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La Cuaresma puede transformar nuestro corazón

"Levántense, no tengan miedo” Mt 17,7 por Blanca

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Polvo eres y en polvo de convertirás” escuchamos decir a quien nos puso la ceniza el miércoles 22 de febrero cuando iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Palabras que nos hacen pensar en nuestra fragilidad, humanidad y en nuestra necesidad y dependencia de Dios. Este tiempo nos permite adquirir la gracia que necesitamos para convertirnos más al Señor, para acercarnos a Él y prepararnos para vivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

El símbolo de la ceniza se explica en el documento de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el artículo 125 del "Directorio sobre la piedad popular y la liturgia": “El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fi eles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el signifi cado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.

El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma del presente año nos dice: “El evangelio de la Transfi guración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis”.

La ascesis son las prácticas y hábitos que sigue una persona para conseguir la perfección moral y espiritual. Según encontramos en Catholic.net, la ascesis, también llamada penitencia, es el esfuerzo humano que responde a la gracia de Dios, y es el medio por el cual el hombre se dispone y purifica su vida para que en ella se desarrolle en plenitud la vida divina. Este esfuerzo en nosotros los cristianos adquiere una

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