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EL OBSERVADOR

de Aconcagua

Los Andes La unión comunal dirigida con fuerza ferroviaria El jubilado de Ferrocarriles y presidente de la junta de vecinos de la villa Manuel Rodríguez, Jorge Ponce, recuerda sus años en el tren y dice que falta mucho por mejorar en los barrios “Tengo 66 años, soy nacido y criado en Los Andes. Hijo de madre y padre ferroviario. Estudié en el Liceo Max Salas y, después, me fui a Santiago a estudiar en Inacap. Me titulé de técnico en Redes Aéreas para trabajar en la corriente de los trenes y salió al revés, porque fui maquinista”. Así resume su vida Jorge Ponce Núñez, presidente hace 17 años de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Los Andes. Aunque él piensa que se nace con la vocación de ayudar, es innegable que Luis Alberto Ponce Ponce, su padre, es su máximo referente. “Mi padre fue ferroviario y un gran dirigente social de Los Andes. Cuando él estaba, existía la Unión de Obreros Ferroviarios y el recorrido era desde Llay Llay a la frontera. Después quedó solo hasta Los Andes. Por eso eran dos estaciones y la del Estado era ésta. Aquí llegaban de trocha ancha y, cuando yo trabajaba, de trocha angosta. Él murió en 1951, en un accidente en el kilómetro 6 y medio. Lo tomó la corriente porque la dieron cuando aún no terminaba de cambiar un aislador. Yo tenía un año y mi madre quedó viuda con cuatro hijos y uno en la guatita”, recuerda. La cédula de identidad de Francisca Adelinda Núñez (sin segundo apellido) dice que nació hace 98 años, pero Jorge está seguro de que tiene más y que la inscribieron varios años después de nacer, lo cual era una práctica recurrente durante esa época. Debido a que Luis murió en acto de servicio, a ella le dieron un trabajo en Ferrocarriles. “Fue a Santiago y en ese tiempo era Presidente Carlos Ibáñez del Campo. Entonces, Jorge Ponce habló con la seademás es ñora de él -por ahí presidente de tiene un cuento mi la Federación mamá –; hicieron Quinta Región a la frontera, los trámites y le que parte en Llay Llay; el Con- crearon un puesto sejo Consultivo de Fonasa de de guardia cruzala Provincia de Los Andes; y el da en Guardia VieConsejo Consultivo de SERja”, explicó. VIU de la Quinta Región. Por ello, entre 1954 y 1958, Jorge, su hermana menor y su madre tuvieron que alejarse. Sus tres hermanas mayores quedaron internadas para terminar el colegio y la familia solo se reunía en vacaciones. “Después se vino de guardia cruzada a El Sauce y ahí estuvimos varios años, hasta que el 68 ó 69 nos regresamos a Los Andes, porque pusieron el sistema automático. Ese ‘mono’ dejó sin pega

Multi dirigente

a mi mamá así que se vino de agregada a la Oficina de Vías y Obras”, cuenta. El cambio de Francisca coincidió con el ingreso de Jorge a Ferrocarriles, quien comenzó como limpiador, y luego, fue aspirante, ayudante de tercera, segunda, primera; maquinista de tercera, segunda y, finalmente, inspector-instructor, antes de jubilar. A pesar de haber compartido varios años juntos en la empresa, su madre se retiró tras 26 años de servicio. Él se mantuvo activo y, durante 9 años, fue dirigente de la Federación Santiago Watt de Ferrocarriles del Estado. En ese tiempo, los dirigentes ya no estaban tan activos, por lo que se considera parte de una generación de recambio, escogida por la gente, a través de votación. Su retiro se concretó cuando el tren quedó al mando de Ferrocarriles del Pacífico S.A. (FEPASA). “Cuando era ayudante de maquinista, viajaba en los trenes de pasajeros que salían de aquí, donde está la Pullman, a Mendoza. Después, también siendo ayudante, viajábamos a las cuevas en los trenes de carga. En el año 84 se cerró el tramo a la frontera y llegábamos hasta río Blanco, y ahí nos quedamos trabajando solo con la minera Andina, transportando cobre. Una vez que lo privatizaron, en 1995, los que querían se quedaban y el resto se podía ir indemnizado y nosotros optamos por lo segundo, porque antes que lo tomara FEPASA, había que tener un límite de veinticinco años y teníamos como veintiocho”, precisa. JUBILÓ Y SE HIZO PRESIDENTE VECINAL Una vez jubilado, Jorge se integró casi al mismo tiempo a la junta de vecinos de la población en la que aún reside. Según cuenta, lo escogieron presidente al tiro. “Uno nace con una inquietud de ayudar, de informar, de hacer. Cuando privatizaron en 1995, me fui jubilado y comencé a trabajar como dirigente en la Villa Manuel Rodríguez (compuesta por 70 socios de los cuales participan 40), una población de ferroviarios que queda frente al Jumbo. He sido presi-

dente desde ese tiempo”, destaca. Así comenzó a ascender, pues, un par de años después, su nombre fue propuesto para ser presidente de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos, cargo que consiguió y mantiene hace 17 años. Esta UNCO está compuesta por 105 juntas de vecinos y, a pesar de la diversidad de problemáticas que cada una tiene, Ponce detalla algunos de los dilemas comunes. “La falta de mantención de áreas verdes, las luminarias en mal estado de las plazoletas, el estado de los bandejones, los residuos domiciliarios y el agua, debido a que se han reventado hartas matrices que son antiguas; están entre los problemas que más se repiten. Hemos estado trabajando en conjunto para buscar soluciones. También las podas de los árboles, porque Chilquinta decía que era responsabilidad del municipio y el municipio decía que era de Chilquinta. Entonces, ahora se llegó a un consenso, en que fuimos mediadores: los primeros van a podar los árboles que están tocando las redes de alumbrado y los segundos recogerán las ramas”, recalca. CARTA A LA PRESIDENTA BACHELET Varias son las instituciones y organizaciones con las que la UNCO trabaja, entre las que están Policía de Investigaciones, Carabineros, el Hospital San Juan de Dios de Los Andes, la Gobernación y Seremis de Valparaíso. Sin embargo, el dirigente destaca la importancia que tiene para ellos el mantener su autonomía. “El municipio, por ejemplo, nos puede proponer cosas, pero como UNCO somos autónomos. Ellos tienen que trabajar con nosotros para saber cuáles son los problemas y las quejas, porque acá es donde llegan, pero nunca obligarnos a hacer algo”, puntualiza, desde la moderna oficina que tiene la UNCO en Los Andes. “La Ley 20.500 nos complicó, porque ahora nadie quiere ser dirigente, por la cantidad de trámites que hay que hacer para las elecciones. Por eso, me di el lujo de enviar una carta a la Presidenta de la República Michelle Bachelet pidiendo un cambio en esto. Y me la contestó. Ahora estoy a la espera de una respuesta de la Contraloría, pero aún así la ley hay que respetarla, venga del gobierno que venga. En ella, pedimos una modificación. No cambiarla completa. Queremos modificar el artículo 10 inciso 1, para que las organizaciones sociales sigan siendo autónomas, porque a nosotros no nos pagan, ponemos plata de nuestro bolsillo y tenemos vocación de servicio”, enfatizó. Pese a los años de servicio de este ferroviario, Ponce dice que aún le queda mucho por entregar a los vecinos y las vecinas de su querida comuna.

Edición Especial Aniversario Viernes 22 de julio de 2016

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cagua

Especial por los 12 años de Diario El Observador de Acooncagua promoviendo la participación social.


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Llay Llay

Panquehue

La presidenta que superó sus penas ayudando a los demás

Con 76 años TRABAJA CON TODA SU ENERGÍA

Patricia Salas tuvo una infancia difícil, pero sus problemas los transformó en la motivación para la acción social

Óscar Hidalgo Miranda ha sido minero, mozo, jardinero y chofer, pero nunca ha dejado el servicio comunitario Óscar Hidalgo Miranda tiene 76 años y es el presidente la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Llay Llay. El experimentado dirigente inició su carera en 1967 como presidente de la Junta de Vecinos Población Juan Cortés. Llegó a los 10 años a vivir a la ciudad del viento. Su padre, Fernando; y su madre, Florinda; vivían y trabajaban en un fundo de Ocoa, pero tiempo después se trasladaron a Llay Llay, junto a sus siete hermanos por oportunidades de trabajo. El dirigente recuerda que hasta sus 12 años vivió en aquel fundo, porque “en ese tiempo no había casas ni nada, por lo que uno vivía y trabajaba en los fundos”. Cumplidos los 18 años, hizo su Servicio Militar en San Felipe y, una vez que salió, decidió conocer Chile trabajando. Fue así como llegó a la mina La Patagua en el norte, donde comenzó su vida dirigencial, en el Sindicato de Trabajadores.

En 1967, volvió a Llay Llay y contrajo matrimonio con Fresia Santibáñez Ortiz, con quien tuvo 4 hijos: Ramón, Bernardo, Luis y Florinda. La pena lo embargó, cuando su esposa falleció en 1981, por lo cual decidió emigrar a Quillota, ciudad donde estuvo por dos años y trabajó como chofer, jardinero, mozo, entre otros oficios. Hace 16 años y luego que sus padres enfermaran, regresó a Llay Llay, donde volvió a la dirigencia, cuando fue invitado por el Consejo de Desarrollo Social de la Salud. Actualmente, es parte de dicho sistema, junto con pertenecer a programas del SENDA y Servicio País, organismos en que invierte sus habilidades e ayudar a los jóvenes. Óscar siente que lo más importante de este trabajo es la oportunidad de contactarse con los presidentes de todas las juntas de vecinos y conocer las necesidades de la comunidad de primera

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fuente. “En Llay Llay hay problemas con el alcantarillado, agua potable, seguridad, hay gente que tiene problemas con la luz. Son problemáticas históricas, que intentamos mostrar para que la gente a cargo de solucionar esto tome cartas en el asunto”, señala. Cuando él asumió había sólo once Juntas de Vecinos activas. Hoy llegan a las 32, por lo que evalúa como positiva la labor. Sin embargo, hace notar el poco apoyo de las autoridades para con los vecinos. “Si no es por nosotros, los odiosos, no se harían las cosas. Si no hay organización, no hay adelanto”, dice. “Para mi, ser dirigente es trabajar por los demás. Si no hay organización, no tendríamos lo que tenemos hoy. Es fundamental este trabajo, aunque lamentablemente no se reconoce mucho”, agrega.

Patricia Salas Belmar nació en Concepción en 1956 y, a los 14 años, se fue a Santiago buscando una mejor vida. Ahí estuvo casi dos años. Luego, regresó a Concepción y, ocurrido el Golpe de Estado, volvió a la capital, donde se quedó brevemente, porque se enamoró y esa relación la hizo moverse hasta Panquehue, donde ha vivido y trabajado como dirigente los últimos 35 años. “Nací muy pobre y la injusticia social siempre me molestó. Por eso me decía: ‘Yo tengo que luchar y trabajar por la gente’”, cuenta. La carga emotiva del relato se explica al conocer su infancia: “Mis padres eran pescadores y se separaron cuando yo tenía cuatro años. Mi madre tuvo que salir a trabajar y nos dejaba solitos. Éramos seis hermanos, entre los que había una guagüita. Como ella trabajaba en una fábrica de pescados, con turnos semanales de día y noche, un día esa guagüita se nos calló al brasero y como la atención en los hospitales era peor que ahora, mi hermanito se murió”. Su padre nunca los ayudó. Tampoco lo pudieron ubicar cuan-

do su hermano falleció. “Después, tuvimos un padrastro que nos sacaba la mugrienta. Salimos de las brasas y nos metimos al fuego. Pasado un tiempo no aguanté más y me dije: ‘Voy a tratar de vivir la vida, pero no al lado de este caballero’”, relata. Y ha salido adelante, tal como se lo propuso. Actualmente tiene una casa que le agrada y una mejor situación. “Pero en Panquehue la mayoría de las personas trabaja en el campo con un sueldo miserable. Además, en esta época no tienen trabajo”, lamenta. Esa vocación social viene desde los años 70, cuando participó en las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios, conocidas en la Unidad Popular como JAP. “Ahí luchamos fuerte. Desde ahí no dejé la parte social y me involucré en cada lugar en que estuve. Hace más de 15 años presido la Junta de Vecinos de mi población y, hace seis, la Unión Comunal”, recalca. Durante sus años a la cabeza

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de la Villa Lo Campo, que tiene 150 socios, con 80 asistiendo a reunión, la dirigente destacó que han logrado mejoramientos. “Esto era la cancha y pura tierra. Ahora tenemos calles pavimentadas, veredas, cancha iluminada y una plaza remodelada. Tenemos tres sedes: una para la junta de vecinos y reuniones sociales, y las otras para una agrupación de adultos mayores y el centro de madres”, destaca. Su trabajo en la Unión Comunal se ve reflejado en que, al momento de asumir el cargo por primera vez, solo participaban cuatro juntas. Actualmente hay veinte, aunque dos no han sido reactivadas. A pesar de lo anterior, Patricia reconoce que la participación es baja, lo cual coincide en varias comunas. “La Ley 20.500 nos ha quitado autonomía y la gente no se compromete. Como UNCO nos esforzamos para mantener activas las juntas de vecinos e informada a la gente, porque aquí llega muy poca información. Aún así, hemos logrado cosas, como mejorar el abastecimiento de agua en el sector La Carretera, porque antes se la llevaban en camiones aljibes. Ahora por lo menos hay un pozo y un estanque y se les entrega cada una hora”, sostiene contenta.

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Semana del 19 al 23 de diciembre de 2014

22 - Los Andes

EL OBSERVADOR se atreve y lo dice todo

Semana del 22 al 28 de julio de 2016

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San Felipe De presidente de curso a líder de las juntas de vecinos Francisco Valenzuela Vicencio encabeza una organización que ha conseguido, entre otras cosas, convenios para que socios estudien con descuento en la universidad En San Felipe son muchas las organizaciones vecinales que hacen presente sus intenciones y objetivos para mejorar sus barrios. Francisco Valenzuela Vicencio preside la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de San Felipe, quien es nacido y criado en la ciudad. Tiene 46 años, es casado con Marcela Carrasco y, juntos, tienen 3 hijos: Francisco, Almendra y Marcelo, de 20, 10 y 8 años, respectivamente. Comenzó su vida de dirigente, luego de ser presidente del curso de su hijo mayor. Luego fue presidente del club deportivo escolar José de San Martín, en 2003; y tesorero del Centro de Padres del Colegio Portaliano, establecimiento donde estudian sus hijos menores. Hace tres años preside la

Junta de Vecinos N° 23 del sector Puente, luego de ser socio de la misma por más de 12 años. Es en esta instancia donde conoció a Luis Carreño, quien era presidente de la UNCO y que lo invitó a participar. Luego de que una enfermedad le arrebatara la vida al dirigente comunal, Francisco fue elegido como director el año 2014, para luego, un año más tarde, ser electo presidente de la Unco. Desde esta labor, que desempeña hace poco más de un año (desde mayo de 2015 a la fecha), Valenzuela expresa su gratitud y conformidad con el trabajo realizado. Sostiene que en este último tiempo se han generado varios proyectos para motivar la inscripción de socios. Uno de los más inéditos es la posibilidad de

que personas puedan realizar estudios superiores en la Universidad de Aconcagua, con un descuento en los aranceles, si es que pertenecen a alguna de las juntas de vecinos asociadas a la UNCO. “Es un convenio que permitirá a los vecinos y vecinas estudiar lo que deseen, para tener la posibilidad de desarrollarse y optar a algún mejor trabajo. Además nos encontramos en conversaciones con una empresa funeraria y otra de gas para firmar acuerdos de descuentos”, agrega. El presidente de la UNCO sanfelipeña sostiene – eso síque el trabajo como dirigente vecinal tiene un costo familiar:

“Es mucho el tiempo que uno pasa al servicio de los demás, pero es algo que llena. Las acciones que uno hace son recibidas por todos, pensando en el bien común”. Valenzuela cree que, dentro de las tareas que requiere la ciudad, es necesario que, por parte de los vecinos y vecinas, se generen proyectos

para aumentar la seguridad de la comuna, la recuperación de espacios públicos y el mejoramiento de calles y veredas. Ello, porque el dirigente siente que no existen autoridades suficientemente comprometidas con la gente: “Muchos de ellos hacen oídos sordos, existen muchos concejales que no salen a la calle. No he visto ninguna autoridad pendiente. Un vecino se dirige primero a su dirigente que a las autoridades encargadas”. De todos modos, cree que, para que eso no suceda, es fundamental que las perso-

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nas participen en sus Juntas de Vecinos, porque -como señala- “no basta solo con reclamar, sino también hay que proponer alternativas para conseguir cosas”. La UNCO de San Felipe cuenta con 50 Juntas de Vecinos asociadas, de un total de 112 que existen en la ciudad. Es por eso que el dirigente además realizó un llamado a las distintas directivas a que participen de esta Unión Comunal, porque a través de ella se pueden canalizar de manera más rápida todos los proyectos. Para esto, se han realizado encuestas de evaluación para determinar cuáles son las necesidades de la gente en todo ámbito, ya sean de seguridad, culturales, deportivas y recreativas. La idea es generar una mayor participación y compromiso de todos en el mejoramiento de la ciudad.

Santa María

Cuidó niños ajenos como suyos y ahora quiere casa que acoja a los abuelitos Albina Marambio Correa se hacía cargo de hijos de temporeras antes de convertirse en dirigente Albina Marambio Correa es la mujer que encabeza la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Santa María, luego de una vida entregada al trabajo y servicio por los demás. Nació en Cabildo, en 1955; y se trasladó hasta Lo Calvo cuando tenía 8 años, luego que su padre, Antonio Marambio Marambio, recibiera una herencia que lo hacía acreedor de unos terrenos en el sector. Él era agricultor y llegó junto a su familia para trabajar la tierra. En 1974, Albina contrajo matrimonio con Luis Céspedes Contreras, del cual nacieron dos hijas, Elizabeth y Katerin, ahora de 40 y 33 años, respectivamente. Pero Albina cuenta con emoción que no son sólo dos sus hijas, sino que tiene muchos hijos adoptivos que la reconocen como su madre. Uno de ellos es Cristian, de 28 años, a quien cuidó desde que era un niño y por eso él la llama “mamá”. Es que la dirigente comenzó su vida al servicio de la comunidad cuidando a niños y niñas, cuando sus madres debían ir a trabajar. Según cuenta la presidenta de la UNCO, “todo comenzó cuando cuidaba a mis sobrinos y un niño más. Al poco tiempo, muchas mujeres, la mayoría temporeras, empezaron a dejar al cuidado mío a sus hijos”. “Veía muchos niños que andaban en la calle solos y de ahí nace la idea de cuidarlos. Es una experiencia que ha sido muy bonita y gratificante”, señala con orgullo.

En 1995 ingresó a la Junta de Vecinos N°19 Los Héroes de Santa María, como tesorera, cargo que ocuparía por dos años, para luego ser elegida presidenta. Según relata, “me impulsó ver el estado de las calles: la entrada a la población estaba sin pavimento y veredas, no había lugar donde reunirse, ni tampoco existía una sede. Era muy fea la entrada a la población”. “Así fue como, para la sede, fuimos comprando materiales de a poco y, luego, las autoridades, por medio de proyectos, nos financiaron la mano de obra para la construcción de la sede. Así, se han generado subsidios para el mejoramiento de alumbrados, se está trabajando con el SENDA y Servicio País para el desarrollo de los jóvenes, además de el servicio ecológico, en materias de reciclaje y cuidado del medio ambiente”. Aunque han sido varios los proyectos que se han ejecutado y que la presidenta reconoce y agradece a las autoridades, considera que aún faltan políticas destinadas a jóvenes y adultos mayores. “Faltan iniciativas para la juventud, sobre todo para alejarlos de los problemas de hoy en día. Hay que orientarlos,

para que en un mediano o largo plazo no nos estemos lamentando”, dice. La presidenta enfatiza en el hecho de que en la comuna no tenga una casa de reposo para adultos mayores. Si bien existe un hogar municipal que se encarga de alimentarlos y cuidarlos, es solo diurno, por lo que en las noches muchos permanecen solos en sus casas. Es en este sentido, Albina cree pertinente la craación de una casa de acogida, que funcione las 24 horas, haría justicia con personas que merecen cuidados como se merecen. Albina Marambio concluye que, hasta el momento, el trabajo cuenta con el apoyo de los vecinos y vecinas reconocen la labor desempeñada. “La sede de la UNCO es utilizada por grupos de adultos mayores, jóvenes, etcétera, por lo que estamos contentos y motivados para seguir trabajando por el bienestar de toda la comunidad”, finaliza.


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Rinconada de Los Andes Creó un centro de madres a los 16 años, crió seis hermanos y ahora lucha por su comuna Flor Castro González tenía 15 años cuando debió enfrentar muerte de su madre, experiencia que le dio fuerza para todo lo que emprende en la vida Cuando Flor Castro González tenía 15 años, nació el octavo de sus hermanos y falleció su madre, Guillermina González, quien en ese entonces tenía sólo 33 años y padecía de cáncer intestinal y uterino. Por ser la mayor, a Flor le tocó criar a seis, los cuales tenían 5, 4, 3, 2 u un año, además del bebé que tenía sólo cinco días. “Cuando mi mamá murió, me tuve que hacer cargo de mis hermanos bajo el amparo de mi papá. Pero los crié con mucho amor. Incluso varios me dicen mamá. Ahora, todos vivimos relativamente cerca, excepto dos, están en Vallenar y Quellón. Ellos son muy respetuosos y reconocieron todo lo que me sacrifiqué, porque era muy niñita, y mi juventud fue en medio de quehaceres y ollas, entonces no supe lo que era tener muchas amigas, salir, ni esas cosas. Además, vivíamos en el campo y antes no había tanta tecnología para trabajar, por lo que era

más difícil. Aún así, éramos muy felices”, recuerda. Diez años después, su padre, Aníbal Castro, murió en un accidente. Él vendía leche y se cayó de una carretela y Flor sumó nuevas responsabilidades, aunque sus hermanos ya no eran tan pequeños. “Me tocó vivir otro duelo y me costó mucho superarlo, porque cuando mi mamá se murió yo estuve mal, pero no tuve tiempo para asimilarlo por todo el quehacer y el trabajo que tenía. Cuando murió mi papá fue algo terrible, porque ya estábamos más grandes y ahí ya me faltaban los dos. Pero son etapas de la vida que uno no borra, pero supera”, explica. Flor Castro cuenta que, cuando conoció a Julio Rojas Urtubia, su esposo, pensó que por fin podría descansar. Sin embargo, tuvo que trabajar codo a codo con él como mediera en una plantación de tabaco, hasta que finalmente pudieron inde-

pendizarse. No obstante, en el camino hubo complicaciones, debido a que a su marido también debió enfrentar al cáncer. “Cuando logramos independizarnos, compramos dos parcelas grandes, que transformamos en viñas. Trabajamos también en la feria y pudimos juntar plata para comprar las herramientas que necesitábamos para la agricultura. Y así fuimos creciendo. Después, el arrendó unos fundos y nos iba bien, porque trabajábamos a la par. Llegamos a tener harto. Pero él se enfermó de cáncer y tuvimos que vender las parcelas grandes. Eso fue hace quince años y el proceso duró cinco”, detalla. Durante ese periodo, logró guardar un poco de dinero y compró una parcela pequeña, que hasta el día de hoy mantienen y que su marido trabaja junto a trabajadores. “Mi esposo se sacrifica harto por el campo. Ahí tiene tomates, limones de pica, duraznos y todavía le hace empeño, aunque con mucho cuidado, porque le sacaron un riñón y le alcanzaron a salvar el otro. Entonces, tiene varias secuelas. Pero igual

Boris Luksic Nieto, alcalde de Catemu, junto al Honorable Concejo Municipal, saludan de manera muy especial a diario "El Observador" en su 12° aniversario, y a todos quienes trabajan en este medio de comunicación, por el gran aporte que realizan a la Provincia de San Felipe.

somos muy felices los dos”, afirma. DIRIGENTE VECINAL El primer cargo que Flor tuvo fue con solo 16 años, cuando formó un Centro de Madres. Dice que se animó a formarlo para salir de la pesada rutina que día a día tenía. “Fue una pequeña distracción que encontré quizás. Las señoras estaban contentas conmigo y venían monitoras que nos ayudaban una vez por semana. Entonces, ahí como que empezó todo porque conocí el tema de la solidaridad, de ayudar al otro y compartir con los demás y hasta el día de hoy he seguido en eso. También trabajo en la pastoral y hace veintiocho años soy misionera de la Iglesia Católica por las Hermanas Domínicas de la Presentación y durante el verano vamos a misiones a distintas partes de Chile”, precisa. A la Junta de Vecinos Los Placeres se acercó a través de su marido, debido a que él era el presidente. Luego escogieron a otras personas y hace doce años fue su turno, situación que se ha mantenido desde entonces. Dicha junta cuenta con 36

socios, pese a que Flor cree que cada día cuesta más que las personas asuman responsabilidades. Como era parte de la directiva de la junta, también le tocó participar en las reuniones de la Unión Comunal (UNCO), hasta que hace algunos años propusieron su nombre para ser presidenta. En esa ocasión, fue escogida y ya lleva cuatro años en ese cargo. “En la UNCO participan treinta y ocho juntas de vecinos, pero en las reuniones generalmente participan entre diez y doce. No hay mucha asistencia, pero igual se hacen las reuniones y hemos logrado varias cosas. Ahora, por ejemplo, estamos trabajando el cuidado del medio ambiental, por la contaminación que se está viviendo en casi todas partes. También, estamos viendo lo de las quemas de basura y hojas, el cuidado del agua y la seguridad. Esto último con Carabineros y Seguridad Ciudadana. Asimismo, trabajamos con la municipalidad, y como organización, todos años

compramos mercadería y vamos ayudando al que necesita”, recalca. Debido a su larga trayectoria y dedicación, el 2015 recibió un reconocimiento a nivel provincial durante el Día Internacional de la Mujer, y otro el presente año a nivel comunal, también el 8 de marzo, por su contribución como ejemplo, esfuerzo y participación hacia la comunidad. “A mí me engrandece como mujer y persona ser dirigenta, porque me gusta ayudar. Yo me siento bien en lo que hago, pero para estar en esto lo fundamental es el acompañamiento de la familia, y del esposo sobre todo, porque muchas veces las mujeres son cohibidas porque los esposos no les dan permiso o no les gusta que se reúnan, por eso la caridad empieza por casa”, concluye.


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San Esteban

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Putaendo

Cuando superó una separación descubrió El ex carabinero que se hizo lombricultor y dirigente social su talento como gran dirigente Mónica Arancibia Osorio dirige su Unión Comunal con el acento puesto en erradicar la violencia contra la mujer Mónica Arancibia Osorio nació en San Regis hace cincuenta años. Trabajó como asistente de párvulos durante veintiuno, de los cuales dieciocho y medio fue encargada de un jardín infantil de Fundación Integra en la localidad de El Cobre. Se casó a los veinte y formó una familia en El Higueral, debido a que tiempo atrás había llegado al sector junto a sus padres. Luego de dieciocho años de matrimonio se separó y, según contó, fue esa decisión la que -en parte- permitió su ingreso al mundo de la dirigencia vecinal. “Yo comencé a participar en actividades sociales y organizaciones después de que me separé, porque ahí pude hacer más cosas que estar en mi casa”, detalla. Mientras trabajaba, Mónica era delegada del sindicato y, cuando sus hijos -Sergio y Juan- estudiaban, también tuvo cargos directivos en sus respectivos cursos. A la Junta de Vecinos Libertad El Higueral llegó como socia y poco más de un año después fue elegida presidenta. Lo anterior, ocurrió el 2006. Una década ha pasado y, con más de cien socios inscritos, continúa en el cargo. El mismo año, fue escogida secre-

taria de la Unión Comunal, hecho que se repitió una vez; para, luego, ser escogida presidenta, cargo que ha mantenido por dos periodos. “En las reuniones de la junta de vecinos generalmente participan entre cuarenta y cincuenta personas, pero cuando hacemos una actividad anual, que consiste en un plato único para ayudar a personas necesitadas, todo el sector se une”, explica. En la UNCO, en tanto, participan 52 juntas de vecinos y los principales temas que trabajan tienen relación con agua, luz y conseguir beneficios para los dirigentes vecinales, lo cual tiene como fin ayudar a los vecinos y las vecinas de la comuna. Además, es secretaria en el Consejo de la Sociedad Civil de Fonasa. “Lo que me incomoda es que nosotros hacemos hartas cosas por los sectores que representamos, entonces lo ideal sería que las autoridades se sumaran o que nos sumaran a sus trabajos, en

vez de crear competencia, porque la idea es que trabajemos en conjunto los temas que nos afectan o benefician a todos en la comuna”, plantea. La UNCO también tiene convenios, como, por ejemplo, el que mantienen con Gendarmería, con el fin de promover la reinserción a través del trabajo comunitario en lugares como la Biblioteca Municipal. También se reúnen con Carabineros para trabajar temas de seguridad y con el Servicio Nacional de la Mujer, debido a que los dirigentes están muy comprometidos con la erradicación de la violencia hacia las mujeres. “Acordamos hacer una mesa de trabajo con Carabineros, SERNAM, PRODEMU y la Unión Comunal de Centro de Madres, porque queremos crear una red comunal para apoyar a la mujer que es maltratada, porque en esta comuna hay mucho machismo aún y falta conexión entre los diferentes actores involucrados para trabajar el tema de manera más efectiva”, advierte, convencida de que la unión hará la fuerza para erradicar este grave problema.

René Reyes Leiva cree que el acceso a la salud debe estar entre las prioridades en la comuna René Reyes Leiva nació en Los Andes y estudió en la Escuela Nº 8 de Calle Larga. Después, en el Liceo Max Salas y, cuando egresó, ingresó a Carabineros de Chile, institución que lo llevó hasta Putaendo como cabo primero. Ahí estuvo dos años, tiempo suficiente para enamorarse de Dolores del Pino Morales, su esposa. Estando en servicio, vivió en varios lugares, hasta que un accidente lo obligó a dejar la policía uniformada. Una vez fuera, trabajó en dos empresas: una de alimentos y otra de aseo, manejo y traslado de residuos industriales, para finalmente dedicarse a la que ahora es su principal ocupación: la crianza de lombrices. El 2008 comenzó con la lombricultura, luego de ser invitado a un curso. Como el tema le interesó, siguió buscando información y creó su propio plantel. Incluso, en 2009, participó en la fundación de una agrupación de lombricultores, que tiene 17 socios. Actualmente, dicha organización tiene un convenio con la Municipalidad de Putaendo, para trabajar en el reciclaje de material orgánico. “A la dirigencia vecinal llegué, porque el año 85 u 86 sacamos una casa en Rinconada de Silva, la cual a los tres meses perdimos por un incendio producido por un accidente eléctrico. Ahí formamos un comité de adelanto para prevenir otros y en-

contrar soluciones, porque además del incendio, otras casas presentaban problemas parecidos y otros tipos de daños”, explica. El lombricultor fue presidente de dicho comité y, posterior a eso, comenzó a participar en la Junta de Vecinos Nº 2 de Rinconada de Silva. Ahí, fue secretario en 1987 y ese mismo año asumió como presidente. Un año después, fue escogido presidente de la UNCO. Pasado un tiempo, dejó de participar, hasta que el 2008 se reintegró y fue escogido presidente nuevamente, cargo que ha mantenido hasta hoy. La junta de vecinos que preside cuenta con 157 socios, de entre quienes participan alrededor de 70. Uno de los grandes logros que Reyes recuerda fue la construcción de una sede, gracias a un aporte de la comunidad y el apoyo de la Municipalidad y el Gobierno Regional. Otro logro es haber gestionado una estación médico rural que funciona los jueves en la mañana y un box dental, atendido por un grupo de ex alumnos profesionales del Colegio La Girouette de Santiago, quienes viajan los fines de semana. Respecto a la UNCO, com-

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puesta por 31 juntas de vecinos, el dirigente cuenta que su mayor preocupación tiene que ver con salud. “Junto a la otra UNCO de la comuna, estamos muy preocupados, porque los enfermos de cáncer de la zona tienen que viajar hasta Valparaíso para hacerse quimioterapias. Entonces estamos trabajando para que se implemente una sala en San Felipe, pero si resultara en Los Andes, igual nos serviría. Incluso, también a personas de La Ligua, porque significaría un trayecto mucho menor”, asegura. René también preside la Unión Comunal de Organizaciones Sociales (UCOS), donde participan 70 organizaciones (clubes de deportivos, centros de madres, agrupaciones de adultos mayores y juntas de vecinos); y, desde agosto de 2014, participa en el Consejo de Sociedad Civil del Ministerio de Desarrollo Social. “Como nuestro periodo termina en agosto, hace un mes se hicieron las elecciones y el resultado será publicado hoy en la página del Ministerio de Desarrollo Social”, anuncia. “Ser dirigente ha sido importante y me quedo con la satisfacción de la gente cuando se soluciona un problema o salimos adelante con un proyecto. Participar en el Consejo también me ha ayudado a aprender otras cosas, sobre todo que somos iguales y que nuestra opinión vale lo mismo que otro que tenga más o menos o si tiene título o no”, concluye.


EL OBSERVADOR

Viernes 22 de julio de 2016

Calle Larga Del packing y las casas particulares a encabezar 40 juntas de vecinos Ximena Núñez Ramírez dice que lo que más se desea en Calle Larga es una comuna como más áreas verdes y segura Por Calle Larga han pasado varias generaciones de familias que han visto convertirse este pequeño asentamiento en una comuna sustentable y con muchas proyecciones de desarrollo, con vecinos y vecinas aportando ideas para el impulso de iniciativas que mejoren su calidad de vida. Entre las 40 juntas de vecinos agrupadas en su Unión Comunal, Ximena Núñez Ramírez es la presidenta. Cuenta que, junto a su marido, Guillermo Barraza Mura, llegaron a vivir hace 22 años a la comuna. Su marido trabajaba en Pocuro, pero poco antes de casarse se trasladaron a ese sector de Calle Larga a vivir. Llevan 21 años de matrimonio, del cual han nacido dos hijas, Ximena y María de los Ángeles, de 22 y 13 años respectivamente.

La presidenta cuenta que su madre era una dueña de casa abnegada, que en la temporada de verano trabajaba en los packing. “Yo también trabajé ahí. Desde los 15 años empecé en los packins, después pasó un poco el tiempo y ahora trabajo en casa particular”, agrega. El padre de Ximena, Grineldo Núñez Espinoza, fue un trabajador esforzado, que además compartía el gusto por las organizaciones dirigenciales. “Él era dirigente deportivo de un club de Plaza Vieja”, relata su hija, que siente que fue él de quien heredó esta virtud. Hace tres años, Ximena Núñez era voluntaria en el Club de Adulto Mayor y al poco tiempo se hizo presidenta de la Junta de Vecinos de Pocuro. “Todo esto fue cuando tenía 40

años más o menos y me gustó mucho el trabajo de colaborar con la gente”, señala. A la Unión Comunal ingresó el año 2014 como secretaria y, luego que falleciera quien era en aquel entonces presidente, Don Genaro Torres, fue electa presidenta, en abril de este año. Reconoce que han sido meses de un trabajo intenso: “Es complicado, por la cantidad de gente de las juntas de vecinos y porque todos tienen sus opiniones y, a veces, es un poco difícil llegar a acuerdos”. “Lo que más cuesta es dar en el gusto a todos. Por más que se hagan bien las cosas, siempre hay gente que critica”, agrega, aunque dice que es en esos momentos en que debe aparecer la vocación de toda la directiva. “Estamos acá porque nos gusta ayudar a los demás, para contribuir a satisfacer las necesidades de los vecinos”, dice. Entre las necesidades que llegan a su organización, enu-

Unco Valle de Putaendo

La dirigente que participa en ORGANIZACIONES desde los 14 años María Salinas García partió haciendo empanadas para juntar fondos cuando era niña y ahora participa de cuatro agrupaciones Putaendo es una de las comunas con el territorio geográfico más grandes de la Provincia de San Felipe. Sus habitantes lucen con orgullo ser parte de una de las zonas más reconocidas por su belleza y patrimonio cultural. Así sucede con María Salinas García, presidenta de la Unión Comunal (UNCO) N° 1 Valle Putaendo. Nacida y criada en el sector, cuenta que desde niña le interesó trabajar al servicio de los demás. Junto con su marido, Alberto Iturrieta; y sus hijos, Alberto, Francisco y Pablo, viven en El Arenal, donde han trabajado por el desarrollo de los vecinos y de su hábitat. Su historia de trabajo se remonta cuando ella apenas tenía 14 años, cuando ya ayudaba en el Comité Vecinal. Recuerda que colaboraba haciendo empanadas para juntar fondos. “Fue una experiencia muy bonita y que me ayudó mucho para lo que hacemos hoy en día”, comenta. En 1980, ingresó como directora de la Junta de Vecinos El Arenal y, junto con los demás dirigentes, realizaron trabajos de generación de servicios de agua potable y luz, demandas históricas y que en ese tiempo no habían sido atendidas. Hace dos años, preside su

Junta de Vecinos y, con su directiva, han empujado el proyecto para asfaltar la calle “La Orilla - La Palma”; habilitar alumbrado en la pasarela; y un badén para mejorar la conectividad de las personas. “Éstas son las cosas que necesitamos hoy, lo que más quiere la gente para mejorar su calidad de vida. El gran anhelo es el asfalto de las calles. Para eso necesitamos el apoyo de las autoridades. Algunas de las otras cosas las podemos atender nosotros mismos, pero este proyecto necesita de la ayuda de las demás personas”, sostiene la presidenta. María llegó a la Unión Comunal en 2015 de manera oficial, luego de estar como presidenta subrogante por un año, en remplazo del presidente Claudio Tapia. Junto con esto, la dirigente es presidenta del Consejo de Desarrollo Cesfam Valle Los Libertadores y secretaria electa de la Federación UNCOS Quinta Región Cordillera. Como presidenta de la UNCO además expresa la necesidad de los vecinos y vecinas de contar con una plaza de juegos y multicancha para los niños y niñas. “Tenemos muchos menores que no tienen un espacio para

j u g a r ” , advierte. Pero reconoce que en su sector existe mucha participación de jóvenes en la Junta de Vecinos: “Muchos llegan a reuniones y siempre ayudan a hacer pequeños trabajos. Eso es muy bueno, porque está naciendo una nueva generación preocupada por su entorno”. María Salinas reconoce que a lo largo del tiempo han tenido ayuda por parte de las autoridades. Es muy común verlas a éstas todos los miércoles en las famosas lotas que realizan los vecinos del sector. Ante lo agotador de esta labor, dice que sin el apoyo de la familia no se puede realizar. Su nuera, Tamara, ha sido pieza clave en este trabajo, ya que la ayuda al cuidado de su hijo mayor, que presenta capacidades diferentes. Además, celebra que en Putaendo “es un agrado vivir, ya que acá no se mira en nadie en menos, somos todos iguales”.

Aniversario El Observador de Aconcagua - 7

mera que “la gente pide mejora de áreas verdes, juegos, que las plazas y en general las calles estén limpias, mejoras en el transporte que ayuden a la conectividad de la gente. Los vecinos quieren una comuna bonita, segura y con oportunidades de desarrollo, sobre todo para sus hijos e hijas”. Ximena Núñez además sostiene que uno de los grandes anhelos de la UNCO es tener más autonomía: “Queremos te-

Catemu

ner la posibilidad de desarrollar proyectos de manera más libre, no depender tanto de las autoridades para ejecutar nuestras iniciativas”. En esa tarea, advierte que la falta de recursos es la gran traba: “Los recursos son muy pocos para ejecutar proyectos”.

Según resumen, el último tiempo se han desarrollado proyectos de capacitación de dirigentes, talleres de electricidad y maquinaria pesada, y computación tanto para hombres y mujeres. “Hemos mejorado nuestra sede, queremos ampliar la cocina que hay en ella y cerrarla, para no tener que encarpar cada vez que realizamos alguna actividad”, comenta. Ella está feliz en su cargo y reconoce que el apoyo de su familia y los vecinos han sido primordiales. Pero espera que los jóvenes se animen a participar, porque “hay que motivar a nuevas generaciones para que la vocación de servicio no se pierda”.

De la escuela María Teresa del Canto a las ollas comunes y las juntas de vecinos Emilia Fernández Meneses participó de iniciativas sociales junto a la Parroquia y ahora pide cambios en la Ley de Juntas de Vecinos Emilia Fernández Meneses es una dirigente vecinal con larga trayectoria en Catemu. Ha vivido sus 57 años en el mismo sector de calle Isabel Riquelme, tal y como lo han hecho sus padres y abuelos. Casada con Luis Lazcano Sánchez desde los 18 años, tiene tres hijos: Dayana, Juan Luis y Sebastián, de 36, 30 y 28 años respectivamente. La dirigente cuenta que su infancia fue bella, estudió en la escuela María Teresa del Canto y en el Liceo Politécnico de Llay Llay. Además tiene estudios de Relaciones Públicas en la Universidad de Aconcagua. Una de sus grandes pasiones es la pintura y la lectura, junto con su vocación de servicio y ayuda a los demás. Esta vocación nació en el colegio, donde participó en todas las actividades de su curso: “Cuando necesitaban que alguien leyera, ahí estaba yo. Siempre me gustó participar y ayudar a la gente”. Una de las principales obras sociales que ha realizado, en conjunto con otros dirigentes y al padre Juan Merino de la Parroquia San José, fue el de las ollas comunes. “Me daba pena la gente que andaba pidiendo en las calles. Muchas personas nos ayudaron, como Rubén Bravo, quien fue parte de la directiva a cargo. Estuvimos más de 4 años haciendo esto para ayudar, sobre todo a los abuelitos”, agrega. En 1998 fue electa presidenta de la Junta de Vecinos N° 3 Manuel Rodríguez, cargo que ocupó hasta el 2000. En ese periodo, se realizaron trabajados de pavimentación de calles en la comuna: “Se creó un comité precisamente para evaluar este tema y generar proyectos junto con Juan Molina y José Cabrera, que eran el tesorero y secretario, respectivamente”. Emilia llegó a la UNCO

en 2006, como secretaria, para un año más tarde ser electa presidenta. La dirigente siente que en Catemu faltan muchas cosas: “Existen problemas de delincuencia y falta iluminar más calles”. Agrega que “en las calles hay mucha basura, cortan las ramas y no las recogen y se acumulan muchas veces en las casas. Hay muchos hoyos producto de que camiones de la minería pasan por las que son asfaltadas y las hacen tiras. Necesitamos ayuda y apoyo de la municipalidad para mejorar la cara de la comuna”. La presidenta también tuvo palabras para referirse al actual estado de las organizaciones vecinales, advirtiendo

que, producto de la modificación de la Ley 20.500, en un mediano a largo plaza las Juntas de Vecinos van a desaparecer. “Esta ley fue hecha para disolver las juntas, la ley antigua estaba bien, no era necesario cambiarla”, reclama quien representa a una organización que, según los registros oficiales, necesita volver a formalizarse.

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