Palabras de los editores
La autofelación y la autopublicación ¿Qué tienen en común? Pues que uno es lo que hacemos y lo otro lo que nos encantaría hacer, ya queda a imaginación de ustedes cuál es cual. Autoeditarse o autopublicarse es en esencia desprenderse del qué dirán, librarse de la censura para encontrar la voz propia (aunque sea una voz inaudible en un mar de gritos) y más si hablamos de publicaciones de cómic que sin entrar en detalles suelen ser subestimadas, afortunadamente siempre habrá un nicho de lectores y detractores que en parte motivan a seguir publicando. Los zines son un fin en sí mismos, no un camino para llegar a un lugar más “valorado” en la edición profesional. Como medio independiente tienen un valor incalculable que se puede rastrear a lo largo de la historia y observar cómo autores en diferentes épocas aprovechando las diversas tecnologías de reproducción de imágenes y texto pudieron calar en la opinión pública y mostrar otras realidades, revelando su propia visión del mundo a partir de panfletos, gacetillas, periódicos clandestinos que en muchas ocasiones fueron prohibidos por los gobiernos de turno. El valor comercial que pueda tener la autopublicación de un contenido en cualquier formato que pueda adquirir queda en un segundo plano, lo fundamental es compartir, difundir y quedar expuesto. En el mundo contemporáneo donde abunda la basura en forma de revistas, publicidad y prensa El zine se presenta como un refugio contra los discursos autoritarios, contra los contenidos estilizados hasta el cansancio y carentes de humanidad, desde la marginalidad adquiere su belleza, en lo manchado de sus páginas contiene su fuerza y en su amplias posibilidades reside su atractivo. Edd Muñoz.
¡De tanto juntarte con bichos has terminado convirtiéndote en un gusano! La lectura de El niño gusano, un manga escrito e ilustrado por Hideshi Hino, me ha remitido a dos conmovedoras historias. Una, producto de la fantasía y sin duda una obra maestra de la literatura publicada en 1915, La metamorfosis, de Franz Kafka y otra, basada en hechos reales y llevada al cine por el director David Lynch, El hombre elefante, película de 1980, protagonizada por John Hurt y Anthony Hopkins. La metamorfosis es en gran parte la metáfora de una transición psicológica. De este relato se pueden extraer numerosas inferencias sobre el devenir de la vida y la inevitable mutación. En el caso de la historia narrada por Kafka, el protagonista Gregorio Samsa despierta una mañana convertido en insecto, mientras que en El niño gusano, Sampei Hinomoto es picado por un extraño bicho rojo y su transformación es paulatina y dolorosa. Pocos días después, emerge de las entrañas de su cuerpo humano transformado en una especie de oruga. Sampei, el personaje principal de esta historia, es un niño marginado tanto por sus maestros y compañeros de escuela, como por su propia familia.
El rechazo de sus allegados podría asumirse como una crítica al sistema social de Japón, en donde la educación y el trabajo parecen estar por encima de los demás aspectos de la vida, puesto que al tener intereses y fijaciones distintas a las comunes, Sampei es fuertemente criticado y repudiado. Cuando Sampei se transforma en un horripilante insecto gigante, su familia lo aparta, lo mira con repugnancia, incapaz de notar la humanidad y nobleza en su alma, tal como sucede con John Merrick, El hombre elefante, un individuo con más bondad y mejores modales y educación que la mayoría de las personas, pero cuyo aspecto físico malformado producía terror. Detrás de cada línea de este manga también se podría apreciar, en todo su esplendor, la afirmación de Jean-Jacques Rousseau: “El hombre nace bueno y la sociedad los corrompe”. Hadeshi Hino construye un dramático y conmovedor relato en El niño gusano acerca de la desgracia que se cierne sobre la vida de un pequeño lleno de benevolencia. Fernanda Toro González http://soyferchita.tumblr.com/
ANA DESAFINADA