DISEÑO DE LA COLECCIÓN: SPR\MSH © DEL TEXTO: Ricardo Gómez © DE LAS ILUSTRACIONES: Anna Mongay © DE ESTA EDICIÓN: Grupo Editorial Luis Vives, 2016 Edelvives Talleres Gráficos. Certificado ISO 9001 Impreso en Zaragoza, España ISBN: 978-84-140-0546-0 Depósito legal: Z 1076-2016 Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447).
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LOS TRABAJOS DE HÉRCULES TEXTO
RICARDO GÓMEZ ILUSTRACIONES
ANNA MONGAY
COLECCIÓN
MITOS CLÁSICOS
EDELVIVES
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Al nacer, a Hércules le pusieron el nombre de Alcides. El dios Zeus quería que ese niño fuese inmortal, y la única manera que había para un humano de ser inmortal era mamar del pecho de su esposa, la diosa Hera. Una noche, cuando Hera estaba dormida, Zeus tendió al niño a su lado. El pequeño chupó con tanta fuerza que ella despertó y un chorro de leche salió disparado del pecho de la diosa. Hera odiaba a ese pequeño. Poco después, envió al niño un regalo muy especial: una cesta con dos serpientes venenosas. Pero Alcides era también especial: cuando las dos cobras se enroscaron en su cuna, el pequeño agarró una serpiente en cada mano y las estranguló.
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Desde niño, Alcides demostró una fuerza prodigiosa. Era muy hábil conduciendo carros y manejando armas.
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Cuando tenía Alcides unos diez años, la diosa Hera, que estaba decidida a arruinar la vida del muchacho, envió a la Locura hasta él, y el chico mató de un golpe a un maestro que le regañó. Su padre, el rey de Tebas, sabiendo que Hera le odiaba, le envió lejos de la ciudad: —Trabajarás de pastor y no podrás volver hasta que cumplas dieciocho años.
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En el campo, Alcides aprendió a fabricar mazas, trampas, hondas y arcos, y se convirtió en un hábil cazador. Cuando cumplió los dieciocho años se enteró de que un feroz león devoraba el ganado del reino vecino, y que el rey del lugar ofrecía una recompensa por su captura. Como era de esperar, Alcides lo encontró y lo mató. En el camino de regreso se enfrentó con un grupo de soldados enemigos del rey y los hizo huir. El rey, agradecido, le concedió la mano de su hija, algo bastante frecuente en aquella época. Al cabo de los años, Alcides tuvo varios hijos con ella.
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Parecía que las cosas iban bien para Alcides, pero Hera no estaba dispuesta a que su enemigo fuera feliz. De nuevo envió a la Locura contra él, y Alcides mató a sus propios hijos. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho quiso acabar con su vida, pero la diosa Atenea detuvo su mano, le tocó en el pecho y le provocó un sueño profundo. Al despertar, la diosa le dijo: —Hera está enfurecida contigo y no os dejará en paz a ti ni a tu familia. —¿Por qué me odia Hera? —Porque eres hijo de Zeus y de la esposa de tu padre. Para reconciliarte con ella, Hera quiere que te pongas al servicio de su protegido, el rey Euristeo, y que en lo sucesivo adoptes el nombre de Heracles, que significa «la gloria de Hera».
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Alcides, con su reciente nombre de Heracles, viajó hasta Argos, donde reinaba Euristeo. El rey le pareció un hombre enclenque, con pinta de cobarde. Se arrodilló para recibir el castigo real mientras pensaba en sus padres, en su esposa y en la promesa a la diosa Atenea. —Durante los próximos diez años realizarás para mí diez encargos. Cuando acabes, podrás volver libre a Tebas. ¿Prometes estar este tiempo a mi servicio? —Lo prometo —dijo, aunque Heracles debió de pensar: «¡Qué remedio!». —Pues empecemos. En la región de Nemea hay un león que tiene aterrados a sus habitantes. Acaba con él y tráeme su piel. Así es como comenzaron los famosos trabajos de Heracles, que sería conocido como Hércules.
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