado hacia fines de 1993 a Uruguay y a la Argentina. Para entonces, ya se había constituido el Ente Binacional Puente Buenos Aires - Colonia. Entendimos que el Puente era una decisión tomada y sus variables políticas, económicas y de proyecto obligaban a analizar y repensar las posibles ubicaciones de su cabecera en Buenos Aires. Desde la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), un análisis elaborado por la Arq. Odilia Suárez encontraba ventajas a la conexión – entre ellas, mayor integración físico-económico-social con los países limítrofes en el marco del Mercosur y una mejor conectividad del área metropolitana de Buenos Aires con la costa uruguaya en general–, pero también destacaba varios aspectos negativos del proyecto. La todavía vigente cuestión de la operatividad del puerto de Buenos Aires con relación a otras ubicaciones –en este caso, la alternativa regional era el de Montevideo–, era otro de los aspectos relevantes que influirían en el proyecto, según el informe de la FADU. Para la SCA, el Puente era la punta de un iceberg. Así describimos la situación desde nuestra Revista y en declaraciones a los medios periodísticos.(6) Que los detalles de su emplazamiento no se hubiesen conocido desde las primeras informaciones no era
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SCA, Revista de Arquitectura Nº 168, enero-febrero 1994; Clarin Arquitectura, 26 de marzo de 1994.
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casual. Propiciábamos, y solicitábamos a las autoridades competentes, una discusión pública, abierta y clara, para evitar que su trazado y ejecución nos sorprendiera, de un día para el otro, con un proyecto no consensuado y desconocido, como había ocurrido ya con relación a Puerto Madero y otros temas urbanos. La importancia del emprendimiento se contradecía con la escasa difusión que se había dado en el país sobre los distintos aspectos involucrados, como su justificación dentro del esquema del Mercosur, su complementación con la hidrovía Paraná-Paraguay, su impacto en la organización portuaria y la economía del transporte, así como sobre la ecología y la estructura territorial argentina, en particular de la Mesopotamia y del área metropolitana de Buenos Aires. Reconociendo que el trazado del puente no era decisión fácil, pero sí una realidad, desde la SCA opinábamos que la zona del Delta de Buenos Aires aparecía como la posibilidad que ofrecía mayores ventajas. Ubicarlo allí, con una planificación adecuada y consensuada, permitiría desarrollar una política de desarrollo turístico, comercial y hasta educativo del lugar. También colaboraría dentro de los términos de la ecología, a la expansión de un importante sector del Gran Buenos Aires para fines recreativos, y conservarlo como gran reserva urbana. El puente así planteado, decíamos entonces, “permitiría ampliar la visión de su realización en lugar de verlo exclusivamente desde sus particularidades, y eso ayudaría a observar la ciudad en forma integral y no continuar proponiendo y resolviendo situaciones puntuales”. A estas consideraciones, que mantuvimos en el tiempo y ante la inacción oficial para fundamentar la propuesta, agregábamos en agosto de 1998 la importancia de efectuar una evaluación acabada de la incidencia de los distintos aspectos del proyecto, incluyendo la traza del puente sobre el Río de la Plata. La inacción argentina contrastaba con la actitud tomada por Uruguay, donde se realizaban estudios del impacto con la intensidad que demandaba la envergadura del emprendimiento. En febrero de 1998 se había presentado en Colonia, Uruguay, el informe final de una misión universitaria europea (Instituto Europeo de Arquitectura y Ordenamiento Territorial –INEAA– con la colaboración del gobierno de Francia, en una red de once escuelas de países miembros de la Comunidad Europea) sobre el impacto sociológico, ecológico y territorial que tendría en ese país y especialmente en el Departamento de Colonia, la construcción del puente. La idea del Puente Buenos Aires-Colonia, o de alguna nueva conexión entre ambas orillas atravesando el Río de la Plata fue, poco tiempo después, abandonada.
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LA RIBERA NORTE
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esde fines de 1992, y dentro del deterioro global de ciertas áreas debido a la falta de planificación integral de la ciudad, observábamos con inquietud la situación de la Costanera Norte. Organizamos entonces un Foro de discusión que, si bien estaba pensado para analizar el destino del área cercana a Ciudad Universitaria, por impulso del público asistente el debate se amplió hacia otros puntos conflictivos del borde costero del Río de la Plata comprendido entre Salguero y la avenida Gral. Paz. Desde la SCA compartimos entonces la mesa de debate con el Decano de la FADUUBA, Arq. Juan Manuel Borthagaray, con el Arq. Horacio Baliero, profesor titular de esa casa de estudios, la Arq. Liliana Jones, a cargo de la Dirección General de Desarrollo Urbano de la Municipalidad, además de integrantes del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas, la Dirección Nacional de Hidráulica, la Asociación Amigos de la Costanera Norte y empresas concesionarias de predios con explotación comercial en el sector. Todos los actores sociales de la zona estaban representados. La falta de conciencia urbana-ambiental era entonces el denominador común de la problemática, a pesar de que la Costanera incluía –e incluye– numerosos usos diferentes. En ese momento, los arquitectos demostramos una vez más y con firmeza que, más allá de discutir el perfil morfológico de la ribera Norte, somos responsables también de las definiciones de la ciudad como ciudadanos. En aquel debate, y ante expresiones dubitativas de los funcionarios presentes, recordamos que, etimológicamente, política deriva de “polis”, voz que significa “ciudad”. Con mucha insistencia en lograr la aclaración de leyes sin respuesta, la obligatoriedad del camino de sirga –inexistente entonces en gran parte de la costa porteña debido a las concesiones–, la propiedad de la tierra resultado de rellenos, desde la SCA nos comprometimos, nuevamente, a trabajar en conjunto con las autoridades, pero también exigimos, como desde hacía tiempo, la implementación de políticas de planeamiento urbano consensuadas por parte de la Municipalidad.(7) La Costanera Norte fue postergándose ante otras urgencias urbanas, y en 1994 volvió a la atención pública por la Ordenanza Nº 47.666 de creación de la Rambla Costanera Norte, sancionada por el Concejo Deliberante según proyecto del edil Carlos Louzán, Presidente de la Comisión de Ecología y del bloque Radical del legislativo porteño, en la que se restituía la obligación de respetar el camino de sirga en toda la extensión de la Costanera Norte, y se proponía un camino costero ininterrumpido con posibilidades de paseo y expansión y acceso público a la costa. Desde la ordenanza, la SCA fue incluida entre las instituciones formadoras de opinión en la concreción de la propuesta, y sumó su comentario.
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Clarín Arquitectura, 19 de diciembre de 1992.
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Consideramos positiva aquella decisión, particularmente porque un emprendimiento de las características del propuesto volvería a entregar al ciudadano de Buenos Aires la posibilidad concreta de acceder al río, encontrándose con una perspectiva de horizonte que le había sido negado a través de las distintas privatizaciones que fueron sucediéndose en los años previos mediante la gestión de distintos gobiernos. Sin embargo, nos manifestábamos en contra de nuevos rellenos en el río, que acrecentarían problemas de contaminación y complicarían la discusión sobre la definición del borde de la ciudad, cuya determinación proponíamos se lograra por ley. Coincidíamos y reforzábamos la idea de que la propuesta cinta costera resultase de un concurso nacional. Expresábamos también la conveniencia de extender la propuesta a la Costanera Sur, devolviéndole el río a los ciudadanos con la expresa condición de un uso comunitario, abierto y público.(8)
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SCA, Revista de Arquitectura Nº 171, julio-octubre 1994.
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CIUDAD JUDICIAL
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e vieja data era la necesidad de concentrar las funciones del Poder Judicial que ya, a principios de los ’90, habían excedido largamente el antiguo Palacio de Tribunales proyectado por Norberto Maillart a principios del siglo XX, ocupando gran cantidad de edificios no sólo en la zona del antiguo Palacio, sino en todo el centro de la ciudad. En mayo de 1994 el Gobierno Nacional anunció que la proyectada concentración de ese Poder en una Ciudad Judicial se localizaría en Puerto Madero. De sus 170 has y 40 parceladas, el nuevo barrio destinaría a la Ciudad Judicial 4,8 has en el dique 2, sobre el eje de la avenida Belgrano, en un área de usos mixtos –residencial, comercial y cultural-recreativo–, en el sitio destinado en el Plan Maestro original a la concentración de torres de oficinas. La superficie a construirse era de 250.000 m2, con un FOT 7. Definida la ubicación del conjunto, se encargó la programación a una unión de consultoras conformada por Kohn-Pedersen-Fox, Ove Arup y Asociados y Rizzi y Asociados, todos especialistas en programación de edificios judiciales. En ese momento se proyectaba la transformación de los juzgados en tribunales orales, lo que modificaría sustancialmente la estructura organizativa necesaria. La idea oficial era un concurso de proyecto y precio, y desde la SCA, como en todos los casos anteriores, exigimos la convocatoria a un concurso abierto. En agosto de 1994 un editorial de Clarín se hacía eco de las preocupaciones expuestas por la SCA ante los anuncios oficiales. “Las prevenciones que manifiesta la Sociedad Central de Arquitectos acerca de la eventual construcción de la Ciudad Judicial en la zona de Puerto Madero, para la cual se anunciaron llamados a licitación pública, nacional e internacional, debe ser motivo y ocasión de un debate exhaustivo, abierto a todas las instancias representativas de la población”, decía Clarín. Y valoraba que la SCA no consideraba el tema como patrimonio exclusivo de autoridades y expertos. También coincidía con la entidad en que, a punto de iniciarse un régimen autónomo en la Ciudad, hubiese sido prudente esperar a su instauración antes de decidir proyectos de largo alcance, y en lo discutible de crear una ciudad sectorizada por funciones, además de la carga de infraestructura de servicios, transportes y equipamiento para absorber las actividades generadas por este traslado.(9) Pero la idea siguió adelante, y casi dos años después, suscribíamos desde la SCA una declaración conjunta con el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA, en oposición al traslado de más de 150.000 m2 de edificios judiciales. Aún no se había dado
(9)
Clarín, Editoriales, 18 de agosto de 1994.
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difusión y consulta pública al proyecto de instalación de la Ciudad Judicial en Puerto Madero, ni intervención a las organizaciones intermedias interesadas en el futuro de Buenos Aires. Señalábamos en ese documento el aparente desconocimiento desde el proyecto oficial del Concurso de Ideas que había generado un Plan Maestro para Puerto Madero, que no contemplaba la ubicación allí de un centro judicial, cuestión que hubiese requerido un estudio de compatibilización previo a tomar tal decisión urbanística. Los razonamientos técnicos eran varios y comprensibles: concentrar 155.000 m2 de edificios judiciales en un único sector creaba una excesiva especialización, con una doble e indeseable consecuencia: la alta densidad de uso en ciertos días y horarios y un peligroso vacío urbano en el resto; el traslado de la sede judicial “vaciaría” de funciones el sector de Tribunales con la sustitución por usos no previstos que degradarían el área, y la aún indefinida situación de las tecnologías procesales, en marcha. Pero, por sobre todos los argumentos, se exhortaba a la realización de estudios que permitiesen una evaluación más adecuada sobre el mejor lugar de la ciudad para el traslado del centro judicial. La insistencia llevó años, pero demostró lo acertado de las inquietudes. La Ciudad Judicial se ubicaría, finalmente, en los terrenos ubicados entre Cochabamba, Combate de los Pozos, avenida Brasil, Pichincha y avenida Garay. Lograda esta instancia, era el momento de insistir nuevamente sobre la necesidad de obtener el proyecto mediante concurso público y abierto, y no por licitación, en ese momento ya casi decidida como “llave en mano”. Ante esta situación, en agosto de 1998 nos dirigíamos el Ministro de Justicia de la Nación solicitándole considerar la obra proyectada como un “polo de desarrollo” para el área en que se insertaría, y “de referencia emblemática por su función, de gran impacto por su envergadura”, y que por lo tanto no debía “soslayarse la presencia de los arquitectos en la formulación de propuestas, programas y emplazamiento” de las distintas necesidades que la obra requería. Se solicitaba, entonces, un llamado a concurso público y abierto de anteproyectos.(10) El Concurso para la Ciudad Judicial se convocó en 1999, organizado por la SCA. Fueron asesores los arquitectos Juan Manuel Llauró y María Eugenia Berner Arenaza de Quiroga, y jurados el Dr. Gustavo Adolfo Naveira, Dr. Raúl Madueño, Dr. Bindo Benito Caviglione Fraga, Arq. Miguel Baudizzone, Arq. Carlos Berdichevsky y Arq. Rodolfo Sardi. El primer premio correspondió al equipo integrado por los arquitectos Guillermo Dergarabedián, Roberto Frangella, Valeria del Puerto, Guillermo Parodi, Horacio Sardin, Andrés Ferrari y Roque Frangella.
(10) Keselman, Julio, 10 de agosto de 1998. Correspondencia SCA.
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RESERVA ECOLÓGICA
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ada la creciente importancia que adquirían los problemas ambientales, en abril de 1995 creamos en la SCA la Subcomisión de Medio Ambiente, que anteriormente funcionara en forma conjunta con la Subcomisión de Planeamiento Urbano. Desde allí, una de las primeras cuestiones consideradas fue el uso y aprovechamiento social que podría hacerse de la Reserva Ecológica. Al respecto recordábamos en ese momento que ese sector de la ciudad había sido creado por acciones circunstanciales del hombre, y quedado luego librado al trabajo de la naturaleza que aportó no sólo sedimentaciones sino el clima para conformar un espacio donde se diera la vida de ciertas especies de flora y fauna y cuyo universo de uso por la comunidad era cada vez más relativo y complicado. Reclamábamos un amplio debate sobre este espacio, que preferíamos denominar “reserva urbana”, como lo hacíamos con otros sectores de la ciudad, a fin de lograr un lugar pensado y acorde para el uso comunitario. El área aún no ha encontrado un destino de real uso: a pesar de los dos circuitos planteados para su recorrido, las caminatas y paseos en bicicleta, sus visitantes son escasos para la importancia y extensión del área en relación con la totalidad de la ciudad y la cercanía al área central. Como decíamos entonces, debemos recodar ahora que una normativa definitiva debe alejar del área el peligro de que se plantee un uso distante de la real demanda ciudadana, proponiendo su desarrollo, por ejemplo, desde el punto de vista inmobiliario. En oposición, se debe tomar conciencia de que todos aquellos espacios que no se ocupan por y para la comunidad pierden sentido por el hecho de quedar expuestos a depender de una sorpresiva determinación para su destino.(11)
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Keselman, Julio, en SCA, Revista de Arquitectura Nº 178, noviembre-diciembre de 1995.
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AEROPARQUE Y AEROÍSLA
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n 1995, en pleno auge de las operaciones de reconversión que incorporaban grandes extensiones de tierra urbana, el Gobierno Nacional comenzó a considerar la posibilidad de trasladar el Aeroparque Jorge Newbery a otra localización, que no interfiriese con las instalaciones que fueron poblando la zona donde el aeropuerto de cabotaje de Buenos Aires había sido ubicado en los años 40, cuando el área era aún un borde de la ciudad. Dos opciones se consideraron: la concentración de todo el tráfico aéreo en Ezeiza, construyendo conexiones de transporte público rápido hasta el centro de la ciudad, y la construcción de nuevas pistas en una isla artificial, sobre el Río de la Pata, donde el cono de aproximación no afectara a las construcciones cada vez más altas que se ubicaban en su trayectoria. Esta operación venía ligada al posterior uso de las tierras vacantes del Aeroparque: área verde abierta y pública o venta para la extensión del área residencial y de esparcimiento. Expresábamos entonces nuestra sorpresa, desde la SCA, porque la cuestión aparecía resuelta, y totalmente inconsulta. Sorpresa por la importancia de la operación urbanística, y por la falta de reflexión del marco conceptual acerca de lo que se debe, lo que se puede, y lo que hay que hacer efectivamente. Junto con colegas de otras profesiones inmersos en el estudio y resolución de la problemática urbana, los arquitectos volvimos a ser espectadores. “Ese rol produce preocupación –decíamos–, porque la actitud se presenta reiterada en el tiempo y siempre en relación con importantísimas decisiones sobre la ciudad que tienen origen exclusivamente en criterios políticos”(12). Las objeciones tenían diversas razones: “Actualmente –expresábamos–, cuando la jerarquía de los valores urbanos ha girado desde lo funcional hacia lo ambiental, es necesario aludir al próximo siglo por cuanto este proyecto lesionaría gravemente el futuro económico de Buenos Aires. Toda ciudad que pretenda competir con otras ciudades deberá hacerlo ofreciendo la más atractiva situación ambiental y urbanística… En la desafortunada propuesta que objetamos, con bastante desprejuicio por el medio natural, se pretende cambiar el marco magnífico que provee el Río de La Plata por un horizonte de aviones, camiones y basuras”. Según nuestro análisis, cuando la isla estuviera terminada en su total dimensión norte-sur, quedarían escasos 300 metros libres para el fluir del río bajo el viaducto de acceso, entre las proyecciones que sobre él tendrían las prominencias cercanas de la propia isla y de los espigones de Puerto Nuevo. Esta anómala situación geográfica de
(12) Keselman, Julio; Marenco, Guillermo. La aeroísla en la Ciudad de Buenos Aires, 25 de noviembre de 1996. Correspondencia SCA.
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un río encajonado actuaría como virtual efecto “tapón” sobre la toma de agua en que se abastecía la Capital y sobre la desembocadura de los arroyos entubados Maldonado, Vega y White, lo que acrecentaría los efectos de inundaciones sobre zonas densamente urbanizadas que ya sufrían retardo de escurrimiento. Tampoco se podía omitir el deterioro del paisaje en la Costanera Norte, con el relleno de las 23 hectáreas necesarias para instalar el obrador –con un intenso movimiento de camiones–, devastación visual y espacial que más tarde consolidarían las múltiples rampas de enlace. Entre otros aspectos urbanísticos igualmente perjudiciales para la ciudad figuraban la concentración de movimiento comercial aéreo de pasajeros y carga de todo el conurbano, sobre la costa norte, situación que obligaría a canalizar todo el tránsito proveniente del sur hacia la aeroísla, agravando la situación que experimentaba el corredor norte-sur frente al área central, a Puerto Madero y Retiro, convirtiendo la franja costera en intransitable. La eliminación del aeropuerto de Ezeiza en favor del metropolitano sobre la aeroísla no representaba, a nuestro criterio, ninguna ventaja funcional. Por otra parte, los requerimientos para la construcción de la aeroísla no ayudaban a imaginar el éxito de la operación. Según la memoria técnica “… una cantidad total de material blando de aproximadamente 88 millones de metros cúbicos deberá ser removida; de éstos, 30 millones serán reubicados en una zona de vaciadero. (…) Los 88 millones de metros cúbicos más los 48 millones necesarios para materializar el relleno totalizan 136 millones de metros cúbicos (…) y los asentamientos previstos del subsuelo estarán entre los 4 y 5 metros (…) Un asentamiento residual ocurrirá en los 30 años subsiguientes (…) Se instalarán drenajes verticales que serán colocados a razón de un tubo cada dos metros cuadrados (en total representan unos 32.000 km), y en la zona de vaciado la vida béntica será destruida…”. Era lógico concluir que pretender construir un gran equipamiento como el aeropuerto unificado del área metropolitana frente a la mejor cara que ofrece la ciudad sólo significaba lesionar en forma insensata un patrimonio natural y cultural a costa de serias incertidumbres técnico-económicas y deficiencias urbanísticas, ecológicas y ambientales. Hicimos escuchar los reclamos de la SCA en los medios de difusión y directamente a las autoridades competentes. “Los profesionales no podemos ser simples espectadores –sosteníamos con firmeza–. Nos duele una vez más que nuestra posible labor sea depositada en manos extranjeras… que tienen el único objetivo de un emprendimiento redituable sólo económicamente… Ningún proyecto extranjero, decidido por elección arbitraria, podrá sumar en la respuesta la firme premisa de reconocer a una ciudad su legítima propiedad”. El posible traslado del Aeroparque se agregaba entonces a una lista que incluyó en un principio a Puerto Madero (con propuesta catalana) y luego a Retiro (con empresas canadienses), por citar los casos más recordados. Emprendimientos en los cuales nuestra entidad, la SCA, demostró en su oportunidad, la incoherencia, los desaciertos y la falta de conocimiento de la real problemática, que ponía en juego la especulación urbana,
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los metros cuadrados posibles para construir, sin tener como pauta rectora una solución orgánica adecuada para la demanda de los distintos espacios que la ciudad reclamaba. En lo general, siempre cuestionamos la ausencia de un criterio que promoviese el desarrollo de una ciudad equilibrada, que satisfaciera las reales necesidades de la población. No debe darse lugar al olvido de la ciudad integrada, de sus profesionales, de la opinión y el consenso de la comunidad toda. En lo particular, en este caso, la idea de una isla artificial flotante para organizar la complejidad del funcionamiento de una estación aérea no tuvo en cuenta el impacto que produciría sobre el río y sobre la misma ciudad. Se olvidaban pautas de ecología, impactos ambientales, seguridad, economía. Sin embargo, promediando 1995, se decía desde las esferas gubernamentales que la isla artificial sería resuelta antes de finalizar ese año. Teníamos objeciones técnicas al proyecto: la creación de una barrera en un río que necesita continuo dragado para la navegación, el agravamiento de su contaminación. Pero también se dejaba ver el equívoco de entender el río como un espacio abierto libre para su ocupación con rellenos, sin control, sin normas y sin sensibilidad. Y había otros puntos de conflicto con este proyecto, como su contemporáneo, el puente Buenos Aires – Colonia. Otro aspecto sin definir –y muy discutido– era el destino de las tierras del Aeroparque. Recordábamos cesiones de tierras, otras decisiones arbitrarias que nos habíamos visto obligados a admitir y asumir los ciudadanos, cesiones que obligaron a una sustancial reducción de la mínima porción de verde necesaria por habitante para una aceptable calidad de vida. La costa estaba entonces privatizada en su casi totalidad: la aeroísla terminaría de cerrar el acceso al río. Tampoco era, institucionalmente, un momento adecuado para plantear una propuesta de tal magnitud: eran momentos en que la Ciudad pasaba a tener autonomía, a ser un estado independiente, se convocaba para la Asamblea Estatuyente que la transformaría en Ciudad Autónoma. Pedíamos por lo tanto un tiempo para dilucidar la alternativa o analizar otras que mejoraran la situación y verificaran su real complejidad, para tener áreas reales, vivibles, a futuro. En 1939, la SCA había propiciado un estudio que favorecía la ubicación del aeropuerto de la Ciudad sobre el río. Debe entenderse, sin embargo, que se trataba de una fase de estudios en la que se carecía de la tecnología actual para indagar y evaluar ventajas y carencias de tal ubicación, y que finalmente derivó en su ubicación sobre los terrenos costeros. También en los ’90 se concluyó que las implicancias negativas y el costo de la aeroísla recomendaban abandonar el proyecto. Nuestra postura fue, como en el resto de las propuestas oficiales, de participación profesional y ciudadana en las cuestiones que atañen a una ciudad que pertenece a todos.
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NUEVA CAPITAL
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l proyecto de traslado de la Capital Federal a Viedma – Carmen de Patagones, impulsado por el Gobierno Nacional, fue uno de los mayores temas que dominó el debate profesional entre 1987 y 1988. Este distrito a crearse sería la nueva sede administrativa del país. A comienzos de 1986 la propuesta contaba con tratamiento parlamentario y eran inminentes los trabajos de planeamiento y diseño acordes con la escala del emprendimiento. Aunque parecía que su concreción sería inminente, realizamos objeciones por parte de la SCA. La falta de información al respecto y de la participación profesional abierta y pública, motivaron fundados reclamos desde la entidad. Durante 1986, la SCA convocó a siete mesas redondas, en las que pudieron conocerse y confrontarse las opiniones de funcionarios públicos, profesionales de distintas disciplinas, políticos, representantes de los medios de comunicación y público en general, con el objetivo de promover un ámbito en que se hicieran públicas ideas y propuestas y se estableciera un diálogo esclarecedor. En aquella circunstancia era esencial asegurar canales de participación que garantizaran la necesaria diversidad y pluralismo a fin de que la mayoría de las ideas estuvieran presentes en la concepción y concreción del emprendimiento. Cuestionamos la modalidad operativa que había adoptado la Comisión Técnica Asesora para el traslado de la Capital, hacia la que mantuvimos una permanente actitud crítica, exigiendo concursar, a nivel nacional, todas las obras resultantes de la materialización del proyecto (Ver cap. 4, Los concursos, página 70). Enérgicas críticas y reclamos desde nuestra entidad a la CTA generaban aclaraciones puntuales. La relación se fue endureciendo: la CTA, por razones de urgencia, autorizó la contratación directa de 2000 viviendas para el futuro distrito federal y, al día siguiente de conocida tal información, desde la SCA nos pronunciábamos en contra de la decisión.(13) Creado el EnteCap en octubre de 1987, logramos el acuerdo para concursar, con el auspicio de FADEA, las obras de arquitectura y diseño urbano para la construcción de la nueva Capital Federal. Se superó también la desinformación sobre el tema cuando desde la Revista de la SCA se publicó el plan urbanístico y las opiniones de profesionales y entidades. La crisis institucional que sacudió al país un año más tarde dejó en el olvido el proyecto. Desde la SCA consideramos que una propuesta de tal envergadura era poco apropiada para el momento que el país vivía, en el que los esfuerzos debieron concentrarse en una verdadera reconstrucción del sistema democrático en todos lo aspectos de la realidad cotidiana.
(13) Keselman, Julio: Roizen, Carlos, 18 de febrero de 1987. Correspondencia SCA.
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arias de las problemáticas que en la segunda década del siglo XXI afectan aún a los sistemas de circulación en Buenos Aires y sus posibles soluciones, estaban en discusión desde finales de la década de 1970. Inmediatamente luego de promulgado el Código de Planeamiento Urbano que rigió, con pequeñas modificaciones, desde 1977 hasta su reforma en 2000 con la Ley 449 de la Ciudad Autónoma, el debate por lograr una ciudad más ordenada proseguía, intentando sanear las falencias de las normas existentes. Los medios gráficos fueron los transmisores al público en general de las opiniones –muchas veces exhortaciones– que desde la Sociedad Central de Arquitectos dirigíamos a las autoridades –nacionales o municipales– sobre aspectos de intervención en la Ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana. Desde la SCA no escatimábamos opiniones tendientes a conseguir una ciudad planificada. Así lo reflejaba, por caso, el diario La Prensa en julio de 1977: “La Sociedad Central de Arquitectos, entidad que recientemente brindó a la intendencia Municipal un firme apoyo con motivo de la aprobación del nuevo Código de Planeamiento Urbano, ha hecho conocer al Intendente su oposición al plan de autopistas metropolitanas puesto en marcha hace poco con el llamado a licitación para iniciar los trabajos de la autopista Sur”.(1) Como era habitual, la opinión institucional había surgido de un estudio realizado mediante exhaustivos cuestionarios a instituciones, funcionarios y especialistas vinculados con el tema. La entidad no solamente exhortaba a dejar sin efecto la licitación internacional convocada, sino que había analizado que esta paralización no perjudicaría al Municipio ya que, expresaba la SCA, “la Ley de Obras Públicas, Nº 13.064, en su artículo 18, establece que la presentación de propuestas no da derecho a los proponentes para la aceptación de aquellas”. Exponía en su estudio la SCA: “el programa de obras propuesto no guarda relación con otros serios estudios realizados anteriormente, (…) ni tampoco con fundamentadas soluciones destinadas a resolver el problema del transporte en toda el área metropolitana”. Problema que siguió siendo tema de debate y opinión desde la entidad durante los ’80, los ’90 y en el nuevo milenio. “Insistimos –decíamos desde la SCA–, en que la red de circulación y transportes de toda el área metropolitana debe estudiarse como lo que es, como un solo hecho unificado, debiendo resolverse los movimientos con aquellos sistemas que se consideran más aptos y que deben actuar en forma complementaria: tanto los subterráneos como el fundamental sistema secundario a nivel cuya capacidad condiciona la eficacia de las autopistas dentro de la Capital Federal”. Cifras inapelables apoyaban los argumentos de la institución: la autopista elevada a 6 metros destrozaría el tejido urbano existente, con un ancho de expropiación de 28 metros y la ocupación de su infraestructura con comercios y depósitos, entre otros
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Objeta la Sociedad Central de Arquitectos el plan de autopistas para Buenos Aires, La Prensa, martes 12 de julio de 1977.
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necesarios servicios de apoyo, lo cual no condecía con el concepto urbanístico de autopista entendida como vía de circulación de alta velocidad emplazada en áreas abiertas que atenuaran los efectos negativos de las emanaciones y los ruidos. Desde la SCA recomendábamos la solución adoptada en definitiva: trasladar la traza de la prevista autopista Sur a la avenida Perito Moreno, “preparada para cumplir el rol de autopista, en lugar de atravesar, destrozándolo, un consolidado sector de la ciudad no apto para recibir esta imprevista traza”. Otro de los tantos casos en que la entidad participó y logró torcer el rumbo de la mala planificación, o su absoluta carencia.
Debate y reflexión La ciudad seguía creciendo y también la inquietud de la entidad profesional decana de los arquitectos, y en 1988 convocábamos desde la SCA a un foro de discusión donde se buscaron soluciones para evitar un mayor deterioro urbano. Este foro, que se extendió entre agosto y noviembre de ese año, cubrió la casi totalidad de los temas que afectaban entonces el quehacer de la arquitectura y el urbanismo. Distintos profesionales coordinaban las mesas de discusión. En el módulo de problemática de la ciudad, se abordaron los criterios para la reformulación del Código de Planeamiento Urbano (Arq. Julio Keselman); Áreas especiales, relativas al destino del relleno de las 400 has –luego Reserva Ecológica-, y del área portuaria anexa (Arq. Lorenzo Gigli); la situación de San Telmo y de la avenida de Mayo (Arq. Francisco Crespo); la ciudad y el suburbio, (Arq. Francisco García Vázquez), y Políticas de conservación y reciclaje (Arq. Miguel Ángel Roca). Otros módulos cubrieron aspectos de teoría de la arquitectura, con la coordinación de profesionales de la talla de Ernesto Katzenstein, sobre el marco filosófico e ideológico del pensamiento arquitectónico; Francisco Bullrich, con el planteo sobre la necesidad de contar con una arquitectura nacional, y Gerardo Schön, acerca de corrientes arquitectónicas nacionales e internacionales. La distribución laboral de la obra pública de arquitectura cubrió otros interrogantes (Arq. Juan Zarategui); la enseñanza de la arquitectura, con reuniones sobre las facultades de Arquitectura y Urbanismo (Arq. Jorge Aslan) y la FADU, UBA, (Arq. Adolfo Zani), cerrando el ciclo con una reflexión sobre los roles de arquitectos y urbanistas. La “ciudad junto al río” fue objeto de reflexión en todas las reuniones de este foro, aun en aquellas en que la cuestión pasaba por otro eje. Entre los objetivos planteados estaba la formación de grupos permanentes de estudio y de trabajo para la elaboración de proyectos en los temas prioritarios; el diagnóstico y propuestas a mediano plazo en cuanto a normas y regulaciones, la solución de problemas ambientales y ecológicos, y la optimización de los recursos científicos, técnicos y culturales tradicionales. En resumen, se concibieron los temas del foro como testimonio de objetivos propuestos por la entidad para evaluar la situación y abrir el diálogo sobre el medio en que a
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los profesionales y la sociedad de esa década de vertiginosa transformación desde lo tecnológico, lo ambiental, lo social y lo político, le tocaba vivir. Proyectándose a la década de 1990, organizamos desde la SCA a principios de 1989 charlas con los políticos que se perfilaban como posibles intendentes de Buenos Aires, en épocas en que aún no eran elegidos por votación. Así, pasaron por el auditorio de la entidad para exponer y ser interrogados por profesionales y vecinos, Facundo Suárez Lastra (UCR), Carlos Grosso (PJ), Adelina D’Alessio de Viola (Alianza del Centro) y David Viñas (Izquierda Unida). Surgieron en estas charlas temas de profunda controversia, que a la distancia del tiempo transcurrido demuestran la utilidad de haberlos debatido una y otra vez. Algunos ya superados, como la elección directa del intendente, o la transformación del status de Ciudad en Ciudad-provincia; otros aún en reflexión, como el destino apropiado para las 400 has de relleno junto al río, hoy ya consolidadas por ordenanza y por hábito como Reserva Ecológica, pero en duda sobre su más adecuado destino final, como reserva “natural” permanente –a pesar de su condición de relleno artificial–, o como reserva urbana de tierras para descomprimir el área central. También, los caminos para la preservación desde la reutilización hasta la conservación, o la dialéctica entre el crecimiento o la modernización de la ciudad, la creatividad y la conservación.(2) Puerto Madero fue uno de los temas más significativos sobre el que se volcaron muchas horas de debate, cantidad de opiniones en medios gráficos, radiales, televisivos, y una enérgica prédica en favor de la resolución vía concurso público de la reconversión propuesta(3) (Ver cap. 1. a.). En forma consecuente con nuestro pensamiento institucional, la venta del predio ferial de Palermo en 1992 motivó objeciones por parte de la SCA. Aquí se cuestionaba tanto la modalidad –venta– como el destino a otorgarle a esas tierras con la normativa a dictarse. Decíamos entonces: “La SCA no cuestiona la validez de la venta de tierras públicas desafectadas de sus destinos anteriores, cuando existen justificaciones urbanísticas debidamente fundadas; en el caso del predio ferial de Palermo, está supeditado a las condiciones de los usos y construcciones permitidas, a la naturaleza y las condiciones del servicio público y a la contribución a la ciudad y sus habitantes”. Puntualizamos entonces, ante la irrevocable decisión de venta–que se desaconsejaba en favor de un arrendamiento por 30 o 40 años–, la necesidad de incluir en la escritura traslativa de dominio el compromiso irrevocable de mantener en el predio las normas de distrito UP (urbanización parque), mantener indivisible la parcela evitando cercenamientos parciales, afianzar el carácter de integrante de las áreas parquizadas
(2)
Clarín Arquitectura, 24 de marzo de 1989; 31 de marzo de 1989; 7 de abril de 1989.
(3)
Marta García Falcó, Interrogantes y opiniones reiteradas, en Clarín Arquitectura, 31 de agosto de 1990; El último recurso urbano, en El Cronista, 3 de octubre de 1990.
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y recreativas que tenía entonces, y admitir solamente el uso recreativo a que estaba en la fecha destinado.(4) Los enredos judiciales posteriores demostraron lo ajustado de nuestras consideraciones.
Ciudad y país en transformación En los ’90 se sucedían los temas para opinar y debatir. Puerto Nuevo planteó otra polémica, en octubre de 1992, y la SCA organizó otro foro abierto para discutir ideas, decidida a participar del debate por el futuro de las 200 hectáreas comprendidas entre Jerónimo Salguero al norte, las vías del ex ferrocarril Mitre y las avenidas Alem y Madero al oeste, y la entonces prolongación de la avenida Córdoba por el sur. Expusieron y debatieron, con la coordinación del Presidente de la SCA, el senador Juan Trilla, el Director de ENABIEF (luego ONABE) y Presidente de la Comisión de venta de Inmuebles Estatales, Matías Ordóñez; el secretario de Planeamiento de la Municipalidad, Arq. Jorge Aslan, y el Ing. Agustín Pigliacampo por Ferrocarriles. En todo momento se destacó la necesidad de contar con un puerto eficiente, a la par de reutilizar las tierras vacantes ferroviarias, impidiendo el parcelamiento indiscriminado. Pero Puerto Nuevo no evolucionó, y continúa, en el siglo XXI, ante la disyuntiva de mantener su función de puerto –dedicado fundamentalmente a cruceros–, o reutilizarse como tierras de alto valor para la localización de usos propios de la extensión del área central. No sólo había áreas enteras de la ciudad sin resolver sino que, en noviembre de 1992, la Municipalidad tomó una decisión alarmante para el futuro inmediato porteño: debido a una reestructuración del Ejecutivo, disolvió la Secretaría de Planeamiento. Ante tal situación, desde la SCA -en expresión conjunta con el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU)-, calificamos esta modificación como “un paso más en la creciente marginación de la planificación de la ciudad como mecanismo de gestión municipal”, considerándolo un “hecho grave que debe ser inmediatamente corregido” y vaticinando que “sus consecuencias se harán evidentes en el mediano y largo plazo, cuando los problemas del crecimiento no controlado tengan, en muchos casos, connotaciones críticas”.(5) Eran tiempos de “desregulación” en muchos aspectos de la vida del país. La desregulación de la economía trajo consigo la desregulación del honorario profesional, el abandono del carácter de orden público del Arancel de Honorarios aprobado por el decreto ley 7887/55 y, desde allí, el deterioro de la calidad en el reconocimiento del valor del ejercicio profesional de nuestra matrícula. Fue éste uno de los puntos principales
(4)
El Cronista, 15 de enero de 1992; La Nación, 20 de enero de 1992.
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Clarín Arquitectura, 28 de noviembre de 1992.
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sobre los que trabajar desde nuestra entidad en pro de recuperar la dignidad de la tarea profesional, con su justo reconocimiento económico, sin dejar la insistencia por las mejores soluciones para la ciudad. Y así, desde la SCA continuamos con los debates: “Costanera Norte en estado de alerta” titulaba la prensa para referir las instancias del intercambio de ideas.(6) El “enorme interés que despertó el tema y la amplia participación de los asistentes, poco acostumbrada en este tipo de encuentros”, indicaban los comentarios, “señaló la grave situación del área y la profunda preocupación que genera desde algunos sectores, además de destacar la unánime posición de los arquitectos de cooperar en la solución del problema”. La degradación de la ribera afectaba tanto a la correspondiente al área central como a la Ciudad Universitaria, en Núñez. Los dos kilómetros de costa propiedad de la Universidad de Buenos Aires –hábitat de 168 especies de pájaros y de una cantidad de tipos arbóreos que llegan a los 15 metros de altura–, estaba recibiendo rellenos descontrolados –tanto en cantidad como en composición de residuos, algunos de ellos de alta toxicidad– de entre 800 y 1000 volquetes diarios. Era imposible visualizar desde la Ciudad Universitaria el río que corre por detrás. También la polución visual, 20.000 m2 de cartelería en la Costanera, y las concesiones con cánones extremadamente bajos, así como el taponamiento de la boca de los arroyos Vega y Medrano con los mencionados rellenos, fueron aspectos tratados en profundidad. Quedó clara la problemática: la cuestión no era solo urbanística, en cuanto a la recuperación de la costa para el habitante, sino también de carácter hidráulico por los problemas que ocasionaba el desborde de los arroyos Vega y Medrano con cualquier lluvia copiosa. Temas que lamentablemente no han perdido actualidad. La SCA había llamado la atención durante los primeros años de la década del ’90 sobre varias cuestiones que, una vez concretadas por las autoridades a pesar de las protestas de ciudadanos e instituciones, generaron los problemas previstos. El casino en Barrio Norte –se ubicó finalmente durante años en Dársena Norte, y luego se mudó a Dársena Sur-; el shopping en Barrancas de Belgrano –afortunadamente no realizado–, el centro Judicial en Puerto Madero –criterio también modificado y tampoco realizado tras concursarlo en su ubicación de la ex cárcel de Caseros– y la mezquita en Palermo, son temas equivocadamente encarados en su resolución, a pesar de las consideraciones urbanísticas, ambientales y de flujos circulatorios expresadas por la SCA. Y la insistencia, a pesar del compromiso que significaría la construcción del Colegio y mezquita en el predio frente al hipódromo, sobre la desembocadura del arroyo Maldonado, y cuya concreción comprometería -como lo hizo-, la posibilidad de ejecutar obras con facilidad para resolver los endémicos problemas del insuficiente caudal del arroyo entubado, provocando su resolución con costosas infraestructuras, recién comenzadas en 2009.
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Clarín Arquitectura, 19 de diciembre de 1992.
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Nuevas reflexiones profesionales y llamados de atención a las autoridades competentes sobre las mejores soluciones a aplicarse, causó la idea de construir una aeroísla sobre el Río de la Plata para trasladar allí el aeroparque metropolitano, y liberar sus tierras para otros usos. La SCA recomendó la necesidad de elaborar estudios detallados para basar en ellos cualquier propuesta concreta y, sobre todo, contar primero con un plan maestro de la ciudad para encuadrar la propuesta de la aeroísla en sus lineamientos. Plan Maestro que según criterios urbanísticos globales, debe revisarse cada quince años y que, sin embargo, no existía en Buenos Aires desde principios de los ’60. Después solo hubo estudios y desarrollos parciales de la ciudad, pero nunca se revisó completamente el Plan, a pesar de los reclamos y convocatorias emanadas desde las entidades profesionales de los sectores inmersos en el tema. Recién en 2008 se aprobó, tras casi una década de elaboración, el Plan Urbano Ambiental que fue, a estas alturas, solo un punto de partida para los lineamientos generales concretos que requiere la complejidad urbana de Buenos Aires.
Espacio público y calidad de vida Dentro de nuestras preocupaciones por el urbanismo posible de la ciudad, siempre consideramos que los espacios públicos no son un problema aislado. En repetidas oportunidades hablamos desde la SCA de la seguridad de esos espacios, de la necesidad de recuperarlos, ganar áreas degradadas y abandonadas para el uso comunitario; dimos a conocer nuestras opiniones para que fueran debatidas y consensuadas, y las pusimos a disposición para su consulta. Siempre apuntamos a entender la ciudad como un problema integral, en el cual los espacios públicos son un punto esencial. Entendemos el crecimiento de la ciudad como una unidad, con coherencia en todos los barrios y no con sectores privilegiados. Nuestra lucha diaria en este sentido incluyó tanto los concursos como las mesas de debate, invitando a arquitectos, urbanistas, políticos, entidades intermedias, autoridades y público en general. En un compromiso institucional con Buenos Aires, nuestra intención siempre fue concientizar para que las decisiones fueran acordadas por todos los actores de la ciudad. Durante los últimos cuarenta años, en algunos sectores porteños el espacio público ha mostrado situaciones de postergación que requerían intervenciones prioritarias para su puesta en valor y a fin de obtener los beneficios que, como tal, debe brindar a la población urbana. Claramente un patrimonio común, dada la importancia y la necesidad de preservar sus valores, el espacio público debe ser siempre merecedor de un interés especial por parte de la comunidad de modo de resolver los crecientes conflictos derivados de su utilización descontrolada, conflictos que pueden poner en riesgo las calidades que lo distinguen con efectos negativos en términos de costos económicos y sociales, y de pérdida de valor patrimonial e identidad urbana.
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El proceso de gestación, crecimiento y organización de los asentamientos humanos se sustenta en estructuras sociales, productivas y de intercambios que modelan, según patrones culturales, la vida en comunidades y definen las pautas de conformación de los espacios urbanos. En la organización social que rige las formas de vida en común en las ciudades, la individualidad y la identidad familiar y de grupos es preservada a través de la vigencia del espacio privado en áreas parceladas destinadas a la vivienda y el trabajo, la educación y la salud y algunas formas de recreación activa que, mayoritariamente, conforman el espacio edificado de la ciudad. Los lugares de circulación, de intercambio y contacto social, de esparcimiento y recreación general que básicamente están constituidos por las áreas no edificadas y que son identificados genérica y popularmente como la calle, son claramente los espacios de convivencia y uso comunitario, lo que se entiende de modo general como espacio público. La vida urbana supone pertenecer a una comunidad en la que el espacio público es el elemento aglutinador de las individualidades urbanas y, por lo tanto, el marco de la interacción social y el complemento necesario del espacio privado en la organización territorial de la comunidad urbana. La calidad de vida en las ciudades debe, por lo tanto, medirse no sólo en relación con las cualidades de los espacios de uso privado sino también, y muy especialmente, en función de la calidad del espacio público que, en una ciudad altamente urbanizada como Buenos Aires, resulta un bien notoriamente escaso y demanda una acción permanente y una cuidadosa utilización que permitan superar los conflictos originados en la alta concentración de población y actividades manteniendo los niveles cualitativos que lo distinguen. En tal sentido, siempre hemos recomendado desarrollar políticas que permitiesen actuar eficientemente sobre el espacio público apuntando a su permanente mejoramiento y puesta en valor, para contribuir a generar condiciones para un aumento sostenido de la calidad de vida de los habitantes de Buenos Aires y la permanencia de las capacidades y atractivos que otorgan ventajas relativas en la competitividad externa de la ciudad. Estas políticas deben orientarse en primer lugar a la recuperación de espacios degradados o subutilizados tales como los basurales a cielo abierto, las zonas deterioradas del borde del Riachuelo y la prioritaria puesta en valor de las áreas comunes de los asentamientos precarios. Debe incluirse en esta línea de acción el rescate de la calidad ambiental del medio urbano en función del control del ruido y la contaminación visual, del aire y del agua, o el ordenamiento del tránsito para reducir las perturbaciones originadas en los congestionamientos. Recomendamos incluir la incorporación de nuevos espacios públicos y verdes de libre acceso mediante la parquización de áreas costeras, la utilización de los terrenos liberados de las estaciones ferroviarias de cargas y la renovación y ampliación de forestación urbana atendiendo a su doble rol ambiental y paisajístico. También, la remodelación y revalorización de áreas de utilización intensiva, como los centros de trasbordo de pasajeros del sistema de transporte público en Retiro, Once y Constitución, la adecuación y
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compatibilización de las formas de utilización de los espacios transitables rescatando la prioridad peatonal, y la modernización del mobiliario y sistemas de señalización urbana que garantizaran la seguridad, eficiencia y calidad visual de la ciudad. En nuestros debates y observaciones a propuestas oficiales que consideramos equivocadas, nunca paralizamos acciones por una actitud caprichosa, nunca dijimos “no” por el no mismo. Instalamos el “pero” para dar lugar a alternativas consensuadas. Nunca convalidamos decisiones políticas que fueran negativas, y sí denunciamos las posibles consecuencias de las malas propuestas, porque siempre nos ocupamos de lograr una política urbana integral para tener una ciudad sin desequilibrios. En tal sentido, los rellenos indiscriminados siempre fueron motivo de críticas por parte de la SCA. Razones abundaban. Una visita por el borde del río en las áreas vecinas a la Ciudad Universitaria, atrajeron mi atención sobre los rellenos que allí se efectuaban. La pavorosa realidad daba cuenta de que –a voluntad de los camioneros–, se tiraban al río viejísimas heladeras, toda clase de artefactos en desuso, maderas, plásticos, hierros… Allí se operaba casi naturalmente con un accionar diario que desoía y desconocía toda noción sobre ecología y contaminación, toda certeza acerca de que los rellenos tienen técnicas y procedimientos adecuados, como “sin saber” que los residuos deben clasificarse, como “sin saber” que no todo puede ir a parar al río. Y, particularmente, como desconociendo que ese río es propiedad de todos. Me pregunté allí, al ver semejante escena, dónde estaban las autoridades responsables de ese accionar, cuáles eran los criterios para efectuar los rellenos, quién o quiénes conducían con arbitrariedad esa operatoria, y cómo podían carecer de la conciencia estimada para ese fin. La implementación de las políticas orientadas al mejoramiento del espacio público debe sustentarse en estrategias que incluyan la información permanente para contribuir a calificar la percepción de los habitantes sobre los aspectos más destacados de su patrimonio común, y la educación orientada a concienciar sobre las formas de convivencia y utilización del bien común que es el espacio público, ambos elementos fundamentales para la participación ciudadana. Con canales de comunicación y estructuras orgánicas que garanticen la correcta interpretación de las demandas ciudadanas se garantiza que las políticas para el espacio público sean una contribución relevante para mejorar las condiciones del medio urbano y consecuentemente, la calidad de vida de todos los habitantes.
Transporte: visión integradora El problema del transporte ante el proceso de privatizaciones y los males endémicos que afectan al sector, y se evidenciaban con fuerza en los ’90, fueron analizados desde la SCA con una visión necesariamente integradora y global. El análisis comprendía tanto al transporte colectivo como al subterráneo y al ferrocarril. La privatización de líneas
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subterráneas había puesto de manifiesto los perjuicios de no haber pensado en un esquema o programa general, haciendo que el problema se agudizara, ya que los sistemas se interrelacionan. Las posibles ampliaciones de redes, los cambios de trayectos de las líneas de colectivos, la remodelación de terminales, entre otros factores, exigían una visión integradora, no sólo para lograr la mejor solución y desestimar inversiones de trabajo y dinero fallidas sino porque esas soluciones inciden en el desarrollo mismo de la ciudad, jerarquizando algunas zonas y provocando nudos importantes y complejos de circulación y de densidad. “Una somera lectura de las decisiones tomadas en el tiempo y respecto del problema, permite que afloren los errores, cuyas consecuencias no hacen más que agravar la situación del usuario de esos servicios y de la ciudad toda”, decíamos entonces, convocando al trabajo consensuado y acciones expresamente delineadas para la optimización del servicio y la calidad de vida de la ciudad.
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Patrimonio urbano: cuidar la ciudad que teníamos
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l interés y cuidado del patrimonio arquitectónico y urbano, hoy instalado en la sociedad, no era tal hace dos décadas. Debe reconocerse que desde la profesión, los conceptos del Movimiento Moderno y su desconsideración hacia todo lo anterior al Racionalismo impidieron muchas veces disfrutar de una herencia muy rica en formas de vida, como la que encerraban las antiguas casas porteñas y los edificios de pocos pisos que seguían tradiciones academicistas. Hasta los ’90, fueron pocos los ejemplos en que se prefería reutilizar arquitecturas de otras épocas a construir a nuevo. Y esta actitud se extendía a los espacios públicos. Desde la SCA entendimos que la ciudad debía mantener un equilibrio en su evolución, y que por cuestiones de identidad, de sustentabilidad y de economía de recursos, desde las operaciones de renovación urbana hasta los sencillos reemplazos de arquitecturas aisladas, debían estudiarse a fondo antes de proceder. Así opinamos en casos concretos. En diciembre de 1991 informaciones periodísticas indicaban que la Sociedad Rural Argentina había formalizado la compra de las tierras del predio Ferial de Palermo, operación autorizada por el Poder Ejecutivo Nacional, modificándose así el sistema de concesión vigente desde 1878. Desde la SCA alertábamos entonces sobre los usos a otorgarse al predio en relación con su entorno urbano. Considerábamos recomendable extremar las precauciones para asegurar que el uso del predio de la SRA, cuyas dimensiones lo convertían en un área de singular importancia urbanística, no fuese desnaturalizado en el futuro por los cambios que espontáneamente se producen en las estructuras urbanas, las presiones del mercado de tierras y las tendencias que se manifestasen en relación con la conveniencia de mantener o no las ventajas de localización respecto a las actividades feriales y recreativas, u otras razones que pudieran incidir sobre el destino de los terrenos que en ese momento pasaban a ser propiedad de la Sociedad Rural. Aconsejábamos, a fin de cumplir estos propósitos y afianzar el carácter de espacio integrante de áreas parquizadas y de la oferta recreativa de la ciudad que el predio tenía, tomar los recaudos necesarios en la escritura traslativa de dominio de tal modo que siempre se mantuviese indivisible la parcela para evitar cercenamientos parciales, así como sólo admitir el uso recreativo al que estaba destinado en ese momento, excluyendo expresamente como condición de transferencia cualquier otro destino que las circunstancias futuras pudieran inducir a sus propietarios.(1) Posteriores proyectos cuyos usos no fueron aprobados por la Legislatura, con notorio aumento de la densidad en la zona al intentar radicar viviendas u hoteles, ratificaron lo acertado de la previsión que apuntábamos. Otro llamado de atención mereció la posible pérdida del edificio que fuera sede del diario La Prensa, hoy Casa de la Cultura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la avenida de Mayo al 500. Al respecto, decíamos en la Revista de la SCA: “…la historia reciente de la ciudad registra muchos ejemplos de pérdidas de exponentes
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Keselman, Julio. Revista de Arquitectura, Nº 156, Enero-febrero 1992.
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irreemplazables de nuestra tradición arquitectónica en el proceso de transformación edilicia, que generalmente muestra mayor dinamismo en las áreas centrales de la ciudad, donde la valorización de la tierra y la sostenida demanda del espacio edificado impulsa el reciclaje de las parcelas, en la mayoría de los casos demoliendo las construcciones existentes para generar una ocupación más intensiva del suelo…” Sugeríamos entonces que, en caso que la empresa propietaria de La Prensa resolviera no seguir utilizándolo, el destino más apropiado para el edificio sería que la Municipalidad lo adquiriese, con el doble propósito de garantizar su preservación y resolver su conocido déficit de espacio. En este caso, la sugerencia coincidió con el destino final dado al edificio, que hoy funciona no solo con las oficinas del Ministerio de Cultura porteño sino con exposiciones, conferencias, presentaciones y espectáculos. Fueron también motivo de observación las propuestas para la reutilización de la estructura del abandonado Mercado de Abasto, el intento de sustitución del adoquinado en San Telmo, y la destrucción del trazado realizado por el paisajista brasileño Roberto Burle Marx para la Plaza Perú. En el caso del Mercado de Abasto, mediante un convenio suscripto entre la Municipalidad y la Sociedad Anónima Mercado de Abasto en 1984, ratificado por el Concejo Deliberante y en cuyo estudio habían participado, a través del Consejo de Planificación Urbana, los arquitectos Odilia Suárez, Juan Duprat y Juan Molinos, se había acordado la realización de un gran centro de atracción con superficies destinadas a actividades culturales, compuesto por un centro de exposiciones, salas para congresos y convenciones y para espectáculos. Esto abarcaba un 55 por ciento del total de la superficie a reciclarse, aproximadamente 25.000 m2. Un 10 por ciento se destinaba a servicios gastronómicos y un 35 por ciento para actividades comerciales, incluyendo un supermercado. Se planteaba también una plaza de uso público atravesando la manzana que unía Anchorena con Agüero. Pero nos sorprendimos al saber que el predio del antiguo Mercado de Abasto sería entregado en usufructo a la Cooperativa El Hogar Obrero para la realización de actividades comerciales, descartándose la construcción del centro cultural y la propuesta urbanística. Hicimos saber nuestra sorpresa y preocupación al Intendente de la Ciudad, Facundo Suárez Lastra, recordándole a las autoridades el respeto que merecía nuestro patrimonio histórico y tradicional, tanto arquitectónico como urbanístico, tantas veces avasallado con as consiguientes pérdidas definitivas de expresiones que dieron carácter y valor a nuestro medio.(2) Más tarde, en 1997, nos sumamos públicamente a las propuestas de salvar de la amenaza de cierre a la Confitería del Molino, lo que conllevaría la inminente degradación y deterioro de todo el edificio, ya en parte vacío entonces. Situación que, a catorce años de distancia, es crítica. La SCA impulsaba entonces la compra, por parte del
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Keselmna, Julio, del Franco, Carlos, carta 20 de febrero de 1987. Correspondencia SCA.
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Congreso Nacional, del edificio, que tiene tanta historia como el Congreso mismo, y para ser conservado tal cual estaba, ante rumores de que allí se instalaría un comercio de comidas rápidas. También nos movilizaron ciertas propuestas que amenazaban al patrimonio natural y urbano, desde la ubicación de un hotel cinco estrellas en el Parque Tres de Febrero hasta la anunciada construcción de cuatro puestos de 25 m2 cada uno para sucursales del Banco Municipal en plazas. El mencionado hotel se emplazaría en la intersección del Campo de Golf y la calle Pampa, sobre un predio de 8.000 m2 y con una superficie total a construir de 40.000 m2, superando los valores establecidos por el Código de Planeamiento en la zona. La obra estaba incluida en un llamado a licitación pública correspondiente a la concesión de un complejo denominado Golf y Velódromo Municipal, y se debía a la iniciativa de un consorcio de acuerdo con un plan que incluía emprendimientos propuestos por particulares que se licitaban una vez obtenida la conformidad de la autoridad municipal. Desde la SCA nos oponíamos a estas iniciativas de ocupación de espacios verdes con edificaciones de cualquier escala. Así lo hicimos saber a la Municipalidad, al señalar que: “Debe quedar excluida de la discusión la preservación de las áreas verdes existentes y muy especialmente la de mayor relevancia de la Ciudad de Buenos Aires, que constituyen por su extensión, calidad, ubicación estratégica y forestación, su principal área de recreación al aire libre. Por razones cualitativas y cuantitativas, esta iniciativa configura, y no sólo en términos comparativos, una situación de inusitada gravedad. Consecuentemente, se requiere que el Municipio excluya la construcción del hotel de referencia de los emprendimientos a encarar en el futuro”. La cuestionada operación sobre el Parque Tres de Febrero pudo, gracias a estas gestiones y a las de otras instituciones, como Amigos de la Ciudad y Amigos del Lago de Palermo, ser suspendida. Similar efecto produjo nuestra oposición a la demolición de la mansión Álzaga Unzué, sobre Cerrito 1433, cuando una acción conjunta de vecinos y entidades impidió la pérdida de la histórica residencia, aunque no la construcción de un hotel internacional en su valioso parque -que ocupaba la barranca hasta la Av. del Libertador-, desnaturalizando su emplazamiento y la relación con los espacios verdes y el ámbito urbano de la Av. 9 de Julio. También nos movilizamos desde la SCA para tratar de impedir que se emplazara sobre la barranca de la Plaza San Martín el Monumento a los Caídos por la Guerra de Malvinas. Expresábamos en un documento público: “…nos resulta auspiciosa la determinación, en la medida que la obra transmitirá a la memoria colectiva de los argentinos el sacrificio de aquéllos que cayeron en defensa de nuestra soberanía. Sin embargo, la localización elegida no parece ser la más feliz”. Y tras otras consideraciones, se solicitaba a las autoridades nacionales y municipales que se reconsiderase el emplazamiento. Proponíamos, a tal fin, un concurso de ideas que incluyera en el mismo acto la elección del sitio y la propuesta para el memorial.
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Desde lo conceptual En 1994, en la inauguración del Segundo Congreso Internacional de Patrimonio, realizado en Buenos Aires, analizábamos sin prejuicios la particular situación nacional sobre la temática, que no atravesaba una etapa favorable. La transformación de barrios como Palermo Viejo, en sus actuales y múltiples denominaciones, o Las Cañitas, si bien reactivó económicamente esas áreas, también implicó que la identidad se fuese diluyendo con los emprendimientos de edificación nueva que aportaron mayores densidades, alturas, movimiento y una atmósfera sin duda heterogénea, con bruscos quiebres en el perfil urbano. Recordábamos entonces que en Buenos Aires, desde la realización del primer Congreso Internacional de Patrimonio en 1980, se había recorrido un largo camino, se había discutido cuál era el objeto de la preservación, sus alcances, para llegar a un reconocimiento general, de manera tal que casi todos los actores sociales tenían en ese momento idea del significado de patrimonio, de centro histórico, de monumento. Expresábamos también que “reconocimiento” no es sinónimo de “conciencia”. La concientización consiste en tener una respuesta en el pensar, en el sentir y en el hacer, y promediando los años ‘90 el tema del patrimonio estaba en el sentir de la mayoría, en el pensar de algunos, y en el hacer de muy pocos. Y los arquitectos teníamos –y tenemos– una responsabilidad adicional en la transmisión de estos conceptos, más allá de la que nos compete como seres sociales. Somos responsables, en cuanto constructores del hábitat, de aquello que se hace, pero también de lo que no se hace. Esa responsabilidad nos compete en cuanto a nuestra participación en los estamentos gubernamentales, específicos, en las propuestas acerca del medio ambiente construido y natural, y de la valoración que de ellos transmitimos a la sociedad. Teníamos, por lo tanto, la responsabilidad de clarificar nuestras ideas sobre el tema, de discutir acerca de su significado, para contestarnos a nosotros mismos y poder, conjuntamente con la sociedad, hacer de la defensa del patrimonio una tarea de todos. Podíamos entonces caracterizar, en cuanto a las estrategias adoptadas en la historia reciente –entre los ’80 y mediados de los ’90–, cuatro etapas de desarrollo de la temática: • La introducción del tema en la sociedad; • La concientización de la sociedad; • La asunción por determinados sectores gubernamentales de su responsabilidad en la transmisión del patrimonio y, por ende, la instrumentación de medidas concretas desde el gobierno para su salvaguarda, y • Las acciones directas de la sociedad en salvaguarda de su patrimonio. Si bien hoy la situación de concientización ha mejorado sensiblemente en todos los sectores, debe recordarse que en aquel momento la historia reciente contaba en su haber con logros y fracasos: el principal de esos fracasos era la visión superficial del concepto de patrimonio y la aún más superficial del concepto de transmisión del patrimonio.
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En tal sentido, y más allá del esfuerzo de pequeños organismos y de profesionales individualmente, generalmente las acciones reales que se instrumentaban, lejos de estar inmersas en el contexto de la concientización, parecían enmarcarse en la moda o en lo pintoresco, lo que producía una distorsión en las formas y en las técnicas de abordaje del patrimonio. En nuestro mundo real nacional de entonces, un testimonio del pasado servía en cuanto constituía sólo el receptáculo económicamente apto para recibir cierta función. Si bien esto no era malo, lo peligroso era pensar que era todo. Porque si el patrimonio nos limita lo destruimos, así hablemos de un edificio, de la ciudad, del paisaje o del patrimonio natural, cuando nuestra intervención no se hace desde el convencimiento termina por desvirtuar el objeto mismo de la preservación. La visión era peligrosa porque enmascaraba una mirada absolutamente económica del patrimonio, mirada injusta que medía lo cultural con la vara de la rentabilidad, perdiéndose la vara de su sustanciación. Para admitir la validez de criterios y metodologías se debe partir de la premisa de que es necesario preservar porque es imposible crecer sin memoria. Sin los testimonios de su evolución, una sociedad no puede proyectarse hacia el futuro. Y es recién allí donde los términos patrimonio, con su transmisión, responsabilidad como sujetos de la transmisión del patrimonio, técnicas apropiadas, reversibilidad, conservación integral, responsabilidad de los gobiernos como custodios del patrimonio, cobran sentido. Para cambiar una situación, es preciso contar con información, con llegada a todos los ámbitos, y muy especialmente a los ámbitos formativos. El tema patrimonio, entonces con poca inclusión en los programas de estudio –de grado o de posgrado– de profesionales, estaba totalmente ausente de otros niveles anteriores de formación, para la llegada a toda la población. Proponíamos en 1994 incluir el tema en los programas escolares, para que niños y adolescentes pudieran mirar con ojos distintos, y utilizar el pasado para construir su propio futuro. Con este espíritu, nos comprometimos desde la SCA con esta tarea de informaciónformación, y propusimos a 1995 como el año de la concientización en el tema Patrimonio, comprometiendo la colaboración para la planificación y desarrollo, todas las acciones necesarias para llevar adelante la propuesta. En 1995 se creó en la SCA la Subcomisión de Patrimonio Arquitectónico y Urbano, que continúa trabajando, y ha hecho suya la premisa de la información-formación, organizando congresos, foros, debates, además de elaborar informes y realizar análisis y estudios que son elevados a la Comisión Directiva de la entidad para orientar sus opiniones en la materia. También, colabora con organismos oficiales y privados en acciones concretas.
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Los concursos
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n 1904 la SCA aprobó su primer Reglamento de Concursos. Desde entonces, los principales edificios públicos de la Ciudad y de la Nación fueron concursados, y gran parte del patrimonio edificado que hoy se encuentra protegido legalmente fue así construido. Más de ochenta años después, y con los concursos consolidados como la modalidad para conseguir la excelencia en el proyecto, especialmente cuando se trata de obras públicas, al surgir el proyecto de traslado de la capital federal a Viedma-Carmen de Patagones y, más allá de la opinión específica que sobre el particular sostuvo la SCA, solicitamos que las obras públicas fuesen adjudicados por concurso. “Reafirmamos nuestra posición que ya es doctrina –decíamos en abril de 1987–, todo lo concursable debe ser concursado, toda la obra pública de la nueva Capital debe ser concursada asegurando la independencia de la valoración de los proyectos profesionales de la confrontación empresaria”.(1) Previa a esta exhortación integral para la nueva capital, la entidad se había dirigido a la Secretaría de Vivienda de la Nación –a cargo del Ing. Maisterrena–, ante noticias de la prevista realización de 6.000 viviendas en el sector designado como nueva capital, de las cuales 1.000 estaban a punto de ser objeto de adjudicación directa en su proyecto. “Mucho luchamos los argentinos para vivir libres del estado de excepción” –decíamos desde la SCA en nota del 17 de febrero de 1987, en la que exhortábamos a que esta obra se concursara– concluyendo que “la democracia tiene sus plazos, sus propios tiempos de gestión”. La FADEA -Federación Argentina de Entidades de Arquitectos– se manifestó en coincidencia con el criterio de la SCA en cuanto a la convocatoria de concursos para todos los edificios encarados por el Estado en la nueva capital, y la CTA -Comisión Técnica Asesora- para el traslado de la capital, compartió dicho criterio. En tal sentido, la CTA elaboró un listado de edificios a concursar que comprendía, en primera instancia solo los gubernamentales y los que serían construidos por el Estado. Decenas de concursos, incluyendo aeropuerto, cementerio, edificios para la salud, la educación, la cultura, viviendas y equipamiento, fueron enunciados por la CTA tras nuestros reclamos. Más aún, desde la SCA consideramos imprescindible la creación de un Ente, del que los arquitectos y sus organizaciones debían formar parte, que asumiera las tareas de planificar y coordinar ejecutivamente las necesidades sectoriales a incluirse en el proyecto de la nueva capital con respuestas de ordenamiento territorial, urbanístico y ambiental. El EnteCap se constituyó en 1987. Por otra parte debía también asumirse la tarea de refuncionalizar a Buenos Aires, una vez convertida en provincia. “La complejísima problemática urbana del área metropolitana requiere un alto nivel de planificación conjunta entre la actual Buenos Aires y su conurbano”, decíamos en 1987. Debe recordarse que eran momentos de una dura crisis económica –que estallaría en 1989–, y la obra pública y los concursos eran una de las pocas expectativas laborales y profesionales. La comparación con las modalidades de los gobiernos autoritarios
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Nota SCA a los medios, publicada en La Nación, 8 de abril de 1987; La Razón, abril de 1987.
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del pasado surgía naturalmente: “¿Para qué seguir utilizando modos de adjudicación exactamente iguales a los practicados por la extensa lista de gobiernos autoritarios que el país ha sufrido?”, preguntábamos al Gobierno Nacional, recordando positivamente el concurso de las obras de nuevas ciudades, como La Plata en el siglo XIX y San Juan, tras el terremoto de 1944. Sólo la insistencia logró resultados. El 18 de mayo de 1987 la SCA volvía sobre el tema de la adjudicación directa de las viviendas en Viedma, cuestión que se consideraba ya resuelta favorablemente, así como la exhortación para concursar toda la obra del Estado allí. Sin embargo, por medios periodísticos, la entidad tomó conocimiento de la derivación al IPV –Instituto Provincial de la Vivienda– de Río Negro, de la construcción por adjudicación directa de 2000 unidades en el futuro distrito federal.(2) Y continuamos dando debate.
La impronta de una decisión El emprendimiento urbano de Puerto Madero fue el siguiente caso en que desde la SCA tuvimos que actuar para que la mayor operación urbana de la segunda mitad del siglo XX en Buenos Aires se encarase desde la transparencia que ofrece un concurso público. Para lograrlo, conocida la propuesta para la reactivación de Puerto Madero elaborada por encargo de la Municipalidad por el equipo de profesionales catalanes liderados por Jordi Borja, organizamos desde la SCA mesas de debate para discutir las ideas y la modalidad de emprendimiento, que fueron el punto de partida para la polémica generada desde toda la matrícula. Sucesivos encuentros en que Alfredo Garay, entonces Secretario de Planeamiento y mentor del emprendimiento, explicó y debatió la propuesta con otros urbanistas de primera línea, como Odilia Suárez o Alberto Varas, permitieron ir conociéndola y, sobre todo, reconsiderar la modalidad de contratación directa que el municipio había decidido para concretarla. En tiempo récord, ya que los debates comenzaron en julio de 1990 y la venta de tierras estaba prevista para dar comienzo en septiembre del mismo año, logramos orientar al Municipio a suscribir con la SCA el convenio para el llamado al concurso para el Plan Maestro de Puerto Madero. Dicho acuerdo contó con el apoyo del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, y de las cámaras de la industria de la construcción. Con fecha 10 de septiembre de 1990, en nota enviada a los medios de difusión, recordábamos que tanto la SCA como la FADEA impulsaban los concursos públicos como único medio de obtener el mejor anteproyecto posible y con la mayor transparencia, enfatizando que, en el caso de Puerto Madero, “no pueden quedar en manos de pocos las decisiones de tanta importancia que gravan el futuro de la reserva más importante de la ciudad… Proponemos realizar concursos de croquis preliminares,
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La Razón, 10 de junio de 1987.
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o anteproyectos de: espacios públicos y normativa del área, sectores del área, edificios que alberguen programas oficiales y/o de carácter recreativo”.(3) La apertura de la licitación para las primeras ventas en Puerto Madero se extendió casi un año, y en julio de 1991, cuando el entonces Intendente Carlos Grosso derribó simbólicamente un tramo de la reja perimetral del área, estuvimos representando a la SCA en el acto. Finalmente, el 2 de octubre de 1991 anunciamos oficialmente desde la SCA la apertura del llamado a concurso. Fueron asesores los arquitectos Odilia Suárez y Heriberto Allende (por la SCA) y Pablo Huberman y Jorge Moscato (por la Municipalidad). No se trataba de un simple reciclaje de áreas y edificios, sino de una compleja operación urbanística que comprometía la eficiencia de importantes actividades en la ciudad. Se ponía así punto final a la discusión de un año sobre ciertos aspectos del proyecto elaborado por el equipo técnico catalán y el municipio porteño, así como sobre la metodología para encarar la reconversión del área, desacuerdo que habíamos explicitado públicamente desde la SCA A través de declaraciones que buscaban abrir canales para el diálogo con las autoridades y hacer conocer a la población nuestras opiniones, planteamos la necesidad de instrumentar mecanismos concretos de participación para todos los sectores involucrados y la urgencia en convocar a concurso. Estas declaraciones, junto con otras opiniones coincidentes, trascendieron a la prensa y a la opinión pública en general y al propio Concejo Deliberante, produciéndose la convocatoria del Intendente a la SCA, junto a otras entidades de la ciudad, a fin de analizar el tema. Se llegó en esa instancia a un acuerdo sobre la necesidad de conformar un organismo asesor con la participación de las entidades interesadas y a encargar a la SCA, junto al Consejo de Planificación Urbana, la organización del Concurso de Ideas para el Plan Maestro de Puerto Madero. Este llamado posibilitó el acceso de toda la matrícula al proyecto, con una respuesta de la que surgieron múltiples alternativas. Con este concurso, la autoridad de planeamiento no perdería el manejo del proyecto, pero se le posibilitaba la incorporación de las ideas aportadas en la instancia participativa del concurso.(4) Publicadas las bases del concurso, se pudo verificar que en el área predominaría el verde por sobre la edificación, contrariamente a lo que se pretendía con el plan originariamente elaborado por el equipo técnico de Barcelona.
Temas pendientes Aunque sin el peso económico ni la extensión de Puerto Madero, un nuevo predio quedaba librado a acciones futuras en la ciudad. Desde su clausura en julio de 1990 por un
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El Cronista, 3 de octubre de 1990.
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Ver Revista del Centro de Arquitectos de Santa Fe, agosto de 1991.
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accidente mortal en uno de sus juegos; el parque de diversiones infantiles Italpark, que se extendía desde la avenida del Libertador y Callao hacia el norte, hasta la Facultad de Derecho, estaba en desuso y abandonado, con destino incierto. El 10 de febrero de 1992 se abrió el llamado a concurso de ideas –organizado por la SCA– para el predio del ex Italpark, 13 has que comprendían también el Centro Municipal de Exposiciones. Las bases desalentaban toda propuesta relativa a un parque de diversiones, destinando un 60 por ciento para espacios verdes con infraestructuras de uso comunitario, como juegos para niños que no fuesen mecánicos. Se incluía en el programa un centro de convenciones y exposiciones, del que Buenos Aires todavía carecía, un anfiteatro abierto e instalaciones de orientación turística. Esta decisión tendía, considerando el valor urbano del predio, a revalorizarlo y vincular sus actividades con el corredor turístico – cultural de Recoleta, señalado por el Museo Nacional de Bellas Artes y el de Arte Decorativo, el Palais de Glace, el Centro Cultural Recoleta y el centro gastronómico que estaba surgiendo junto a dicho Centro cultural. Lamentablemente los resultados de este concurso no se llevaron a la práctica, aunque finalmente la opción de transformar el predio en un amplio espacio verde dotó a la ciudad del actual Parque Thays. En diciembre de 1992, por ordenanza del Concejo Deliberante, se dispuso destinar el predio del ex Italpark completamente a espacio verde. Sin embargo, de haberse concretado la propuesta del concurso, se hubiese generado una mejor vinculación de este sector con el corredor cultural y de expansión de la que disfruta actualmente. Un cruce aún no resuelto, el de la avenida de Mayo con la 9 de Julio, salió a concurso a fines de 1992. La apertura de la avenida 9 de Julio había roto definitivamente la continuidad del eje cívico planteado con la avenida de Mayo, y quedaba esta arteria para siempre dividida en dos sectores: el próximo a la Plaza de Mayo, y el que conducía al Congreso, uno a cada lado de la avenida más ancha del mundo. Tras muchos años de indefiniciones, y luego de la creación del Programa de Rehabilitación de la avenida de Mayo (PRAM), que con fondos del Estado español había logrado poner en valor las fachadas de la avenida, se encaró el concurso para la solución arquitectónica de este cruce. La convocatoria incluía el traslado del monumento A España, actualmente emplazado en el remate de la Costanera Sur, un sitio aún hoy de escaso acceso. Este concurso, convocado para el Quinto Centenario del Descubrimiento de América y cuyo premio fue adjudicado en diciembre de 1992, no tuvo sin embargo concreción, y pasó también el Bicentenario sin contemplar la posibilidad de implementar la solución entonces premiada. Muchas veces hemos recibido críticas por nuestras acciones al bregar y defender los resultados de los concursos, y una de ellas fue el del Italpark. Pero siempre el logro de los concursos por parte de la SCA debió entenderse como el fruto de una posición técnica fundamentada que modificó decisiones políticas equivocadas, como en el caso de Puerto Madero, y que fue producto de jornadas y foros de discusión con la participación entusiasta de arquitectos, urbanistas y planificadores. La posición adoptada por la SCA permitió a los políticos asesorarse en forma más acertada y comparar, en cada concurso,
Los concursos
más de 100 alternativas. Las decisiones finales fueron avaladas por una numerosa participación y por una discusión transparente entre el poder político y los técnicos: jurados, asesores y participantes.(5) Cuando se anunció oficialmente la iniciativa para la construcción de la Ciudad Judicial en predios de Puerto Madero, desde la SCA nos dirigimos al Intendente manifestándole, una vez más, la necesidad de recurrir al sistema de concursos para su propuesta, ya que se trataba de una obra significativa para la ciudad y el país en su conjunto, cuya construcción permitiría potenciar el desarrollo del área, entonces en etapa de elaboración de su master plan con proyectistas surgidos de un concurso organizado por nuestra entidad. “La selección de la propuesta arquitectónica a partir del sistema de concursos –decíamos–, que cuenta con una experiencia casi centenaria en nuestro medio y que incluye muchos de los edificios más significativos de la ciudad, resulta no solo compatible sino que permitirá favorecer la racionalidad y una sana economía de la obra, necesarias para un emprendimiento con las características contenidas en la propuesta gubernamental.” Como en el caso del traslado de la capital, defendíamos así claramente la adopción del sistema para la selección del anteproyecto, pudiendo disentir en cuanto a la conveniencia o no de la iniciativa. Un nuevo avance sobre la reutilización de tierras ferroviarias se conoció a mediados de 1993, cuando el Poder Ejecutivo Nacional presentó su plan para el Área Retiro. Considerado por las entidades profesionales de la construcción como una enrome operación inmobiliaria, las opiniones se hicieron oír. Desde la SCA definimos el sector como un nudo neurálgico que incluía a Puerto Nuevo y exhortamos al Gobierno a abandonar su rol de gestor inmobiliario, actuando con “espíritu especulativo y miopía urbanística ”(6). En diciembre de ese año, la SCA suscribió un convenio con la Municipalidad y Ferrocarriles Argentinos, de asistencia técnica para la definición de las regulaciones urbanas que afectarían al área del proyecto de desarrollo de la estación Terminal Retiro, dando así el paso previo para la convocatoria al posterior concurso de ideas. La gestión de los llamados a concursos nunca fue tarea de rápida concreción, y entre negociaciones con los entes promotores, a fines de 1994 aún estaban en gestión el de la Ciudad Judicial, el de Retiro y avanzaba también el de espacios verdes para Puerto Madero, a la par de otros de menor escala, como el del anexo para el Banco Central.
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El Cronista, 3 de marzo de 1993.
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Clarín, 23 de octubre de 1993.
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La vivienda y el hábitat
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l estudio, análisis, diagnóstico y concreción de la vivienda y hábitat humano fue tema central en la SCA desde los inicios de la entidad, a través de acciones directas, participación, opinión y concursos, y estuvo presente entre 1986 y 1998 con dinamismo. En 1988, a cinco años del regreso de la democracia, creímos imprescindible producir un punto de inflexión para percibir lo realizado y sus resultados, y proponer las correcciones necesarias para seguir adelante. Habiendo vivido las distintas políticas de vivienda aplicadas en el país entre 1977 y 1987, con sus respectivos planes resultantes de la interacción de condiciones políticas, económicas, sociales, técnicas, y de diseño arquitectónico y urbano, concluimos que este devenir causó secuelas en el sector público con la asignación de recursos como factor esencial de políticas expresadas en la distribución del presupuesto nacional. Aún siendo importante el monto de la inversión estatal en vivienda –se admite usualmente como máximo el 5 por ciento del producto nacional-, es más trascendente el uso que se hace de dicha inversión, orientándola a la vivienda popular, esencialmente de los sectores sin capacidad de ahorro. Observábamos que la mayoría de la población deficitaria dependía de la acción estatal, y que la situación se agravaba progresivamente en función del permanente descenso en los salarios reales y el porcentaje de participación en la distribución del ingreso nacional. Estos mismos sectores socioeconómicos eran los que sufrían problemas equivalentes al habitacional en lo atinente a salud y educación. Surgía de este análisis que el problema habitacional era un síntoma, entre otros, del estancamiento y atraso económico, social y tecnológico en que se hallaba sumido el país. Y a partir de allí, convocábamos a la participación del sector privado como productor industrial, a través de las empresas constructoras, para aportar la capacidad y experiencia adquirida en los campos tecnológico y productivo. Debe recordarse que ese sector sufría una retracción que lo sumía en una de las mayores crisis que hubiera sufrido hasta entonces, que sólo sería superada por la de fines de 2001. En aquel momento se debía, fundamentalmente, a la baja sustancial del poder adquisitivo de las capas medias y a la presencia intrusiva del capital financiero que perseguía una pura e inmediata rentabilidad, determinando el receso con una sensible disminución de las obras privadas. Paralelamente se producía una concentración de los beneficios provenientes del sector de la construcción en el mercado bancario privado, que lo derivaba a la financiación de viviendas sin ninguna prioridad social, con intereses y costos desmesurados, en actitud puramente especulativa. La revisión de los quince años previos en política de vivienda demuestra que la acción del Estado había sido fundamentalmente de tipo legal y financiero, con escasa inversión para la vivienda en relación a la magnitud del problema, y poca acción legislativa en materia de planificación urbana. Dicha ausencia de planificación no obedecía a falta de visión o capacidad administrativa, sino que era secuela de la discontinuidad administrativa y de la dependencia económica, y del sistema de la competencia absoluta, que impedían implementar las políticas totales que mejor convenían al conjunto del país y su población, en oposición a una sumatoria más o menos azarosa de políticas
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sectoriales. En tal sentido, cabe recordar que los sistemas de ahorro y préstamo, los planes del entonces Banco Hipotecario Nacional y de los bancos provinciales, los Institutos Provinciales de Vivienda, los sindicatos, las cooperativas y mutuales, entre otros modos de acceso a la vivienda, eran acciones desconectadas entre sí y de un plan global, inexistente. Exhortábamos entonces a la acción estatal a cuestionar y corregir estas causas estructurales para que los vicios del sistema no continuasen agravándose. La solución propuesta desde la SCA fue la creación de un Ministerio Nacional del Hábitat o de Desarrollo Urbano y Vivienda (entonces era una Secretaría), destinado a la canalización del ahorro nacional y los recursos financieros esenciales, aportes especiales de los sectores productivos, retenciones específicas y medidas similares.
Espacios de debate y propuesta Como institución de arquitectos asumimos como obligación definir y detectar los problemas principales que incidían en las políticas de vivienda y sus causas generadoras, para arribar a una posible definición de las metas de desarrollo y poder pautar nuevas formas y métodos para responder a la necesidad en este campo de la cada vez más crítica y compleja sociedad. En este contexto organizamos desde la SCA, en octubre de 1988, la Bienal de Vivienda, conjuntamente con la Secretaría de Vivienda y Ordenamiento Ambiental y el Banco Hipotecario Nacional. La Bienal se desarrolló en coincidencia con la feria Expovivienda ’88 organizada por la Asociación de Empresarios de la Vivienda, con obras y proyectos sobre el tema, entre los que se seleccionaron trabajos que fueron premiados, en las categorías Viviendas agrupadas, viviendas colectivas, conjuntos de viviendas, y un premio especial para estudiantes. Se expusieron también trabajos premiados en recientes concursos FONAVI de anteproyectos, en localizaciones como Carmen de Patagones, Trelew, Metán, Villa María, Jesús María, Corrientes, Tucumán, Villa la Angostura y Entre Ríos. Paralelamente a las exposiciones se realizaron mesas redondas y conferencias sobre temas relativos a vivienda: Financiamiento, Rol de los arquitectos y Marco institucional, se brindó al público un ciclo de cine sobre arquitectura y planeamiento urbano, y se fomentó la realización de debates abiertos con el público y los expositores.(1) Se organizaron varios foros de discusión en los que se trató la problemática de la vivienda y, en mayo de 1992, organizado en forma conjunta por la SCA con la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, se realizó el Primer Seminario Internacional de Actualización en Vivienda. El Seminario, basado en el programa Helios desarrollado en la FADU y que considera a la arquitectura como instrumento biológico, ofreció una oportunidad para que instituciones, profesionales y estudiantes participaran
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SCA, Revista de Arquitectura Nº 145, enero 1990
La vivienda y el hábitat
del análisis de los resultados de las políticas de vivienda desarrolladas durante los años previos, y planteó un debate sobre soluciones posibles, desde las acciones estatales hasta los microemprendimientos y acciones individuales. Los temas fueron abarcadores se extendieron hasta el medio ambiente, la autogestión, tecnologías alternativas para el hábitat y cooperación internacional en la materia.(2) Desde la SCA, el Seminario fue una nueva oportunidad para mantener posiciones a nuestro parecer insoslayables: que una política de vivienda coherente debe sustentarse con una política de suelo, incrementar el porcentaje del PBI destinado a la vivienda y el desarrollo urbano, la creación de un Ministerio de Hábitat y Desarrollo Urbano y Vivienda destinado a la canalización del ahorro nacional para ese destino, y la organización de un Banco Social del Hábitat. Se instalaron como temas para tratamiento futuro a partir de este Seminario, la caracterización del subsidio como instrumento de la política habitacional, la articulación entre sectores público y privado y los pobladores, la incorporación del sector informal al proceso productivo de la vivienda y la valoración de la diversificación de soluciones habitacionales. En cuanto a la vivienda y el hábitat a nivel del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ante la falta de acción oficial, desde la SCA se elaboraron dos documentos fijando posiciones y formulando propuestas. El primero, en mayo de 1996, Para un consenso sobre política de vivienda y hábitat en la Ciudad de Buenos Aires, fue girado a los partidos políticos –eran tiempos de la Convención Estatuyente de la Ciudad–, y representantes de los diferentes sectores políticos manifestaron coincidencias con sus contenidos. El segundo documento proponía modificaciones a los códigos vigentes, tendientes a facilitar la producción de viviendas accesibles a los sectores de menores recursos.
Asentamientos precarios y usurpaciones Uno de los aspectos del hábitat de más lenta resolución es la situación de las villas de emergencia y asentamientos urbanos precarios. Lugares de crecimiento espontáneo, errático y desorganizado, no constituyen el germen de la expresión urbana si no los acompaña una orientación planificadora e infraestructura de servicios. Siempre sostuvimos, con convicción ciudadana e institucional, que la falta de vivienda digna genera un malestar que se traduce en múltiples problemas sociales conexos que llevan a la degradación social y ambiental, y que satisfacer las necesidades de vivienda de un país es deber indelegable del Estado, en la búsqueda de políticas, planes y formas de financiamiento. Proponíamos la elaboración de un Plan Estratégico sobre el hábitat general del país, incluyendo la vivienda como parte natural de dicho hábitat, contar con un relevamiento de la situación socio-cultural y socio-económica de las familias para categorizar las necesidades, conociendo el estado del sitio en que habitan:
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Clarín Arquitectura, 29 de mayo de 1992
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deterioro, obsolescencia, grado de infraestructura o su carencia total. Con una base de relevamiento cierta –decíamos y sostenemos–, una categorización realizada y un análisis de la situación teniendo en cuenta los condicionantes existentes, se podría trazar una política habitacional que contemplase soluciones desde diferentes grados de necesidad. Para la ubicación de las viviendas sugeríamos las tierras que se liberarían dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Entre ellas, las 45 has del Mercado de Hacienda de Liniers, las 150 has de terrenos de ferrocarriles, los predios próximos al Riachuelo una vez saneado el curso de agua, los liberados por el CEAMSE y los de las cárceles de Devoto y Caseros. La idea era crear nuevas y mejores condiciones de vida y de trabajo, con alguna forma de colaboración entre el Estado y la sociedad civil, como un ente autárquico de composición mixta, con asociaciones profesionales, agrupaciones mutuales y otro tipo de asociaciones que constituyeran bajo ciertas normas, grupos de acción concreta. En modo similar, las usurpaciones que tuvieron lugar en la ciudad en los primeros años de la década del ’90 se ubicaban en el contexto signado por la falta de acción oficial en materia de vivienda de interés social, y así lo expresamos en un comunicado. Las diferentes decisiones tomadas en ese momento, como la eliminación del FONAVI –Fondo Nacional de la Vivienda– como recurso genuino, la transformación del Banco Hipotecario Nacional en banco mayorista, y la atomización de la responsabilidad de la conducción de los planes de vivienda, entre otros factores, eran reflejo de una inexplicable postergación al tratamiento e implementación de una política nacional de vivienda. Créditos dirigidos a familias de ingresos medios y escasas obras con relación a la cifra necesaria para modificar el déficit habitacional, eran medidas menos que suficientes. La distribución del FONAVI no había contemplado ni la crisis de la situación ni la real dimensión del déficit en la Ciudad de Buenos Aires, calculándose los recursos a asignar con conceptos erróneos o preconceptos, con el resultado de una exigua inversión en obras, agudizándose el problema y alejando la posibilidad de encontrar una solución ordenada. A estos hechos se sumaba la incertidumbre de los propietarios que veían afectados sus derechos como producto de las intromisiones y la falta de una acción legislativa eficaz que permitiese a la Justicia tener la celeridad necesaria. La situación se tornaba cada vez mas insostenible, ante este panorama y la agonía de las políticas sociales para el sector. La solución sólo sería posible con una política de vivienda clara y consensuada, y su continuidad, que permitiera generar confianza. En especial, decíamos entonces, “con acciones sobre las que no haya dudas acerca de su finalidad, la familia, y no el cierre de las cuentas fiscales”.(3) Fundamentalmente, siempre recomendamos evitar la discontinuidad política de los planes, cuestión que no se ha logrado.
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SCA, Revista de Arquitectura Nº 166, septiembre-octubre 1993.
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Concursos FONAVI La Resolución Reglamentaria del FONAVI Nº 55, dictada en 1982 por la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Nación, ponía en práctica y daba marco legal a los concursos de anteproyectos del Fondo Nacional de la Vivienda, organizados por las entidades adheridas a la Federación Argentina de Sociedades de Arquitectos -FASA(actual Federación Argentina de Entidades de Arquitectos, FADEA). La SCA había participado con opiniones en la forma final de dicha resolución, específicamente en los puntos atinentes a las incumbencias profesionales, los honorarios y el carácter de los concursos a realizar. En este aspecto, insistíamos en que debían ser siempre nacionales, sin dejar –como proponía la Subsecretaría– el criterio librado a cada Organismo Ejecutor provincial. En cuanto a los honorarios, nos manifestamos en contra del ítem que dejaba libertad a los Organismos Ejecutores a acordar con los respectivos Consejos Profesionales, honorarios “armónicos” con el espíritu general de la operatoria FONAVI. En tal sentido, opinamos que el Estado debía dar un cabal ejemplo respecto al cumplimiento de las leyes de la Nación, en ese caso las de Aranceles de Honorarios profesionales, claras y taxativas, no necesitando de “armonías” entre los Organismos Ejecutores y los Consejos Profesionales. También nos pronunciamos en contra del punto que facultaba al organismo Ejecutor a rechazar el fallo del Jurado de los concursos. Esto afectaba la esencia misma del sistema de concursos –ya que la labor del jurado es la mayor garantía para que el resultado sea cristalino e inobjetable–, e hubiese invalidado la razón de ser de los concursos. Por fuera de estas cuestiones, se objetó también el límite de 200 unidades de vivienda como la máxima óptima para los conjuntos a concursar. Este tope a nivel nacional, no figuraba como ideal para las empresas constructoras ni permitía contar con un equipamiento que diera respuesta a las necesidades de los conjuntos habitaciones integrados por esa cantidad de viviendas. Se recomendó que no figurase tope alguno y que la cantidad de unidades surgiera de las reales necesidades que se presentaran para cada concurso. Como alternativa propusimos que se concursaran sectores en predios contiguos (con o sin topes en cantidad de unidades) ya que esto provocaría reducciones sensibles en el costo total y resultaría en una mayor productividad final. Finalmente, bajo esta Resolución se concursaron obras en Córdoba, San Juan y Entre Ríos, que fueron construidas. Ante desinteligencias, el sistema se desarticuló hasta 1987, cuando se retomó lo normado por la Resolución 55. Se convocaron nuevos concursos, aunque la reducida cantidad de unidades de cada conjunto no era significativa a la vista del déficit habitacional existente. Estas obras, en general, no lograron ejecutarse. Sin embargo, los concursos de estos conjuntos de escala intermedia obtuvieron un alto nivel de participación de los profesionales, activando las oficinas pequeñas y medianas de arquitectura y favoreciendo el debate y la reflexión colectiva sobre la temática. A cada concurso seguía la exposición y publicación de los trabajos y la mesa debate con los jurados, asesores y participantes.
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Desde la institución y siempre que fue posible, insistimos en que la vivienda debía estar acompañada por equipamiento: salud, educación, recreación. Los grandes centros deportivos, de recreación, dan la necesaria participación a los vecinos, para integrarse en una vida comunitaria que los arraigue a su nuevo entorno. Concursos FONAVI 1987 – 1998 (4) Total: 19 • 1987: Trelew, 100 viviendas / Río Hondo, 114 viviendas e infraestructura. • 1988: Corrientes, 93 viviendas / Concepción; Tucumán, 300 viviendas, infraestructura y equipamiento comunitario / Jesús María; Córdoba, 143 viviendas / Villamaría; Córdoba, 76 viviendas / Carmen de Patagones – Villa Lynch, 248 viviendas y equipamiento comunitario / San Fernando del Valle de Catamarca, 200 viviendas / Metán; Salta, 50 vivienda / Santo Tomé; Santa Fe, 40 viviendas / Santa Fe, 100 viviendas / Neuquén Capital, 100 viviendas / Santo Tomé; Santa Fe, 32 viviendas / Centenario; Neuquén, 100 viviendas / Cutral-Có; Neuquén, 50 viviendas / Villa La Angostura, Neuquén, 50 viviendas. • 1989: Buenos Aires; Bajo Flores, 200 viviendas / Rosario; Santa Fe, 200 viviendas • 1997: Rosario; Santa Fe, 400 viviendas.
El medio ambiente En los años ’90 no sólo se marcó un punto de inflexión en el modo de abordar los problemas urbanos por parte de la SCA sino que también se profundizaron los planteos de la entidad por el cuidado del medio ambiente, la protección de los espacios verdes, el destino de áreas de reserva y los distintos tipos de contaminación que afectaban a los habitantes de Buenos Aires. Observábamos entonces que. con ritmo acelerado, “presenciamos cada día la destrucción del medio por efectos de la hiperconcentración de actividades y de población. Graves alteraciones ambientales conllevan grandes perturbaciones ecológicas, con obvios resultados negativos sobre la calidad del medio ambiente.” Esto nos obligaba a replantear nuestra conducta profesional y ciudadana. Proponíamos medir el impacto que el proceso de desarrollo tenía sobre el medio ambiente para evaluar sus efectos y prevenirlos, realizar cambios tecnológicos, organizativos, de usos, de recursos y de consenso. Entendíamos que al Estado correspondía la formulación, consolidación, desarrollo y control del mecanismo de la planificación del medio ambiente y su correcta implementación, con nuevas normas y adecuación de las existentes, verificación de la calidad de los recursos, ejecución de obras de infraestructura y la introducción de la temática sustentable en la educación formal. Todo, a partir de un enfoque sistemático que
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Schere, Rolando, Concursos 1825-2006, Ed. SCA, BA 2008
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considerase los factores sustantivos y sus efectos recíprocos, con una gestión integral que concertase los intereses en juego y asegurase la factibilidad de las intervenciones urbanas en plazos razonables. Efectuábamos, con estas declaraciones, una invitación a trabajar juntos arquitectos, funcionarios, y ciudadanos. Un ofrecimiento de participación, cada uno desde su lugar, hacia el objetivo de lograr el ordenamiento y la mejor calidad ambiental de nuestras regiones y de nuestras ciudades(5). Cuando fue necesario expresar nuestra opinión ante atropellos ambientales concretos, la SCA estuvo presente, demandando de los funcionarios responsables las explicaciones y medidas del caso. Un ejemplo fue el proyecto de circuito de Fórmula Uno en Palermo y los daños ambientales que implicaba su caprichosa materialización, perjuicios que puntualizábamos en forma de preguntas: • •
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“¿Cuándo dejará de observarse a la ciudad como un esquema pasible de ser modificado sin previo análisis? ¿Cómo y quién garantiza que la puesta en marcha de ese circuito y, sobre todo, que la puesta en función de esas carreras, no será un atropello a ese lugar tan significativo para Buenos Aires? ¿Qué sucederá con los habitantes del lugar ante tamaña movilización? ¿Quién y cómo preservará el clima, los pájaros, los árboles, tan preciados de ese sitio? ¿Cuáles han sido los pasos previos de estudios sobre el impacto que seguramente ocasionará la realización de la infraestructura necesaria para la realización de esta actividad? ¿Por qué no pensar qué ocurriría con el Autódromo como espacio deportivo, al no incluir tan importante encuentro? ¿Quién determinó que fuese Palermo el ideal para el circuito? Y siguen las preguntas…”(6).
Otra patología urbana que mereció un lugar destacado en los debates sobre el cuidado del medio ambiente, realizados en la SCA, fue la contaminación visual. Este caos, en el centro y en la periferia de la ciudad alcanzó su máxima expresión con carteles de características ciclópeas en lugares inadecuados, como la esquina de la avenida del Libertador y avenida Sarmiento, para publicidades en el Jardín Zoológico, y sobre la avenida Lugones, Costanera Norte y puentes del ferrocarril. En estos casos, invitamos a otras entidades, como Los Amigos de la Ciudad, a sumarse a un reclamo que involucraba a todas las instituciones preocupadas por el cuidado de la ciudad y sus lugares más significativos.
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Julio Keselman, SCA, Revista de Arquitectura Nº166 septiembre-octubre 1993.
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SCA, Revista de Arquitectura Nº 167, noviembre-diciembre 1993.
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El compromiso institucional
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os últimos años de la década de 1980 y todos los ’90 fueron de altibajos para el desarrollo profesional: profundas crisis económico-sociales, recuperación financiera, y medidas gubernamentales que, en general, resultaron adversas para la actividad de los arquitectos y para la industria de la construcción. Los alzamientos que amenazaron el orden institucional se habían superado, pero la gobernabilidad se debilitaba y su reflejo en el ámbito económico-social no tardó en quedar a la vista. En 1988 y luego del levantamiento de los carapintadas, en nombre y representación de los arquitectos de la Capital Federal, nos dirigimos al Presidente de la Nación, Dr. Raúl Alfonsin, manifestándole nuestro “claro respaldo al sistema democrático y sus autoridades, y nuestra condena a quienes se arrogaban el derecho de empuñar las armas en respaldo de intereses mezquinos, ya juzgados por la ley y la conciencia ciudadana”(1). Convocábamos a los colegas a la manifestación popular, en respaldo de la decisión presidencial de sofocar por todos los medios a los sublevados. Pocos meses después de esta acción de un minúsculo sector militar, el sindicalismo y otros actores sociales provocaron el debilitamiento del Poder Ejecutivo en ejercicio, y en junio de 1989 –en pleno período de transición del gobierno nacional- la crisis ya se había convertido en una de las más duras en términos de inflación, desempleo y marginalidad social, con su lógica repercusión en la actividad profesional de la arquitectura. “Hoy el país vive una crisis económica sin precedentes en su historia, y el sector de la construcción ha sido uno de los más profundamente afectados –manifestábamos desde la SCA–. A lo largo de las últimas décadas, la crisis generalizada y creciente que envuelve a los países latinoamericanos se manifestó en nuestro país a través de políticas que produjeron una brusca caída de la inversión pública y privada, y generaron una importante redistribución del ingreso en detrimento del salario de los sectores populares y de los recursos de las capas medias –grupos sociales que han sido la más importante fuente de trabajo de nuestra matrícula–, hechos que sumados a la alta inflación y a la falta de crédito tiene dramáticos efectos en nuestra situación laboral”. Continuábamos en esta carta dirigida a las autoridades nacionales y a los medios de difusión, diciendo: “es así como los profesionales y estudios independientes viven hoy la disminución drástica o la falta total de nuevas encomiendas profesionales, los empleados en el sector privado enfrentan la posibilidad cierta de la pérdida de empleo o ya lo han perdido, los empleados en el sector público ven achicarse día tras día el poder adquisitivo de sus salarios, y los jóvenes profesionales no encuentran ninguna oportunidad de hacer de su formación y sus conocimientos un medio de vida (…) Esta crisis tiene en estos días manifestaciones dramáticas de la situación de los sectores más carenados. Es por ello que exhortamos a las autoridades actuales y futuras a encontrar coincidencias básicas que pongan en marcha un plan de emergencia que atienda las necesidades alimentarias, sanitarias y salariales (…) Además es imperioso acordar, para la transición, un plan que
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Keselman, Julio; 3 dediciembre 1988, Correspondencia SCA.
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contenga claras orientaciones para generar, en un futuro próximo, adecuados incentivos a la inversión y a la producción y consumo, único camino para que luego de superada esta crisis, el país pueda entrar en un período de decidido crecimiento”(2). Sin embargo, al año siguiente, el agudo proceso inflacionario y la marcada recesión laboral motivaron un nuevo comunicado de la SCA. Señalamos entonces que los arquitectos padecíamos duramente los efectos de esa crisis. “Quienes trabajan en forma independiente se ven enfrentados a la paralización de las obras en marcha o a su prolongación indefinida, y a la falta casi absoluta de nuevos encargos profesionales, con perspectivas ciertas de desocupación. Quienes trabajan en relación de dependencia, tanto en el campo público como en el privado, viven con la amenaza de la pérdida a corto plazo de sus empleos y la realidad de salarios crecientemente deteriorados, sin ninguna proporción con la calificación profesional ni con las necesidades familiares.” Señalábamos componentes específicos de la crisis que afectaban particularmente a la matrícula de arquitectura: la remarcación salvaje de los insumos de la construcción, muy por encima del aumento de los costos de producción y de su paridad histórica con valores internacionales, la falta absoluta de crédito para la actividad; el cierre del Banco Hipotecario Nacional y la intervención del BANADE –Banco Nacional de Desarrollo-, anulando los créditos de fomento; la vertiginosa caída de la recaudación FONAVI y las amenazas a su continuidad como recurso específico (como después ocurrió); la desjerarquización de la Secretaría de Vivienda, la falta de políticas estatales de vivienda, y la aplicación del IVA a la labor profesional -tema aún no resuelto–. Los arquitectos reclamábamos, desde la SCA, urgentes medidas que permitieran revertir la situación: medidas tendientes a la redistribución del ingreso y a la reconstrucción de la capacidad de ahorro, a la solución del déficit habitacional y a materializar las inversiones imprescindibles para el mantenimiento y mejoramiento de nuestras ciudades y su paralizado equipamiento edilicio, a la puesta en marcha de la agónica industria de la construcción y que generasen nuevas oportunidades de empleo y trabajo profesional. Expresábamos entonces: “Como todos los argentinos que viven de su trabajo, pensamos que es imprescindible dar un sentido y un horizonte a los esfuerzos y a las penurias, que de esta crisis sólo se sale apostando al crecimiento, la producción, el trabajo y la inversión”(3).
La defensa de los honorarios profesionales Se acercaba el momento en que se produciría la desregulación de los honorarios profesionales, con la que el Arancel de Honorarios para la arquitectura (Decreto Ley
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Keselman, Julio; Marenco, Guillermo, junio 1989. Correspondencia SCA.
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Keselman, Julio; del Franco, Carlos, julio 1990. Correspondencia SCA.
El compromiso institucional
7887/55) perdería su orden público y, por ende, quedaría sin marco legal la aplicación de un arancel mínimo para las tareas profesionales, dando así lugar a la feroz competencia disfrazada de leyes del libre mercado de oferta y demanda. En esos momentos de transición y dura lucha gremial, desde la SCA expresábamos. “la problemática del ejercicio profesional y las cuestiones de la ciudad han devenido la acción gremial fundamental de la SCA hasta hoy. Sin embargo, la crisis económica y ética que golpea en todos los rincones del país, nos plantea una diversidad de problemas de nuevo tipo (…) La importancia de los cambios que se suscitan y los que pueden ocurrir de perdurar esta moda desreguladora y privatizadora, pueden tener consecuencias irreparables, tanto en lo sectorial como para la comunidad en su conjunto”(4). En ese momento –1990– la nueva Constitución de la provincia de Tucumán había eliminado la norma arancelaria como base reguladora del quehacer profesional, Con el mismo afán desregulador se había presentado en el Congreso de la Nación un proyecto de ley para la eliminación de todos los aranceles profesionales del país. Un año después, en noviembre de 1991, continuábamos con esta defensa. “La diversidad de las aspiraciones de las distintas profesiones, y en particular la nuestra – decíamos–, debe continuar respetando y hacer respetar, reivindicando y hacer reivindicar, la Ley de Aranceles Profesionales como justo sustento legal de la retribución y la seguridad, por la indelegable labor desarrollada por los arquitectos y por la naturaleza de orden público de los aranceles de honorarios”. Decíamos convencidos: “El respeto que se debe a los aranceles de honorarios mínimos por ley pone a toda la matrícula en igualdad de condiciones, convalida una justa retribución a la responsabilidad, honestidad, capacidad, esfuerzo y experiencia laboral (…) Es fundamental ampararnos en el derecho, exigiendo la validez del orden público de percibir un honorario mínimo fijado por ley y como tal para todos los niveles y como obligatorio cumplimiento de un pacto entre partes, impidiendo burlar nuestro amparo con convenios que transgreden la moral, la ética y la buena fe de los que trabajan honestamente” (5). Pero, a pesar de los reclamos, el Decreto 2284/91 derogó el carácter de orden público de la Ley de Aranceles, dejándole un rango supletorio a la norma. Ante su promulgación, solicitamos a los poderes públicos, en diciembre de 1991, que la reglamentación del decreto contemplara el libre ejercicio de la profesión de modo que la matriculación única y obligatoria en el Consejo o Colegio Profesional de su jurisdicción habilitase al arquitecto a desempeñarse en todo el territorio nacional, manteniendo para Consejos y Colegios el control ético y de actualización del ejercicio profesional.
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SCA. Revista de Arquitectura, Nº149, noviembre-diciembre 1990.
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Keselman, Julio Reflexiones ante un futuro incierto, en SCA, Revista de Arquitectura, Nº 155, noviembrediciembre 1991.
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También solicitamos que se mantuviese el carácter de orden público de los aranceles de honorarios profesionales, “única forma de garantizar retribuciones equitativas, justas y dignas a los profesionales y de proporcionar a sus clientes seguridad en cuanto a lo adecuado, a la calidad y extensión del servicio que se obliga a prestarle el arquitecto que contrata”. Otro aspecto que afectaba la retribución de los arquitectos fue el sistema previsional vigente para trabajadores autónomos. En tal sentido, desde la SCA expresamos en 1994, por escrito ante el Presidente de la Nación, Carlos Menem que, dado que la exigencia del aporte jubilatorio estaba completamente disociada del futuro haber jubilatorio que percibiría el beneficiario, constituía en realidad un tributo; que es un principio universalmente aceptado que los tributos deben guardar proporción razonable con la capacidad contributiva de quienes deben aportarlos, principio aplicado plenamente en caso de los trabajadores que actúan en relación de dependencia, aportando un porcentual de sus ingresos. Ante la exigencia del pago de aportes previsionales por la sola matriculación, argumentábamos que “es irrazonable presumir que el sólo hecho de la matriculación signifique ejercicio efectivo de la profesión y generación real de ingresos, cuando la realidad muestra que la mayoría de los profesionales se matricula inmediatamente tras su graduación, sin que ello signifique la existencia de contratos ni encomiendas de trabajos”. Señalábamos que “la realidad profesional muestra que un gran porcentaje de la matrícula se encuentra total o parcialmente desocupado, coincidentemente con el bajo nivel de actividad que con variantes afecta a la construcción en las últimas dos décadas. Esta situación se agrava por la gran cantidad de profesionales existentes en relación con la demanda, y las recientes medidas tendientes a la reducción de ingresos a través de la desregulación de honorarios”. En la misma carta analizábamos la situación derivada de lo establecido en el Decreto 2.104/93, sobre deudas previsionales, solicitábamos suspender la moratoria, que calificábamos de “injusta e irrazonable”, y concluíamos: ”No es admisible que se pretenda que las cuentas públicas cierren a partir de imposiciones y quitas excesivas a los ya deteriorados ingresos de los profesionales”(6). Al mismo tiempo, otra iniciativa del Ministerio de Economía de la Nación suscitó un enérgico rechazo de la SCA, por irreal e inexacto. Esta idea proponía realizar economías en los costos de la construcción de vivienda a partir de –una vez más– reducir los honorarios profesionales. Tan descabellado proyecto reflejaba un total y absoluto desconocimiento del ejercicio profesional, sus responsabilidades, roles, objetivos y retribuciones, y revelaba –como expresábamos en nota al Presidente de la Nación– la improvisación y voluntarismo de sus autores que, decíamos, “ejercen sus funciones desde un escritorio, ajenos a la realidad”. Como es sabido, la necesaria intervención del arquitecto, lejos de encarecer los costos de obra, los ordena, racionaliza y conduce desde el anteproyecto, el proyecto, el
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Keselman, Julio; Marenco, Guillermo. SCA, Revista de Arquitectura, Nº 169, marzo-abril 1994.
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uso de tecnologías adecuadas, la aplicación más racional de mano de obra y el permanente asesoramiento. Esta actividad de varios años de duración que sólo puede cubrir un profesional, se resume en proyectar la obra, organizar las tareas, y trabajos, coordinar los gremios, verificar los avances, controlar el cumplimiento de los plazos y los contratos de gremios y empresas, asumiendo en nombre del comitente el comando de la obra y evitando cualquier tipo de excesos y/o gastos superfluos. Hacía ya dos años que estaba vigente en la Capital Federal la desregulación de los aranceles profesionales, y el costo de la construcción no había manifestado ninguna economía, por el contrario, se había incrementado notoriamente. Más aún, observábamos que en las obras ejecutadas con fondos públicos, a través de diferentes modalidades –proyecto de los institutos de Vivienda provinciales u otros organismos públicos y obra por licitación, licitación de proyecto y precio, proyectos por concurso público y obra por licitación, entre las modalidades más comunes–, reflejaban en sus costos finales economías en las que sólo habían intervenido arquitectos en su rol de proyectista y director de obra. Se verificaba así que se pretendía economizar en costos de obra eliminando al único garante real de la correcta regulación de las legítimas aspiraciones de las partes intervinientes, en vez de revisar profundamente las cargas impositivas que inciden sobre los costos finales, verdadero factor de incremento de los costos, entre ellos el IVA, las cargas previsionales, ingresos brutos, derechos de construcción, todos percibidos por el Estado en sus diferentes jurisdicciones. Reiterábamos, en suma, nuestra opinión sobre lo injusto y arbitrario de cualquier tipo de política que pretendiese disminuir el costo de la construcción de viviendas a partir de minimizar las responsabilidades profesionales y de esclavizar su tarea, bajando aún más los pauperizados ingresos por honorarios. resultando en una mayor desmoralización y empobrecimiento de los profesionales.
La defensa de las incumbencias Pero la desmoralización no sólo provenía de la pretensión de reducir los honorarios, sino también de ignorar las legítimas incumbencias del profesional independiente, derivando tareas que le son propias a entidades como UBATEC, consultora basada en una entidad académica –la Universidad de Buenos Aires–. En noviembre de 1995 hicimos saber al Presidente del directorio de UBATEC los reparos de la SCA con relación a la forma en que la consultora adjudicaba proyectos de arquitectura y urbanismo que, a nuestro juicio, revelaban falta de transparencia y afectaban tanto a la matrícula como a la sociedad en su conjunto. Para garantizar la transparencia y el necesario debate sobre la gestión de UBATEC, la SCA solicitó la convocatoria de concursos públicos nacionales de anteproyectos o ideas para la totalidad de las encomiendas profesionales de proyectos urbano-arquitectónicos; la convocatoria a concursos abiertos a los docentes de la FADU-UBA para aquellos trabajos relacionados con la actividad académica y de investigación que se desarrollaba en ese ámbito, y la
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publicación de la nómina completa de los trabajos urbano-arquitectónicos desarrollados por UBATEC, con la nómina de profesionales que actuaron, de los honorarios percibidos y de la utilización de la infraestructura de la FADU-UBA(7). Para cerrar las cuestiones relativas al ejercicio profesional e incumbencias, frecuentemente amenazados en el período considerado, en 1998 debimos reclamar ante el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, solicitándole instruir al Secretario de Educación para que no aprobase, en Asamblea del Consejo Federal de Cultura y Educación, “el proyecto ilegítimo, inconstitucional y contrario a derecho, elaborado por la Dirección Nacional de Educación Técnico Profesional y consentido por el Instituto Nacional de Educación Tecnológica, de dotar de incumbencias profesionales propias del nivel universitario y del titulo de Arquitecto al Técnico en Construcciones, mediante la edición del cursado de cuatro módulos, contrariando disposiciones expresas de la Ley Federal de Educación Nº 24.195, la Ley de Educación Superior Nº 24.521, y el Decreto PEN Nº 256/94”. Respondió a este requerimiento el Subsecretario de Educación del Gobierno de la Ciudad, reconociendo que en el proceso previo al debate en la Asamblea mencionada del tema en cuestión, se observaron fallas en los procedimientos, ya que la propuesta no contaba con la aprobación del Foro Profesional respectivo(8).
Cuidar la ciudad y los intereses comunes Las excepciones municipales al Código de Planeamiento Urbano fueron durante años tema de discusión por parte de nuestra entidad, alarmados por la cantidad y calidad de las excepciones que se otorgaban, y el daño que ellas ocasionaban a la ciudad en su conjunto. Finalmente la SCA fue incluida en un proyecto de ordenanza del Concejo Deliberante como órgano de consulta de toda solicitud de excepción que pasara por dicho Concejo. Por Ley 24.111 del Congreso de Nación, se limitaron las excepciones a los Códigos de Planeamiento Urbano y de Edificación, y se creó una Comisión Técnica integrada por representantes de entidades profesionales. Como integrante de dicha Comisión, la SCA actuó en el tratamiento de diversos casos de pedidos de excepción como órgano de consulta. En ese momento, desde la SCA emitimos una declaración sobre las excepciones, afirmando: “Ha quedado comprobado que el Código de Planeamiento urbano vigente no contempla la totalidad de los problemas que plantea la realidad en lo concerniente a los temas no previstos, o los desajustes con la ciudad real, inherentes a todo código y, particularmente, al hoy vigente en Buenos Aires. Esta circunstancia es la que justifica
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Keselman, Julio; Marenco, Guillermo. 20 noviembre 1995. Correspondencia SCA.
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SCA Noticias, junio 1998.
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la sanción de normas de excepción y otras de carácter particularizado, que pueden asimilarse a las excepciones”. Proponíamos entonces que, a fin de que las organizaciones profesionales y vecinales contaran con la posibilidad de conocerlos, todo proyecto de excepción o de normas particularizadas que configurase situación equivalente a las excepciones, fuese difundido con no menos de sesenta días corridos de anticipación a su tratamiento por el Concejo Deliberante. Entendíamos que esta medida crearía condiciones favorables para la participación ciudadana. la incorporación de aportes de reconocida idoneidad y la transparencia de los actos de gobierno. Sobre el mismo tema, en abril de 1991 nos dirigimos al Concejal Norberto La Porta, con motivo de haber recibido el texto de su proyecto de ordenanza para paralizar por dos años las excepciones al Código de Planeamiento Urbano. Aplaudíamos la iniciativa, “toda vez que el verdadero aluvión de excepciones” otorgado había desnaturalizado, en muchos casos, la vigencia del Código de Planeamiento.(9) Siempre opinamos que la planificación urbana y la del transporte debían estar absolutamente interrelacionadas, con un marco de planeamiento de mediano y largo plazo consensuado, con propuestas alternativas adaptadas a cada coyuntura, claras y comprensibles para todos los actores involucrados. En los años ’90 esto era una asignatura pendiente y, en cierto modo, sigue siéndolo. En junio de 1995 Ferrocarriles Metropolitanos S.A. (FEMESA) convocó a un concurso internacional para planificar el sistema de transporte del Área Metropolitana de Buenos Aires, con fecha de apertura para el 1º de agosto. El concurso fue anulado tres días antes de su apertura, sin explicaciones oficiales sobre las verdaderas causas de la anulación. Esto revestía gravedad, ya que en el pliego FEMESA había previsto la consulta a entidades tales como la Sociedad Central de Arquitectos y el Centro Argentino de Ingenieros, y a entes directamente involucrados como la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, los concesionarios viales, ferroviarios y de subterráneos y la propia Secretaría de Transporte de la Nación. A pesar de que el concurso preveía un plazo breve y un presupuesto fijo y reducido en relación con los objetivos, había despertado el interés nacional e internacional, y gran parte de las mejores empresas especializadas de Europa, Estados Unidos y la Argentina preparaban sus propuestas para la fecha indicada. Este Plan tenía como propósito definir las infraestructuras de transporte del Área Metropolitana para los años 2000, 2010, 2025 y su ejecución en etapas durante los siguientes 30 años, y para eso se debían proponer soluciones integrales y coherentes, considerando todos los medios de transporte, su interrelación y su complementación. El Plan debía hacerse con un enfoque intermodal a través de la coordinación y complementación entre medios de transporte, a los fines de optimizar desplazamientos, mejorar la seguridad, reducir los tiempos de viaje, preserar el medio ambiente y
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Keselman, Julio; Marenco, Guillermo. 9 de abril 1991. Correspondencia SCA.
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disminuir el consumo energético. Se trataba de una iniciativa estructurada para intentar las mejores respuestas al problema del transporte metropolitano. Desafortunadamente, con su anulación se perdió una nueva oportunidad de iniciar un proceso racional de ordenamiento del transporte con visión territorial. Dos días después de anulado este concurso, sorpresivamente se anunció la puesta en marcha de otro plan que, originado en iniciativas privadas, del que no se contaba con información oficial. Destacábamos entones que cualquier iniciativa sobre los sistemas de transporte debe privilegiar el sistema público masivo y si bien la propuesta presentada marcaba este propósito como uno de sus objetivos, no quedaba claro de qué manera lo alcanzaría. El esquema básico consistía en utilizar los trazados de las líneas ferroviarias metropolitanas como corredores y, a tal fin, ubicar bajo tierra el ferrocarril y construir una autopista elevada, dejando libres cruces a nivel, con la premisa de que el tránsito por la autopista pagaría el mejoramiento del tren. Pero esta propuesta literalmente sólo enterraba el transporte público masivo sin brindar ninguna opción alternativa: circulaba por las mismas trazas, agregando sobre el ferrocarril autopistas que competirían con él. En este esquema no quedaba claro cómo circularían los trenes de carga hasta el puerto –¿serían subterráneos?–, ni se consideraba que las líneas ferroviarias del servicio metropolitano habían sido concesionadas a particulares, por lo que cualquier intervención sobre los sistemas y redes en operación debía ser convenida con ellos para evitar incumplimientos de contratos. Si bien entre los objetivos de esta iniciativa se indicaba “evitar la entrada de vehículos particulares al centro”, esto era una contradicción con la construcción de autopistas radiales y con la propuesta de crear tres niveles de estacionamiento bajo la avenida 9 de Julio. Si se tiene en cuenta que cada automovilista debía pagar 500 pesos (en ese momento el equivalente a 500 dólares) anuales para circular por el sistema a crearse, esto hubiese significado un nuevo gravamen: un hecho que debía leerse como la privatización de la calle. Tampoco se especificaba cómo se había determinado la demanda –el estudio de tránsito anterior a esa fecha para la Región Metropolitana correspondía a 1972–, ya que la radialidad de las líneas férreas favorecen la centralidad, mientras que las circunstancias de los ’90 –y actuales–, hacían necesario considerar otros modelos, tales como los implementados en Curitiba, Brasil, en tiempos de la Intendencia de Jaime Lerner. En síntesis, sosteníamos que las decisiones estratégicas que involucran los intereses de la comunidad no pueden dejarse en manos de iniciativas privadas de carácter lucrativo.
Un modelo de gestión Un signo elocuente de los nuevos modelos de gestión urbana y las distintas formas de entender la participación institucional a través del estudio, análisis y evaluación de los problemas de la ciudad, fueron los trabajos desarrollados por grupos de profesionales
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y especialistas en virtud de los convenios suscriptos entre la Municipalidad de Buenos Aires, la SCA y el CPAU (Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo). Para estas tareas, en cuanto al compromiso de la SCA, se convocó a los asociados a presentación de antecedentes que fueron evaluados por un Comité de Selección integrado por los arquitectos Heriberto Allende, Odilia Suárez, Luis Morea y Clorindo Testa, y por los presidentes de la SCA y el CPAU. De esta selección surgió un grupo de más de veinte arquitectos que trabajaron con la coordinación general del arquitecto Allende. El Programa MAPA (Municipalidad - Asociaciones Profesionales de Arquitectos) estuvo a cargo de la SCA y el CPAU, mientras que el denominado MAPI (Municipalidad - Asociaciones Profesionales de Ingeniería) fue desarrollado por el Centro Argentino de Ingenieros (CAI) y el Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC). Los dos programas se organizaron en módulos temáticos sobre las principales áreas de interés con relación al análisis y evaluación de los problemas urbanos. El programa MAPA comprendió ocho módulos: los módulos 1, 2 y 8 fueron desarrollados por el CPAU, mientras que los módulos 3, 4, 5, 6 y 7 lo fueron por la SCA. El Comité Ejecutivo estuvo integrado por lo arquitectos Rodolfo Gassó, Heriberto Allende y Julio Keselman. El trabajo concluyó en octubre de 1997, y abordó los siguientes aspectos: MÓDULO 1 / Recopilación ordenada de proyectos de planificación de la ciudad. Recopilación y ordenamiento de los planes formulados por instituciones públicas, privadas, análisis de antecedentes y determinación de sectores urbanos donde es recomendable intensificar nuevos estudios y propuestas. Se analizaron los planes generales y parciales producidos para Buenos Aires en el período 1960-1994, considerando un total de 77 acciones a través de fichas. La compilación razonada analizó los antecedentes para detectar las causas de los aportes más efectivos y sus líneas posibles de desarrollo, así como la de fracasos y distorsiones, determinando cuáles son los sectores de la ciudad más y menos estudiados. Intentó constituir un aporte al conocimiento de las herramientas conceptuales y de las aptitudes propositivas de los que disponía la ciudad, reuniendo información dispersa. MÓDULO 2 / Recopilación y ordenamiento del Código de Planeamiento Urbano y sus normas complementarias, e identificación de las posibilidades de compatibilización con el Código Ambiental. Los resultados del trabajo incluyeron recomendaciones relativas al Código de Planeamiento Urbano; por separado, la versión actualizada del Código y, como apéndices, la recopilación de normas complementarias y un conjunto de interpretaciones administrativas a modo de jurisprudencia. Uno de los objetivos del módulo fue hacer accesible a la matrícula la normativa vigente y brindar seguridad sobre la normativa de aplicación en cada caso.
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Se elevaron recomendaciones referidas a: Decreto reglamentario de la Ley 24.111 de excepciones a los Códigos de Planeamiento Urbano y de Edificación. Opinión de las entidades ante la eventual reglamentación de la Ley. Código de Prevención Ambiental: propuesta para su reincorporación al Código de Planeamiento Urbano y para la actualización de sus contenidos. La gestión profesional ante la administración municipal: enumeración de distintas alternativas para lograr un sistema de actualización permanente del Código de Planeamiento Urbano.
MÓDULO 3 / Identificación y caracterización de las transformaciones originadas por el cambio de usos de tierras vacantes. Los estudios consideraron las tendencias existentes de transformación de usos de tierras desafectadas de los sistemas de transportes o que se mantienen como reservas urbanas, identificándolas y caracterizándolas, verificando las condiciones de usufructo y ocupación, y sus relaciones con el entorno urbano. El objetivo principal del módulo estuvo orientado a determinar básicamente cómo, con qué y quiénes deben llevar a cabo un proceso de ordenamiento, planificación, proyecto y gestión urbana de estos espacios. Se identificaron 20 espacios vacantes, analizando sus vocaciones tendenciales y preferenciales, estableciendo categorías de clasificación, una metodología para su estudio y la identificación de los escenarios de actuación, definiendo competencias e instrumentos. MÓDULO 4 / Caracterización de los problemas relacionados con el sistema de áreas verdes y espacios recreativos. El estudio evaluó la situación del espacio público a través de sus factores estructurales, con especial referencia a los espacios verdes de uso recreativo y a las modalidades de las actividades de esparcimiento de la población, analizando la categoría de la oferta recreativa y los atributos de la demanda. Se consideraron los roles de los espacios verdes (recreativo, ecológico, con accesibilidad social) como ámbitos particularizados y sectoriales de la gestión urbana, evaluando cuali-cuantitativamente su situación presente. Para facilitar la comprensión del comportamiento de los espacios verdes, se establecieron categorías ecológicas espaciales (espacios verdes, espacios costeros, espacios naturales, recorridos paisajísticos), agrupándose los espacios verdes destinados a la recreación pasiva en tres escalas: metropolitana, (complejos urbano-recreativos), urbana (parques), y vecinal (plazas). En base al inventario de espacios se efectuó una estimación aproximada del déficit cuantitativo de espacios verdes. MÓDULO 5 / Impacto de grandes proyectos viales y de transporte. Se identificaron y analizaron 6 proyectos con su impacto: Autopista Buenos Aires – La Plata; 9 de Julio Norte; subterráneos y viaductos; ampliación línea D, tránsito y sistema de carriles exclusivos para transporte público. Se resumieron los impactos derivados de los seis proyectos
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y con el plano síntesis se ilustró la localización en relación con la estructura urbana, destacándose el área de influencia de estos proyectos estratégicos que representan el espacio geográfico afectado por esos emprendimientos. MÓDULO 6 / Caracterización de las redes de servicios. Centrado en la descripción de loa antecedentes en la distribución de agua potable, los inconvenientes de los desagües cloacales, y la privatización de los servicios, contemplando el ente regulador, los planes para la provisión de agua potable, los efluentes industriales, la relación con la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y la interferencia con otras redes de servicios. En el tema desagües pluviales consideró la privatización de Obras Sanitarias de la Nación, los entes reguladores, los problemas jurisdiccionales del Radio Antiguo y trazó los problemas y proyectos desde los planes para la prestación del servicio, y lo mismo en cuanto a energía eléctrica, gas y servicio telefónico. MÓDULO 7 / Transformaciones de criterios en temas incluidos en el Código de Edificación. Se ocupó de las normas de habitabilidad estableciendo términos de referencia para la futura reformulación normativa, las normas de cálculo estructural, las instalaciones mecánicas, de gas, eléctricas; el análisis e impacto de una obra en su entorno (demolición y construcción). Transformación de criterios de construcción con relación a los usos asignados, y de las instalaciones de prevención contra incendios, recopilando, ordenando y caracterizando a su vez los principales proyectos elaborados por la MCBA y la Dirección de Bomberos de la Policía Federal en materia de seguridad y prevención contra incendios y consideraciones sobre el Código de Prevención de la Contaminación Ambiental. MÓDULO 8 / Supervivencia de permisos de construcción con normas ya derogadas, tramitación administrativa y papel de los profesionales. El objetivo de este módulo fue lograr un inventario completo –a ser preparado por la MCBA– de todos los permisos de construcción otorgados con normativas derogadas y sus respectivos estados de avance, descripción de sus contenidos, vigencia e interés en relación con la problemática de la ciudad. También, recopilar toda la documentación y normas existentes vinculadas con la tramitación administrativa para proyectos de obras nuevas y para construcciones subsistentes y de las normas relacionadas con el rol de los profesionales y los procedimientos contravencionales y disciplinarios, de manera tal que se agilizara y facilitara la gestión profesional ante la entonces Municipalidad.
Proyección institucional al siglo XXI Cuando se acercaba el comienzo del nuevo milenio, observábamos que la realidad con sus parámetros se establecía cada vez con mayor fuerza y en consecuencia directa del desarrollo de las regiones, que comprenden tanto a las ciudades como a a las
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pequeñas y medianas áreas. Era un amplio espectro de variables que se manifestaba imperante para el estudio y trabajo de todos los ciudadanos. La globalización, la nueva ideología económica, temas de centralidad, de necesidades comunitarias, entre otros elementos, se habían extendido comprometidamente hasta en las situaciones más cotidianas, aprisionando al mundo en general y preocupando al ciudadano en particular. Era preciso detenerse a comprender los cambios necesarios, las readecuaciones, la actualización, las nuevas estructuras y la aceptación sin excusas de nuevos roles, ya sea desde los caracteres profesionales como políticos e intelectuales; todo ello con el objetivo concreto de encontrar las pautas para el desarrollo de las modalidades que acompañasen esta realidad, de estrategias de gestión de inserción social. Entender este nuevo rol social que tenía el país entero era indispensable para comenzar a comprender el rol social de un profesional arquitecto, comprendiendo cuáles son las políticas en las que el país se apoyaba a partir de una observación real del contexto de los tiempos, para emprender el compromiso de estudiar las soluciones para problemas como las obras públicas, sosteniéndolas como resultado de un llamado abierto y consensuado; sobre la vivienda, con toda su complejidad; sobre cuestiones inherentes al área de la salud y de la infraestructura que se espera para ello; o cuestiones de la educación y aquellas de índole industrial, de los temas estructurales que hacen a las ciudades y, sobre todo, aquellas que se comprenden dentro de las demandas de los habitantes de las comunidades. Pero veíamos que era necesario encaminar ese programa de trabajo desde la reunión de fuerzas, concentrar los objetivos, establecer el gran plan que encontrara a entidades afines, que apuntara con inteligencia a los campos de la formación, de la educación, de la cultura. Sólo comprendiendo la integridad del problema se podría responder tanto a los temas vinculados con el microespacio como a aquellos que congregaban a grandes áreas, confluyendo en una participación objetiva y equilibrada, orientada a influir sobre la resolución general y, de allí en más, a cada uno de los problemas particulares. La labor doctrinaria y de acción debía conducirse hacia un cambio de los programas de formación en las escuelas de arquitectura, atendiendo a sus adecuaciones, encontrando las nuevas metodologías que respondan a las situaciones que la realidad dicta. El arquitecto no puede pautar su formación sin entender que es punto clave en la resolución de grandes estudios urbanos, que es promotor posible y efectivo de los cambios que se esperan para las ciudades, y que debe tener la capacidad suficiente para medir los impactos y consecuencias que provoquen esos emprendimientos. Ser profesional de la arquitectura implica también asumir con conciencia la historia y el patrimonio, sumándolo a la difusión, la preservación y la evolución. Ser arquitecto conlleva hoy la necesaria comprensión de que se ejerce una profesión liberal, que debe responder a la pauta general de pensar en grande y para toda la región, siendo comunicador de una doctrina comprometida al servicio de lo social y en la integración a todo el amplio espectro regional que abarca.
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En esa línea de pensamiento se advierte el enorme rol de las entidades que representan a los profesionales organizados, de cualquier disciplina que fuere, y muy especialmente de las que se relacionan con la arquitectura, la ingeniería y el urbanismo. Debía considerarse el papel preponderante de conformar un solo tronco, efectivo e inteligente en su hacer, que deje de lado las habituales apetencias personalistas, las ambiciones particulares, fundiendo sus capacidades con claridad y calidad conceptual y doctrinaria, universalizándolas, en la expectativa de integrar los objetivos. La apertura de esas fronteras, la flexibilidad en las metas que se propusieran a fin de dar respuestas abarcadoras, abrir las puertas a una visión integradora de estas disciplinas era -y sigue siendo- uno de los cambios profundos a los que abocarse. Y, desde ese espacio, propulsar las políticas y gestiones para solucionar las necesidades del país; emprender los mecanismos que lleven a esa concientización a través de exposiciones, seminarios, y congresos abiertos y participativos, dando lugar a la difusión de sus contenidos. La doctrina institucional debe continuar en el entendimiento de los concursos como procesos indiscutidos de aprendizaje, una metodología inequívoca de la igualdad de oportunidades, de posibilitar la apertura del abanico a todas las generaciones profesionales a fin de que expliciten su pensamiento tanto acerca de los espacios públicos de las ciudades como de las arquitecturas que le dan marco. Por eso la doctrina debe repensar cuestiones de competencia, incumbencias, honorarios ciertos y merecidos; reiterar el estudio de flexibilidad de los reglamentos con el objetivo de que sean aptos para todas las convocatorias que traten sobre el urbanismo y la arquitectura, sabiendo que los profesionales actuarán con transparencia, ofreciendo su saber técnico conceptual, asesorando a quienes lo precisen, estableciendo las bases honestas y justas para su desarrollo. Siempre sostuvimos que en este sentido deben trabajar las instituciones nacionales, las entidades vinculantes, tendiendo a una representatividad común, al criterio de unidad, intentando despojarse de individualismos y arbitrariedades, de personalismos y protagonismos que no condicen con lo que la realidad exige.
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Difusión y promoción de la arquitectura: los premios
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arios y de diferentes alcances son los premios y reconocimientos académicos que desde la SCA instauramos, en conjunto con otras instituciones, para destacar la labor y el pensamiento de los colegas y de los futuros profesionales, en concordancia con dos categorías de socios: activos (profesionales) y aspirantes (estudiantes). En el contexto de las acciones integrales como entidad profesional, entendimos a fines de los ’80 que el imprescindible reconocimiento de las actividades y el trabajo de los socios de la SCAconllevaba la –también muy necesaria– difusión y promoción de la arquitectura argentina y el acercamiento al debate internacional.
Para profesionales Una de las principales iniciativas en este sentido fue la instauración, junto con el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, del Premio –entonces anual y desde 1994, bienal– de Arquitectura que, con los años, se consolidó como el más importante reconocimiento entre pares de la arquitectura argentina. En momentos en que el país transitaba por una de sus tantas crisis económicas, políticas y, por consiguiente, laborales, y la construcción –con todas las actividades que giran en su órbita– lo reflejaba inequívocamente, surgía de las instituciones profesionales –SCA y CPAU–, la idea de convocar a los colegas para otorgar un premio a la obra construida y al pensamiento teórico. Junto con Francisco Crespo suscribimos, en 1988, el convenio que dio origen al entonces Premio Anual. En 2010 el Premio alcanzó su XIIIª edición, habiendo evolucionado pero manteniendo el criterio inicial de cubrir un reconocimiento inexistente hasta entonces. Para profesionales entrenados en valorar trabajos y emitir fallos en concursos, la ponderación de las obras construidas para otorgar premios requirió, antes de encarar su primer fallo, explicitar ciertas consideraciones al respecto. Así, aquel primer jurado precisó que, si bien existía un tema general en común a todas las obras –el llamado fue temático: Educación y Cultura–, las obras eran disímiles en cuanto a programa, dimensiones, ubicación geográfica, entorno físico inmediato, comitente-usuario, y podían ser nuevas o reciclajes, obra total o parcial. También se consideró que, a pesar de tratarse de obra construida, su variada ubicación geográfica imposibilitaba la visita, debiendo el jurado manejarse con la información gráfica presentada, generándose una desigual forma de conocimiento de cada obra. Ante la dificultad de evaluar propuestas disímiles en torno a parámetros equivalentes, el jurado de la edición inicial –Ernesto Katzenstein, Odilia Suárez, Alejandro Madero, Eduardo Sacriste, María Teresa Egozcue, Jorge Sábato, y Gerardo Schön y Julio Keselman como presidentes de las entidades organizadoras– decidió establecer criterios principales. Estos incluyeron: alcance e interés general del programa que inspiró la obra; calidad de los recursos arquitectónicos con que tal programa fue resuelto, su relación con el medio en que se insertaban en su sentido cultural más amplio, y la fuerza o significación que revelaran como motivo de reflexión crítica o
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polémica para contribuir a definir los rumbos que podía asumir la profesión en aquellos momentos del país, 1989. A lo largo de los años que nos separan de las primeras convocatorias al Premio, frente a una creciente -y consolidada ya con la presencia de las comunicaciones globales–, irrupción de imágenes provenientes de los centros de producción intelectual donde es posible construir las ideas que se consideran de vanguardia, una mirada sobre las obras surgidas del pensamiento y las posibilidades económicas y tecnológicas locales siempre ha probado ser refrescante para nuestra práctica profesional. La producción arquitectónica nacional representada en las obras distinguidas en el Premio SCA-CPAU –las primeras datan de la década de 1980, considerándose los cinco años anteriores a la primera convocatoria–, reúne todas las escalas y tipos funcionales, así como variadas ubicaciones geográficas ya que el Premio concitó la atención, en sus distintas ediciones, de profesionales de todo el país. La conformación de los jurados de cada edición, con profesionales de reconocida trayectoria tanto académica como de práctica de la disciplina, ha otorgado criterios de selección sólidos y con identidad propia. El debate sobre las razones fundantes de la arquitectura y su reflejo en la obra construida ha sido mecanismo de valoración por sobre cualquier recurso de adhesión a corrientes internacionales predominantes. Esto no ha significado contar con una producción autóctona que niegue el espíritu de la época, sino adaptar la universalización de lenguajes establecidos a las características y requerimientos de regiones específicas. La historia del premio SCA-CPAU traza en gran medida una panorámica de la mejor arquitectura de nuestro país, desde obras emblemáticas a otras mucho más cotidianas. La firme trayectoria del premio que otorgan sus pares a los colegas a lo largo de más de veinte años y trece ediciones, y su rigurosidad e independencia, lo han llevado a consolidarse como la distinción más reconocida en nuestro país a una obra de arquitectura, y a convertirse en una plataforma de gran repercusión y prestigio para los profesionales galardonados. Es un puente entre la arquitectura y el público en general, exponiendo la estrecha relación entre ciudad, cultura y arquitectura y revalorizando, frente a la opinión pública, la profesionalidad de los colegas. En la evolución, se incrementó la cantidad de trabajos presentados a la convocatoria, desde el medio centenar de 1989 hasta alrededor de 300 obras en 2008 y 2010. El Gran Premio, contemplado en las Bases, se otorgó solamente en cuatro ediciones: la primera vez fue en 1998. Muchos de los trabajos premiados, tanto en la categoría de obra construida como de ensayos, son hoy clásicos de nuestra arquitectura. Otra distinción surgida durante los ’90 y que continúa otorgándose es el Premio SCA CICoP a la mejor intervención en obras que involucren el patrimonio edificado, instaurado en conjunto con el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio y convocado por primera vez en 1996. En 2010, este Premio llegó a su séptima edición, alternando llamados nacionales e iberoamericanos, con alta repercusión en las respuestas con trabajos enviados desde muy diversos sitios.
Difusión y promoción de la Arquitectura: los premios
Para estudiantes El premio Antonio Bonet para estudiantes de los dos últimos años de la carrera de Arquitectura se había otorgado en la Argentina y Uruguay en 1982, después que, en 1981, la SCA y la Fundación Congrés de Cultura Catalana de Barcelona asumieran el patrocinio y organización en España, la Argentina y Uruguay. Entonces, la realización de este concurso atrajo a gran número de participantes y dejó como excelente saldo la fuerza y el empuje de la imaginación, apoyados en la decisión y pasión que provoca la amplitud de temas y el llamado a competir. Interrumpido durante varios años, en 1992 la Fundación Antonio Bonet, creada poco tiempo antes, y la SCA, inspirados por Ana María Bonet, nos comprometimos nuevamente a motivar a nuestros socios estudiantes a provocar en ellos el espíritu sano de compartir tareas y verificar su capacidad. Intentamos también, como experiencia institucional, encontrar valores, distinguiéndolos por sus méritos, su voluntad y su imaginación puesta al servicio de la comunidad. Entendimos el premio como un incentivo a las nuevas generaciones para despertar una real preocupación en la búsqueda, en la voluntad de competir y con ello verificar, comparar, dar, recibir, enseñar y aprender, buscar y encontrar respuestas a las necesidades y sus vinculaciones con la teoría y la práctica. Y, con todas estas vivencias, lograr un enriquecimiento mutuo, una permanente actualización intelectual ligada al desarrollo de ideas y pensamiento arquitectónicourbanístico que el país necesitaba. Este premio significaba también nuestro deseo de que las nuevas generaciones se nutriesen de la personalidad de Antonio Bonet, de su pragmatismo, su fe en el país y en la juventud, y convertirlo en un homenaje a este brillante catalán-argentino que tanto legó a la arquitectura y a los arquitectos. Así, en 1992 se convocó nuevamente a este Premio, en la Argentina y Uruguay. En aquella convocatoria, los jurados fueron los arquitectos José Ignacio Díaz por la Fundación Antonio Bonet, Ernesto Katzenstein por la SCA y Jorge Hampton en representación de los participantes. Se otorgaron tres premios y dos menciones; el primer premio correspondió a los alumnos de la Universidad Católica de Córdoba, Franco Ghilardi, Sebastián Martellotto y Lucio Morini(1). Otra distinción destinada a los estudiantes fueron los premios a los tres mejores promedios de la carrera de Arquitectura de FADU-UBA que la SCA otorgó junto con el CPAU durante varios años, estimulando así el mejor desempeño de los futuros profesionales.
(1) SCA, Revista de Arquitectura Nº 163, marzo-abril 1993
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El Marq. Museo de Arquitectura y Diseño “Julio Keselman”
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uego de realizar gestiones ante distintos organismos públicos nacionales y de la Ciudad, finalmente, en noviembre de 1997, obtuvimos para la SCA la concesión por parte del entonces ENABIEF (luego ONABE) de la ex torre de agua del complejo ferroviario de Retiro, con su terreno, ubicada en el cruce de las avenidas del Libertador y Callao. La SCA constituyó así el primer Museo de Arquitectura de la República Argentina y fue pionero en Sudamérica.. El edificio se encuentra dentro de un área declarada lugar histórico nacional. Emplazado en un punto estratégico de Buenos Aires, conforma el circuito museográfico y cultural de Recoleta, junto con el Museo Nacional de Bellas Artes, el Palais de Glace, el Centro Cultural Recoleta, el Museo Nacional de Arte Decorativo, el Centro Municipal de Exposiciones y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires –MALBA–. La torre fue construida en 1915 como abastecedor principal de agua al conjunto Retiro y es un ejemplo destacable de la arquitectura ferroviaria desarrollada en la Argentina. Ubicada sobre un predio de 1.500 m2, cuenta con una superficie cubierta de 400 m2 distribuidos en cinco plantas –PB, tres niveles elevados y un subsuelo para actividades administrativas y de taller–. Cada nivel, de aproximadamente 80 m2, fue acondicionado para el montaje de exposiciones y para la realización de proyecciones y reuniones. El terreno circundante se ha previsto también como espacio de exposición al aire libre y para el montaje de anexos transitorios cubiertos o semicubiertos. El Marq abrió sus puertas a fines de 2000, luego de un arduo proceso de trabajo desarrollado por un equipo encargado de llevar adelante el desafío de concebir un proyecto para la adecuación y revalorización del edifico, y realizar la búsqueda y obtención de recursos –que fueron obtenidos por donaciones, aportes de empresas y contraprestación de servicios a futuro– para su materialización. Siempre se tuvo presente la premisa de no comprometer la economía de la SCA, intentando no hacer uso de recursos provenientes de sus fondos. Con modestia abrimos las puertas para iniciar as actividades e impulsar un proceso de programación en el que se inscribieron importantes acontecimientos del quehacer arquitectónico y de la cultura urbana. La propuesta de apertura del Marq fue establecer un puente entre los protagonistas de la arquitectura y el urbanismo, con un amplio espectro de proyectistas, planificadores, desarrolladores, proveedores de insumos, y usuarios del espacio público y privado, teniendo como destinatario a la comunidad en su conjunto. Nos propusimos difundir el conocimiento de los proyectos de significación, transformadores de de la ciudad; promover el conocimiento de nuestro patrimonio histórico, tanto arquitectónico como urbano; realizar actividades de difusión complementarias a las exhibiciones –conferencias, paneles de discusión, presentaciones, investigaciones, publicaciones–; desarrollar un espacio de intercambio como museo virtual que trascienda su entidad física para proyectarse por medio de redes de intercambio de información y experiencias con otos centros del país, de Latinoamérica y del resto de mundo. Habíamos pensado también en lograr una ampliación de la capacidad instalada del Museo a partir de la utilización del nivel bajo cota del terreno, ampliación que se
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realizaría con la convocatoria a un concurso nacional de anteproyectos. La instalación en el jardín de un antiguo vagón de ferrocarril que permitiera un anexo ha sido también objeto de una larga gestión. El Marq, tras varios años de funcionamiento durante los cuales se cumplieron en gran medida las premisas planteadas en su inicio, requirió una ampliación y mejoramiento. Las obras se iniciaron a fines de 2007, y en septiembre de 2008 se reabrió, con el ámbito del ex tanque propiamente dicho como nueva sala. Además, se mejoraron sus instalaciones y se actualizaron los soportes de exhibición, para recibir exposiciones con criterios museográficos internacionales. Hoy el Museo de Arquitectura y Diseño es parte de la Red de Museos de Buenos Aires, integra programas oficiales de recorridos por los museos de la Ciudad, como la Milla Museos, la Noche de los Museos, y recibe miles de visitantes por año.
INTEGRANTES Marq. 2000-2007 Director: Arq. Julio Keselman Consejo Directivo: Arquitectos Juan Manuel Llauró, Juan Carlos Fervenza, María Antonia Astengo, Daniel Becker, Ana Pusiol, Rolando H. Schere, Juan Martín Repetto, Jorge Valera, Roberto Grin, José Ignacio Miguens, Iván Robredo, María Eugenia Berner Arenaza, Marta García Falcó, Lic. Alejandro Leveratto y Graciela Smith. Coordinadores de áreas: Lic. Julieta Penedo, Irene Jaievsky, Arq. Claudio Robles, Hernán Bisman, Leonardo Militello, Arq. Roberto García Balza (Diseño gráfico). Asociación Amigos del Marq (entre 2001 y 2007): Dr. Germán Neuss (Presidente), Ing. Luciano Gronda (Vicepresidente), Dra. Mónica Aspauzo (Secretaria), Dr. Ricardo Andino (Tesorero). Obra edificio 1997-2000: Arq. Julio Keselman (Idea), Arq. Rolando Schere (Proyecto), arquitectos Rolando Schere y Juan Carlos Fervenza (Dirección de Obra), Ing. Alberto Fainstein (Cálculo de estructura), Arq. Jorge Tartarini (Consultor en Patrimonio), Arq. Roberto García Balza (Diseño Gráfico), Estudio Cabeza (Mobiliario).
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El Marq y Enas Eduardo Nascimento C.E.O. de ENAS
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uando el Arq. Julio Keselman comienza a materializar su idea del Museo de Arquitectura, en 1999, reciclando la antigua Torre de Agua del Ferrocarril, en Retiro, se proyectan dos niveles en altura en los que se requiere maximizar la superficie útil. Esto trajo la necesidad de una escalera de acceso a dichos niveles a ubicarse por fuera del edificio. En ese momento el arquitecto nos convoca a participar en el proyecto y es así como en los comienzos del año 2000 proveemos una escalera construida con material multidireccional KIBLOC, conformando un núcleo vertical de 4,10m x 4,10 m de planta y 12,50 m de altura. Esta estructura no percibida desde el exterior por estar revestida en chapa conformada y con un techado, permitió resolver el acceso a los niveles del Museo con la rapidez propia de los sistemas modulares. Siete años más tarde, el Arq. Keselman decide crecer un nivel más, al interior del tanque propiamente dicho y nuevamente contribuimos incrementando en seis metros la altura de la escalera, alcanzando su estado actual. Esta historia define la excelente relación que desde sus comienzos mantienen el MARQ y ENAS, resolviendo un tema funcional clave para el Museo y permitiendo participar en una obra trascendente, a una organización líder como ENAS, habituada a obras efímeras.
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JULIO KESELMAN: EL PADRE DEL MARQ* HERNÁN BISMAN Director del Museo de Arquitectura y Diseño “Julio Keselman” de la Sociedad Central de Arquitectos, Marq.
“Ante la cal de una pared que nada / nos veda imaginar como infinita / un hombre se ha sentado y premedita / trazar con rigurosa pincelada / en la blanca pared el mundo entero: / puertas, balanzas, tártaros, jacintos, / ángeles, bibliotecas, laberintos, / anclas, Uxmal, el infinito, el cero. / Puebla de formas la pared. / La suerte, / que de curiosos dones no es avara, / le permite dar fin a su porfía. / En el preciso instante de la muerte / descubre que esa vasta algarabía / de líneas es la imagen de su cara”. – JORGE LUIS BORGES. La suma, Los conjurados. Emecé, Buenos Aires, 1985. –
En la esquina de las avenidas del Libertador y Callao, en el barrio porteño de Recoleta, está emplazada la antigua torre de agua perteneciente al complejo de la Terminal Ferroviaria de Retiro. Hoy funciona allí el Museo de Arquitectura y Diseño “Julio Keselman” de la Sociedad Central de Arquitectos, el primero en Latinoamérica, imaginado y fundado hace 11 años por el mismo Julio durante su última presidencia de la entidad y continuado por los tres destacados arquitectos que lo sucedieron en ese cargo: Carlos Lebrero, Daniel Silberfaden y Enrique García Espil, quienes recuerdan a Julio con admiración y cariño al inicio de este libro que hemos editado en su honor y que tanto merece. Julio Keselman fue un hombre de acción. Más importante aún, fue un hombre de ideas e ideales: hacia fines de la década del ’90, cuando el país transitaba por una etapa de frivolidad y excesos que lo conducirían pocos años después a la crisis y al caos, decidió que la comunidad merecía un museo como el Marq. y supo que ese espacio debía ser gestionado por nuestra entidad, apoyado en la certeza de que más de 120 años de tradición en difundir los alcances de la Arquitectura garantizarían el mensaje. Él personalmente eligió la vieja torre de agua de la terminal ferroviaria de Retiro, abandonada y en pésimo estado por aquel entonces, para albergar en ella el primer Museo de Arquitectura del país y logró concretar –siendo aún presidente de la SCA– en noviembre de 1997, la concesión para la enti-
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dad por parte del Estado Nacional del edificio y de su predio. Luego de las imprescindibles obras de puesta en valor del edificio realizadas por Julio y un equipo de entusiastas colaboradores, en sus primeros años de vida, el museo centró su mirada casi exclusivamente en la Arquitectura, logrando mediante, el montaje de muestras que ocupaban la totalidad de su capacidad, instalar su identidad y su misión en el circuito museográfico de Buenos Aires. En esos años el Marq. logró, paralelamente a consolidar su programación, avanzar en la obra del edificio, incorporando al mismo la circulación vertical actual, un baño, una iluminación exterior e interior adecuada y las prestaciones mínimas de calidad que necesitaba para funcionar acorde a su objetivo. Así, con muchísimo trabajo de Julio, el museo logró convertirse en esos años en un fuerte referente dentro del corredor Recoleta - Retiro, con presencia en los más grandes eventos culturales de la ciudad y del área: festivales, noches y bienales lo tuvieron como destacado protagonista. Nos divertimos mucho en aquellos años. Era un placer imaginar muestras con Julio. Su sonrisa instantánea frente a cualquier propuesta iluminaba la torre. Primer apasionado de todos los proyectos preparaba, dirigía e inauguraba todas las exposiciones, conferencias y eventos. Convocó a múltiples colaboradores de varias disciplinas con los que compartió el espacio con gran generosidad. Contagiaba entusiasmo y épica a todos lo que lo rodeábamos. Era el primero en llegar y el último en irse. Hizo realmente un gran trabajo en muy poco tiempo y con muy pocos recursos económicos demostrando que en la gestión cultural lo importante es la actitud. Aprendimos muchísimo de él y nos enriqueció la vida. En 2007, luego de esos años de intenso trabajo Julio se convirtió en Presidente Honorario del Marq., retirándose de su responsabilidad como Director, no sin antes aplicar y ganar un subsidio del Fondo de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que permitió, tras unos meses de nuevas obras, ampliar el museo a su fisonomía actual, incorporando nuevos baños y servicios, extendiendo y mejorando la escalera y, fundamentalmente, conquistando el antiguo tanque de agua del tercer piso para una nueva y magnífica sala. Al retirarse Julio, él y Daniel Silberfaden me hicieron el honor de proponer mi nombre a la Comisión Directiva de la entidad como nuevo Director Ejecutivo del Marq., cargo que ocupo desde entonces. Tuve la suerte de que en la tarea me acompañen Marta García Falcó y Guiomar de Urgell como un invalorable Comité Ejecutivo y entusiastas curadores de área tanto en arquitectura, como en diseño y fotografía. En línea con la política impulsada por la SCA por esos días, de ampliar la mirada de la entidad a otras disciplinas porosas a la Arquitectura, decidimos incluir el diseño como tema del museo, tanto en las muestras como desde su nombre: es Museo de Arquitectura y Diseño desde ese momento y no sólo
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de Arquitectura como hasta entonces. Para completar la tarea de crear una fuerte presencia urbana del museo, conseguimos la donación por parte de varios profesionales y empresas del cartel interactivo que señala la misión el museo en el remate del edificio. De la misma manera, gestionamos la donación de elementos clave para poder montar muestras inter y transdisciplinares, como los paneles y sistemas de montaje que recubren el perímetro de las salas, variados soportes de contenido (marcos, tarimas, atriles, etc.), mobiliario para el interior del museo, gráfica aplicada, variados equipos de audio y de video, entre otros muchos otros aportes de enorme valor. El museo imaginado por Julio no casualmente está alojado en un edificio histórico, icónico, ubicado en un hermoso parque. Aprovechando esa condición arquitectónica y urbana, él quiso que se comportara como un lugar de encuentro y articulación del público con la arquitectura y el diseño. Así, el edificio, su jardín y su entorno inmediato, son instrumentos para estimular los encuentros culturales. Es en este sentido, que el museo permanentemente aloja y apoya muestras, talleres y debates que incluyen a la arquitectura y a los diseños industrial, gráfico, textil, de indumentaria y de imagen y sonido, proponiendo actividades en todas sus salas y espacios exteriores, incluyendo las fachadas del edificio. El Marq. actúa como enlazador y articulador de personas y grupos, estimulando el estudio y la creación en un clima de participación y construcción colectiva distinto a la simple exhibición de obras, como suele ocurrir en los museos tradicionales. Teniendo en cuenta la importante representación de la SCA en el medio local y regional, el museo funciona como guía o parámetro de la arquitectura y el diseño contemporáneos. Por este motivo, se pone especial cuidado en la selección democrática de lo que en el museo se exhibe, incorporando todas las ideas y expresiones disciplinares teniendo en cuenta, como único parámetro de selección, la calidad de lo exhibido y la importancia cultural de las propuestas. Así, el museo se propone producir información que ayude a la comprensión de la arquitectura y las disciplinas que producen objetos de diseño, exponiéndolas en formatos de comunicación masiva, amigable y comprensible para el público en general, y registrándolas en catálogos y libros. Como resultado de estas políticas museográficas y de exhibición iniciadas por Julio y continuadas por nosotros, el museo recibió desde 2000 a más de 100.000 asistentes que visitaron las más de 150 muestras exhibidas hasta la fecha, además de las cientos de personas que asisten a cada inauguración cada mes y a los casi 15.000 visitantes, la mayoría público general no especializado, que asistieron al Marq durante las Noches de los Museos en 2007, 2008, 2009, 2010 y 2011. Por otra parte, el museo ya fue dos años sede de la fiesta de fin de año con que la SCA y el CPAU agasajan a sus miembros, con muy importante asistencia de socios y amigos, y sede de los festejos de los días del Urbanismo y de la Arquitectura en varias oportunidades. Esta convocatoria masiva logró que
Julio Keselman: El padre del Marq. / Hernán Bisman
hayamos podido acceder a difusión en medios masivos que antes no nos incluían en sus agendas y ahora si lo hacen periódicamente acelerando exponencialmente las visitas de nuevo público y ayudando a consolidar al museo como una opción atractiva. En todas estas acciones siempre tuvimos el apoyo y el consejo de Julio. Fue el primero en llegar a todas las inauguraciones, el primero en recorrer las muestras recién montadas, el primero en corregir detalles, siempre observando todo con ojo atento y experto. Con la muerte de Julio, en mayo de 2011, la Sociedad Central de Arquitectos decidió dedicar un merecido homenaje al fundador del Marq. y así, desde el 9 de julio de 2011, en un acto encabezado por tres Presidentes de la entidad, el museo incorporó a su nombre el de Julio Keselman. Para los que integramos la dirección y equipo de trabajo del museo fue una gran noticia que no hizo más que institucionalizar lo que sentíamos: Julio está siempre presente en el Marq. Nos acompaña en cada reunión, en cada montaje, en cada inauguración. Lo recordamos cada día al abrir el museo. Recordamos su alma noble y su palabra sabia. Él, en recompensa a ese recuerdo, nos mira cariñoso con su típico gesto cordial y cómplice y nos anima a seguir adelante en la difusión de los valores de la ciudad, la arquitectura y el diseño con entusiasmo y dedicación. Mucho le debemos todos los que amamos la Arquitectura al Padre del Marq. Especialmente los que tuvimos la dicha de compartir con él la vida. Que este libro sirva de testimonio de eso. ¡Salud! Integrantes Marq. 2008 hasta el presente Arq. Julio Keselman (Presidente Honorario y creador) / Hernán Bisman (Director Ejecutivo) / Arq. Marta García Falcó y Guiomar de Urgell (Comité Ejecutivo) / Arq. Roberto Busnelli, Arq. Laura Leyt, Arq. Enrique Longinotti, Arq. Martín Gromez y D.G. Hernán Berdichevsky (Coordinadores de áreas) / Albano García (Fotografías) / D.G. Diego Pinilla Amaya y Ezequiel Keselman (Diseño gráfico) / Julieta Koop, Walter Beltrán y Fernando Barros (Atención al público y montaje). OBRA EDIFICIO 2008: Arq. Julio Keselman (Proyecto general), Arq. Julio Keselman, Arq. Marta García Falcó (Dirección de obra), Arq. Clorindo Testa (Proyecto confitería), D.I. Martín Wolfson (Proyecto y dirección de obra del remate del edificio), Estudio Cabeza, Dr. Arq. Ricardo Blanco y Arq. Roberto Frangella (Mobiliario).
(*) Título de la nota escrita por Berto González Montaner, editor en jefe del suplemento ARQ de Clarín, con que ese diario recordó la trayectoria de Julio Keselman unos días después de su muerte, ocurrida el 18 de mayo de 2011.
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JULIO KESELMAN En imágenes Un recorrido visual años ’70/’80/’90
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El Arq. Julio Keselman saluda al presidente de Israel.
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Buenos Aires, Argentina.
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Curitiba, Brasil.
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Caracas, Venezuela.
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III Congreso Latinoamericano de Profesionales Universitarios, Lima - PerĂş, 1979.
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I Seminario Andino “Medio Ambiente, Edificación y Energía”, Quito - Ecuador, 1982.
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El Dr. Raúl Alfonsín, Presidente de la Nación Argentina con los Arqs. Francisco García Vázquez, Julio Keselman y Alicia Mainero, 1985.
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El Dr. Fernando De La R煤a, Presidente de la Naci贸n Argentina con el Arq. Julio Keselman, 1999.
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El Lic. Carlos Grosso, Intendente de la Ciudad de Buenos Aires con el Arq. Julio Keselman, 1990.
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El Dr. Enrique Olivera, Intendente de la Ciudad de Buenos Aires con el Arq. Julio Keselman, 1999.
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En la foto, el Dr. Fernando De la Rua, los Arqs. Enrique García Espil, Berardo Dujovne, Julio Keselman y el Dr. Matías Ordoñez en el acto de inauguración del Museo de Arquitectura, 2000.
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Autoridades Nacionales y Municipales recorren el Marq. el d铆a de su inauguraci贸n en 2000.
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El Arq. Julio Keselman y la Dra. Graciela Fernรกndez Meijide.
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La Reina Sofía de España, el Lic. Carlos Grosso y el Arq. Julio Keselman.
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El Rey de Espa単a Juan Carlos I saluda al Arq. Julio Keselman.
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Jordi Pujol, Presidente de la Generalitat de Catalu単a con el Arq. Julio Keselman.
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Arq. Fabio Goldman (Brasil) / Arq. Jony Torres (Perú) / Arq. Francisco García Vázquez (Argentina) / Arq. Julio Keselman (Argenitna) / Arq. Carlos Peyrat (Paraguay).
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Arq. Jorge Aslan / Arq. Carlos Lebrero / Arq. Julio Keselman / Arq. Germรกn Carvajal.
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Arq. Julio Keselman / Arq. Clorindo Testa.
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Arq. CĂŠsar Pelli / Arq. Julio Keselman.
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Arq. Julio Keselman / Arq. Alberto Varas
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Arq. Jorge Aslan / Arq. Julio Keselman.
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Arq. Julio Keselman / Arq. Mario Linder.
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Arq. Abraham Zabludovsky / Arq. Julio Keselman.
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Arq. Julio Keselman / Arq. Odilia Suรกrez.
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Arq. Francisco García Vázquez / Arq. Julio Keselman.
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El Arq. Julio Keselman junto a su hijo, el Arq. Gerardo Keselman.
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Arq. Guillermo Marenco / Arq. Julio Keselman.
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Arq. Julio Keselman / Arq. JosĂŠ Ignacio Miguens.
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El Arq. Julio Keselman saluda a la Arq. Sara Topelson de Grinberg, Presidenta de la UIA (1996-1999).
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Arq. Julio Keselman / Arq. Enrique Fazzio.
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En el centro de la imagen el Expresidente de la Nación Argentina Arturo Illia con los Arqs. Julio Keselman y Francisco García Vázquez, 1981.
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El Arq. Julio Keselman con el Dr. David Pintado (Ex Presidente del Club AtlĂŠtico River Plate).
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Primer programa de Teleproyecto (1991). El Arq. Julio Keselman es entrevistado por Francisco Fasano y por Tomรกs Dagnino.
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El Arq. Julio Keselman en la sede del Goboerno de la Ciudad de Buenos Aires.
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Arq. Marta García Falcó / Arq. Daniel Silberfaden / Arq. Julio Keselman / Hernán Bisman / Lic. Alejandro Leveratto / Arq. Ricardo Blanco.
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El Arq. Julio Keselman le entrega el diploma a su hijo, Arq. Gerardo Keselman.
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UNA AUSENCIA CON PRESENCIA Arq. GERARDO KESELMAN
Resumir la personalidad de mi padre no es sencillo, son muchas las facetas de su rica e intensa vida, con un común denominador: su Don de persona íntegra, de buena gente; de carácter fuerte pero sencillo, con una inmensa capacidad de sortear obstáculos y resolver situaciones y poder ver en el otro sus capacidades, con una integridad moral ejemplar y con un chispeante sentido del humor que lo llevó a ser una persona tan querida. De origen humilde, con mis abuelos inmigrantes, supo de muy joven lo que significa el esfuerzo, la capacidad de estudio y trabajo, con tiempo para cada cosa y cada cosa a su tiempo, siendo esto la base para el desarrollo de su vida, tanto en lo familiar como en lo laboral e institucional, habiendo pasado por múltiples y variadas actividades, y situaciones, con encuentros y desencuentros, alegrías y tristezas; aciertos y desaciertos. Amaba lo que hacía, fue excelente urbanista y arquitecto, adoraba su profesión, conocía el quehacer de arquitecto a la perfección, buen proyectista y conocedor como pocos de la dirección de una obra; dedicado docente, respetado por sus pares y querido por sus alumnos, a pesar de lo exigente que era ; pero por sobre todo excelente marido, padre, abuelo y amigo. Tenía claras sus ideas y claros sus objetivos. En los largos años presidiendo la Sociedad Central de Arquitectos, defendió a su querida matrícula de profesionales y logró plasmar en concursos temas tan importantes para la ciudad, como Puerto Madero, Área Retiro, Italpark entre otros. Los poderes de turno, con distintos tintes políticos, le ofrecieron los cargos más altos municipales, pero él era técnico y no quería ataduras de manos. Conocía y respetaba a su amada Buenos Aires, le gustaba caminarla, la disfrutaba, sabía de sus variados rincones, sus barrios sus problemáticas, hasta le escribió una carta consolándola por sus llantos; solía llevar a sus amigos de acá y el exterior recorrerla, a sentirla. Conocedor del arte y la pintura, la escultura y el tango; variadas disciplinas en donde cosechó innumerables cantidad de amigos; disfrutaba los
Una ausencia con presencia / Arq. Gerardo Keselman
encuentros con reconocidos personajes de nuestra sociedad y del exterior, abriéndoles su casa, preparándoles él mismo un asado. Realizó cantidad de obras en distintas ciudades y países; fábricas, edificios, polideportivos, viviendas multifamiliares, sociales, casas. Respetado por los gremios y comitentes, querido por su colaboradores y obreros. Participó en diferentes concursos, obteniendo menciones y premios en muchos de ellos. Su despacho era un ordenado desorden, lleno de libros, carpetas, papeles, medallas, diplomas, dibujos, fotos. Condujo por años la SCA; a la que le dedicó horas de trabajo, reuniones, días y noches. Carismático, intuitivo, inteligente, luchador por sus principios y sus ideas, contraponiéndose al poder, con convicciones, discutiendo ideas, proponiendo variantes, sin caprichos ni el “no por el no”. Tuvo adversarios, no enemigos. Supo dar un paso al costado en la conducción de la entidad, y ceder la dirigencia a generaciones más jóvenes de arquitectos con capacidad y profesión encima y continuando con ganas de gestar nuevas ideas, logrando alguna de ellas llegar a concretarlas. Convencido que la Sociedad Central y la Ciudad necesitaban un Museo, logró la concesión por parte de las autoridades nacionales de la Torre de Agua (1915) ubicada en las intersecciones de las avenidas Libertador y Callao, el primer Museo de Arquitectura y Diseño en Latinoamérica, siendo su Fundador, Director y Presidente Honorario; llevando el mismo su nombre, en un acto realizado en su querida memoria. En lo personal fue mi Maestro de vida, socio y amigo mi padre, habiendo tenido la enorme grandeza de cederme un espacio, dejándome una enseñanza inigualable de ser una buena persona, de cuidar de lo nuestro, de que no sabemos todo en la vida y poder equivocarnos y que a pesar de los inconvenientes que puedan surgir, con esfuerzo los objetivos se logran. Me enseñó la importancia de la palabra más que la firma. Quedó pendiente en su vida la concreción de este libro, que él mismo comenzó a diagramar y escribir, en donde se ve plasmada parte de su vida profesional e institucional. En sus últimos días y con sus últimas fuerzas, conjuntamente con mi hijo menor Ezequiel –quien le prometió que su libro se culminaría– terminaron de armar parte del mismo, de elegir fotos, de ultimar notas y escritos y ver algunos detalles. Recorrer sus capítulos, leer sus escritos, recrear sus ideas, ver sus fotos, me da tristeza y alegría, placer y orgullo y por sobre todo seguir sintiendo que a pesar de su ausencia sigue estando siempre presente.
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EJERCICIO PROFESIONAL Obras realizadas por el Arq. Julio Keselman paralelamente a su actividad institucional
Obras realizadas
Conjuntos urbanos y de vivienda • Comitente: Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Ubicación: Parte Alte. Brown / Villa Lugano / Capital. Destino: Barrio de 118 viviendas con Urbanización; Infraestructura de servicios en un área de 10 Ha. Superficie: 12.000 m². Proyecto y dirección: Obra otorgada mediante concurso de proyecto y sistema constructivo. • Comitente: Ministerio de Obras Públicas de la Pcia. de Buenos Aires. Ubicación: Avda. Provincias Unidas – Lomas del Mirador – San Justo Pcia. de Buenos Aires. Destino: Barrio de 60 viviendas con Infraestructura de servicios; Urbanización. Superficie: 5.800 m². Proyecto y dirección: Obra otorgada mediante concurso de proyecto y sistema constructivo. • Comitente: Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires. Ubicación: Moreno - Pcia. de Buenos Aires. Destino: Barrio de 60 viviendas, infraestructura de servicios. Superficie: 6.000 m². Proyecto y dirección: Obra otorgada mediante concurso de proyecto y sistema constructivo. • Comitente: S.O.I.P. Ubicación: Mar del Plata – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Conjunto Urbano de 2.000 viviendas (obra no comenzada) Superficie: 200.000 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Unión Ferroviaria. Ubicación: Las Heras – Pcia. de Mendoza. Destino: Barrio de 300 viviendas, urbanización, infraestructura de servicios. Superficie: 25.000 m². Obras Industriales • Comitente: Karatex S.A. Ubicación: Constituyentes 7550 – San Martín – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Tintorería, planta de frizado, engomado, lavado, empaque, laboratorio de preparación de tinturas, taller de mantenimiento, depósito y sector administrativo.
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Superficie: 1ª etapa: 5.500 m². Estructura de hormigón armada de grandes luces con vigas tipo Vierendel / 2ª etapa: 2.500 m². Estructura metálica hormigón armado. Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Karatex S.A. Ubicación: Crucero de Argentina 3607 Morón – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Tejeduría, planta de telares, talleres de mantenimiento, bobinado, depósito y sector administrativo. Superficie: 5.500 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Karavell S.A. Ubicación: Ruta 5 km 100 – Mercedes – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Fabricación de Alfombras con hilado sintético. Refuncionalización y adaptación de fábrica existente a los nuevos destinos. Ampliación con sistemas constructivos de arcos de losas cerámicas de grandes luces, realizada en co-dirección con el Ing. H. Massa. Superficie: 8.500 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Sintecrom S.A.I.C. Ubicación: Remedios Escalada de San Martín 3954 – V. Alsina – Provincia de Buenos Aires. Destino: Planta de Recuperación de Materiales no ferrosos. Función y elaboración de materiales no ferrosos. Elaboración de caños de Plomo, Depósitos, Sector Administrativo. Superficie: 4.100 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Industrias Químicas del Plata S.A.I.C.I. Ubicación: Calle San Lorenzo 4451 – Munro – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Planta de Elaboración de Pinturas Acrílicas. Esmaltes al Látex industriales. Productos bituminosos. Elaboración de aceites industriales. Laboratorios, envasado, depósitos y despacho. Administración. Superficie: 8.700 m². Hormigón Armado y bóvedas Cerámicas. Proyecto, Dirección y Construcción. • Comitente: Quimidroga S.A.I.C.I. Ubicación: Estados Unidos 2870 – Capital. Destino: Elaboración de envases de polivinilo, polietileno y piezas por extracción,
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depósitos y administración. Superficie: 4.800 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Construcciones Mecánicas Yamil S.A. Ubicación: Primera Junta 3681 – Villa Adelina – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Planta industrial de maquinarias para la industria textil (tintorería, lavados) Planta de corte; maquinad, montaje, pintura. Depósito, administración y parquización. Superficie: 1ª y 2ª etapa: 5.500 m². Construcciones metálicas y hormigón prefabricado / 3ª etapa: 4.500 m². Losas plegadas de grandes luces pretensadas. • Comitente: Ministerio de Economía de la Nación. Ubicación: Centro Internacional de Exposiciones. Tel Aviv - Israel. Destino: Pabellón Argentino en la Exposición Internacional del Niño. Superficie: 2.000 m². Proyecto, Dirección y Construcción. • Comitente: AD – ZEN S.A.I.C. Ubicación: Avda. Márquez y 1º de Agosto J.L. Suárez – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Ampliación fábrica de electrodomésticos, plantas de decapado, enlozado, maquinado, líneas de ensamblado, depósitos, sector administrativo. Superficie: 6.500 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Coventry S.A. Ubicación: Santa Cruz de las Sierras – Bolivia. Destino: Producción de heladeras. Plantas de decapado, enlozado y Montaje. Depósito y administración. Superficie: 13.900 m². Proyecto y Supervisión técnica. • Comitente: C.I.E.G. Ltda. Ubicación: Santa Cruz de la Sierra - Bolivia. Destino: Fabricación de papel corrugado. Superficie: 4.500 m². Proyecto y Supervisión técnica • Comitente: Turmalina S.A. Ubicación: Parque Industrial. San Pablo - Brasil.
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Destino: Fabricación de pinturas y aceite industriales. Superficie: 15.500 m². Layout, anteproyecto y asesoramiento. • Comitente: Modulor S.A. Ubicación: 1ª etapa: Chivilcoy 1794 / 2ª etapa: Chivilcoy 1843 / 3ª etapa: E. González 4070. Destino: Producción de Artefactos Luminotécnicos. Superficie: 1ª etapa: 2.100 m² / 2ª etapa: 1.500 m2 / 3ª etapa: 3.300 m². Proyecto y Supervisión técnica. • Comitente: Sabra S.A. Ubicación: Ecuador 2852 – Villa Granaderos – San Martín – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Fabricación de envases de hojalata. Superficie: 2.500 m². Proyecto y Dirección. Obras Civiles • Comitente: Natalio Kelmanovich y otros. Ubicación: Nahuel Huapi 2709 – Capital. Destino: Edificio de departamentos en propiedad horizontal, PB y 9 pisos. Superficie: 2.500 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Yamil Srour. Ubicación: Av. Figueroa Alcorta 3444 - Capital. Destino: Edificios de pisos en propiedad horizontal; Sótano, PB y 10 pisos. Superficie: 5.900 m². Proyecto y dirección técnica. • Comitente: Consorcio de Propietarios. Ubicación: Av. Honorio Pueyrredón esq. Apolinario Figueroa - Capital – 1ª etapa. Destino: Edificio de departamentos en propiedad horizontal. Superficie: 4.500 m². • Comitente: Club Atlético River Plate Ubicación: Av. Figueroa Alcorta y Udaondo - Capital. a) Anteproyecto obras varias sede Núñez: Pabellón concentración jugadores Vestuarios y sanitarios de socios
Obras realizadas
b) Anteproyecto Sede Náutico “Buchard” (Vicente López): Canchas varias Pabellón, vestuarios y sanitarios Sala de usos múltiples Gimnasio cubierto Confitería Restaurante Sector náutico c) Plan Director sede Núñez: Sector social Sectores deportivos Sectores culturales Sectores administrativos Sectores educativos Sectores mantenimiento Pabellón estacionamiento Confitería, restaurante Museo, biblioteca Microestadio, capacidad 15.000 personas d) Ezeiza: Proyecto polideportivo 15 has Seis canchas de futbol Estadio para 1.500 personas Edificio de Concentración Gimnasio Club House Pileta de natación • Comitente: Kesmar S.A. Ubicación: Lafinur 3112 - Capital. Destino: Viviendas en propiedad horizontal, PB y 9 pisos. Superficie: 1.600 m². Proyecto y Dirección. • Obra: Obra en propiedad horizontal. Ubicación: Santos Dumont 2454 - Capital. Destino: Viviendas en propiedad horizontal, PB y 9 pisos. Superficie: 3.200 m². • Obra: Monumento Osvaldo Pugliese. Ubicación: Corrientes esq. Luis M. Drago.
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• Comitente: Country Club El Sosiego. Ubicación: Ezeiza, Buenos Aires. - Cancha de golf - Edificio polideportivo y anexos 3.000 m². • Comitente: Centro Comunitario Lamroth – Hakol. Ubicación: Benavidez, Pcia. de Buenos Aires. - Master plan 4 has. • Comitente: Tronador 1455 S.A. Ubicación: Tronador 1455 – Capital. Destino: Edificio de departamentos. Superficie: 3.500 m². • Comitente: Tronador 1441 S.A. Ubicación: Tronador 1441 – Capital. Destino: Edificio de departamentos. Superficie: 2.600 m². • Comitente: Vuelta de Obligado 1485. Ubicación: Vuelta de Obligado 1485 – Capital. Destino: Edificio de departamentos. Superficie: 3.000 m². • Comitente: Tacuarí 1353 S.A. Ubicación: Tacuarí 1353 – Capital. Destino: Edificio de departamentos. Superficie: 4.500 m². Proyecto y Dirección técnica • Comitente: Próspero Conte y otros. Ubicación: Vidal 1671 – Capital. Destino: Edificio de semipisos en propiedad horizontal; sótano; PB y 9 pisos. Superficie: 2.900 m². • Comitente: Argenfe S.A. Ubicación: Montevideo 477 - Capital. Destino: Sótano, PB y 3 pisos. Reacondicionamiento y ampliación, destino para Financiera; auditórium, atención al público, sala de computación. Superficie: 2.000 m².
Obras realizadas
• Comitente: Consorcio Torre Barracas de Belgrano (Pablo Achaval). Ubicación: La Pampa esq. Virrey Vertiz - Capital. Destino: Edificio de Torre; semipisos en propiedad horizontal. 2 sótanos. PB. 10 pisos. Superficie: 13.800 m². • Comitente: Consorcio Noctilucas I, II y III. Ubicación: Pinamar - Pcia. de Buenos Aires. Destino: Conjunto Habitacional. Superficie: 12.000 m². • Comitente: Inversud S.R.L. Ubicación: Gral. Madariaga - Pcia. de Buenos Aires. Destino: Dos edificios en torre, departamentos en propiedad horizontal. Superficie: 8.000 m². • Comitente: Arcofi S.A. y Fico S.A. Ubicación: Pueyrredón 2425/31 – Capital. Destino: Edificio de viviendas (pisos), sótano, PB y 14 pisos. Superficie: 6.000 m². • Comitente: Terka S.A. Ubicación: Independencia 2723 – Capital. Destino: Edificio de viviendas, sótano, PB y 10 pisos. Superficie: 3.000 m². • Comitente: A. Fabbiani – Piazza. Ubicación: San Lorenzo esq. Tucumán – Posadas – Pcia. de Misiones. Destino: Edificio en torre para viviendas (semipisos), PB y 14 pisos. Superficie: 6.000 m². • Comitente: A. Fabbiani – Piazza. Ubicación: H. Yrigoyen esq. Borgatti – Corrientes. Destino: Conjunto residencial de viviendas (4 torres). Superficie: 4.000 m². • Comitente: A. Fabbiani – Piazza. Ubicación: 25 de Mayo esq. Rioja – Corrientes – Pcia. de Corrientes. Destino: Edificio de Oficinas y Galería Comercial. Sótano y PB. Superficie: 3.800 m².
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• Comitente: Luromar S.A. Ubicación: Salto Grande – Parada 5 – Punta del Este – Uruguay. Destino: Edificio de viviendas, sótano, PB y 3 pisos. Superficie: 6.500 m². Nota: Los trabajos mencionados han sido realizados con el Arq. Guillermo Dergarabedian como asociado. • Comitente: Establecimientos Conte. Ubicación: Cuba 2675 – Capital. Destino: Edif. departamentos en propiedad horizontal, sótano, PB y 7 pisos. Superficie: 1.300 m². Proyecto y Dirección. • Comitente: Los Amigos S.A. Ubicación: Colonia - República Oriental del Uruguay. Destino: Casa de Campo. Se construyó íntegramente con los materiales del lugar (Piedra, madera, lajas, etc.) Superficie: 400 m². • Comitente: Próspero Conte. Ubicación: Ruiz de los Llanos 1161 - Capital. Destino: Vivienda unifamiliar. Superficie: 420 m². • Comitente: Asociación Cultural Israelita. Lamroth Hakol. Ubicación: Caseros 1450 - Florida – Vte. López. Destino: Restauración total de las instalaciones, salón de fiestas “Anita” 150 personas Escuela y aulas nuevas, ampliación del templo, biblioteca, sala rabino y oficinas administrativas. • Comitente: Monomeros Vinílicos (oficinas). Ubicación: Moreno 850 - Capital. Destino: Oficinas. Superficie: 800 m². Proyecto, Dirección y Construcción • Comitente: Monomeros Vinílicos (oficinas) Ubicación: Chacabuco 314 - Capital. Destino: Oficinas Superficie: 1.100 m². Proyecto, Dirección y Construcción
Obras realizadas
• Comitente: Asociación Cultural Lamroth Hakol Ubicación: Av. San Martín 1834 - Florida. Destino: Salón de usos múltiples. Superficie: 1.000 m². • Comitente: Pedro Goyena 1372 S.A. Ubicación: Pedro Goyena 1372 - Capital Destino: Edificio de viviendas. Superficie: 3.800 m². • Comitente: Fundación Casa del Tango. Ubicación: Guardia Vieja 4049 - Capital. Destino: Recepción, salón de usos múltiples y conciertos, Museo del Tango, confitería, sector administrativo, biblioteca, aulas y salas de grabación. Superficie: 2.500 m². • Comitente: Juana Mannheimer. Ubicación: José Ingenieros 1039 - Olivos. Superficie: 500 m². • Comitente: Soldado de la Independencia 1458. Ubicación: Soldado de la Independencia 1458. Destino: Edificio de viviendas. PB y 9 Pisos. Superficie: 2.200 m². • Comitente: Edicon S.R.L. Ubicación: Av. Luis M. Campos 1362/64 - Capital. Destino: Edificio de departamentos en propiedad horizontal, sótano, PB y 10 pisos. Superficie: 6.800 m². • Comitente: Malan Internacional S.A. Ubicación: Arribeños 1654/56 - Capital. Destino: Edificio en torre en propiedad horizontal, sótano, PB, 10 pisos. Superficie: 7.800 m². • Comitente: Finsuar S.A. Ubicación: Quintana 60 - Capital. Destino: Edificio de departamentos en propiedad horizontal, sótano, PB y 14 pisos. Superficie: 12.200 m². • Comitente: Edicon S.R.L. Ubicación: 11 de Septiembre esq. José Hernández - Capital.
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Destino: Edificio en torre, pisos en propiedad horizontal, sótano, PB y 10 pisos. Superficie: 7.100 m². • Comitente: Betón S.R.L. Ubicación: Canning 2312 - Capital. Destino: Edificio de departamentos en propiedad horizontal, sótano, PB y 9 pisos. Superficie: 3.800 m². Proyecto y Dirección técnica. • Comitente: Betón S.R.L. Ubicación: Alsina 1569 - Capital. Destino: Galería Comercial. 155 oficinas en propiedad horizontal, sótano, PB y 10 pisos. Superficie: 11.900 m². • Comitente: Inversud S.R.L. Ubicación: General Madariaga – Pcia. de Buenos Aires. Destino: Galería Comercial. Superficie: 2.500 m². • Obra: Escuela Provincial de San Julián - Pcia. de Santa Cruz. Superficie: 1.400 m². Proyecto realizado entre estudios Arqs. L. Lanari y J. Keselman • Obra: Escuela Provincial de Río Gallegos Nº4 - Pcia. de Santa Cruz. Superficie: 4.500 m². Proyecto realizado entre estudios Arqs. L. Lanari y J. Keselman • Obra: Escuela Santuario Nuestra Señora Madre de los Emigrantes de Catalinas Sur (barrio de La Boca) Superficie: 4.000 m². Proyecto realizado entre estudios Arq. L. Lanari y J. Keselman • Obra: Complejo Religioso y Educacional Misión Evangélica Bautista Ubicación: Estados Unidos 1279 - Capital. Proyecto realizado y asesoramiento técnico por los Arqs. J. Keselman y G. Dergarabedian. • Comitente: Misión Evangélica Bautista Ubicación: Estados Unidos 1279 - Capital. Destino: Templo y complejo comunitario. Superficie: 2.000 m².
Obras realizadas
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Detalle de uno de los dibujos realizados por el Arq. Julio Keselman en su escritorio mientras manten铆a conversaciones telef贸nicas.
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El Marq. Museo de Arquitectura y Diseño “Julio Keselman”
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ESTE LIBRO FUE PRESENTADO EN MAYO DE 2012 en la Sociedad Central de Arquitectos a 1 año del fallecimiento de Julio Keselman. Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2012 en Brapack S.A. Ciudad de Buenos Aires, Argentina
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