¿CÓMO MOTIVARME Y CONCENTRARME? El motivarse a realizar tareas ligadas al estudio y/o al trabajo y mantener la concentración mientras se llevan a cabo puede representar un gran desafío, debido a la parte de nuestro cerebro, la parte más primitiva, que nos invita a buscar la recompensa inmediata, dándole prioridad a aquellas actividades que son fáciles y entretenidas, evitando, o postergando lo más posible, aquellas acciones que implican un mayor esfuerzo. A esto se le llama procrastinación.
PROCRASTINACIÓN Aplazar las actividades que deberían atenderse, sustituyéndolas por actividades más agradables: ver series, revisar las redes sociales, ver videos de comida, jugar en línea por horas, chatear o hasta incluso quedarse acostado mirando el techo por varios minutos seguidos. Todos procrastinamos, porque tendemos a hacerle caso a la parte de nuestro cerebro que es más primitiva y no a la parte que toma las decisiones racionales. Cuando esto se prolonga, comienzan a florecer emociones de culpa, frustración, temor, ansiedad y/o rabia con uno mismo, como cuando tienes todo un mes para escribir un ensayo, pero lo vas dilatando hasta que te queda solo la noche anterior a la fecha de entrega para hacerlo.
Cantidad de tiempo y esfuerzo dedicado
Fecha en que se asigna la tarea
Fecha en que se entrega la tarea
Todos procrastinamos y es poco probable que esta actitud mental se elimine por completo, pero sí hay estrategias que puedes implementar para disminuirla y aumentar la motivación que sientes para cumplir con tus actividades de estudio.
Toma conciencia de tus distracciones, identificando aquellos elementos que llaman tu atención y te alejan de la tarea planteada como objetivo.
Divide la tarea en metas pequeñas, claras y específicas. La mayoría de las veces, si aplazas una actividad constantemente, es porque tu cerebro lo ve como algo muy complejo de abordar y que le implicará un gran gasto de energía. Empieza por acciones cortas y será más fácil.
Aplica la “técnica de los dos minutos”. Lo más difícil siempre es comenzar, salir del estado de reposo y ponerse en movimiento. Por eso, una buena idea es proponerte realizar una tarea por tan solo dos minutos y luego parar. En ese momento, te darás cuenta de que lo que tu cerebro veía como algo “amenazante”, en realidad no lo era tanto y te animarás a continuar.
Busca a un compañero para que se motiven mutuamente. Cuéntale acerca de tus objetivos diarios en torno al estudio y pídele que te monitoree. Puedes hacer lo mismo por él o ella. Cuando se le debe “rendir cuentas a alguien”, uno se moviliza más para cumplir a tiempo con las responsabilidades.
Identifica por qué es importante para ti el estudiar. Si sabes el valor que tiene para ti ese objetivo y te lo recuerdas constantemente, te sentirás más motivado a avanzar hacia el logro de esa meta.
Usa la “estrategia de motivación”, derivada de la Programación Neurolingüística, considerada la ciencia de cómo dirigir la mente de manera óptima para lograr los resultados que uno desea. Es una técnica de visualización que consiste en conectarse con todo lo positivo que traería el cumplimiento de cierto objetivo. Debes cerrar tus ojos e imaginarte a ti mismo habiendo completado la tarea, conectándote con todas las emociones positivas asociadas a ese logro y diciéndote, mentalmente, una frase motivadora que te lleve a la acción, por ejemplo, “Dale, tú puedes, esto es fácil” (la frase la eliges tú). Repite esta visualización varias veces. Cada vez que tengas que emprender una tarea que te sea difícil o que te den ganas de aplazar, repítete la frase y notarás cómo surgen en ti las ganas para llevarla a cabo.
¿Cómo aumentar la concentración? Una manera de aumentar la concentración es aplicar técnicas de atención plena o mindfulness que te permitirán, de a poco, entrenar tu mente para que se enfoque en el momento presente. Uno de estos ejercicios es el de respiración consciente que consiste en mantener tu atención en tu respiración, notando cómo el aire entra y sale por la nariz y tomando conciencia de los cambios que ocurren en tu cuerpo con cada inspiración y espiración. Una y otra vez. De esta manera, te concentras en tu respiración, deteniendo pensamientos y emociones poco constructivos. Puedes aplicar esta técnica antes de comenzar a estudiar o en el momento que estimes conveniente. Inicia con solo 5 minutos y luego, en la medida que puedas, aumenta la duración del ejercicio.
Recuerda que, si queremos resultados distintos, no podemos continuar haciendo lo mismo, por lo que si sientes que necesitas aumentar tu motivación y concentración, te invitamos a poner en práctica las estrategias mencionadas para que vivas sus resultados.
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