El horror de killgore lake chuan lópez 1º a bach

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Los siguientes documentos que se dispone a leer sobre el caso de “Kilgore Lake” deben mantenerse en el más estricto de los secretos y cualquier indicio que afirme que información referente a él ha sido filtrada será considerado alta traición:

Llegué el 26 de Enero a la pequeña localidad de Kilgore Lake. Las calles del pueblo se hallaban completamente desiertas y el gélido viento invernal me helaba hasta los huesos. Fue el recibimiento más cálido que me habían dado desde que me uní al cuerpo. Harto de esperar a que alguien viniera a recogerme encendí un cigarrillo y me apresuré hasta el albergue más cercano para no coger una hipotermia. De camino al albergue reflexioné sobre el caso; jóvenes desaparecidos en las localidades del condado, llegar a un pueblo fantasma en las montañas y en pleno invierno, el poli que investiga solo… Todo me recordó al comienzo de una historia de terror y no pude evitar esbozar una sonrisa ante esa tonta idea, esto era la vida real, no una de esas ridículas novelas de vampiros u hombres lobo. En unos pocos minutos llegué a la entrada del albergue, llamé y enseguida escuché a alguien: -Adelante-dijo. Al entrar divisé a quien había respondido. Era un hombre menudo y algo rechoncho que se hallaba detrás del mostrador. -Buenos días, -le dije-. Necesito alquilar una habitación. -Sí, por supuesto señor… -Phillips, Ethan Phillips. -Bien, señor Phillips -me dijo, mientras me daba un formulario para rellenar y la llave de la habitación- ¿Qué le trae al pequeño pueblo de Kilgore Lake?

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-Soy de la policía del condado, -mentí-. Investigo el caso de los jóvenes que están desapareciendo por todo el territorio, -en ese momento noté como la expresión de la cara del hombre cambiaba-. Según los informes fue aquí donde desapareció el primer chico, ¿sabe usted algún dato que pudiera ser relevante para la investigación? -Me temo, señor, que aunque todos en el pueblo nos sentimos muy apenados, no creo que nadie en el pueblo tenga algo de importancia que compartir -contestó un tanto nervioso. -Bueno, de todos modos me quedaré por aquí unos días. Le devolví el formulario rellenado, cogí las llaves y me dirigí a mi habitación para dejar mi equipaje. -De acuerdo, si necesita algo pregunte por mí: Howard Masson. Hice bien al mentirle al encargado sobre mi trabajo. Algo en su tono de voz me hizo sospechar, así que de momento sería mejor que pensaran en mí como un miembro más de la policía del condado. Normalmente el FBI deja este tipo de casos a los agentes de las respectivas áreas y no interfiere con ellos, pero esta vez se interesaron cuando oyeron hablar de estas desapariciones y decidieron mandarme a investigar. Me pareció bastante extraña esta decisión pero ¿quién soy yo, un simple agente, para contradecir a los jefes? La verdad, no esperaba encontrar nada distinto a un caso de los que lleva la policía normalmente, pero algo en la respuesta de ese hombre me hizo, como ya he mencionado antes, sospechar que aquí había algo más. Mi habitación, como imaginaba, no era nada especial, paredes y suelo hechos de madera, una pequeña estufa, una cama con varias mantas, un cuarto de baño bastante claustrofóbico… ¿Por qué no podía tocarme por una vez un hotel de cinco estrellas? Sin embargo, la habitación tenía una ventaja, una gran ventana con un pequeño banco al lado y desde la cual se podía contemplar todo el pueblo. Dejé mi equipaje en un lado de

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la habitación y acto seguido me derrumbé sobre la cama, agotado tras un día y medio de viaje. Mientras caía dormido me pareció oír aullidos a lo lejos, pero no les di importancia ya que el pueblo se encontraba al lado del bosque. A la mañana siguiente me levanté pronto, tomé un desayuno frugal en el restaurante del albergue y me dirigí a dar una vuelta por el pueblo con el fin de preguntar a la gente. Aunque a mi llegada me pareció una localidad fantasma, descubrí que el pueblo era habitado por una gran cantidad de gente, pero me llamó aun más la atención el hecho de que prácticamente no había menores de edad. Consulté el tema con varios de los ciudadanos, los cuales me respondieron todos lo mismo y, claramente, mintiendo. Ellos aseguraban que los jóvenes se levantaban pronto para ir a la escuela todas las mañanas ya que ésta estaba en la localidad más grande del condado. Sin embargo, yo mismo vi durante la mañana, aunque muy brevemente, a unos niños jugando detrás de una casa, los cuales huyeron despavoridos al verme. Cada vez empezaba a parecerme más una historia de terror. Al final de la tarde volví a mi habitación con más preguntas que respuestas, este pueblo cada vez me escamaba más. Sin embargo mis divagaciones se vieron interrumpidas por una imperiosa necesidad de utilizar el cuarto de baño, seguramente, pensé, debido a que algo del desayuno se hallaba en mal estado. Después de unos cuantos minutos, los cuales parecieron horas para mí, me decidí a salir del cuarto de baño. En el mismo momento en el que salí escuché en la puerta de mi habitación el sonido de una llave girando, rápidamente fui a ver qué ocurría y descubrí que me habían encerrado. Golpeé repetidas veces la puerta y grité a Howard que me abriera la puerta, pero nadie contestaba. Finalmente, furioso, decidí abrir la ventana y deslizarme desde ahí hasta la calle. Mi habitación estaba en un segundo piso así que bajé sin ningún contratiempo.

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Cuando llegué a la calle me di cuenta de que había olvidado mi chaqueta, así que me apresuré hacia la entrada principal del albergue para hablar con Howard y solucionar este tema cuanto antes. Al momento llegué al recibidor, pero no encontré a nadie y las luces se encontraban apagadas. Cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, pude vislumbrar un pequeño rayo de luz que salía de una puerta al fondo de la sala. Me acerqué, abrí la puerta con extremo cuidado y me encontré con unas escaleras que bajaban a lo que supuse que sería el sótano o la bodega. Conforme bajaba empecé a escuchar lo que parecían unos cánticos en una horrible lengua que jamás había escuchado antes. Cuando alcancé el suelo del sótano procedí a esconderme rápidamente para que nadie se percatara de mi presencia.Lo que contemplé en aquella sala aclaró mis dudas. Alrededor de una extraña figura geométrica pintada en el suelo, de la que estaba seguro no aparecer en ningún libro de geometría, se hallaban varias personas, entre ellos Howard, entonando esos horribles cánticos. En el centro de la figura estaba una chica de unos dieciséis años atada de pies y manos. Ellos siguieron contando y moviendo los brazos durante unos minutos, hasta que de repente se detuvieron y de un tarro sacaron lo que por su forma parecía alguna clase de droga, que obligaron a ingerir a la chica. Al momento, la chica comenzó a convulsionar y a gritar. Saqué mi pistola dispuesto a acabar con ese extraño ritual, pero lo que pasó en ese momento me dejó paralizado. Una pequeña nubecilla de humo apareció de repente y al disiparse pude contemplar una bestia indescriptiblemente horrible cuya apariencia recordaba muy vagamente a la de un perro. Con una velocidad sobrenatural la bestia se abalanzó sobre la joven a la cual procedió a despedazar. Preso del pánico, huí, tan silenciosamente como pude, escaleras arriba y salí corriendo del edificio. Llegué a un pequeño callejón en el cual me refugié y donde a continuación no pude evitar vomitar debido al macabro espectáculo que

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acababa de contemplar. Entonces lo comprendí todo: por eso el FBI me mandó a investigar, ellos sospechaban que algo así pudiera estar pasando, pero ¿qué demonios era esa cosa del sótano y por qué parecía que la invocaban? Cuando pensaba que había encontrado respuestas aparecían nuevas preguntas, pero, antes de investigar de nuevo, saqué rápidamente el teléfono y llamé al cuartel para informar. -¿Diga? -preguntó una voz al otro lado del teléfono. -Jefe Johnson, menos mal que ha contestado usted, -le dije-. Algo extraño está pasando en este pueblo. Como sospechaba los jóvenes secuestrados fueron traídos hasta aquí, pero parece que la gente de este pueblo pertenece a alguna clase de secta y se dedican a sacrificarlos a alguna especie de animal del bosque, -mentí sobre esta última parte para que no me tomara por loco-. Temo que todos los habitantes del pueblo estén implicados, necesito que envíen refuerzos. -Tranquilo, Phillips, me temo que la situación es lo que temíamos, mandaremos refuerzos inmediatamente, -me dijo para tranquilizarme-. Hasta entonces haga como si no pasara nada y procure no llamar la atención. -Así lo haré jefe -y colgué el teléfono. -No debería haber visto nada de eso, agente Phillips -dijo una voz detrás de mí. Al instante me giré y contemplé la figura de Howard con las pupilas dilatadas, con sangre por toda la cara, la cual yo esperaba que fuese suya, y portando un hacha. -Si se hubiera ido del pueblo, como le sugerí, tal vez habría vivido más –dijo, mientras levantaba el hacha, dispuesto a atacarme. Conseguí evadir su golpe y agarrar el mango del hacha. Forcejeamos y salí despedido. ¿Cuánta fuerza tenía ese hombre? Se acercó hacia mí para darme el golpe de gracia e hice lo único que podía hacer: saqué mi pistola de la funda y le disparé cinco veces. La primera bala le mató, el resto fueron para desahogarme. Su cuerpo cayó a plomo en el

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callejón, pero gracias a la gran capa de nieve, el sonido que ocasionaron los disparos y la caída, se amortiguó y apenas se escuchó a unos pocos metros. Escondí el cadáver en lo más profundo del callejón. A continuación, notifiqué este percance al cuartel, y tras eso corrí velozmente de vuelta a mi habitación, donde no pude pegar ojo durante el resto de la noche por temor a que vinieran a por mí. Al día siguiente, ni siquiera me molesté en salir de la habitación. Si me dedicaba a investigar por el pueblo, podrían tenderme una emboscada. Así que saqué una bolsa de patatas que guardaba entre el equipaje y me dediqué a pasar las horas observando desde el gran ventanal de mi habitación mientras comía. Cuando anocheció, me extrañó ver a un gran número de personas dirigiéndose hacia la iglesia del pueblo, lo cual aún me extrañó más ya que mientras estuve investigando ese edificio permanecía cerrado porque, según el letrero de su puerta, el pastor local estaba de viaje. Así que, en cuanto la fila de gente desapareció de la calle, abandoné mi habitación y me deslicé tan sigilosamente como pude por las calles hasta llegar a la puerta de la iglesia. Al acercarme para abrirla, escuché de nuevo esos horribles cánticos de la noche anterior, pero esta vez se oía algo más, una frase que repetían con mucha frecuencia y que usando nuestro alfabeto podría escribirse así: “¡Iä! ¡Iä! ¡Yog-Vakoll!”. No tenía ni idea de lo que significaba pero no hacía sino darle un toque más siniestro al ya de por sí lúgubre canto. Al final me decidí y abrí lentamente la puerta, lo justo para poder deslizarme dentro del edificio y refugiarme detrás de una columna cerca de la puerta. Hasta que no estuve detrás de la columna no tuve tiempo de ver nada, pero nada más entrar percibí ese olor, el mismo que en aquel caso de Los Ángeles… Olor a muerte. Mi olfato no me engañaba. En cuanto pude, asomé la cabeza y contemplé aquel horror. Todos los objetos decorativos de las paredes habían sido arrancados y en su lugar sólo

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estaban esas extrañas formas geométricas pintadas con sangre. En el centro de la iglesia encontré los objetos de las paredes, estaban puestos formando una enorme figura y en el centro de esta se hallaban varios cadáveres. Las náuseas aparecieron otra vez. Entre los cadáveres, pude apreciar que se hallaba el de Howard. No podía ser cierto. ¿Sabían que estaba muerto y sin embargo no buscaron al culpable? ¿Por qué? Alrededor de la mencionada figura se hallaban por lo menos cincuenta personas, todas realizando el horrible cántico. Una parte de mí quería ir hacia ellos y acabar con todo esto, pero ese sonido, casi hipnótico, me impedía moverme, así que me mantuve escondido tras esa columna observando los acontecimientos. De pronto toda la estancia comenzó a temblar y de la enorme figura en el suelo surgió una gran nube de humo y, con ella, el ser más horrible que jamás hube contemplado. Su apariencia era casi idéntica a la de la bestia que había visto la noche anterior, pero su estatura era tal que apenas cabía dentro del edificio y sus ojos eran negras cuencas que reflejaban el oscuro vacío del que provenía tal horror. Casi al mismo tiempo que la bestia apareció, otras iguales más pequeñas comenzaron a surgir de todos los símbolos trazados en las paredes. Entonces se hizo el silencio. Uno de los ciudadanos pronunció algo en un lenguaje que no pude comprender, y esperó en pie ante la criatura. Pasaron los segundos y la multitud empezó a ponerse nerviosa ante la impasibilidad de la bestia, hasta que, de repente, levantó la cabeza y profirió el aullido más desgarrador que había oído nunca. Casi al unísono, las criaturas más pequeñas que aguardaban agarradas a las paredes comenzaron a desaparecer y reaparecer cubiertas de humo, se situaban junto a uno de los ciudadanos y procedían a decapitarlo con sus fauces. La gran bestia hizo lo mismo.

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Durante unos minutos cundió el pánico, hasta que al final no quedó nadie con vida. La bestia olfateó el aire y dirigió sus ojos, negros como la noche más oscura, hacia la parte del edificio donde me encontraba. Estaba…mirándome a mí.

Este fragmento de diario fue hallado en el cadáver decapitado del agente Ethan Phillips a las 7:06 del día siguiente a la última entrada escrita. El cadáver fue encontrado en la iglesia, junto con unos sesenta cuerpos más. Todos

se

encontraban en el mismo estado, decapitados, cubiertos por una desconocida sustancia azul, la cual está siendo analizada en el laboratorio y, a diferencia de lo descrito por el agente Phillips, no se ha encontrado ningún rastro de sangre ni en el edificio ni en ninguno de los cuerpos. Sin embargo, sí que se descubrieron unas enorme huellas que recordaban a las de un cánido adentrándose en el bosque. Ante las evidencias encontradas se ha procedido a bloquear todas las rutas que pasaban por la zona y se ha borrado toda prueba que indique la existencia de la localidad de Kilgore Lake. No se preocupe, señor presidente: Génesis se encargará de esto. Firmado: Andrew Johnson

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