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Arqueología Teorías, métodos y prácticas Paul Bahn y Colin Renfrew Historia de Grecia en la Antigüedad Francisco Javier Gómez Espelosín Historia contemporánea de España, 1808-1923 VVAA Manual de crítica textual y edición de textos griegos
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ISBN 978-84-460-3070-6
9 788446 030706
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Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima proviene de una gestión forestal sostenible.
Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez
Comprender el pasado Una historia de la escritura y el pensamiento histórico Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza
I
ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura milenaria que creó algunas de las primeras composiciones literarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos –las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos– son de todos conocidos. No obstante, pocas veces vamos más allá de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo Egipto encierra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida –única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos, griegos y romanos. Presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visualmente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cautivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
introducción al antiguo egipto
Akal Textos
Introducción al antiguo Egipto Antonio Pérez Largacha Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia Antigua por la Universidad de Alcalá de Henares. Reconocido especialista internacional en Egiptología, ha impartido docencia en las universidades de Alcalá de Henares y de Castilla-La Mancha, y actualmente es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de numerosos artículos y libros consagrados al Egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (Ediciones Akal, 2007). Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia Antigua y Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de Egiptología en la Universidad de Roma–La Sapienza y en la Universidad de Paris IV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el Griffith Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de Egiptología.
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia Antigua por la Universidad de Alcalá de Henares. Reconocido especialista internacional en Egiptología, ha impartido docencia en las universidades de Alcalá de Henares y de Castilla-La Mancha, y actualmente es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de numerosos artículos y libros consagrados al Egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (Ediciones Akal, 2007). Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia Antigua y Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de Egiptología en la Universidad de Roma–La Sapienza y en la Universidad de Paris IV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el Griffith Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de Egiptología.
AKAL T EXTO S 42
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1 El medio geográfico
«Se suele decir que la mayoría de las peculiaridades dignas de atención en las maneras, costumbres y carácter de una nación son atribuibles a las características físicas del país.» Así inició Edward William Lane su obra Maneras y costumbres de los modernos egipcios, escrita entre 1833 y 1835. Con anterioridad Rousseau había expresado en El contrato social (1762) que «el despotismo conviene a los países cálidos, la barbarie a los países fríos y la buena constitución a las regiones intermedias». Un determinismo geográfico que explicaba el despotismo del Egipto faraónico y que estaba ya presente en el relato bíblico y en la admiración ante las pirámides. Dicho determinismo tenía sus orígenes en Heródoto, quien visitó Egipto hacia el 450 a.C. Su Aegyptiaca fue durante siglos la principal fuente de información sobre la cultura faraónica, de modo que cuando en los siglos xviii y xix los exploradores y «arqueólogos» comenzaron a llegar a Egipto, esperaban hallar una ratificación de lo que había expresado el padre de la historia: que su riqueza agrícola emanó de un Nilo benefactor que permitió el desarrollo de una cultura capaz de construir maravillas bajo un gobierno despótico, que Egipto disponía de una tierra feraz en la que el campesino apenas tuvo que esforzarse por obtener todo aquello que, a los demás, la tierra –y en cierta medida los dioses– les negaba. Así, su afirmación de que Egipto era «un don del Nilo» pareció encontrar una ratificación en las escenas agrícolas que decoran las tumbas, pero las mismas proceden del ámbito funerario, que tiene su propio decoro y finalidad; garantizar el sustento de la persona allí enterrada, sin reflejar la dura realidad de la vida de los campesinos. La influencia del medio geográfico fue también la principal tesis para explicar el origen y características de las llamadas «sociedades hidráulicas». Para Karl Wittfogel el Estado apareció en regiones áridas para controlar, planificar y explotar los recursos hidráulicos, resultando en una sociedad burocratizada, mientras que para Gordon Childe la relación entre tecnología y la obtención de unos excedentes permitió abastecer a artesanos y funcio13
Determinismo geográfico
Egipto, un «don del Nilo»
Paisaje en Tebas oeste donde se percibe claramente la división entre desierto y valle aluvial.
Realidad geográfica
narios, facilitando una especialización que requería la existencia de un poder central que regulara la producción y distribución de los productos. Ambas teorías partían de la premisa de un marco geográfico privilegiado que permitió instaurar un Estado regido por un rey despótico que solo pudo construir las pirámides oprimiendo a la población. Sin embargo, varias de sus premisas no son ciertas; la esclavitud –como se entiende en el mundo clásico y en nuestra sociedad– tuvo poca importancia en la sociedad y economía faraónica, el rey no siempre fue considerado un dios y la cultura egipcia no fue hidráulica, ni siquiera contemplaba títulos administrativos relacionados con la existencia de una planificación hidráulica que era realizada a nivel local. Un medio geográfico, en definitiva, en el que la crecida del Nilo y la orografía del terreno permitían la existencia de extensos espacios pantanosos donde crecían el papiro o el loto, donde vivían variadas especies de aves y mamíferos y donde el Nilo posibilitaba la pesca, además de cobijar a cocodrilos o hipopótamos. Una realidad que los egipcios plasmaron tanto en las pinturas de sus tumbas como en las formas y atributos de muchos de sus dioses; todos ellos vivían y dependían del mismo marco geográfico, y debían colaborar a su preservación ante los peligros que existían más allá del estrecho valle fertilizado anualmente por la crecida del Nilo. Un valle del Nilo formado por grandes lechos de piedra 14
caliza y arenisca; las piedras más utilizadas en sus edificaciones y obras de arte asociadas al ámbito de la realeza o los dioses, mientras que el conjunto de la población dependía del adobe para construir sus casas. Los desiertos que rodean el valle del Nilo se han considerado como una barrera que ayudó a su aislamiento y protección, razón por la que el antiguo Egipto se ha considerado un oasis cultural. En Mesopotamia el medio geográfico era menos uniforme y convivieron diferentes realidades políticas y sociales, lo que favoreció un pensamiento más especulativo –aunque fuera mitológico– que explicara dichas realidades, así como una convivencia y la necesidad de protegerse, al tiempo que, desde el V milenio, existió un comercio que permitió el tránsito de personas, ideas y tecnología. En contraste, Egipto constituía, aparentemente, un mundo en sí mismo que, ciertamente, debía obtener del exterior productos de los que carecía (madera, metales, especias, aceite…), para lo cual emprendió un esfuerzo logístico importante; pero no mostró especial curiosidad por conocer –o describir– a otros pueblos cuyas costumbres y formas de vida fueran diferentes. Pese a todo, en el Reino Medio, y especialmente en el Reino Nuevo, Egipto se integró en los circuitos comerciales, políticos y diplomáticos del Mediterráneo oriental, y lo cierto es que ya desde tiempos predinásticos el mundo egipcio había mantenido relaciones con el exterior; de modo que, tal y como está poniendo de manifiesto la investigación, tampoco puede entenderse la historia del Egipto faraónico sin conocer y valorar lo que existía y acontecía fuera del valle del Nilo. 15
Paisaje del valle del Nilo, con el desierto al fondo, en la actualidad.
Egipto, ¿un oasis cultural?
Cambios climáticos
Vista del valle del Nilo con la separación desierto-Nilo.
Un medio geográfico que experimentó modificaciones. Durante el Paleolítico y las primeras fases del Neolítico el clima fue más húmedo, siendo el valle del Nilo un entorno hostil que comenzó a ser conquistado y explotado en el IV milenio, cuando comenzaron a ponerse las bases de lo que sería el Estado y cultura faraónicos. Una conquista, explotación y convivencia con su entorno que llevó a los egipcios a la convicción de que eran un pueblo bendecido por unos dioses que también dependían de que se mantuviera un «orden» que había sido instaurado en la creación frente al caos circundante. A finales del Reino Antiguo el clima se hizo más árido y el nivel de las crecidas descendió, lo que pudo influir en los cambios políticos, sociales y económicos que llevaron a Egipto a un periodo de división política; las últimas investigaciones también apuntan a cambios en el clima a finales del Bronce Reciente –el Reino Nuevo–, coincidiendo con la aparición de los llamados Pueblos del Mar en todo el Próximo Oriente. Por todo ello la influencia del medio geográfico es evidente, Kemet (tierra negra) –como se conocían a sí mismos los egipcios– era un oasis en la geografía del Norte de África, siendo muy tenue la línea de separación con deshret (tierra roja), ofreciendo el Nilo, Iteru, un hilo conductor y un sentido de unidad.
16
2 El Nilo
El Nilo, unión del Nilo Azul, del Nilo Blanco y el Atbara, determina las pautas de asentamiento y organización del trabajo agrícola. Los egipcios diferenciaron entre el Nilo, Iteru, y las aguas de la crecida, personificadas en Hapy, estando el calendario faraónico dividido en tres estaciones; ajet (la inundación), peret (los meses de la cosecha), y shemu (la estación seca), que coincidían con el ciclo agrícola y favorecían la obtención de unos elevados rendimientos. La crecida comenzaba en junio –cuando el Nilo podía cruzarse en algunos lugares a pie–, un periodo de temor al no saber si iba a ser demasiado elevada o baja, al tiempo que su violencia podía acarrear destrucciones; y duraba hasta octubre, cuando las aguas se retiraban después de fertilizar los campos con el limo que arrastraban. Unos meses en los que la actividad agrícola se detenía –no así la pesca, que podía ser fácilmente practicada con redes–, periodo que el Estado también aprovechaba para efectuar expediciones a minas y canteras, campañas militares o para utilizar a parte de la población, que era mantenida por el Estado, en la ejecución de diferentes trabajos. El nivel de la crecida se conocía gracias a los nilómetros; una crecida de 6 m se consideraba escasa, y de 9 m, excesiva, al causar daños en campos y asentamientos y tardar más las aguas en retirarse, lo que acortaba el periodo de siembra y cosecha. Las noticias de necrópolis o templos anegados por la crecida son escasas, lo que puede reflejar la capacidad de organización, su carácter excepcional o, por el contrario, que los antiguos egipcios, 17
Crecidas del Nilo Nilómetro de Asuán.
Utilización del shaduf.
El cultivo de los campos
Irrigación de los campos
como en otros aspectos, no expresaban aquello que temían o podía ser dañino, aunque dependieran de las mismas para vivir. Las aguas comenzaban a retirarse en octubre, momento de reparar diques y canales, delimitar los campos y preparar la cosecha, que coincidía con los meses de invierno, lo que ya despertó la atención en la Antigüedad, ayudándose de animales para hundir las semillas en los campos –ovejas, asnos, cerdos– pero no bueyes, que hundirían profundamente la semilla impidiendo su germinación. Unos meses en los que se procedía a regar los campos si era necesario y a proteger los cultivos de las aves –hay escenas en las que se utilizan objetos que emiten ruido para espantarlas, actividad en la que participaban los niños–; también podían sufrir plagas, por ejemplo de langostas. Unos campos que recibían la visita de los funcionarios para establecer los impuestos antes de la cosecha, realizada antes de que las altas temperaturas y la sequía pudiera arruinarlas. En la estación seca los campos se agrietaban, lo que favorecía que se airearan y no se salinizasen –problema que sí existió en el delta mesopotámico–; la posterior crecida limpiaba el suelo de sales. En estos meses era posible el cultivo de huertos y de pequeños campos transportando el agua a hombros y, desde la XVIII dinastía, con el shaduf, que permitía elevar el agua. Esta época del año era también la más propicia para la caza, al acercarse los animales a las fuentes de agua. Entre Asuán y Menfis (casi 1.000 km), la pendiente del terreno apenas desciende 71 m, y las aguas inundaban las tierras for18
mando lagos y pantanos. El valle del Nilo tiene una topografía convexa debido a las deposiciones, lo que elevaba el nivel de las tierras más cercanas al río y permitía la creación de cubetas –depresiones naturales– que se inundaban y donde el agua quedaba retenida para la irrigación, unas cuencas que creaban una red de canales naturales secundarios que aseguraban la El emperador Tiberio distribución y evacuación de las aguas, por lo que el control de la haciendo ofrendas después de los daños causados por crecida se limitaba a dirigir las aguas altas hacia las cuencas de una crecida. recepción; cada segmento del valle dependía de los demás para recibir y evacuar las aguas. El éxito de la campaña agrícola dependía de la capacidad de las comunidades agrícolas de mantener en buenas condiciones el canal de conducción para regular las aperturas y cierres de las brechas en los diques que permitían la circulación de las aguas, por lo que el éxito no dependía tanto del llenado de las cuencas como de su evacuación. Las tierras más fértiles eran las intermedias entre las cercanas al río –demasiado húmedas para el cultivo de cereales– y las contiguas al desierto – que solo podían cultivarse en años de grandes crecidas o mediante irrigación. A lo largo de toda la historia de Egipto no se constata la existencia de conflictos entre asentamientos o nomos por el control de las aguas o la explotación de tierras –quizá en el Primer Periodo Intermedio–, y nunca se representó la crecida, solo los campos una vez que las aguas habían vuelto al cauce; quizá por el temor que causaba y, como ya hemos señalado, los egipcios no representaban lo que temían para que no adquiriera vida propia. Los asentamientos estaban cercanos a los recursos acuíferos, pero también debió de existir un movimiento de población a puntos cercanos más elevados en algunos momentos, incluso al propio desierto. Desde tiempos dinásticos el lecho del Nilo ha aumentado un centímetro cada siglo, por lo que en la Antigüedad el valle sería más profundo y estrecho, al tiempo que el curso del Nilo se fue desplazando hacia el este, provocando la desaparición Representación del nacimiento del Nilo en la isla de Filae con de asentamientos como Menfis, la capital representación de Hapy. 19
Hapy llevando ofrendas. Templo de Kom Ombo.
administrativa de Egipto. Los egipcios no sintieron curiosidad por conocer las fuentes del Nilo; pensaban que estaban en el mundo subterráneo, brotando entre las rocas de granito en las proximidades de Elefantina y asociadas al dios Khnum, que también moldeaba a la humanidad en su torno de alfarero con barro del Nilo. Un Nilo que constituía el principal medio de comunicación, siendo los barcos el medio natural de transporte, tanto en el mundo terrenal como en el funerario-religioso. El Nilo también marcaba las pautas de asentamiento; al ser la tierra habitable y cultivable una franja estrecha, impedía la existencia de grandes ciudades como en Mesopotamia. Las ciudades egipcias más importantes estuvieron relacionadas con la administración –Menfis– o la religión –Tebas. Igualmente, el Nilo era el principal medio de comunicación y transporte en las dos realidades geográficas que existieron en Egipto: el Alto y el Bajo Egipto.
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3 El Alto Egipto y el Bajo Egipto
El Alto Egipto (Ta-shema; Ta = tierra; shema = estrecho), es un valle aluvial donde la franja de tierra cultivable en ambas orillas variaba entre 3 y 12 kilómetros de extensión, siendo su emblema la caña, la primera planta que en las regiones cálidas brota en los ríos después de una sequía. Entre Elefantina –el nomo más meridional– y Tebas, el valle está más encajonado, por lo que sus nomos dependían en mayor medida del nivel de las crecidas. De estos nomos proceden la mayoría de los textos relativos a hambrunas. En las cercanías de Asiut, en el Egipto medio, comienza el Bahr Yusuf, un brazo del Nilo que acaba en el lago del Fayum, para volver a estrecharse el valle del Nilo entre el Fayum y Menfis. El origen y prosperidad de algunos nomos está en relación con su ubicación y relación con las rutas comerciales que, a través de los uadis, se adentraban en el interior del desierto o llegaban al mar Rojo. Este pudo ser el caso de Tebas, que controlaba las rutas más cortas y directas al mar Rojo y a los oasis de Kharga y Dakhla. En el caso de Elefantina, su prosperidad radicó en ser la localidad fronteriza con Nubia, de donde partían –y llegaban– las expediciones comerciales y militares, sin olvidar su cercanía a las canteras de granito y diorita. Otros lugares, ubicados en la región más fértil, siempre tuvieron una importancia religiosa; es el caso de Abidos, la ciudad de Osiris; de Hierakómpolis, la ciudad de Horus, de donde partió el proceso unificador de Egipto a finales del IV milenio, y que siempre mantuvo una estrecha relación ideológica con la realeza. Una región en la que las relaciones se limitaban a los oasis del desierto occidental, al mar Rojo o a Nubia, mundos distantes y poco habitados, por lo que el Alto Egipto fue siempre la región más tradicional de Egipto. Sus recursos se basaban en el cultivo de cereales, la pesca y la explotación de los desiertos, donde los egipcios no solo obtenían materias primas; también ganado, que era trasladado a recintos cerrados para su explotación y utilización en los rituales de los templos. 21
El Alto Egipto
Alto Egipto Alto Egipto el-Lisht
FAYUM Cocodrilópolis
22 Medenit
Afroditópolis 21 Niret Pehet el-Lahun Hawara
Meidum
Heracleópolis Magna Niret Henet 20
Sharuna
Uabui 19
18 Inety
Oxirrinco
Cinópolis
Inepu 17 Ma-Hed 16
Beni Hasan
Unet 15 Hermópolis Magna
Neyefet Pehet 14 Meir
Deir el-Bersha el-Amarna Cusae
Neyefet Henet 13 Asiut Shutb
Deir el-Gebrawi El-Ataula 12 Atefet
Setesh11 Uadit 10
Anteópolis 9 Min Akhmin
Emblemas de los nomos del A.E
Thinis
8
Ta-ur Bat
Abidos
Dióspolis Parva
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22
Nombre egipcio Abu Gyeba Nehen Uaset Gebtyu Iunet Hut-Sejen Abdu Jent-Min Tyebu Shashotep Per-Nemty Saut Qesi Jemenu Hebenu Saka Hutnesut Per-medyed Henen Nesut Shenajen Tepiju
Nombre griego
Elefantina Apolinópolis Hierakómpolis Tebas Coptos Tentyris Dióspolis Parva Abidos Panópolis Anteópolis Apoteke Hieracon Licópolis Cusae Hermópolis M Teodosiópolis Cinópolis Hiponos Oxirrinco Heracleópolis M Cocodrilópolis Afroditópolis
Nombre árabe
Geziret Edfú Kom el-Ahman Luxor Qift Dendera Hu el-Arabah Akhmin Qau el-Kabir Shutb el-Ataula Asiut el-Qusiya Ashmunein Beni Hasan el-Qes Sharuna Bahnasa Inhasiya Medinet el-Fayum Atfih
Frontera de provincia 1
número de provincia
Nombre de la provincia en egipcio antiguo
Iker
Dendera Coptos
Nagada
4 Uaset Armant
CAPITALES DE LOS NOMOS Nº
6
7
Gebelein Latópolis
5 Bau
Tebas Moalla
3 Nehen
Hierakómpolis Edfú
1 Ta-sety
El-Kab 2 Uteset-Her
Kom Ombo
Elefantina
0
100 km
Capital
Tebas Nombre griego
Otras ciudades de la provincia
Edfú
Capital en algún momento
22
Nombre árabe Altitud superior a 500 metros
El Bajo Egipto (ta-mehu; Ta = tierra; mehu = papiro), de paisaje más abierto, mantuvo contactos con el Levante desde tiempos protodinásticos. Al Delta oriental llegaban las caravanas comerciales, las poblaciones ganaderas en busca de pastos, y grupos nómadas que buscaban asentarse. En los textos posteriores a los periodos intermedios son habituales las referencias a la llegada de asiáticos durante los mismos, siendo una de las primeras acciones que dicen realizar los reyes que reunifican Egipto el proceder a su expulsión y a proteger las fronteras, expresiones que deben examinarse desde la óptica de la justificación política e ideológica y no entenderse en el sentido de que el Delta oriental fue una constante fuente de inestabilidad. Un Delta oriental donde comenzaba el Camino de Horus, utilizado por las expediciones comerciales y militares para acceder al Levante, y en el que existían pequeños enclaves y fortalezas que servían de descanso y protección. La realidad del Delta occidental era opuesta; era la frontera con los libios (tjehenu) –término que quizá deba entenderse como «tierras y poblaciones que habitan el desierto occidental»–, quienes solo constituyeron una amenaza para Egipto desde comienzos de la XIX dinastía; Ramsés II erigió una serie de fortalezas que no pudieron impedir su posterior entrada en Egipto. El principal problema del Delta es el asentamiento, realizado en geziras, pequeñas elevaciones en el terreno. Su principal actividad económica fue la ganadería, pero también la caza de aves que migraban anualmente y la pesca, junto a cultivos como la vid que fueron introducidos desde el Levante. Un Delta que representa el 63 por 100 de la tierra habitable y que en la actualidad tiene dos ramificaciones, el brazo Rosetta y el Damieta, pero que en época ramésida tenía cinco, cuyo curso era cambiante debido a las deposiciones del Nilo y la nula inclinación del terreno, lo que explica el abandono de algunos asentamientos y el desarrollo de otros. Este fue el caso de Avaris (Tell el-Dab’a), capital de los hicsos durante el Segundo Periodo Intermedio y que, en tiempos de Ramsés II, debió ser abandonada por Qantir, la bíblica Pi-Ramsés, que a su vez fue abandonada a comienzos del Tercer Periodo Intermedio por Tanis. Igualmente, debemos tomar en consideración que ciudades como Buto o Tell el-Dab’a, actualmente en el interior del Delta, fueron en la Antigüedad prósperos puertos. Una red de brazos y canales, pues, que también eran un obstáculo para las comunicaciones y donde las enfermedades pudieron ser más frecuentes debido a una mayor humedad y a inviernos más fríos y lluviosos, aunque no sabemos si enfermedades como la malaria llegó a ser endémica. La costa mediterránea era muy pantanosa y, en los textos, la expresión «gran verde» (wadj wer) puede referirse a los lagos y lagunas del Delta, pero también 23
El Bajo Egipto
Asentamientos en el Bajo Egipto
Bajo Egipto
12 Buto 7 Damanhur 3
17 Tell Balamun
6 5
15
Sois
Sais
Sebennitos Hermópolis Busiris
Kom el-Hisn Naucratis
4
Athribis
Nombre en egipcio antiguo Nº 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
Ineb Hed Hepes Imenetet Net resy Net mehet Hasuu Ua m huu Imenet Ua m huu Iabet Indety Kem ur Heseb Teb necheret Heka ad Henet Iabet Heb Hat mehet Behedet Imet hedet Imet pehet Seped
Dashur
1
Saqqara 1
el-Lisht
Ríos número de provincia
Nombre de la provincia en egipcio antiguo
Tell el-Mashkuta
13
Cairo
Menfis
0
8
Heliópolis
Abu Roash Giza Abusir
Nombre
14
20
Bubastis Saft el-Hinna 18
10 2 Letópolis
Tanis Sile Pi Ramsés/Qantir Avaris/Tell el-Dab’a
11
9
19
Mendes
Leontópolis
Emblemas de los nomos del Bajo Egipto
NOMOS
16
50 km
CAPITALES DE LOSNOMOS
Nº Nombre egipcio Nombre griego Nombre árabe 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
Mennefer Jem Imu Petjeka Sau Jasu Per Haneb Per Atum Per Usir Hut Her Ib Taremu Tyeb Necher Iunu Tyaru Baj Dyedet Semabehdet Per Bastet Dyanet Per Sobek
Menfis Letópolis Apis Naucratis Sais Sois Metelis Heroónpolis Busiris Athribis Leontópolis Sebennitos Heliópolis Sile Hermópolis. P Mendes Dióspolis Bubastis Tanis Arsinoe
Mit Rahina Ausim Kom el-Hisn Kom el Gieif Sa el-Hagar Saja Damanhur Tell el-Masjuta Abu Sir Bana Tell Atrib Tell el-Muqdam Samanud Matariya Tell Abu Seifa Baqliya Tell el-Ruba Tell el-Balamun Tell Basta San el-Hagar Saft el-Henna
Capital
Edfú
Otras ciudades de la provincia
Tebas Nombre griego
Capital en algún momento
24
Nombre árabe
al Mediterráneo, aunque esto último es objeto de debate: en ocasiones se afirma que podía ser atravesado a pie. Muchos de los nombres y divinidades de sus nomos están relacionados con el ganado. Dos realidades geográficas que, en definitiva, pertenecían a una misma entidad geográfica y cultural, aunque en tiempos protodinásticos tuvieran dinámicas culturales distintas y el medio geográfico fuera tan diferente. Estos contrastes se plasmaron en la concepción dual característica del mundo faraónico, con coronas, dioses y emblemas para cada entidad pero que, reunidos, resaltaban el poder del rey sobre el conjunto de Egipto. Los textos también mencionan diferencias entre ambas regiones –como la confusión que un hombre del Delta podía sentir en Elefantina–, reflejo de una realidad en la que cada región presentaba dinámicas y manifestaciones particulares.
25
Concepción dual
Índice general
Cronología................................................................................................................... 5 Introducción................................................................................................................ 11 1. El medio geográfico............................................................................................ 13 2. El Nilo................................................................................................................ 17 3. El Alto Egipto y el Bajo Egipto......................................................................... 21 4. Desiertos y oasis................................................................................................ 27 5. Nubia.................................................................................................................. 31 6. Escritura............................................................................................................. 37 7. El sentido de historia de los antiguos egipcios................................................. 41 8. Fuentes escritas para la historia de Egipto....................................................... 45 9. La arqueología en Egipto................................................................................... 49 10. La concepción del mundo.................................................................................. 53 11. El sol y el mito de Osiris................................................................................... 57 12. Principios de la realeza...................................................................................... 61 13. Coronas y símbolos de poder............................................................................ 65 14. El periodo predinástico. Badari, el-Omari, Merimde, Nagada I y Maadi....... 69 15. El periodo predinástico II. Nagada II y la dinastía 0...................................... 73 16. La paleta de Narmer y otros objetos protodinásticos...................................... 77
317
17. Las dinastías I-II................................................................................................ 81 18. La III dinastía. Djoser....................................................................................... 85 19. La pirámide escalonada de Saqqara................................................................... 89 20. La IV dinastía.................................................................................................... 93 21. Las pirámides de Giza........................................................................................ 97 22. La V dinastía...................................................................................................... 101 23. La VI dinastía.................................................................................................... 105 24. Relaciones exteriores del Reino Antiguo......................................................... 109 25. Auge y declive del Reino Antiguo.................................................................... 113 26. La religión en el Reino Antiguo....................................................................... 117 27. El arte en el Reino Antiguo.............................................................................. 121 28. El Primer Periodo Intermedio........................................................................... 125 29. El legado del Primer Periodo Intermedio......................................................... 129 30. El Reino Medio. La XI dinastía........................................................................ 133 31. Los comienzos de la XII dinastía...................................................................... 137 32. Sesostris III y el final de la XII dinastía.......................................................... 141 33. La XIII dinastía y el comienzo del Segundo Periodo Intermedio................... 145 34. El Reino Medio y el exterior............................................................................. 151 35. Realeza, literatura y cultura.............................................................................. 157 36. La religión en el Reino Medio........................................................................... 161 37. El arte en el Reino Medio................................................................................. 165 38. El Segundo Periodo Intermedio........................................................................ 169 39. Tebas, la XVII dinastía y la unificación........................................................... 173 40. Los inicios de la XVIII dinastía........................................................................ 177 41. Hatshepsut......................................................................................................... 181 42. Tutmosis III....................................................................................................... 185 43. Amenofis II y Tutmosis IV............................................................................... 191 44. Amenofis III....................................................................................................... 195 45. Valoración de la XVIII dinastía hasta Akhenatón.......................................... 199
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46. Los templos egipcios. Karnak........................................................................... 203 47. Religión y costumbres funerarias de la XVIII dinastía................................... 209 48. El arte de la XVIII dinastía............................................................................... 213 49. El periodo amarniense....................................................................................... 217 50. Arte y religión amarniense................................................................................ 223 51. El contexto internacional. El archivo de el-Amarna....................................... 227 52. Tutankhamón, Ay y Horemheb........................................................................ 231 53. Los comienzos de la XIX dinastía..................................................................... 235 54. Ramsés II........................................................................................................... 241 55. La batalla de Qadesh y el contexto internacional............................................ 245 56. El final de la XIX dinastía................................................................................. 249 57. La XX dinastía. Ramsés III............................................................................... 253 58. Los Pueblos del Mar.......................................................................................... 257 59. El final de la XX dinastía. Los ramésidas......................................................... 261 60. El imperialismo y militarismo egipcios............................................................. 265 61. Cultura y sociedad en el Reino Nuevo. La piedad personal y la literatura... 269 62. Costumbres funerarias y literatura funeraria en el Reino Nuevo................. 273 63. La comunidad de Deir el-Medina..................................................................... 277 64. El Tercer Periodo Intermedio. Las dinastías XXI-XXII................................. 281 65. Las dinastías XXIII-XXV................................................................................. 287 66. La XXVI dinastía. El renacimiento saíta......................................................... 291 67. Del primer dominio persa a la conquista de Alejandro Magno....................... 295 68. Alejandro Magno y el Egipto ptolemaico......................................................... 299 69. El Egipto romano............................................................................................... 303 70. La pervivencia del Egipto faraónico................................................................. 307 Bibliografía.................................................................................................................. 311 Glosario....................................................................................................................... 315
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Akal Textos Otros títulos publicados Teoría social Veinte lecciones introductorias Hans Joas y Wolfgang Knöbl Economía política mundial Enrique Palazuelos (dir.) Ciencia política con perspectiva de género Alba Alonso y Marta Lois González (coords.) El oficio de historiador Estudiar, enseñar, investigar Enrique Moradiellos Comprender el pasado Una historia de la escritura y el pensamiento histórico Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza Arqueología Teorías, métodos y prácticas Paul Bahn y Colin Renfrew Historia de Grecia en la Antigüedad Francisco Javier Gómez Espelosín Historia contemporánea de España, 1808-1923 VVAA Manual de crítica textual y edición de textos griegos
Alberto Bernabé y Felipe Hernández Manual de gestión del Patrimonio Cultural María Ángeles Querol Historia de Roma Pedro López Barja de Quiroga y Francisco Javier Lomas Salmonte La prehistoria en el mundo André Leroi-Gourhan Los orígenes de la teoría sociológica María C. Iglesias, Julio R. Aramberri y Luis R. Zúñiga
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Otros títulos publicados Teoría social Veinte lecciones introductorias Hans Joas y Wolfgang Knöbl Economía política mundial Enrique Palazuelos (dir.) Ciencia política con perspectiva de género Alba Alonso y Marta Lois González (coords.) El oficio de historiador Estudiar, enseñar, investigar Enrique Moradiellos
Arqueología Teorías, métodos y prácticas Paul Bahn y Colin Renfrew Historia de Grecia en la Antigüedad Francisco Javier Gómez Espelosín Historia contemporánea de España, 1808-1923 VVAA Manual de crítica textual y edición de textos griegos
Alberto Bernabé y Felipe Hernández Manual de gestión del Patrimonio Cultural María Ángeles Querol Historia de Roma Pedro López Barja de Quiroga y Francisco Javier Lomas Salmonte La prehistoria en el mundo André Leroi-Gourhan Los orígenes de la teoría sociológica María C. Iglesias, Julio R. Aramberri y Luis R. Zúñiga
ISBN 978-84-460-3070-6
9 788446 030706
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Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima proviene de una gestión forestal sostenible.
Antonio Pérez Largacha y Amparo Errandonea Rodríguez
Comprender el pasado Una historia de la escritura y el pensamiento histórico Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza
I
ntroducción al antiguo Egipto pretende acercarnos a una cultura milenaria que creó algunas de las primeras composiciones literarias conocidas, así como los primeros textos legales; a una sociedad, plenamente urbana, que realizó importantes avances en todos los ámbitos del conocimiento. Sus grandiosos monumentos –las pirámides–, sus costumbres funerarias –la momificación–, o el despotismo de sus gobernantes –los faraones, dioses ellos mismos– son de todos conocidos. No obstante, pocas veces vamos más allá de esta estampa, cuando la realidad es que el antiguo Egipto encierra una historia larga y compleja, durante muchos siglos conocida –única y sesgadamente– por lo que transmitió el relato bíblico y por las descripciones y comentarios que realizaron los autores clásicos, griegos y romanos. Presentamos, pues, una renovada introducción histórica, visualmente rica, a una civilización que entronca con nuestras tradiciones más antiguas y cuyo devenir histórico de más de tres milenios cautivó y sigue cautivando la imaginación occidental.
introducción al antiguo egipto
Akal Textos
Introducción al antiguo Egipto Antonio Pérez Largacha Amparo Errandonea Rodríguez
Antonio Pérez Largacha es doctor en Historia Antigua por la Universidad de Alcalá de Henares. Reconocido especialista internacional en Egiptología, ha impartido docencia en las universidades de Alcalá de Henares y de Castilla-La Mancha, y actualmente es profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Autor de numerosos artículos y libros consagrados al Egipto de los faraones, entre sus publicaciones cabe destacar Tierras fabulosas de la Antigüedad (1995), Egipto en tiempos de las pirámides (1998), Egiptomanía (2003), La vida en el antiguo Egipto (2004) así como Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente (Ediciones Akal, 2007). Amparo Errandonea Rodríguez, licenciada en Historia Antigua y Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado estudios de postgrado en la especialidad de Egiptología en la Universidad de Roma–La Sapienza y en la Universidad de Paris IV–Sorbonne, así como labores de investigación bibliográfica en el Griffith Institute de Oxford. Asimismo, ha impartido clases de escritura jeroglífica y tomado parte activa en la coordinación y organización de congresos y seminarios nacionales e internacionales, tales como los congresos ibéricos de Egiptología.