INFORME: VIOLENCIA EN EL SEGUNDO GRADO DE LA ESCUELA PRIMARIA “XÓCHITL”, Y OTRAS REFLEXIONES. OPTATIVO: PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA. RESPONSABLE DEL CURSO: EDER RUIZ LEÓN
DOCENTE EN FORMACIÓN: DENISE RUIZ SALDIVAR SEPTIMO SEMESTRE, GRUPO “B”
El 20 de abril de 1999 un tiroteo y asesinato masivo ocurre en la escuela secundaria de Columbine, el resultado son 15 muertos y 24 heridos, ¿El culpable es acaso una sociedad decadente, venta de armas sin regulación, bullying desde la primaria pasando toda la preparatoria y como los docentes y padres de familia no vieron las señales, o las ignoraron, desencadenando un desenlace tan brutal? El ejemplo es uno de miles que surgen, causados por factores que manifiestan distintos tipos de violencia e inestabilidades del ser humano. Gracias a los medios de comunicación, bastante accesibles en la actualidad, son cada vez más notorios los eventos de violencia entre niños y niñas no sólo de nuestro país, sino alrededor del mundo, esto incrementa una evidente preocupación ya que en la mayoría de los episodios violentos, reciben una amplia cobertura de medios, que, con frecuencia, proyectan imágenes distorsionadas que poco contribuyen a la comprensión, y menos a la erradicación de estos problemas, porque cabe mencionar que, siempre que ocurre algo malo, siempre hay alguien o algo a quien echar la culpa, por ridículo que parezca, excepto claro a las autoridades y a esa sociedad de la que todos somos parte. El presente trabajo tiene por objetivo dar a conocer los resultados de la intervención para la prevención de manifestaciones violentas en el grupo de segundo grado, grupo A, de la Escuela Primaria “Xóchitl”, el cual cuenta con 22 estudiantes con un rango de edad de entre 7 – 8 años, distribuidos en 9 niñas y 13 niños. Para el diagnóstico, se implementó la observación no participante, y se utilizó un formato como instrumento de observación grupal, entre el cual destacan factores como: -
Violencia verbal del alumnado hacia alumnado, el cual manifiestó índices en el ítem que se refiere a la difusión de rumores negativos acerca de sus
-
compañeros y compañeras, fueron 5 alumnos que asumieron esta postura. Violencia verbal del alumnado hacia profesorado, el grupo no presentó actitudes desafiantes contra el maestro titular ni el docente en formación, ni mucho menos faltaron al respeto a las autoridades.
-
Violencia física directa y amenazas entre estudiantes, afortunadamente no se observaron a gran escala, un par de estudiantes protagonizaron
-
agresiones físicas, específicamente mordeduras y jalones de cabello. Violencia física indirecta por parte del alumnado, fue muy común observar que los niños juegan, e involucran un poco de violencia , tal es el caso de empujones, gritos, pero es variable, y no son todos los alumnos los que
-
reaccionan de esta manera. Exclusión social, determinados, en otras palabras, 2 estudiantes son
-
discriminados por sus compañeros debido a su bajo desempeño. Disrupción en el aula, hay tres alumnos que son constantes en la disrupción del aula que dificultan las explicaciones del profesor con su comportamiento durante la clase y dentro de esta cantidad, un estudiante usualmente ni trabaja y ni deja trabajar al resto, esto da lugar al último factor del instrumento: Violencia de profesorado hacia alumnado, fue distinguible que un alumno es ignorado debido a su baja concentración, desempeño e intereses diferentes a los que involucra el ambiente del aula y propicia el maestro
Citando la definición que hace la Organización Mundial de la Salud, la violencia escolar puede ser entendida como toda aquella acción incluida dentro del ámbito de influencia de la escuela que, por acto directo u omisión, ya sea en grado de amenaza o efectivo, tiene la intencionalidad de dañar al otro (ya sea un individuo, grupo o comunidad) o que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte o daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Esta problemática no es nueva, las formas de violencia en contra de los infantes han estado presentes en todas las sociedades históricamente registradas, incluso me atrevo a decir que antes era más aceptada, nuestros padres, abuelos, o incluso algunos de nosotros somos producto de una formación cruda, violenta, del lema: “Las letras con sangre entran”, del bullying, del maltrato, de la humillación. Sin embargo, en la actualidad ha surgido una dimensión ambigua, estamos en una época en que todo debe ser políticamente correcto, inclusivo, atender y valorar la
diversidad, aunque muchas cosas que ahora aceptamos generan polémica, es innegable que hay factores que distorsionan la salud mental y física de niños. No fue posible aplicar instrumentos que diagnosticaran la situación familiar, lo cual es determinante en las actitudes que asuma el estudiante, pero no esta de más mencionar que debido a que actualmente ya se le confiere la relevancia y preocupación a los efectos a corto, mediano y largo plazo de las manifestaciones de violencia, se ha ameritado la intensificación de las medidas relacionadas con la promoción de los derechos de los niños y niñas, así como la puesta en marcha de programas de prevención y de atención a las víctimas. México, al igual que todos los países de América Latina, y a partir de la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño (1990), ha venido reformando sus leyes sobre la infancia para adaptarlas a los mandatos de la Convención: se han promulgado nuevas leyes, se modificó la Constitución, se crearon instituciones especializadas en la atención a los menores, y se encuentran en marcha programas dirigidos a promover y a proteger los derechos de la niñez, de la adolescencia y de la mujer. Desde el campo de la investigación educativa, se ha prestado creciente atención a las implicaciones del maltrato al que niños y jóvenes están sometidos. Se ha comprobado documentalmente que un menor que proviene de un hogar en el que hay violencia, tiende a reproducir comportamientos agresivos; por otra parte, las escuelas y las comunidades en las que estas se hallan también constituyen espacios en los que las relaciones violentas se producen. Claro está que no se erradicó o erradicará el problema de raíz, y mucho menos se solucionó la vida del estudiante, sin embargo gracias a la aplicación de actividades y la promoción de gestos pueden contrarrestar actitudes negativas que afecten la convivencia, el ambiente sano del aula y por supuesto la estabilidad emocional del estudiante, como por ejemplo, la promoción del trabajo en equipo, consolidado aleatoriamente, es decir, no siempre se apegaban a trabajar con las mismas personas, mediante el dialogo y la exposición de situaciones se hizo bastante hincapié en que se debe aceptar, respetar, y tolerar las diferencias de
personalidades y estilos de trabajo de todos, los niños apoyaron la idea de que no debe haber conflictos. El único contenido establecido en el nuevo currículo que se aproxima y favorece el abordaje de actividades que prevengan la violencia, es de las normas de convivencia, con la desaparición de la asignatura de Formación Cívica y ética, se le ha restado protagonismo a las cuestiones que brindan pautas para el desarrollo de la identidad, de la moral y valores. Claro está que la escuela no debería tener toda la responsabilidad, que depende mucho del seno familiar, pero con actividades lúdicas y principalmente cuentos con moraleja han sido herramientas magnificas para desarrollar situaciones imaginarias con escolares, al ser la violencia algo difícil de tratar de forma directa con niños tan pequeños, estas herramientas educativas permitieron la comunicación, y el seguimiento y valoración de normas que contrarrestan conflictos que podrían encauzarse en manifestaciones violentas. Durante mi estancia en la primaria no apliqué tantas estrategias con la constancia y formalidad que hubiese querido, pero sostengo que la lectoescritura orientada a temas relacionados con los tipos de violencia, además de ayudar a prevenir, también favorecen la garantía de una comunicación de calidad que propicie la detección de situaciones en las que se requiere la colaboración de adultos, sin olvidar, por supuesto, la participación de la familia y la incorporación de estas prácticas de forma diaria en la escuela.