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EDITORIAL
Redactores: -Berenice Villa Lugo -Karen Melissa. Vélez Pérez -Bryan Said Torres Enríquez Diseño: - Berenice Villa Lugo -Denisse Itchel Adrián Gutiérrez Patrocino: Bonebrakers Filial Taxco
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INDICE
La Flor de Cuetlaxochitl----------------- pag.4 El Puente del Diablo ------------------------ pag.5 Callejรณn Hundido -------------------------- pag.7 Cristo del santo entierro ------------------pag.8 Calavera del padre Higuera ------------------pag.11 Los Arrastrados de la calle de Escobar--- PAG.13 Dios Darle a Borda y Borda Darle a Dios-----PAG.14 Leyenda del padre francisco ---------------- pag.16
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La Flor de Cuetlaxochitl
Cuenta la leyenda que en la época en que los aztecas dominaban la mayor parte del país, en el pueblo de Tlachco hubo una gran sublevación por parte de la tribu de los chontales, que no estaban dispuestos a pagar tributos al rey Moctezuma. El monarca al enterarse de la respuesta de los chontales, mandó un poderoso ejército que puso fin a la rebelión, dejando a su paso muertos en lo que hoy es Taxco, en donde quedaron las huellas de sangre de los mencionados chontales crecieron unas hermosas flores de color sangre que significaban el espíritu de los derrotados chontales. Cuando el rey de los aztecas: Moctezuma tomaba un descanso por el pueblo de Tlachco (ahora Taxco) que tenía fama entre los nombres aztecas por su clima único (hasta la fecha), el emperador azteca encontró entre los cerros a esta hermosa flor que crecía como planta silvestre, este la llevo a sus jardines botánicos de Huaxtepec (cerro de guajes hoy centro vacacional de Oaxtepec entre Cuernavaca y Cuautla) donde se dedicó a su cultivo. Elaboro: - Berenice Villa Lugo
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El Puente del Diablo La leyenda nos narra que hace cientos de años existía en los vericuetos de una de las barrancas de Taxco, un matrimonio indígena que, no obstante su ignorancia, creía en la existencia de un ser superior a sus dioses. Ese matrimonio se componía de cinco hijos, siendo el primogénito: Juan, quien a sus diecisiete primaveras sentía latir su corazón y hervir su sangre por el amor de una doncella bronceada por el sol y templada en los quehaceres domésticos. Ambos se conocían a pesar de que uno vivía a un lado de la barranca y la otra al lado opuesto. El amor no se hizo esperar y vino el idilio en medio del más riguroso sigilo por temor a los padres. El ¡indígena enamorado tenía que atravesar la barranca a cada cita de amor, pisando con mucho cuidado sobre las piedras que formaban el tapándole para no resbalar, ya que la oscuridad de la noche hacía más difícil la travesía para llegar hasta la amada. Los intervalos del tiempo que sucedían eran aprovechados para decirse cosas bonitas. Cosas de amor, cada vez que el amado tenía la dicha de atravesar el barranco, en medio de la densa oscuridad de la noche. En una de tantas travesías. Y al borde del barranco por donde pasaba. Estaba sentado sobre una piedra, un apuesto mancebo vestido a la usanza de la época, quien al ver venir a Juan, se levantó saludándolo por su nombre. Asombrado Juan, le preguntó: ¿quién eres tú y cómo te llamas? Contestando con mucha cortesía, el desconocido dijo: soy tu amigo, quiero ayudarte a pasar esta barranca tan oscura. Juan le dijo: ¿en qué más me puedes ayudar? Y el amigo contestó: soy poderoso y colgaré un puente para que pasemos los dos. Inmediatamente apareció un puente colgante. Vente, te acompaño a pasar, le dijo y ambos se dirigieron al lugar. Juan llegó hasta donde lo esperaba la enamorada novia. Él, nervioso e inquieto más de lo 5
acostumbrado, sentía que su corazón daba vuelcos por una incertidumbre interior, y pronto se despidió de ella encaminando sus pasos hacia el puente. Ahí sentado lo esperaba su amigo. Siempre afectuoso y atento, quien aprovechando cualquier movimiento de Juan. Ya que no podía penetrar su pensamiento. Pero si sus acciones, volvió a interrogarle: ¿quieres que te siga ayudando, ya que te he escogido para mi amigo? Lo haré, pero eso sí, necesito de ti una recompensa, y será que el primer hijo de tu matrimonio me lo des en cuerpo y alma. Ante tal petición, Juan se estremeció. No te extrañes, dijo el mancebo, dame un abrazo en señal de compromiso, y quedaré estampado en tu propio cuerpo, ya que no sabes escribir para que lo hicieras con tu propia sangre. Retrocedió el indígena quien en ese instante se acordó e hizo lo que el fraile-misionero le había enseñado: temeroso y agitado hizo la señal de la cruz. Instantáneamente el diablo, que era el mancebo qué le acompañaba, se hundió en el abismo de la oscuridad, crujió él puente y todo quedó en la nada, solo permaneció, un olor pestilente a pólvora y azufre quemado. Solo Juan y el barranco fueron testigos de esta leyenda. Hoy, el puente de Navarro, en aquel entonces, anonimato del lugar.Elaboro: Karen Melissa. Vélez Pérez
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Callejon Hundido Cuando la naturaleza de Tetelcingo vestía el ropaje de su virginidad esplendorosa aún no mancillaba por el pie del audaz conquistador hambriento de aventuras, esa diosa campirana se extasiaba luciendo su ropaje de oro y tul, bajo un cielo trazado por el pincel de una policromía azteca. Sus remansos cristalinos no dejaban el cascabeleo de sus ondas ensoñadoras, al igual que las alondras mañaneras trazando en el espacio su zigzagueante revolar. El céfiro nocturno acariciaba ese manto de quietud, invitando a sus pocos moradores al descanso en la noche. Mientras que el reverberéo de las estrellas se estrechaban en un lazo sonámbulas de amor. En medio de ese paisaje de quietud tendió su figura fantasmal un suceso extraordinario e increíble a la vista humana. Un hogar humilde encajado halla en la espesura del boscaje. Fue el actor de ese escenario de sombras y de terror. Las creencias divergentes de los padres e hijos se revolvían cual volcán en erupción. Los primeros creían ciegamente en la existencia de un ser superior a sus dioses y que estaba en los cielos y en la tierra; mientras que uno de sus amados hijos mantenía vivas en su corazón las creencias ancestrales: idólatra acendrado rindiendo culto al sol, la luna, el agua y las estrellas. Un mal día de augurios borrascosos los padres iracundos le exigían en medio de amenazas infernales a que rindiera adoración al ser que ellos creían grande, omnipotente. Llegando al colmo de la riña. El hijo en medio de su abstención petrificaba, lanzó amenazas de muerte a sus progenitores si no cesaban en su loco empeño, al fin la tromba se ensanchó y vino la borrasca, los padres cegados por la ira levantaron los brazos al cielo en forma de cruz, y tirados en el suelo arrojando espuma por la boca lanzaron contra su hijo el anatema más horrendo y terrible de la vida ¡maldito! ¡Maldito!... que tus dioses te arrojen al abismo infinito del castigo y del tormento; quedando enseguida sema-inconscientes por el histerismo del momento. Elaboro: Bryan Said Torres Enríquez 7
Cristo de Santo Entierro Dice la leyenda que en una noche clara y cálida de la estación primaveral, cuando los Frailes dormían tranquilamente después de un día de arduas labores, interrumpió de repente la quietud de la noche una serie de golpes dados con suma desesperación en la puerta del Convento, al punto levantándose presurosos los Frailes creyendo que se trataba de un caso de importancia, como que algún fiel necesitara de ellos; pero cuál sería su sorpresa al abrir la puerta cuando no encontraron persona alguna y sólo estaba una mula que cargaba un voluminoso bulto. Trataron de encontrar al dueño creyéndolo en las cercanías, pero al no encontrarlo, decidieron albergar por esa noche a la mula de tan extraña procedencia. Después de introducir a la mula al patio del Convento (hoy escuela Juan Ruiz de Alarcón.) Se retiraron nuevamente a su tranquilo reposo en espera que al día siguiente se presentara el dueño a reclamar su animal y su pesado bulto. A la mañana siguiente, el hermano portero decidió llevar un poco de alfalfa y agua a la mula, pero mayor fue su asombro al encontrarse con que el animal había desaparecido, al instante corrió a dar aviso al padre superior, mismo que fue a verificar si el bulto también hubiese desaparecido, pero ante la expectación de todos, el bulto 8
ahí estaba. Al pasar algunos días, ninguna persona se presentaba a buscarlo y los Frailes impacientes decidieron abrirlo para investigar su contenido, cuidadosamente fue abierto, una gran sorpresa se llevaron al ver que el empaque guardaba un crucifijo, una bella escultura con goznes que le permitían mover los brazos, hombros, rodillas y cuello. Otro aspecto milagroso de este acontecimiento fue que sólo faltaban siete días para la celebración de la Semana Santa, y esta imagen sirvió a los Frailes para la celebración de la Crucifixión y Santo Entierro. Se hizo una investigación para saber si alguna caravana había pasado por ese lugar, y que la mula con esta escultura se hubiera desviado, pero no se encontró ninguna cerca, por lo que la procedencia del animal, aún está en él misterio. Esta imagen es actualmente muy venerada por el pueblo taxqueño, y se encuentra en el sitio en donde llegó: el Convento de San Bernardino. Y en nuestros días, al morir la tarde de los tristes Viernes Santos, esta preciosa imagen de Cristo es sacada en Procesión por el pueblo devoto y creyente de Taxco. Esta procesión del Santo Entierro, es una de las más impresionantes de las que se efectúan en las torcidas calles del Taxco colonial. El Cristo del Santo Entierro es colocado en una hermosa urna que donó la anciana devota Doña Félix Ramos (viuda de Gutiérrez) y va en hombros de doce personas vestidas de negro y descalzas, pertenecientes a su cofradía. Por el decir de estos cargadores del Santo Entierro, terminan cansadísimos y muy fatigados por el peso. Este convento desempeñó durante el periodo de la independencia de México una gran misión histórica, ya que en el interior de su recinto se celebraron las juntas preliminares tendientes a obtener la Independencia de Nuestra Patria, tomando parte muy activa el guardián del mismo Convento, fray Agustín de León de Leal y los demás frailes que estaban bajo su custodia. 9
Estando en este convento, el general realista don Agustín de Iturbide y fray Agustín de León de Leal quien persuadió al general a deponer su actitud ante la causa de la Independencia de la Nueva España; ante la lucha que sostenía el general Vicente Guerrero Saldaña dando por resultado el famoso Abrazo de Acatempan entre ambos generales. Este pacto fue el 10 de enero de 1821. Con este hecho se dio por terminada la lucha bélica, dando a México un gobierno independiente. En uno de los muros exteriores del templo existe grabada una placa relativa a este hecho y que el H. Ayuntamiento de 1921 mandó colocar. El lugar y la construcción del Convento son de estilo colonial y fue fundado por los padres Dieguinos quienes llegaron a México en 1580.
Elaborado por: Denisse Itchel Adrián Gutiérrez
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Calavera del padre Higuera Cuentan los ancianos que cierta vez, allá por los años de 1850 a 1860, hubo un sacerdote cuyo apellido era Higuera; que en ese entonces, oficiaba en el Ex convento de San Bernardino de Siena. Se dice que éste párroco, seguramente no conforme con su decisión, se dedicaba con frecuencia a la vida mundana, violando así los sagrados principios del "Sacerdocio", cuentan que en las noches acostumbraba recorrer varias calles visitando diferentes antros de vicio. Según se cree, este recorrido principiaba en las calle de las Estacadas, continuando por Becerra y Tanco. Seguía por la actual "Carretera Nacional" subiendo después por la calle de Santa Anna (hoy: Miguel Hidalgo); así como si no fuera largo el trecho que seguía por la calle del Ex convento, volviendo a tomar Becerra y Tanco, por último, subía a la Calle de las Estacadas llegando entonces al convento. Cierta vez recibió la visita de algunos fieles cuyo objetivo era informar al Padre de un extraño fenómeno, que tenía alarmada a la población. Le narraron que por las noches, en la ya mencionada calle rondaba cuesta arriba una calavera. El párroco, intrigado por la noticia; les recomendó que no se asustaran, que él más tarde iría al supuesto lugar de los hechos a comprobar si era verdad. Diciendo y haciendo, esa misma noche se dirigió a dicha calle y esperó pacientemente que sucediera el raro fenómeno sobrenatural. Pasado ya algún rato, presentándose la aparición, el Padre temeroso le dijo: Espíritu, seas por el bien o seas por el mal, este no es tu lugar. Decidme ¿qué buscáis en estas calles que son del domino de Dios?", a lo que la calavera le contestó con las siguientes palabras: "Soy la calavera del Padre Higuera y ando purgando condena". 11
Tras este acontecimiento desapareció el espanto y el Padre Higuera asustado, abandonó por completo la vida mundana que llevaba. Dedicándose entonces a la oración y a duras penitencias como eran de vivir a pan y agua y castigarse la espalda con un látigo de ocho tiras que él mismo se hizo. Un día salió del convento y montó un asno, echándolo a caminar sin rumbo fijo; se cuenta que tanto el Padre, como el animal, desaparecieron sin dejar huellas y sin volver a saberse nada de ambos.
Elaboro: Berenice Villa Lugo
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Los Arrastrados de la calle de Escobar
Cuenta una leyenda de Taxco de Alarcón que por allá por el rumbo de La Garita / La Vista, existe un Callejón muy poco conocido llamado: "Callejón de Escobar" justo por donde se localiza una enorme casa que se quedó sin terminar desde hace años y el cual termina justamente frente a la Cancha de Escobar, mejor conocida como El Frontón, a unos pasos del Puente de Ramonet. Dicen que ya sea de mañana, tarde o de noche, de repente cuando va caminando normalmente una persona, sobre todo hombre, de repente y cuando menos te lo esperas, simplemente alguien te arrastra... son logar poder ver nada, cuando logras percatarte de lo que está sucediendo, ya terminas junto a la gigantesca y emblemática Cruz de Piedra. Que por cierto fue construida precisamente para ver si cesaba este fenómeno paranormal. Aunque esto no ha surtido efecto del todo, ya que hasta la fecha la gente murmura que aún siguen arrastrando a las personas en este callejón. Elaboro: Karen Melissa Vélez Pérez
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Dios Darle a Borda y Borda Darle a Dios Una de las fortunas más fabulosas que en México se recuerdan, fue la del minero español Don José de la Borda Sánchez. Borda se hizo famoso por su prodigalidad, su caridad y magnificencia, sobre todo en materia piadosa, porque cuanto más riqueza daban sus minas, más derrochaba él en dádivas y servicios a la iglesia católica, por lo que llegó a aplicársele en los días de su mayor prosperidad y filantropía este refrán: Mote o Divisa: "Dios a darle a Borda... y Borda a darle a Dios". Era cuando construía a su costa la estupenda Parroquia de Santa Prisca en Taxco, cuando el dicho se ponía de moda, porque su mina de aquel lugar estaba en plena bonanza y el gran cristiano empleaba la plata que el fabuloso mineral le producía en erigir esta maravilla artística que hoy admiramos: gala y orgullo de Taxco, que ha inmortalizado a su donador. Todo Taxco era obra de Borda. Se dice que para que las casitas de la villa presentaran un bello aspecto panorámico, regalaba teja roja a los vecinos, logrando así el tono alegre de los tejados que son el encanto de la población. Amaba a aquel pueblo porque allí cerca y allí abajo, estaban las vetas argentíferas que le enriquecían y aún pueden verse en Temixco, los caminos que él mandó abrir para que pasaran las recuas cargadas de barras de plata hacia México, llamándose antiguamente a eso "La Conducta de la Plata". Pero lo que vino a darle más celebridad, fue la construcción del templo de Santa Prisca. Ella virgen mártir cuya festividad se celebra el 18 de enero y de la que era devoto el Sr. de la Borda desde su lugar natal en España. En esa joya colonial de la arquitectura, de la escultura y de la orfebrería, gastó el opulento minero una cuantiosa fortuna en sus últimos años. La iglesia la erigió para uso
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particular y poco antes de morir la donó al pueblo poniéndola a disposición del "Arzobispado de la Metrópoli". No así las joyas de oro y pedrería que mandara fabricar para los servicios divinos que se reservó y que a última hora, fueron a manos de la señora Josefa de Arosqueta viuda de Fagoaga, la que solventó algunos compromisos graves causados por su esplendidez. Según la escritura que se tiró al hacer, de la operación entre el Deande de la Catedral y la señora Arosqueta, dio fe el Escribano Real Don Antonio de Lima, documento que se halla en los archivos de la propia Catedral Metropolitana, el monto de la venta fue de $102,466.22 tomines, pagándose al contado $34,500 y el resto en anualidades de $10,000. Dio el permiso para esa transacción el señor Don Francisco Antonio Lorenzana, Arzobispo de México, Primado de las Españas y Canciller Mayor de Castilla del Consejo de su Majestad. Los padres de Don José de la Borda Sánchez, fueron Don Pedro de la Borda y Doña Margarita Sánchez. Al llegar a la tierra mexicana contaba con 16 años, era un joven modesto, mirada tímida, cutis de Ricardo, cabellera rubia y ojos azules. Trató de venirse a México al lado de su tío Francisco que se encontraba en Taxco, Gro. Siendo ya un hombre adulto sintió inclinación por la minería, se trasladó a varias partes de la república (como Zacatecas) para probar fortuna: pero donde mayor riqueza adquirió fueron las minas de Taxco, la Bermeja, el Pedregal, el Coyote y el Cerro Partido. En Tehuilotepec explotó las minas de la Hijuela y la de San Ignacio que le rindieron grandes ganancias. Diego Durán y el maestro de obras Don Juan Caballero, el costo total de la obra fue de $1,661,572; el proyecto de los retablos de la parroquia fue encomendado al autor del Altar de los Reyes de la Catedral de México, Don Isidro Vicente Balbás ayudado por otros grandes maestros. La Casa Borda también fue mandada construir por el rico minero Don José de la Borda en 1759, y fue utilizada como habitación de su propietario. Don José de la Borda murió en Cuernavaca, Morelos. , el 30 de mayo de 1778, por desgracia: pobre y abandonado. Elaboro: Bryan Said Torres Enríquez
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LEYENDA DEL PADRE FRANCISCO En la vida tranquila y apreciable del pueblo de Taxco, y dentro de las cosas que acontecen en la vida voy a narrar lo siguiente: corría el año de 1915, existía en esta población un señor de nombre Francisco que llevaba una vida desordenada que poco a poco resbalaba por la pendiente del vicio. Por aquel entonces, todo el que se moría, se velaba en una capilla del barrio al que pertenecía. En una ocasión en que se dirigía a su casa después de un día continuo de beber, al pasar por la Capilla de San Nicolás Tolentino, noto que estaba abierta y que velaba a alguien, se acercó y pregunto: ¿quién murió? A lo que uno de los asistentes contesto: Francisco, al oír eso se estremeció ya que Francisco era el mismo fue tanta la impresión que le causó, que al llegar a su casa, platicó a sus familiares lo que había visto, y les comunicó de su decisión de irse a un seminario, se fue a Puebla donde estudio con ahínco y se ordenó de sacerdote. Habían transcurrido algunos años, y su familia aún permanecía en esta ciudad. En una ocasión, en que se encontraba predicando en la ciudad de México, se quedó callado a los pocos minutos, que siguió predicando, explicó a los asistentes, que en esos precisos momentos, había estado en la ciudad de Taxco ayudando a bien morir a su Madre. Este fue un hecho inexplicable, de cómo una persona puede poseer dotes sobrenaturales, de estar en dos lugares distintos a la misma vez, porque efectivamente, se comprobó que a la hora en que él se encontraba predicando, dejaba de existir su querida madre, en la ciudad de Taxco de Alarcón. Elaboro: -Denisse Itchel Adrián Gutiérrez
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