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a tesis doctoral es el requisito ineludible para obtener el máximo grado académico del sistema universitario europeo y español. Consiste en una disertación escrita de cierta entidad sobre un asunto científico que debe presentarse y defenderse ante un tribunal examinador de expertos en esa misma disciplina. Esta obra pretende ayudar a los estudiantes universitarios que emprendan la aventura de elaborar una tesis doctoral en algún campo disciplinar del ámbito de las Ciencias Humanas y Sociales. Es, por tanto, una guía práctica para planificar, ejecutar y defender esa investigación, plasmada en un texto, que habrá de conducir a la obtención del grado académico de «doctor». Consta de tres partes conexas: la primera, describe lo que es hoy en la Unión Europea una tesis doctoral; la segunda, orienta al doctorando en sus labores de indagación, reflexión y redacción del texto impreso según normas acreditadas. Y la tercera, por último, ayuda a preparar la defensa oral y pública de ese trabajo ante el tribunal.
la tesis doctoral en ciencias humanas y sociales
Akal Textos
Enrique Moradiellos
Arqueología Teorías, métodos y prácticas Paul Bahn y Colin Renfrew Historia de Grecia en la Antigüedad Francisco Javier Gómez Espelosín Manual de crítica textual y edición de textos
La tesis doctoral en
Ciencias Humanas y Sociales Una guía práctica
griegos
Alberto Bernabé y Felipe Hernández
Enrique Moradiellos
Manual de gestión del Patrimonio Cultural María Ángeles Querol Historia de Roma Pedro López Barja de Quiroga y Francisco Javier Lomas Salmonte La prehistoria en el mundo André Leroi-Gourhan ISBN 978-84-460-4513-7
Los orígenes de la teoría sociológica María C. Iglesias, Julio R. Aramberri y Luis R. Zúñiga
9 788446 045137
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Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima proviene de una gestión forestal sostenible.
Enrique Moradiellos es catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Extremadura. Autor de una vasta producción científica sobre la España contemporánea y, singularmente, sobre la Guerra Civil, ha consagrado asimismo varios ensayos a la reflexión historiográfica. Entre sus obras publicadas cabe destacar La perfidia de Albión. El Gobierno británico y la guerra civil española (1994), Las caras de Clío. Una introducción a la historia (2001), Franco frente a Churchill (2005), El oficio de historiador. Estudiar, enseñar, investigar (2013), Negrín (2015) y Las caras de Franco. Una revisión histórica del caudillo y su régimen (dir., 2016).
Enrique Moradiellos es catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Extremadura. Autor de una vasta producción científica sobre la España contemporánea y, singularmente, sobre la Guerra Civil, ha consagrado asimismo varios ensayos a la reflexión historiográfica. Entre sus obras publicadas cabe destacar La perfidia de Albión. El Gobierno británico y la guerra civil española (1994), Las caras de Clío. Una introducción a la historia (2001), Franco frente a Churchill (2005), El oficio de historiador. Estudiar, enseñar, investigar (2013), Negrín (2015) y Las caras de Franco. Una revisión histórica del caudillo y su régimen (dir., 2016).
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ISBN: 978-84-460-4513-7 Depósito legal: M-22.960-2017 Impreso en España
Prefacio
Esta pequeña obra está escrita para un público lector muy específico y concreto: los estudiantes universitarios que estén considerando o hayan decidido emprender la aventura de elaborar una tesis doctoral en algún campo disciplinar correspondiente al ámbito de las Ciencias Humanas y Sociales. Se trata, por tanto, de una guía práctica que sólo persigue ayudarles a entender lo que significa el doctorado y también ofrecerles algunas orientaciones concretas sobre cómo puede planificarse, ejecutarse y defenderse la investigación que habrá de conducir a la obtención del grado académico de “doctor”. En el mejor de los casos, el trabajo quizá también pueda contribuir a eliminar las dudas y solventar los interrogantes de algunos doctorandos ya inmersos en las exigencias operativas de su programa de doctorado. En atención a su carácter eminentemente práctico y aplicado, la obra se divide en tres grandes partes muy definidas, cuya lectura secuencial podría resultar conveniente para los principiantes menos informados. Una primera parte está dedicada a la exposición y clarificación de lo que son en la actualidad, en el seno de España y de la Unión Europea, los estudios de doctorado en el ámbito de la educación superior. La segunda parte aborda las cuestiones relativas a las tareas de recopilación, lectura, investigación, reflexión y redacción que deben plasmarse finalmente en un texto escrito e impreso al que llamamos “tesis doctoral”. Y la tercera parte se dedica a las consideraciones pertinentes para la defensa en acto presencial, oral y público de ese trabajo de investigación que debe ser juzgado favorablemente por un tribunal particular antes de obtener el grado de “doctor”. La redacción de este trabajo ha sido posible sólo gracias a la experiencia acumulada por su autor en las tareas de impartición de cursos de doctorado y de tutela de doctorandos a lo largo de los últimos decenios. Por eso mismo, el resultado final aquí impreso sólo puede estar dedicado, con profunda y humilde gratitud, a todos esos estudiantes de doctorado y doctorandos que tanto han enseñado a su tutor y director en tantos ámbitos y planos.
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1 El origen: Un requisito para conseguir un grado académico
La palabra española “tesis” (al igual que sus equivalentes en otras lenguas de uso y curso universal: thesis, thèse, these, tesi) procede del vocablo latino thesis, que define exactamente una “proposición o conclusión que se mantiene por razonamiento”. En otras palabras: una tesis es una afirmación de mayor o menor complejidad cuya veracidad está argumentada y justificada mediante las fórmulas demostrativas y los procedimientos probatorios característicos de cada disciplina científica singular. El vocablo latino original procede, a su vez, de otra palabra griega, Θεσις, un término que derivaba de la forma verbal τίθημι (tithemi: yo pongo)1. Así pues, llevamos varios siglos conviviendo con esa palabra y su mera vigencia denota la importancia del fondo cultural grecolatino para nuestra época contemporánea. En la vida académica universitaria de los dos últimos siglos, ese vocablo se utiliza normalmente para referirse a la “tesis doctoral”: un sintagma que alude básicamente a una disertación escrita de cierta entidad que se presenta ante un tribunal examinador (de tres o cinco miembros) para obtener el correspondiente título académico de “doctor” en una disciplina científico-tecnológica concreta. Por tanto, en rigor, la tesis doctoral es un trabajo de investigación original en un campo científico específico que tiene que ser defendido ante un conjunto de doctores de esa misma disciplina, en cuyas manos está la capacidad de otorgar al examinando el grado de “doctor” en dicha especialidad. La aparición de la condición académica de “doctor” (término que procede del vocablo latino doctor, -oris: “maestro, el que enseña”) se remonta al origen mismo de las universidades en la plena Edad Media europea (Bolonia y París, siglo XII; Salamanca, Oxford y Cambridge, siglo XIII)2. Se trataba de la más alta de las cualificaciones exis Según el canónico diccionario de Joan Corominas y José A. Pascual, es un término presente en el idioma español desde, al menos, mediados del siglo XVII. Voz “tesis” en el volumen correspondiente del Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, 1984. 2 El término deriva a su vez del verbo docere (“enseñar”). Según los ya citados Corominas y Pascual, “en una ley de 1462 se menciona como título universitario, pero ya era anterior con ese carácter”. Voz “doctor” en el volumen correspondiente del Diccionario crítico-etimológico castellano e hispánico, Madrid, Gredos, 1984. 1
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tentes en la vida académica y sólo podía aspirar a la misma quien antes hubiera obtenido el grado de bachiller (el primero, que proporcionaba una educación general casi preuniversitaria); el grado de licenciado (el segundo, que otorgaba la licencia para enseñar públicamente en alguna facultad intelectual concreta: licentia docendi), y el grado de magister o máster (el tercero, que habilitaba para el ejercicio de una profesión regulada oficialmente en sus estudios)3. Con el grado de doctor (que empezó a usarse en las Facultades de Derecho) se adquiría, por tanto, la máxima categoría académica y, en consecuencia, quedaba abierta la vía para su integración en el marco universitario como miembro del cuerpo docente universitario e integrante de tribunales de doctorado4. La exigencia de realizar una “tesis doctoral” para lograr el grado de doctor surgió con posterioridad al nacimiento de las universidades, a medida que la mayor afluencia de alumnos a las aulas universitarias durante la época contemporánea hizo preciso arbitrar fórmulas más estrictas y homogéneas para secuenciar el paso de un nivel académico a otro. En Gran Bretaña, por ejemplo, fue sólo a partir del siglo XIX cuando se impuso la norma de que el aspirante al grado de doctor tuviera que realizar una “investigación doctoral” probatoria de su dominio de la disciplina y de su capacidad para ejercer las competencias intelectuales anejas al grado doctoral. De hecho, de manera progresiva, la realización y defensa pública de una tesis doctoral acabaría convirtiéndose en el requisito crucial para la incorporación a la vida académica, en la medida en que la investigación pasó a convertirse en una función básica de los profesores universitarios a partir de esas fechas. Como afirmaría uno de los catedráticos de la Universidad de Oxford que promovió ese proceso: “La labor de un profesor universitario (catedrático) consiste en enseñar, organizar el estudio y el aprendizaje y promover los límites del conocimiento humano mediante la investigación”5. Significativamente, la palabra “investigación” es también un ejemplo vivo de la persistencia actual del legado léxico de la Antigüedad clásica. Deriva del vocablo latino in-vestigare, un verbo que significaba originalmente “buscar vestigios y pistas” y “seguir las huellas disponibles” para encontrar la verdad. En el idioma español, hoy día, esa palabra denota una actividad similar y muy concreta: “Hacer diligencias para descubrir una cosa”6. 3 El sistema de grados medievales se describe en María Ángeles Galino, Historia de la Educación. Edades Antigua y Media, Madrid, Gredos, 1982, pp. 540-541. Véase un ejemplo de la regulación de grados académicos en la universidad española medieval y renacentista en la obra de Francisco Javier Alejo Montes, La docencia en la Universidad de Salamanca en el Siglo de Oro, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2007. 4 Según Santiago Segura Munguía, los derivativos “doctorar”, “doctorando” y “doctorado” aparecen en el siglo XVII (los dos primeros) y en el siglo XVIII (el tercero). Voz “doctor” en Nuevo diccionario etimológico Latín-Español, Bilbao, Universidad de Deusto, 2001. 5 Peter R. H. Slee, Learning and a Liberal Education. The Study of Modern History in the Universities of Oxford, Cambridge and Manchester, 1800-1914, Manchester, Manchester University Press, 1986, p. 142. 6 Voz “investigar” en Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Real Academia de la Lengua, 1984, vol. 2, p. 785 (vigésima edición del diccionario).
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Vestigium era, en efecto, el rastro que dejaba una pisada sobre el suelo (“impronta de pasos”) y el verbo correspondiente aludía a la necesidad de seguir la pista de quien había pasado por ese suelo a través del resto de sus pisadas. Por extensión, “investigar” pasó pronto a denotar las diferentes estrategias que cabe planificar y ejecutar para seguir huellas que nos lleven al descubrimiento de algo de manera rigurosa, metódica, ordenada y veraz7. En consecuencia, todavía hoy entendemos por “investigación científica” el conjunto de procesos intelectuales y materiales que nos permiten concebir, analizar, examinar y conocer un fenómeno natural, formal o humano de manera organizada, metódica, rigurosa y a tenor de parámetros de comprobación y exploración críticas y articuladas en categorías científicas determinadas. En resolución, la elaboración de una tesis doctoral es el rito de paso académico que consagra oficialmente la conversión del doctorando en un investigador plenamente reconocido por sus iguales y capaz de promover autónomamente el avance de las fronteras del conocimiento y el saber humanos más allá de sus límites actuales gracias al desarrollo de sus propios trabajos8. Por eso mismo tiene el alto valor simbólico y material que se le atribuye y por ello la terminación de la tesis y su defensa pública con éxito ante el tribunal científico correspondiente es uno de los hitos clave de cualquier trayectoria científica y académica en todas las universidades del mundo. Significa, ante todo, convertirse en oficiante acreditado de una tradición científica de reflexión racional-constructivista que ha logrado éxitos impresionantes en su despliegue histórico multisecular y cuyos orígenes cabe remontar a los tiempos clásicos grecorromanos en su embrionario espíritu inquisitivo, demostrativo y crítico, como han demostrado muchos historiadores de la ciencia. Véase a título ilustrativo la reflexión de Evandro Agazzi: Cuando aspiramos a conocer del modo más pleno y adecuado una cierta realidad, no podemos limitarnos a cerciorar que existe y a describir cuidadosamente cómo está hecha, sino que debemos tratar de comprender por qué existe y está hecha como se nos aparece. Para alcanzar este ulterior objetivo ya no es suficiente atenernos a cuanto nos proporciona la experiencia inmediata de las cosas, sino que debemos hacer intervenir a la razón, la cual en cierto modo aclara que cuanto constatamos no es casual, sino que entra en un marco dentro del cual resulta explicable. La exigencia de comprender y explicar es connatural al hombre y es consecuencia de ser un “animal racional”; por ello todas las civilizaciones han tratado de satisfacerla, habitualmente produciendo mitos cosmogónicos o Voces “investigatio” y “vestigium” en el ya citado Nuevo diccionario etimológico Latín-Español de Santiago Segura Munguía. Según este autor, la palabra “investigación” ya está presente en el idioma español en 1433. 8 Viviana Mancoksky, “¿Qué se espera de una tesis de doctorado? Breve introducción sobre algunas cuestiones y expectativas en torno a la formación doctoral”, Revista Argentina de Educación Superior, n.o 1, 2009, pp. 201-216. Cfr. Pedro García-Alonso, Tesis y doctorado: Espacio Europeo de Educación Superior, Madrid, Editorial Hélice, 2006. 7
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proponiendo concepciones animistas de singulares realidades o acontecimientos. Lo que, en cambio, comienza a manifestarse en la Hélade a partir del siglo V a. C. es la exigencia de hacer explícitas las “razones” mediante una demostración, la cual sea capaz de remontarse a principios universales y ya no a figuraciones o a historias singulares, por lo demás, imaginarias. De tal manera la explicación de los modos de aparecer de las cosas se buscó en el qué son, esto es, en su naturaleza o esencia, y en las causas que las hacen reales. Se planteó así explícitamente el tema de las exigencias también, además de las de la empiria, del lógos. En esta búsqueda de las razones generales en lugar de explicaciones ad hoc excogitadas caso por caso, y de un método demostrativo para establecerlas, podemos reconocer los trazos distintivos que separan al saber precientífico del científico9.
Evandro Agazzi, La ciencia y el alma de Occidente, Madrid, Tecnos, 2011, p. 41.
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Índice general
Prefacio.................................................................................................................. 7 PRIMERA PARTE. ¿QUÉ ES UNA TESIS DOCTORAL Y PARA QUÉ SIRVE?....................................................................................... 9 1. El origen: Un requisito para conseguir un grado académico..................... 11 2. La tesis doctoral en la legislación vigente ................................................... 15 3. Guías para la realización de tesis doctorales en ámbitos sociohumanísticos......................................................................................... 21 SEGUNDA PARTE. HACER LA TESIS DOCTORAL PASO A PASO... 27 4. Los primeros pasos para emprender la tesis: Tema, programa y dirección..................................................................................................... 29 5. Segundos pasos: Escoger el título, leer los materiales informativos básicos y preparar el Plan de Investigación................................................. 35 6. Tercer paso: Normalizar las formas de referenciación............................... 45 7. Cuarto paso: Redactar el índice provisional............................................... 55 157
8. Quinto paso: Afrontar el reto de la redacción del texto escrito................ 67 9. El último paso: Dar forma a su presentación académica impresa.............. 91 TERCERA PARTE. DEFENDER LA TESIS DOCTORAL......................... 109 10. La palabra humana como recurso de comunicación vital........................... 111 11. El orador........................................................................................................ 117 12. El discurso..................................................................................................... 125 13. El auditorio.................................................................................................... 131 Bibliografía consultada............................................................................................ 135 Ejercicio práctico..................................................................................................... 139
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la tesis doctoral en ciencias humanas y sociales
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Enrique Moradiellos
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Este libro ha sido impreso en papel ecológico, cuya materia prima proviene de una gestión forestal sostenible.
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