2 minute read
catEgoría 3º y 4º dE Eso
from Revista Palpando 07
by DPM Pando
alivio
Escucho su risa en la habitación. Veo sus juguetes tirados por el suelo y las manchas de barro que hace en las alfombras de jugar con la lluvia. Todas las noches me acerco a su habitación y le leo un cuento para que se duerma. Ya hace tres años que mi pequeño falleció. —No quiero perderte otra vez. Pero tampoco quiero que ese ente que grita en las noches, con esa risa nerviosa que resuena sin cesar y me despierta de madrugada, se quede toda la vida conmigo. Salí a pasear y sentía el viento en mi cara y mi larga melena marrón, flotaba al viento. Veía a la gente disfrutar en la playa y los niños jugando con la arena.
Advertisement
—¿Crees que me verán? —dije asustada, al ver que nadie se fijaba en mí. —Seguramente se fijarán en cuanto bajes. — ¿Estás seguro? — le pregunté con lágrimas en los ojos. —Siempre lo estoy— me contestó — de todas formas, estoy en tu cabeza. Mis pies flotaban sobre las rocas que estaban debajo de mí, con un leve empujón me levanté y me dejé caer. —Ahora puedo estar contigo, cariño. Noah González Martínez, 3º ESO C
un misil En mi baRRio
La calle en la que mis amigos y yo jugamos a diario, amaneció ayer repleta de policías. Rápidamente se extendió por las redes sociales: habían encontrado un misil de la guerra civil bajo la acera. Me trasladé a las historias que de niña me contaban en casa sobre el abuelo Manuel y su participación en la guerra. Sé que mi abuelo vivió batallas en Oviedo e incluso se escondió en montes cercanos. Sé que era muy alto, moreno, que era serio y tenía la mirada triste. Tal vez una mañana de 1936 participó en el asalto a la cercana Fábrica de Armas. Puede que incluso fuese él quien robase varios misiles y que se le cayera uno de ellos en mi calle. Luego perdió la guerra, perdió su libertad, la recuperó y finalmente murió sin saber que uno de los misiles caídos y nunca explotados se encontraría muy cerca de donde ahora vive su nieta.
O quizá simplemente lo dejó ahí para que yo no olvidara que un día hubo una guerra, que hubo muchos muertos y que tanta gente sacrificó vida y libertad para que nosotros tuviéramos aceras en las que jugar.
Iván Rodríguez Gutiérrez, 3º ESO D