Cabo de gata

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Elisa M. Moral

verano 2013 edici贸n 01



Con esta publicación quiero compartir las fotos que voy haciendo aquí y allá. No tengo otra intención, no soy profesional de la fotografía, ni del turismo. Tan solo me aprovecho de las herramientas que la tecnología aporta como forma de creación para ofrecer otra visión, la mía, de la realidad que nos rodea. Ojalá os guste. Elisa Mª Moral


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l Cabo de Gata no lo descubrí yo, me lo descubrieron más bien. Enamorados de una zona que dicen que fue salvaje, yo os diré que no, pero a la que yo era reticente por huir del sol. Sin embargo, tomándola de a poquito la he ido cogiendo el gusto.

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gran no vo lo rec ne su


S

e pueden encontrar lugares magníficos, pero cada cual que encuentre los suyos, nada de guías turísticas que lodestruir lo que quieren promocionar, oy a poner qué es cada cosa, si has ido, conocerás; si no, búscalo, cada cual tieus preferencias.

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Una historia no autorizada del cabo

En Los Escullos ha hubo asentamientos en el Mesolítico, mucho antes de que em que la cultura hippie. Los griegos bautizaron al Cabo de Gata como “promonto dalquilar, su pesca o sus salinas. Con el Islam pertenecieron a la República de Pechina, lleno de períodos de luc los genoveses desembarcaron en San José, ahora sus descendientes italianos d La expulsión de los moriscos causó prácticamente su total despoblación. A parti o ataques de piratas que provocaron la construcción de las baterías defensivas imaginar un resurgir gracias a la metalurgia, con el oro de Rodalquilar. Y hasta ahora, en que las líneas defensivas del parque se defienden por cuestió que conviven junto a playas idílicas, como es el caso de Carboneras.


mpezaran las fiestas actuales. En las Negras apareció la cultura del Argar antes orium Veneris” o montaña de Venus. Los romanos aprovecharon el oro de Ro-

chas y paz que contribuyeron a la fortificación de la zona, entonces fue cuando disfrutan de su playa. ir de ahí, la zona sufre plagas, grandes rebaños que contribuyeron a desertizarla de los Escullos o Rodalquilar. Con el tiempo se fue recuperando, incluso llegó a

ón de metros, se paralizan hoteles y se mantienen grandes empresas químicas 7


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ortificada con una línea defensiva, se pueden ver las torres a lo largo de toda la costa. Las torres avisaban de las incursiones de moriscos para que la población pudiera protegerse. En la actualidad muchas de esas torres, al perder su función, están en una situación degradada, por lo que ha surgido un movimiento de protección del patrimonio del parque solicitando su recuperación. Mientras tanto las torres se convierten en bellos adornos que jalonan la costa.


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a escasez de agua define el espacio natural. Las plantas se recogen sobre sĂ­ mismas para proteger toda la humedad que son capaces de atesorar. Pero eso no quiere decir que el ahorro de agua implique un ahorro de belleza, las plantas la crean en la tierra y en el mar., incluso donde parece imposible.


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Uno de los lugares más misteriosos de este mundo. Extraño lo que en él suce


ede. Casi nunca nada. Todo. Lleno y vacĂ­o.

AndrĂŠs Trapiello 13


ÚLTIMO CREPÚSCULO Demórate en la tarde: que tus ojos contemplen lo lejano, y tus pies refrenen la querencia ligera del camino. Dorada es la distancia y la tierra reclama una atención desnuda, un pausado mirar, una feliz tardanza. Demórate en la tarde, un momento, una hora si lo deseas. Pero entiende que es la última: que ninguna otra, acaso, habrás de contemplar alzada de ese modo sobre la faz del cielo. Entiende que no es junio quien así te ofrece esa luz, la indecisa dulzura de los aires, sino tu vida misma, posada en el paisaje: el mundo conjurado, de pronto, ante tus ojos. José Luis López Bretones


Y todo lo que existe en esta hora de absoluto fulgor se abrasa, arde contigo, cuerpo, en la incendiada boca de la noche. Josテゥ テ]gel Valente

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VÍSPERAS DEL MAR Todo lo toca el mar con sus orillas, su presencia no se hace nunca ambigua: una concreta luz, la declinante ondulación de las colinas, un camino terroso, poblado de retamas, la cualidad distinta y sugestiva de los aires y otras cosas que sería prolijo enumerar porque todo el mundo reconoce, nos anunciaron siempre esa inminencia azul, esa proximidad deseante y deseada que pronto aprendimos a enlazar con la esperanza. Más firme en la memoria, más perdurable que ninguna otra circunstancia vivida o simplemente imaginada es esa sensación de estar llegando después de mucho tiempo a sus provincias espaciosas: la sensación que nos remite finalmente a sus bahías, a su violento abrazo cumplido y luminoso. Todo lo toca el mar con sus orillas: lo anuncian unos pasos siempre iguales, una misma verdad indiferente al peso de los años, al cambio de los climas, al apretado cerco de piedra o de arenisca que envuelve y que detiene una presencia siempre idéntica. ¿Y qué lugar es este que nos llama, que quiere que corramos a su encuentro guiándonos inconfundiblemente hacia su dulce y rumoroso inicio? Todo lo toca el mar con sus orillas. Y en todos los paisajes, y en todas las palabras, en todas la pasiones ocultas o aplazadas hay algo contenido y fuerte que secretamente tal vez le corresponde. José Luis López Bretones


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por presencia, por ausencia o por la huella que ha dejado...


el mar estรก siempre presente

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V

iive la diffĂŠrence






grandes placeres

Disfrutar de una siesta a la sombra de un ca単izo



Mirar el ir y venir del agua


Desayunar a solas frente a un puerto que no huele mรกs que a mar mientras un gato caza cangrejos entre las rocas 31


CuĂĄntas cosas contrarias se barajan. El azul y su ausencia. La sal y el agua dulce. Frente al mar, la tierra dura y yerma... AndrĂŠs Trapiello


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