Autobiografia dulce

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Benemérita Escuela Normal “Manuel Ávila Camacho”

El sujeto y su formación profesional como docente Trabajo: Autobiografía Maestra: Aneli Galván Cabral Alumna: Dulce Andrea Pérez Ortiz Lic. En educación preescolar 1°semestre


La presente autobiografía tiene el fin de dar a conocer, mi identificación con la docencia a lo largo de mi vida, así como las experiencias que me hicieron definir mi elección hacia la profesión docente. El sueño de toda una vida. Mi Nombre es Dulce Andrea Pérez Ortiz, llegue al mundo un día 18 de enero de 1997, en la ciudad de Zacatecas,zac; Desde muy temprana edad de mi vida comenzó a fijarse mi interés hacia la docencia, puedo atreverme a decir que mi identificación comenzó cuando tenía 4 años, todo comenzó cuando comencé a ir al jardín de niños, llamado Ignacio Manuel Altamirano”, que se encuentra en mi comunidad, recuerdo haber llorado mucho los primeros días puesto que era muy apegada a mi mamá, me costó un poco de trabajo adaptarme a ese nuevo cambio en mi vida, conforme pasaban los días me fui acostumbrando y la persona que me ayudo a aceptar que era bueno estar ahí con mis compañeros en el jardín de niños fue mi maestro, lo recuerdo perfectamente, Su nombre era Gerardo, su presencia me hacía sentir segura, protegida, él era muy cariñoso con todos y nos cuidaba muy bien. recuerdo que siempre platicaba con nosotros y me agradaba demasiado ,el tiempo en el jardín me parecía corto me gustaba mucho mi clase, mi salón me parecía un lugar muy bonito con tantos colores, paisajes y adornos, además rodeada de mis compañeros, pero sin duda lo que más marco esa etapa fue mi profesor, desde ahí le agarre el gusto a la escuela, cuando Salí del jardín de niños recuerdo sus palabras de despedida “ pequeños ahora están listos para dar el siguiente paso en su vida, sigan adelante y no se rindan deben avanzar hacia el siguiente escalón”, yo una niña de seis años no entendía muy bien el significado de las palabras que nos había dicho el profesor, solo entendía que tenia que no regresaría a mi jardín que iría a una nueva escuela y me sentía un poco triste por ello pero también muy feliz pues mis papas me platicaban que la primaria era muy bonita y que tendría nuevos compañeros. Cuando inicio el nuevo ciclo escolar, me sentía muy feliz, mi mama me arreglo y me llevo de la mano hasta mi nueva escuela, la primaria “Raúl González Ferniza”, que al igual que el jardín, también se encuentra en mi comunidad, al llegar me


sentí un poco asustada pues había muchos niños muchos más de los que había en el jardín, pero eran niños grandes, distintos, mi mama me dejo formada en patio cívico de la escuela, con los que serían mi nuevo grupo y mi nueva maestra, entonces vi que la mayoría de mis compañeros ya los conocía, eran mis compañeros del jardín junto con nuevos niños que habían estado en otro grupo, pero igual me cayeron bien, la maestra se llama concepción, le dicen conchita, y así fue como comenzó una nueva etapa de mi vida, conforme pasaban los días me acostumbraba más a mi nueva escuela y maestra, aunque seguía recordando a mi maestro Gerardo, pues la maestra nueva no me inspiraba la misma confianza. así avanzamos al segundo grado, nos tocó la misma maestra, y ahí fue donde surgió un problema en mí, me di cuenta que como existen maestros buenos existen malos, recuerdo que trabajábamos un problema en el libro de matemáticas, yo no entendía el problema, todos mis compañeros pudieron resolverlo menos yo, la maestra se acercó y me dijo ¿cómo no vas a poder?, yo me asuste y comencé a llorar y menos podía hacerlo, la maestra se desesperó y enojada me evidenciaba con mis compañeros diciendo que yo no podía, que si era mensa, yo lloraba, me pareció que ese día llego enojada esa actitud no la conocía de la maestra, dejo caer sus demonios hacia mi ¿qué culpa tenía yo? Esas palabras me marcaron, a partir de ahí me comencé a volver una niña insegura de sí misma, las matemáticas no me gustan desde ese día, las entiendo y hago las cosas pero no me gustan y tengo dificultad con ellas, fue algo que yo me guarde, y así pasaron los días. Llegamos al tercer grado y cambiamos de maestra, llamada ángeles, lamentablemente ella se enfermó al poco tiempo y llego un maestro que vive en mi comunidad, pero él es una persona que no quisiera recordar pues tuve un conflicto mayor con él pues, él es de esos maestros crueles, sin vocación, que cargan con sus malestares y lozas pesadas sobre su espalda, desde el primer día fue grosero con nosotros, nos trataba mal, un día llegue con una rosa al salón, pues nos habían dicho que mi maestra ángeles regresaría y yo se la quería regalar, pero no


fue así, llego el, me puse triste, y no soltaba la rosa, parece que a él le molesto, se acercó a mí y me hablo muy grosero, me dijo dame eso, yo le dije que no, esta rosa es para mi maestra, el me quito la rosa la tiro al suelo y la piso y me dijo tu maestra se va a morir, llore mucho, tuve mucho miedo, cuando llego mi mama le dije lo que el profesor había hecho y mi mama se molestó y discutió con él. Las mamas no estaban de acuerdo con su forma de ser, afortunadamente se fue de la escuela, y llego mi profesor Antonio Galaviz González, del recuerdo todo su nombre pues él fue el maestro que marco para bien mi primaria, él fue distinto desde el primer día y comencé a tomarle cariño, nos enseñaba muy bien, es un maestro que transmite seguridad, confianza, y a partir de ahí él fue mi maestro hasta que salimos de sexto año, todo transcurrió bien, comencé a decir que yo quería ser maestra cuando fuera grande, y me la pasaba jugando en casa a la escuelita, yo era la maestra de mis primos pequeños y mi hermano menor , yo quería ser como mi profesor, siempre que me preguntaban que quería ser de grande decía: -maestra, yo voy a ser maestra-. Mi profesor nos aconsejaba y platicaba con nosotros cuando teníamos algún problema, él fue el que me devolvió la seguridad en mí, pues en quinto año llego la convocatoria para el parlamento infantil, y nos puso a estudiar a todos un tema que era los niños con capacidades diferentes, del cual yo les gane a mis compañeros pues yo me aprendí absolutamente todo el discurso, el profesor no hizo que memorizara sino que comprendiera el tema, siempre he sido aplicada en la escuela, siempre saque los primeros lugares. pero había un problema, no podía hablar en público, era un gran reto para mí, mi profesor me dijo –Dulce si tú quieres ser maestra, tienes que vencer tu miedo a hablar en público, una maestra no tiene miedo, se para con seguridad y domina el tema- me puso a ensayar frente a él, después frente a mis papas, frente a mis compañeros, frente a las madres de familia, que fue donde tuve más dificultad ese día no quería tenía mucho miedo, quería comenzar a llorar yo sentía que no podía, el me miro y me dijo si puedes, tu puedes hacer todo lo que tú quieras, sus palabras de verdad me cambiaron y supere el reto, gracias a él y a mis padres


siempre apoyándome, cuando llegue al parlamento, vi a mi maestro Gerardo y sentí una felicidad, él ahora era director y platico con migo y me dijo tu puedes, tuve dominio del tema y seguridad, gane el segundo lugar de la zona escolar, todos me felicitaban yo me sentí muy bien, a partir de ahí, supere mi miedo de hablar en público, y aprendí que lo importante no es ganar sino dar lo mejor de sí, el profesor nos aconsejaba, nos hablaba de los cambios que tendríamos ahora que pasaríamos por una nueva etapa de la pubertad, en realidad le tengo mucho aprecio, marco esa etapa. Termine mi educación primaria muy contenta con migo misma, y muy emocionada porque entraría a la secundaria, aquí comenzó la etapa de mayores cambios en mi vida, en esta etapa me enfrente a una escuela nueva, que está en Guadalupe, la escuela secundaria técnica#67, mis papas me pusieron ahí porque querían que tuviera una mejor educación de la que daban en la telesecundaria de mi comunidad, pues todos los maestros no enseñan, son en su mayoría los clásicos “apadrinados” y a mí me gustó la idea, mi papa me llevo el primer día, al llegar me di cuenta que la secundaria era totalmente distinta a la primaria, y de verdad ahí no conocía a nadie, todo era nuevo para mí, estaba muy nerviosa pero hice amigos nuevos, y efectivamente había muchos buenos maestros, aprendí mucho, pero entro la etapa de rebeldía en mí, y abecés me salía del salón, todos hacían relajo y se comportaban raros, se sentían grandes, y yo me sentía pequeña, fui muy seria, pero aproveche al máximo mi educación. En segundo año, llegaron a la escuela unos practicantes, que estarían con nosotros impartiendo la clase de historia, se repartieron entre los grupos y nos tocó uno llamado Manuel, no sé de qué escuela venia, pero de verdad fue un maestro excelente, sus clases eran de lo más dinámicas, siempre con cosas nuevas, distintas estrategias, obtenía toda nuestra atención, con el la historia no era aburrida, era de lo mejor, cualquier duda te la aclaraba perfectamente, tenía el don de enseñar, diario iba muy elegante a la escuela, a parte que era muy atractivo físicamente, tenía mucha presencia y lo digo porque a esa edad, éramos las típicas niñas enamoradas de su profesor, en ese momento definí bien lo que


quería ser en la vida, pues aunque siempre decía que sería maestra, estaba confundía aun no sabía si escoger eso realmente y fue ahí donde yo dije con toda seguridad –yo voy a ser maestra, yo quiero ser como el- fue por ver todo su entusiasmo y todo lo que me gustaba su clase. Ahora surgía el problema ¿de qué sería maestra?, los adolescentes no me gustaban para darles clases, pues aunque yo era una, veía como se comportaban y no me gusta, fue aquí donde me identifique con la educación preescolar y la educación primaria, por mi gusto hacia los niños, pero me agradaba aún más el preescolar, pues tengo una hermana pequeña, en ese momento ella estaba en el jardín de niños, y abecés iba por ella y me encantaba ver a todos los niños pequeños, me gustaba ir a las juntas con mi mama, por esa razón y me encantaba ver el salón de clases, me recordaba a cuando era pequeña, me motivaba ver cómo era la maestra de mi hermana, siempre iba a los festivales con mi mamá. Termino esa etapa de mi vida y concluí mi educación secundaria, estaba aún más feliz porque ya iría a la preparatoria, era un logro más en mi vida, siempre me ha gustado la escuela, y ya quería entrar a la preparatoria, yo quería en un principio entrar al cobaez plantel 1 Zacatecas, por influencia de que ahí entrarían mis amigas, y porque dicen que dan una buena educación, y mis papas estaban de acuerdo, pero conforme pasaban mis vacaciones, me daba cuenta que como era muy seria, y estaba en otra escuela, no tenía amigos en donde vivo, yo como toda adolecente quería salir y me sentía triste por ello, entonces decidí entrar a la preparatoria que está en mi comunidad, no sabía si era muy buena o no, pero tome esa decisión y mis padres como siempre me apoyaron. Y así fue comenzando el ciclo escolar entre al CECyTEZ EMSaD, de mi comunidad, es una preparatoria nueva apenas habían salido 4 generaciones antes de mí, es una preparatoria chica aún está en salones improvisados, pero me sentí muy a gusto en ella desde el primer día que entre a los cursos, yo sacaba ventaja pues iba más adelantada que mis compañeros pues me enseñaron mucho en la secundaria, hice amigos rápido, los maestros de primer año eran muy buenos maestros, después en segundo de cambiaron de escuela y solo quedaron dos


buenos, con ellos tuve una relación muy buena los dos siempre me apoyaron y me ponía a platicar con mi maestro de biología, sobre la educación, sobre los problemas que se viven en la actualidad , él me decía que si yo seguía pensando así y me esforzaba sería una excelente maestra, y los demás, eran de esos maestros que no estudiaron para ello, ellos estudiaron otra cosa y no sabían enseñar nada, ese es el gran problema que personas como ellos le quitan el trabajo a los docentes que en realidad estudiaron. Comencé a construirme muchos imaginarios en mi cabeza, creyendo que ser educadora era fácil, me deje llevar por esas creencias y mitos sociales. Para terminar el año, nos llevaron a la exposición de universidades a campus siglo XXI de la UAZ, para que viéramos las opciones, yo lo único que quería buscar era a la normal, pero no la encontré, pregunte desanimada a mi profesor y me dijo, la normal no es de la UAZ, y aparte ellos no hacen promoción porque la normal es de mucho prestigio y tiene mucha demanda, ahí no aceptan a cualquiera, pero tú no eres cualquiera, estudia mucho para que logres quedar, y fue ahí cuando me comenzó a dar cuenta que no sería fácil, pero yo no me iba a rendir porque ese era mi sueño. estuve pendiente desde meses atrás esperando la convocatoria, diario entraba a revisar, hasta que un día, por fin llego, y comencé a juntar mis papeles, el día de la ficha mis papas que siempre me han apoyado, me llevaron a la normal, nos fuimos desde las 4:30 am a formar porque nos dijeron que ahí se hacía mucha fila y se llenaba y ya no me tocaría ficha, y ahí permanecí formada hasta las 8:am, afuera de la escuela, estaba lloviendo y con mucho frio, cuando por fin llego mi turno, tuve un problema, mi constancia no estaba hecha como la solicitaban, entonces me regresaron por una hasta donde vivo, mis papas ya se habían ido y sentí que se me cerraba el mundo, llame desesperada a mi papa y llego por mi y fuimos al CECyTEZ por otra constancia. Regrese, volví a esperar, subí a hacer mi registro en línea y cuando termine otro problema, me solicitaban mi talón de banco y se lo había llevado mi mama, entonces regrese de nuevo hasta mi casa que está a una hora de camino,


desesperada y mi papa me dijo no te pongas así todo tiene solución vamos a llevarlo, lo llevamos y me dieron mi ficha, de regreso platicábamos mi papa y yo pues yo estaba triste, decía que porque me pasaban solo cosas más las a mí, mi papa me dijo –tranquila a veces la vida nos pone más retos a superar y dificultades para conseguir lo que quieres, y eso solo es para que luches y te esfuerces más por lo que quieres tú vas a quedar-. A partir de ahí me dedique a estudiar para mi examen de admisión, llego el día de mi examen, estaba muy nerviosa, pero termine de contestarlo todo, aunque sentí que pude haber dado más, solo me quedaba esperar, era muy angustiante el pensar en que no pudiera quedar pues era mi única opción, no presente examen en otra parte, por un momento pensé en solicitar en otra carrera, pues la gente me decían¿ que no iba a quedar, que era muy difícil, que ahí no quedaba nadie, que no soñara, pero no lo hice porque no me gusta nada más, era mi sueño de toda la vida ser maestra, mi papa me dijo que él sabía que era mi sueño no lo abandonara, que en caso de que yo no quedara no estudiara algo que no me gustaba, que él me apoyaba que lo intentara el año siguiente. Llego el día de los resultados me levante muy temprano y vi que ya estaba la lista, estaba temblando, al ver mi nombre entre las aceptadas llore de la felicidad, no me lo creía, corrí con mis papas a decirles, estaban muy contentos y orgullosos de mí, me dijeron que ellos sabían que yo lo iba a lograr, todos en mi familia me felicitaron mucho, ya estaba dentro ahora solo quedaba echarle muchas ganas y dar lo mejor de mí. Y así fue como yo llegué aquí a mi escuela normal, los primeros días me costó mucho trabajo estar aquí, porque al principio nos planteaban todo muy difícil, comencé a sentirme triste porque no me adaptaba con mis compañeras, me sentía sola, la carga de trabajos que tuvimos al principio me hizo estragos, sentía mucho estrés por todos los cambios tan grandes que estaba viviendo, por los comentarios malos de los maestros me desanime mucho y pensé en irme, en no seguir, pensaba ¿Por qué nos hablan así?, este es mi sueño porque lo hacen pedazos, tenía los ánimos bajos, sentí colapsar, pero conforme pasaron los días esas


tenciones se fueron rompiendo, en mi primera observación me enamore de los niños, las clases se volvieron amenas, ahora que he convivido con mis compañeras, les he tomado cariño y me siento muy bien con ellas, y he aprendido que no me debo de rendir porque es mi sueño, es lo que yo quiero ser en la vida, aprendí que los comentarios malos sobre la profesión, no son más que para que me dé cuenta lo que estamos viviendo y el compromiso tan grande que adquiriré con mi profesión, de las malas experiencias en mi infancia he aprendido la clase de maestra que no debo ser, pues todo lo que yo haga repercute en gran manera en la vida de un niño, lose por experiencia propia, de las buenas aprendí que si se puede ser un buen maestro por el ejemplo dado de mis profesores, en estos meses he aprendido tantas cosas que me hacen comprometerme cada día mas, y hacer que me aferre más a mi sueño, mi ideal. El esfuerzo de estar aquí se lo debo a las personas que me dijeron que sonar no es tonto, que debo seguir mis sueños y jamás rendirme, esas personas admirables son mis padres siempre apoyándome, son las personas más importantes en mi vida pues ellos siempre han estado con migo, creyendo en mí, jamás me han dejado sola han sido mi brazo fuerte, yo no tuve influencia familiar por la docencia, a mis papas no se les dio la oportunidad de estudiar, para ellos sus hijos somos su orgullo y para mi ellos son el mío. A dios le doy gracias por darme los papas que tengo, por darme la vida que tengo y por ponerme en este camino, por ponerme todos los retos a los que me he enfrentado pero que me han traído aquí y hacen que me esfuerce mas cada día, si yo estoy aquí ahora es porque aquí es donde debo estar, siento que mi misión en la vida es esta, mi vocación, y que todo lo que tenga que pasar, sean cosas buenas o malas, son parte de mi formación como docente, y aceptó el reto, de ser mejor cada día, y lograr llegar a ser una buena maestra, que en realidad haga algo por mi sociedad, por los niños, en nuestras manos esta saber hacer de esos niños unos adultos ejemplares el día de mañana. Esta es mi vida, este el sueño de toda mi vida, y no me daré por vencida.


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