“El aguijón en la carne”
2 Corintios 12:5-11 Introducción En ocasiones tenemos una doctrina un tanto distorsionada de lo que realmente enseña la Palabra de Dios. Vivimos tiempos en las cuales creer en Dios es sinónimo de que todo deber un “camino de rosas”, donde el verdadero creyente no se enferma, no se equivoca, vive en prosperidad y su matrimonio es una balsa de aceite. Algunos enseñan un evangelio más propio del egoísmo humano que del Jesús resucitado. Otros van más allá en sus teologías de la enfermedad o de la prosperidad, del matrimonio o del nunca equivocarse. Ejemplo: ¡La enfermedad es fruto del pecado, porque un hijo del Dios verdadero, está más sano que una manzana! Puede que sí, puede que no. ¿Por qué? Hay enfermedades como consecuencia de pecado, - Sí – pero también hay enfermedades como consecuencia de que somos seres humanos y nos enfermamos. ¡Él que vive en miseria, en la pobreza, es como consecuencia del pecado! ¡Los verdaderos siervos de Dios no se equivocan! ¡Un pastor verdadero no se equivoca! Pensemos por un momento en Jacob, Moisés, David, Gedeón, Sansón, Elías, Pedro, Pablo,…
Desarrollo El aguijón es la carne. Nuestra falsa doctrina, sin amparo en la Palabra de Dios nos hace llegar a conclusiones erróneas. Prosperidad = hombre/mujer de fe. Pobreza = hombre/mujer de poca fe o en pecado. Salud = hombre/mujer de fe. Enfermedad = hombre/mujer de poca fe o en pecado. Matrimonio sin problemas = personas de mucha fe. Matrimonio con problemas = personas que viven en pecado. Gritones y gruñones = Dios tiene que cambiar su carácter. Calladitos y silenciosos = Grandes hermanos/hermanas en la fe.