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Artesanía de olas y de días (La creación poética en Cantabria entre 1970 y 2000)

Julio Díaz Díaz


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ARTESANÍA DE OLAS Y DE DÍAS (La creación poética en Cantabria entre 1970 y 2000)

Julio Díaz Díaz


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ÍNDICE DE CONTENIDOS

Autor: Julio Díaz Díaz

Editor: José María Lafuente Llano Coordinador editorial: Juan Antonio González Fuentes Edición literaria y corrección de textos: Ediciones La Bahía Diseño gráfico: Xesús Vázquez

© del texto: El autor, 2013 © de esta primera edición: Ediciones La Bahía, 2013 Pol. Ind. de Heras - P 304 39792 Heras (Cantabria), España bahia@edicioneslabahia.com Tel.: +(34) 942 544 202 Imprime: Bedia Artes Gráficas, s. C., santander IsBn: 978-84-941969-0-4 Depósito legal: sA-666-2013

Impreso en España - Printed in spain Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.

9 17 23 25 28 33 40 46 49 56 59 62 65 69 71 75

Esbozo de la poesía contemporánea en Cantabria, Julio Neira Introducción

1. La poesía en los años setenta. Reivindicación, experimentalismo y renovación Aperturismo y renovación en los ámbitos culturales La poesía crítica y reivindicativa La historia como recreación poética. Enrique Ferrer y J. A. Pérez del Valle La poesía visual y experimental. Rafael Gutiérrez-Colomer e Isaac Cuende Lo regional como texto o como pre-texto. Dos antologías para un nuevo tiempo: Ramaizal y Poetas de Cantabria hoy El referente sentimental y la ruptura con los modelos tradicionales. Gloria Ruiz, Esther García y Luis Malo Macaya Crisis creativa y alternativas poéticas a finales de los setenta Una muestra de «poesía política» y «poesía de la recepción»: Transido en el taller de la palabra La poética de la palabra. Fidel de Mier La poesía como espacio liminal. Antonio Montesino y Álvaro Pombo 2. La poesía en los años ochenta. Hacia la formalización de una poética de la palabra Los perfiles del creador. Una nueva promoción poética Influencias y referentes poéticos. De la tradición literaria a la pulsión interior


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ÍNDICE DE CONTENIDOS

Autor: Julio Díaz Díaz

Editor: José María Lafuente Llano Coordinador editorial: Juan Antonio González Fuentes Edición literaria y corrección de textos: Ediciones La Bahía Diseño gráfico: Xesús Vázquez

© del texto: El autor, 2013 © de esta primera edición: Ediciones La Bahía, 2013 Pol. Ind. de Heras - P 304 39792 Heras (Cantabria), España bahia@edicioneslabahia.com Tel.: +(34) 942 544 202 Imprime: Bedia Artes Gráficas, s. C., santander IsBn: 978-84-941969-0-4 Depósito legal: sA-666-2013

Impreso en España - Printed in spain Todos los derechos reservados. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.

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Esbozo de la poesía contemporánea en Cantabria, Julio Neira Introducción

1. La poesía en los años setenta. Reivindicación, experimentalismo y renovación Aperturismo y renovación en los ámbitos culturales La poesía crítica y reivindicativa La historia como recreación poética. Enrique Ferrer y J. A. Pérez del Valle La poesía visual y experimental. Rafael Gutiérrez-Colomer e Isaac Cuende Lo regional como texto o como pre-texto. Dos antologías para un nuevo tiempo: Ramaizal y Poetas de Cantabria hoy El referente sentimental y la ruptura con los modelos tradicionales. Gloria Ruiz, Esther García y Luis Malo Macaya Crisis creativa y alternativas poéticas a finales de los setenta Una muestra de «poesía política» y «poesía de la recepción»: Transido en el taller de la palabra La poética de la palabra. Fidel de Mier La poesía como espacio liminal. Antonio Montesino y Álvaro Pombo 2. La poesía en los años ochenta. Hacia la formalización de una poética de la palabra Los perfiles del creador. Una nueva promoción poética Influencias y referentes poéticos. De la tradición literaria a la pulsión interior


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Ediciones y colecciones poéticas. La interacción creativa El imaginario creativo y estético. La tópica temática La «reprivatización» de la poesía: intimismo y sensualidad La ciudad como ámbito de lo privado. Extrañamiento y redescubrimiento interior Culturalismo y ficcionalización del sujeto poemático La poesía como entendimiento moral y la poesía de base realista o narrativa El símbolo en su función cognoscitiva El símbolo en su función afectivo-emotiva El símbolo en su proyección axiológica

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3. Diversidad y heterogeneidad en la poesía de fin de siglo en Cantabria

133 145 151 154 167 176 183 195 203 217 230 241 251 256 278 291 301 315

Las múltiples caras de la posmodernidad. La poesía como referente de un período histórico Un cruce de caminos al final del milenio. Pluralidades y contrastes La conciencia creativa y «el problema del lenguaje». soluciones estéticas para un fin de siglo diverso y plural «La travesía que se hace voz». Ángel sopeña La poesía como límite y como «reverberación profunda». Juan Antonio González Fuentes La poesía como ejercicio moral. Carlos Alcorta La poesía como reconocimiento. Lorenzo Oliván La poesía como correlato ficcional. Rafael Fombellida El nuevo intimismo. Regino Mateo y Yolanda soler Onís El espacio interior fracturado y la conciencia de la adversidad. Marián Bárcena Las lecturas alegóricas y paradójicas. Ana B. Rodríguez de la Robla La crítica «deconstructiva». Miguel Ibáñez y Guillermo Balbona Reactualización de la poética posmoderna. La quiebra del sujeto poemático Las nuevas voces. Impersonalización y versatilidad en las formas discursivas Fragmentarismo y organización de la estructura poemática en la poesía de fin de siglo CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE ONOMÁSTICO

ESBOZO

INTRODUCCIÓN DE LA POESÍA CONTEMPORÁNEA EN CANTABRIA JULIO NEIRA

Catedrático de Literatura

Española, UNED


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Ediciones y colecciones poéticas. La interacción creativa El imaginario creativo y estético. La tópica temática La «reprivatización» de la poesía: intimismo y sensualidad La ciudad como ámbito de lo privado. Extrañamiento y redescubrimiento interior Culturalismo y ficcionalización del sujeto poemático La poesía como entendimiento moral y la poesía de base realista o narrativa El símbolo en su función cognoscitiva El símbolo en su función afectivo-emotiva El símbolo en su proyección axiológica

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3. Diversidad y heterogeneidad en la poesía de fin de siglo en Cantabria

133 145 151 154 167 176 183 195 203 217 230 241 251 256 278 291 301 315

Las múltiples caras de la posmodernidad. La poesía como referente de un período histórico Un cruce de caminos al final del milenio. Pluralidades y contrastes La conciencia creativa y «el problema del lenguaje». soluciones estéticas para un fin de siglo diverso y plural «La travesía que se hace voz». Ángel sopeña La poesía como límite y como «reverberación profunda». Juan Antonio González Fuentes La poesía como ejercicio moral. Carlos Alcorta La poesía como reconocimiento. Lorenzo Oliván La poesía como correlato ficcional. Rafael Fombellida El nuevo intimismo. Regino Mateo y Yolanda soler Onís El espacio interior fracturado y la conciencia de la adversidad. Marián Bárcena Las lecturas alegóricas y paradójicas. Ana B. Rodríguez de la Robla La crítica «deconstructiva». Miguel Ibáñez y Guillermo Balbona Reactualización de la poética posmoderna. La quiebra del sujeto poemático Las nuevas voces. Impersonalización y versatilidad en las formas discursivas Fragmentarismo y organización de la estructura poemática en la poesía de fin de siglo CONCLUSIONES

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ÍNDICE ONOMÁSTICO

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INTRODUCCIÓN DE LA POESÍA CONTEMPORÁNEA EN CANTABRIA JULIO NEIRA

Catedrático de Literatura

Española, UNED


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ARTESANÍA DE OLAS Y DE DÍAS (La creación poética en Cantabria entre 1970 y 2000)

Julio Díaz Díaz


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Durante los últimos decenios del siglo pasado, y aún hoy en amplias capas de la sociedad, las referencias de la poesía contemporánea en Cantabria se limitaron a la figura longeva de Gerardo Diego y a las iniciativas surgidas en el medio siglo: las revistas Proel y La isla de los ratones principalmente. A ellas se limitó la cultura oficial, incapaz de reconocer que más allá de ellas la poesía siguió dando frutos muy estimables y, aunque tuvo que pasar una cierta travesía del desierto en los 60 y los 70 del pasado siglo, emergió de manera sobresaliente en los ochenta hasta conseguir en la actualidad niveles de calidad equiparables a los mejores de toda España y muy superiores a los conocidos en los anteriores cincuenta años. De modo que un análisis bien ponderado de la situación poética de nuestra Comunidad ofrece una conclusión indudable: goza de excelente salud. Para ello contamos desde hace pocos meses con un instrumento de utilidad sobresaliente: el Diccionario bibliográfico de la poesía en Cantabria (1970-2010), elaborado por Luis Alberto salcines y Andrea Puente para la Fundación Gerardo Diego, trabajo que ofrece un registro minucioso de la actividad poética en la Comunidad: autores, publicaciones, premios, colecciones, estudios, etc. Con motivo de la exposición «Tiempo de poesía. La creación poética en Cantabria. 1977-2004», que se montó en la sala de Caja Cantabria y de la que fueron comisarios Luis Alberto salcines y Juan Antonio González Fuentes, tuve la ocasión de diagnosticar que existía en Cantabria un grupo de poetas —no una generación, ni una promoción, sino un conjunto de personas de edades, caracteres y estilos disímiles, que ni siquiera se definían como colectivo— de gran interés, que en su conjunto merecían una atención incluso mayor que la que tuvieron los jóvenes que en 1944 consiguieron el apoyo de las autoridades para lanzar la revista Proel, y después fueron llamados grupo. Grupo, por cierto, mitificado por la historiografía local, que en realidad desapareció como tal tras los primeros números; en cuanto comprobaron que la financiación del Gobierno civil, una vez aprovechado su impulso inicial, venía acompañada de la imposición de criterios que no eran los suyos. A su dispersión quedó la revista en manos

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(Además del final, 1998), habiendo publicado títulos como La luz todavía (2003), Atlas de perplejidad (2004) o La lengua ciega (2009). Todos estos premios son de proyección nacional y otorgados por jurados solventes. Además, solo con alguna altura de dicción poética se consigue publicar en editoriales y colecciones de distribución nacional como Visor (Lorenzo Oliván —2001 y 2004—, Alberto santamaría —2005—); Pre-textos (Oliván —Único Norte, 1995 y El mundo hecho pedazos, 1999—, Rafael Fombellida —2007—, Ángel sopeña —2003—, Marián Bárcena —2001—); Hiperión (Carlos Alcorta —2007—);

de tres figuras señeras: José Luis Hidalgo, José Hierro y Julio Maruri, que la elevaron a referente de toda una época. sin embargo, contra lo que hubiera sido deseable, sus circunstancias personales —muerte de Hidalgo, traslado a Madrid de Hierro y profesión religiosa y destino en Bruselas de Maruri— impidieron que de ese trío de poetas se siguiera un magisterio fecundo para las sucesivas promociones poéticas de Cantabria. El resultado fue un largo paréntesis en donde solo tenía cabida una poética bastante convencional, sobre la que ahora no merece la pena volver. En aquel texto de 2004 me preguntaba si habrían de pasar otros cincuenta años para que estudiosos venidos de universidades extranjeras nos desvelaran el mucho valor de lo que escriben los poetas actuales en Cantabria. Por fortuna parece que no ha sido así. Los principales críticos los estiman entre los de mayor interés en España, en cotas similares a las que se producen en los lugares más señalados (por ejemplo Córdoba, Lérida o Málaga). En primer lugar, claro está, la actual excelente salud de la poesía en Cantabria se debe al factor personal, al esfuerzo, al trabajo tenaz, y a la sensibilidad de quienes la viven y escriben dentro del estrecho marco de la geografía regional. sin la calidad individual —que se tiene o no se tiene— no se explica, por ejemplo, que en a lo largo de los últimos años: Lorenzo Oliván haya ganado los premios Luis Cernuda (Visiones y revisiones, 1995), Fundación Loewe (Puntos de fuga, 2001) y Generación del 27 (Libro de los elementos, 2004), y publicado La noche a tientas (2006) e Hilo de nadie (2008); que Rafael Fombellida haya ganado el José Luis Hidalgo (Deudas de juego, 2001), el Ciudad de Burgos (Norte magnético, 2003) y el Gerardo Diego (Canción oscura, 2007), además de publicar libros cada vez mejores, como Montaña roja (2008), Campo de Marte (2011) y Violeta profundo (2012); Carlos Alcorta, el Premio Alegría (Cuestiones personales, 1997), el Hermanos Argensola (Corriente subterránea, 2003) y el José Luis Hidalgo (Sol de resurrección, 2009), y haya dado a la luz libros de calidad como Compás de espera (2001) o Sutura (2007); Alberto santamaría, el surcos (El orden del mundo, 2003), el de Poesía Joven Radio 3 (El hombre que salió de la tarta, 2004) y el Vicente núñez (Notas de verano sobre ficciones del invierno, 2005), además de publicar Pequeños círculos (2009) e Interior metafísico con galletas (2012); Ángel sopeña, el José Luis Hidalgo (Lenta estrella, 2003), siendo autor también de una amplia obra desde los años ochenta; Marián Bárcena, los premios José Luis Hidalgo (Santo y seña, 1990) y Gerardo Diego (Signos inestables, 2001); Regino Mateo, el premio Alegría (Noticias de un pequeño reino afortunado, 2000); y Juan Antonio González Fuentes, el premio José Luis Hidalgo

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(González Fuentes —2003 y 2009—, Oliván —2008—, Alcorta —2003—, Fombellida —2003—, santamaría —2004 y 2009—); Renacimiento (santamaría —2003—, Fombellida —2012—); La Veleta (Oliván —La eterna novedad del mundo, 1993—); El Gaviero (Oliván —2006—, santamaría —2012—); Icaria (González Fuentes —2004–); Calambur (Alcorta —2009—); Endymion (González Fuentes —1998—); Devenir (Vicente Gutiérrez —Mimo muerto, 2001—, Maribel Fernández Garrido —Ferramarealia, 2002—, Miguel Ibáñez —Historias de dos ciudades, 2004—, Adela saiz Abascal —Cartografía del silencio, 2005—, Raquel serdio —En un lugar que yo veo, 2003—); Prensas Universitarias, zaragoza (Alcorta —2001— y Fombellida —2008—) Carena (González Fuentes —Haikus sin estación, 2010 y Haikus sin orden, 2011—) y Algaida (Alcorta —Trama, 2003—, Regino Mateo —2000—). Y si no cuento mal ya he citado a catorce editorales o colecciones y a trece poetas. no todos tienen, desde luego, una dimensión poética similar, ni todos han llegado al mismo nivel de madurez expresiva, entre otras razones porque sus edades son dispares, como ya advertí, pero es muy notable que nada menos que doce poetas, hayan conseguido transcender los límites locales. La eclosión de este grupo de autores no se ha producido por generación espontánea. nada suele ser así ni en la vida ni en la literatura. Ha sido precisa también una historia previa de esfuerzos personales desde 1977 contra la indiferencia y la apatía cultural, esfuerzos que en su momento parecieron fracasar, pero que acabaron siendo fermento de renovación que hicieron posible una poesía posterior realmente nueva. Como la acción del grupo Cuévano, con, entre otros, Rafael Gutiérrez-Colomer (su importante labor queda bien reflejada en el libro Rafael Gutiérrez-Colomer y su época. Arte, cultura y sociedad en Cantabria, 1968-1985, La Bahía, 2012), Isaac Cuende, Luis Malo Macaya, etc; como el activismo de José Ramón Viadero, y en Puntal de Torrelavega la poeta Gloria Ruiz y Luis Alberto salcines, quien consciente de la capacidad consolidadora de las antologías, ya en 1979 supo reflejar los primeros atisbos

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(Además del final, 1998), habiendo publicado títulos como La luz todavía (2003), Atlas de perplejidad (2004) o La lengua ciega (2009). Todos estos premios son de proyección nacional y otorgados por jurados solventes. Además, solo con alguna altura de dicción poética se consigue publicar en editoriales y colecciones de distribución nacional como Visor (Lorenzo Oliván —2001 y 2004—, Alberto santamaría —2005—); Pre-textos (Oliván —Único Norte, 1995 y El mundo hecho pedazos, 1999—, Rafael Fombellida —2007—, Ángel sopeña —2003—, Marián Bárcena —2001—); Hiperión (Carlos Alcorta —2007—);

de tres figuras señeras: José Luis Hidalgo, José Hierro y Julio Maruri, que la elevaron a referente de toda una época. sin embargo, contra lo que hubiera sido deseable, sus circunstancias personales —muerte de Hidalgo, traslado a Madrid de Hierro y profesión religiosa y destino en Bruselas de Maruri— impidieron que de ese trío de poetas se siguiera un magisterio fecundo para las sucesivas promociones poéticas de Cantabria. El resultado fue un largo paréntesis en donde solo tenía cabida una poética bastante convencional, sobre la que ahora no merece la pena volver. En aquel texto de 2004 me preguntaba si habrían de pasar otros cincuenta años para que estudiosos venidos de universidades extranjeras nos desvelaran el mucho valor de lo que escriben los poetas actuales en Cantabria. Por fortuna parece que no ha sido así. Los principales críticos los estiman entre los de mayor interés en España, en cotas similares a las que se producen en los lugares más señalados (por ejemplo Córdoba, Lérida o Málaga). En primer lugar, claro está, la actual excelente salud de la poesía en Cantabria se debe al factor personal, al esfuerzo, al trabajo tenaz, y a la sensibilidad de quienes la viven y escriben dentro del estrecho marco de la geografía regional. sin la calidad individual —que se tiene o no se tiene— no se explica, por ejemplo, que en a lo largo de los últimos años: Lorenzo Oliván haya ganado los premios Luis Cernuda (Visiones y revisiones, 1995), Fundación Loewe (Puntos de fuga, 2001) y Generación del 27 (Libro de los elementos, 2004), y publicado La noche a tientas (2006) e Hilo de nadie (2008); que Rafael Fombellida haya ganado el José Luis Hidalgo (Deudas de juego, 2001), el Ciudad de Burgos (Norte magnético, 2003) y el Gerardo Diego (Canción oscura, 2007), además de publicar libros cada vez mejores, como Montaña roja (2008), Campo de Marte (2011) y Violeta profundo (2012); Carlos Alcorta, el Premio Alegría (Cuestiones personales, 1997), el Hermanos Argensola (Corriente subterránea, 2003) y el José Luis Hidalgo (Sol de resurrección, 2009), y haya dado a la luz libros de calidad como Compás de espera (2001) o Sutura (2007); Alberto santamaría, el surcos (El orden del mundo, 2003), el de Poesía Joven Radio 3 (El hombre que salió de la tarta, 2004) y el Vicente núñez (Notas de verano sobre ficciones del invierno, 2005), además de publicar Pequeños círculos (2009) e Interior metafísico con galletas (2012); Ángel sopeña, el José Luis Hidalgo (Lenta estrella, 2003), siendo autor también de una amplia obra desde los años ochenta; Marián Bárcena, los premios José Luis Hidalgo (Santo y seña, 1990) y Gerardo Diego (Signos inestables, 2001); Regino Mateo, el premio Alegría (Noticias de un pequeño reino afortunado, 2000); y Juan Antonio González Fuentes, el premio José Luis Hidalgo

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(González Fuentes —2003 y 2009—, Oliván —2008—, Alcorta —2003—, Fombellida —2003—, santamaría —2004 y 2009—); Renacimiento (santamaría —2003—, Fombellida —2012—); La Veleta (Oliván —La eterna novedad del mundo, 1993—); El Gaviero (Oliván —2006—, santamaría —2012—); Icaria (González Fuentes —2004–); Calambur (Alcorta —2009—); Endymion (González Fuentes —1998—); Devenir (Vicente Gutiérrez —Mimo muerto, 2001—, Maribel Fernández Garrido —Ferramarealia, 2002—, Miguel Ibáñez —Historias de dos ciudades, 2004—, Adela saiz Abascal —Cartografía del silencio, 2005—, Raquel serdio —En un lugar que yo veo, 2003—); Prensas Universitarias, zaragoza (Alcorta —2001— y Fombellida —2008—) Carena (González Fuentes —Haikus sin estación, 2010 y Haikus sin orden, 2011—) y Algaida (Alcorta —Trama, 2003—, Regino Mateo —2000—). Y si no cuento mal ya he citado a catorce editorales o colecciones y a trece poetas. no todos tienen, desde luego, una dimensión poética similar, ni todos han llegado al mismo nivel de madurez expresiva, entre otras razones porque sus edades son dispares, como ya advertí, pero es muy notable que nada menos que doce poetas, hayan conseguido transcender los límites locales. La eclosión de este grupo de autores no se ha producido por generación espontánea. nada suele ser así ni en la vida ni en la literatura. Ha sido precisa también una historia previa de esfuerzos personales desde 1977 contra la indiferencia y la apatía cultural, esfuerzos que en su momento parecieron fracasar, pero que acabaron siendo fermento de renovación que hicieron posible una poesía posterior realmente nueva. Como la acción del grupo Cuévano, con, entre otros, Rafael Gutiérrez-Colomer (su importante labor queda bien reflejada en el libro Rafael Gutiérrez-Colomer y su época. Arte, cultura y sociedad en Cantabria, 1968-1985, La Bahía, 2012), Isaac Cuende, Luis Malo Macaya, etc; como el activismo de José Ramón Viadero, y en Puntal de Torrelavega la poeta Gloria Ruiz y Luis Alberto salcines, quien consciente de la capacidad consolidadora de las antologías, ya en 1979 supo reflejar los primeros atisbos

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de una realidad por fin cambiante en el panorama literario de la región con Poetas de Cantabria hoy, continuada luego en Poetas de Cantabria en el aula (1996) y más recientemente en Voces poéticas de Cantabria (1977-2002) (Devenir, 2003 y, ampliada, 2005). En el recuento de empresas poéticas personales no puede faltar la indesmayable convicción de Rafael Fombellida y Carlos Alcorta en la publicación de la bellísima colección de plaquettes scriptum (1985-1991), que acabaría desembocando en Ultramar (1997-2005), excelente revista de creación. Y, sin ánimo de ser exhaustivo, tampoco deben faltar en este breve repaso de esfuerzos los de Antonio Montesino (revista La Ortiga [1996-], la colección poética del mismo nombre [1997-1999], la revista Poegramas [2006-2007] y la colección Metagrafías [2007-2010]); Regino Mateo (colección El gato de Cheshire [1999]); Vicente Gutiérrez (colección Humus [1997-2002] y revista Anémona [2005-]); Raquel serdio (colección y revista (H)ala! [1998-2001]); Alberto santamaría (revista Nadadora [2005-2008]); Javier Fernández Rubio (editorial El Desvelo); Elda Lavín (colecciones La mirada creadora [2006-] y El fondeadero de la osa [2009-]); Fernando Gomarín (colecciones La sirena del Pisueña [1993-]), son de sirena (2004-) y Otras voces (2005-)]; Jesús Ortiz (colección de poesía de la editorial Icaria), Jesús Herrán (colección poética de la editorial Valnera), Luis Alberto salcines (colección La grúa de piedra [2009-] y editorial El Desvelo); la librería y editorial Kattigara (colección Los versos del sextante) o el poeta Jesús salceda (creador junto a Eduardo Hidalgo del sello editorial Quálea [2008-], cuya colección poética dirigen Carlos Alcorta y Rafael Fombellida). En estas colecciones y revistas, además de muchos de los nombres mencionados más arriba, han visto acogidos sus trabajos a lo largo de la última década y media otros autores cántabros protagonistas de la buena salud poética en la región, vivan o no en los límites de su pequeña geografía. Me refiero a nombres como los de Fernando Abascal, Marcos Díez, Yolanda soler Onís, Jesús Cabezón, Fernando Gómez Aguilera, Jesús Pardo, Ana de la Robla, Ana García negrete, Mariano Calvo Haya, Adela sainz Abascal, Paul Herrera Ceballos, María Jesús Puente, Fidel de Mier, natalia Liaño, noé Ortega Quijano, Rosario de Gorostegui… Pero no hubo solo labor individual en este proceso. Quizás por sí misma no hubiese bastado. Es justo reconocer el apoyo que algunas instituciones han prestado a la poesía en Cantabria en este periodo. A veces cicatero, nunca suficiente, es cierto, pero determinante en otras. Los ayuntamientos han destacado en ese impulso mediante la creación de premios. Así el de Torrelavega creó pronto el José Luis Hidalgo

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y el de santander correspondió con el José Hierro y más tarde con el Alegría, ganados los tres por varios de los poetas antes citados. Pero incluso un ayuntamiento más modesto como el de santa María de Cayón ha sostenido la bella serie La sirena del Pisueña, dirigida por Fernando Gomarín, que en 1996 publicó otra antología importante en el proceso de consolidación de la nueva poesía de Cantabria: Mar de fondo (Poesía última en Cantabria), con introducción del profesor Dámaso López García. En ocasiones el apoyo institucional ha sido a su vez consecuencia de una determinación personal, como los premios Consejo social de la Universidad de Cantabria, creados por su primer presidente, Manuel Arce, que aprovechó la oportunidad de reanudar desde ese cargo una batalla por la poesía iniciada cuarenta años antes con La Isla de los Ratones, y ahora llevan su nombre. Otra institución, privada aunque sostenida con fondos públicos, la Fundación Gerardo Diego, ha contribuido en el último decenio de forma valiosa a estimular la publicación por editoriales nacionales de libros de jóvenes poetas, lo que les permitió darse a conocer en los demás núcleos geográficos de la poesía española y entrar en ese diálogo indispensable con los demás en el que el poeta se enriquece. Porque es uno el territorio de la poesía y en él nunca debe haber islas, sino siempre penínsulas. Pero todas estas satisfactorias realidades poéticas actuales hubiesen sido si no imposibles, sí al menos mucho más difíciles sin esa travesía del desierto a la que antes me referí. A esas décadas, entre 1970 y 2000, se dedica esta investigación de Julio Díaz, elaborada con el rigor académico propio de la tesis doctoral que fue y me honré en dirigir, pero también con una inusual sensibilidad literaria. Artesanía de olas y de días es un estudio historiográfico, pero también un exigente ejercicio de crítica literaria y una recopilación de testimonios de los protagonistas del fenómeno de primer orden para su cabal conocimiento. La reivindicación de la ruptura de los setenta con la experimentación en la poesía visual y la búsqueda del poema objeto, la repoetización de los ochenta y la ficcionalización del sujeto poético, y por fin la heteróclita entrada en la posmodernidad en la última década del siglo, cuando templan su voz los poetas que eclosionarán en la primera del actual como grandes figuras, son aspectos nunca hasta ahora estudiados con el método y la profundidad que merecen. si de algo se podían sentir huérfanos los poetas actuales de Cantabria era precisamente de un crítico a su altura. Pues bien: ya tienen quien les escriba. Y esta es su historia. Málaga, septiembre de 2013

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de una realidad por fin cambiante en el panorama literario de la región con Poetas de Cantabria hoy, continuada luego en Poetas de Cantabria en el aula (1996) y más recientemente en Voces poéticas de Cantabria (1977-2002) (Devenir, 2003 y, ampliada, 2005). En el recuento de empresas poéticas personales no puede faltar la indesmayable convicción de Rafael Fombellida y Carlos Alcorta en la publicación de la bellísima colección de plaquettes scriptum (1985-1991), que acabaría desembocando en Ultramar (1997-2005), excelente revista de creación. Y, sin ánimo de ser exhaustivo, tampoco deben faltar en este breve repaso de esfuerzos los de Antonio Montesino (revista La Ortiga [1996-], la colección poética del mismo nombre [1997-1999], la revista Poegramas [2006-2007] y la colección Metagrafías [2007-2010]); Regino Mateo (colección El gato de Cheshire [1999]); Vicente Gutiérrez (colección Humus [1997-2002] y revista Anémona [2005-]); Raquel serdio (colección y revista (H)ala! [1998-2001]); Alberto santamaría (revista Nadadora [2005-2008]); Javier Fernández Rubio (editorial El Desvelo); Elda Lavín (colecciones La mirada creadora [2006-] y El fondeadero de la osa [2009-]); Fernando Gomarín (colecciones La sirena del Pisueña [1993-]), son de sirena (2004-) y Otras voces (2005-)]; Jesús Ortiz (colección de poesía de la editorial Icaria), Jesús Herrán (colección poética de la editorial Valnera), Luis Alberto salcines (colección La grúa de piedra [2009-] y editorial El Desvelo); la librería y editorial Kattigara (colección Los versos del sextante) o el poeta Jesús salceda (creador junto a Eduardo Hidalgo del sello editorial Quálea [2008-], cuya colección poética dirigen Carlos Alcorta y Rafael Fombellida). En estas colecciones y revistas, además de muchos de los nombres mencionados más arriba, han visto acogidos sus trabajos a lo largo de la última década y media otros autores cántabros protagonistas de la buena salud poética en la región, vivan o no en los límites de su pequeña geografía. Me refiero a nombres como los de Fernando Abascal, Marcos Díez, Yolanda soler Onís, Jesús Cabezón, Fernando Gómez Aguilera, Jesús Pardo, Ana de la Robla, Ana García negrete, Mariano Calvo Haya, Adela sainz Abascal, Paul Herrera Ceballos, María Jesús Puente, Fidel de Mier, natalia Liaño, noé Ortega Quijano, Rosario de Gorostegui… Pero no hubo solo labor individual en este proceso. Quizás por sí misma no hubiese bastado. Es justo reconocer el apoyo que algunas instituciones han prestado a la poesía en Cantabria en este periodo. A veces cicatero, nunca suficiente, es cierto, pero determinante en otras. Los ayuntamientos han destacado en ese impulso mediante la creación de premios. Así el de Torrelavega creó pronto el José Luis Hidalgo

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y el de santander correspondió con el José Hierro y más tarde con el Alegría, ganados los tres por varios de los poetas antes citados. Pero incluso un ayuntamiento más modesto como el de santa María de Cayón ha sostenido la bella serie La sirena del Pisueña, dirigida por Fernando Gomarín, que en 1996 publicó otra antología importante en el proceso de consolidación de la nueva poesía de Cantabria: Mar de fondo (Poesía última en Cantabria), con introducción del profesor Dámaso López García. En ocasiones el apoyo institucional ha sido a su vez consecuencia de una determinación personal, como los premios Consejo social de la Universidad de Cantabria, creados por su primer presidente, Manuel Arce, que aprovechó la oportunidad de reanudar desde ese cargo una batalla por la poesía iniciada cuarenta años antes con La Isla de los Ratones, y ahora llevan su nombre. Otra institución, privada aunque sostenida con fondos públicos, la Fundación Gerardo Diego, ha contribuido en el último decenio de forma valiosa a estimular la publicación por editoriales nacionales de libros de jóvenes poetas, lo que les permitió darse a conocer en los demás núcleos geográficos de la poesía española y entrar en ese diálogo indispensable con los demás en el que el poeta se enriquece. Porque es uno el territorio de la poesía y en él nunca debe haber islas, sino siempre penínsulas. Pero todas estas satisfactorias realidades poéticas actuales hubiesen sido si no imposibles, sí al menos mucho más difíciles sin esa travesía del desierto a la que antes me referí. A esas décadas, entre 1970 y 2000, se dedica esta investigación de Julio Díaz, elaborada con el rigor académico propio de la tesis doctoral que fue y me honré en dirigir, pero también con una inusual sensibilidad literaria. Artesanía de olas y de días es un estudio historiográfico, pero también un exigente ejercicio de crítica literaria y una recopilación de testimonios de los protagonistas del fenómeno de primer orden para su cabal conocimiento. La reivindicación de la ruptura de los setenta con la experimentación en la poesía visual y la búsqueda del poema objeto, la repoetización de los ochenta y la ficcionalización del sujeto poético, y por fin la heteróclita entrada en la posmodernidad en la última década del siglo, cuando templan su voz los poetas que eclosionarán en la primera del actual como grandes figuras, son aspectos nunca hasta ahora estudiados con el método y la profundidad que merecen. si de algo se podían sentir huérfanos los poetas actuales de Cantabria era precisamente de un crítico a su altura. Pues bien: ya tienen quien les escriba. Y esta es su historia. Málaga, septiembre de 2013

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Durante los últimos decenios del siglo pasado, y aún hoy en amplias capas de la sociedad, las referencias de la poesía contemporánea en Cantabria se limitaron a la figura longeva de Gerardo Diego y a las iniciativas surgidas en el medio siglo: las revistas Proel y La isla de los ratones principalmente. A ellas se limitó la cultura oficial, incapaz de reconocer que más allá de ellas la poesía siguió dando frutos muy estimables y, aunque tuvo que pasar una cierta travesía del desierto en los 60 y los 70 del pasado siglo, emergió de manera sobresaliente en los ochenta hasta conseguir en la actualidad niveles de calidad equiparables a los mejores de toda España y muy superiores a los conocidos en los anteriores cincuenta años. De modo que un análisis bien ponderado de la situación poética de nuestra Comunidad ofrece una conclusión indudable: goza de excelente salud. Para ello contamos desde hace pocos meses con un instrumento de utilidad sobresaliente: el Diccionario bibliográfico de la poesía en Cantabria (1970-2010), elaborado por Luis Alberto salcines y Andrea Puente para la Fundación Gerardo Diego, trabajo que ofrece un registro minucioso de la actividad poética en la Comunidad: autores, publicaciones, premios, colecciones, estudios, etc. Con motivo de la exposición «Tiempo de poesía. La creación poética en Cantabria. 1977-2004», que se montó en la sala de Caja Cantabria y de la que fueron comisarios Luis Alberto salcines y Juan Antonio González Fuentes, tuve la ocasión de diagnosticar que existía en Cantabria un grupo de poetas —no una generación, ni una promoción, sino un conjunto de personas de edades, caracteres y estilos disímiles, que ni siquiera se definían como colectivo— de gran interés, que en su conjunto merecían una atención incluso mayor que la que tuvieron los jóvenes que en 1944 consiguieron el apoyo de las autoridades para lanzar la revista Proel, y después fueron llamados grupo. Grupo, por cierto, mitificado por la historiografía local, que en realidad desapareció como tal tras los primeros números; en cuanto comprobaron que la financiación del Gobierno civil, una vez aprovechado su impulso inicial, venía acompañada de la imposición de criterios que no eran los suyos. A su dispersión quedó la revista en manos

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INTRODUCCIÓN


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«qué artesanía de olas y de días son necesarias para producirse el prodigio de un árbol de coral, la fantasía helicoidal de un caracol.» José HIERRO Libro de las alucinaciones, 1964

Este libro es el resultado de una reelaboración y adaptación de la tesis doctoral, dirigida por el profesor Julio neira, que fue presentada y leída en la UnED en mayo de 2007 bajo el título Cuarenta años de poesía en Cantabria (1960-2000). Proceso creativo y desarrollos estéticos. El tribunal, presidido por el profesor José Romera Castillo y constituido por los profesores Antonio Domínguez, Lucía Montejo, Ángel L. Prieto de Paula y Juan J. Lanz, concedió la máxima calificación a dicha investigación. A todos ellos, y en especial a Julio neira, deseo expresar mi gratitud por todos los consejos, indicaciones y observaciones que en su día me hicieron llegar y que han facilitado extraordinariamente mi labor. Del mismo modo, deseo mostrar mi agradecimiento a Ediciones La Bahía, de santander, y en especial a José M.a Lafuente y Juan A. González Fuentes, que han hecho posible la edición y publicación de esta obra y que, desde el primer momento, han puesto el máximo interés para que mi trabajo saliera a la luz en las mejores condiciones posibles. La idea de realizar un trabajo de estas características se produce en una época y en un tiempo muy determinados. En los últimos años del anterior siglo, Cantabria vive un momento de verdadero esplendor en lo que se refiere al cultivo de la poesía. La nómina de poetas, el número de publicaciones y el interés de los lectores, corren en paralelo a la calidad media de las realizaciones y al reconocimiento exterior. Es un hecho evidente que, desde esos años, los poetas cántabros y sus poemarios cada vez tienen más eco o resonancia en los medios de comunicación, en las actas de los

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jurados poéticos y en las antologías de alcance nacional. Tanto es así que, en cierto modo, podemos afirmar que se vive en Cantabria una auténtica edad de plata en el cultivo de la poesía durante el siglo XX, dando por sentado que el puesto de honor

en cierto modo, complementarias y confluentes: circunstancias y condiciones socioculturales de cada período temporal, planteamientos o actitudes de índole creativa que puedan ser definitorios de un estado de opinión, y —finalmente— líneas y propuestas estéticas y poéticas más importantes o trascendentes. El análisis de obras literarias y autores viene supeditado precisamente a ese marco general de actuación, que pretende erigirse desde una visión «panorámica» de la creación poética en la Comunidad de Cantabria. De este modo, se podrá observar que la atención a los diferentes poetas y creadores no se hace nunca desde una perspectiva puramente «monográfica» o individualizada. Más bien se intenta buscar y realzar aquellos aspectos creativos y de pensamiento que se consideran relevantes en cada poética individual, y que pueden ayudar a comprender el signo estético de una época, o bien de un grupo o colectivo creativo más o menos establecido. El sesgo diacrónico e historiográfico que se ha pretendido dar a la investigación, me ha permitido observar algunas constantes y particularidades, que pueden considerarse significativas en cuanto a pensamiento y formas de analizar la realidad a través de la creación poética. Esas marcas más o menos comunes y generales se analizan a través de un horizonte evolutivo que abarca los últimos treinta años del siglo XX, y

corresponde a la promoción de Posguerra reunida en torno a la revista Proel. sin duda alguna, todo este conjunto de particularidades influyó grandemente en mi proyecto. También, el hecho de coincidir ese momento con el fin de siglo y de milenio. se trata de un período que, desde el punto de vista historiográfico y cultural, se vivió como «cierre» y clausura de una centuria ciertamente convulsa y agitada, pero también extraordinariamente dinámica e interesante en las artes y la literatura. En lo tocante a mi proyecto de investigación, me proponía partir del momento en que van perdiendo vigencia las estéticas creativas acuñadas durante la Posguerra y los años cincuenta; épocas bien conocidas y de verdadero esplendor en el cultivo de la poesía en Cantabria. El objetivo se centraba en estudiar los últimos cuarenta años del siglo, comenzando precisamente en ese período mal estudiado y de bajo perfil creativo que se inaugura alrededor de 1960. Por motivos de espacio, y atendiendo a lo que son las condiciones y características de esta edición, se ha decidido reelaborar y adaptar los contenidos originales, por lo que la versión que ahora se presenta, abarca el estudio de la poesía en Cantabria entre los años 1970 y 2000. Por todo ello, se ha dejado de incluir algunos aspectos de orden crítico, bibliográfico o metodológico, que se consideraban prescindibles para el público lector no especializado. De cualquier modo, se ha procurado que el alcance y planteamiento general de la investigación permaneciese intacto en relación con el proyecto original. En esencia, esta publicación pretende ser un estudio y análisis general de la creación poética, desde un punto de vista diacrónico, historiográfico y crítico a la vez. Este tipo de metodología se ha considerado la más oportuna y conveniente, dadas las características y condiciones del desarrollo de la creación poética en Cantabria en el período propuesto. Como ocurría en el inicial proyecto de investigación, esta versión actual pretende asentarse sobre una cuantas líneas de investigación bien definidas pero que resultan,

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quedan resumidas en la parte final de la edición, a modo de conclusiones. Las apreciaciones y análisis críticos que vierto en el libro, los he obtenido fundamentalmente a partir de la lectura detallada de las obras literarias y también de diferentes ensayos y recensiones que versan sobre el particular. Pero también ha constituido una fuente de información primordial e imprescindible en mi investigación el contacto personal con los propios creadores a través de entrevistas, asistencia a conferencias, coloquios, recitales, audiciones y cualquier otro tipo de manifestación semejante de carácter privado o público. Además de ello, han sido muchos los creadores que me han aportado reseñas críticas, bibliografías e incluso documentos privados originales. A todos ellos les quiero transmitir mi agradecimiento más sincero, que he de hacer extensivo a otras muchas personas (compañeros, colegas, bibliotecarios, críticos,

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jurados poéticos y en las antologías de alcance nacional. Tanto es así que, en cierto modo, podemos afirmar que se vive en Cantabria una auténtica edad de plata en el cultivo de la poesía durante el siglo XX, dando por sentado que el puesto de honor

en cierto modo, complementarias y confluentes: circunstancias y condiciones socioculturales de cada período temporal, planteamientos o actitudes de índole creativa que puedan ser definitorios de un estado de opinión, y —finalmente— líneas y propuestas estéticas y poéticas más importantes o trascendentes. El análisis de obras literarias y autores viene supeditado precisamente a ese marco general de actuación, que pretende erigirse desde una visión «panorámica» de la creación poética en la Comunidad de Cantabria. De este modo, se podrá observar que la atención a los diferentes poetas y creadores no se hace nunca desde una perspectiva puramente «monográfica» o individualizada. Más bien se intenta buscar y realzar aquellos aspectos creativos y de pensamiento que se consideran relevantes en cada poética individual, y que pueden ayudar a comprender el signo estético de una época, o bien de un grupo o colectivo creativo más o menos establecido. El sesgo diacrónico e historiográfico que se ha pretendido dar a la investigación, me ha permitido observar algunas constantes y particularidades, que pueden considerarse significativas en cuanto a pensamiento y formas de analizar la realidad a través de la creación poética. Esas marcas más o menos comunes y generales se analizan a través de un horizonte evolutivo que abarca los últimos treinta años del siglo XX, y

corresponde a la promoción de Posguerra reunida en torno a la revista Proel. sin duda alguna, todo este conjunto de particularidades influyó grandemente en mi proyecto. También, el hecho de coincidir ese momento con el fin de siglo y de milenio. se trata de un período que, desde el punto de vista historiográfico y cultural, se vivió como «cierre» y clausura de una centuria ciertamente convulsa y agitada, pero también extraordinariamente dinámica e interesante en las artes y la literatura. En lo tocante a mi proyecto de investigación, me proponía partir del momento en que van perdiendo vigencia las estéticas creativas acuñadas durante la Posguerra y los años cincuenta; épocas bien conocidas y de verdadero esplendor en el cultivo de la poesía en Cantabria. El objetivo se centraba en estudiar los últimos cuarenta años del siglo, comenzando precisamente en ese período mal estudiado y de bajo perfil creativo que se inaugura alrededor de 1960. Por motivos de espacio, y atendiendo a lo que son las condiciones y características de esta edición, se ha decidido reelaborar y adaptar los contenidos originales, por lo que la versión que ahora se presenta, abarca el estudio de la poesía en Cantabria entre los años 1970 y 2000. Por todo ello, se ha dejado de incluir algunos aspectos de orden crítico, bibliográfico o metodológico, que se consideraban prescindibles para el público lector no especializado. De cualquier modo, se ha procurado que el alcance y planteamiento general de la investigación permaneciese intacto en relación con el proyecto original. En esencia, esta publicación pretende ser un estudio y análisis general de la creación poética, desde un punto de vista diacrónico, historiográfico y crítico a la vez. Este tipo de metodología se ha considerado la más oportuna y conveniente, dadas las características y condiciones del desarrollo de la creación poética en Cantabria en el período propuesto. Como ocurría en el inicial proyecto de investigación, esta versión actual pretende asentarse sobre una cuantas líneas de investigación bien definidas pero que resultan,

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quedan resumidas en la parte final de la edición, a modo de conclusiones. Las apreciaciones y análisis críticos que vierto en el libro, los he obtenido fundamentalmente a partir de la lectura detallada de las obras literarias y también de diferentes ensayos y recensiones que versan sobre el particular. Pero también ha constituido una fuente de información primordial e imprescindible en mi investigación el contacto personal con los propios creadores a través de entrevistas, asistencia a conferencias, coloquios, recitales, audiciones y cualquier otro tipo de manifestación semejante de carácter privado o público. Además de ello, han sido muchos los creadores que me han aportado reseñas críticas, bibliografías e incluso documentos privados originales. A todos ellos les quiero transmitir mi agradecimiento más sincero, que he de hacer extensivo a otras muchas personas (compañeros, colegas, bibliotecarios, críticos,

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editores, etc.) que en algún momento me han hecho llegar su colaboración o, simplemente, su aliento y ánimo. Finalmente, no puedo dejar de reconocer que, como en cualquier otro fenómeno creativo, el ejercicio y la lectura de poesía comportan siempre ese hálito tembloroso, mágico y extraordinario, que resulta imposible de definir en términos críticos y metodológicos. Consciente de este tipo de limitaciones, quiero hacer público homenaje de reconocimiento a todo los creadores y poetas que han hecho y hacen, con su talento e inspiración, un esfuerzo permanente por comprender el mundo y hacérnoslo más habitable y humanizado. Es reconfortante pensar que esa noble tarea, esa artesanía de olas y días de la que hablaba el maestro José Hierro, sigue realizándose con el mismo entusiasmo y la misma entrega desde hace centenares de años. Julio Díaz. Santander, mayo de 2013

1 LA POESÍA EN LOS AÑOS SETENTA. REIVINDICACIÓN, EXPERIMENTALISMO Y RENOVACIÓN

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editores, etc.) que en algún momento me han hecho llegar su colaboración o, simplemente, su aliento y ánimo. Finalmente, no puedo dejar de reconocer que, como en cualquier otro fenómeno creativo, el ejercicio y la lectura de poesía comportan siempre ese hálito tembloroso, mágico y extraordinario, que resulta imposible de definir en términos críticos y metodológicos. Consciente de este tipo de limitaciones, quiero hacer público homenaje de reconocimiento a todo los creadores y poetas que han hecho y hacen, con su talento e inspiración, un esfuerzo permanente por comprender el mundo y hacérnoslo más habitable y humanizado. Es reconfortante pensar que esa noble tarea, esa artesanía de olas y días de la que hablaba el maestro José Hierro, sigue realizándose con el mismo entusiasmo y la misma entrega desde hace centenares de años. Julio Díaz. Santander, mayo de 2013

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APERTURISMO Y RENOVACIÓN EN LOS ÁMBITOS CULTURALES El año de 1970 resulta clave en el desarrollo de la poesía española. La aparición de la antología Nueve novísimos poetas españoles de José M.a Castellet supone la confirmación de una ruptura generacional que se venía gestando ya desde el período anterior. se evidencia una «nueva sensibilidad» hacia la creación poética, que casi siempre tiene como marco la estética de la contracultura y la llamada «posmodernidad» referida al arte y la cultura. En muchos casos, los creadores toman como referencia los modelos propios de la sociedad de consumo: cine, televisión, novela negra, música juvenil, arte pop, etc. se trata de una apertura hacia ciertas corrientes artísticas que toman origen en la llamada beat generation, y también en los poetas más significativos del llamado culturalismo literario: T. s. Eliot, E. Pound, Cavafis, Cernuda… El discurso poético se va cuajando de modelos de expresión que giran en torno unas veces a los hallazgos neovanguardistas y en otros casos a clichés estéticos tomados de nuevas modas o corrientes literarias: neomodernismo, venecianismo, decadentismo, neobarroquismo. En todo caso, los poetas renovadores de los setenta gustan de recalar en lugares exóticos o poco frecuentados, lejos de las miradas cotidianas y de los tópicos manoseados por la literatura y el arte tradicionales. La palabra se convierte en un objetivo de indagación y exploración literaria, y constituye un elemento de referencia creativa y estética primordial. En Cantabria, el desarrollo de la poesía a partir de 1970 mantiene una trayectoria muy particular. A diferencia de la evolución literaria manifestada en buena parte de España durante los años anteriores, la inexistencia de antecedentes inmediatos comprometidos con la renovación y la indagación de nuevas fórmulas expresivas y de contenido condiciona un tipo de desarrollo bastante peculiar y específico. En este sentido, en Cantabria, la década de los setenta se caracteriza por una gran variedad de corrientes creativas y por nuevos modos de acercamiento al hecho

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APERTURISMO Y RENOVACIÓN EN LOS ÁMBITOS CULTURALES El año de 1970 resulta clave en el desarrollo de la poesía española. La aparición de la antología Nueve novísimos poetas españoles de José M.a Castellet supone la confirmación de una ruptura generacional que se venía gestando ya desde el período anterior. se evidencia una «nueva sensibilidad» hacia la creación poética, que casi siempre tiene como marco la estética de la contracultura y la llamada «posmodernidad» referida al arte y la cultura. En muchos casos, los creadores toman como referencia los modelos propios de la sociedad de consumo: cine, televisión, novela negra, música juvenil, arte pop, etc. se trata de una apertura hacia ciertas corrientes artísticas que toman origen en la llamada beat generation, y también en los poetas más significativos del llamado culturalismo literario: T. s. Eliot, E. Pound, Cavafis, Cernuda… El discurso poético se va cuajando de modelos de expresión que giran en torno unas veces a los hallazgos neovanguardistas y en otros casos a clichés estéticos tomados de nuevas modas o corrientes literarias: neomodernismo, venecianismo, decadentismo, neobarroquismo. En todo caso, los poetas renovadores de los setenta gustan de recalar en lugares exóticos o poco frecuentados, lejos de las miradas cotidianas y de los tópicos manoseados por la literatura y el arte tradicionales. La palabra se convierte en un objetivo de indagación y exploración literaria, y constituye un elemento de referencia creativa y estética primordial. En Cantabria, el desarrollo de la poesía a partir de 1970 mantiene una trayectoria muy particular. A diferencia de la evolución literaria manifestada en buena parte de España durante los años anteriores, la inexistencia de antecedentes inmediatos comprometidos con la renovación y la indagación de nuevas fórmulas expresivas y de contenido condiciona un tipo de desarrollo bastante peculiar y específico. En este sentido, en Cantabria, la década de los setenta se caracteriza por una gran variedad de corrientes creativas y por nuevos modos de acercamiento al hecho

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poético. A ello contribuye la confluencia de poetas procedentes de diferentes grupos o promociones. Los autores de lo que se podría considerar poesía «arraigada» y formalista (Marisa del Campo, Matilde Camus, Ana M.a Muñoz, Alejandro Gago) conviven, esta vez bajo modelos de expresión más actualizados, con los poetas nacidos alrededor de la Guerra Civil o en la inmediata Posguerra (Rafael Gutiérrez-Colomer, Enrique Ferrer, Fidel de Mier, Antonio Casares, Gloria Ruiz...). Autores provenientes de la segunda promoción de Posguerra, y que habían permanecidos inéditos durante el período 1960-1970, como Julio sanz saiz o Juan A. Pérez del Valle, retoman ahora un nuevo impulso creativo aprovechando los aires de la renovación estética y formal. A la nómina de autores veteranos que cuentan ya con algunos antecedentes poéticos y son conocidos en los círculos literarios de Cantabria, se añade ahora un plantel de jovencísimos poetas que comienzan a hacer sus primeros tanteos creativos en revistas especializadas como la recién fundada Peña Labra: Manuel Berasategui, Carmen Alonso Castro, José Luis Hernández, Julio González Abascal, Ángeles Arce, etc. La mayor parte de estos jóvenes, que en realidad tuvieron en la poesía una vía de expresión momentánea y urgente durante una corta etapa de su vida, a duras penas consiguen despegarse de la estela estética que en su día marcó la revista Proel y la generación de Posguerra. sea como fuere, y al margen de las divergencias o confluencias en los modos de sentir y expresar la poesía, lo cierto es que son tres las promociones que comparten escenario poético en Cantabria durante el período 1970-1980. Por un lado, el segundo grupo de autores de Posguerra; por otro, los que denominaremos poetas de los setenta, nacidos después de la guerra y hasta aproximadamente 1953 (a los que habría que añadir un cierto grupo de «rezagados», nacidos entre 1930 y 1938, que no han tenido oportunidad de publicar antes de 1970). Finalmente, los poetas nacidos ya a partir del segundo lustro de los cincuenta, que habrán de esperar al menos otros diez años para dar sus mejores frutos creativos. Desde luego, tal variedad de poetas favorece la pluralidad de estéticas o corrientes y enriquece considerablemente el caudal de la expresión poética en la región, sobre todo después de los pobres y monótonos registros alcanzados en el decenio anterior. se puede decir que a partir de 1970 —y con todas las dificultades y peculiaridades propias de una época ciertamente complicada— Cantabria comienza a entrar en una fase de reactivación cultural, al compás de las expectativas generadas en todo el país.

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Fruto de esta dinámica, los diferentes procesos evolutivos que incidieron en el desarrollo de la poesía en Cantabria se sucedieron con extraordinaria rapidez y sin apenas dar tiempo a la maduración o asentamiento de las diferentes líneas estéticas ensayadas. Esta particularidad es una lógica consecuencia del estancamiento creativo mantenido hasta entonces, y, en cierto modo, supone un revulsivo anímico para toda esa promoción «postergada» de poetas que se encuentran ahora ante el compromiso de actualizar y revitalizar definitivamente las formas de hacer poesía en Cantabria. El carácter de urgencia y premura con que hubieron de afrontar esta tarea reactualizadora y la confluencia de diferentes grupos creativos propiciaron un sincretismo de estilos, tendencias y modalidades poéticas que fueron desarrolladas y experimentadas en su momento con una gran celeridad y, muchas veces, de manera simultánea. si, en el caso de lo ocurrido en el ámbito nacional, algunos de estos procesos se gestaron y evolucionaron en un lapso temporal de muchos años, en los círculos literarios de la región, los mismos fenómenos se desarrollan en breves meses y, a veces, se circunscriben a uno o dos creadores, que sacan a la luz sus obras con la mayor rapidez y, en la mayoría de los casos, sin conseguir la suficiente maduración y sedimentación de ideas. En tal contexto, el impulso e interés crecientes por las manifestaciones culturales toman en Cantabria un nuevo brío e inauguran una época extraordinariamente relevante en la historia del pensamiento y de la creación artística. La segunda ley de prensa de 1966, la supresión de la censura previa en las publicaciones, la moderada apertura del Régimen en lo referente a los movimientos culturales y de pensamiento provenientes del exterior y, sobre todo, el generalizado estado de protesta e inconformismo que en ese momento se vive en el país son factores que concitan el interés y atención del público alrededor de las actividades creativas y culturales. Las asociaciones, las tertulias y las agrupaciones culturales de diferente signo comienzan a formar parte de la realidad cotidiana en Cantabria a principios de los años setenta. Y en este proceso la sociedad en su conjunto (obreros, estudiantes y clases medias, principalmente) acabará erigiéndose en protagonista principal de esta nueva y decisiva etapa de su historia reciente. En lo tocante a la poesía, asistimos a sucesos tan relevantes como la fundación en 1971 de la revista Peña Labra, dirigida por Aurelio G. Cantalapiedra, o

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poético. A ello contribuye la confluencia de poetas procedentes de diferentes grupos o promociones. Los autores de lo que se podría considerar poesía «arraigada» y formalista (Marisa del Campo, Matilde Camus, Ana M.a Muñoz, Alejandro Gago) conviven, esta vez bajo modelos de expresión más actualizados, con los poetas nacidos alrededor de la Guerra Civil o en la inmediata Posguerra (Rafael Gutiérrez-Colomer, Enrique Ferrer, Fidel de Mier, Antonio Casares, Gloria Ruiz...). Autores provenientes de la segunda promoción de Posguerra, y que habían permanecidos inéditos durante el período 1960-1970, como Julio sanz saiz o Juan A. Pérez del Valle, retoman ahora un nuevo impulso creativo aprovechando los aires de la renovación estética y formal. A la nómina de autores veteranos que cuentan ya con algunos antecedentes poéticos y son conocidos en los círculos literarios de Cantabria, se añade ahora un plantel de jovencísimos poetas que comienzan a hacer sus primeros tanteos creativos en revistas especializadas como la recién fundada Peña Labra: Manuel Berasategui, Carmen Alonso Castro, José Luis Hernández, Julio González Abascal, Ángeles Arce, etc. La mayor parte de estos jóvenes, que en realidad tuvieron en la poesía una vía de expresión momentánea y urgente durante una corta etapa de su vida, a duras penas consiguen despegarse de la estela estética que en su día marcó la revista Proel y la generación de Posguerra. sea como fuere, y al margen de las divergencias o confluencias en los modos de sentir y expresar la poesía, lo cierto es que son tres las promociones que comparten escenario poético en Cantabria durante el período 1970-1980. Por un lado, el segundo grupo de autores de Posguerra; por otro, los que denominaremos poetas de los setenta, nacidos después de la guerra y hasta aproximadamente 1953 (a los que habría que añadir un cierto grupo de «rezagados», nacidos entre 1930 y 1938, que no han tenido oportunidad de publicar antes de 1970). Finalmente, los poetas nacidos ya a partir del segundo lustro de los cincuenta, que habrán de esperar al menos otros diez años para dar sus mejores frutos creativos. Desde luego, tal variedad de poetas favorece la pluralidad de estéticas o corrientes y enriquece considerablemente el caudal de la expresión poética en la región, sobre todo después de los pobres y monótonos registros alcanzados en el decenio anterior. se puede decir que a partir de 1970 —y con todas las dificultades y peculiaridades propias de una época ciertamente complicada— Cantabria comienza a entrar en una fase de reactivación cultural, al compás de las expectativas generadas en todo el país.

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Fruto de esta dinámica, los diferentes procesos evolutivos que incidieron en el desarrollo de la poesía en Cantabria se sucedieron con extraordinaria rapidez y sin apenas dar tiempo a la maduración o asentamiento de las diferentes líneas estéticas ensayadas. Esta particularidad es una lógica consecuencia del estancamiento creativo mantenido hasta entonces, y, en cierto modo, supone un revulsivo anímico para toda esa promoción «postergada» de poetas que se encuentran ahora ante el compromiso de actualizar y revitalizar definitivamente las formas de hacer poesía en Cantabria. El carácter de urgencia y premura con que hubieron de afrontar esta tarea reactualizadora y la confluencia de diferentes grupos creativos propiciaron un sincretismo de estilos, tendencias y modalidades poéticas que fueron desarrolladas y experimentadas en su momento con una gran celeridad y, muchas veces, de manera simultánea. si, en el caso de lo ocurrido en el ámbito nacional, algunos de estos procesos se gestaron y evolucionaron en un lapso temporal de muchos años, en los círculos literarios de la región, los mismos fenómenos se desarrollan en breves meses y, a veces, se circunscriben a uno o dos creadores, que sacan a la luz sus obras con la mayor rapidez y, en la mayoría de los casos, sin conseguir la suficiente maduración y sedimentación de ideas. En tal contexto, el impulso e interés crecientes por las manifestaciones culturales toman en Cantabria un nuevo brío e inauguran una época extraordinariamente relevante en la historia del pensamiento y de la creación artística. La segunda ley de prensa de 1966, la supresión de la censura previa en las publicaciones, la moderada apertura del Régimen en lo referente a los movimientos culturales y de pensamiento provenientes del exterior y, sobre todo, el generalizado estado de protesta e inconformismo que en ese momento se vive en el país son factores que concitan el interés y atención del público alrededor de las actividades creativas y culturales. Las asociaciones, las tertulias y las agrupaciones culturales de diferente signo comienzan a formar parte de la realidad cotidiana en Cantabria a principios de los años setenta. Y en este proceso la sociedad en su conjunto (obreros, estudiantes y clases medias, principalmente) acabará erigiéndose en protagonista principal de esta nueva y decisiva etapa de su historia reciente. En lo tocante a la poesía, asistimos a sucesos tan relevantes como la fundación en 1971 de la revista Peña Labra, dirigida por Aurelio G. Cantalapiedra, o

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la inauguración, en ese mismo año, de una dinámica tertulia cultural y artística desarrollada en los locales de la librería y galería de arte Puntal en santander, espacio regentado por José R. saiz Viadero. En los recitales de Puntal se darán a conocer poetas como Isaac Manuel Cuende, Jesús Gutiérrez Diego o Emilio de Cos. Al calor de estas actividades en la galería santanderina, surgirá uno de los certámenes de poesía de más prestigio entre los convocados en la actualidad en Cantabria: el Premio de Poesía José Luis Hidalgo, cuya promoción y fi nanciación correrán con posterioridad a cargo del Ayuntamiento de Torrelavega, una vez ampliada la convocatoria a poetas de procedencia nacional e internacional. En 1977 la Galería Puntal 2 de Torrelavega continúa la labor cultural y artística iniciada en santander, esta vez bajo la dirección del crítico y profesor Luis Alberto salcines y de la poeta Gloria Ruiz, quienes impulsaron de manera muy especial los recitales poéticos y las tertulias literarias. Un ejemplo de ello fue la edición, en 1979, de la antología Poetas de Cantabria, hoy, en la que se recoge una buena representación de la poesía producida en aquel momento en la región. Pero sin duda alguna la agrupación cultural con más proyección popular en la década de los setenta será Cuévano. Fundada y dirigida por Rafael Gutiérrez-Colomer e Isaac Cuende, los objetivos primordiales de esta asociación se centran en la difusión de la poesía, la pintura y la música a través de recitales, audiciones, charlas y representaciones por buena parte de la región. Como revista, Cuévano solo llegará a editar cuatro números entre 1977 y 1978.

tardofranquista. El engranaje de la censura aún seguía funcionando con total autonomía para intervenir en aquellos casos en que se consideraran vulnerados los códigos morales o políticos vigentes en la España oficial. Los poetas más decantados hacia la vertiente reivindicativa debían tamizar el contenido ideológico de sus propuestas recurriendo a la sugestión simbolista o a las sinuosidades del discurso irracionalista. En todo caso, el lector perspicaz intuía el calado del mensaje, descodificándolo y reinterpretándolo según las coordenadas socioculturales del momento. La pericia y la destreza del autor en el manejo de los códigos de expresión y en el planteamiento de las claves de intelección eran, en último extremo, las que conseguían que el texto pudiera ser llevado a imprenta y ser distribuido entre los lectores. Una difícil y complicada tarea que algunos autores cántabros hubieron de afrontar en el primer lustro de los setenta con desigual fortuna. La tipificación del contenido poético y la virtualidad del mensaje se tornaban en ocasiones tan evidentes y demostrables que su lectura se convertía en un ejercicio demasiado explícito para cualquier lector medianamente avisado. Podemos comprobar bastante de todo esto en la siguiente composición de Antonio Casares publicada en el primer número de Peña Labra en 1971: MUERTOs En sILEnCIO Os pregunto, y vosotros seguís en vuestro turbio callar, sin responder a aquello que os pregunto.

LA POESÍA CRÍTICA Y REIVINDICATIVA

no descubríais la niebla que invade vuestro mundo, ahogados en el mar de la muerte, difuntos […]1

La irrupción en la esfera creativa de la generación de los poetas cántabros nacidos alrededor de la Guerra Civil, marca de modo significativo el rumbo de una buena parte de las estéticas desarrolladas en este decenio. Pero, sobre todo, esta particularidad supone la asunción de una perspectiva literaria en la que el mensaje poético adquiere una importancia capital y un cierto grado de intencionalidad crítica, hasta ese momento insólitos. naturalmente, es preciso reseñar que el alcance y modulación de la poesía con contenido reivindicativo y crítico —al menos durante el lustro 1970-1975— se hubo de desarrollar dentro de las limitaciones impuestas por el régimen

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En otros casos, el texto se envuelve con el ropaje del expresionismo poético o con un cierto toque irracionalista, pero el alcance y el calado del mensaje se inscriben dentro de un contexto de movilización de las conciencias adormecidas o insensibles. 1

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Antonio Casares: Peña Labra, Diputación de santander, n.o 1, 1971.

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la inauguración, en ese mismo año, de una dinámica tertulia cultural y artística desarrollada en los locales de la librería y galería de arte Puntal en santander, espacio regentado por José R. saiz Viadero. En los recitales de Puntal se darán a conocer poetas como Isaac Manuel Cuende, Jesús Gutiérrez Diego o Emilio de Cos. Al calor de estas actividades en la galería santanderina, surgirá uno de los certámenes de poesía de más prestigio entre los convocados en la actualidad en Cantabria: el Premio de Poesía José Luis Hidalgo, cuya promoción y fi nanciación correrán con posterioridad a cargo del Ayuntamiento de Torrelavega, una vez ampliada la convocatoria a poetas de procedencia nacional e internacional. En 1977 la Galería Puntal 2 de Torrelavega continúa la labor cultural y artística iniciada en santander, esta vez bajo la dirección del crítico y profesor Luis Alberto salcines y de la poeta Gloria Ruiz, quienes impulsaron de manera muy especial los recitales poéticos y las tertulias literarias. Un ejemplo de ello fue la edición, en 1979, de la antología Poetas de Cantabria, hoy, en la que se recoge una buena representación de la poesía producida en aquel momento en la región. Pero sin duda alguna la agrupación cultural con más proyección popular en la década de los setenta será Cuévano. Fundada y dirigida por Rafael Gutiérrez-Colomer e Isaac Cuende, los objetivos primordiales de esta asociación se centran en la difusión de la poesía, la pintura y la música a través de recitales, audiciones, charlas y representaciones por buena parte de la región. Como revista, Cuévano solo llegará a editar cuatro números entre 1977 y 1978.

tardofranquista. El engranaje de la censura aún seguía funcionando con total autonomía para intervenir en aquellos casos en que se consideraran vulnerados los códigos morales o políticos vigentes en la España oficial. Los poetas más decantados hacia la vertiente reivindicativa debían tamizar el contenido ideológico de sus propuestas recurriendo a la sugestión simbolista o a las sinuosidades del discurso irracionalista. En todo caso, el lector perspicaz intuía el calado del mensaje, descodificándolo y reinterpretándolo según las coordenadas socioculturales del momento. La pericia y la destreza del autor en el manejo de los códigos de expresión y en el planteamiento de las claves de intelección eran, en último extremo, las que conseguían que el texto pudiera ser llevado a imprenta y ser distribuido entre los lectores. Una difícil y complicada tarea que algunos autores cántabros hubieron de afrontar en el primer lustro de los setenta con desigual fortuna. La tipificación del contenido poético y la virtualidad del mensaje se tornaban en ocasiones tan evidentes y demostrables que su lectura se convertía en un ejercicio demasiado explícito para cualquier lector medianamente avisado. Podemos comprobar bastante de todo esto en la siguiente composición de Antonio Casares publicada en el primer número de Peña Labra en 1971: MUERTOs En sILEnCIO Os pregunto, y vosotros seguís en vuestro turbio callar, sin responder a aquello que os pregunto.

LA POESÍA CRÍTICA Y REIVINDICATIVA

no descubríais la niebla que invade vuestro mundo, ahogados en el mar de la muerte, difuntos […]1

La irrupción en la esfera creativa de la generación de los poetas cántabros nacidos alrededor de la Guerra Civil, marca de modo significativo el rumbo de una buena parte de las estéticas desarrolladas en este decenio. Pero, sobre todo, esta particularidad supone la asunción de una perspectiva literaria en la que el mensaje poético adquiere una importancia capital y un cierto grado de intencionalidad crítica, hasta ese momento insólitos. naturalmente, es preciso reseñar que el alcance y modulación de la poesía con contenido reivindicativo y crítico —al menos durante el lustro 1970-1975— se hubo de desarrollar dentro de las limitaciones impuestas por el régimen

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En otros casos, el texto se envuelve con el ropaje del expresionismo poético o con un cierto toque irracionalista, pero el alcance y el calado del mensaje se inscriben dentro de un contexto de movilización de las conciencias adormecidas o insensibles. 1

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Antonio Casares: Peña Labra, Diputación de santander, n.o 1, 1971.

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Desde un punto de vista más incisivo, en el siguiente texto de Enrique Ferrer se hace explícita la fe del poeta en reencontrar los caminos de la verdad y la libertad a través de la palabra: FUEGOs DE LIBERACIón Desgolletan los colores. Tiran unos puñados de pólvora a la noche. Pretenden enterrar en artificio de fuego la negrura del pasado. Pero nosotros liberaremos la verdad de lo oscuro.2

Ambos textos precedentes pueden servir como exponentes de la determinación y compromiso de una buena parte de autores ante la situación social y política de la región en ese momento. En este sentido, se puede decir que los jóvenes creadores estaban traspasando ya la línea que marca la frontera hacia un tipo de mensaje poético más comprometido con las demandas y aspiraciones de la sociedad de la época. En todo caso, encontramos que, en general, la nueva poesía de los setenta en Cantabria se enmarca en una línea decididamente renovadora, en contraste con el conservadurismo que envolvía la expresión poética en los sesenta. En el fondo se trata de un cambio de mentalidades y de actitudes ante el fenómeno literario y la función que ha de desempeñar en un período trascendental en la historia de España. El hastío de los jóvenes poetas ante el ambiente cultural cántabro en los años setenta es producto del anquilosamiento creativo impuesto por una determinada política educativa y cultural que anula la capacidad y libertad del individuo para elegir sus propios referentes intelectuales. Así lo explicaba José Ramón saiz Viadero en 1971:3 De ahí la dificultad que encuentra el poeta cuando trata de conectar con un público resabiado, defraudado, hastiado por una malhadada experiencia infantil que nada tiene que ver con la pedagogía ni con la poesía. Aún hoy, cuando las tumbas de Enrique Ferrer, Poetas de Cantabria hoy, Torrelavega, Ayto. de Torrelavega - Puntal, 1979, p. 8 (vuelta). José R. saiz Viadero «A modo de prólogo»; Isaac Cuende y Jesús G. Diego, Poemas en carne viva, santander, 1971, pp. 6-7. 2 3

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«qué artesanía de olas y de días son necesarias para producirse el prodigio de un árbol de coral, la fantasía helicoidal de un caracol.» José HIERRO Libro de las alucinaciones, 1964

Este libro es el resultado de una reelaboración y adaptación de la tesis doctoral, dirigida por el profesor Julio neira, que fue presentada y leída en la UnED en mayo de 2007 bajo el título Cuarenta años de poesía en Cantabria (1960-2000). Proceso creativo y desarrollos estéticos. El tribunal, presidido por el profesor José Romera Castillo y constituido por los profesores Antonio Domínguez, Lucía Montejo, Ángel L. Prieto de Paula y Juan J. Lanz, concedió la máxima calificación a dicha investigación. A todos ellos, y en especial a Julio neira, deseo expresar mi gratitud por todos los consejos, indicaciones y observaciones que en su día me hicieron llegar y que han facilitado extraordinariamente mi labor. Del mismo modo, deseo mostrar mi agradecimiento a Ediciones La Bahía, de santander, y en especial a José M.a Lafuente y Juan A. González Fuentes, que han hecho posible la edición y publicación de esta obra y que, desde el primer momento, han puesto el máximo interés para que mi trabajo saliera a la luz en las mejores condiciones posibles. La idea de realizar un trabajo de estas características se produce en una época y en un tiempo muy determinados. En los últimos años del anterior siglo, Cantabria vive un momento de verdadero esplendor en lo que se refiere al cultivo de la poesía. La nómina de poetas, el número de publicaciones y el interés de los lectores, corren en paralelo a la calidad media de las realizaciones y al reconocimiento exterior. Es un hecho evidente que, desde esos años, los poetas cántabros y sus poemarios cada vez tienen más eco o resonancia en los medios de comunicación, en las actas de los

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