Yasumidos y la suma de las utopías Edgar Isch L. Yasuní es hoy una de las palabras más escuchadas en el país. Entra en conversaciones cotidianas y en análisis académicos. Al hacerlo, se demuestra que la realidad nacional no puede comprenderse sino se considera lo que allí acontece, y no por la cantidad de recursos que se ofrece para un dudoso desarrollo, sino porque es la evidencia de una política basada en la producción de materias primas deseadas por las potencial mundiales y del extractivismo que amenaza a diferentes partes del Ecuador. Por ello no es exagerado decir que en Yasuní se juega una de las cartas sobre el futuro colectivo de quienes habitamos este país. Ello, sin olvidar que se pone en juego la existencia misma de pueblos en aislamiento voluntario y de una biodiversidad necesaria para la preservación del tejido de la vida. Al ponernos a hablar del futuro, es lógico encontrar que la juventud tenga un interés más fuerte y más significativo al estar impulsada más por el deber-ser de las cosas y menos por el interés individualista tan promovido por el afán gubernamental de volvernos “competitivos” como individuos y como “marca país”. La reforma cultural y educativa dirigida a la competitividad, ha impulsado los emprendimientos sólo si tienen que ver con el crecimiento de ganancias y la economía, a promover una supuesta meritocracia de eternos ganadores y condenados a ser perdedores, encuentra una resistencia enorme en esa juventud que prefiere el trabajo solidario para el emprendimiento más grande, que es el de crear una sociedad con justicia social. Esta es una juventud cargada de utopías que critican la realidad que estamos viviendo más allá de kilómetros de carreteras bajo cuyo asfalto quieren desde los poderes político y económico ocultar la realidad de un Ecuador inequitativo, en el cual se desarrolla un proceso de modernización del capitalismo, pretendiendo que mantener y conservar el sistema es un acto revolucionario. La comprensión que hombres y mujeres jóvenes tienen de problemas actuales como la crisis ambiental y, dentro de ésta, el cambio climático, tiene diversos orígenes y tendencias. Entre ellas, no hay que olvidar el impulso por más de dos décadas en el Ecuador de la educación ambiental, que en estos años abrió las puertas a plantear la trascendencia de la iniciativa Yasuní-ITT para dejar el crudo bajo suelo como una clara garantía de futuro para la vida y el bienestar del pueblo ecuatoriano. No es, como dicen los gobernantes, un asunto solo de estos últimos años. En conjunto, en torno a la defensa del Yasuní se encuentra una juventud comprometida con la resistencia a la barbarie capitalista y generadora de alternativas de carácter social. Unos, impulsando formas de consumo alejadas del consumismo y respetuosas de los derechos de todos los seres vivos; otros, desde prácticas asociativas; unos más, desde la comunicación alternativa; aquellos que desarrollan política revolucionaria; los que defienden identidades sexuales y culturales descalificadas por los reaccionarios; los que se organizan en movimientos juveniles y estudiantiles; los que conforman colectivos para analizar la sociedad desde perspectivas alternativas; pero, todos enfrentando a un sistema capitalista en crisis. Por eso, las políticas modernizadoras no los engañan y la
satisfacción de uno u otro derecho, no hace que olviden que todos los derechos deben llegar a todos. Por tanto, no tiene ninguna sorpresa que sean jóvenes de ambos sexos quienes sean la parte más activa en la defensa del Yasuní y que se hayan planteado actuar juntos. Ese es el eje de Yasunidos, espacio colectivo en el que muchos más están llamados a dar aporte, reconociendo la validez histórica de que sean jóvenes quienes encabecen esta postura sin requerir de ningún tipo de tutelaje. Yasunidos se presenta como un posible germen de nuevos procesos que sumen las utopías y cuestionen al sistema. Uno de sus integrantes señalaba que quienes defienden la biodiversidad en el Yasuní están reflejando una biodiversidad de resistencias. Idea importante que habla de la necesidad de juntarse, interconectarse, apoyarse y colaborar para tener una existencia, individual y colectiva emancipadoras. Biodiversidad de resistencias que plantea el trabajo solidario por los objetivos comunes y el aprendizaje mutuo para, a modo de un árbol que empieza a crecer en la cangagua, romper las rocas y la aridez del terreno en que crece. La recolección de firmas, aunque muy importante, es tan sólo una parte visible de este proceso. Implica sin embargo, el coraje para presentarse ante el país y sostener ideas que son violentamente atacadas desde el poder. Al denunciar a un gobierno que los jóvenes han llamado de “caricatura de revolución”, se abre las puertas a discutir y trabajar por una revolución verdadera con cambios profundos que generen una vida buena para todos, en el marco del respeto a las diferencias. Qué hermoso que los jóvenes cumplan la máxima de Juan Montalvo y hagan temblar al mundo.